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QUINTA REUNIÓN: ARISTÓTELES

1. ARISTÓTELES (384 – 322 a.c.)


1.1 Biografía
1.1.1 El pensador inevitable
1.1.2 Su periodo en la Academia de Platón
1.1.3 Alejandro Magno
1.1.4 El Liceo: los peripatéticos.
1.1.5 El filósofo científico
1.2 Obras: El corpus aristotélico
1.3 La metafísica - Tὰ μετὰ τὰ φυσικά
1.3.1 La filosofía primera
1.3.2 Crítica a la teoría de las ideas
1.3.3 Crítica a los dos mundos
1.3.4 Relación entre forma y materia
1.3.5 Las cuatro causas: material, formal, eficiente y final.
1.4 Lógica aristotélica
1.4.1 Principio de identidad
1.4.2 Principio de no contradicción
1.4.3 El tercero excluido.
1.4.4 Silogismos
1.5 Categorías aristotélicas
1.5.1 Las 10 categorías
1.6 Cosmología aristotélica

Coyuntura
Si a lo largo de este recorrido hemos insistido reiteradas veces sobre la relevancia
de Platón en el desarrollo del pensamiento occidental, eso no debe ser entendido como
un desmedro en el papel de Aristóteles en el mismo sentido. Ambos, sin duda, son los
máximos responsables de que pensamos como pensemos. Si podemos decir que a Platón
le debemos la confusión (imperdonable quizás) entre el ser y el ente (confusión que, por
otra parte, Aristóteles no heredó), a Aristóteles le debemos, sin más, el método científico
como tal, y dentro de él, los parámetros de la lógica.
Vamos a decir, con los riesgos que la afirmación merece, que Aristóteles es el
padre de la ciencia moderna; es él, aunque suene extraño, el primero de los pensadores
modernos, siendo aún un griego antiguo.
El camino que recorre el pensamiento griego puede ser pensado como una suerte
de unicidad en el periodo pre socrático, una nueva unidad en el pensamiento socrático
platónico (con las salvedades ya hechas), y un nuevo momento a partir de Aristóteles.
Cuando comenzamos este recorrido dijimos que la tradición reconoce tres
periodos en la filosofía griega antigua: el presocrático, el griego clásico (Sócrates, Platón y
Aristóteles) y el post aristotélico (centralizado por la figura apasionante de Epicuro y
Zenón). Esto es lo comúnmente aceptado, sin embargo, el periodo griego clásico debe ser
sub divido, debido a la diferencia inmensa que entre los dos primeros y Aristóteles existe.
Lo diremos ahora: Aristóteles, discípulo y amigo de Platón, es también su némesis
filosófico, su archienemigo, su adversario más feroz, su principal crítico. (Dicen que Platón
alguna vez definió su relación diciendo que Aristóteles era “un caballo que da coces a su
madre”). A partir de ello, difícilmente puedan ser integrados en un bloque unívoco. Si
tuviéramos que hacer una división más general del periodo de la filosofía griega antigua,
deberíamos decir que existía un periodo pre aristotélico y un periodo post aristotélico.
Aristóteles, parafraseando al Indio, marca los dos lados de la mecha.
Se puede considerar que el periodo pre aristotélico (que sería de Tales a Platón) es
el incipiente recorrido del pensamiento saliendo del mito para entrar el logos: si se toma
al logos como la estructura definitiva de la razón, ese momento llega con Aristóteles. Todo
el pre aristotelismo se mueve entre el mito y una especie de logos con muchos tintes
míticos. Se mezclan, se entrelazan, se confunden. Aristóteles (siendo conscientes de su
tiempo y espacio) extirpa aquello de mito que quedaba.
A partir de esto, es común encontrar reflexiones que consideran a Aristóteles
como el padre el método científico.
