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1 INTERPONEN RECURSO EXTRAORDINARIO FEDERAL.

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3 Sres. Jueces de la Sala I de la Cámara Federal de Casación
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5 A los Sres. Magistrados de la Corte Suprema de Justicia de la Nación:
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7 Rodolfo Carrizo, D.N.I 11.546.239, en calidad de Presidente del
8 Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas La Plata, y en carácter de
9 Querellante, con el copatrocinio letrado de Jerónimo Guerrero Iraola,
10 inscripto al Tomo 604, Folio 213 CFALP, y Tomo 129, Folio 425 CPACF;
11 y Laurentina Alonso, inscripta al Tomo 607, Folio 571 del CFALP y Tomo
12 129 Folio 350 del CPACF con domicilio electrónico 20325333619 y
13 27331119453; y Adolfo Pérez Esquivel y Roberto Cipriano García, en
14 representación de la Comisión por la Memoria de la Provincia de Buenos
15 Aires, en nuestro carácter de Presidente y Secretario - respectivamente- y en
16 calidad de Querellantes Institucionales, con el copatrocinio letrado de
17 Margarita Jarque, inscripta al Tomo 69, Folio 754 CFALP y Carla
18 Victoria Ocampo Pilla. T°606 F°458 de la CFALP T°134 F°123 del
19 CPACF, con domicilio electrónico 27132697405 y 27331119453
20 constituyendo domicilio legal en calle Lavalle 1390, 4to piso, Casillero 532,
21 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en causa FCR
22 63001777/2007/7/CFC1-RH2 “FERRANTE, Jorge Oscar s/ recurso de
23 casación” a V.V.E.E. nos presentamos y decimos:
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25 I.-OBJETO:
26 En virtud de los arts. 256 y 257 del CPCyCN, art. 14 de la Ley
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1 48, la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en materia de
2 arbitrariedad, casación federal y gravedad institucional, venimos a
3 interponer Recurso Extraordinario contra la decisión de la Sala I de la
4 Cámara Federal de Casación Penal, notificada el día 4 de mayo de 2021,
5 que resolvió “HACER LUGAR al recurso de casación interpuesto por la
6 defensa de Jorge Oscar Ferrante y, en consecuencia, ANULAR la decisión
7 recurrida, devolviendo las actuaciones al tribunal de origen para que dicte
8 una nueva resolución de acuerdo con los lineamientos expuestos en la
9 presente” circunstancia que, de sostenerse, devendría en el sobreseimiento
10 del nombrado, en clara vulneración de los derechos fundamentales de las
11 víctimas de torturas cometidas durante la guerra de Malvinas, y en clara
12 inobservancia de los estándares a los que, en materia de investigación,
13 juzgamiento y reparación integral se ha obligado la República Argentina, a
14 instancias de la rúbrica de instrumentos internacionales.
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16 III.- PROCEDENCIA. ADMISIBILIDAD. CUESTIONES
17 FEDERALES
18 A.- Sentencia Definitiva.
19 El presente recurso resulta admisible en tanto resulta ser una
20 decisión emanada del Tribunal Superior de la causa, Cámara Federal de
21 Casación, revocatoria de lo resuelto por primera y segunda instancia, y en
22 tanto la resolución que aquí se impugna pone fin a la acción por establecer
23 la prescripción de los hechos investigados, la misma se erige en los términos
24 del art. 14 de la Ley 48
25 B.- Gravedad Institucional.
26 Se ha dicho que la cuestión federal puede surgir “sorpresivamente”
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1 en una sentencia. Tal es el supuesto de introducción por el Tribunal de una
2 cuestión federal; y en tal caso el recurso extraordinario es viable, aunque las
3 partes no hayan interpuesto la cuestión federal con anterioridad, siempre que
4 tal cuestión federal no haya podido ser oportunamente prevista y planteada
5 por ellas (CSJN, Fallos, 305:2009; 306:1277; 210:718; 201:559; 226:727;
6 310:1602)
7 En tales situaciones, la cuestión federal nace de la propia sentencia,
8 y por ello, no es previsible (normalmente) con anterioridad. Puede emerger
9 del fallo de primera instancia, de segunda (CSJN, Fallos, 304:755), o del
10 pronunciamiento de un Superior Tribunal (Corte Suprema) provincial
11 (Néstor Pedro Sagüés, Derecho procesal constitucional, Recurso
12 Extraordinario, Tomo 2, páginas 416 y 417, § 436).
13 La decisión que por el presente se impugna proviene del máximo
14 tribunal de la causa, es decir, la Cámara Federal de Casación. En dicho
15 sentido, los términos de la resolución aquí atacada generan gravamen
16 irreparable, al privar a las víctimas de un proceso de investigación y
17 eventual juzgamiento de los delitos que han denunciado, generando una
18 instancia de revictimización, en clara inobservancia de los estándares
19 locales e internacionales de promoción y protección de los derechos
20 humanos, tanto del sistema interamericano, como del sistema universal. El
21 fallo convalida la impunidad y compromete, a su vez, la responsabilidad del
22 Estado argentino. Nos encontramos frente a un caso de evidente gravedad
23 institucional, por tratarse además de delitos de lesa humanidad y/o graves
24 violaciones a los derechos humanos cometidos durante la última dictadura
25 cívico militar que gobernó, a sangre y fuego, en nuestro país.
26 Concretamente, mientras se desarrollaba el conflicto bélico del Atlántico
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1 Sur en el año 1982.
2 Como se ha dicho, las premisas en las que se afinca la resolución, y
3 los términos de la decisión a la que arriban los y la magistrados/a, son
4 contrarios a las normas de orden público nacional e internacional, y
5 vulneran los principios hermenéuticos, axiológicos y teleológicos del ius
6 cogens, y del derecho consuetudinario. No sólo implican una regresión de la
7 jurisprudencia y doctrina nacional en materia de investigación y
8 juzgamiento de toda grave violación a los derechos humanos cometidas en
9 el contexto del terrorismo de Estado (y genocidio imperante), sino también,
10 repugna los consensos de la jurisdicción universal que, en términos
11 globales, hemos sabido concebir a partir de la abominable experiencia del
12 holocausto. Además, se verifica el presupuesto excepcional de gravedad
13 institucional toda vez que la decisión anulatoria atenta contra la normativa
14 internacional que establece que los Estados, en este tipo de causas, en las
15 que se investigan graves violaciones a los derechos humanos, deben
16 abstenerse de adoptar cualquier tipo de medida que obstaculice o disuelva la
17 posibilidad de reproche (Fallos: 328:2056).
