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Trauma Abdominal
Un traumatismo abdominal es una lesión grave en el abdomen, bien sea por golpes contusos o
por heridas penetrantes. El traumatismo abdominal es una causa frecuente de discapacidad y
mortalidad significativa. Debido a potenciales heridas anatómicas y funcionales de las vísceras
y tejidos blandos abdominales incluyendo el hígado, intestino, médula espinal o los grandes
vasos sanguíneos, las lesiones abdominales son urgencias médicas que si no son tratadas
rápida y adecuadamente pueden dar como resultado la muerte.
Los signos y síntomas de un trauma abdominal incluyen dolor abdominal, distensión o rigidez
abdominal, y moretones de la pared externa del abdomen. Todo trauma abdominal presenta
un riesgo grave de pérdida de sangre e infección. El diagnóstico puede implicar la ecografía,
tomografía computarizada y el lavado peritoneal, y el tratamiento con frecuencia incluye la
cirugía.
Clasificación
El trauma abdominal se divide en dos tipos: contundente y penetrante. Aunque el trauma
abdominal penetrante se diagnostica normalmente basándose en los signos clínicos, es más
probable que el diagnóstico de un trauma abdominal contuso se pierda debido a que los signos
clínicos son menos notorios. Las lesiones contusas predominan en las zonas rurales, mientras
que los penetrantes son más frecuentes en los entornos urbanos. El traumatismo penetrante
se subdividen en punzocortantes y heridas por armas de fuego, que tienen diferentes
abordajes.
Etiología
Los accidentes de tráfico son una causa común de trauma abdominal contundente. Los
cinturones de seguridad reducen la incidencia de traumatismos en la cabeza y tórax, pero
constituyen una amenaza para los órganos abdominales, tales como el páncreas y los
intestinos, que suelen ser comprimidos contra la columna vertebral. Los niños son
especialmente vulnerables a la lesión abdominal de los cinturones de seguridad, porque tienen
más regiones abdominales más suaves y el cinturón de seguridad no ha sido diseñado para
adaptarse a ellos.
En los niños, los accidentes de bicicleta son también una causa común de lesión abdominal,
especialmente cuando el abdomen golpea sobre el manubrio. Las lesiones abdominales
asociados a deportes pueden afectar a órganos como el bazo y los riñones. Las caídas y los
deportes también son mecanismos frecuentes de lesión abdominal en los niños. La lesión
abdominal en un niño puede también resultar de abuso y es la segunda causa de abuso
relacionados con la muerte de menores, después de la lesión cerebral traumática.
Las heridas de bala, que son lesiones de alta energía en comparación con las heridas de arma
blanca, suelen ser más dañinos que esta última. Las heridas de bala que penetran en el
peritoneo resultan en daños significativos a las grandes estructuras intraabdominales en más
del 90 por ciento de los casos.
Patogenia
Un trauma abdominal puede ser mortal, porque los órganos abdominales,
especialmente los de espacio retroperitoneal, pueden sangrar profusamente, y es una
cavidad con espacio que puede contener una gran cantidad de sangre.Los órganos
abdominales sólidos, tales como el hígado y los riñones, sangran profusamente cuando
son cortadas o rotas, al igual que los principales vasos sanguíneos, tales como la aorta
y la vena cava. Los órganos huecos como el estómago, aunque no es tan probable que
resulte en un sangrado profundo, presentan un grave riesgo de infección, en particular
aquellas lesiones que no son tratadas rápidamente. Los órganos gastrointestinales
como el intestino pueden derramar su contenido en la cavidad abdominal. Tanto la
hemorragia como la infección sistémica son las principales causas de muertes que
resultan de traumas abdominales.
Uno o más de los órganos intraabdominales pueden ser lesionados en el trauma
abdominal. Las características de la lesión se determinan en parte por el órgano u
órganos lesionados.
Fisiopatogenia del TA
En el TA se producen lesiones de alguna magnitud y gravedad en los elementos de la
pared abdominal, con o sin participación del contenido abdominal; es decir, de las
vísceras sólidas o huecas, mesos, y conductos vasculares, biliopancreáticos o urinarios.
En la pared pueden objetivarse lesiones de poca gravedad como son las equimosis, los
xeromas, los hematomas, rupturas de apo-neurosis, de músculos, que pueden
complicarse secundariamente con infecciones, dando lugar a celulitis, xeromas o
hematomas infectados que pueden derivar en abscesos o flemones, sobre todo.
cuando son por heridas o si son contusiones que se acompañan de erosiones en la piel.
