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Miller: la fuga de sentido.

Capítulo 11: ¿A que apunta la interpretación?

(Seminario 20: Aun)

Lacan plantea ciertas equivalencias esenciales que se continúan en la experiencia analítica,


nombra la equivalencia entre el sujeto tachado, el sujeto del icc, el sujeto de la palabra, y el
termino objeto a. Esta equivalencia sirve de referencia cuando pensamos poder encuadrar el
final de análisis a partir del atravesamiento del fantasma: $=a
La segunda equivalencia que creo que se impone a partir de la elaboración de Lacan en su
seminario Aun, pone en cuestión la existencia de la categoría del Otro con mayúscula, pues
formula que el Otro puede ser considerado como equivalente del objeto a: A=a. Esta
equivalencia, esta enlazada a esa proposición escandalosa de Lacan: “El Otro no existe”.

Ocaso de la interpretación:
El objeto a, en el nivel que nos interesa del goce, sustituye al Otro que serie el partenaire. Lacan
despliega la fórmula del fantasma afectándola especialmente al sexo masculino. La relación con
el Otro sexo cae en la relación con el objeto a, lo que relativiza no solo al Otro, sino también la
función del fantasma. Di este valor a lo que Lacan indica del lado mujer, que la relación
comparable que ella puede mantener con el Otro sexo rebajándolo al ste fálico, por un
procedimiento comparable a la relación del sujeto macho con el objeto a, preserva sin embargo
una relación que es totalmente singular con el Otro como tal, bajo la forma de ese ste S(Ⱥ) que
introduce ciertas modificaciones en el estatuto del Otro completo.
Esta relación preservada dibuja en el horizonte un goce que comportaría en sí mismo una
apertura al Otro. Lacan separa el goce fálico del goce del Otro sexo, para poner de relieve la
excepción que constituye un goce que estaría en sí mismo mezclado con el amor, que sería
como un mixto de amor y de goce.
Podríamos oponer dos estilos de fantasma y afectarlos a cada uno de los sexos: un fantasma de
puro goce donde el Otro está reducido al objeto a, y luego un fantasma de amor. La instancia del
amor está mucho más presente en el fantasma femenino que en el fantasma del lado macho. Ser
golpeado sin duda comporta en el fantasma una invitación al goce, pero no impide que Freud
tenga el cuidado de señalar en el análisis de referencia que dio el fantasma, que ese ser pegado
es en ese sentido como ese maltrato de inscribe en el fantasma.
Tomare ahora el camino de la interpretación. Existe la noción de ocaso de la interpretación,
donde hay que ver el signo de un malestar actual en la interpretación analítica. Lo que se viene a
buscar en un analista es la interpretación. Si hay dificultades en la producción de la
interpretación, si el producto no es de la calidad de antes, si el analista mismo esta estorbado,
estrangulado, ahogado, perturbado, si el mismo juzga sus interpretaciones decadentes,
comprendemos que hay razones para inquietarse.
La interpretación es lo que se viene a buscar en lo del analista, en la medida en que el discurso
que se sostiene allí como analizante toma necesariamente el giro de la demanda. El discurso del
analizante es demanda, y no hay objeción en decir que esta demanda puede ser considerada
como fundamentalmente una demanda de interpretación. ¡Dígame que soy! ¡Dígame cuando
habrá terminado! Esto implica una cuestión, como es una demanda, no respondemos.
Conocemos el principio de que el analista no responde a la demanda, y por eso nos callamos.
Esto podría ser el fundamento del silencio del analista. Pero, ¿Qué tipo de demanda es la
demanda de interpretación? Es una demanda de saber, que una demanda de saber que toma el
valor de un signo de amor, un signo de interés. No es el deseo sino el amor lo que se dirige al
saber. Podemos decir que la interpretación como signo de amor es aquello sobre lo cual se
funda toda psicoterapia, y más aún cuando ella es de inspiración psicoanalítica. Esa
interpretación tiene efectos sobre la identificación, es decir que reanima al yo ideal; también
consolida la posición del analista como ideal del yo. Como Lacan le dio al ideal del yo el ste I
mayúscula, un estatuto simbólico, podríamos tomarlo también como ste de la interpretación, que
comienza con la misma letra.
Vemos que rehusando ocupar la posición de I mayúscula del ideal del yo interprete, el yo ideal
vacile. De este modo podemos contar con el dispositivo analítico para que por su propio
movimiento, movimiento propio de la palabra analizante, haga que se disuelva el yo ideal, y que
deje aparecer el soporte de a minúscula de ese yo ideal. Interpretar, del modo que sea, es
bloquear ese movimiento espontaneo de disolución, eso se coordina mejor con el objeto a, es
silencio del analista.
Lacan empieza a plantearse, al final de su enseñanza, una cierta obligación de interpretar. A
partir de ese deber y la dificultad de hacerlo, podemos lamentarnos del ocaso de la
interpretación. Eso aparece como un mandamiento para el analista, que queda en una posición
de impotencia. Sin duda, el momento te interpretación del analista es un pasaje delicado para él,
es el pasaje del saber supuesto, al saber expuesto, al menos explícito del analizante. Es el pasaje
donde se trata de aplicar o de poner en acto el saber: muestra un poco lo que saber hacer.