18 En palabras de la Corte IDH “…ha quedado demostrado que, pese a
19 que se inició dicho proceso penal con el fin de esclarecer los hechos, éste
20 no ha sido eficaz para enjuiciar y, en su caso, sancionar a sus responsables,
21 … lo cierto es que el Estado no ha identificado ni sancionado a las
22 personas responsables penalmente de los hechos antijurídicos objeto de
23 demanda (autores materiales, intelectuales, partícipes y encubridores). En
24 el caso en estudio ha quedado demostrado que [las situaciones denunciadas
25 por las víctimas] …se han caracterizado por ir acompañadas a su vez de la
26 impunidad… situación en cuyo marco los recursos judiciales no son
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1 efectivos, las investigaciones judiciales tienen graves falencias y el
2 transcurso del tiempo juega un papel fundamental en borrar todos los
3 rastros del delito, haciéndose de esta manera ilusoria la protección judicial
4 consagrada en los artículos 8 y 25 de la Convención Americana”. (Corte
5 IDH, caso “Myrna Mack Chang c. Guatemala”, caso parr. 217)
6 En lo relativo a nuestra Carta Magna, la decisión contra la que se
7 incoa el presente remedio incurre en una particular privación del acceso a la
8 justicia, contrario a la manda del artículo 18, y de los tratados
9 internacionales de jerarquía constitucional (artículo 75 inciso 22). En
10 particular, los artículos 8° y 25, ambos en relación con el artículo 1° de la
11 Convención Americana de los Derechos Humanos.
12 Existe cuestión federal en tanto se encuentra en discusión la autoría
13 en delitos de lesa humanidad; graves violaciones a los derechos humanos
14 y/o crímenes de guerra, según distintos tratados suscriptos por el Estado
15 argentino, y el alcance de esa autoría en los pactos internacionales que
16 conforman el derecho internacional.
17 Sumado a ello, la jurisprudencia recogida en el precedente publicado
18 en fallos: 323:337 y sus citas, aconseja adoptar una lectura amplia de los
19 requisitos formales de la apelación federal de modo que no se impida, en un
20 caso de esta naturaleza, una sentencia de la Corte Suprema que defina una
21 cuestión de derecho federal de tan alta trascendencia.
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23 C.- Arbitrariedad.
24 A su vez, decíamos que la resolución ataca no constituye un acto
25 jurisdiccional válido, en tanto resulta arbitraria por su contenido
26 estrictamente dogmático, en clara violación al art. 123 del CPPN, al tiempo
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1 que se aparta, en forma ostensible, de las constancias de la causa.
2 La resolución aquí apelada debe ser revocada con fundamento en la
3 doctrina de la arbitrariedad. Existe un sesgo interesante que, además, ha de
4 ser puntualizado. El fallo se compone con un resultado de votación de 2 a 1.
5 Es extraño que, casualmente, el voto de la Dra. Ana María Figueroa, que
6 luego quedó en disidencia, haya sido no sólo el mejor fundado, sino el único
7 con fundamentos de los 3. No porque vaya en línea con lo sostenido por esta
8 querella, sino porque se permite en él encontrar las premisas que sustentan
9 su sentido. Se puede recorrer el voto en ambas direcciones, de arriba-abajo y
10 de abajo-arriba, y aún así se hallan conectores, remisiones normativas,
11 jurisprudenciales (a nivel nacional e internacional) e incluso doctrinarias.
12 Sin embargo, el resultado final, se forja con los votos de Daniel
13 Antonio Petrone y Diego Gustavo Barroetaveña. En un fallo de 79 páginas,
14 se puede acceder a ambos desde la página 65. Los magistrados
15 intervinientes no se molestan siquiera en aportar argumentos. Remiten,
16 únicamente, a un fallo previo, sin mayor profundidad o análisis de
17 correspondencia sobre el antecedente aplicado y la solución dada al caso.
18 De este modo se ha omitido analizar constancias trascendentales de
19 la causa, incluso aquellas medidas de mejor proveer solicitadas previamente
20 por la Casación en relación con el objeto de instrucción. Al respecto ha
21 dicho la CSJN “La doctrina de la arbitrariedad… su finalidad es, en
22 cambio, dejar sin efecto aquellas sentencias que no constituyan actos
23 jurisdiccionales válidos por apartarse de constancias relevantes
24 comprobadas, omitir el tratamiento de temas sustanciales planteados por
25 las partes o incurrir en severas fallas lógicas o en manifiesta carencia de
26 fundamentación normativa.” (338:623)
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1 III.- ANTECEDENTES NECESARIOS.
2 A.- Cabe aclarar que en las presentes actuaciones se investigan los
3 crímenes que sufrieron los soldados conscriptos argentinos en el contexto
4 bélico del Atlántico Sur acaecido en el año 1982, y a determinar la
5 responsabilidad penal que caben a las autoridades militares nacionales por
6 los sucesos mencionados. En la causa, se encuentran denunciados 95
7 militares, por 105 casos de tortura. En el expediente obran 120 testimonios
8 que detallan la dinámica de la tortura.
9 B.- En concreto, y respecto a Jorge Oscar Ferrante, es imprescindible
10 remarcar que, al momento de los hechos, se desempeñaba con el grado de
11 Subteniente como Jefe de la 3ra Sección Tiradores de la compañía B del
12 Regimiento de Infantería 5. Fue requerido por el Fiscal Alejandro Rapoport,
13 para prestar declaración indagatoria, por haberse reunido, en las pesquisas
14 preliminares, elementos probatorios suficientes que permiten afirmar que
15 debe responder como autor penalmente responsable por los delitos de
16 imposición de tormentos (144ter, según ley 14.616) que tuvieron por
17 víctima a Julio César Más.
18 C.- El 18 de octubre de 2018, la Cámara Federal de Apelaciones de
19 Comodoro Rivadavia resolvió desestimar el recurso de apelación
20 interpuesto por el defensor de Jorge Oscar Ferrante, y confirmar la
21 resolución del Juez Federal de Río Grande, que había resuelto no hacer
22 lugar al planteo de cosa juzgada formulado por la defensa y que, en relación
23 con el planteo de prescripción de las acciones penales, determinó que hasta
24 tanto no se acumulasen las probanzas pertinentes, que permitiesen dilucidar
25 los hechos, teniendo en cuenta la categorización de lesa humanidad y/o
26 graves violaciones a los derechos humanos invocadas por las partes
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1 acusadoras, se suspendía el trámite de la excepción por falta de acción por
2 prescripción.
3 D.- Contra dicha resolución, la defensa Jorge Oscar Ferrante
4 interpuso recurso de casación. El 4-5-2021 se publicó la sentencia del
5 registro de la Sala I, Reg. 620/21, dictada por los jueces Diego
6 Barroetaveña, Daniel Antonio Petrone y Ana María Figueroa (en
7 disidencia), por la que resolvieron “HACER LUGAR al recurso de casación
8 interpuesto por la defensa de Jorge Oscar Ferrante y, en consecuencia,
9 ANULAR la decisión recurrida, devolviendo las actuaciones al tribunal de
10 origen para que dicte una nueva resolución de acuerdo con los lineamientos
11 expuestos en la presente. Sin costas en la instancia (arts. 471, 530 y 531 del
12 CPPN).”
13 En el caso se presenta una cuestión federal suficiente en los términos
14 del art. 14 de la ley 48. Conforme surgirá del desarrollo de los antecedentes
15 del caso y como podrá observarse en las secciones subsiguientes, esta parte
16 efectúa un planteo que involucra directamente derechos constitucionales,
17 consagrados también en tratados internacionales de derechos humanos que
18 detentan la misma jerarquía. La decisión de la Cámara Federal de Casación,
19 opera en contra de dichas normas, a través de una sentencia que presenta, a
20 las claras, las condiciones que hacen emerger la gravedad institucional. La
21 decisión aquí impugnada, es de aquellas que deben considerarse arbitrarias,
22 por carecer de los requisitos mínimos de fundamentación, al no constituir
23 una decisión basada en razonamiento válido, derivado de la normativa
24 vigente, ni de las reglas de la lógica y las ciencias.