Estos cuadros requieren generalmente de acciones quirúrgicas, para evacuar, drenar,
reparar, etc.
Hacia la cavidad se pueden producir lesiones de diferente tipo, en las vísceras y
conductos. Las vísceras sólidas son las que más fácilmente se lesionan, por la
friabilidad de sus parénquimas y el volumen que tienen. Cada víscera tiene un
comportamiento diferente cuando se lesiona.
TIPOS
Puede ser de dos tipos:
a) Traumatismo cerrado o no penetrante, denominado Contusión. Se caracteriza por
no presentar solución de continuidad en la pared abdominal. El agente que lo produce
es de superficie roma o plana, tipo barra de timón, puño, etc.
b) Traumatismo abierto o penetrante, denominado Herida. Es cuando existe solución
de continuidad en la pared abdominal, producida por elementos cortantes o
transfixiantes, como en las heridas por arma blanca o heridas por arma de fuego.
Las heridas pueden comprometer sólo a la pared abdominal, como también a las
vísceras intraabdominales, teniendo como límite el peritoneo parietal, que es lo que
delimita la cavidad abdominal como tal. En base a este elemento, se puede tomar
como ejemplo de clasificación de heridas la de Quénu, que es muy práctica.
Las heridas no penetrantes son las que no trasponen el peritoneo parietal; por tanto,
no llegan a la cavidad abdominal. Las penetrantes son las que comprometen la
cavidad.
Frente al TA hay que considerar el estado de la pared o de las vísceras en el momento
del trauma.
La pared contraída puede ser un mecanismo protector, que evita lesiones graves; la
pared relajada, puede favorecerlas.
En las vísceras sólidas con estado de plétora sanguínea o biliar pueden facilitarse
lesiones más serias que en las que no tienen éstasis. Las vísceras huecas en estado de
llenura pueden llegar a estallar inclusive, en cambio las vacuas no sufren muchas
lesiones.
De igual modo, debe tomarse en cuenta el estado mórbido previo de las vísceras o su
normalidad. Las vísceras sólidas tumorales, parasitadas o infectadas son mucho más
lábiles ante el traumatismo, así como las vísceras huecas excesivamente enfermas.
Hígado
El hígado, el órgano abdominal más vulnerables ante una lesión contusa a causa de su
tamaño y su ubicación en el cuadrante superior derecho del abdomen, resulta
lesionado en un cinco por ciento de todas las personas admitidas en un hospital con
trauma. El hígado es también vulnerable a traumatismos penetrantes. Las lesiones de
hígado presentan un grave riesgo ante golpes contundentes porque el tejido hepático
es delicado y tiene un gran suministro de sangre. En los niños, el hígado es el más
perjudicado de los órganos abdominales. El hígado puede ser lacerado o contuso, y
pueden desarrollar hematomas. Se pueden producir fugas biliares, por lo general sin
consecuencias graves. Si resulta gravemente lesionado, el hígado puede causar
suficiente sangrado para causar la muerte por desangramiento, que requiere cirugía de
emergencia para detener la hemorragia.
Bazo
El bazo es el segundo órgano intraabdominal más perjudicado en los traumatismos
abdominales en niños. Una laceración del bazo puede estar asociada con un hematoma.
Debido a la capacidad del bazo a sangrar profusamente, la ruptura del bazo puede ser mortal,
por medio de un choque hipovolémico. Sin embargo, a diferencia del hígado, el traumatismo
penetrante del bazo, del páncreas y de los riñones no posan una amenaza inmediata de
choque por una injuria a menos que uno de los principales vasos sanguíneos que suple el
suministro de estos órganos sea lesionado, tal como la arteria renal. Las fracturas de las
costillas izquierdas inferiores están asociados con laceraciones del bazo en por ciento de los
casos.
Páncreas
El páncreas puede ser lesionado en el trauma abdominal, por ejemplo, seguido de una
laceración o contusión. Las lesiones de páncreas, en la mayoría de los accidentes causados por
bicicleta, sobre todo por el impacto con el manubrio en niños y accidentes de tránsito en
adultos, por lo general se producen de forma aislada en los niños y acompañado de otras
lesiones en los adultos. Los indicios de que el páncreas está lesionado incluyen un aumento del
volumen del páncreas y la presencia de líquido alrededor del órgano.
Riñones
Los riñones también pueden ser lesionados en traumatismos abdominales, a pesar de estar un
tanto, pero no totalmente protegidos por las costillas.6 Las contusiones y laceraciones renales
también ocurren con frecuencia. La lesión renal, un hallazgo común en niños con traumatismo
abdominal romo, puede estar asociada con sangre en la orina. Las laceraciones renales pueden
estar asociadas con urinomas, y fugas de orina en el abdomen.
