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Trabajo de Investigación

Para optar el grado académico de Bachiller en Ciencias Económico Empresariales

Facultad de Ciencias Económico Empresariales y Humanas


Escuela Profesional de Administración de Negocios

Influencia de la inteligencia emocional en la intención emprendedora


Influence of emotional intelligence on entrepreneurial intention

Claudia Fiorella Nina Carrera


Nathaly Maria Jimenez Rodriguez

Asesor:
Magister Renato Concha Urday Zaa

AREQUIPA, 2021
Dedicatoria

Agradecimientos

Resumen
Palabras clave

Abstract
Keywords

1
Índice general

Introducción 3
1. Inteligencia emocional 4
1.1. Origen de la inteligencia emocional 4
1.2. Conceptos de inteligencia emocional 4
1.3. Modelos teóricos 5
1.3.1. Modelo de habilidades de Mayer y Salovey 5
1.3.2. Modelo de la inteligencia emocional de Bar-On 6
1.3.3. Modelo de las competencias de Daniel Goleman 7
2. Intención emprendedora 8
2.1. Conceptos de intención emprendedora 8
2.2. Críticas a los modelos de los rasgos de personalidad y demográficos 8
2.3. Modelos de la intención emprendedora 9
2.3.1. Modelo del evento emprendedor 9
2.3.2. Teoría del comportamiento planificado 10
2.3.3. Modelo del potencial emprendedor 11
3. Influencia de la inteligencia emocional en la intención emprendedora 11
3.1. Influencia directa 11
3.2. Influencia indirecta 11
4. Conclusiones 11
5. Lista de referencias 12

2
Índice de tablas

Índice de figuras

Introducción

3
1. Inteligencia emocional

1.1. Origen de la inteligencia emocional


Con la finalidad de brindar un mayor panorama de cómo surgió y a partir de qué investigaciones
apareció el término inteligencia emocional, se acudirá a exponer hechos pasados con sus
respectivos autores, para una mejor comprensión:
En 1870, Galton realizó uno de los primeros estudios sistemáticos acerca de las diferencias
individuales en la inteligencia mental de cada uno de los participantes de su investigación,
mediante el desarrollo de correlación de métodos. Posteriormente, este personaje sería quien
propondría un análisis estadístico para aplicarlo al fenómeno mental (Rockback y Kierman, 1990,
como se citó en Trujillo y Rivas, 2005).
En 1890, Catell quiso transformar la psicología en una ciencia aplicada, de manera que elaboró y
desarrolló pruebas mentales. Asimismo, a través de su trabajo experimental, se le reconoce como la
primera persona en cuantificar el estrés en el continente de América (Catell, 1903, como se citó en
Trujillo y Rivas, 2005).
El principio de la denominación “inteligencia emocional” se remonta a comienzos del siglo XX,
específicamente 1920, año en el cual se publica la obra “Inteligencia Social”, creada por Edward
Thorndike, basada en el estudio del comportamiento social (Thorndike, 1920, como se citó en
Trujillo y Rivas, 2005).
Gardner en el año 1983, publicó su obra “Estructuras de la mente”, en la cual expuso su teoría
denominada “Inteligencias Múltiples”, donde afirma que el ser humano no poseía una sola
inteligencia, como se creía anteriormente, sino que al contrario, este posee siete tipos de
inteligencias que son independientes entre sí: Inteligencia cinestésica-corporal, inteligencia
auditiva-musical, inteligencia visual-espacial, inteligencia lógico-matemático, inteligencia verbal-
lingüística, inteligencia intrapersonal e interpersonal. Posteriormente, en el año 1995, Gardner
añadió la inteligencia naturista a su teoría inicial y en el año 1998, se sumó a la lista de
inteligencias, la inteligencia existencial. De manera que, todo lo mencionado anteriormente, fue el
inicio de un camino de muchos años para llegar a la inteligencia emocional que conocemos en la
actualidad (Trujillo y Rivas, 2005).
Posteriormente, en el año 1990 Mayer y Salovey desarrollaron el concepto de inteligencia
emocional como parte de la inteligencia social (García, 2003). Siendo en el año 1995, que este
término entraría en su máxima difusión gracias al científico y psicólogo Daniel Goleman, a través
de su libro denominado “La inteligencia emocional” (Jiménez, 2009).