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26 IV.- FUNDAMENTAN.
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1 B.- El carácter estatal de la criminalidad: tecnologías de impunidad.
2 Una cuestión que genera agravio a esta parte, es la aseveración que
3 realizan los magistrados que componen el voto mayoritario, al afirmar que
4 “la Cámara quo soslayó que la discusión acerca de la categorización de los
5 delitos investigados en autos se encontraba agotada, pues cabe señalar que
6 la plataforma fáctica reseñada en el fallo dictado por esta Sala con
7 anterioridad -y que motivara la adopción del temperamento aludido-
8 resultaba ser análoga a aquella descripta en el requerimiento de
9 instrucción que se reseñara en el voto que inaugura el Acuerdo en el
10 presente legajo, sin aportar argumentos novedosos con aptitud para
11 modificar el criterio sostenido en esa oportunidad con relación a la aludida
12 categorización.”
13 En efecto, la falacia de tal aserción radica en la falta de ponderación
14 de los hechos sociales y jurídicos que se han suscitado desde que se acuñara,
15 en 2009, el fallo de la Sala I de la Cámara de Casación al que los Jueces
16 Petrone y Barroetaveña remiten. Es una máxima de nuestro sistema
17 Republicano que “la ley se presume conocida por todos/as”. En dicho
18 sentido, la resolución aquí atacada desconoce el Decreto 200/2012 por el
19 que se desclasificó el Informe Final elaborado por la Comisión de Análisis y
20 Evaluación de las Responsabilidades Políticas y Estratégico Militares en el
21 Conflicto del Atlántico Sur (Informe Rattenbach).
22 Durante el año 2009, el Ministerio de Defensa contestó una solicitud
23 de la Jueza de la causa, en la requería información y documentación sobre lo
24 ocurrido en la guerra de Malvinas, y señalaba que la documentación
25 solicitada poseía clasificación de seguridad “secreto político” y “secreto
26 militar”, en virtud del decreto 2.971 del año 1983. Luego de las opiniones
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1 de la Dirección General de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Defensa y de
2 y de la Dirección General de Asuntos Jurídicos de la Secretaría Legal y
3 Técnica de la Presidencia de la Nación se dictaminó que, si bien la titular
4 del Ministerio de Defensa estaba facultada para remitir la información y
5 documentación requerida, merced a la clasificación de la misma debían
6 imponerse al trámite el sigilo y la diligencia que la naturaleza de la
7 información y documentación aludida requerían.
8 Así es como se dispuso que se autorizaba el acceso a lo solicitado
9 sólo a la jueza y a su secretario, en el ámbito del Ministerio de Defensa
10 (cabe aclarar que tierra del fuego está a más de 3.000 km de la Ciudad
11 Autónoma de Buenos Aires), o bien se designaría un funcionario o agente
12 de ese Ministerio especialmente comisionado para hacer entrega de la
13 documentación e información solicitada, cumpliendo la obligación de sigilo,
14 confidencialidad y custodia dispuestas.
15 Por su parte, en 2015, mediante Decreto 503/2015 se relevó “de la
16 clasificación de seguridad, establecida conforme a las disposiciones de la
17 Ley N° 25.520 y su modificatoria, a toda aquella documentación, de
18 carácter no público, vinculada al desarrollo del Conflicto Bélico del
19 Atlántico Sur obrante en los Archivos de las FUERZAS ARMADAS.” Está
20 claro que la remisión sin miramientos que realizan Petrone y Barroetaveña
21 adolece de un análisis pormenorizado, claro, preciso y circunstanciado de
22 los elementos que sobrevinieron tras el fallo al que aluden.
23 De la documentación desclasificada se desprende el Informe
24 realizado por el Ministerio de Defensa de la República Argentina, aún
25 disponible en la Web
26 (//www.argentina.gob.ar/sites/default/files/informe_malvinas.pdf). En él, a
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1 instancias de un análisis exhaustivo de los archivos se abordan, en el punto
2 3) “Los derechos humanos y el conflicto del Atlántico Sur”. Durante su
3 desarrollo, se consignan con precisión milimétrica dónde obran los
4 documentos en que las mentadas afrentas a la dignidad de la persona
5 humana han quedado consignadas, con expresa referencia a los fondos
6 documentales de cada una de las Fuerzas. Sí, el Estado terrorista produjo esa
7 información, la documentó. Este punto se aborda en el presente acápite.
8 Resulta al menos extraño que los magistrados aduzcan desconocer
9 hechos o sucesos nuevos, si se atiende a que Ferrante, es decir, quien
10 motoriza esta vía recursiva, se encuentra requerido en la pieza presentada
11 por la Fiscalía Federal de Río Grande en el año 2018. Allí, el requirente
12 dedicó un punto específico al tratamiento del elemento contextual, aquel que
13 vertebra los hechos en una línea vertical, otorgándoles la naturaleza de
14 crímenes de Estado. Hay un título, en la presentación, en el que se hace
15 referencia a la “Política de ocultamiento posterior al conflicto”. Ello sin
16 contar que los archivos desclasificados han sido debidamente digitalizados,
17 e incorporados al expediente.
18 Desde diversas posiciones se puede objetar un fallo que ostente
19 argumentación, ilación de las premisas, un abordaje crítico desde la
20 reconstrucción del iter lógico al que habilitan las leyes de la sana crítica. Lo
21 que no podemos tolerar, pues causa agravio constitucional y
22 convencional, es que una resolución judicial se afinque en premisas
23 falaces, o bien inexistentes. Ello reviste gravedad institucional y constituye
24 además la marcada arbitrariedad (fallo 338:623). Pretender una aplicación
25 automática de un fallo del año 2009, a partir de un criterio de analogía, sin
26 ponderar la innumerable cantidad de sucesos y acontecimientos que
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1 sucedieron en el interregno de 12 años, constituye una flagrante
2 conculcación de la garantía del debido proceso adjetivo y sustantivo, por
3 resultar una fundamentación aparente, atento a que se aplicó el instituto de
4 la cosa juzgada sin analizar los elementos constitutivos (fallo 339:127,
5 artículo 18 de la Constitución Nacional), una privación a las víctimas de la
6 tutela judicial efectiva (artículos 8 y 25 en relación al artículo 1° de la
7 CADH -conforme artículo 75 inciso 22 de la CN- ).
8 A mayor abundamiento, los hechos, documentos e información que
9 se investigan en el expediente no son aislados. No constituyen decisiones
10 individuales o motivaciones subjetivas. Obedecen a una planificación, a
11 diversos momentos que implicaron vulneración de derechos, en concreto,
12 una exteriorización de conducta por parte del Estado.
13 Las víctimas, muchas de ellas denunciantes en el marco del
14 expediente judicial, debieron atravesar un duro proceso subjetivo, romper
15 una imposición, una estructura forjada para garantizar el silencio y la
16 impunidad (he aquí un claro elemento de contexto). Esta querella hace
17 propio el concepto Tecnologías de Impunidad (Tecnologías de impunidad:
18 cómo la dictadura intentó ocultar los crímenes cometidos durante la guerra
19 de Malvinas. Guerrero Iraola, Jerónimo. Edulp. 2021). En efecto, ellas
20 permiten anudar los diversos momentos que invitan a abordar y,
21 consecuentemente, comprender los sucesos como crímenes de Estado.