Intestino
El intestino delgado ocupa gran parte del abdomen y puede resultar dañado en lesiones
penetrantes. El intestino puede resultar perforado, y la presencia de gas en la cavidad
abdominal visualizada en una tomografía axial computarizada se interpreta como un signo
diagnóstico de perforación intestinal.4Sin embargo, la presencia de aire en la cavidad
intraabdominal también puede ser por causa de neumotórax aire en la cavidad pleural fuera
de los pulmones que se ha escapado de las vías respiratorias o neumomediastino aire en el
mediastino, el centro de la cavidad torácica.Una lesión intestinal puede estar asociada con
complicaciones tales como infección, absceso, obstrucción intestinal, y la formación de fístulas.
La perforación intestinal debe ser reparada quirúrgicamente.
Diagnostico
Un estudio encontró que el diez por ciento de pacientes politraumatizados que no tenían
signos clínicos de lesión abdominal tenían evidencias radiológicas de imagen de tales lesiones.
Las técnicas de diagnóstico más utilizadas incluyen la tomografía, ecografía, y rayos X. Los
rayos X pueden ayudar a determinar el trayecto de un objeto penetrante y localizar cualquier
objeto extraño que queda en la herida, pero no suele ser útil en el traumatismo contuso.
El lavado peritoneal diagnóstico es una técnica controvertida, pero puede ser usada para
detectar lesiones a órganos abdominales: se coloca un catéter en la cavidad peritoneal, y si hay
líquido presente, es examinado por aspiración en busca de evidencias de sangre o de ruptura
de órganos. Si el procedimiento no revela indicios de lesiones, se infunde solución fisiológica
estéril en la cavidad abdominal, luego se extrae y examina en busca de sangre o de otras
sustancias como el conteo de glóbulos rojos, valores de amilasa, fosfatasa alcalina y bilirrubina.
Para heridas punzantes en el abdomen, el lavado peritoneal diagnóstico tiene una sensibilidad
en la detección de lesiones intraabdominales que supera el 95%. Si bien lavado peritoneal es
una forma efectiva de buscar evidencias de sangrado, conlleva un riesgo de lesiones a los
órganos abdominales, puede ser difícil de realizar, y podrá dar como resultado una cirugía
innecesaria, por lo que ha sido sustituido por el ultrasonido en Europa y América del Norte.
Examen físico
El examen físico del abdomen es poco fiable, sin embargo, la presencia de rigidez o distensión
abdominal en un paciente con traumatismo en el tronco es una indicación de pronta cirugía
exploratoria. Las drogas, el licor y concomitantes traumatismos craneales o de la médula
espinal con frecuencia complican el examen físico. La exploración puede también ser poco
práctica en pacientes que requieren anestesia general para el tratamiento de otras lesiones.
Tratamiento
El tratamiento inicial consiste en la estabilización del paciente asegurando una adecuada vía
aérea, respiración efectiva y circulación, y poder identificar con detenimiento las lesiones
implicadas. La exploración quirúrgica es necesaria para los pacientes con lesiones penetrantes
y signos de peritonitis o en choque hemorrágico. El manejo conservador puede estar indicado
en pacientes con estabilidad hemodinámica. En situaciones de hemorragia intrabdominal está
indicada la laparotomía y packing. Recientemente se han descrito alternativas al packing
hepático tradicional con sistemas de vacío para el control de la hemorragia.
Pronostico
Si lesión abdominal no se diagnostica con prontitud se espera un peor pronóstico. El retraso en
el tratamiento se asocia con una alta morbilidad y en especial la mortalidad, especialmente si
se trata de casos con perforación del tracto gastrointestinal.
La mayoría de las muertes a causa de trauma abdominal son prevenibles, de hecho, es una de
las causas más comunes de muertes prevenibles relacionadas con el trauma.
CUADRO CLÍNICO
* Síntomas y signos en el TA
Más frecuente es el shock inicial, que es el colapso neurovegetativo secundario al trauma que
produce pérdida de conciencia, hipotensión marcada con bradicardia, palidez intensa y
sudoración fría; estado de duración corta, que puede ser desde 1’ a 60’. Hay recuperación
asistida cuando es posible; de otro modo es espontánea lográndose superar el trance. Este
tipo de shock es de causa neurogénica, que no debe confundirse con el shock hipovolémico o
el shock séptico que puede manifestarse en la evolución del cuadro.