1.2. Conceptos de inteligencia emocional


Con la finalidad de tener una concepción más clara y detallada sobre la inteligencia emocional, a
continuación se citarán autores que han realizado investigaciones respecto a este tema en particular:
La inteligencia emocional es tener la capacidad interna de reconocer nuestros sentimientos y los de
las demás personas, así como motivarnos y mantener de una manera óptima las relaciones con los
otros y con uno mismo. Asimismo, el hecho de contar con inteligencia emocional no significa que
se tenga una competencia emocional, sino que se cuenta con una gran capacidad para lograr
desarrollarla (Goleman, 1998, como se citó en Palomeque et al., 2020).
La inteligencia emocional, se refiere a aquellas habilidades y competencias tanto sociales como
emocionales que posee un individuo, las cuales respaldan la capacidad para tener resultados
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exitosos frente a situaciones de presión y demanda que puedan experimentar (Bar-On, 1997, como
se citó en Trujillo y Rivas, 2005).
La inteligencia emocional hace referencia al uso inteligente de las emociones, es decir, éstas se
controlan de manera intencional con la finalidad de que trabajen para nosotros e influyan en
nuestro comportamiento, así como en nuestro modo de pensar para obtener mejores resultados
(Rico, 2002).
En base a estas tres definiciones, se puede decir que la inteligencia emocional radica en el
conocimiento de uno mismo para aprender a controlar nuestras emociones y reconocer las de los
demás, todo con la finalidad de motivar y mantener una relación estable con ellos. A su vez esto
permitirá que, ante cualquier situación, el individuo tenga la capacidad de afrontarla de la mejor
manera, evitando que sus emociones le jueguen en contra.

1.3. Modelos teóricos


En esta oportunidad se abordarán tres modelos de inteligencia emocional: El modelo de habilidades
de Mayer y Salovey, el modelo de la inteligencia emocional de Bar-On y por último, el modelo de
competencias de Daniel Goleman. Por lo que a manera de introducción se expondrá aspectos claves
de los modelos teóricos mencionados anteriormente.
Cuando nos enfocamos en el modelo de habilidades de Mayer y Salovey, la inteligencia emocional
se percibe como el hábito de comportamiento y poner en práctica habilidades que conllevan a un
aprendizaje, desarrollo y entrenamiento, de manera que las habilidades mentales sean analizadas y
permitan a las personas utilizar la información que proporcionan sus emociones. Por otro lado, se
categoriza al modelo la inteligencia emocional de Bar-On y modelo de competencias de Daniel
Goleman como modelos mixtos, es decir, desde la perspectiva de estos modelos se considera a la
inteligencia emocional como un conjunto de habilidades mentales y rasgos de personalidad con los
que cuenta un individuo.

1.3.1. Modelo de habilidades de Mayer y Salovey


Según Goleman et al. (2005), este modelo consiste en cuatro fases de aptitudes, abarcando desde
los procesos psicológicos básicos hasta otros más complicados constituidos por la emoción y
cognición, los cuales se relacionan entre sí. El desarrollo de las fases mencionadas es de la
siguiente manera:
a) Percepción emocional
En esta parte el individuo tiene la capacidad de percibir, identificar y valorar las emociones
tanto de él mismo como la de los demás, con la intención de que éstas se puedan expresar
de una manera correcta. Asimismo, al identificar estas emociones se puede excluir las que
no contribuyen de manera positiva.
b) Facilitación emocional del pensamiento
Implica tener la capacidad de considerar los sentimientos al momento de razonar o
solucionar problemas. En este sentido, las emociones destacan la información más
relevante e importante para que el pensamiento se enfoque en ello. Entonces, las
emociones son tan identificables que son utilizadas como ayuda para tomar decisiones, de
manera que los puntos de vista de un problema son influenciados por el estado emocional
de la persona, generando e incentivando el pensamiento creativo, es decir, esta habilidad

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sugiere que las emociones impactan de manera positiva al momento de razonar y procesar
la información.
c) Comprensión emocional
Hace referencia a la capacidad de análisis que posee uno mismo en cuanto al conocimiento
de sus emociones y la de los demás, con la finalidad de discernir de dónde provienen
aquellas emociones detectadas. Mencionar además que estas señales emocionales tienen
también influencia en las relaciones interpersonales del individuo. A su vez, esta
comprensión emocional permite que la persona pueda identificar sus emociones y
etiquetarlas, reconociendo la relación que existe entre el cerebro cognitivo y emocional,
desde una perspectiva racional e interpretación emocional.
d) Regulación emocional
Representa la capacidad que tiene el individuo de balancear las emociones negativas y
positivas tanto de él mismo como las de los demás, de manera que las emociones negativas
no afecten su desempeño a nivel intrapersonal e interpersonal. En este sentido, se busca
que la regulación emocional sea aquel factor que impulse y potencie las emociones
positivas en un individuo y en los demás.

