Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Para Ricoeur lo “justo” es visto desde una perspectiva dialógica, interpretativa e histórica;
por lo cual, se distancia de la concepción de justicia entendida como el seguir leyes
fundamentadas en un esencialismo y, por ende, una metafísica; de ahí que, en el filósofo se
hable de lo “justo” y no de “justicia”. La clave para comprender lo justo es analizar lo qué
significa: el hombre no es más que una persona histórica en un sí mismo en tanto que otro;
con lo cual se abre la brecha para ver la necesidad de diálogo entre Derecho, Ética y Política
para un buen vivir con y por los demás.
Para comenzar se puede decir que, la filosofía de Ricoeur puede ser llamada una
hermenéutica narrativa, lo que implicaría hablar de una ética narrativa, que sirve de base
teórica para todas las reflexiones realizadas por el filósofo. Es decir, la hermenéutica
ricoeuriana es narrativa y ética:
1
Lo cual implica abordar desde la antropología problemas históricos, evitando un debate
epistemológico para centrase en propiciar un buen vivir; es decir, la preocupación principal de
Ricoeur no consiste en realizar un desarrollo conceptual que no responde a la realidad, sino el
propiciar la felicidad mediante el reconocimiento del otro que conforma un nosotros que se
configura en un sí mismo con el otro. Cabe recordar que, para el filósofo no existe un
esencialismo en la realidad sino que ésta es histórica y se configura mediante las narraciones;
por tal motivo, no hay que buscar conceptualizar sino ver cómo se crea la realidad mediante
las narraciones para transformarla mediante las mismas.
Ahora bien, Ricoeur no realiza una sistematización en cuanto a lo “justo”, sino que su
filosofía se consolida en un continuo reflexionar sobre problemas que surgen un diálogos
interdisciplinarios, siempre abordándolos desde la voluntad, entendida como “capacidad de la
persona”; dicho en otras palabras, “su pensamiento reflexiona sobre problemáticas clave de la
experiencia humana como la alteridad, lo justo, el inconsciente, la existencia concreta, la fe, la
mismidad, etc.” (Salas, 2014, p. 90) o en como lo menciona el filósofo: “De cierta forma, yo
creo en una dispersión en el campo de la reflexión filosófica para abordar una pluralidad de
cuestiones determinadas, apelando cada vez a un tratamiento distinto, en función de
conclusiones limitadas más sin embargo precisas” (como se citó en Salas, 2014, p. 92).
El plus del filósofo consiste en las implicaciones de afirmar: en sí mismo como otro,
dicho en palabras de Ricoeur en la conferencia dictada en Balzan Prize (1999):
El sí mismo, no va sin una proyección objetiva, que le impulsa a salir fuera, hacia la
exterioridad, como tampoco sin una implicación dialógica, que impone una referencia al
otro, que puede ser un extranjero, y eventualmente un adversario” (como se citó en Salas,
2014, p. 90)
Uno de los primeros aportes del filósofo es abordar los problemas de los hombres desde
la historia, desde la vida misma de cada persona o un colectivo, lo que implica afirmar un
dejar lo teórico desvinculado de la realidad para volver a la realidad histórica en la cual viven
las personas y en la que se encuentran los problemas a solucionar. Con ésta postura hay una
ruptura con el “racionalismo individualista tipo cartesiano” para optar por una “razón vital”,
2
en donde la realidad se construye en el diálogo, y esto implica, “reconocerse con un sí mismo
con otro” (Salas, 2014, p. 91), es pertinente mencionar que el verdadero dialogo consiste en
un reconocimiento del otro para dejarse interpelar y poder fusionar horizontes, para crear un sí
mismo. Ahora bien, al reconocer una exterioridad diferente al “yo” se hace necesario entrar en
el campo de la ética, debido a que en el encuentro de horizontes se construyen los sujetos con
miras a alcanzar la felicidad, la buena vida que depende de un marco institucional justo. En
palabras del filosofo:
Por tal motivo, se puede decir que en un mismo plano se encuentra la felicidad y la ética
(la responsabilidad con el otro) que implica buscar lo justo, debido a que no se puede pensar
la felicidad sin condiciones justas (la posibilidad de condiciones de vida dignas para todos).
Ahora bien, para comprender la proposición lo sí mismo como otro y la filosofía ricoeuriana,
Salas hace su reflexión desde Sí mismo como otro (1988), cuya obra es considerada, por
Ricoeur mismo, como un clave de lectura para la producción del filósofo.