Esto naturalmente no significa que luego de Aristóteles no hubo más que ciencia
en sentido estricto, ni que el pensamiento con componentes míticos haya desaparecido
por completo, sin duda que no.
De hecho, Aristóteles ha sido un pensador olvidado durante un periodo muy largo
de tiempo. Durante todo el periodo medieval, Aristóteles es olvidado, dejado de lado. Su
filosofía científica no encuadraba con las necesidades del cristianismo. No como la filosofía
de Platón, que encajaba a la perfección. Hace falta esperar hasta el siglo 13 de nuestra era
para que un fraile italiano tomara la obra del Estagirita, la maridara al pensamiento
católico, y así Aristóteles volviera al centro de la escena. Ese fraile se llamó Santo Tomás
de Aquino.
Alguien ha dicho que Aristóteles es un pensador moderno nacido en la antigüedad.
Sin duda tal cosa no es del todo correcta, pero la imagen sirve para comprender la
dimensión y las inclinaciones del pensador sobre el que vamos a charlar en esta
oportunidad.
Biografía
Aristóteles nació en 384 a. C. o 383 a. C., durante el primer año de la olimpiada
XCIX, en la ciudad de Estagira, la actual Stavros, (razón por la cual se lo apodó el Estagirita)
entonces perteneciente al Reino de Macedonia (actual región de Macedonia de Grecia).
Su padre, Nicómaco (mismo nombre que luego le colocara a su hijo), pertenecía a la
corporación de los asclepiadeos (¿recuerdan la última frase que pronunciara Sócrates
antes de morir?), es decir, que profesaba la medicina, y fue médico del rey Amintas III de
Macedonia, hecho que explica su relación con la corte real de Macedonia, que tendría una
importante influencia en su vida; y su madre, Festis, era oriunda de Calcis y también
estaba vinculada a los asclepiadeos.
En 367 a. C., cuando Aristóteles tenía 17 años, su padre murió, y se hizo cargo de él
su tutor Proxeno1 de Atarneo, que lo envió a Atenas, por entonces un importante centro
intelectual del mundo griego, para que estudiase en la Academia de Platón, quien a esa
altura ya tenía un nombre destacado en el mundo intelectual griego. Allí permaneció por
veinte años.
La llegada de Aristóteles a la Academia coincide con el segundo viaje de Platón a
Sicilia intentando hacer de Dionisio II un Filósofo-Rey, por lo que en un primer momento
su relación no es con el propio Platón, sino con Eudoxo, quien ejerce una fuerte influencia
sobre él, y quien, además, no compartía del todo las ideas de Platón. Hay quizás aquí un
germen incipiente de la posterior distancia intelectual entre Aristóteles y Platón.
Platón queda en Sicilia unos dos o tres años luego de la llegada de Aristóteles a la
Academia, por lo que durante ese periodo la relación es exclusivamente con Eudoxo.
Luego de esos 3 años, Platón retorna a Atenas, pero por un breve periodo de
tiempo. Luego vuelve a Sicilia por tercera vez, por un periodo de cuatro o cinco años.
Vemos entonces que alrededor de sus primeros 10 años en la Academia,
Aristóteles prácticamente no tuvo contacto con Platón. Sin embargo, tuvo a su alcance
todos los diálogos del maestro, y acceso a los discípulos directos de Platón, quienes sin
duda le informaron con muchos detalles el pensamiento de Platón.
Sobre la relación de Aristóteles con los libros, en una escuela que, si bien manejaba
material escrito, era esencialmente oral, Platón lo llamaba “el lector”, puesto que pasaba
cantidad de horas leyendo, privilegiando esa forma de conocimiento que la conversada.

