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Maria Domingo Hernández, O.

Balaban, Una crítica del problema mente-cuerpo, Psicología General

1. La explicación reductiva de los fenómenos mentales: los problemas de colores y sabores

El reduccionismo de Dennett

La ciencia permite deducir principios generales que pueden ser precedidos y comprobables
de forma empírica. Para conseguir realizar su función, debe saberse con claridad cuáles
son sus objetos de estudio y qué tipo de naturaleza poseen. En el caso del dilema
mente-cerebro, es preciso distinguir entre los fenómenos fisiológicos y los mentales, y
descubrir cuál es el método óptimo que permita trazar la relación adecuada entre ambos
elementos.

En este texto argumentativo se defenderá la idea de que el reduccionismo, en este caso el


presentado por el filósofo estadounidense Daniel Clement Dennett, es un sistema que
dificulta la elaboración de un argumento válido hasta el punto de impedir encontrar una
solución que permita explicar el vínculo entre la mente y el cuerpo. La tesis se sustentará en
las opiniones del autor del texto, Oded Balaban; aunque no se le dará una total validez,
puesto que en ningún momento expone una alternativa a la metodología que juzga.

Para poder considerar la posición de Dennett, es necesario esclarecer cuál es su


planteamiento. Al saber que la conciencia no puede ser explicada por la física, sugiere una
teoría que pretende explicar los sucesos de la conciencia utilizando términos inconscientes.
De este modo, basa su pensamiento (erróneamente, a mi parecer) en una visión
reduccionista: considera que la mente puede ser comprendida en el cerebro; y que la
percepción es explicable mediante movimientos neuronales y procesos fisicoquímicos.

Esta explicación que propone es malinterpretada por él mismo: cree que una explicación
bien elaborada debe suprimir un fragmento del concepto explicado. Con la convicción de
estar explicando, lo que hace realmente no es más que sustituir el predicado por el sujeto
como si, efectivamente, se tratara del sujeto en cuestión. De este modo, Dennett fuerza a
los objetos a perder su contenido cognoscitivo verdadero, y transforma el objeto conceptual
en el objeto mismo. Siguiendo esta línea argumentativa, según él, por ejemplo, la
percepción y el gusto también son conceptos: todos estos elementos (la percepción del
color, el propio testimonio...) deben ser explicados como equivalentes a conceptos, como
“falsas interpretaciones e ilusiones de procesos fisiológicos”. En mi opinión, los conceptos
que trata son más bien significativos y, como dice Balaban, “la conciencia intencional se
dirige a ellos”.

Todos estos “fenómenos percibidos, como el sonido o la visión, son, en el mejor de los
casos, meras metáforas y analogías (visión conceptual).” Lo único verdaderamente real
para Dennett son los mecanismos fisiológicos y los compuestos químicos sensibles a
aquellos fenómenos que no poseen las particularidades de dichas sustancias.

Al elaborar tales metáforas, creo que Dennett deja de lado la verdadera cuestión del dilema.
Con esta metodología, el pensador estadounidense solo es capaz de plantear sustitutos de
carácter mecánico o fisicoquímico, lejanos de lo que el sujeto llega a experimentar de forma
real y actual. Dennett, como reduccionista, obliga a la realidad a que se acomode a su
teoría, en vez de adaptar su teoría a la realidad. Tiene una fe ciega en su ciencia y no
admite posibles fallos y limitaciones. Con tal de mantener la veracidad de sus hipótesis y no
Maria Domingo Hernández, O. Balaban, Una crítica del problema mente-cuerpo, Psicología General

doblegarse ante la duda o el error, construye caminos rebuscados que lo conducen a


problemáticas progresivamente oscuras y enmarañadas. Como dice Balaban: “es pasar por
alto el problema creyendo haberlo solucionado”.

Es conveniente que, después de esta exposición claramente contraria al pensamiento de


Dennett, exponga yo mis convicciones con base a la temática. Pese a que esté en
desacuerdo con el planteamiento reduccionista, debo admitir que no puedo ser muy severa.
Me encuentro en una posición parecida a la de Oded Balaban: por los motivos expuestos
anteriormente, no me convence esta visión reduccionista, pero tampoco soy capaz de
formular una conjetura alternativa.

También es cierto que no puedo renunciar de manera absoluta a la teoría de Dennett: no


puede negarse que sí hay fenómenos fisiológicos que ocasionan efectos mentales, porque
el ser humano tiene la capacidad de poner el movimiento su cuerpo mediante el ejercicio de
su propia voluntad.

En conclusión: la vista, el gusto y demás percepciones sensibles son cognoscibles para el


hombre. No son solo conceptos, pero tampoco deben ser considerados separados de su
causalidad fisiológica y física.

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