Transferencia y Resistencia | Los obstáculos en el análisis
La transferencia - concluye Lacan- no remite a ninguna propiedad misteriosa de la
afectividad, e incluso cuando se traiciona bajo el aspecto de emoción, no toma su sentido más que en función del momento dialéctico en que se produce. Esto es, a mi entender, que si la emoción aparece es algo a descifrar, es decir, algo a tratar como significante en función al instante en qué el sujeto se encuentra en el análisis, de qué está hablando, y en qué situación se haya en la transferencia. Respecto al "momento dialéctico" de la transferencia, es una expresión que se aclarará en una conferencia del 53’ llamada R.S.I., de la cual retomaremos algunos aspectos en beneficio de nuestro trabajo. Pero este momento es poco significativo puesto que traduce comúnmente un error del analista, así sea éste el de desear demasiado el bien del paciente. El bien del paciente es también un prejuicio llamado por Freud furor sanandi, y también ese querer el bien es contratransferencia; esto quiere decir que si esa emoción surge es a revisar el acto del analista, su posición, lo cual lo confirma Lacan a continuación cuando nos dice: la neutralidad analítica toma su sentido auténtico de la posición de puro dialéctico que sabiendo que todo lo que es real es racional (e inversamente) sabe que todo lo que existe, y hasta el mal contra el cual lucha, es y seguirá siendo siempre equivalente en el nivel de su particularidad, y que no hay progreso para el sujeto sino por la integración a la que llega de su posición en lo universal: técnicamente por la proyección de su pasado en un discurso en devenir. De nuevo encontramos la potencia de la lectura lacaniana de Freud. Esta es una nueva definición de la neutralidad del analista de la que se hizo desviación, aquí la neutralidad no es otra cosa que la posición de puro dialéctico que puede traducir lo real en lo racional, es decir que así se trate de la afectividad, puede traducirse - porque existe y es real en racional- en significantes, e incluso después, en una lógica de la cura. Todo lo real es racional es una frase proveniente de Hegel y que tendrá su lugar en Lacan a medida que su retorno a Freud se cristaliza en su obra. Pero, además, nos plantea lo que en este momento de su obra, 1951, es el final del análisis: la integración del sujeto, no a la realidad constituida por los ideales de adaptación capitalista, sino a un horizonte de lo universal, entendemos de lo humano. Es casi una fórmula presocrática: la proyección de su pasado en un discurso en devenir, esto es historiarse. Creemos que la transferencia - concluye Lacan- tiene siempre el mismo sentido de indicar los momentos de errancia y también de orientación en el análisis, el mismo valor para llamarnos al orden de nuestro papel: un no actuar positivo con vistas a la orto dramatización de la subjetividad del paciente. Eso es la transferencia, una brújula del análisis que indica la errancia y orientación, pero al mismo tiempo el factor que en permanencia tiene el analista en el banquillo, llamándolo al orden, un no dormirse ni una acción que conduzca en la ilusión teleológica, de una conducción recta, directa, sin avatares, dirigida de antemano, a la dramatización del sujeto. Al contrario, el análisis es una Odisea, pero hay una brújula: la transferencia.