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LA GUERRA DE INDEPENDENCIA 1808-1814

La Guerra de la independencia fue un conflicto que enfrentó al Imperio Francés de Napoleón contra
los patriotas españoles que seguían reconociendo como rey a Fernando VII. La guerra se puede
enmarcar dentro de las llamadas guerras napoleónicas, un enfrentamiento a escala europea entre
Napoleón y sus aliados y el resto de las potencias europeas por la hegemonía en el continente.
Desde principios del S. XIX el reino de España dirigido por el valido Godoy se había aliado con la
Francia napoleónica en su lucha contra el Reino Unido. Después del desastre de Trafalgar en 1805
Napoleón había abandonado la idea de invadir Inglaterra por mar y había desarrollado una política
de bloqueo económico de las Islas Británicas que era desafiado por el reino de Portugal. Para acabar
con la resistencia portuguesa Napoleón convenció a Godoy (ofreciéndole el Algarve), en 1807, de
que firmase el tratado de Fontainebleu que permitía el paso de las tropas francesas camino de
Lisboa. Fue, en estas circunstancias, que el golpe de estado de Fernando contra su padre en
Aranjuez en marzo del año 1808, dio a Napoleón la excusa para llamar a los reyes a Bayona y
obligarles a abdicar su reino en él.

Mientras esto ocurría en Francia, las tropas francesas habían tomado posiciones estratégicas en
diversas ciudades de la Península, incluida Madrid. El traslado de los últimos miembros de la
familia real el 2 de mayo, provocó la alarma y el levantamiento popular de los madrileños contra
las tropas francesas acantonadas en Madrid. Aunque el levantamiento fue sofocado a sangre y fuego
por los franceses (fusilamientos del 3 de mayo) la insurrección, lejos de apagarse como esperaba
Murat, se extendió por el resto de la Península. Las diferentes localidades comenzaron a organizar
Juntas de Defensa para expulsar a los franceses y defenderse de su posible ataque. Finalmente, se
organizó un órgano provisional de gobierno, la Junta Central, presidido por el anciano ministro
Floridablanca.
La insurrección fue apoyada mayoritariamente por la Iglesia, el ejército y el tercer estado
(patriotas), las élites ilustradas se dividieron entre aquellos que, al menos inicialmente, apoyaron a
José I (llamados afrancesados) y aquellos que se unieron a la Junta Central. Además, los
insurrectos contaron con el apoyo del ejército expedicionario inglés dirigido por el duque de
Wellignton y el de Portugal.

Durante el verano de 1808 los franceses avanzan hacia el sur para enfrentarse con el ejército anglo-
español y acabar con la resistencia pero serán, sorprendetemente, vencidos en Bailén, lo que
provocará la huida de José I hacia Francia y la ira del emperador.

Napoleón reúne, a finales de año, a su Grande armée y entra en España a la cabeza de un ejército
compuesto por 100000 de sus mejores soldados, se dirige hacia la capital para restaurar en el trono a
su hermano y vence a los españoles en la batalla de Somosierra. Napoleón, creyendo que su trabajo
está acabado, vuelve a Francia, dejando el encargo a sus mariscales (Soult, Víctor) de que acaben,
en sucesivas campañas, con la resistencia anglo-española. Los franceses dominan, prácticamente,
toda la Península hacia 1810, quedando como núcleos de resistencia: la Bahía Cádiz, Lisboa y las
Islas Baleares.

De 1810 a 1812, la resistencia española se desarrolló a partir de una guerra informal llamada
guerra de guerrillas, en la que partidas de soldados no regulares atacaban las guarniciones
francesas con actos terroristas, lo que obligó a Napoleón a tener desplegado en España un gran
ejército y provocó una gran destrucción por todo el país. Mientras, en Cádiz, las élites ilustradas y
del Antiguo Régimen reunidas en Cortes redactaban la primera Constitución de España.

A partir de mediados de 1812 debido a que Napoleón debe retirar tropas de España con la intención
de reforzar su ejército para la campaña de Rusia, los españoles y los ingleses empiezan a desarrollar
un plan para la contra-ofensiva: Wellington se dirigirá hacia Madrid con su ejército mientras los
españoles mantienen ocupados a los franceses en Andalucía y en el Norte. En de julio de 1812
Wellington vence a los franceses en la batalla de los Arapiles en Salamanca y puede entrar en
Madrid, pero la campaña definitiva será en 1813 cuando españoles, portugueses e ingleses consigan
expulsar a las tropas francesas después de las victorias de Vitoria y San Marcial.
Napoleón acosado por sus enemigos (la sexta coalición) se ve obligado a firmar el Tratado de
Valençay devolviendo el trono de España a Fernando VII y reconociendo la independencia de
España a finales de 1813. En 1814 las tropas españolas terminan por conquistar Cataluña y el rey
Fernando entra en España.

La guerra supuso para España unas perdidas demográficas enormes, entre muertes directas, muertos
por enfermedad, hambre y exiliados sumaron alrededor de un millón de personas; además, el tejido
industrial español quedó destruido y los campos de cultivo arrasados, España tardaría varios
decenios en volver a los niveles de riqueza de antes de la guerra y se convertiría en un territorio
económicamente subdesarrollado. A esto debemos sumar la pérdida, a posteriori, del Imperio
americano y el enfrentamiento entre dos ideologías políticas incompatibles el liberalismo,
representado por las Cortes de Cádiz y los afrancesados, y el absolutismo imperante entre la
aristocracia, la Iglesia y buena parte del Tercer Estado.

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