1
Proxeno es una figura bastante oscura de la biografía aristotélica. No se sabe bien qué peso tuvo en la
formación de Aristóteles, aunque sin duda la decisión de enviarlo a Atenas a los 17 años marcó su vida para
siempre. Tal fue el afecto que Aristóteles le conservó siempre, que es incluso incluido, Proxeno y su familia,
en su testamento.
Alrededor del año 347 a.n.e., y luego de 20 años, Aristóteles abandona la
Academia, y a Atenas. Una de las versiones afirma que se aleja luego de la muerte de
Platón, decepcionado porque la dirección de la Academia no pasó a él, sino al sobrino de
Platón, Espeusipo. Esto es poco probable, puesto que Aristóteles era macedonio (meteco),
y los extranjeros no podían heredar bienes atenienses. La otra versión sostiene que
Aristóteles se va de Atenas antes de la muerte de Platón, perseguido por una fuerte
sensación anti macedonia.
Aristóteles viaja entonces a Atarneo y a Aso, en Asia Menor, donde vivió
aproximadamente tres años bajo la protección de su amigo y antiguo compañero de
la Academia, Hermias, quien era gobernador de la ciudad. Cuando Hermias fue asesinado,
Aristóteles viajó a la ciudad de Mitilene, en la isla de Lesbos, donde permaneció dos años.
Allí continuó con sus investigaciones junto a Teofrasto, nativo de Lesbos, enfocándose en
zoología y biología marina. Además se casó con Pitias de Aso, la sobrina de Hermias (otras
versiones dicen que era su hija, y otras que era su hermana), con quien tuvo una hija del
mismo nombre.
En 343 a. C., el rey Filipo II de Macedonia convocó a Aristóteles para que fuera
tutor de su hijo de 13 años, que más tarde sería conocido como Alejandro Magno, en la
localidad de Mieza. Aristóteles viajó al imperio macedonio, y enseñó a Alejandro durante,
al menos, dos años, hasta que inició su carrera militar. Durante el tiempo de Aristóteles en
la corte macedonia, dio lecciones también a otros dos reyes futuros: Ptolomeo y Casandro
En 335 a. C., Aristóteles regresó a Atenas y fundó su propia escuela, el Liceo
(llamado así por estar situado dentro de un recinto dedicado al dios Apolo Licio). A
diferencia de la Academia, el Liceo no era una escuela privada y muchas de las clases eran
públicas y gratuitas.
Durante este período, la esposa de Aristóteles, Pitias, murió y desarrolló una nueva
relación con Herpilis, se cree que como él, nativa de Estagira. Aunque algunos suponen
que no era más que su esclava; otros deducen de las últimas voluntades de Aristóteles
que era una mujer libre y probablemente su esposa en el momento de su muerte. En
cualquier caso, tuvieron hijos juntos, incluyendo un hijo, Nicómaco, a quien nombra con el
nombre de su padre.
Cuando Alejandro murió en 323 a. C., es probable que Atenas se volviera un lugar
incómodo para los macedonios, especialmente para quienes tenían las conexiones de
Aristóteles. Según se cuenta, declaró que "no veía razón para dejar que Atenas pecara dos
veces contra la filosofía" (clara alusión a la condena de Sócrates). Aristóteles dejó Atenas y
se estableció a Calcis, en la isla de Eubea, donde murió extrañamente al año siguiente a la
edad de 61 o 62 años, en 322 a. C., por una enfermedad de los órganos digestivos.
Los libros de Aristóteles
Con la muerte de Alejandro en el 323, se extendió en Atenas una oleada de
nacionalismo (antimacedonio) desencadenado por Demóstenes, hecho que le supuso a
Aristóteles enfrentarse a una acusación de impiedad por lo que Aristóteles se exilió a la
isla de Chalcis, donde murió en el 322. Según la tradición, Aristóteles cedió sus obras a
Teofrasto, el cual las cedió a su vez a Neleo (hijo de Teofrasto), quien las envió a casa de
sus padres en Esquepsis sólidamente embaladas en cajas y con la orden de que las
escondiesen en una cueva para evitar que fuesen requisadas con destino a la biblioteca de
Pérgamo.
Muchos años después, los herederos de Neleo las vendieron a Apelicón de Teos,
un filósofo que se las llevó consigo a Atenas. En el 86 a.C., en plena ocupación
romana, Lucio Cornelio Sila se enteró de la existencia de esas cajas y las requisó para
enviarlas a Roma, donde fueron compradas por Tiranión el Gramático. De mano en mano,
las obras fueron sufriendo sucesivos deterioros hasta que, en el año 60 a.C., fueron
adquiridas por Andrónico de Rodas, el último responsable del Liceo, quien procedió a su
edición definitiva.
A Andrónico se debe, por ejemplo, la introducción del término «metafísica». En su
ordenación de la obra aristotélica, Andrónico situó, a continuación de los libros sobre la
física, una serie de tratados que agrupó bajo el título de Metafísica, rótulo anodino que
significaba literalmente "después de la física" y que pasaría posteriormente a designar
esta rama fundamental de la filosofía. Aristóteles nunca empleó ese término; los tratados
así titulados versaban sobre lo que el Estagirita llamaba «filosofía primera».
Con la caída del Imperio romano, las obras de Aristóteles, como las del resto de la
cultura grecorromana, desaparecieron hasta que, bien entrado el siglo XII, fueron
recuperadas por el árabe Averroes, quien las conoció a través de las versiones sirias,
árabes y judías. Del total de 170 obras que los catálogos antiguos recogían, sólo se han
salvado 30, que vienen a ocupar unas dos mil páginas impresas. La mayoría de ellas
proceden de los llamados escritos «acroamáticos», concebidos para ser utilizados como
tratados en el Liceo y no para ser publicados. En cambio, se ha perdido la mayor parte de
las obras publicadas en vida del propio Aristóteles, escritas (a menudo en forma diálogos)
para el público general.
Es común el acuerdo que sostiene que Aristóteles escribió dos tipos de libros: unos
para publicar; otros como apuntes y para manejo interno del Liceo. Lamentablemente no
ha llegado a nosotros, paradójicamente, ninguno de los libros publicados, es decir,
ninguno de los libros escritos para el público en general.
Lo que poseemos de Aristóteles son apuntes y anotaciones para cursos o
investigaciones, y pertenecen todos, se cree, al periodo tardío del pensamiento de
Aristóteles, a sus últimos 10 años de vida, cuando hacía ya mucho que Platón había
muerto, por lo que no sabemos a ciencia cierta qué es lo que pensaba, durante sus
primeros años, sobre el platonismo y sus doctrinas.
Sí se sabe que, en las obras anteriores, todas perdidas, había una cantidad
considerable de diálogos, muchos de los cuales tenían el mismo nombre que los diálogos
platónicos, y se cree que eran contestaciones o ampliaciones del pensamiento de Platón.
Las obras publicadas gozaron, en su momento, de un gran aprecio por parte de la
crítica literaria de la época y por lo visto, diferían mucho con el estilo arduo, duro y
cientificista que tienen las obras que conservamos.