En la época de Freud, este concebida a la interpretación como comunicación de una


construcción al paciente, una elaboración de saber hecha por el analista. Freud explicaba esta
elaboración de saber al paciente, a fines de un efecto de verdad. En ese tiempo el saber tenía en
sí mismo efectos de verdad. El saber en cuestión estaba elaborándose, construyéndose, y que
por este hecho el pasaje del saber supuesto al saber expuesto se dirigía naturalmente al sujeto en
su singularidad. Para Freud, era justamente ese paciente en su singularidad de su clínica, el que
contribuía a la elaboración de saber. Aun así, en tiempos de Freud, no se distinguía entre
interpretación y construcción, entre saber y verdad. En la época de Lacan, se efectúa la escisión
entre estos términos. (Asociamos saber a lo que se aprender, diplomar).
Lacan supero esa escisión con una renovación del saber analítico. Facilito la interpretación en la
cura procediendo a una interpretación del saber de Freud. Lacan ha extraído un saber de esta
interpretación del saber de Freud, un saber nuevo con efecto de verdad. Se dio cuenta de que
esta interpretación del saber de Freud hacia olas, tenía efectos de verdad.
Ahora, podemos ver que hay un malestar en la interpretación analítica y se debe a un déficit de
interpretación del saber de Freud-Lacan. Esto remite en efecto a lo que cada uno hace con ello,
los efectos de verdad que puede extraer del saber que ha acumulado. Pero, ¿Acaso no habrá
también una dificultad en lo que concierne al efecto de verdad mismo?

La desaparición de los oráculos:


Los oráculos pasan siempre por mujeres. Son ellas las que se proponen a los significantes del
Otro, a los significantes del dios. Y la pregunta que se hace Plutarco es saber porque en ese
momento esos stes están degradados. Cada una de esas mujeres recibe un impulso según su
naturaleza; que la voz, los sonidos, las expresiones, no son los de Dios sino los de la mujer a la
que el inspira. El alma de la mujer oráculo, es solo un instrumento y las grandes concepciones
de Dios siempre están adulteradas en razón del pasaje por un alma humana.
Hoy, no solo son los analistas los que no son tan brillantes como hace mucho tiempo, también lo
son los consultantes, quienes antes eran propensos a la poesía, mientras que ahora son más
prosaicos. Ha habido todo un cambio en el lenguaje. Plutarco señala que el empleo del lenguaje
se parece a la circulación de la moneda, que su valor difiere según las épocas. También, además
del lenguaje, ha cambiado la manera de vivir.
La transferencia, la suposición de saber, no se dirige más hacia la poesía sino que exige la prosa,
y una prosa clara y fácil.
Plutarco precisa que de todos modos el malestar no es de ese momento. En otra época, cuando
los oráculos hablaban en versos incomprensibles, se les reprochaba su oscuridad, ahora,
denuncian su claridad demasiado grande.
Lacan, remota a Heráclito: “El señor cuyo oráculo está en Delfos ni dice, ni oculta, sino que
hace señales”. Es de todos modos lo que perdura a través de la dialéctica de Plutarco, que
fundamentalmente los oráculos debes interpretarlos tú. En el fondo es el desplazamiento que
hace Lacan cuando asimila la interpretación a un oráculo, o que quiere decir que hay una carga
fundamental de la interpretación que le retorna al analizante.
Nos apoyamos en Plutarco para volver a la cuestión de la impotencia de la verdad. Si hay un
ocaso de la interpretación, debemos tratar de situarlo, no simplemente por un déficit de la
interpretación del saber analítico constituido, sino sin duda, por una impotencia de la verdad en
relación con el goce.
¿Cuál es la proposición que sería el fundamento del discurso de Lacan y esta inclinada por él?
Es “Que el lenguaje no es el ser que habla”. Que el lenguaje no sea el ser hablante es una
disyunción que de cualquier modo es un poquito extraña si la miramos de cerca, si la aislamos.
Es que lo que se esperaría que Lacan formulara como siendo el fundamento de su discurso sería
más bien que el icc está estructurado como un lenguaje o que el deseo es el deseo del Otro. Pero
no es en absoluto lo que él dice. Dice que “el lenguaje no es el ser que habla”. Esto incluso
parece relativizar el icc estructurado como un lenguaje. Parece decir que la estructura del
lenguaje, el icc tal vez, no es el ser hablante.

Cuerpos que allí se agitan:

Lacan comenta que el lenguaje existe y que esta fuera de los cuerpos que agita. ¿El ser hablante
que evoca Lacan es el cuerpo? Lacan habla del ser que habla, no dice el “sujeto” que habla. La
palabra ser, tal como la utiliza ese año, está bien enraizada vía el cuerpo. “si hay algo que
fundamenta el ser, es el cuerpo”.
Se introduce allí una disyunción entre el lenguaje por un lado y el cuerpo hablante por otro
(cuerpo afectado por el lenguaje). Me parece que la dimensión suplementaria introducida por la
expresión “ser que habla” y que la hace estar en disyunción con el lenguaje es la dimensión del
viviente, del cuerpo viviente.
Para dar cuenta de la frase “el lenguaje no es el ser que habla”, hay que oponer por un lado el
sujeto del lenguaje, el sujeto de la palabra, el sujeto del ste, y por otro lado, algo del orden del
cuerpo como viviente:

Recorreré ahora algunos textos Lacanianos. En primer lugar, en su “instancia de le letra…”


