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Daño cerebral:
Se emplea en sentido general para indicar una destrucción estructural o
alteración bioquímica de la organización cerebral, cualquiera que sea su causa,
gravedad, naturaleza o evolución. No obstante en neuropediatría se utiliza en
un sentido más específico para señalar las lesiones estáticas del SNC.
El término lleva implícito un criterio de organicidad bien definido u que
se ha ampliado para incluir todos los factores que se originan o son
inherentes a la enfermedad y que comprenden:
Variaciones genéticas
Alteraciones bioquímicas
Lesión perinatal
El resultado de las lesiones ocurridas durante los años
críticos del desarrollo y maduración del SNC.
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Criterios clínicos de las lesiones progresivas del SNC:
1. pérdida progresiva de logros motores y cognoscitivos después de una
etapa más o menos larga de desarrollo normal
2. antecedentes familiares de enfermedad progresiva
3. consanguinidad de los padres
4- ausencia de antecedentes perinatales
Desde el punto de vista del examen hay datos que ayudan: macrocefalia,
hepatoesplenomegalia, amaurosis y lesiones neurocutáneas.
Diagnóstico de localización:
El retraso en todas las áreas (motoras y cognoscitivas) sugiere una
lesión central.
La presencia de estigmas congénitos o anomalías menores o mayores en
número de dos o más sugieren una lesión central prenatal.
El hallazgo de una hepatoesplenomegalia, macrocefalia, atrofia óptica
y/o degeneración macular, así como de lesiones cutáneas, hacen
sospechar una lesión progresiva.
En las lesiones periféricas el retraso es más motor y no deben existir
estigmas congénitos.
La circunferencia craneal mayor o menor que dos desviaciones estándar
aboga por lesión central.
La flexión del brazo con puño cerrado, la hiperextensión con equinismo
y el opistótonos hablan a favor de una lesión central. En las lesiones
periféricas la postura más frecuente es la posición en rana.
Las discinecias y los movimientos involuntarios son frecuentes en las
lesiones centrales. En las periféricas existirá si acaso temblor fino o
fasciculación.
La hipertonía señala una lesión central; la hipotonía puede ser de causa
central o periférica.
En la hipotonía de origen periférico los reflejos están disminuidos o
abolidos; en la hipotonía de origen central están exaltados.
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El trastorno funcional que sigue a un daño cerebral depende de varios
factores biológicos: tamaño y localización de la lesión, si es eléctricamente
activa, focal o difusa, así como de la edad en el momento de la lesión.
La lesión por encefalopatía hipóxico-isquémica es el problema
neurológico más importante en el período perinatal. Esta variedad de lesión
explica un número mayor del déficit neurológico no progresivo en niños del
que causa cualquier otro tipo de trastorno. Los signos neuropatológicos
denotan 4 lesiones clínicamente importantes en la encefalopatía hipóxico-
isquémica. Las 2 dos que se relacionan con la hipoxemia son: necrosis neuronal
y status marmoratus de los ganglios basales y del tálamo. Los 2 relacionados
con la isquemia son: infarto de vertiente y leucomalacia periventricular.
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inmediatamente después del nacimiento. La asfixia y la lesión perinatal
explican el 15% o más de los casos.
Diagnóstico de localización:
PCI espástica: afecta la región precentral y/o los haces piramidales,
PCI discinética: afecta a los ganglios basales y/o las vías extrapiramidales,
PCI atáxica: afecta el cerebelo.
PCI discinética:
Implica un trastorno de la actividad voluntaria producido por movimientos
incontrolados, sin propósitos, que desaparecen durante el sueño. El tipo más
corriente es la atetosis que está caracterizada por movimientos lentos,
rotatorios, vermiformes que afectan, generalmente las 4 extremidades, pero
también la cara y en menor grado el tronco. En la atetosis los movimientos son
más distales y pequeños y en la corea más proximales y amplios.
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La PCI atetósica por ictero nuclear pasa por 4 períodos: 1. recién nacido:
pérdida de los reflejos de moro, succión y prehensión, llanto de tono alto,
opistótonos, mano cerrada fuertemente; 2. 2da semana a los 3 meses: período
silente sin trastornos motores, aunque hay dificultad en la alimentación; 3- de
los 3 meses al año: retraso motor, opistótonos, hipotonía/distonía/hipertonía;
4. después del año: aparecen los movimientos atetósicos y es cuando se puede
hacer el diagnóstico.
PCI rígida:
Marcada hipertonía, sin hiperreflexia, ni clonus. Tienen un grado de retraso
mental muy intenso que se manifiesta por desconexión casi completa del
ambiente.