Para comprender la hermenéutica narrativa es pertinente hacer una rastreo de las nociones
antropológicas que se encuentran en toda la producción filosófica de Ricoeur, una
antropología articulada al “yo puedo”, expresión que implica: “el poder hablar”, “el poder
narrar”, “el poder actuar” y “el poder ser responsable o imputable”, que en síntesis significa
que la persona tiene “la capacidad de”, lo cual implica que el hombre es responsable de su
realidad. Los mencionados “poder (x)” sirven de guía para explorar, como lo menciona el
filósofo, “las grandes regiones de la experiencia: lenguaje, acción, relato, imputabilidad
moral... La problemática del hombre que actúa y sufre, la cual me permito sintetizar hoy con
la expresión hombre capaz…” (como se citó en Salas, 2014, p. 93).
Salas explora lo antropológico en Ricoeur desde dos caminos, paralelos, pero que se
diferencian en cuanto a la profundidad: uno en el que se da a conocer una visión panorámica,
la cual es provisional, para luego pasar a un análisis desde Sí mismo como otro con relación a
otras dos obras, Lo justo y Amor y justicia, con el fin de ir moldeando una noción de lo justo.
En una aproximación panorámica a la antropología de Ricoeur hay que mencionar que el ser
humano es entendido como persona, ya que esto posibilita verlo como un ser histórico que se
construye en la hermenéutica. Ahora bien, si la persona se construye esto implica adquirir un
compromiso para conseguir un buen vivir.
3
horizontes). De éste problema surge Finitud y culpabilidad, en la que se piensa a la
antropología desde la finitud, es decir: “nos habla de un ser humano enfrentado a la
experiencia límite del mal, ante la cual se encuentra perplejo, teniendo que apelar a
expresiones míticas, simbólicas y narrativas para intentar “explicar” y comunicar dichas
experiencias” (Salas, 2014, pág. 94-95). Es pertinente mencionar que, para el filósofo no
existe un en sí de la realidad de la cual se tenga que dar razones, sino que todo es llevado al
plano de las interpretaciones. Ahora bien:
A través de su fórmula “explicar más para comprender mejor”, Ricoeur quiere vincular la
aproximación del universo explicativo, propio de las ciencias de la naturaleza
(Naturwissenschaft), con el universo de la interpretación, propio de las ciencias del espíritu
(Geisteswissenschaft), los cuales se han tenido como contrarios y excluyentes. En su obra
De la interpretación. Ensayo sobre Freud (1965), Ricoeur afronta el problema del conflicto
de interpretaciones, a través del cual realiza la integración de las aproximaciones
“naturalista” y hermenéutica. (Salas, 2014, p. 95)
4
Estas cuatro cuestiones [Yo puedo hablar, Yo puedo obrar, Yo puedo narrar, y Yo puedo ser
responsable de mis actos], me permitieron encadenar, sin confundirlas, las cuestiones
relativas a la filosofía del lenguaje, a la filosofía de la acción, a la teoría narrativa, y a la
filosofía moral. De otra parte, cada una de estas grandes cuestiones, se dejaba subdividir
en dos aproximaciones, una analítica y la otra reflexiva. (Como se citó en Salas, 2014, p.
34)
Este nuevo tipo de investigación se revela más prometedor, por lo que coloca al centro de
la problemática no lo enunciado, sino la enunciación, es decir el acto mismo de decir, el
cual designa reflexivamente a quien habla. La pragmática coloca así directamente en
escena, a título de implicación necesaria del acto de enunciación, el « yo » y el « tú », de la
situación de interlocución. (Como se citó en Salas, 2014, p. 97)
El filósofo propone la integración de una filosofía del lenguaje analítica y una reflexiva,
para afirmar, antropológicamente, que la persona es un ser objetivo y reflexivo. Pasando a la
acción, ésta puede entenderse como en sí misma -como algo objetivo que desvincula al sujeto-,
o como un aspecto de la motivación vivida, lo que nos conlleva a aceptar la subjetividad en la
acción como constituyente de la persona en tanto que sí misma; es decir, la “capacidad de
actuar” implica tanto lo objetivo (el acto por sí mismo) y lo subjetivo (el agente que actúa).
Al no aceptar un esencialismo para asumir una dimensión temporal (no existe un en sí del
hombre), Ricoeur, hablara de formas de narrarnos, cómo nos representamos en las narraciones,
debido a que sólo existe la interpretación, lo que nos posibilita realizar una comprensión de sí.
Ahora bien, la verdadera naturaleza de la identidad narrativa se manifiesta en la dialéctica
entre la historicidad y la temporalidad de la experiencia humana; es decir, la identidad
narrativa se construye desde un contexto cargado de historia que está presto al cambio que
produce el encuentro de horizontes, la hermenéutica narrativa.