1.3.2. Modelo de la inteligencia emocional de Bar-On


Este modelo plantea que las habilidades y destrezas pueden desarrollar y cambiar a través del
tiempo, lo cual implica que estas puedan mejorar con la práctica y entrenamiento. Tal así que uno
puede llegar a poseer la inteligencia emocional y social, incrementando la capacidad de reconocer y
expresar sus propias emociones como también comprender la de los demás, dando como
consecuencia el mantener relaciones interpersonales sanas y responsables, sin tener que llegar a
generar una dependencia. Por ello, se considera que uno de los factores para tener éxito en la vida,
es poseer inteligencia emocional (Montejo, 2019).
Dentro de este modelo, Bar-ON (1997, como se citó en Trujillo y Rivas, 2005) consideró cinco
aspectos fundamentales:
a) Componente intrapersonal 
Hace referencia a la capacidad de comprender, reconocer y apreciar los sentimientos de uno
mismo.
b) Componente interpersonal 
Habilidad que consiste en comprender y reconocer las emociones de los demás de manera que
se pueda establecer un vínculo interpersonal recíproco.
c) Componente de manejo de estrés 
Este componente implica lidiar de manera optimista aquellas emociones negativas producto de
una situación compleja o difícil. Tal así, que para lograrlo se tiene que trabajar controlando los
impulsos, para que las decisiones que se tomen no sean basadas en emociones.
d) Componente de estado de ánimo
Capacidad para afrontar los cambios, aceptarlos y brindar soluciones, todo con la finalidad de
generar un estado de ánimo positivo a través de la automotivación.
e) Componente de adaptabilidad 
Es la capacidad para responder de manera rápida y realista al cambio generado en un entorno
con el fin de resolver un problema.

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1.3.3. Modelo de las competencias de Daniel Goleman
El modelo de Goleman, hoy en día, se considera como uno de los más importantes y dentro del cual
se contemplan dos categorías globales de competencias:
La primera hace referencia a la competencia personal, que infiere el conocimiento de uno mismo,
la automotivación y autorregulación. Por su parte, la segunda categoría es la competencia
interpersonal, la cual implica la gestión de relaciones de manera que se ponga en práctica el
reconocimiento de sentimientos, preocupaciones y necesidades de otras personas y a su vez,
permite desarrollar la habilidad de ayudar a otros a manejar sus emociones (Goleman, Cary &
Warren, 2005).
A continuación, se expondrá con mayor profundidad las dos competencias con las que cuenta la
inteligencia emocional según este modelo:
a) Competencias personales
Conformada por una serie de competencias que influyen en gran medida la manera en la que
nos relacionamos con nosotros mismos y esta a su vez, cuando es relacionada al trabajo, se
compone de los siguientes tres componentes:
- Automotivación
Este aspecto se evidencia cuando hay una continua búsqueda y persecución de los
objetivos a pesar de las dificultades e inconvenientes propios del entorno. Esto implica que
uno mismo se anime constantemente, se dé razones e impulso de manera que todas estas
acciones tengan una influencia directa en el estado de ánimo de uno mismo y en la vida.
- Autoconciencia
Este aspecto es característico de aquellas personas que tienen la habilidad de reconocer de
manera realista sus fortalezas, debilidades y emociones para que de esta forma, puedan
identificar también la influencia de estas sobre los demás.
- Autocontrol
Se evidencia en aquellas personas que tienen la habilidad de controlar sus impulsos,
enfocándose hacia un objetivo, lo cual como consecuencia genera un pensamiento crítico
antes de actuar y también ayuda a mantener el control del estrés ante situaciones adversas.
b) Competencias interpersonales
Es la habilidad que facilita a las personas el poder entender y comprender a los demás. Esta se
fundamenta en dos pilares: la empatía e inteligencia social.
- Empatía
Hace referencia a la facilidad que posee un individuo para comprender las necesidades,
sentimientos y problemas de otros, intentando ver y analizar la situación desde la
perspectiva del afectado para que, a partir de ahí, se actúe de manera prudente de acuerdo a
las reacciones emocionales que presenta la otra persona.
- Inteligencia Social
Es el talento que una persona posee para gestionar relaciones con los demás de manera que
pueda influenciar y persuadir a la otra persona. Cabe destacar que quienes poseen esta
habilidad son personas con un alto nivel de negociación, habilidades de liderazgo y son
quienes al trabajar en equipo logran que todos colaboren.