PCI atáxica:
Existe falta de coordinación; no se puede diagnosticar antes del primer año.
Se caracteriza por incoordinación motora, trastornos del equilibrio, aumento
de la base de sustentación, hipotonía, dismetría, temblor intencional, retraso
psicomotor y trastornos del lenguaje.
Los tipos mixtos de PCI existen, pero generalmente, con predominio de una
variedad.
Diagnóstico de la PCI:
Es esencialmente clínico. Se basa en la historia cuidadosa y en el examen
neurológico. Los indicadores posibles de una PCI pueden ser: dificultad en la
alimentación, irritabilidad sin causa aparente, desviación del patrón de sueño
normal y desarrollo motor atípico.
Ningún examen complementario es esencial. La radiografía de cráneo se
puede indicar para investigar craneosinostosis y calcificaciones
intracraneales. El EEG puede poner en evidencia descargas en niños con
ataques epilépticos. Muchos pacientes con PCI muestran un EEG normal, no
existiendo correlación entre la intensidad de la anormalidad motora y este
estudio.
El diagnóstico etiológico de la PCI en el niño debe confirmarse con los
estudios de neuroimagen: la ultrasonografía craneal, la tomografía axial
computarizada, la resonancia magnética nuclear, la tomografía por emisión de
positrones, la gammagrafía cerebral.
Pronóstico de la PCI:
Existe un cierto porcentaje de casos, que sometidos a un tratamiento
correcto consiguen una recuperación suficiente para una adaptación familiar y
social. El pronóstico está en función de la edad (un tratamiento temprano es
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lo más efectivo, de ahí la importancia del diagnóstico precoz; de la etiología
(especial gravedad: la ictericia nuclear) y de la intensidad de la parálisis y
demás síntomas, siendo factores de mal pronóstico los trastornos sensoriales
(sordera, amaurosis), la epilepsia (a menudo rebelde al tratamiento) y la
oligofrenia grave.
Tratamiento de la PCI:
Es integral y multidisciplinario e incluye entre otras las siguientes
especialidades: medicina general integral, pediatría, neurología, medicina
física y rehabilitación, logofoniatría, psicología, psiquiatría, ortopedia,
oftalmología, audiología. La PCI es raramente una condición genética, lo que
facilita el consejo genético.
La fisioterapia ha permanecido como el tratamiento más importante del
trastorno motor. El método fisioterapéutico que se recomienda es aquel en el
que más experiencia tenga el fisioterapeuta (estimulación temprana).
Ninguna droga hasta el momento ha probado ser útil en las PCI. Quizás la
única que tiene efecto antiespástico y al mismo tiempo es sedante es el
diazepam. El baclofén reduce el tono flexor y los espasmos aparentemente
por un mecanismo vía médula espinal (tiene pocos efectos secundarios y no
produce debilidad muscular). El dantrolene tiene algún efecto beneficioso en
la atetosis y la espasticidad, pero se debe usar con sumo cuidad por su
potencial toxicidad hepática. Los ataques epilépticos se tratan de forma
similar a cualquier ataque. La droga de elección es la carbamazepina. En los
casos de hiperactividad se utiliza el metilfenidato.
En el tratamiento de la hostilidad, la agresividad, los ataques de cólera y la
destructividad, se utilizan la tioridazina, la clorpromazina y el haloperidol.
Es fundamental brindar apoyo psicológico y emocional tanto al paciente como
a los padres. La selección de la escuela o institución debe ser individual. Si el
niño no está mentalmente retrasado y el defecto motor no es muy invalidante
se indicara la escuela común para niños normales. La escuela especial se
recomendará solamente si a causa de su defecto motor o mental el niño es
incapaz de progresar en la escuela común.
En resumen los objetivos profilácticos y terapéuticos en la PCI incluyen la
profilaxis pre, peri y postnatal. La estimulación precoz, fisioterapia y
reeducación general, la medicación sintomática, el tratamiento ortopédico y
quirúrgico.
Dentro de las infecciones del SNC desde un punto de vista anatómico muy
amplio y según su localización y características patológicas podemos
considerar:
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1. osteomielitis craneal,
2 abscesos: epidural, subdural, parenquimatoso,
3. tromboflebitis craneal,
4. meningoencefalitis.