Lacan se ocupa de dar cuenta de la libido por el deseo. Esto deja de lado el elemento viviente.
Dar cuenta de la libido por el ste y el sdo es confundir la libido con el Wunsch freudiano, que es
un factor indestructible, y por lo tanto no viviente. Hay un elemento de eternidad en el Wunsch
freudiano. Lacan lo dice expresamente: “es en una memoria donde reside esa cadena que insiste
en reproducirse en la transferencia y que es la de un deseo muerto”. En esa época había
deducido que hacer equivaler el deseo al sdo de una cadena ste que gira indefinidamente en una
memoria que es la traducción que el da del icc, supone que ese deseo está muerto. Indica el
problema y se da cuenta de que su reducción de la libido al deseo como sdo no le da sino un
deseo muerto. En relación con esto se inscribe “la significación del falo”. El texto anterior se
basa en una reducción de la libido al deseo muerto, apelando a un complemento de vida. En la
significación del falo, ¿Dónde está el elemento viviente en el orden del ste? La respuesta de
Lacan es que está del lado del falo. Hay un ste especial que traduce lo viviente, que es el
símbolo del viviente. Lacan dice que lo viviente del ser del sujeto encuentra su significante en el
falo.
Ya en este texto, Lacan distingue el sujeto de la represión y el sujeto del ste por un lado, y lo
que permanece vivo del ser del sujeto por el otro lado. Lo que está del lado del sujeto esta
mortificado por el ste, pero queda algo viviente, y a este algo viviente solo lo aborda en “la
significación del falo” por el sesgo de su ste. Por eso hay un ste paradójico, pues por un lado se
lo propone para asignar la vida pero por el otro, como todo ste, tiene en sí mismo algo de
muerto. La paradoja es que del falo que se trata en este texto es el falo de la castración, que está
marcado por un menos.
Podemos decir que el viviente puede encontrarse del lado de los objetos parciales, de los objetos
no fálicos, pregenitales. Trata de indicar con el símbolo a minúscula los elementos vivientes que
escapan a la morficiacion ste. Pero en la esfera de ese escrito, no se permite esto, pues todos
esos objetos no fálicos, parciales, que no tienen las mismas propiedades en lo real, lo imaginario
y lo simbólico que el falo, son considerados de todos modos, estrictamente equivalentes al falo.

Lacan señala la función de equivalencia del falo en el advenimiento de todo objeto del deseo.
Incluso habla del falo como de una referencia con la cual todo se mide. Traduce una dominación
de ese significante fálico sobre todos los objetos pregenitales, un mismo tipo de mortificación
ste. Vemos el esfuerzo por reducir el ser hablante a ser solo lenguaje.
El punto donde Lacan va hacia esta antinomia entre el lenguaje y el ser hablante es, tercero,
“subversión del sujeto”. El escribe el símbolo de la falta en el Otro, y pregunta cuál es esta falta.
Responde que esta falta es el goce. No encontramos lo que es lo propio del cuerpo viviente. Allí
se opera la disyunción entre el Otro y el goce.
Lacan aborda el goce por la castración. Apenas dice goce, dice castración. Esto quiere decir que
lo aborda por el ste fálico. Este abordaje quiere decir que no lo aborda a través de la pulsión,
pues significatizo completamente la pulsión. El final del texto “la subversión…” se cierra con el
enigma de la voluntad de castración que hay en el Otro.
Este texto está dominado por el falo de la castración, aparece la idea de un falo imposible de
negativizar, un goce que no se deja negativizar. Pero el abordaje esencial del hecho del goce se
hace a través de la castración:
(-φ)
Φ?
La novedad que se introduce allí es el abordaje del goce a través de la pulsión, y no ya a través
de la castración. Tenemos una deducción que concierne a la inscripción del goce que no pasa
por la castración.
Todo parece mostrar que el superyó de la subversión, dijera: “renuncia al goce, renuncia a
gozar”. Renunciar para abrirse al Otro, esa es la ley del Otro. Renunciar es la condición del
deseo y de la obtención de un nuevo tipo de goce sobre el cual no se dice nada. Mientras que en
el seminario Aun, el superyó es el que dice “Goza”, no es el de la castración, es su inverso.

A partir del momento en que se produce la disyunción entre el Otro y el goce, y no busca más
en el ste fálico la articulación de los dos, entonces allí se plantea la cuestión de la interpretación.

Legibilidad del sexo:


En el seminario 11, Lacan evoca dos extremos de la experiencia analítica: lo reprimido y la
interpretación. Del lado de lo reprimido se trata del ste, lo reprimido primordial sería un ste, y
que todo síntoma se erige sobre lo reprimido primordial, como un andamiaje de stes. Lo
reprimido y el síntoma son homogéneos y siempre reductibles a funciones significantes. Su
estructura puede inscribirse en términos sincrónicos.
En el otro extremo, está la interpretación, que concierne al factor dotado de una estructura
temporal especial, que se intentó definir mediante la metonimia. Alii, opone la sincronía del
lado ste y la estructura temporal, con la diacronía, del lado de la interpretación. “En su término,
la interpretación apunta al deseo, al cual, es idéntico. El deseo es la interpretación misma. Dicho
de otro modo, de un lado está el ste y del otro, el sdo.

La interpretación concierne al deseo como significado. Ella consiste en hacerlo surgir, y


entonces, la interpretación es lo mismo que el sdo.
Hay dos extremos, por un lado, el significado y el síntoma, por el otro, el significante y el deseo.
Pero, ¿Qué hay entre ellos? “En el intervalo esta la sexualidad. De no haberse manifestado, en
forma de pulsiones parciales, nuestra experiencia no sería más que una mantica”. Dice que si no
hubiera sexo entre significante y significado, entonces podríamos contentarnos con la relación
entre ste y sdo.