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2. Intención emprendedora

2.1. Conceptos de intención emprendedora


Existen distintos factores que influyen en la decisión de emprender, como los factores personales y
sociales, que según Frese (2009) intervienen de forma positiva o negativa en el desempeño de un
emprendimiento. Sin embargo, Baum (2007) afirma que estos no son suficientes ya que el factor
indispensable para la decisión de emprender es la intención de transformar ideas de negocios en
bienes o servicios exitosos. Así pues, Ajzen (1991) entiende la intención como un indicador del
esfuerzo que una persona está dispuesta a hacer para cumplir determinada acción.
La intención emprendedora se puede percibir de dos maneras. Por un lado, como una etapa previa
al proceso de emprender, considerando que el proceso empieza con una idea creativa de un
producto o servicio que responde a necesidades identificadas (Ajike et al., 2015). Por otro lado,
como parte del proceso de emprender, siendo la intención emprendedora el primer paso para la
creación de una empresa (Sánchez, Lanero, & Yurrebaso, 2005).
La intención emprendedora se define como el reconocer en uno mismo el propósito o convicción,
de forma voluntaria y consciente, de crear una empresa, así como la planificación necesaria para su
futuro surgimiento (Thompson, 2009; Soria-Barreto et al., 2016). Asimismo, Prodan & Drnovsek
(2010) reconocen la intención emprendedora como un estado mental donde la persona enfoca todos
sus esfuerzos en cumplir un determinado objetivo, este puede ser la creación de una nueva empresa
o la creación de valor en una organización existente, influenciando y direccionando todas sus
acciones hacia el cumplimiento de dicho objetivo.

2.2. Críticas a los modelos de los rasgos de personalidad y demográficos


El análisis de la intención emprendedora se puede realizar a través de modelos de intención, que se
desarrollarán en el presente trabajo, o los modelos de los rasgos de personalidad y demográficos.
Por ello, se va a desarrollar una breve apreciación del por qué se considera con mayor peso el
análisis a través de los modelos de intención frente a la otra alternativa. Gartner (1988) plantea que
la importancia de los modelos de intención está en que evalúan las acciones del emprendedor,
mientras que el modelo de rasgos se centra en quién es el emprendedor. No obstante, se resalta la
importancia de conocer la personalidad del individuo para determinar sus aspiraciones, experiencia
y potencial para emprender; más no debería de analizarse solo desde esta dimensión, sino
considerarlo como parte secundaria del análisis al emprendedor. Apoyando este pensamiento,
Ubierna (2015) expone que, al profundizar los modelos de comportamiento en base a las
intenciones, es fácil percatarse que los rasgos de personalidad y demográficos no son, ni deben
considerarse opuestos a los modelos actitudinales, sino valorarlos en conjunto puesto que
demuestran una mayor efectividad al aplicarlos como complementarios.
Contrario a lo antes expuesto, Moriano et al. (2001) plantea que el modelo de rasgos de
personalidad brinda un acercamiento impreciso y general pues analiza comportamientos habituales,
es decir, predice actitudes frente situaciones usuales y cotidianas, más no estudia comportamientos
fuera de lo habitual como es el caso de la intención y el comportamiento emprendedor. Mientras
que el estudio de las actitudes brinda aproximaciones del comportamiento de las personas hacia un
determinado objeto y en un momento en específico.
Habiendo explicado estos dos puntos de vista, en el presente trabajo se toma como referencia la
visión de Gartner (1988) pues consideramos que el estudio de la intención emprendedora debe
centrase en el comportamiento y actitud del individuo frente a la alternativa de emprender (modelos

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de intención) y no solo en las cualidades que posee (modelo de los rasgos de personalidad y
demográficos). Consideramos como principal motivo que el modelo de rasgos de personalidad no
brinda información completa y detallada de la postura de la persona frente a la intención de
emprender, sino un panorama muy amplio del comportamiento del individuo en todos los aspectos
de su vida.