Meningitis neonatal:
Inflamación de las menínges debida habitualmente a una invasión bacteriana
en el curso de las primeras 4 semanas de vida. Aparece en 2/10000 recién
nacidos a término y en 2/10000 recién nacidos de bajo peso. Acompaña con
frecuencia a la sepsis neonatal y aparece en alrededor de 25% de estos
casos. El estreptococo beta hemolítico del grupo B, la e. coli y la listeria
monocytogenes son responsables de alrededor del 75%. También son agentes
patógenos los enterococos, la klebsiella, el enterobacter y el citrobacter.
Además en los últimos años existe un aumento creciente de meningitis
neonatal por haemophilus influenzae, neisseria meningitidis y streptococcus
pneumoniae.
Diagnóstico
A menudo solo presentan los hallazgos asociados a una sepsis neonatal
(irritabilidad térmica, distres respiratorio, ictero, apnea).
Los signos de SNC: letargia, convulsiones sobre todo focales, vómitos,
irritabilidad) son más específicos en cuanto a la presencia de una
meningitis. Es frecuente encontrar una fontanela abombada o llena.
El examen del LCR permite el diagnóstico definitivo. Los valores
normales del LCR en los recién nacidos son discutibles: para los de bajo
peso se aceptan la presencia de 20 leucocitos, un nivel de proteínas de
160 mg/dl y una concentración de glucosa de 50 mg/dl. Para los recién
nacidos a término los límites se sitúan en 10 leucocitos, las proteínas en
80 y la glucosa en 50. Es frecuente el hallazgo de una ventriculitos.
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El diagnóstico se establece cuando con la punción ventricular se obtiene
un recuento de leucocitos mayor de 100. La tinción de Gram y/o el
cultivo es positiva. Se detecta una hipertensión ventricular y los
ventrículos se hallan dilatados.
Cuando el recién nacido no responde al tratamiento y se sospecha una
ventriculitos o un absceso cerebral, la ecografía y la TAC pueden ser
útiles.
Fisiopatología:
Las bacterias llegan a las meninges por diseminación hematógena, por
extensión desde estructuras infectadas cercanas y por comunicación del LCR
con el exterior. La infección del LCR no produce inflamación meníngea sino
después de un periodo variable y lo hace a partir de la liberación de
lipopolisacaridos de la pared celular. Estas sustancias inducen la liberación de
mediadores endógenos (TNF, interleucinas 1 y 6) los cuales propician la
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ruptura de la barrera hematoencefálica (BHE) así como la exudación de
albúmina lo que facilita el desarrollo del edema cerebral. En una fase más
avanzada los mediadores señalados inducen mecanismos para l adhesión de los
neutrofilos al endotelio cerebral y posteriormente se paso a través de la
BHE. Ya en el LCR los neutrofilos son activados por diversas citoquinas y se
liberan leucotrienos y prostaglandinas los cuales dañan más la BHE y producen
mucho más edema cerebral. El desencadenamiento de una respuesta
inflamatoria exagerada y nociva es lo que determina el agravamiento y muerte
del paciente. La potente acción bactericida de los antibióticos puede
esterilizar rápidamente el LCR, pero destruir masivamente las bacterias y
“echar más leña al fuego”.
Diagnóstico:
A menudo una enfermedad respiratoria previa precede a la fiebre, los
vómitos, la cefalea y la rigidez nucal que caracterizan a la meningitis aguda.
Las variaciones en el nivel de conciencia progresan a través de irritabilidad,
confusión, somnolencia, estupor y coma. Puede haber convulsiones y
neuropatías craneales. Las deshidratación es frecuente y el colapso vascular
puede llevar al shock (síndrome de Waterhouse-Friderichsen) especialmente
en la sepsis meningocócica. En los lactantes hay irritabilidad y abombamiento
de la fontanela; pueden aparecer derrames subdurales (convulsiones, fiebre
persistente, aumento del perímetro cefálico). En niños mayores son
frecuentes los signos de Kernig y de Brudzinski. La erupción petequial junto
con signos meníngeos sugiere una meningitis meningocócica.
Las manifestaciones mielíticas más frecuentes son: parestesias de las
piernas, seguida por debilidad y parálisis fláccida con trastornos de la
sensibilidad; puede haber trastornos esfinterianos y otros del sistema
autónomo.
