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Conceptos Freudianos

Psicología Profunda

Formación sustitutiva
Una formación sustitutiva es un concepto del psicoanálisis que se usa para designar a
las formaciones del inconsciente, tales como los síntomas psíquicos, los actos fallidos,
los chistes o los lapsus cuando estas aparecen como reemplazo de los contenidos
inconscientes. En este reemplazo se puede distinguir una función «económica» (en el
sentido de lo que Freud desarrolló como «teoría económica de la libido»), porque la
formación sustitutiva logra — al menos en parte — una satisfacción sustituta del deseo
inconsciente y una dimensión «simbólica», puesto que el reemplazo de un contenido
inconsciente no es arbitrario, sino que responde a una línea asociativa que según la
teoría freudiana puede dar cuenta del contenido inconsciente oculto y, a través de ello,
de ciertos rasgos estructurales de la personalidad del sujeto.
El término está relacionado con los de formación de compromiso y formación reactiva.
De manera general puede decirse que todo síntoma es por definición un producto
transaccional o de compromiso, puesto que siempre es el resultado de un conflicto que
se transa con la defensa. La diferenciación entre las distintas formaciones es sutil, pero
importante, porque da cuenta de qué es lo que ha prevalecido en la formación de
síntoma. Si aparece una formación sustitutiva, se ha buscado algún camino que se
orienta más hacia dar alguna satisfacción al deseo, si aparece la formación reactiva, en
cambio, lo que se ha impuesto es la defensa.

Psicoanálisis: Sigmund Freud: “Lo Económico”:

“Lo Económico” en Freud califica todo lo que se relaciona con la hipótesis según la
cual los procesos psíquicos consisten en la circulación y la repartición de una energía
cuantificable o energía pulsional, susceptible de aumento, de disminución y de
equivalencias.

Freud define la Metapsicología por la síntesis de tres puntos de vista: dinámico,


tópico y económico, y entiende por este último: “la tentativa de seguir el destino de las
cantidades de excitación y llegar al menos a alguna estimación relativa a su
grandeza”.

El aparato psíquico cumple cierto trabajo descrito por Freud de diferentes maneras:
transformación de la energía libre, aplazamiento de la descarga, elaboración psíquica de
las experiencias, etc. Esta elaboración supone la distinción entre representación y cuota
o suma de afecto o excitación; siendo susceptible, esta última de circular a lo largo de
las cadenas asociativas, cargando así a la representación. De esta manera, en forma
general, todo el funcionamiento psíquico puede describirse en términos económicos
como: juego de cargas, descargas, contracargas y sobrecargas. Desde este punto de vista
es oportuno hallar el sentido que tiene para el Psicoanálisis el proceso de transmisión
que sufre la carga de energía de una representación en tránsito a otra. En esta
transmisión operan dos factores:

1) La energía de catexia de las representaciones pulsionales del complejo en el sistema


Inconsciente, que atraen a otros representantes pulsionales del sistema Inconsciente y a
los sistemas representativos en los sistemas Consciente y Preconsciente.

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2) La Libido, concepto que supone una tendencia a la descarga inmediata (en función
del Principio del Placer) de la energía originada en el conjunto de las representaciones
inconscientes.

La energía, además de cumplir un rol de orientación, desempeña el de articuladora de


los elementos (representaciones) que integran el conjunto de los sistemas psíquicos. Es
por eso que señalar una representación como cargada es implicar una calidad
representativa, asignándole un emplazamiento psíquico originado en la estructura
Inconsciente.