22 Así, es imprescindible situar la lupa en cómo las Fuerzas Armadas
23 configuraron un dispositivo político/burocrático/institucional para silenciar
24 a los soldados conscriptos que habían sufrido torturas y otras graves
25 violaciones a los derechos humanos (situación que consta en el
26 requerimiento fiscal del año 2018, que alcanza a Jorge Oscar Ferrante). Es
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1 importante detenerse en ello, pues la reconstrucción de este segundo
2 momento de vulneraciones engrana sobre otras dos: las torturas
3 propiamente dichas, cometidas por agentes del Estado, y la dificultad u
4 obstáculos para acceder a la Justicia (no es menor que a 39 años de
5 finalizada la guerra, recién se hayan dictado sólo 4 procesamientos, sobre
6 un total de 95 militares denunciados). Las Tecnologías de Impunidad
7 requieren comprender diversos fotogramas que, dispuestos en orden en el
8 cinematógrafo, arrojan una dimensión real y contundente de los sucesivos y
9 consecutivos actos victimizantes que han sufrido los exsoldados
10 conscriptos.
11 El contexto constituye el primer hilo de esta madeja. Una Dictadura
12 cívico/militar, formada en la Doctrina de la Seguridad Nacional.
13 Desapariciones, torturas, robo de bebés, vuelos de la muerte, todas
14 cuestiones que han quedado debidamente acreditadas en la causa 13/84, y
15 las posteriores sentencias que se han dado en los diversos juicios por los
16 crímenes del Estado argentino durante el período 1976-1983. Ese estado
17 criminal, que instrumentó un Plan Sistemático de Exterminio de personas
18 (causa 13/84), fue el que tomó la decisión de llevar adelante una guerra
19 contra el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
20 Es imprescindible remarcar que regía la supresión del orden
21 constitucional. El Congreso, Poder estatal entre cuyas atribuciones se
22 encontraba la de autorizar al Ejecutivo a iniciar acciones bélicas (artículo 67
23 Constitución 1853/60, previa a la reforma de 1994), se encontraba cerrado.
24 Además, no era materialmente posible reclamar a las autoridades sin poner
25 en riesgo la vida y la integridad personal: “Galtieri remató aquella
26 conversación con algunas recomendaciones: le pidió que no formara un
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1 equipo de colaboradores muy grande porque, al fin de cuentas “gobernar
2 Malvinas es una pavada”, le reiteró que debía guardar el mayor de los
3 secretos y sólo estaría autorizado para tomar contacto con el grupo de
4 tareas que preparaba el desembarco cuando recibiera una orden explícita
5 en tal sentido. Una vez en las islas, agregó Galtieri, cualquier problema
6 debía reportarlo a través del general García, titular del V Cuerpo del
7 Ejército con asiento en Bahía Blanca. Cuando concluyó la conversación
8 con Galtieri, Menéndez se relajó. Si todo se desarrollaba como lo pintaba
9 el comandante, aquello no sería una guerra. Sería un paseo.” (Malvinas. La
10 Trama Secreta. Cardoso; Kirschbaum; Van Der Kooy. Planeta. 1992. Pág.
11 74)
12 Por su parte, esas Fuerzas Armadas habían sido instruidas en la
13 Doctrina de la Seguridad Nacional. En dicho sentido, a nivel regional se
14 instrumentó un mecanismo de persecución y represión de lo que desde las
15 usinas de pensamiento colonialista se había caracterizado como “el enemigo
16 interno”. En concreto, la Dictadura argentina estaba formada en la represión
17 y el exterminio de personas. Este punto no es menor, si atendemos a dos
18 cuestiones nodales que se han puntualizado: a) los soldados conscriptos
19 fueron torturados y, b) el Informe Rattenbach (junto con otros textos de
20 investigación, como “Malvinas: la trama secreta” -Planeta. 1992-) dan
21 cuenta de la carencia total de preparación para llevar adelante las acciones
22 bélicas.
23 Dicho esto, llegamos a un punto central. El 2 de abril de 1982 se
24 produjo el desembarco en Malvinas. Las Fuerzas Armadas decidieron llevar
25 a la guerra a jóvenes de distintos puntos del país que no habían optado
26 por la carrera militar, que se encontraban obligados, compelidos por una
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1 norma, a realizar el Servicio Militar Obligatorio. A ello debe añadirse que,
2 merced a las falencias estratégico/tácticas, parte de los soldados arrastrados
3 a la guerra habían sido dados de baja (clase 1962), y los de la clase 1963 no
4 habían completado la instrucción militar.
5 A ese cóctel debe adicionarse el paupérrimo equipamiento.
6 Vestimenta inadecuada (desde el camuflaje hasta el abrigo), armamento
7 obsoleto y no idóneo, entre otras de las cuestiones que emergen de los
8 sucesivos relatos, como también de la documentación oficial (vg. Informe
9 Rattenbach). En ese marco se dieron las torturas.
10 Así lo expresó el entonces Procurador subrogante Luis González
11 Warcalde, al momento de dictaminar sobre la causa “Taranto” (fallo de
12 casación al que remite ahora la Cámara Federal de Casación Penal): “La
13 improvisación logística de la que da cuenta el Informe Rattenbach (cf.
14 especialmente, págs. 219 a 223) juega un papel central en los hechos que
15 forman el objeto de este proceso. Las deficiencias logísticas produjeron
16 padecimientos severos entre los soldados, quienes, reclutados forzosamente
17 y prácticamente sin instrucción militar alguna, no siempre los aceptaron
18 calladamente. Esas reacciones determinaron, a su vez, los tormentos aquí
19 denunciados, dirigidos a disciplinar brutalmente a una tropa desprotegida.
20 Los tormentos imputados en este proceso fueron, así, precisamente
21 una manifestación de varias de las muchas fallas de la ´aventura militar´ en
22 la que la junta que ocupaba de facto el gobierno embarcó a la nación
23 mediante ´una serie de medidas irreflexivas y precipitadas´ (cf. Informe
24 Final, pág. 67, núm. marg. 282.c), movidas en parte por el objetivo político
25 de obtener un apoyo social que contrarrestara la catástrofe de la que era
26 responsable. Y como manifestaciones de las severas responsabilidades en
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1 las que incurrían por esa aventura militar los miembros del gobierno
2 dictatorial (cf. Informe Final, capítulos X a XIII), las torturas estaban
3 cubiertas por la misma garantía de impunidad que un régimen de esa
4 naturaleza se brinda a sí mismo.” (González Warcalde, L. S. (2012).
5 Dictamen S.C. T.101 L. XLVIII.)
6 Cabe destacar que el dictamen aquí citado, también constituye una
7 novedad en términos de abordaje jurídico, dado que se dio, lógicamente,
8 con posterioridad al año 2009 (el dictamen es del año 2012). Este suceso
9 también fue omitido por los Magistrados que componen la mayoría.
10 Lo cierto es que se trató de torturas: estaqueamientos;
11 enterramientos de soldados desnudos hasta el cuello; obligación a soldados
12 a sumergirse desnudos en agua helada; obligación a introducir miembros
13 superiores -manos- o inferiores -pies- en agua helada; aplicación de picana
14 con teléfonos de campaña; golpizas y prácticas de tormentos; amenazas con
15 armas de fuego (abuso de armas, incluso en algunos casos con disparos
16 incluidos); entre otras. Hubo homicidios, cuya responsabilidad directa y
17 mediata también se investiga en la presente causa.