Exámenes complementarios:
En una meningitis bacteriana aguda el LCR citoquímico suele ser turbio o
purulento, hipertenso, con una marcada pleocitosis a predominio de
polimorfonucleares, hay hiperproteinorraquia e hipoglucorraquia. Debe
hacerse tinción de Gram (si diplococos arriñonados Gram negativos:
meningococo; si diplococos lanceolados Gram positivos: neumococo, si coco
bacilos Gram negativos con pleomorfismo: haemophilus), cultivo del LCR,
aglutinación de Látex, contrainmunoelectroforesis y reacción en cadena de la
polimerasa (PCR). La búsqueda de una causa infecciosa debe incluir
hemocultivos y cultivos de la rinofaringe, secreciones respiratorias, orina y
cualquier lesión cutánea que exista. La TAC puede ser normal o mostrar unos
ventrículos pequeños. La RMN es superior en la detección de la inflamación
subaracnoidea.
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2. Encefalomielitis: el mismo trastorno cuando afecta estructuras de la
médula espinal además del cerebro.
3. Meningitis aséptica: inflamación meníngea febril caracterizada por la
presencia en el LCR de pleocitosis mononuclear, glucosa normal, ligera
hiperproteinorraquia y por la ausencia de bacterias en el examen y el
cultivo.
Encefalitis herpética:
Enfermedad poco frecuente (1 caso por cada 200000-500000 individuos); un
30% se produce en la edad pediátrica. En el periodo neonatal (por
contaminación adquirida en el tracto genital materno); en lactantes y niños
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mayores (de manera esporádica) El VHS 1 afecta a lactantes, niños y
adolescentes (reactivación del virus); el VHS 2 afecta a recién nacidos
(infección primaria). La clínica es inespecífica con pródromos de fiebre,
cefalea y alteraciones del comportamiento, seguida de toma de la conciencia,
convulsiones focales y déficit neurológico. El diagnóstico diferencial al inicio
incluye: meningitis, infarto cerebral, encefalopatías, convulsión febril
compleja. Los complementarios en la fase inicial, pueden ser normales o
sugerir otros diagnósticos. El LCR presenta pleocitosis a predominio de
linfocitos; el EEG es lento con complejos periódicos temporales; la PCR
(investigación del ADN vírico en el LCR por la reacción en cadena de la
polimerasa) permite realizar el diagnóstico y evaluar la respuesta
terapéutica. El tratamiento de elección es el aciclovir (hasta 30 mg/kg/día)
de 14 a 21 días, asociado a anticonvulsivantes, medidas antiedema y vigilancia
en Unidad de Cuidados Intensivos; la mortalidad es elevada.
Complicaciones precoces:
Edema cerebral, SIRS por sepsis, sepsis grave, shock séptico, fracaso
multiorgánico, ventriculitos, colecciones y/o abscesos, deshidratación,
hipoglicemia, hiponatremia dilucional (síndrome de secreción inadecuada de
hormona antidiurética), coagulación intravascular diseminada (CIO), sepsis
nosocomial.
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Los episodios repetidos de meningoencefalitis son raros pero pueden seguir 3
pautas diferentes: recrudescencia, recidiva y recurrencia.
Complicaciones tardías:
Motoras, sensitivas, convulsivas y mentales. Entre ellas PCI, hipoacusia o
sordera, baja visión o amaurosis, trastornos del habla y del lenguaje,
epilepsia, retraso mental, disfunción cerebral mínima, trastornos del
aprendizaje y/o conducta, hidrocefalia.
Tratamiento:
El éxito en la evolución de un paciente con meningoencefalitis incluye la
necesidad de un diagnóstico precoz y de un tratamiento oportuno mediante el
estricto cumplimiento del Programa de prevención, diagnóstico, tratamiento y
rehabilitación.
Medidas generales:
Monitorear (función cardíaca, función respiratoria, tensión arterial,
temperatura), garantizar vía venosa, medir diuresis horaria, sonda de
levine, hoja de balance hidromineral, posición horizontal: cabeza central a 30
grados; toma de exámenes complementarios de urgencia: hemograma, LCR,
glicema, gasometría, ionograma, hemocultivo, coagulograma, osmolaridad en
sangre y orina, urea, creatinina.
Las medidas para mejorar las condiciones del paciente incluye:
el uso de Dexametasona (0,15 mg/kg/dosis, cada 6 horas), la corrección de
los desequilibrios hidromineral, ácido básico y metabólico, la estabilización
hemodinámica (de preferencia solución salina: 20 ml/kg o albúmina 5 ml/kg).
La disminución del edema cerebral:
incluye el uso de la Dexametasona, garantizar el sodio por encima de 140
Meq/L, manitol al 20% a 0,25 g/kg/dosis cada 4 horas y la hiperventilación
mecánica según criterios clínico, bioquímico y gasométrico.