Precisamente, el espacio inconsciente surge del encuentro de dos orígenes: el cuerpo y


la ley. De ese encuentro que se produce continuamente y que sólo puede resolverse en
choque surge un campo tensional determinado y dinamizado por esta tensión: el
Inconsciente. La hipótesis económica se halla constantemente presente en la teoría
Freudiana, traduciéndose por un conjunto de conceptos: la idea «princeps» parece ser la
de un aparato (al principio calificado de neuronal, y más tarde definitivamente de
psíquico), cuya función consistiría en mantener a un nivel lo más bajo posible la energía
que por él circula. Esta elaboración supone la distinción entre representación y quantum
de afecto o suma de excitación. De donde el aspecto económico que desde un principio
poseyeron los conceptos de desplazamiento y de condensación. El aparato psíquico
recibe excitaciones de origen externo o interno; estas últimas (pulsiones) ejercen un
empuje constante, que constituye una “exigencia de trabajo”.

La Energía Ligada es la energía implicada en una representación. Es la representación


obrando como un instrumento estimulante en relación al resto de las representaciones.
En tanto la estructura psíquica se constituye como demanda, pasa a designar, como
significante, la distancia que existe entre la palabra y el deseo. De ello resulta que la
condición del goce es una diferencia entre significantes, tensión constitutiva que
reproduce permanentemente la tensión entre el cuerpo libidinal y la fantasía. El
concepto de pulsión, desde el enfoque económico, se define como el sustrato de
transformaciones de pulsiones sexuales o de deseo sexual en cuanto objeto, fuente y
objeto de excitaciones.

Freud caracteriza a la pulsión por la ausencia de objeto y fin determinado. Cita que hay
muchas pulsiones y las divide en dos grandes grupos: pulsiones del yo
(autoconservación) y pulsiones sexuales o de reproducción. Cuando escribe “Más
allá del principio del placer”, Freud las agrupa a ambas dentro de las pulsiones eróticas
(libidinosas) y las opone a la pulsión de muerte (fanáticas).

En la teoría freudiana, la noción de pulsión sexual va a oponerse desde el principio a las


demás pulsiones. Freud invoca como primer dualismo el existente entre las pulsiones
sexuales y las pulsiones de autoconservación; por estas últimas entiende las grandes
necesidades o las funciones indispensables para la conservación del individuo. El
principio rector de la pulsión de autoconservación es el de mantener constante el nivel
de energía necesaria para la supervivencia, y su expresión psíquica es la compulsión a
la repetición, por lo cual se relaciona en forma directa con el principio del Placer.

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La pulsión de muerte, por su parte, se entiende como una contracarga psíquica, que
designa a la energía negativa contra los éxtasis, constituidos, a su vez, por la reiteración
de esas cargas.

Antes de comenzar, considero importante aclarar el significado de ‘‘Tópica o Tópico’’,


para contextualizar al lector:

Un tópico, para Freud, es equivalente a una teoría o un punto de vista que supone una
diferenciación del aparato psíquico, en cierto número de sistemas dotados de
características o funciones diferentes, y dispuestas en un determinado orden entre sí, lo
que permite considerarlos metafóricamente como lugares psíquicos de los que es
posible dar una representación espacial figurada.

Corrientemente se habla de dos tópicas freudianas, la primera en la que se establece una


distinción fundamental entre inconsciente, preconsciente y consciente, y la segunda que
distingue tres instancias: el ello, el yo, el superyó; aunque también encontramos el
tópico dinámico y económico, además del genético, en esta ocasión me referiré
exclusivamente al tópico Dinámico y Económico, con las que Freud define la
Metapsicología.

Tópico Dinámico

Califica un punto de vista que considera los fenómenos psíquicos como resultantes del
conflicto y de la composición de fuerzas que ejercen un determinado empuje, siendo
éstas, en último término, de origen pulsional.

Frecuentemente se ha subrayado que el psicoanálisis había reemplazado la concepción


llamada estática del inconsciente, por una concepción dinámica. En los textos de Freud,
el adjetivo «dinámico» sirve para calificar especialmente el inconsciente, por cuanto
éste ejerce una acción permanente, que obliga a que una fuerza contraria, asimismo
permanente, le impida el acceso a la conciencia. Clínicamente este carácter dinámico se
comprueba tanto por la resistencia hallada para acceder en el inconsciente, como por la
producción repetida de derivados de lo reprimido.