Su antiplatonismo
En virtud de lo dicho, es que se ha discutido bastante sobre la relación intelectual
entre Aristóteles y Platón en los primeros años de Aristóteles en la Academia. Muchos
investigadores sostienen que Aristóteles fue, al principio, un ferviente platonista (incluso
respecto de la Teoría de las Ideas); otros en cambio que siempre fue un pensador más
volcado a lo sensible y al método científico que él mismo desarrolló.
Lo cierto es que, a partir de lo conservado, respecto de las ideas de Platón, sólo se
observa distancia. Y es también difícil imaginarse a un Aristóteles que, por más joven que
fuese, tuviera en algún momento alguna inclinación respecto de la Teoría de las Ideas.
Se ha dicho que es a causa de su incapacidad para las matemáticas que no ha
logrado comprender, en su real dimensión, dicha teoría.
Especulaciones varias colocan a Aristóteles como un estudiante rezagado de la
Academia, posiblemente porque hallaba sus discusiones un poco difíciles de seguir. No se
sentía naturalmente atraído por el estudio de las matemáticas. Desconfiaba de su
alejamiento del mundo real de las cosas que se podían ver y tocar. Una investigadora de
Aristóteles, D´Arcy Thompson, dijo sobre él: “Siento la tentación de sospechar que en
ocasiones pasó con vergüenza bajo la inscripción situada encima de la puerta de la
Academia”.
Sea como fuera, estamos entrando en el marco de las especulaciones, lo que no
tiene mayor sentido. Sabemos las opiniones finales de la vida de Aristóteles, mas no las de
su etapa de juventud. Y sus opiniones finales no dejan lugar a duda respecto de su
posicionamiento ante las ideas de su maestro.
Alejandro Magno