18 Si se dispusieran las violaciones a los derechos humanos en una
19 línea de tiempo, aquí se producen las primeras, los hechos germinales que, a
20 su vez, como si se tratase de un juego de muñecas rusas, darían lugar a
21 nuevas y sucesivas vulneraciones. Los agentes de un Estado criminal, en
22 medio de una guerra ilegítima (declarada por un gobierno de facto), llevaron
23 adelante las prácticas de tortura.
24 Con posterioridad, y a partir de los relatos que emergieron durante y,
25 sobre todo, una vez finalizadas las acciones bélicas, fue el mismo Estado el
26 que montó las Tecnologías de Impunidad para que las torturas quedaran
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1 impunes. ¿Cómo lo hizo? Para caracterizarlas es importante echar mano a la
2 documentación desclasificada de archivos oficiales relativos al conflicto
3 bélico del Atlántico Sur. A su vez, resulta importante el entrecruzamiento
4 con los testimonios de las víctimas de ellos obrantes en este expediente
5 judicial.
6 Lo primero que debe ser puntualizado es aquello que sobrevuela el
7 abordaje aquí propuesto. Como vimos, el Informe Rattenbach,
8 desclasificado en 2012, da cuenta de la falta de capacitación y
9 adiestramiento “para sostener un conflicto bélico de la magnitud y
10 características del que se llevó a cabo”. Quedan en claro tres puntos
11 nodales, que sirven como plafón interpretativo: a) las Fuerzas Armadas
12 argentinas estaban formadas para la represión de lo que regionalmente se
13 había caracterizado como enemigo interno; b) el descrédito social e
14 internacional respecto de la Dictadura que, para 1982 se había instalado,
15 llevó a tomar la decisión de la guerra, con la finalidad de generar la
16 hipótesis del enemigo externo (El escuadrón perdido. D’Andrea Mohr.
17 (Planeta 1998); c) la vocación de Leopoldo Fortunato Galtieri de generar un
18 hecho que permitiera “blanquear” su imagen y eventualmente presentarse a
19 elecciones en una suerte de “transición democrática” (Malvinas La Trama
20 Secreta. Cardoso; Kirschbaum; Van Der Kooy. Planeta 1992).
21 Retomamos estas tres líneas, pues son importantes para comprender,
22 en parte, cómo las Fuerzas Armadas intentaron, con Malvinas, resignificar
23 su imagen. La emergencia de relatos de tortura a los soldados conscriptos
24 ponía (y pone hoy -en las pujas semióticas-) en jaque dicha vocación. Aquí
25 se produce el primer giro importante en la hermenéutica cultural. La
26 Dictadura también fue Malvinas, o bien, Malvinas también fue la Dictadura.
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1 Ello nos habla del contexto global en que sucedieron los hechos
2 denunciados. El relato de la gesta heroica, veremos, fue un mecanismo, un
3 dispositivo pensado. El ocultamiento de los hechos de tortura no cuadraba
4 con el mismo. Sin embargo, si vamos a la lógica más elemental, resulta un
5 contrasentido siquiera imaginar que hasta las 23:59 del 1° de abril de 1982
6 regía un gobierno que venía desplegando un Estado terrorista (conforme el
7 criterio de la Corte Suprema en la causa 13/84), y desde las 00:00 del 2 de
8 abril, un gobierno heroico, patriota y probo. Esta comunicación deconstruye
9 ese doble estándar que es, también, parte de la lógica de sojuzgamiento a las
10 víctimas.
11 Estos documentos, hoy desclasificados, permiten ver cómo los
12 soldados relataron los hechos que habían padecido. Ya el hecho de haber
13 centralizado el regreso permite ver una organización tendiente a controlar
14 todas las instancias de información, y uniformizar el relato. Frente a ello, las
15 Tecnologías de Impunidad se instrumentaron de dos formas. Desde antes de
16 finalizada la guerra (1982), se dispusieron dispositivos sobre el relato.
17 Puede citarse el “Acta disponiendo el control de la información por razones
18 de seguridad nacional”, firmada por el Estado Mayor Conjunto y que, como
19 se puntualizó en el apartado correspondiente, estaba orientada a ordenar la
20 comunicación externa y hasta disponía sanciones para los medios de
21 comunicación. A su vez, se configuraron mecanismos para con los
22 soldados, como el “Informe de experiencias” del 8 de junio de 1982, en el
23 que se establecen “actividades de acción sicológica”. En este último
24 documento se daba cuenta del “mal trato recibido” y de “los castigos
25 corporales”. Por su parte, los documentos no sólo se quedaron en el
26 diagnóstico. En el documento analizado se diseña y ordena la
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1 implementación de una “campaña de Acción Sicológica preventiva a nivel
2 individual sobre los internados a fin de evitar el efecto “bola de nieve” que
3 trae como consecuencia los comentarios por ellos realizados”. También se
4 ordena la puesta en conocimiento a los Comandantes o Jefes de los
5 comentarios o declaraciones hechas por sus subordinados. De esto se
6 desprenden tres aspectos: a) el conocimiento y consecuente responsabilidad
7 de la cadena de mando; b) el diseño de una tecnología (técnica y lógica)
8 tendiente a evitar la proliferación de relatos y; c) la dimensión subjetiva, al
9 constatar en los testimonios cómo los soldados fueron obligados a guardar
10 silencio (“me hicieron firmar” es tal vez la expresión más recurrente entre
11 las denuncias que obran en esta causa). En la misma línea debe leerse la
12 Orden Especial N° 22/82 del Comando Cuerpo del Ejército (medidas de
13 contrainteligencia) que prohíbe al personal efectuar declaraciones o
14 presentarse a reportajes. El Poder de ese Estado criminal ordenando el
15 silencio. O la Orden Especial N° 4/82 del Jefe del V Cuerpo Comando del
16 Ejército, en cuyo Apéndice 1 se ordena (bajo la idea perversa de “la
17 PATRIA requiere otro esfuerzo”) no proporcionar información; no ser
18 imprudente en juicios y apreciaciones; no dejarse llevar por rumores; y
19 perpetuar la forma heroica como [los] soldados dieron su vida por la
20 soberanía nacional.
21 En virtud de esta línea argumentativa, es importante retomar la
22 lectura de la ya citada “Cartilla de recomendaciones de contrainteligencia”:
23 ARGENTINO!!!
24 (…) USTED luchó y retribuyó todo lo que
25 la PATRIA le ofreció: el orgullo de ser
26 ARGENTINO.
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1 Ahora la PATRIA le requiere otro esfuerzo,
2 de ahora en más USTED deberá:
3 -‐NO proporcionar información sobre su
4 movilización,
5 lugar de presentación, arma a que
6 pertenece y /o aptitud adquirida y su
7 experiencia de combate.
8 -‐ NO ser imprudente en sus juicios y
9 apreciaciones.
10 -‐NO dejarse llevar por rumores ni noticias
11 alarmantes.