“La legibilidad del sexo en la interpretación de los mecanismos icc, pertenecería al registro de la
interpretación si no pudiésemos estar seguros de que las pulsiones parciales han intervenido
eficazmente en el momento y lugar apropiados.
Habla de legibilidad del sexo y agrega que esta sería solo de la interpretación si no hubiera
pulsiones parciales, sino existiera el goce, que no es del orden del ste reprimido. Por lo tanto
inventa ese términos suplementario: legibilidad, pues para leer el sexo no podemos contentarnos
con la interpretación.
Su referencia para el cuerpo vivo ya no es el falo sino la pulsión parcial, algo que no está
marcado por la negatividad, algo que no es un impulso hacia el Otro, sino al contrario, como él
lo construye, un bucle. La pulsión es un trayecto de retorno, se cierra sobre sí misma, no es un
mensaje. Lacan contradice lo que ya había dicho, y dice que la pulsión es un bucle que vuelve
sobre sí mismo y que produce goce.
A partir de esto, se pregunta en que se convierte la interpretación. Si es coherente con el deseo,
pero no con el goce. Por eso introduce el término legibilidad del sexo. Aísla el goce como
separado del orden ste y obliga a una modificación de la teoría de la interpretación. En el
seminario sobre los 4 conceptos, trata de modificar la teoría de la interpretación y por ello más
tarde inventa el objeto a como causa de deseo.
En conclusión, la teoría de la interpretación de “la instancia de la letra”, o incluso antes, la que
coordina la interpretación con el sdo del ste, ya no es válida.

Capítulo 11: ¿Cómo interpretar?


La interpretación es una cuestión crucial para el psa. Cuando la tomamos solo del lado del
analista, la reducimos: nos decimos, ¿Cómo interpretar? Esto tiene un costado ¿Lo he defendido
bien?
La definición de interpretación trae consigo la definición misma del icc. El icc freudiano se
define por el hecho de ser interpretable. La interpretación entra en la definición más esencial del
icc. Freud comenzó por demostrar que el sueño era interpretable. Lo interpreta a través de lo
reprimido, en términos de Wunsch, de anhelo, de deseo, en términos de realización y de
cumplimiento de Wunsch. Luego extendió su demostración a cierta clase de fenómenos que
Lacan reunión con el nombre de formaciones del icc.
¿Cuál es la condición que permite formar este conjunto de fenómenos? La condición para que
los fenómenos puedan remitirse al icc es que podamos descubrir allí una intención de
significación, lo que llamamos “un querer decir”. Es un querer decir especial en la medida en
que esta confrontado, frenado, inhibido por un cierto no poder decir, por una impotencia para
decir o un imposible de decir o una prohibición de decir. Este querer decir especial, que permite
asignar un fenómenos al icc, esta articulado a un indecible. Tenemos que vérnosla con una
conjunción, con un mixto de querer decir y de lo indecible, y que el resultado siempre es un
cierto decir al lado. Medio decir del icc.
La característica que Lacan le reconocía al decir interpretativo, podemos captar, por un
cortocircuito, en que ya el icc freudiano interpreta, solo dice disfrazándose, cifrando su
intención de significación. Esta interpretación icc llama a una interpretación que daría en claro
lo que el icc no dice sino de una manera cifrada, velada. La primera necesidad de la
interpretación en relación con el icc es decir claramente. El analista, porque es Otro, debe estar a
la medida de decir lo indecible del analizante.
Cuando Lacan define la interpretación como un medio decir, como el icc mismo, remite a un
indecible absoluto, que no depende del analizante sino del lenguaje y de la palabra. Allí
encuentra su lugar la tesis de no hay relación sexual, que señala la existencia de un indecible
absoluto, a partir del momento en que se formula toda la teoría de la interpretación. Me atengo
hoy a la pertenencia, a la correlación esencial entre el icc y la interpretación. Una teoría de la
interpretación es una teoría del icc.
Pienso que podría situar la conexión en tres tiempos de la enseñanza de Lacan: “Función y
campo de la palabra y del lenguaje”, El “seminario 11” y “Aun” que invierte todas las
perspectivas construidas anteriormente.
El punto de partida de Lacan es ciertamente el icc interpretable, esto puede remitir a la tesis del
icc estructurado como un lenguaje.
Lacan no parte de las formaciones del icc, parte de la cura analítica misma. Freud, también toma
ejemplos de fuera de la cura. Lacan, parte de un análisis, una interpretación de la palabra
analizante, del discurso del sujeto, y de la palabra del analista, la interpretación. Esta función de
la palabra está tomada por partida doble: están la función de la palabra del analizante y de la
palabra del analista.
También está presente desde entrada la interpretación como puntuación. Trata la palabra del
analizante como una formación del icc, definiendo simultáneamente icc y la interpretación a
partir de la palabra, la palabra plena.
Esta definición de palabra plena, permite encontrar el lugar exacto del icc y la interpretación, es
un comentario que se basa en el esquema retroactivo que Lacan complicara luego, con la
edificación de su grafo.

Es un esquema formado por una articulación entre el ste y el sdo. En el fondo la palabra
excelente, es una palabra historizante. Lo que Lacan llama historia se diferencia del desarrollo
cronológico por la existencia de una intención anticipatoria y retroactiva. Siempre deben
reordenarse los acontecimientos cronológicos dándoles nuevos sentidos, lo que constituyen
otras tantas subjetivaciones. Esta retroacción del sentido realiza una restructuración del sujeto
que por lo tanto está ligado de una manera esencial al vector del sdo.
Lacan toma El hombre de los lobos para crear un esquema a partir del cual concibe el icc y la
interpretación, y los dos en términos de historia, hasta el punto de decir que el icc es historia, o
específicamente, que es el capítulo censurado de la historia, ocupado por un blanco, cierta
opacidad que afecta ese esquema historial. Lo que él llama icc, es cierta opacidad de la historia
que afecta a esta resignificacion del acontecimiento.