Es por esto que Freud distingue dos acepciones del concepto de inconsciente: en sentido
«descriptivo», inconsciente designa lo que se halla fuera del campo de la conciencia y,
por tanto, engloba también lo que Freud llama preconsciente; en sentido dinámico, no
designa las ideas latentes en general, sino de un modo especial aquellas ideas que
poseen cierto carácter dinámico y que permanecen apartadas de la conciencia a pesar de
su intensidad y actividad.

Por tanto, cuando nos referimos a la psique como una estructura abierta y dinámica,
aludimos a la flexibilidad que tiene esta para equilibrar el permanente conflicto entre
fuerzas internas y externas.

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Tópico Económico

Califica todo lo relacionado con la hipótesis según la cual los procesos psíquicos
consisten en la circulación y distribución de una energía cuantificable (energía
pulsional), es decir, susceptible de aumento, de disminución y de equivalencias.

Así, Freud define la metapsicología por la síntesis de tres puntos de vista: dinámica,
tópica y económica, entendiendo por esta última « la tentativa de conocer el destino de
las cantidades de excitación y de lograr al menos cierta estimación relativa de su
magnitud».

El enfoque económico consiste en considerar las catexis en su movilidad, sus cambios


de intensidad, las oposiciones que se establecen entre ellas (concepto de contracatexis),
etc.

Esta exigencia del pensamiento freudiano se debe, por una parte, a un espíritu científico
y un aparato conceptual impregnados de nociones energéticas, y, por otra parte, a la
experiencia clínica, que impone a Freud desde un principio cierto número de hechos que
cree poder explicar únicamente utilizando un lenguaje económico.

Por ejemplo: carácter irreprensible del síntoma neurótico (que a menudo se traduce en el
lenguaje del paciente por expresiones como: «es más fuerte que yo»); y, a la inversa,
alivio y desaparición de los trastornos cuando el sujeto logra, durante la cura, liberarse
(catarsis) de los afectos «arrinconados» en él; separación, efectivamente comprobada en
el síntoma y en el curso del tratamiento, de la representación y del afecto que en
principio se hallaba ligado a ésta; descubrimiento de cadenas de asociaciones entre una
determinada representación, que provoca muy escasa o nula reacción afectiva, y otra
aparentemente anodina, pero que provoca dicha reacción: este último hecho sugiere la
hipótesis de una verdadera carga afectiva que se desplaza de un elemento a otro, a lo
largo de una vía de conducción.

La hipótesis económica se halla constantemente presente en la teoría freudiana,


traduciéndose por un conjunto de conceptos: la idea parece ser la de un aparato (al
principio calificado de neuronal, y más tarde definitivamente de psíquico), cuya función
consistiría en mantener a un nivel lo más bajo posible la energía que por él circula. Este
aparato realiza cierto trabajo, descrito por Freud de diversas formas:

· Transformación de la energía libre en energía ligada, también visto como


aplazamiento de la descarga, o elaboración psíquica de las excitaciones, entre otras.

· Esta suma de excitación o de energía, puede circular a lo largo de cadenas asociativas,


cargar una determinada representación o complejo representativo, etc.

· La energía almacenada en exceso, buscara una salida, y puede ser usada como
mecanismo de defensa ante peligros psíquicos. Ejemplo de ello es el desplazamiento y
la condensación.

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El aparato psíquico recibe excitaciones de origen externo o interno; estas últimas


(pulsiones) ejercen un empuje constante, que constituye una «exigencia de trabajo». De
un modo general, todo el funcionamiento del aparato puede describirse en términos
económicos como un juego de catexis, retiro de la catexis, contracatexis y sobrecatexis.

La hipótesis económica se halla en estrecha relación con los otros puntos de vista
metapsicológicos: tópica* y dinámica*. En efecto, Freud define cada una de las
instancias del aparato por una modalidad específica de circulación de la energía: así,
dentro de su primera teoría del aparato psíquico, establece la existencia de una energía
libre del sistema, una energía ligada del sistema y una energía móvil de sobrecatexis
para la conciencia.

