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La Historia Contemporánea de Cataluña se inicia en el siglo XIX con la Guerra de

la Independencia Española (1808 - 1814).


A nivel institucional es un hito destacado la construcción del Estado liberal en
España y la consiguiente crisis del sistema de Antiguo Régimen.
A nivel económico, Cataluña, a diferencia del resto del Estado, exceptuando el País
Vasco, realiza de forma sorprendente la Revolución Industrial durante el siglo XIX.
A nivel cultural nace la Renaixença, un movimiento cultural catalán del siglo XIX. Su
nombre surge de la voluntad de hacer renacer el catalán como lengua literaria y de
cultura después de siglos de diglosia respecto al castellano (período llamado
genéricamente Decadencia).
A nivel político, el siglo XIX, ve aparecer una nueva fuerza ideológica: el nacimiento
del catalanismo político.
Guerra de la Independencia Española
Artículo principal: Guerra de la Independencia Española
La 'Guerra de la Independencia Española' , por los españoles, o 'Campaña de
España' , por los franceses, o la ' Guerra Peninsular ', por los portugueses y los
anglosajones, fue un conflicto bélico entre España y el Primer Imperio Francés que
se inició en 1808 con la entrada de las tropas napoleónicas, y que concluyó en 1814,
con el regreso de Fernando VII de España al poder. En el análisis de los hechos
militares, no se puede hablar exclusivamente de un enfrentamiento entre los
ejércitos francés y español, sino que existe una importante presencia de la guerra
de guerrillas, en una dimensión desconocida hasta el momento.
Napoleón cruzando los Alpes (1801), de Jacques-Louis David, en el Museo Nacional
de Castillo de Malmaison
Las primeras tropas francesas entran en España por Cataluña el 10 de febrero de
1808, comandadas por el general Guillaume Philibert Duhesme. Posteriormente
entrarían las tropas de Joseph Chabran, que ocupan el Castillo de San Fernando
de Figueras, Honoré Charles Reille y Laurent Gouvion Saint-Cyr. El 13 de febrero
de 1808, las tropas de Duhesme y Giuseppe Lechi entran en Barcelona, con 5.427
hombres y 1.830 caballos. Teóricamente debían permanecer tres días en la ciudad,
haciendo parada de camino a su destino final, Cádiz pero el 29 de febrero los
franceses ocupaban por sorpresa la Ciudadela y el Castillo de Montjuïc. En abril de
1808 Napoleón tras lograr la abdicación de Carlos IV y Fernando VII en Bayona,
nombró rey a su hermano José I Bonaparte.
En Cataluña comenzaron enfrentamientos locales: quema de papel sellado en
Manresa o constitución de la Junta de Gobierno y Defensa en Lérida. Los días 6 y
14 de junio se dan los primeros incidentes bélicos importantes en la batalla del
Bruch, primeras victorias sobre los ejércitos napoleónicos. Las tropas francesas son
derrotadas en la batalla de Bailén en julio e inician el bloqueo de Barcelona, que es
respondido por las fuerzas de Laurent Gouvion Saint-Cyr que se encontraban en el
Ampurdán para tomar Gerona —habiendo fracasado en dos ocasiones, en junio y
julio-, y derrotan a las tropas de Juan Miguel de Vives y Feliu en la batalla de Llinars
y entran en la capital de Cataluña el 17 de diciembre de 1808. Con el frente
estabilizado hasta la batalla de Valls, el 25 de febrero de 1809, las victorias
napoleónicas sobre el ejército español permiten que el 26 de febrero las tropas
francesas entren en Reus. La muerte de Teodoro Reding hará que Antonio Malet
de Coupigny tome el mando del ejército español en Cataluña interinamente.
Inmediatamente después, Gerona, defendida por el general Álvarez de Castro, fue
sitiada por Saint-Cyr entre mayo y diciembre de 1809. El 10 de diciembre Gerona
capitulaba ante el nuevo jefe de las tropas francesas, el mariscal Charles Pierre
François Augereau, duque de Castiglione.
El Primer Imperio Francés en azul oscuro, y sus estados satélite (1811)
En abril de 1810, se inicia el asedio de Lérida, defendida por el general Juan García
Conde y con el apoyo de las divisiones del general O'Donnell. Ese año, la actividad
guerrillera comienza a cobrar fuerza. En enero de 1811 se toma Tortosa. A finales
de junio de 1811, cae Tarragona, después de un asedio terrible y de que el marqués
de Campoverde abandonara la ciudad con la excusa de ir a buscar más tropas para
defender la ciudad, orden que popularmente se cree nunca se dio, por lo que asume
el mando el general Juan Senén de Contreras, que esperaba la llegada por mar de
los refuerzos del Coronel británico John Skerret, pero al llegar éste, por cobardía,
se negó a intervenir al ver la situación de la plaza, y los franceses reconquistan el
19 de agosto (día de Sant Magí en Tarragona) el Castillo de San Fernando, que el
Tercio de Migueletes de Gerona había tomado el 11 de abril. A finales de 1811 se
puede considerar que Cataluña está totalmente ocupada por los franceses. A
comienzos de 1812 se procede a la anexión de Cataluña dentro del imperio
napoleónico, dividida administrativamente en los departamentos del Ter, de
Montserrat, del Segre y del Ebro.
A mediados de 1812 el curso de los acontecimientos militares es desfavorable a los
franceses. A escala europea Napoleón sufre fuertes derrotas en Rusia, y Wellington
al mando de las tropas aliadas (españolas, inglesas y portuguesas) comienza a
obtener victorias en la península ibérica, concretamente con la victoria en la batalla
de Arapiles (Salamanca) que marcó el inicio de la retirada francesa. Las Cortes de
Cádiz proclamaron el 19 de marzo la Constitución Española de 1812, de carácter
liberal. El general Luis de Lacy es designado por la regencia nuevo capitán general
de Cataluña, y las Cortes reemplazan a Lacy por Copons en febrero de 1813. En
Cataluña, las tropas de Louis-Gabriel Suchet, venidas desde Valencia, quedarían
hasta el final del conflicto. Se mantendría en Barcelona y marcharía ordenadamente
hacia Francia instalándose primero en Gerona y después en la línea del río Fluviá.
El general Habert mantuvo el dominio de Barcelona hasta después de la caída de
Napoleón. Finalmente, el 28 de mayo de 1814, Barcelona es liberada de los
franceses. Cataluña es la zona de la península ocupada más tiempo, pero sin
estarlo del todo. Las tropas francesas dominaban villas y ciudades, pero no las
zonas rurales, lo que supuso un constante desgaste para las tropas napoleónicas.
Al regreso de Fernando VII, un grupo de diputados absolutistas le presentaron el
Manifiesto de los Persas, en el que le aconsejaban la restitución del sistema
absolutista y la derogación de la Constitución elaborada por las Cortes de Cádiz en
1812.

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