La profilaxis de las convulsiones:
se realiza con Fenobarbital o Fenitoina entre 6 y 10 mg/kg/día. El uso de la
inmunomodulación es discutido: intacglobin: 100 mg/kg/día durante 5-7 días;
el factor de transferencia solo en casos seleccionados.
El uso de la Dexametasona previa al uso de antibióticos (al menos 30 minutos
o 1 hora antes) constituye un elemento de vital importancia en la disminución
del edema cerebral y las secuelas neurosensoriales sobre todo en pacientes
menores de un año.
La calidad y cantidad de los líquidos está en relación con varios factores:
intensidad del edema cerebral, estado de la perfusión tisular, afectación de
la permeabilidad capilar y volemia.
Recién Nacidos:
Penicilina Cristalina 100 000 Ud/kg/día o Ampicillín hasta 300
mg/kg/día más Gentamicina a 5 mg/kg/día o Amikacina a 15 mg/kg/día. En
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pacientes que no evolucionen bien están indicadas las cefalosporinas de 3ra
generación.
De un mes en adelante:
Si neisseria meningitidis: Penicilina Cristalina 500 000 Ud/kg/día, durante 7 a
10 días
Si haemophilus influenzae: Cefalosporinas de 3ra generación
(Ceftriaxone=Rocephine hasta 150 mg/kg/día) o (Cefotaxima=Claforán hasta
300 mg/kg/día) durante 10 días.
Si streptococcus pneumoniae: Cefalosporinas de 3ra generación y/o
Vancomicina hasta 60 mg/kg/día durante 10 días.
Absceso cerebral:
Colección encapsulada de pus intracerebral que puede deberse a la extensión
directa de una infección craneal, a heridas craneales penetrantes o a una
infección transmitida por la sangre. Las bacterias aisladas de los abscesos
suelen ser anaerobias. No es infrecuente una flora mixta y a menudo incluyen
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streptococcus o bacteroides anaerobios. Puede ser una complicación de las
embolias debidas a cardiopatías congénitas con comunicación derecha-
izquierda.
TRASTORNOS CONVULSIVOS:
Las convulsiones constituyen un trastorno neurológico habitual en la
edad infantil y su frecuencia es de 4-8 casos/1000 niños.
Una crisis (convulsión) se define como un trastorno paroxístico e
involuntario de la función cerebral que puede manifestarse por deterioro o
perdida de la conciencia, trastornos de la función motora, cambios de
conducta, alteraciones de la sensibilidad o por una perturbación funcional del
sistema autónomo.
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deficiencia o dependencia de piridoxina, errores del metabolismo
(galactosemia, aminoacidurias), supresión de drogas en la madre
(barbitúricos, alcohol, opiáceos); orgánicas (asfixia perinatal, hemorragia
intracraneal, infección del SNC, tétanos neonatal, malformaciones del SNC.
Manifestaciones clínicas:
signos sutiles (desviación de los ojos, parpadeo, movimientos bucolinguales,
pedaleo), crisis tónicas, crisis clónicas focales, crisis clónicas multifocales,
crisis mioclónicas, apnea y cianosis.
El tratamiento
debe dirigirse sobre todo a la patología subyacente y secundariamente a las
convulsiones. El tratamiento sintomático de la convulsión se debe iniciar de
inmediato una vez completados los esfuerzos iniciales para iden6tificar su
causa. El Fenobarbital es el fármaco elección y debe administrarse a una
dosis de carga inicial de20 mg/kg por vía intravenosa. Si las convulsiones no
ceden se puede administrar 5 mg/kg cada 15 minutos hasta que aquellas
desaparezcan o hasta un máximo de 40 mg/kg. Si se necesita un segundo
fármaco puede utilizarse la fenitoina la cual se administrará a una dosis de
carga de 20 mg/kg por vía intravenosa, lentamente y en dos dosis de 10
mg/kg para evitar una hipotensión arritmias.
Desde el período neonatal hasta los 2 años las causas más frecuentes de
convulsiones son: fiebre, infecciones del SNC, secuelas de anoxia, hemorragia
y trauma, trombosis en el curso de cardiopatías, deshidratación severa y
sepsis, metabólicas, hematoma subdural, malformaciones, enfermedades
degenerativas.
CONVULSIONES FEBRILES:
Constituyen el problema neurológico más frecuente en toda la pediatría,
sobre todo en el lactante y primera infancia. Son de carácter brusco, benigno
y esporádico y habitualmente no dejan secuelas. Ocurren hasta en el 4% de
los niños y existe una predisposición genética a trastorno.