Lacan define el síntoma analítico como el ste de un sdo reprimido de la conciencia del sujeto.
Define el síntoma como un ste cuyo significado no puedo efectuarse y permaneció retenido en
lo reprimido, en el espacio icc. La interpretación encuentra entonces su lugar, es reducir esa
opacidad. Restablecer la historizacion.
La interpretación está allí para permitir a esta retroacción significativa efectuarse en el presente.
Allí Lacan puede entonces presentar la interpretación con una puntuación feliz, como una
escansión que le permite a esta conclusión significativa que se efectué, como si tuviéramos allí
un sentido retenido, que se trataría de liberar.
Cuando este esquema no pudo efectuarse, tenemos un hecho de icc, un síntoma, y la
interpretación interviene para restablecer la completitud de ese funcionamiento. Este es el valor
que toma la tesis del icc estructurado como un lenguaje.
Hay una segunda tesis, que es la que el icc está estructurado como una palabra, como una
palabra dirigida al Otro. Lacan modificara para figurar esta dirección al Otro, su esquema,
instalando lo que él llama el Otro. Escribe: “el icc, es el discurso del otro”.

Al mismo tiempo que explica en qué sentido el síntoma freudiano participa del lenguaje,
participa de la distancia entre ste y significado, y comporta siempre cierta ambigüedad, dice que
es una palabra, que es una palabra de pleno ejercicio, y que en su propia cifra está incluido el
discurso del Otro.
El deseo icc está concebido como un deseo al Otro, dirigido al Otro, deseo de ser reconocido
por el Otro.
La interpretación aparece como la completitud del vector sdo, aparece como una escansión
significativa, un reconocimiento del sujeto. Liberar el sdo, reconocimiento del sujeto.

Lo reprimido:
Llegamos al tiempo 2 de la construcción de Lacan. Es el momento del seminario 11, como
continuación de “informe de Roma” y “función y campo de la palabra y del lenguaje”. Llega a
una definición del icc que incluye su conjunción esencial con la pulsión. Es una definición que
toma en cuenta la instancia de la sexualidad, y que establece entre el icc y el objeto de la pulsión
un vínculo esencial.
En el primer tiempo no se trata de eso, se trata del vínculo esencial del icc con el ste, o con la
relación entre el ste y el sdo. Mientras que el segundo punto de partida es la interferencia de otro
elemento. Se trata del esfuerzo por darle su lugar en la práctica. Esto produce un
reordenamiento de la teoría de la interpretación que consiste en recordar su punto de partida de
manera abreviada. Encuentran por un lado lo reprimido y por el otro la interpretación.
Del lado de lo reprimido está el síntoma que se edifica sobre lo reprimido, y del lado de la
interpretación, está el deseo como reprimido en el síntoma, y que la interpretación libero. Lacan
ha definido el sdo mismo como equivalente al deseo, y el liberar el sentido aprisionado en el
síntoma como equivalente a liberar el deseo que se produce en el síntoma. Del lado de lo
reprimido, tenemos el ste, conforme a la deducción precedente que plantea el síntoma como un
ste cuyo sdo esta reprimido, y del lado de la interpretación tenemos el sdo. Tenemos del lado de
lo reprimido, la metáfora, por ende la sincronía, y del otro lado, la metonimia, función temporal
de la diacronía.
Reprimido ◊ Interpretación

Deseo
S s
Metáfora Metonimia
Sincronía Diacronía
Sexualidad
a
Aquí agrega la sexualidad como un elemento de interferencia entre lo reprimido y la
interpretación. Conocemos ese esquema en X donde vemos la relación imaginaria interponerse
al vector simbólico. Aquí, hay un esquema comparable, o sea que lo reprimido se articula con la
interpretación, pero que hay un elemento que interfiere y que Lacan designa con el nombre de
sexualidad. Esto produce una interferencia en esta relación de lo reprimido con la interpretación.
Por la incidencia de la sexualidad, la interpretación analítica no es una mantica, no es puro y
simple desciframiento de stes.

Se plantea la pregunta sobre que es la sexualidad, cómo está presente en el icc. Reduce entonces
la sexualidad a no ser más que la operación de las pulsiones parciales. Introduce en este
intervalo la relación con el objeto de la pulsión, con el objeto a que viene a interferir en lo que
sería la interpretación ideal. Algo del goce interfiere en la interpretación. Ya vemos esbozarse
algo de la frase “no hay relación sexual”. La instancia de la pulsión parcial quiere decir que no
hay como tal, en el icc, relación con el Otro, con el Otro del Otro sexo. A este respecto, Lacan
lee el texto de Freud sobre las pulsiones como diciendo que la representación psíquica del Otro
como tal falta en el nivel del icc, que solo tenemos lo masculino y lo femenino como otros
tantos semblantes. Ambas son mascaras en el nivel donde se trata de esta sexualidad en el
intervalo.
Lo que Lacan llama legibilidad retroactiva del sexo es la indicación del objeto de la pulsión en
toda operación de interpretación. Esto se presenta aquí como una dificultad con la
interpretación. Hay allí la inclusión del factor de la sexualidad, y por lo tanto la inclusión del
objeto de la pulsión parcial en la interpretación.
Es sorprendente que Lacan presente este icc como discontinuidad, quiebre, fisura, tropiezo, etc.
Agrego que hace pasar en silencio la sexualidad en el icc, para decir, recién al final del
seminario, que por supuesto hay que completar ese concepto de icc con la instancia de la
sexualidad. Elige presentarla con la discontinuidad, la grieta, el tropiezo; presentando el icc con
el modelo del acto fallido, con el modelo del lapsus, presenta el icc como interprete.
El icc en sus formaciones procede mediante la interpretación. El Otro, el gran Otro, ya está
presente cada vez que el icc se abre, por más fugaz que sea esta apertura. El icc intérprete, y las
formaciones del icc corresponden a ese momento de apertura que él llama pulsación temporal
del icc. Esta pulsación, esta apertura del icc, el momento en que hay material, lapsus, acto
fallido, formaciones para interpretar; este es el icc que conocemos, el intérprete. Lo esencial de
esta presentación es decirnos que hay un cierre, otra cosa que viene a cerrar el icc. Por lo tanto,
toda la presentación del concepto de icc está orientada a mostrárnoslo como algo que se abre
pero también que puede cerrarse, anunciarnos la interferencia del objeto a en el icc.
Lacan aísla el momento del cierre y cuando lo hace, ya se trata de la interferencia de la
sexualidad bajo la forma de objeto a.