12 -‐ Recordar que TODOS debemos
13 perpetuar la forma heroica como nuestros
14 soldados dieron su vida por la soberanía
15 nacional. (SHE, Personal, Caja 36, Carpeta
16 5, foja 180)
17
18 A ello debe añadirse, en una lectura contextualizada de todas las
19 fuentes, la orden firmada el 30 de diciembre de 1982 por el entonces Jefe
20 del Ejército, Cristino Nicolaides. Allí, en conocimiento de las torturas, que
21 en el documento se denominan “infracciones”, indica dar tratamiento a las
22 mismas dentro del ámbito disciplinario. Sí, equipara quedarse dormido en
23 una imaginaria, a haber estaqueado soldados a quienes, estando en dicha
24 situación, por ejemplo, los mató una munición de mortero. A su vez,
25 Nicolaides llama a moverse con mesura y a guardar la adecuada reserva.
26 Es importante, dicho esto, retomar la lectura de la pieza procesal por
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1 la que la Magistrada Borruto (Juzgado Federal de Río Grande, 2020)
2 procesó a los 4 primeros militares por el delito de tortura (imposición de
3 tormento, amenazas y abuso de armas): “no puede negarse que los
4 imputados actuaron en conocimiento y bajo el amparo de un sistema que
5 había suprimido las garantías de los ciudadanos en general y que impedía
6 toda posibilidad de reclamar contra las acciones ilegítimas de los
7 miembros de las Fuerzas Armadas (Procesamiento de 1ra instancia, página
8 23).
9 El aludido sistema es, en parte, lo que se ha denominado
10 Tecnologías de Impunidad. Foucault explica que el individuo es el resultado
11 de algo que le es anterior: el mecanismo, todos los procedimientos que fijan
12 el poder político al cuerpo (Foucault, M. El poder psiquiátrico. Fondo de
13 Cultura Económica. 2008.). Existe aquí, como se ha visto, un mecanismo,
14 que he llamado tecnología, un conjunto de lógicas y prácticas tendientes a
15 gestar un sujeto emergente. “El poder disciplinario es individualizante
16 porque ajusta la función sujeto a la singularidad somática por intermedio
17 de un sistema de vigilancia y escritura o un sistema de panoptismo
18 pangráfico que proyecta por detrás de la singularidad somática, como su
19 prolongación o su comienzo, un núcleo de virtualidades, una psique.”
20 (Foucault, M. El poder psiquiátrico. Fondo de Cultura Económica. 2008.).
21 Los procedimientos aludidos apuntaron a crear un sistema
22 multipolar. Supresión de garantías, edificación de mecanismos burocráticos
23 para dar curso a las denuncias, centros de recepción de combatientes, actas
24 y documentos (protocolización e instrumentación de dicha tecnología),
25 acción psicológica, acciones de inteligencia y contrainteligencia,
26 disposiciones respecto a los discursos, control sobre el colectivo de
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1 combatientes, estrategias de vigilancia sobre noticias e información en los
2 medios de comunicación. Todas estas dimensiones han sido abordadas y
3 respaldadas por fuentes: testimonios, documentos oficiales, publicaciones,
4 declaraciones públicas. De ello habla esta causa. Esta es la dimensión
5 última sobre las que V.V.E.E. deben expedirse.
6 La causa lleva 14 años de trámite. A la fecha, sólo se han dictado 4
7 procesamientos, y hay aún 19 llamados a prestar declaración indagatoria
8 pendientes. Recordemos, en este punto, que son 95 los militares
9 denunciados por 105 casos. Ello sin contar que, al momento de esbozar
10 estas líneas analíticas está pendiente el trámite de la Petición P-465 ante
11 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por privación de los
12 derechos/garantías de acceso a la Justicia, contemplada en los artículos
13 8 y 25, ambos en relación con el artículo 1° de la Convención
14 Americana de Derechos Humanos.
15 De allí la trascendencia del abordaje que se dé a estos hechos. No se
16 puede abordar la naturaleza jurídica de los delitos (ni su interpretación) sin
17 hacer referencia al contexto y, por añadidura, al carácter estatal de los
18 crímenes. La Corte Suprema de Justicia, en su carácter de cancerbera de la
19 Constitución Nacional (y el derecho convencional) debe despejar cualquier
20 duda respecto a los crímenes de Estado cometidos por la Dictadura, cuyas
21 víctimas resultaron ser los excombatientes.
22
23 C.-Naturaleza de los hechos. Crímenes de lesa humanidad. Graves
24 violaciones a los derechos humanos. El deber de investigar.
25 Nos encontramos frente a la investigación de crímenes de lesa
26 humanidad. De no considerarse oportuna y/o pertinente la delimitación
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1 efectuada por esta parte, de modo subsidiario, comprendemos que nos
2 hallamos ante la comisión de delitos pasibles de ser subsumidos dentro
3 de la caracterización de graves violaciones a los derechos humanos.
4 Hay, entre ellos, una relación de género-especie. Por tanto, entendemos que,
5 aún escogiendo la segunda, existe un deber del Estado, encarnado en esta
6 oportunidad por V.V.E.E. de eliminar cualquier obstáculo y/o cortapisa para
7 continuar con su investigación y eventual juzgamiento.
8 Los hechos denunciados, independientemente de su eventual
9 acreditación y/o encuadre jurídico (que deben ser dirimidos en un juicio oral
10 y público), reúnen las condiciones y elementos que el derecho internacional
11 exige para que sean subsumidos dentro de la caracterización de crímenes de
12 lesa humanidad (conforme Estatuto de Roma, artículo 7, incisos a) y f); y
13 partes pertinentes de la segunda parte).
14 El elemento contextual es aquí central. Como hemos mencionado,
15 la guerra Malvinas también fue la Dictadura. Regía no sólo un plan
16 sistemático de exterminio (causa 13/84) en territorio continental argentino.
17 Se encontraban suprimidas las garantías básicas de acceso a la justicia y
18 tutela judicial efectiva. En ese marco, se dieron una gran cantidad de
19 hechos (105 hechos denunciados hasta el momento), de características
20 similares, cometidos por el personal superior de diversas unidades militares
21 que intervinieron en el hecho bélico. ¿Las víctimas? Todos soldados
22 conscriptos (120 denunciantes). En concreto, no estamos ante hechos
23 aislados u aleatorios. No nos hallamos frente a manifestaciones subjetivas,
24 “excesos” individuales, sino ante una lógica criminal, que encontró
25 suficiente grado de reiteración y una dinámica de comisión común.
26 A su vez, es interesante y central el argumento que introducen los
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1 Jueces de Cámara Federal de Comodoro Rivadavia -Javier Leal de Ibarra y
