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El Derecho Internacional Humanitario (DIH) es una rama del Derecho Internacional público que

busca atenuar y limitar los efectos de los conflictos armados protegiendo a las personas que no
participan en las hostilidades o que han decidido dejar de participar en el enfrentamiento,
también restringen y regulan los medios y métodos de guerra a disposición de los combatientes;
regula la conducta en los conflictos armados (ius in bello). Se compone de una serie de normas, en
su mayoría reflejadas en los Convenios de Ginebra de 1949 y sus protocolos adicionales.

Las normas del Derecho Internacional Humanitario pretenden evitar y limitar el sufrimiento
humano en tiempos de conflictos armados. A su vez, pretenden limitar o prohibir el uso de ciertos
métodos de guerra, pero no determinan si un país tiene derecho a recurrir a la fuerza, tal y como
lo establece la carta de Naciones Unidas. Estas normas son de obligatorio cumplimiento tanto por
los gobiernos y los ejércitos participantes en el conflicto como por los distintos grupos armados de
oposición o cualquier parte participante en el mismo.

Cabe precisar que el Derecho Internacional Humanitario es un "derecho de mínimos"; por lo que el
conglomerado de derechos reconocidos en los tratados internacionales de esta materia, no son
enumeraciones taxativas y que, aun cuando uno de esos tratados no consigne una cláusula
expresa acerca de que hay o puede haber en otros cuerpos normativos más derechos personales,
debe entenderse que un tratado no reduce ni desconoce derechos no incluidos en él; de este
modo se deben reconocer los derechos emergentes del derecho interno de un Estado, o de otros
pactos, o convenciones internacionales.

Los antecedentes más antiguos del derecho humanitario se remontan a la Antigüedad, las normas
dictadas por las antiguas civilizaciones y religiones. La guerra siempre ha estado sujeta a ciertas
leyes y costumbres. En la mayoría de los casos, las razones para un trato menos cruel solían ser
económicas. Los romanos dejaron de ejecutar a los prisioneros de guerra para contar con ellos
como mano de obra esclava.

El fenómeno de la guerra y su regulación se encuentra ya entre los sumerios. El código de


Hammurabi (1728-1686 aC.) establecía la guerra como una situación gobernada por la ley, y así, se
exigía una declaratoria para su inicio, así como un acuerdo de paz que le pusiera término,
garantizándose la protección de los más débiles. Los hititas, además de los sumerios, respetaban a
la población civil del enemigo, y también exigían una declaración formal de la guerra, así como de
la paz. El rey persa Ciro I (700 aC) trataba a los heridos de los enemigos al igual que a los suyos. La
Ley de Manú (India, 400 aC) prohibía el uso de ciertas armas envenenadas, atacar a los adversarios
rendidos, y también establecía algún tipo de protección para los bienes del enemigo.

La regulación que se llevará a cabo en el siglo XIX poniéndose las bases del Derecho Internacional
Humanitario como tal, tuvo pues antecedentes muy antiguos en el plano del derecho. En cuanto a
la filosofía del derecho, hubo muchos pensadores, filósofos y religiosos que se ocuparon de los
aspectos más cercanos de la guerra.

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