Tomemos ahora la repetición. Se hace una vez, vuelve a comenzar y cuanto más se repite, mas
es lo mismo. Se deja percibir en los comportamientos y puede motivar demandas de análisis. Es
la repetición honesta, aprehensible e imaginaria. Hay en la experiencia analítica una dimensión
en la que el sujeto repite y restaura lo que esta reprimido y oculto en el icc. Es la repetición bien
conocida. Pero lo que Lacan pone en juego en el Sem 11, es la relación con lo que no se
encuentra jamás en los signos repetidos. Es la relación de la repetición con lo real. Pone de
relieve una instancia que no va a figurar nunca en esta serie, y que es allí también el anuncio de
este objeto a.
Volvamos al esquema historizante, Lacan habla de la rememoración de la biografía.
Precisamente es lo que allí se realiza. No es el esquema de la cura según la palabra plena. “La
rememoración de la biografía es algo que anda pero solo hasta cierto límite, lo real”. Lo real no
se deja reducir y significantizar en ese esquema histórico.
Lo esencial de lo que el expone sobre la repetición es el encuentro fallido. No se encuentra en la
repetición, sino en la repetición evita, y se revela: la instancia del objeto a como todo lo que es
dado para la realización de la sexualidad.
Tomemos otro concepto: transferencia. La transferencia no es la repetición. Lacan nos la
presenta como el buen encuentro de la repetición que es el encuentro fallido. La repetición se
produce cuando se abre el icc, y la transferencia se resiste a la elaboración simbólica, es un
momento de cierre del icc, equivalente al surgimiento de este objeto que interfiere. Lacan opone
la repetición como retorno de los significantes a la transferencia como surgimiento del objeto en
el cierre del icc. Este cierre pertenece también al icc. El concepto de este último incluye el cierre
como presencia del objeto, es allí donde se produce la interpretación ste.

Lacan no llama icc a los círculos, llama icc al corte mismo entre ambos, y tanto cuando hay
apertura como cuando hay cierre y saturación, surgimiento del objeto a. En el espacio
interpretativo viene a escribirse el término obturador.

Lacan limita la interpretación a aislar los stes que no tienen sentido. Aislar los stes debe apuntar
al objeto a. (todo esto es dicho en el seminario 11)
Ahora volvemos al Seminario Aun, donde lo que se pone a prueba de la pulsión es el Otro como
tal. Adopta el punto de vista radical que dice que en el nivel de la pulsión, no hay más pulsiones
parciales, no hay solo relación con el objeto, sino con el Otro del Otro sexo. En el nivel de la
pulsión, no hay Otro. Allí lo que domina es la relación con el objeto. El Otro no es primordial,
lo primero son los aparatos del goce.
En el Seminario 11, entonces, se trata de la articulación de lo reprimido y la interpretación
(objeto a se presenta como interferencia, una obturación; mientras que en Aun se invierte toda la
perspectiva, pues se instala en ese nivel que era el de una interposición y se parte del querer
gozar. La norma del querer gozar es a partir de la cual se piensa el icc, en lugar de pensarlo por
el querer decir.
La relación con el Oro esta puesta en suspenso, lo que aparece como la realidad del Otro es el
objeto a. Este Otro es un semblante y lo que constituye la sustancia es el objeto a.

Este objeto a quizás no es más que un semblante en relación con el goce.


a
j
Tenemos en este seminario un recorrido que conduce a una especie de real que se vuelve
primordial y que es este goce que sostiene y que al mismo tiempo esta velado por el objeto a y
por el Otro con mayúscula.
El punto de partida de Lacan es que la palabra se dirige al Otro, pero no quiere decir que el
sujeto le habla al Otro, esto refiere a que el sujeto se habla a sí mismo a través del Otro. En esta
línea el Otro es la marioneta del sujeto. El Otro, no habla sino es según el fantasma del sujeto,
sino es para entrar en el circuito donde su pulsión se satisface. Escuchamos siempre lo que
queremos escuchar. El resultado es que el sujeto está condenado al monologo, un monologo
autista de su goce.
En Aun, la pulsión obtiene siempre su satisfacción, es eso lo que la define, a partir de allí el
sujeto es feliz. Por supuesto, en el nivel de su yo, del principio de placer puede estar un poco
sacudido.
La libido órgano de la que habla Lacan encarna de algún modo un principio de vida inmortal.
Ese principio de vida es el que en la reproducción sexuada se pierde y queda solo como un
órgano fantasma del cuerpo. La pulsión es un circuito, y por ello hay satisfacción. Esto produce
dificultades, porque la interpretación es imposible, en cuanto supone al menos el encuentro con
otro. Si la palabra no es dirigida al Otro con vistas del reconocimiento, sino que la lengua sirve
al goce, entonces la interpretación es imposible.
Hay, en ocasiones, una palabra que parece surgir del Otro como tal, una palabra que sorprende,
allí ubicamos el forzamiento, el exceso. Lo que hace creer en el Otro es el hecho de que hay una
palabra que no es del orden de la repetición. Pero, siempre es excepcional, una impostura. Esta
palabra, seria verdaderamente del Otro, es lo que llamamos la interpretación.
Llamamos interpretación a aquello que en el mundo del Uno, hace surgir al Otro. Podemos
pensar la interpretación como un despertar, pero hay varios tipos de despertar: uno del interés
(cuando algo se hace causa de deseo), también el de la pesadilla. Ocurre cuando encontramos
algo que produce horror, y de lo que no se quería saber nada, hasta el punto que despertamos
para continuar soñando con los ojos abiertos. Allí hay un verdadero encuentro con el Otro, es
decir, lo real. Cuando el dormir ya no está protegido por el sueño, no podemos gozar al soñar, la
pulsión precipita al sujeto en la realidad para que continúe soñando con los ojos abiertos. Sera
necesario poder pensar la interpretación como una pesadilla de la que no despertaríamos, no
podríamos huir. Es una manera de articular la interpretación con lo real, y no con el sdo sobre el
ste o un ste más.