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respuesta inmune y la tendencia a ser más alta la fiebre en los niños en
comparación con los adultos por motivos no definidos hasta el momento.
Las convulsiones febriles simples son más frecuentes en los varones, en las
edades comprendidas entre los 6 meses y los 4-6 años (con más frecuencia
entre 1 y 2 años), con historia familiar frecuente de convulsiones febriles en
padres y hermanos, antecedentes pre, peri y postnatales negativos,
hipertermia mayor de 38 grados durante el momento de la convulsión y
habitualmente en las primeras 24 horas de la misma, generalizadas ( tónico
clónicas, tónicas, clónicas o atónicas), con una duración menor de 15 minutos,
un examen físico neurológico negativo después de ceder la convulsión, menos
de 5 crisis en el año y un EEG habitualmente normal semanas después de la
convulsión.
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riesgos potenciales de este fármaco no justifican su empleo en un trastorno
que tiene un pronóstico excelente.
Con el uso de estos medicamentos debe vigilarse la hemoglobina, leucocitos,
plaquetas y además la transaminasa pirúvica, cuando se indica valproato
sódico y principalmente en menores de 2 años, manteniendo el tratamiento a
la dosis menor que permita un efecto terapéutico y por un tiempo entre 6 y
12 meses luego del accidente, tiempo que corresponde a la mayor probabilidad
de presentación de recidivas.
Independientemente del tratamiento, el fármaco de elección para el
tratamiento en la fase aguda de las convulsiones febriles es el diazepam o el
lorazepam por vía rectal.
EPILEPSIA:
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epiléptica parece organizarse en la corteza cerebral cuando el balance entre
la excitación y la inhibición es perturbado bien por una disminución de la
inhibición o por un aumento de la excitación.
Esta disfunción puede ser el resultado de una lesión prenatal, perinatal o
postnatal, sea esta una anomalía congénita, vascular o no, tóxica, infecciosa,
tumoral o por un factor hereditario.
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5. Crisis tónica.
6. Crisis tónico clónica.
7. Crisis atónica.
Descarga epiléptica:
descarga neuronal que corresponde a la activación simultánea de un gran
número de neuronas. Tal descarga se describe como hipersincrónica y
autosostenida.
Parálisis de Todd:
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cuando después de un ataque parcial motor, queda un déficit focal en la
región previamente involucrada, que no dura más de 24 horas.
Automatismos epilépticos:
actividad motora involuntaria más o menos bien coordinada que ocurre
durante un estado de obnubilación mental, que acompaña o sucede a una crisis
epiléptica, no dejando de ordinario ningún recuerdo; se presentan en las crisis
parciales complejas y en las ausencias. Se distinguen: alimentarios
(masticación, deglución); mímicos; gesturales simples o complejos;
ambulatorios (fuga), verbales.
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Aura:
sensación de soplo o hálito que sienten algunos pacientes antes de la iniciación
de un ataque; ocurre antes de la pérdida de la conciencia y así el paciente
puede recordarla. Actualmente se considera como síntoma sensorial,
autonómico o psíquico que marca el inicio de una crisis parcial
secundariamente generalizada o de una crisis parcial compleja.
Ataque de ausencia:
interrupción de comienzo súbito de la actividad en marcha, con una mirada en
blanco, fija, posiblemente con una breve rotación del globo ocular hacia
arriba. Existe una suspensión muy breve de la conciencia de 2 a 15 segundos;
si el paciente está hablando, la palabra se enlentece o se interrumpe; si está
caminando se para, casi siempre el paciente no responde cuando se le habla; el
ataque comienza y termina bruscamente. Puede ser con deterioro de la
conciencia solamente (ausencia simple) o con componente clónico ligero,
atónico, tónico, o con automatismo.
Ataque mioclónico:
los saltos o sacudidas mioclónicas, únicos o múltiples son contracciones
súbitas, breves que pueden ser generalizadas o confinadas a la cara, y al
tronco, a una o más extremidades, incluso a un músculo individual o a un grupo
de músculos. Pueden ser repetitivas o aisladas; ocurren por lo regular
alrededor de la hora de ir a dormir o al despertar. No son necesariamente de
naturaleza epiléptica, por lo que el EEG puede ayudar al diagnóstico
diferencial.
Ataques clónicos:
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ataque generalizado convulsivo con una falta del componente tónico y
caracterizado por saltos clónicos repetitivos y bilaterales; la fase postictal
es por lo general corto.
Epilepsia criptogénica: s
e refiere a trastornos cuya causa está oculta; se presumen sean sintomáticas,
pero la causa no es conocida.