Sobre la relación con Alejandro se ha especulado mucho, pero lo cierto es que se


sabe poco. Las versiones más extendidas hablan de la poca influencia que el Estagirita ha
efectuado sobre su discípulo Alejandro, debido a la reputación que el conquistador ha
adquirido a lo largo del tiempo. Aunque también es posible el encontrar rastros de la
filosofía aristotélica en el conquistador.
Lo cierto es que, a Aristóteles, a partir de la invitación de Filipo II para ser tutor de
su hijo (y futuro rey) se presentó la ocasión más importante de todas. Las oportunidades
de Alejandro eran ilimitadas y Aristóteles en persona puede haber causado algún efecto
sobre las capacidades propias que tenía Alejandro de responder a ellas. El ideal absoluto
del rey-filosofo había dejado paso en su mente a algo más práctico y, unido a ello, estaba
su convicción de la superioridad de la raza helénica respecto de las demás y su creencia de
que ella podría gobernar el mundo con tal de lograr la unidad política. Esa necesidad
perentoria precisaba de un hombre y su nuevo discípulo se hallaba extraordinariamente
dotado, al menos desde la posición de Aristóteles, para ser ese hombre. Los ideales
posteriores de Alejandro de una comunidad que abarcaba griegos y barbaros deben de
habérsele presentado como una conmoción. Mientras tanto seguía disfrutando del favor
real, que incluía la asignación que le hizo Filipo, para la educación de Alejandro, de un
Ninfeo en la ciudad macedonia de Mieza, con la finalidad de ser ≪una escuela y lugar de
recreo≫. En tiempos de Plutarco, se seguía ensenando a los visitantes ≪los asientos de
piedra de Aristóteles y los paseos umbrosos≫. A esta época pertenece también su
reconstrucción de Estagira y la vuelta de sus exiliados con la bendición de Alejandro y
Filipo.
El mismo Alejandro parece haberse aplicado con diligencia al programa de estudios
que proyecto Aristóteles, pero la tutoría no duro más de tres años. Cuando Alejandro
tenia dieciséis años, Filipo hizo una campaña contra Bizancio, dejándolo como regente,
mientras que el llevaba a cabo por su propia cuenta con éxito algunas expediciones
militares menores. Esto, como mínimo, debe haber interrumpido seriamente las horas de
estudio, pero Aristóteles seguía permaneciendo en el norte, donde lo hallamos en el
momento del asesinato de Filipo, en el 336, y la subida al trono de Alejandro.
En el año 335 Aristóteles vuelve a Atenas y funda su escuela, el Liceo.
El periodo final de actividad en Atenas duro doce años. Seguro de que sus amigos
eran el poder rector en Grecia y con el conquistador de Asia apoyando y financiando su
obra científica, Aristóteles debe haberlo considerado un tiempo feliz, puesto que se
ocupaba del trabajo diario de la escuela, empleando las mañanas en la compañía de
discípulos alentadores y colegas más jóvenes como Teofrasto, Eudemo, Menon,
Aristoxeno y Dicearco y conversando, por las tardes, ante la audiencia de jóvenes ávidos
de aprender los secretos del éxito político. La frustración súbita de su seguridad y el
acontecimiento, que conmovió al mundo, que la causo, debe haber sido lo más terrible
que pueda uno imaginar. Cuando, en el verano del 323, as noticias de la muerte de
Alejandro llegaron a Atenas, muchos se negaban a creerlo. Tenía treinta y dos años.
En ese momento Atenas se vuelve contra Aristóteles, quien tenía reconocidos y
evidentes lazos con el poder macedonio. Y como Sócrates, es acusado de impiedad.
Es cuando se dice que dice la frase famosa, antes de abandonar Atenas: “No veo
razón para dejar que Atenas peque dos veces contra la filosofía”.

SU FILOSOFÍA

La Metafísica
El libro la Metafísica (Tὰ μετὰ τὰ φυσικά) es probablemente el libro más leído y
estudiado de la filosofía de Aristóteles, y es, probablemente, el que tiene los conceptos y teorías
más destacadas de este pensador.

Vale aclarar que este libro no fue pensado originariamente como un libro, sino que
es una recopilación de Andrónico de Rodas a partir de unos escritos dispersos que
llegaron a su poder. Como todos los libros de Aristóteles este escrito es una recopilación
de diferentes anotaciones en diferentes tiempos, los que fueron recopilados, como
dijimos, por Andrónico a partir de su tema en común, cosa que es también bastante
compleja de especificar. La anécdota sobre si recopilación es bastante elocuente al
respecto.
Ahora bien, el tema que se aúna sobre el título que Andrónico le dio, es la
“filosofía primera”, los primeros principios, la primera causa, o, dicho de otra forma, sobre
el ser en general. Es difícil, en realidad, identificar cuál es el tema que se identifica detrás
de este título, ya que: ¿qué cosa es aquello que está más atrás de la física?
La Metafísica consta de 14 libros, de los cuales hay dudas sobre la autenticidad de
los libros II y XI con mayor énfasis, aunque lo cierto es que no hay certezas de que el resto
de los libros hayan sido efectivamente escritos por el propio Aristóteles. Pero si no fueron
escritos por él, sin duda fueron escritos como apuntes por sus discípulos. De lo que no se
duda en general es que esas sean las ideas correspondientes al propio Aristóteles.
Aristóteles recopiló y estudió el pensamiento de filósofos anteriores a él,
desde Tales hasta su maestro (inaugurando la historiografía filosófica). El valor de esto es
inestimable. Fue el primer pensador que le dio una voz a los derrotados, aunque sea para
criticarlos. Fue el precursor de lo que luego Foucault llamaría el método genealógico.
Él construyó un sistema filosófico propio y sometió a crítica la teoría de las
Ideas de Platón. Si bien Aristóteles admite, al igual que Sócrates y su maestro, que
la esencia es lo que define al ser, concibe (a diferencia de sus antecesores) la esencia
como la forma (μορφή) que está unida inseparablemente a la materia, constituyendo
juntas el ser, o que denomina sustancia. Los conceptos generales residen en las cosas
particulares (in re) y no son previos a ellas (ante rem). Por ejemplo, la salud no existe por
sí sola, sino como un atributo en los seres individuales que son sanos. Luego las
formas universales no solo están en la mente humana, sino en los objetos.