Lo que yo quisiera llamar interpretación, podría ser una que estaría en el nivel de la relación con
el objeto. Esto no es más que una de las coordenadas del sujeto, pues el Otro es la relación del
sujeto con el ste.
Lo esencial es distinguir entre interpretar en el nivel imaginario e interpretar en el nivel
simbólico. Si ustedes interpretan en el primero, hacen desencadenarse efectos de agresividad, la
segunda forma, trae paz. Ustedes interpretan en tanto Otro, ponen las puntuaciones que
convienen, la formación del icc se vuelve legible, el trabajo de relanza. Pero en esta distinción,
olvidamos que la libido está del lado imaginario. Este esquema de la interpretación implica que
esta se basa en la correlación de lo reprimido y la interpretación, y que hace un impasse sobre
esta interferencia extraña que allí se produce:
Reprimido

Sexualidad

Interpretacion

Lacan redujo la libido al deseo y el deseo al ste . El elemento pulsional es estrictamente


equivalente al sdo, a su funcion metonimica. Se ocupo de reducir la pulsion a la cadena ste y el
fantasma a ser el punto de basta de esta cadena ste. Todo esto apunta a reducir la relacion con el
objeto a la relacion con el ste. Esto alejo la interpretacion del sdo para dirigirla hacia el objeto a,
en tanto causa de deseo. Aceptó incluso que el fantasma escapa a la interpretacion, y aceptó
decir que es como un acioma de la interpretacion. Se interperta a traves de este axioma, pero
este axioma no se interpreta. Todas estas soluciones que Lacan fue produciendo con los años,
apuntaban a mantener el fundamentl ste de la interpretacion.
En el Sem 11 define la interpretacion como totalmente ste, le da como meta circunscribir los
stes en tanto privados de sentido.
Es en el Sem Aun, que admite que la erlacion con el objeto no se inscribe en la relacion con el
Otro, sino mas bien que el Otro se reduce al objeto a, lo que quiere decir que el Otro no existe
en el nivel del goce sino aapartir de una ilusion como semblante especifico.

Es necesario saber cual es la estructura de esta interpretacion ste. Esta estructura es de la


comunicación, donde el ste se liga al sdo. Podemos desarorllar tanto la interpretacion en su faz
metaforica o en su faz metonimica. Hay muchas maneras de presentar la interpretacion en la
cura, por ejemplo, como realizan un efecto de metafora, modificando el punto de basta anterior.
Aparece un nuevo punto de basta, como una nueva conclusion que el sujeto no llegaria
aexxtraer. La faz metonimica, debe ser siempre indirecta, alusiva, entre lineas, como medio
decir, etc, lo que es hacerla equivaler ya sea al deseo, ya sea al sintoma.
Para simplificar, digamos que el corazon de la relacion del sujeto con el ste es la identificacion,
una relacion que podemos escribir asi:
S1
$
A partir de la relacion del sujeto con el ste, nunca llegamos con la interpretacion sino hasta el
punto de decir que ella es estrictamente inversa:
$
S1
Definimos entonces la interpretacion como lo inverso a la identificacion. El sujeto debe ser
liberado del ste que lo identifica. La interpretacion es desidentificadora, y cuando definimos la
identificacion primordial como ser el falo, entonces desarrollamos la desidentificacion falica
como el colmo de la interpretacion. La interpretacion apunta al vacio del sujeto fuera de las
identificaciones.
Entre esos dos momentos hay lugar para una interpretacion histerizante, que separa al sujeto de
la identificacion y le permite cuestionarla. La interpretacion nombra la identifiacion, esto
recubre la marcha de la practica.
El concepto mismo de identificacion es una relacion con el Otro. Cuando hablamos de
identificacion nombramos un mecanismo que liga al sujeto con el Otro, ya sea una
identificacion primaria, o con un rasgo del Otro, con el objeto de su deseo, las identificaciones
siempre encarnan una identificacion con el Otro y siempre estan determiandas por el deseo
como desoe del Otro.
Suponemos que, al tocar la identificacion por la interpretacion, tocamos la relacion con el
objeto, que es determinante de la relacion del sujeto con el objeto. Escribo lo siguiente:

Suponemos que la funcion de la desidentificacion tiene como resultado una separacion entre el
sujeto y el objeto, que es la famosa caida del objeto a:

Entonces, la teoria del pase esta centrada en la modificacion del fantasma, en su atravesamiento
como correlativo de una desidentificacion ste.

Clase 21: Inconsciente intérprete:


Como ya dije la última vez, el icc interpreta de través. Pero, ¿Si el icc interpreta, qué le queda
hacer al analista?