2 Aldo Suárez- al expresar, en el voto que confirma los procesamientos
3 dictados por la Jueza de primera instancia, que “Kai Ambos enseña que
4 cualquier nivel en el Estado respectivo o en otra organización, que ejerza
5 un poder de facto en un territorio determinado, puede también desarrollar
6 una política implícita o explícita en cuanto a la comisión de crímenes
7 contra la humanidad y que una multiplicidad de actos criminales no
8 organizados, ni planeados puedan ser considerados como parte de una
9 política, en tanto la política también puede consistir en la tolerancia de
10 dichos crímenes” (Expte. FCR 63001777/2007/29 “Centro de Ex
11 Combatientes Islas Malvinas La Plata y otros s/ Legajo de Apelación).
12 El elemento “política” aquí, se configura a instancias de lo
13 planteado en el acápite precedente, caracterizado como el montaje de las
14 llamadas Tecnologías de Impunidad. Ello lo expresan los camaristas al
15 afirmar que “Tanto el conocimiento del contexto, cuanto la tolerancia y
16 aquiescencia del ataque pueden presumirse a partir del temor que se les
17 infundió a las víctimas luego de la rendición, en tanto se le habría dicho
18 que no debían relatar lo ocurrido so riesgo de ser sometidos al Consejo de
19 Guerra. En este sentido, existen numerosos testimonios que dan cuenta de
20 dicha situación” (Expte. FCR 63001777/2007/29 “Centro de Ex
21 Combatientes Islas Malvinas La Plata y otros s/ Legajo de Apelación).
22 En línea con lo planteado, por el concepto de población civil
23 debe estarse por la posición que incluye dentro del mismo, a toda
24 víctima cuya situación se encuentre alcanzada por el derecho
25 humanitario. La interpretación del término “civil” en el contexto de
26 crímenes de lesa humanidad, están vinculados a la protección de los
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1 derechos humanos, circunstancia que exige la protección de cualquier
2 individuo frente a actos inhumanos y, por lo tanto, es necesario establecer
3 una definición amplia que alcance a todas las personas que no tienen
4 protección bajo el derecho internacional humanitario. En este sentido todo
5 individuo, sin reparar en su condición formal de miembro de una fuerza
6 armada, debe ser visto como un civil a menos que integre una fuerza que sea
7 hostil hacia el autor del hecho y que no haya depuesto las armas ni esté
8 fuera de combate.
9 Asimismo, es importante añadir que las torturas denunciadas no
10 pueden ser consideradas un tipo de sanción avalado por el Código de
11 Justicia Militar, de modo de que ello excluya la configuración del delito de
12 torturas. Al respecto, obra en el expediente principal, un informe firmado
13 por Juan Rafael Calcagno, Comodoro de Marina Auditor, Director General
14 de Asuntos Jurídicos de la Armada y Gabriel Gustavo Piscicelli, Capitán de
15 Navío Auditor, Subdirector General de Asuntos Jurídicos de la Armada
16 (fojas 5268 / 5276), en el que expresan que “Del análisis exhaustivo a la
17 normativa castrense vigente al momento del Conflicto del Atlántico Sur
18 (Código de Justicia Militar -Ley N° 14.029- y […] se colige que la sanción
19 disciplinaria denominada “Calabozo de Campaña” o figura similar, no
20 tuvo recepción jurídica en dicho ordenamiento legal. Tal es así, que la
21 propia doctrina jurídica resultaba conteste en afirmar que: “…la sanción
22 disciplinaria denominada “Calabozo de Campaña” es una sanción
23 antirreglamentaria, no prevista en la ley ni en ningún reglamento militar y
24 las autoridades que la aplicaran, serían pasibles de incurrir en el delito de
25 “Abuso de Autoridad” previsto [… en el] Código de Justicia Militar”.
26 En palabras de la Dra. Figueroa (en el voto minoritario obrante en el
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1 fallo de Casación) “No resulta razonable separar dicha investigación del
2 contexto de su tiempo, donde el territorio del país se encontraba bajo la
3 opresión de un gobierno de facto, acreditado el funcionamiento de más de
4 seiscientos centros clandestinos de detención, desapariciones forzadas,
5 ejecuciones sumarias, apropiaciones forzadas de niñas/os,
6 encarcelamientos clandestinos, persecuciones a opositores y líderes
7 políticos económicos culturales o sociales, conforme los juicios que se
8 sustanciaron y aún en trámite en la justicia federal.
9 Constituyen hechos históricos incontrovertibles que en esa etapa
10 (24/03/1976-10/12/1983) donde acaecieron los ilícitos investigados (02/04
11 al 14/06/1982), en todo el territorio nacional se perpetraron graves
12 violaciones a los derechos humanos, de manera sistemática y generalizada
13 constitutiva de crímenes de lesa humanidad; que el Presidente de facto
14 General Leopoldo Fortunato Galtieri con el apoyo de las tres fuerzas
15 armadas tomaron la decisión del desembarco en las Islas Malvinas
16 teniendo como objetivo además del recupero del dominio colonial, lograr la
17 continuidad y perpetuación del autoritarismo, por lo cual como
18 denunciaron el Ministerio Público Fiscal y las querellas no puede
19 descartarse que en el terreno insular de Malvinas también ese gobierno
20 ilegítimo haya desplegado contra sus soldados las mismas prácticas que
21 fueron común en el territorio, por ello la obligación del Estado Argentino
22 de continuar con las investigaciones, enjuiciar y sancionar a los
23 responsables por imperio constitucional, convencional y de jus cogens
24 (Artículos 75 inciso 22 y 118 Constitución Nacional), por lo que no pude
25 soslayarse dicha responsabilidad internacional hasta tanto no se descarte
26 de manera definitiva que los ilícitos denunciados no son delitos
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1 imprescriptibles.”
2 La guerra del Atlántico Sur fue decidida por una junta militar que
3 detentaba ilegítimamente el gobierno. Con la finalidad de mejorar su
4 posición política ante una ciudadanía que cada vez dejaba oír con más
5 fuerza su reclamo de democracia y justicia. Esos oficiales superiores, sin
6 más facultades que las que nacen de la fuerza, expusieron a un grupo de
7 miles de víctimas civiles -los miembros de las clases 1962 y 1963 que
8 reclutó y trasladó al Atlántico Sur- al riesgo de morir en un frente de guerra.
9 ¿Y quiénes eran estas víctimas? Jóvenes de dieciocho años arrancados de lo
10 profundo de las provincias del norte. Jóvenes que provenían de sectores
11 civiles vilipendiados y despreciados por quienes detentaban el poder
12 supremo y los mandaban al muere, no sin antes, claro está, prodigarles lo
13 que ellos bien sabían prodigar, esos severísimos castigos y vejaciones en la
14 antesala del horror.
15 Sobre esta línea argumentativa, y relacionado al cuestionado
16 antecedente “Taranto”, resulta por demás elocuente recordar aquello que
17 expresó de modo claro en su dictamen, el Procurador General de la Nación
18 Dr. Luis Santiago Warcalde. Allí recordó que la jurisprudencia internacional
19 ha interpretado ese requisito legal -ataque contra una población civil- con
20 una interpretación más bien amplia de lo que él exige. Se colige, entonces,
21 que no es necesario que el delito particular sea una parte constitutiva del
22 ataque contra la población civil correspondiente, sino que es suficiente con
23 que haya sido cometido "en el contexto" del ataque -y no sólo "con
24 ocasión" de él, o que, por sus características o consecuencias, sea de esperar
25 que el delito lo favorezca de algún modo.
26 “El caso en el que el delito en cuestión es instigado o dirigido por el
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1 gobierno u organización responsable por el ataque, como una parte
2 constitutiva del ataque mismo, es sólo el caso más claro en el que esa
3 relación contextual o de favorecimiento está satisfecha. Fuera de ese caso
4 central, tribunales internacionales y comentaristas sitúan también dentro de
5 la categoría de crímenes contra la humanidad casos en los que el delito
6 particular no es instigado o dirigido por el gobierno o la organización a la
7 que se atribuye el ataque -sino que es sólo tolerado por éstos en el contexto
8 del ataque- así como casos en los que el delito particular se comete fuera
9 del ataque en sí mismo pero está, sin embargo, suficientemente relacionado
10 con él” (cr., entre muchas otras fuentes, Tribunal Penal Internacional para la
11 Ex Yugoslavia, in re "Prosecutor v. Tadic", IT -94-1-A, sentencia de la
12 cámara de apelaciones del 15 de julio de 1999, párr. 251; "Prosl.'Cutor v.