La verdad por correspondencia

Aristóteles, en el Organon, afirma: “Porque el error y la verdad solo consisten en la


combinación y división de las palabras. Los nombres mismos y los verbos se parecen, por tanto, al
pensamiento sin combinación ni división, por ejemplo, hombre, blanco, cuando no se añade nada a
estas palabras. Aquí efectivamente nada es aún verdadero ni falso. He aquí una prueba de ello: un
hipocentauro, por ejemplo, significa ciertamente alguna cosa; pero no es aún ni verdadero ni falso,
si no se añade que este animal existe o que no existe, sea de una manera absoluta, sea en un
tiempo determinado”.

La verdad (alêtheia) supone concordancia entre dos dimensiones, la del


pensamiento (diánoia) y la de la cosa o del hecho (tò prâgma). La falsedad implica lo
contrario; ocurre cuando no hay concordancia entre lo dicho y el hecho, porque al
hablante le pasa inadvertido (lanthánei) esto último y se engaña con respecto al objeto
verdadero. Es verdadero opinar que lo que es es y que lo que no es no es, porque hay
concordancia entre el pensamiento y la cosa; en cambio, es falso opinar que lo que es no
es o que lo que no es es, porque no hay concordancia entre el pensamiento y el hecho. En
efecto, si algo existe es verdadero afirmar que existe y falso negar que existe; y si algo no
existe, es falso afirmar que existe y verdadero negar que existe. De manera que la
afirmación y la negación acerca de lo mismo son necesariamente contrarias, y no es
posible ni que lo mismo exista y no exista al mismo tiempo, ni que la afirmación y la
negación contrarias acerca de lo mismo sean simultáneamente verdaderas o
simultáneamente falsas. Por ejemplo, si afirmo que Calias está sentado cuando Calias está
sentado, mi afirmación es verdadera; en cambio, si afirmo que Calias está sentado cuando
Calias se ha puesto de pie, mi afirmación es ahora falsa; si niego que Calias está sentado
cuando Calias está sentado, la negación es falsa; y si niego que Calias está sentado cuando
Calias no está sentado, la negación es verdadera. Por lo tanto, así como es imposible que
Calias esté al mismo tiempo sentado y no sentado, así también es imposible que la
afirmación y la negación acerca de lo mismo sean al mismo tiempo verdaderas o
simultáneamente falsas.
Al proceder en la determinación de lo verdadero y lo falso, Aristóteles
discierne tres planos dentro de su teoría lógica y psicológica: la esfera del lenguaje y de la
escritura, por un lado, la esfera del pensamiento, por otro, y, en tercer lugar, la esfera de
lo que de hecho se da en el registro de lo sensible y de lo inteligible. Los signos que se dan
en la voz son símbolos de los signos que se dan dentro del alma y los signos que se dan en
la escritura son símbolos de los que se dan en la voz. Y así como los signos escritos no son
los mismos para todos los hombres, así tampoco las voces son las mismas para todos. En
cambio, las afecciones del alma, de las que primariamente las voces son símbolo, son las
mismas para todos los hombres; y aquellas cosas <externas> de las que estas afecciones
del alma son semejanzas, son también ya las mismas para todos.
Hemos dicho, con Aristóteles, que la verdad o falsedad no se produce cuando no
se da ni en el pensamiento ni en la voz un concepto sin enlace. Por ejemplo, ni la imagen
conceptual hombre ni la voz hombre es verdadera o falsa, si no se le añade es o no es
<algo>; porque lo verdadero y lo falso como está dicho consisten en un enlace de
conceptos.