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Epilepsia primaria de la lectura.
2 Sintomáticas:
Epilepsia crónica progresiva parcial continúa de la infancia
Síndromes caracterizados por crisis con modos específicos de
precipitación (epilepsias reflejas):
Epilepsias del lóbulo frontal, temporal, parietal y occipital.
3. Criptogénica.
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Epilepsia con punta-onda continúa durante el sueño-
Afasia epiléptica adquirida (Síndrome de Landau-Kleffner).
Otras epilepsias indeterminadas no definidas antes.
2. Sin signos focales o generalizados inequívocos.
Síndromes especiales:
Crisis relacionadas con situaciones: convulsiones febriles, crisis aisladas o
status epiléptico aislado, crisis que ocurren cuando hay un evento agudo
metabólico o tóxico debido a factores tales como alcohol, drogas, eclampsia,
hiperglicemia no cetótica.
Síndrome epiléptico:
Trastorno epiléptico caracterizado por una agrupación de síntomas y signos
que ocurren juntos; estas características incluyen: tipo de ataque, etiología,
localización anatómica, factores precipitantes, edad de comienzo, severidad-
cronicidad, pronóstico y tendencias hereditarias.
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Epilepsia con ausencia de la edad juvenil:
Comienzan en la pubertad y son iguales a las ausencias de la niñez, pero menos
frecuentes en el día.
Síndrome de Lennox-Gastaut:
Se caracteriza por ataques múltiples de distintos tipos que responden muy
probamente al tratamiento, retardo mental y un EEG con puntas ondas lentas
(menos de 3 Hz). Comienza entre el año y los 8 años de edad (edad pico: 3-5
años), más frecuente en varones. Puede mostrar ataques tónico axiales,
atónicos, ausencias atípicas y menos frecuentes los tónico clónicos y los
mioclónicos (todos de breve duración, frecuentes en el día y con pobre
respuesta a las drogas antiepilépticas.
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Epilepsia con ausencia mioclónica:
No es frecuente, comienza entre los 2 y 12 años y se caracteriza por crisis
de ausencias acompañadas de mioclonias bilaterales y a menudo a crisis
tónicas.
Diagnóstico de la Epilepsia:
Se basa en la historia o interrogatorio del ataque, en los antecedentes
familiares, en los antecedentes pre, peri u postnatales, el desarrollo
psicomotor, las condiciones socioculturales y el examen físico general y
neurológico. Los exámenes complementarios no se deben indicar de manera
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sistemática sino de acuerdo con el cuadro clínico de cada paciente. No debe
esperarse el resultado del EEG ya que el diagnóstico de la epilepsia es
fundamentalmente: clínico.
Tercera etapa: identificación del tipo o síndrome epiléptico (de valor el EEG
en los síndromes electro clínicos).
El EEG debe correlacionarse con los datos clínicos, a pesar de ello un EEG
facilita: sentar el diagnóstico electro clínico; caracterizar el tipo de
epilepsia; la indicación para en caso necesario prolongar o no el tratamiento
anticonvulsivo después de 3 años sin ataques; la localización del foco
epiléptico.
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Los siguientes pasos serán: identificar el tipo de ataque, su frecuencia,
seleccionar la droga apropiada sobre la base de su espectro de actividad y
sus efectos secundarios, monoterapia, comenzando con la tercera parte de la
dosis máxima la cual se irá aumentando de acuerdo con la respuesta. Se debe
ajustar el momento de administración de la droga al horario de mayor
ocurrencia del ataque. El tratamiento debe mantenerse de 3 a 5 años después
del último ataque, suspendiendo los medicamentos de forma escalonada. Se
deben realizar exámenes de laboratorio a aquellos pacientes que lo requieran.
Hay que tener en cuenta los factores precipitantes, la psicoterapia y una vida
lo más cercana a la normal posible. En los casos necesarios o cuando falla la
monoterapia se intentará la combinación de dos drogas hasta encontrar la
combinación adecuada.
Status epiléptico:
Se define como una convulsión que dura más de 30 minutos o como la
aparición de convulsiones sucesivas entre las cuales no se recupera la
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conciencia. Puede dividirse en generalizado (convulsiones tónico clónicas,
ausencias) o parcial (simple, complejo o con generalización secundaria). Hay 3
tipos importantes: las convulsiones febriles prolongadas, el status idiomático
y el sintomático. Constituye una urgencia médica que exige abordarlo
ordenadamente y con habilidad. Puede usarse diazepam, lorazepam,
midazolam, fenitoina, fenobarbital, paraldehido, tiopental como tratamiento
farmacológico.