El dolor es un síntoma capital en la evolución del abdomen con traumatismo. La semiología del
dolor debe ser analizado en todos sus aspectos durante un tiempo de 24 horas iniciales. La
localización, el tipo, forma de inicio, la irradiación, relación con los movimientos de la
respiración intensidad, variaciones en el tiempo, etc. Es un síntoma de los más importantes
para el diagnóstico, de ahí la necesidad de su estudio exhaustivo.
Vómitos: Pueden existir vómitos en forma precoz, de tipo mucoso o de alimentos y que son de
naturaleza refleja, condicionados por el miedo o el pánico. Por el contrario, los vómitos tardíos
(4 a 6 horas), son por irritación peritoneal, por infección o secreciones libres en la cavidad.
Pueden ser hemáticos, por desgarros en la pared del estómago o por hematobilia, secundarias
a lesión de hígado o vías biliares.
La pared abdominal tiene un estado de normotonicidad peculiar para cada individuo, según la
edad y el sexo; pero en el paciente traumatizado este estado se altera hacia la contractura
parcial o general, debido al reflejo visceroparietal secundario a la agresión peritoneal.
Puede ir desde la semicontractura hasta la contractura muy intensa, tipo “vientre en tabla”,
sobre todo en niños o jóvenes.
El anciano senil no responde casi siempre. Este reflejo se agota en el curso de 48 a 72 horas,
pudiendo caer en la etapa de “vientre vencido”, o sea, de flacidez total por hipotonicidad, que
puede dar lugar a errores de interpretación. De ahí la necesidad de exámenes repetidos de la
pared abdominal, para evolucionar este signo en el transcurso de las horas .
La impresión clínica debe ser corroborada por una Rx. Simple de abdomen, en posición de pie,
la que demuestra presencia de un halo neumático entre el hemidiafragma y la superficie del
hígado. Se presenta precozmente, cuando la perforación es de estómago o duodeno, es más
tardío cuando el aire procede del recto o sigmoides y colon superior. La matidez en flancos,
desplazable con la movilización del paciente es condicionada por la presencia de fluidos libres
en la cavidad abdominal, tipo, sangre, orina, bilis, etc.
Las constantes vitales, tipo pulso, PA, diuresis, son datos que deben controlarse
continuamente en el TA; para advertir oportunamente la instalación de un cuadro
hemorrágico intraperi-toneal. Cuando estas variaciones son significativas, debe actuarse antes
de que se produzca la descompensación irreversible.
Es prioritaria la anamnesis directa o indirecta, para conocer por qué mecánismos y en qué
condiciones se ha producido el trauma. El examen clínico concienzudo y repetido es
fundalmental. Se pueden utilizar exámenes de laboratorio, radiólogicos, de tipo simple o
contrastados, ecografías, etc. Son indispensables el hemograma, Hb, el GS, el HT, orina y
amilasas en sangre. La Rx simple, bien indicada e interpretada es un auxiliar valioso. Es obvio
que puedan hacerse pielografías, angiografias, ecografías, T.A.C. en instituciones donde se
cuente con ello.
Uno de los problemas importantes que enfrenta el cirujano en los servicios de emergencia es
la evaluación de pacientes con traumatismo abdominal, aún más, en aquellos casos estables
pero dudosos de compromiso visceral, inconscientes, con trauma múltiple o shock
inexplicable, en quienes se aplica y desarrolla todo criterio clínico para llegar al diagnóstico y
así tomar decisión quirúrgica, ayudado en gran parte de los casos por métodos auxiliares como
paracentesis (P), lavado peritoneal diagnóstico (LPD), ultrasono-grafía (US) y tomografia axial
computarizada (TAC). A pesar de diversos progresos de estas técnicas diagnósticas, muchos
pacientes que son sometidos a laparotomía exploradora no tienen lesiones viscerales.
La laparoscopía se descubrió a principios del siglo veinte. Kelling en 1901 la introduce como
método de diagnóstico y ha sido técnicamente posible aproximadamente 50 años después.
Grazzaniga, Carnavale y Berci informan las primeras experiencias para evaluaciones de
pacientes con sospecha de lesiones en traumatismo abdominal. Sin embargo el desarrollo
significativo y vertiginoso en menos de una década de la colecistectomía laparoscópica ha
marcado un cambio espectacular en la práctica de la cirugía general y en los servicios de
emergencía.