El ser
Cuando dijimos en reuniones pasadas que luego de Platón el ser había comenzado
su camino al ocultamiento, era correcto, aunque no absoluto.
Aristóteles es un pensador en el que la distinción entre ser y ente está aún
presente, tanto, que el libro completo de la Metafísica es sobre el ser. Y es a partir del
reconocimiento de esa diferencia que puede acuñar su famosa frase: El ser se dice de
muchas maneras. Para Aristóteles no será el mismo ser cuando digo “esta manzana es
roja” que cuando digo “Sócrates es hombre”, porque en el segundo caso el ser habla de lo
esencial de algo (la hombritud de Sócrates), mientras que en el primero habla del
accidente de una manzana (su rojitud). ¿Y por qué en un caso se habla de lo esencia y en
otro de lo accidental? Porque si la manzana no fuese roja, igual sería una manzana. En
cambio, si Sócrates no fuese un hombre, entonces ya tampoco sería Sócrates, ya que a
Sócrates le va de sí el ser hombre, mientras que a la manzana no le va de sí ser roja.
Decimos entonces que el ser se dice de la sustancia, pero también de los
accidentes.
Aristóteles hizo una distinción entre las propiedades esenciales y accidentales de
una cosa. Por ejemplo, una silla puede estar hecha de madera o metal, pero esto es
accidental por ser una silla: es decir, sigue siendo una silla independientemente del
material del que está hecha. Para poner esto en términos técnicos, un accidente es una
propiedad que no tiene conexión necesaria con la esencia de la cosa que se describe. Para
Aristóteles, los accidentes tienen únicamente "ser" en la sustancia, existen en función de
la sustancia y su ser es por tanto analógico, porque “son los modos del ser” que existen en
la sustancia sin ser necesariamente tales ni constantes.
Sustancia en cambio será aquello que es propio, esencial de cada ente. Eso que
hace que sin eso ese ente deje de ser tal.
Aristóteles en las Categorías dice: “La substancia, en el sentido más propio,
primario y profundo de la palabra es aquello que ni se predica de un sujeto, ni está
presente en un sujeto, por ejemplo, un hombre o un caballo individual”
Pero además, y en patente diferenciación con su maestro, la sustancia, la esencia,
la ousía para Aristóteles estaba en las cosas; para Platón en cambio no estaba ni siquiera
en este mundo.

Vemos entonces que hay dos formas de darse el ser: en sí y en otro. Cuando el ser
del que se habla es una sustancia, el ser se da en sí (Sócrates es un hombre); cuando de lo
que se habla es de un accidente, el ser se da en otro (Sócrates es petiso).
Surge, necesariamente, la pregunta: ¿Cuál es el límite para que algo deje de ser lo
que es?

Avancemos: Todas las sustancias se componen de dos cosas: Forma y Materia. La


Forma es el elemento universal de la cosa (la sustancia); mientras que la materia es lo
concreto, lo que le da materialidad, el contenido de la forma.

Las 4 causas
Esta es quizás la doctrina más conocida de Aristóteles, la que más se repite y sobre
la que más se ha escrito.
Aristóteles identifica 4 causas diferente para cada ente. Ellas son la causa Formal,
la Material, la eficiente y la Final. Hoy cuando hablamos de causa, por lo general nos
referimos a las dos últimas.
La causa Formal es la característica universal de la cosa, en donde radica su
esencia. Responde a la pregunta: ¿qué tipo de ente es? La causa formal es lo que hace de
una cosa esa cosa y no otra. La que hace de una mesa, una mesa; de un perro, un perro,
de un puente, un puente. Es aquella causa que in-forma, que le da forma al ente.
La causa Material es la materia que está contenida en la forma. Responde a la
pregunta: ¿de qué está hecha la cosa? Una mesa puede ser de madera o de hierro. Esos
elementos serán la causa material de la mesa particular de la que estamos hablando.
La causa Eficiente apunta hacia el productor del ente, el agente motor del ente.
Responde a la pregunta: ¿Quién le dio existencia a la mesa? ¿Quién la hizo? ¿Quién la
produjo? En el caso de la mesa, diremos que la causa eficiente es el carpintero.
La causa final es la innovación aristotélica en este ámbito. Tiene que ver con el
telos (τέλος)del ente, con su finalidad. Responde a la pregunta: ¿Para qué está? Esto
asume, como asumía Aristóteles que todos los entes que existen, existen para algos, que
todos los entes que existen tienen un telos, tienen una finalidad.