Asimismo el concepto dinámico de conflicto psíquico implica, según Freud, el tomar en


consideración las relaciones entre las fuerzas presentes (fuerza de las pulsiones, del yo,
del superyó).

El punto de vista económico se considera a menudo como el aspecto más hipotético de


la metapsicología freudiana: ¿qué es esta energía constantemente invocada por los
psicoanalistas? Sobre este punto haremos algunas observaciones:

1) Freud define el empuje de la pulsión como « la cantidad de exigencia de trabajo que


impone al psiquismo» y reconoce de buen grado «que nada sabemos acerca de la
naturaleza del proceso de excitación en los elementos de los sistemas psíquicos y no nos
creemos autorizados a establecer ninguna hipótesis a este respecto. Siempre operamos,
pues, con una gran X, que trasladamos a cada nueva fórmula».

2) Asimismo Freud sólo recurre a la hipótesis de una energía como substrato de las
transformaciones que parecen deducirse de numerosos hechos de experiencia. La libido
o energía de las pulsiones sexuales le interesa en la medida en que puede explicar los
cambios del deseo sexual en cuanto al objeto, al fin, a la fuente de la excitación. Así, un
síntoma moviliza cierta cantidad de energía, lo que tiene como contrapartida un
empobrecimiento a nivel de otras actividades. Freud llegó incluso a pensar que esta
magnitud cuantitativa podría, en rigor, ser objeto de medición y que quizá lo fuera en el
futuro.

3) Si se intenta precisar el tipo de hechos que pretende explicar el punto de vista


económico, se puede pensar que lo que Freud interpreta con el lenguaje de la Física es
lo que, desde una perspectiva menos alejada de la experiencia, podría describirse como
el mundo de los «valores». D. Lagache insiste en la idea, de inspiración
fundamentalmente fenomenológica, según la cual el organismo estructura su ambiente e
incluso su percepción de los objetos, en función de sus intereses vitales, valorizando
dentro de su medio un determinado objeto, campo o diferencia perceptiva.

Conviene señalar, no obstante, que tal enfoque sólo podría recoger todo el contenido de
la hipótesis económica a condición de concebir los «valores» en juego como
susceptibles de intercambiarse por otros, de desplazarse, de equipararse dentro de un

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sistema en el que la «cantidad de valor» a disposición del sujeto sería limitada. Lo que
Freud designa por economía libidinal es precisamente la circulación de valor que tiene
lugar en el interior del aparato psíquico, casi siempre con un desconocimiento que
impide al sujeto percibir la satisfacción sexual en el sufrimiento del síntoma.

Referencias:

· Laplanche Jean et all. Diccionario de Psicoanálisis. Paidós 1996. pp.100–105.

METAPSICOLOGÍA

Se define como metapsicología a la parte más teórica y compleja de los estudios de


Freud. El enfoque metapsicológico consiste en la elaboración de modelos teóricos que
no están directamente vinculados a una experiencia práctica o a una observación clínica;
está más vinculado con conceptos abstractos para definir procesos, mecanismos o
fenómenos psíquicos considerando para dicha definición tres puntos de vista distintos:
dinámico, tópico y económico.

ECONÓMICO: Hace referencia a que todo proceso psíquico consiste en una circulación
y distribución de energía denominada: pulsiones. El punto de vista económico muestra
cómo aumentan o disminuyen estas investiduras energéticas.

TÓPICO: Hace referencia a las distintas instancias por donde la energía anteriormente
mencionada se distribuye y circula. En un primer momento Consciente, Preconsciente e
Inconsciente, luego Yo, ello y superyó.

DINÁMICO: Hace referencia a que los distintos fenómenos psíquicos son el resultado
de los conflictos entre las distintas instancias antes mencionadas. Los conflictos surgen
del choque entre el principio de placer y al principio de realidad, puesto que el primero
busca la conservación de la especie y el segundo la del individuo.

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