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La segunda argumentación, más general, apunta a identificar la eficacia del modelo. Ser
modelo de conducta, digno a imitar, ejemplo ante sus alumnos, fue definida como la cualidad
central del maestro de instrucción primaria. Permanece la definición moderna de maestro; lo
nuevo en este caso, es que estos maestros modelos se formaban con profesores modelos en
instituciones especializadas entre las cuales había escuelas a ser imitadas.
La Escuela Normal del Paraná fue una escuela de Boston trasplantada en las soledades de la
América del Sud. Nuestras Escuelas fue norteamericana por sus directores, por sus regentes,
por su mobiliario y útiles, por la traducción de sus libros ingleses, por su táctica escolar
militarizada y uniforme, por sus procedimientos y doctrinas.
Las escuelas modelos, al igual que los maestros ilustres aparecen recompensadas
simbólicamente. Se las distinguía en los actos oficiales, en los discursos. En estos discursos al
tiempo que se elogian ciertas cualidades de instituciones o de personas ejemplares, se impone
la visión oficial.
Como modelo la escuela de Paraná si bien fue imitada, resultó ser una de las instituciones más
destacadas. Parecería que no todas las escuelas normales formaban maestros de la misma
calidad. Desde sus orígenes hubo escuelas de distinta categoría, según el destinatario social.
Este rasgo no estuvo ausente a la hora de definir la formación de los maestros: un maestro
formado en mejores condiciones resultaría demasiado caro, pero conviene no perder de vista
que así se los necesita en una categoría de escuelas y no en todas.
Durante la primera etapa de fundación de las escuelas normales esto es cuando se logra al
menos contar con una de estas instituciones en cada capital de provincia, la carrera estuvo
destinada fundamentalmente a mujeres. Tendencia que se revierte en lo que podríamos
considerar una segunda etapa del movimiento fundacionista de instituciones normales.
Para realizar una tarea eminentemente educadora se considera a la mujer mejor dotada que el
hombre.
Las cualidades relacionadas con la seguridad emocional, el cuidado de los sentimientos y la
preservación de las tradiciones, fueron históricamente asignadas a la esfera femenina.
En el discurso de la época modelos de mujeres consideradas dignas de ser imitadas; eran las
mujeres que componían la Sociedad de Beneficencia.
Durante la última década del pasado siglo y la primera de este se crearon las escuelas
normales mixtas. La cuestión de la co-educación de los sexos es cuestión muy discutida, y se
puede decir que a medida que los años transcurren, disminuye notablemente el número de los
partidarios del sistema. Surge un nuevo puesto el maestro. En la medida que iba cobrando
existencia una profesión escasamente remunerada y socialmente poco reconocida, las mujeres
engrosaban sus filas. Se consideraba que no podían optar por una profesión mejor, el hombre,
en cambio, prefería cualquier otra que le ofrezca más ventajas con menos trabajo y menos
sacrificio de su dignidad. A ningún hombre se le puede exigir que trabaje, cuando no se le
remunera debidamente. Para muchas mujeres de la época, de acuerdo con su extracción
social, la elección de la carrera docente represento una vía legítima de liberación social.