Acto y Potencia
Otras de las ideas bastante conocidas de este pensador, es la referente a la
diferencia entre acto y potencia.
Para poder explicar el cambio Aristóteles necesitará recurrir no sólo a la teoría de
la sustancia, que le permite distinguir la forma de la materia, sino además a otra
estructura metafísica, la que permite distinguir dos nuevas formas de ser: el ser en acto y
el ser en potencia. A su estudio dedicará el libro IX de la "Metafísica", (del que podéis
consultar los primeros 6 capítulos en la sección "textos").
El ser no sólo se toma en el sentido de sustancia, de cualidad, de cuantidad, sino
que hay también el ser en potencia y el ser en acto, el ser relativamente a la acción.
(Aristóteles, Metafísica, libro IX, 1).
Por ser en acto se refiere Aristóteles a la sustancia tal como en un momento
determinado se nos presenta y la conocemos; por ser en potencia entiende el conjunto de
capacidades o posibilidades de la sustancia para llegar a ser algo distinto de lo que
actualmente es. Un niño tiene la capacidad de ser hombre: es, por lo tanto, un niño en
acto, pero un hombre en potencia. Es decir, no es un hombre, pero puede llegar a serlo.
De alguna manera, por lo tanto, la potencia representa una cierta forma de no-ser:
no se trata de un no-ser absoluto, sino relativo, pero que es tan real como cualquier otra
consideración que podamos hacer de la sustancia. Cada sustancia encierra, por lo tanto,
un conjunto de capacidades o potencialidades, una cierta forma de no-ser relativo, que le
es tan propia como su composición. Junto al ser en acto hemos de admitir, pues, el
reconocimiento del ser en potencia. Por supuesto que las potencias de una sustancia
vienen determinadas por la naturaleza de cada sustancia: una semilla podrá convertirse
en planta y, por lo tanto, es potencialmente una planta; pero no podrá convertirse en
caballo.
Lógica Aristotélica
Aristóteles es ampliamente reconocido como el padre fundador de la lógica. Sus
trabajos principales sobre la materia tradicionalmente se agrupan bajo el
nombre Órganon («herramienta») y constituyen la primera investigación sistemática
sobre los principios del razonamiento válido o correcto.
Ha sido tan importante, completo y profundo el trabajo de Aristóteles en este
campo, que el propio Immanuel Kant dijo: "Que desde los tiempos más tempranos la
lógica ha transitado por un camino seguro puede verse a partir del hecho de que desde la
época de Aristóteles no ha dado un sólo paso atrás. [...] Lo que es aún más notable acerca
de la lógica es que hasta ahora tampoco ha podido dar un sólo paso hacia adelante, y por
lo tanto parece a todas luces terminada y completa”.
Aristóteles sostiene que el razonamiento tiene principios fundamentales, a los que
llama axiomas. Estos tres axiomas que ahora veremos, son los pilares de lo que se llama
hoy lógica clásica.
El principio de no contradicción:
Es imposible, en efecto, que un mismo atributo se dé y no se dé simultáneamente
en el mismo sujeto y en un mismo sentido (con todas las demás puntualizaciones que
pudiéramos hacer con miras a las dificultades lógicas). Metafísica. I, 3, 1005b 18-20
En la lógica proposicional, el principio de no contradicción se expresa: ¬(A Λ ¬A) es
verdadero, es decir, A se excluye mutuamente con no A.

El principio de identidad:
(Aristóteles no enuncia este principio, pero sí la usa explícitamente en los
siguientes pasajes)
Ahora bien, tratar de averiguar por qué una cosa es ella misma no es tratar de
averiguar nada (es preciso, en efecto, que el «que» y el «ser» estén previamente claros -
por ejemplo, que la Luna se eclipsa-; pero «porque una cosa es ella misma» es la única
respuesta y la única causa para todas las cosas, como por qué el hombre es hombre y el
músico es músico, a no ser que se diga «porque cada cosa es indivisible en orden a sí
misma», que es lo mismo que afirmar su unidad. Pero aquello es común a todas las cosas y
breve). Metafísica. VII,17,1041a 16-18
En cambio, cuando A se da en el conjunto de B y de C y no se predica de ninguna
otra cosa, y B se da en todo C, necesariamente se han de invertir A y B: en efecto,
comoquiera que A se dice sólo de B y C, y B se predica tanto de sí mismo como de C, es
evidente que B se dirá acerca de todas aquellas cosas de las que se dice A, excepto del
mismo”. Primeros analíticos. II, 22, 68a 15-20
En la lógica proposicional, el principio de identidad se expresa A ↔ A, es decir, A
es idéntica a sí misma.

El principio del tercero excluido:


Por consiguiente, si es imposible afirmar y negar al mismo tiempo con verdad,
también será imposible que los contrarios se den simultáneamente, y o bien ambos se
darán en algún aspecto, o uno en algún aspecto, y el otro, absolutamente. Metafísica. I, 6,
1011b 20
En la lógica proposicional, el principio del tercero excluido se expresa: (A V ¬A), es
decir, A es o no es sin graduaciones de validez.

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