COMA EN EL NIÑO:
La muerte cerebral
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es la pérdida completa e irreversible de la función cerebral producida por un
daño estructural irreparable. En la muerte cerebral hay ausencia de toda
función cerebral, incluyendo respuesta pupilar, esfuerzo respiratorio
espontáneo y reflejos (excepto los espinales locales); hay ausencia total de
ondas cerebrales en dos trazados eléctricos obtenidos en un intervalo de 24
horas y debe existir certeza de que la ausencia de la función cerebral no se
deba a intoxicación por drogas o hipotermia. En la muerte cerebral hay coma
profundo, apnea mantenida, ausencia de reflejos de tallo, no respuesta a la
inyección de atropina, EEG plano durante 6 horas y ausencia de flujo
sanguíneo o de metabolismo cerebral por 10 minutos.
Fisiopatología:
Se puede resumir en dos grandes categorías:
1. lesión estructural (tumor cerebral, hematomas, abscesos) supra o
infratentorial.
2. encefalopatía difusa (hemorragia subaracnoidea, meningoencefalitis,
trastornos metabólicos, síndrome de Reye).
Clasificación clínica:
1. coma sin signos neurológicos focales con LCR normal (causas metabólicas,
infecciones, epilepsias e intoxicaciones exógenas).
2. sin signos focales con LCR alterado (meningoencefalitis).
3. con signos focales y LCR alterado o no: enfermedad cerebrovascular, tumor
cerebral y hematoma subdural.
Diagnóstico positivo:
1. exploración de la conciencia:
a) alerta: paciente totalmente consciente, reconoce bien el medio y sus
respuestas son rápidas y apropiadas a estímulos externos.
b) somnolencia: paciente menos conectado con el medio, respuestas
adecuadas pero lentas, puede ser despertado por estímulos mínimos; es capaz
de responder verbalmente.
c) obnubilación: es un estado de vigilia reducido; hay excitación e irritabilidad
que alterna con somnolencia, es sobresaltado por los menores estímulos y se
distrae fácilmente.
- confusional: obnubilación más profunda.
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- estupor: obnubilación profunda, el paciente solo es despertado con
estímulos vigorosos y repetidos.
d) coma: no percibe su medio, la estimulación intensa produce respuestas
motoras pobres e inclusos nulas.
2. tipo de respiración:
a) Cheyne Stokes: arritmia respiratoria que se observa generalmente en
intoxicaciones exógenas, encefalitis y accidentes vasculares encefálicos.
b) hiperventilación neurogénica central: hiperapnea regular, rápida y poco
profunda.
c) respiración apneústica: prolongada contracción inspiratoria, una pausa de 2
a 3 segundos y una nueva inspiración; puede acompañara a la hipoglicemia y a
la meningitis grave.
d) respiración atáxica: respiración irregular, alternan respiración profunda y
superficial sin ninguna periodicidad; la frecuencia respiratoria tiende a ser
baja y evoluciona progresivamente a la apnea.
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previamente, si hubo alteración de la conducta, ingestión alcohólica), así como
a un examen físico (general, regional y neurológico) (fiebre, hipotermia,
hipertensión arterial, presencia de petequias, palpación del cráneo buscando
hematomas o fracturas) que provean una información crítica en un mínimo de
tiempo y que conduzcan a un diagnóstico causal y a un manejo adecuado. En el
paciente en coma resulta importante llegar a un posible pronóstico. Un
procedimiento práctico es el de la escala de Glasgow que incluye la evaluación
de las respuestas ocular, verbal y motora.
Escala de Glasgow:
Apertura ocular Espontánea 4
Al hablar 3
Al dolor 2
Ninguna 1
Respuesta verbal Orientado 5
Confuso 4
Inapropiado 3
Incomprensibl 2
e
Ninguna 1
Respuesta motora Obedece 6
Localiza 5
Flexiona 4
Flexión 3
anormal
Extensión 2
Ninguna 1
Exámenes complementarios:
Los exámenes en la atención del niño en coma incluyen: hemoglobina,
leucograma, gasometría, ionograma, glicemia, punción lumbar (previo fondo de
ojo), urea, creatinina, transaminasas, bilirrubina, amoníaco, hemocultivo,
ultrasonografía craneal, radiografía de cráneo, tóraz, EEG, TAC, PEATC,
PESS, arteriografía cerebral.
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2. medidas específicas: son muy variadas y están relacionadas con el agente
causal.
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