2.3. Modelos de la intención emprendedora

Son muchos los modelos y teorías que desarrollan el comportamiento de las personas en el campo
del emprendimiento. Sin embargo, la intención de emprender es analizada con frecuencia a través
de modelos de intención ya que brindan un marco de trabajo sólido y coherente para comprender el
proceso de emprender (Osorio y Roldán, 2015). Los tres modelos de intención más usados y
considerados relevantes en los estudios relacionados al emprendedurismo son el modelo del evento
emprendedor planteado por Shapero y Sokol (1982), la teoría de comportamiento planificado
propuesta por Icek Ajzen (1991) y el modelo de potencial emprendedor elaborado por Krueger y
Brazal (1994)

2.3.1. Modelo del evento emprendedor


Este modelo fue desarrollado por Shapero y Sokol en 1982, lo denominaron Entrepreneurial Event
Model (EMM). Se basa en que el ingreso de un suceso externo, que ellos denominan
“desplazamiento”, puede modificar el comportamiento habitual de los individuos dando como
consecuencia un cambio en la actuación o dirección que hasta el momento era usual. Hay que tener
en cuenta que este suceso externo puede producir un efecto positivo o negativo en la intención
emprendedora de una persona (Ubierna, 2015).
Para Shapero y Sokol (1982) es necesario considerar tres elementos para la creación de una nueva
empresa: La percepción de deseabilidad, la percepción de viabilidad y la propensión a actuar ante
nuevas oportunidades. Los dos primeros elementos, percepción de deseabilidad y viabilidad, están
relacionadas con la percepción propia que tiene una persona sobre su proyecto; mientras que el
tercer elemento, propensión a actuar, se refiere a la percepción de las oportunidades que aparecen
en el contexto (Carlo, 2018).
a) La percepción de deseabilidad (desirability)
Se refiere a la percepción que tiene una persona de lo que su círculo más cercano, tanto
amistades como familiares, pensarán de la posibilidad o idea de crear una nueva empresa.
En otras palabras, se refiere a la aprobación o no de esta decisión por parte de las personas
más importantes de su vida. Otro aspecto a considerar es la cultura social, pues también se
tienen ciertas normas sociales del entorno en el que se desenvuelve el individuo (Tarrats-
Pons et al., 2015).
b) La percepción de viabilidad (feasibility)
Este aspecto señala la mayor o menor capacidad que posee cada persona para ejercer de
forma eficaz su comportamiento emprendedor, dicho de otra manera, la autoeficacia
percibida o autopercepción del potencial emprendedor de la persona (Tarrats-Pons et al.,
2015). En este sentido va a depender en gran parte del grado en que la persona reconozca la
presencia de tres elementos: Los recursos económicos suficientes para desarrollar las
actividades, el clima general de políticas e infraestructura del entorno social y las
capacidades necesarias para sacar adelante la empresa (Alonso y Galve, 2008).

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c) La propensión a actuar
Se refiere al elemento o situación que estimula a la persona a crear una nueva empresa, es
por ello que se considera como un factor decisivo para desencadenar la constitución de una
empresa. (Tarrats-Pons et al., 2015). Este elemento determinante puede ser negativo, como
un despido, un mal clima laboral, o positivo como una promoción laboral o un
reconocimiento público (Shapero y Sokol, 1982).
Asimismo, Shapero y Sokol (1982) aclaran que la percepción de deseabilidad y la
percepción de viabilidad actúan de forma recíproca. Es decir, si un empresario potencial
intuye que crear una empresa es imposible, optará por no arriesgarse y declinar. De igual
modo, si una persona intuye la acción de crear una empresa como indeseable, no la tendrá
en cuenta incluso si el acto es viable.