Rrose c’est la vie:


Vemos en un análisis, como se sustituye un modo de interpretación del icc por otro. Puede
seguirse a partir de la huella de los sueños.
Alguien me evocaba una frase de Nietzsche según la cual había que liberarse de la vergüenza.
Sin duda hay que liberarse cuando no se quiere admitir a nadie que pueda hacerlos avergonzar.
La transferencia de trabajo tal vez tiene como principio la vergüenza. Tal vez trabajamos porque
tendríamos vergüenza de no hacerlo, por otra parte, es un sentimiento de vergüenza el que
puede invadir al desocupado. La transferencia de trabajo tiene como resorte la transferencia de
vergüenza, y por ello Lacan no dudaba en decir que si trabajaba tanto era porque tenía un
superyó.
Interpretar de través es decirlo rápido. ¿Cuál sería la norma? ¿Sería el analista y sus buenas
intenciones de significación? Hace interpretaciones más económicas, más discretas del icc que
no hacen sufrir al sujeto o que lo hacen sufrir menos. Pero no hay norma, si la única norma de la
comunicación es el malentendido. La interpretación entra en esta categoría, ella también es
malentendida.
Estamos obligados a poner la interpretación del analista aparte, en la medida en que es
comunicación que se esfuerza por controlar el malentendido. La primera forma de controlarlo es
callarse, anticipar para el analizante en la comunicación el funcionamiento de su máquina icc de
interpretar. A medida que se desarrolla la experiencia, se supone que el analista esta advertido
de las tendencias de la interpretación icc del analizante. El icc interpreta de través, es decir, que
hace interpretaciones tendenciosas, donde entra la pulsión y su satisfacción que es goce. Aquí,
el objeto a infecta el sdo.
Lo que distinguiría al analista en la toma de la palabra es que calcula su interpretación y sus
efectos. Es el único que podría tomar en cuenta lo que es el objeto a para un sujeto determinado.
Pero no solo el analista lo hace, sino también personas sensibles, dotadas, personas que
practican ese cálculo que hace entrar en la cuenta lo que intuyen del objeto a de su interlocutor.
Pero el cálculo de la interpretación no es más que una especulación. Lacan lo ponía de
manifiesto, no puede ser irresponsable de los efectos de su palabra.

Ocurrencia involuntaria:
Ahora comentaremos algunas cuestiones sobre “el chiste y su relación con el icc”. Digo en
primer lugar que el icc llega a la escena por el sesgo del sueño, y que lo que Freud pone en
paralelo es el Witzarbeit y el Terumarbeit, el trabajo del chiste y el trabajo del sueño. Los pone
en paralelo mostrando que sus mecanismos son los mismos. Lo que hay que poner en relieve es
que en ambos, el icc de todos modos trabaja. Es ante todo por el sesgo del trabajo como se
introduce el icc. Lacan insistirá en el hecho de que si hay un verdadero trabajador es el icc.
En segundo lugar, hay algo más esencial en el texto de Freud, están los mecanismos bien
conocidos, y por otro lado, están la formación del sueño y el chiste. El termino formación Lacan
lo pone en relieve presente en el Witz, con el termino Bilt. Se trata verdaderamente de dos
formaciones del icc. Sobre la base de la Traumdeutung, retoma en cinco minutos este modo de
formación del sueño bajo la forma comprimida y extraordinaria, y luego dice: “suponemos que
el modo de formación del chiste es el mismo”.
¿Cuál es el modo que Freud traspone luego al chiste? Podemos dar un sentido nuevo a lo que
llamamos “el resto diurno”. En la vida diurna hay un cumulo de pensamientos, un fondo de
pensamientos que no llega a su conclusión. Esto quiere decir que tenemos un entonces, que no
surge donde debería. Un cierto resto por pensar perdura. Es la causa eficiente del sueño. Este
resto por pensar es lo que para Freud es del orden del preconsciente.
Este resto, moviliza energía, y va a despertar un deseo, que es causa del deseo. Impediría dormir
y produce un sueño que como tal es un velo, el velo del resto por pensar. Si no hubiera este
velo, el resto por pensar los despertaría, les impediría dormir. El sueño que ese resto suscita
envuelve a ese resto por el sesgo de un deseo, y los envuelve en velos del dormir. El resto por
pensar, precc, pasa a lo icc, como usina de sueños. El resultado es el sueño.
Freud propone una metapsicología del chiste con el mismo modelo: “el chiste se forma en el icc
como el sueño, que también es una formación del icc”.
Freud da entonces la teoría de como se hace un chiste. Hay allí un pensamiento precc que pasa
al icc. Por otra parte eso se traduce, antes de que el chiste se produzca, por cierta ausencia del
sujeto.
El chiste posee un alto grado de carácter de “ocurrencia involuntaria”. Un instante antes no
sabemos cuál es el chiste que vamos a hacer, y pronto solo necesitamos revestirlo de palabras.
Se sienta algo indefinible, que compraríamos a una absence (ausencia) a una repentina
desaparición de la tensión intelectual.
Desde el comienzo se trató de una intención o de unas intenciones. Cuando introduce la
tendencia, Freud distingue los chistes inocentes y los chistes tendenciosos. Cuando es inocente
no hay intención, y cuando es tendencioso si la hay. Introduce el termino Absicht (intención).
Lo más importante, es la intención de placer que anima el chiste.
Las condensaciones puestas al servicio de la técnica del chiste, nacen automáticamente, sin
intención determinada en el icc, durante el proceso mental. Freud no confronta la intención que
preside al chiste con el automatismo, con el carácter automático del icc, donde las
condensaciones se forman sin intención.
El icc es la vieja morada del placer. Ciertamente trabaja para el Lustgewinn. Hay una intención
icc, pero allí se desbaratan sus términos, porque el icc trabaja para lo que Freud llama el Lust, es
decir, el goce.
Vemos superponerse el icc y la pulsión, el icc y el ello.

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