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La profesión docente surgió con la necesidad de impartir saberes básicos a la población para transformarla en ciudadanos. El Normalismo consolidó la formación de maestros a través de escuelas normales nacionales, comenzando con la Escuela Normal de Paraná en 1869. Para 1885 se había alcanzado el objetivo de tener una escuela normal en cada capital provincial, aunque la mayoría estaban destinadas a mujeres. Posteriormente se buscó homogeneizar los planes de estudio entre las escuelas a través de la definición de los planes de la Escuela
La profesión docente surgió con la necesidad de impartir saberes básicos a la población para transformarla en ciudadanos. El Normalismo consolidó la formación de maestros a través de escuelas normales nacionales, comenzando con la Escuela Normal de Paraná en 1869. Para 1885 se había alcanzado el objetivo de tener una escuela normal en cada capital provincial, aunque la mayoría estaban destinadas a mujeres. Posteriormente se buscó homogeneizar los planes de estudio entre las escuelas a través de la definición de los planes de la Escuela
La profesión docente surgió con la necesidad de impartir saberes básicos a la población para transformarla en ciudadanos. El Normalismo consolidó la formación de maestros a través de escuelas normales nacionales, comenzando con la Escuela Normal de Paraná en 1869. Para 1885 se había alcanzado el objetivo de tener una escuela normal en cada capital provincial, aunque la mayoría estaban destinadas a mujeres. Posteriormente se buscó homogeneizar los planes de estudio entre las escuelas a través de la definición de los planes de la Escuela
ETAPAS Y CARACTERÍSTICAS DE LA CONFORMACIÓN DEL CUERPO
MAGISTERIAL EN ARGENTINA
La profesión docente, en términos formales (entendiendo la “formalidad” como la
acreditación documentada de un saber, un título) surgió con la necesidad de impartir desde el sistema educativo, los saberes básicos al habitante para transformarlo en ciudadano, prescribiendo lo que no se puede ignorar para desenvolverse en una sociedad organizada, incluyendo además de la alfabetización, otros valores que se consideraban esenciales. El proceso de esta formalización requería una gran cantidad de recursos, ya que pretendía ser eficaz y tener alcance nacional. Con el Normalismo, comenzó a consolidarse este andamiaje. En 1869 se crea la Escuela Normal de Paraná (Prov. De Entre Ríos). Su director fue George Stearns, un pedagogo estadounidense que arribó a Argentina junto con un grupo (en su gran mayoría mujeres) que gradualmente se incorporó al proyecto, producto de la iniciativa de Domingo F. Sarmiento de “importar” del país del norte docentes calificados para la formación de maestros y maestras argentinos. En el marco de un plan de expansión, se inauguran en 1874 dos escuelas normales en Buenos Aires (una de varones y otra de mujeres) que adoptaron los planes de estudios de la de Paraná. La conformación de una estructura homogénea, con establecimientos diseminados a lo largo del país requería un accionar para lo cual se autorizó al Poder Ejecutivo a establecer una escuela normal en la capital de cada provincia que lo solicite y contara con un edificio adecuado. Estos establecimientos pasarían a la provincia, teniendo esta que financiar su funcionamiento una vez finalizado el primer ciclo lectivo tal como lo prevé una ley de 1871 que reglamenta el sostenimiento de las escuelas normales. La proliferación de las e.n. (Con excepción de la de Paraná y las de Buenos Aires) produjo un decrecimiento en la calidad. En el afán de incrementar la cantidad de egresados, se acotaron los planes de estudio para satisfacer la demanda de maestros, resignando contenido y por ende disminuyendo su capacidad profesional. En este momento se abren dos tendencias entre los funcionarios del Ministerio de Instrucción Pública que confrontan enfoques en relación con esa desproporción entre lo cualitativo y cuantitativo. El objetivo inicial de contar con una escuela normal en cada capital de provincia es alcanzado recién en 1885, y (exceptuando a dos) estaban destinadas a las mujeres, a quienes se consideraban mejor dotadas para la tarea educadora. En 1886, una comisión ministerial de la cual uno de sus miembros era J.M. Torres, define que los planes de estudios de la Escuela de Paraná serán los que se utilicen en todas las e.n. y para lograr homogeneidad y uniformidad en el sistema de educación nacional. La tendencia de crear escuelas exclusivamente para mujeres se fue revirtiendo hasta quedar casi igualada la cantidad de establecimientos a los que concurrían varones. En los ’90 había 34 e.n. (13 para varones, 14 para mujeres y 7 mixtas) empero en los varones se registraba mayor deserción y en muchos casos, estos continuaban en la universidad una vez finalizado el normal, ya que quedaban habilitados para ingresar a estudios superiores. Básicamente rehuían al ejercicio de la docencia Hacia 1910 se crean las Escuelas Normales Rurales con el objetivo de atraer jóvenes de esas zonas y formarlos para que se desempeñen en ese mismo ámbito una vez recibidos, aprovechando su conocimiento.