2.3.2. Teoría del comportamiento planificado


Previa a la Teoría del Comportamiento Planificado desarrollada por Icek Ajzen surge la Teoría de
Acción Razonada en 1975, donde Fishbein y Ajzen sostienen que las intenciones son claras
previsoras de la conducta y a su vez, establecen dos variables como determinantes para la
intención: La actitud hacia el comportamiento y las normas subjetivas (Rueda et al., 2013).
Posterior a esto, en 1991 Ajzen desarrolla a mayor profundidad esta teoría agregando una nueva
variable, quedando finalmente la Teoría del Comportamiento planificado (TBP) con tres claras
variables que determinan la intención de un comportamiento:
a) Actitud hacia el comportamiento
Se refiere a la predisposición o tendencia que tienen los individuos hacia el desarrollo de
cierta conducta, esta puede ser favorable o no. Fishbein y Ajzen (1975) en su modelo
expectativa-valor sostienen que la actitud es consecuencia de las creencias y opiniones que
tienen las personas sobre el comportamiento y el peso que les dan a estas (Rueda et al.,
2013). La actitud hacia el comportamiento se precisa como la percepción que tiene un
individuo del resultado que tendrá al llevar a cabo cierta acción (Fini et al., 2012). Este
factor se considera relevante en la intención emprendedora por su capacidad de predecir,
puesto que muestra la percepción que posee una persona acerca del resultado de cierto
comportamiento (Ajzen, 2002).
b) Norma subjetiva
Se refiere a la influencia que ejerce un grupo social, es decir, la presión social que recibe
una persona para comportarse o no de determinada manera. En este factor se mide el grado
en el que los individuos más cercanos a la persona se sienten satisfechas con el
comportamiento realizado, así como el efecto que tendrá la opinión de las demás personas
sobre este. Además, la norma subjetiva es resultado de la valoración de las expectativas o
creencias de un grupo de referencia importante para la persona (Osorio y Roldán, 2015).
c) Control percibido en el comportamiento
Según Wood y Bandura (1986) el control percibido se basa en lo que ellos denominaron
“autoeficacia”, que es precisada como “la creencia en la propia capacidad de movilizar la
motivación, los recursos cognitivos y los cursos de acción” necesarios para lograr los
resultados que se pretenden. Dicho de otra manera, es la confianza que tiene cada persona

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sobre sus capacidades para lograr una meta o realizar cierta actividad, en este caso la
percepción de la eficacia en la creación de una nueva empresa.

2.3.3. Modelo del potencial emprendedor


Este modelo es elaborado por Krueger y Brazeal en 1994, al ser una de las últimas teorías, se
mantiene vigente hasta la actualidad pues cabe destacar que es uno de los modelos de
emprendimiento más utilizados en los últimos años. Estos dos autores toman de referencia los
puntos de similitud entre el modelo del evento emprendedor de Shapero (1982) y la teoría del
comportamiento planificado de Azjen (1991). Por un lado, la principal diferencia entre ambos es la
forma en la que analizan la influencia de las normas sociales en el comportamiento de los
individuos, en la teoría del comportamiento planificado de Ajzen la influencia del entorno social es
de manera directa mientras que Shapero y Sokol en su modelo proponen que es de forma indirecta.
Por otro lado, los mencionados modelos coinciden en que la actitud previa es el elemento clave
para la intención de emprender, el cual Ajzen llama actitud personal y Shapero y Sokol
determinaron como deseabilidad percibida (Carlo, 2018).
Así pues, García y Cañizares (2010) explican que en el modelo del potencial emprendedor, los
autores determinan que la percepción de deseabilidad o desirability, propuesta en el modelo del
evento emprendedor, sería igual a dos de los elementos propuestos en la teoría del comportamiento
planificado de Ajzen, que son la actitud hacia el comportamiento y las normas sociales. De la
misma manera, la percepción de viabilidad o feasibility del modelo del evento emprendedor de
Shapero y Sokol equivaldría al control percibido en el comportamiento, presentado en la teoría de
Icek Ajzen. Destacar además que este modelo enfatiza la relación entre ambas percepciones, de
deseabilidad (desirability) y viabilidad (feasibility), como factor decisivo para el establecimiento de
la credibilidad emprendedora. Partiendo de esta idea, Krueger y Brazeal afirman que en el
momento en que una persona reconoce un comportamiento emprendedor como deseable y factible,
le otorga credibilidad a la propuesta emprendedora, lo que generará el potencial para empezar un
negocio, en especial si el individuo cuenta con cierta propensión a emprender (Krueger et al., 2000)
Davidsson (1995), quien apoya el presente modelo, precisa que la intención emprendedora no
puede predecir totalmente la decisión de las personas de abrir su propio negocio. Esto se debe a
que, si bien la decisión ha sido planeada desde hace algún tiempo y es precedida por una intención,
en ciertos casos la intención se construye poco tiempo antes de la decisión real de emprender, así
como otros casos en los que no se llega a concretar la elección. Así pues, el autor defiende que la
credibilidad es el elemento determinante, como bien lo exponen Krueger y Brazeal en su modelo,
debido a que este factor demuestra la seguridad que tiene unas personas en la decisión de
emprender, considerándola como la mejor y más acertada alternativa.
3. Influencia de la inteligencia emocional en la intención emprendedora

3.1. Influencia directa

3.2. Influencia indirecta

4. Conclusiones

11
5. Lista de referencias

Ajike, D., Kelechi, N., Hamed, A., Onyia, V. y Kwarbai, J. (2015). Educación para el
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