Ricoeur al negar una esencia o verdades por fuera de la historia, como las máximas
universales de Kant, pero sin pretender afirmar que todo es valido, crea el concepto de
“sabiduría práctica” para hablar de ética aplicada, que al aceptar que el otro y el yo conforman
y están dentro del sí mismo, abre la brecha en la cual es necesario pensarnos en conjunto para
responder a una necesidades comunes históricas; es decir, se deben tomar decisiones
concretas dentro de la sabiduría práctica.
Para realizar un análisis de lo “justo” en Paul Ricoeur, como ya se mencionó, hay que
tener claro que dicho concepto no se encuentra desarrollado sistemáticamente, no existe algo
como una teoría de la justicia en las obras del filósofo, pero esto no significa que en el
pensamiento del filósofo se excluya el concepto. Por tal motivo, la justicia debe abordarse
desde el conjunto del pensamiento de Ricoeur, y no como un tema aislado, debido a que dicho
término se encuentra vinculado con todo lo mencionado hasta el momento.
6
Hay que mencionar que la “justicia” será analizada desde la hermenéutica con una mirada
antropológica y no desde la metafísica. Con la idea de capacidad y en especial la de
imputabilidad adquieren un gran realce al hablar de justicia, para alcanzar una vida buena o
por lo menos tener una aspiración a una vida buena. Dicho en palabras de Ricoeur:
Estas dos ideas de capacidad y de imputabilidad, […] toman un relieve nuevo al ser
aproximadas, […] bajo la consideración de una aproximación teleológica de la idea de lo
justo. Resituadas sobre el trayecto del deseo de una vida buena, parecen constituir los dos
presupuestos antropológicos complementarios de una ética de lo justo. (Como se citó en
Salas, 2014, p. 102)
Lo “justo” dentro del marco de la antropología adquiere una carga relacional o dimensión
dialógica, debido a que lo justo surge solamente en la relación entre el “yo” y el “tú”; es decir,
lo justo se ubica en el plano exterior, en el campo ético y político; por tal motivo, lo justo se
puede analizar desde la filosofía ética y filosofía política. Por tal motivo, pensar que lo justo
es simplemente el seguir una normas es tener una concepción muy reduccionista, la propuesta
de Ricoeur, y la de Salas, consiste en en ver lo justo como una articulación ética y política con
miras a solucionar o hacer frente a al injusticia y a la violencia.
Hay que señalar que, la propuesta de Ricoeur para no caer en una razón moral vengativa,
que imposibilite la fusión de horizontes o el de aceptar el sí mismo como otro, es hacer un
énfasis en la “responsabilidad” y “corresponsabilidad” que se deben fortalecer en la ética y en
la política sin pasar por alto el ejercicio hermenéutico. Por ejemplo, en el contexto
latinoamericano la parte jurídica al buscar un universalismo legal, pasa “por alto toda
instancia de diálogo con la realidad y todo tipo de hermenéutica” (Salas, 2014, p. 103); es
decir, el derecho habla un lenguaje fundamentado en algo ahistorico; por lo cual, no guarda
ninguna relación con el mundo de la persona y se resiste a una dimensión dialógica. Por tal
motivo, existen leyes o Estados de Derecho que distan mucho de la realidad, ya que no entran
en dialogo con los sujetos, lo cual está en contra de la democracia misma que se fundamenta
en la dimensión dialógica.
Para concluir, Ricoeur permite ver las limitaciones del derecho como mecanismo de
administración de justicia, y la necesidad de un diálogo entre derecho y ética-política
(corresponsabilidad generada desde el sí mismo como otro) para alcanzar el buen vivir, en el
cual debe existir lo justo, ya que no hay justicia si no hay ética. Para alcanzar dicho objetivo
es necesario realizar una fundamentación y pedagogía ética-ciudadana, en la cual las personas
estén prestas a una fusión de horizontes mediante la hermenéutica. Ahora bien, la motivación
para seguir las normas surgen del mismo ejercicio hermenéutico, ya que éstas surgen del
mismo dialogo y hablan del mundo de la vida, de la realidad histórica de las personas.
Lo justo trasciende lo legal y lo bueno; en tanto que, lo justo ni corresponde en todos los
casos con lo jurídico y ni con lo que se considera como bueno; para determinar en cada caso
7
que es lo justo se debe recurrir a la “sabiduría practica” que vincula la dimensión histórica con
lo legal -leyes fundamentadas en la realidad-. Es decir, lo “justo” debe responder a la realidad
y para esto se necesita del dialogo, en donde se reconozca al otro como un sí mismo para
alcanzar la felicidad.
Referencias