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Para Aristóteles existirían, por tanto, dos grandes ámbitos del saber que
constituyen los dos principales núcleos de su pensamiento: el teórico y el
práctico [Bodéüs 2002]. Dos polos no estrictamente paralelos, ni
completamente autónomos. La sabiduría (σοφία) pretende conocer los
principios, las causas primeras de todo aquello que es; la política, en
cambio, busca conocer los principios universales del obrar. Son principios
diversos: ni el conocimiento teórico lleva al conocimiento práctico, ni éste
último puede ser entendido como la simple aplicación a la vida del saber
teórico. Y, sin embargo, Aristóteles, si bien no explica con claridad la
relación entre estos dos ámbitos, tampoco excluye el recíproco influjo del
uno en el otro.
4. Aristóteles y Platón
Con el fin de completar la visión de conjunto del pensamiento aristotélico,
puede ser útil precisar un poco más su posición con respecto a la filosofía
platónica [Reale 2004: 4, 21-34]. Con frecuencia se presenta a Aristóteles
subrayando su oposición a las enseñanzas de Platón y, en efecto, el
Estagirita, como se ha dicho, criticó y negó la doctrina de las Ideas; sin
embargo, con ello no pretendió negar la existencia de realidades diversas
de lo sensible, sino quiso más bien demostrar que la realidad trascendente
era distinta de como Platón la pensaba.
Para Platón las Ideas son la causa de las cosas. En cuanto tales, deben
estar presentes en el interior de las cosas, pues cada realidad sensible
participa de alguna de ellas. Pero además, las Ideas son trascendentes y,
en consecuencia, subsisten separadas de la realidad sensible. Aristóteles
rechaza este modo de concebir lo sensible, sobre todo debido a la
trascendencia de las Ideas; aquello que constituye la esencia de las cosas,
su fundamento, sólo puede ser interior a ellas y no algo trascendente y con
subsistencia propia.
Junto a la forma, que Aristóteles entiende como acto, coloca otro principio
de la realidad sensible: la materia, que se comporta respecto de aquella
como potencia. Así puede Aristóteles salvar la realidad de lo sensible,
negando la trascendencia de las Ideas, pero manteniendo el principio
platónico de la primacía de la forma sobre la materia y, más en general, el
primado del acto sobre la potencia.
Esto lleva a pensar que para Aristóteles la forma no constituye ni el único
ni el más radical modo de ser y, por tanto, el primer principio trascendente,
Dios, más que como forma primera es entendido como acto puro. De modo
sintético, podría decirse que si para Platón el ser es principalmente
consistencia, identidad, idea, Aristóteles, considerando la forma como
principio constitutivo de toda realidad sensible, entiende el ser sobre todo
como subsistencia, como acto.