13 Kunarac el aL". IT-96-23-T & 1T-96-231l-T, sentencia de la cámara de
14 juicio del 22 de febrero de 2001, pám. 417-420; Simon Chestennan, "An
15 I\ltogcther Different Order: Defming the Elements of Crimes against
16 Humanity", Dukc Joumal of Comparative and Intemational Law, vol. 307
17 (2000), págs. 307 SS., especialmente págs. 317-321; Guénael Mcttraux,
18 "lnternational Crimes and the ad hoc Tribunals", Oxford University Press,
19 2005, págs. 161-163).
20 Como puede apreciarse, no existe ningún elemento que permita
21 afirmar, o bien sustente desde una posición jurídica, que los hechos
22 investigados no son pasibles de ser caracterizados como crímenes de
23 lesa humanidad. Por su parte es indubitable, en el estadio del proceso en
24 que nos hallamos, que de mínima no encontramos frente a graves
25 violaciones a los derechos humanos. En dicho sentido, existe un deber
26 impostergable del Estado argentino de llevar adelante una investigación
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1 respetuosa de los derechos de las víctimas por cuanto disponer la clausura
2 prematura del proceso viola el deber de investigar -como pauta además
3 integrante de la tutela judicial efectiva- en cabeza del Estado Argentino,
4 situación que compromete, además, la responsabilidad internacional
5 argentina. Puesto que ante la verosimilitud del planteo de que existe la
6 conexión legalmente requerida entre una severa violación de derechos
7 humanos, y un ataque sistemático o generalizado contra una población civil,
8 es suficiente para impedir la clausura de la investigación penal de un
9 probable crimen contra la humanidad.
10 La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Bueno
11 Alves vs. Argentina, sentencia del 11 de mayo de 2007 sobre fondo,
12 reparaciones y costas, ha expresado con claridad que “el deber de investigar
13 constituye una obligación estatal imperativa que deriva del derecho
14 internacional y no puede desecharse o condicionarse por actos o
15 disposiciones normativas internas de ninguna índole. Como ya ha señalado
16 este Tribunal, en caso de vulneración grave a derechos fundamentales la
17 necesidad imperiosa de prevenir la repetición de tales hechos depende, en
18 buena medida, de que se evite su impunidad y se satisfaga las expectativas
19 de las víctimas y la sociedad en su conjunto de acceder al conocimiento de
20 la verdad de lo sucedido. La obligación de investigar constituye un medio
21 para alcanzar esos fines, y su incumplimiento acarrea la responsabilidad
22 internacional del Estado” (párrafo 90).
23 A ello, la Corte Interamericana añade “Teniendo en cuenta lo
24 anterior, así como la jurisprudencia de este Tribunal, la Corte dispone que
25 el Estado debe realizar inmediatamente las debidas investigaciones para
26 determinar las correspondientes responsabilidades por los hechos de este
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1 caso y aplicar las consecuencias que la ley prevea. El Estado debe asegurar
2 que la víctima tenga pleno acceso y capacidad de actuar en todas las etapas
3 e instancias de dichas investigaciones y procesos, de acuerdo con la ley
4 interna y las normas de la Convención Americana” (párrafo 211).
5 En consonancia con dicho criterio, la Dra. Figueroa retoma, en su
6 voto en disidencia, los precedentes de la Corte Suprema de Justicia de la
7 Nación “Menéndez Luciano Benjamín y otros s/ denuncia Las Palomitas –
8 Cabeza de Buey s/ homicidio, privación ilegítima de la libertad y otros”
9 (Fallos: 335:1876), en lo que concierne al deber de llevar adelante la
10 investigación penal para arribar al enjuiciamiento y eventual castigo a los
11 responsables de los crímenes de Estado; como también el precedente
12 “Simón” (Fallos: 328:2056), en los votos de Argibay (consid. 14); Maqueda
13 (consids. 62 y 65); Lorenzetti (consids. 21 y 23); y Highton de Nolasco
14 (consids. 25 y 30), en lo relativo a la obligación del Estado de abstenerse de
15 adoptar cualquier tipo de medida que disuelva la posibilidad de reproche
16 penal.
17
18 V.- COLOFÓN.
19 A lo largo del presente recurso se han destacado en forma detallada
20 las interpretaciones contrarias a la Constitución Nacional efectuadas por los
21 Magistrados de Cámara. Las aserciones allí efectuadas, además de constituir
22 un sofisma, contrarían los mandatos de la Ley fundamental, en especial los
23 artículos 18; 75 inciso 22; y 118, en lo que hace al acogimiento y dotación
24 de jerarquía constitucional a los Instrumentos Internacionales nodales
25 relativos a la temática. Puntualmente, los artículos 8 y 25 de la Convención
26 Interamericana de Derechos Humanos (que recepta el aludido principio pro
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29
1 acctione) y que colocan a su vez en cabeza del Estado la obligación de
2 realizar una exhaustiva investigación y juzgamiento de quien aparecen como
3 responsables (Estatuto de Roma (suscripto el 17 de julio de 1998, aprobado
4 por ley 25.390, ratificada el 16 de enero de 2001).
5 Ha quedado debidamente acreditada la violación a la garantía de
6 acceso a la justicia, contenida en la Constitución Nacional y los
7 Instrumentos aludidos. La resolución atacada, de marcada gravedad
8 institucional, no sólo por los términos en que ha sido dictada, sino por el
9 hecho en sí mismo, en añadidura a la arbitrariedad en la que se apoya la
10 misma para dotar de sentido al líbelo de la defensa. Todo ello marca a las
11 claras la pertinencia respecto a la admisibilidad de la presente vía.
12 De cualquier modo, y a los fines de cumplimentar los requisitos que
13 hacen a la viabilidad del recurso, luego de haber referido cuáles son las
14 interpretaciones contrarias a la Constitución Nacional, y brindado las
15 razones del caso, dejamos nuevamente sentado que la pretensión concreta de
16 esta parte, es que a partir de la interpretación del derecho interno vigente, de
17 los tratados y compromisos signados y asumidos por el Estado Nacional, y
18 contemplados en nuestra Constitución, así como de las constancias obrantes
19 en la causa, se revoque el auto aquí impugnado.
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21 VIII.- PETITORIO:
22 En razón de todo lo expuesto, solicitamos:
23 A la Cámara Federal de Casación se solicita:
24 1. Se conceda el recurso extraordinario aquí interpuesto, teniendo en
25 cuenta que se han cumplimentado todos los requisitos legales, formales y
26 constitucionales que lo autorizan.-
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1 A la Corte Suprema de Justicia de la Nación se solicita:
2 1. Se haga lugar al recurso federal extraordinario interpuesto,
3 disponiendo en definitiva que, a través de la correcta interpretación
4 constitucional y legal de las normas citadas, se revoque el auto aquí
5 impugnado, y se disponga a continuar con el juzgamiento de los hechos en
6 esta etapa acreditados y el eventual castigo a quienes aparecen como
7 responsables de los lícitos denunciados en las presentes actuaciones.
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9 Proveer de Conformidad
10 SERÁ JUSTICIA

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