• Técnica Laparoscópica
Preparación del paciente: Como para toda intervención quirúrgica, debe obtenerse el
consentimiento informado del paciente y de su familia. Se descomprimen el estómago y la
vejiga con la finalidad de tener el mínimo riesgo de aspiración pulmonar y de lesión
yatrogénica del estómago o de la vejiga. Si hay una probabilidad razonable de lesión
diafragmática debe colocarse un tubo torácico para prevenir el neumotórax a tensión.
Anestesia y lugar del examen: Debe valorarse el lugar donde se llevará a cabo el
procedimiento. La realización en la cama del paciente en los servicios de emergencia o de
cuidados intensivos, debe estar restringida sólo a pacientes con dificultades para su
movilización al quirófano. Es preferible que la exploración laparoscópica se realice en sala de
operaciones, donde se encuentra preparado el material necesario no sólo para el examen, sino
también para el tratamiento y la conversión a laparotomía si el caso lo exigiera. Puede
efectuarse la laparos-copía bajo anestesia local, con sedación intravenosa o sin ella tomando
las precauciones debidas para garantizar la seguridad del paciente, sin embargo es casi
imposible realizar un examen completo del abdomen bajo anestesia local; por tanto, si se
quiere disminuir el riesgo de errores, debe ser sometido el procedimiento bajo anestesia
general y en sala de operaciones que permita disponer de mesa rotatoria, emplear más
trócares para manipular con seguridad las vísceras con un equipo de vigilancia y disponibilidad
de apoyo anestésico.
La exploracion laparoscópica del abdomen debe iniciarse con examen del diafragma y pared
abdominal, luego las vísceras sólidas, estómago, colon, intestinos, mesenterio y pelvis, en caso
necesario pueden realizarse maniobras especiales como ingreso a transcavidad, maniobra de
Kocher, movilización de colon y de ligamentos, deben buscarse signos indirectos como sangre,
bilis, líquido intestinal, etc. (ver tabla); pueden utilizarse métodos de contraste o colorantes
fluorescentes como ayuda diagnóstica. El tipo de lesión a encontrar dependerá del órgano
comprometido: hemoperitoneo en lesiones de víscera sólida y mesenterio, peritonitis en
lesiones de intestino, colon y la magnitud de hematoma retroperitoneal. Las posibilidades
terapéuticas deben ser realizadas por personal muy entrenado, con disponibilidad de material
e instrumental adecuado. En caso de hemoperitoneo debe tenerse en cuenta la clasificación
de Berci, quien usaba esta clasificación para decidir cuándo convertir a laparotomía.
La laparoscopía como prueba diagnóstica primaria es más costosa e invasiva frente a otros
estudios confiables y disponibles, pero es mucho más confiable como recurso secundario en la
evaluación de pacientes estables con indicación poco precisa para laparotomía.
La laparoscopía, con casi un siglo de edad, ha resurgido el interés de los cirujanos como una
técnica para valorar a los pacientes con posible trauma abdominal, su aplicación se ve limitado
por la posibilidad de otros procedimientos diagnósticos que pueden ser más adecuados para
situaciones particulares y más precisos para ciertos tipos de lesiones.
Sus mejores aplicaciones podrían ser los casos estables con heridas penetrantes o heridas
tangenciales por arma de fuego, que disminuyen la tasa de laparotomías innecesarias. Permite
lograr fácilmente la hemostasia en lesiones menores de vísceras sólidas y también permite
realizar reparaciones de daños mínimos de estómago, intestino y colon en casos
seleccionados.
El entusiasmo excesivo por la laparoscopía en casos de traumatismo puede dar por resultado
un abuso, cuando son más apropiadas otras medidas diagnósticas o la simple observación,
puesto que incrementa los costos y los riesgos de la asistencia sin mejorar los resultados; sin
embargo, así como va evolucionando puede ser un auxiliar muy valioso para el cirujano y
constituye una gran promesa que requiere sin duda investigación a fondo en cuanto a su
bondad diagnóstica y sus aplicaciones terapéuticas por existir aún experiencias limitadas.
En pocos casos de TA cerrado, puede ser superada con actitud conservadora de observación
armada, administración de fluidos y síntomáticos.
Pueden ir desde las más simples, como el afrontamiento de heridas, drenajes, hemostasia,
hasta las operaciones más complejas, como resecciones intestinales o de lóbulos hepáticos,
reparaciones de conductos con plastías inclusive, extirpaciones totales o parciales de órganos,
anastomosis vasculares, etc. Esto implica que el personal que atienda estos casos sea
especializado en emergencias quirúrgicas y con experiencia amplia.
Caso Clínico