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Corporación Universitaria Minuto de Dios

Facultad de Ciencias Humanas y Sociales


Departamento de Filosofía
Práctica Profesional II
Docente: José Castañeda Vargas
Autor: Luis Eduardo Chindoy Chasoy
Informe: Salas, J. (2014). El concepto de justicia en marco de la filosofía de Paul Ricoeur.
Pensamiento Jurídico, (40), 82-110. Recuperado en:
https://revistas.unal.edu.co/index.php/peju/article/view/48899
Fecha: 2/04/2020

Hermenéutica como corresponsabilidad

En el presente escrito se realizará una reconstrucción de la expresión “sí mismo como


otro” para poder hablar de lo “justo” como una preocupación ética-política antropológica,
desde el artículo El concepto de justicia en marco de la filosofía de Paul Ricoeur, de Juan
Camilo Salas Cardona. Hay que señalar que, no es posible dar una definición precisa del
término “justicia”, aunque en la vida cotidiana se utilice con frecuencia, no existe un análisis
acerca de su contenido e implicaciones. Los especialistas en justicia, los profesionales en
derecho, desconocen lo que es “justo” o simplemente lo reducen al cumplimiento de normas
legales. No obstante, con el desarrollo de la filosofía de Ricoeur se hará evidente que la
“justicia” tiene implicaciones más allá del cumplimiento de reglas, lo cual nos ayudará a
comprender el por qué las personas no pueden aceptar como justo algunos dictámenes de los
jueces, sabiendo que éstos son los administradores de la justicia en un Estado (lo justo es
reducido a un ejercicio de autoridad).

Para Ricoeur lo “justo” es visto desde una perspectiva dialógica, interpretativa e histórica;
por lo cual, se distancia de la concepción de justicia entendida como el seguir leyes
fundamentadas en un esencialismo y, por ende, una metafísica; de ahí que, en el filósofo se
hable de lo “justo” y no de “justicia”. La clave para comprender lo justo es analizar lo qué
significa: el hombre no es más que una persona histórica en un sí mismo en tanto que otro;
con lo cual se abre la brecha para ver la necesidad de diálogo entre Derecho, Ética y Política
para un buen vivir con y por los demás.

Para comenzar se puede decir que, la filosofía de Ricoeur puede ser llamada una
hermenéutica narrativa, lo que implicaría hablar de una ética narrativa, que sirve de base
teórica para todas las reflexiones realizadas por el filósofo. Es decir, la hermenéutica
ricoeuriana es narrativa y ética:

Narrativa en cuanto a que la narratividad es el “mecanismo” que comunica el sentido que


emerge de las relaciones con el otro, con el mundo o con un texto, y ética, en cuanto que
su concepto de sabiduría práctica, le sirve para desarrollar ese espacio ético del que se
nutre la ley, y con el que se realiza históricamente el bien. (Salas, 2014, p. 88)

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Lo cual implica abordar desde la antropología problemas históricos, evitando un debate
epistemológico para centrase en propiciar un buen vivir; es decir, la preocupación principal de
Ricoeur no consiste en realizar un desarrollo conceptual que no responde a la realidad, sino el
propiciar la felicidad mediante el reconocimiento del otro que conforma un nosotros que se
configura en un sí mismo con el otro. Cabe recordar que, para el filósofo no existe un
esencialismo en la realidad sino que ésta es histórica y se configura mediante las narraciones;
por tal motivo, no hay que buscar conceptualizar sino ver cómo se crea la realidad mediante
las narraciones para transformarla mediante las mismas.

La narración nos lleva a la acción, lo que implica realizar un desplazamiento a un exterior,


en donde no sólo existe un yo sino que también existe un tú, con un otro, con el cual nos
encontramos en una continua relación con la intención de conseguir un mundo habitable. De
ahí que la hermenéutica no es sólo conceptual, sino que ésta en la vida práctica se abre paso
en el campo ético y político: la hermenéutica es “aquella que realiza todo ser humano en sus
relaciones con el otro, con el mundo o con un texto” (Salas, 2014, p. 89). Ésto implica afirmar
que si el “yo” esta en relación con el “tú”, en ese encuentro se define un modo de vida o una
forma de obrar; por tal motivo, en la hermenéutica se puede hablar de una responsabilidad y
corresponsabilidad en la medida en que el “yo” depende del “tú” y viceversa.

Ahora bien, Ricoeur no realiza una sistematización en cuanto a lo “justo”, sino que su
filosofía se consolida en un continuo reflexionar sobre problemas que surgen un diálogos
interdisciplinarios, siempre abordándolos desde la voluntad, entendida como “capacidad de la
persona”; dicho en otras palabras, “su pensamiento reflexiona sobre problemáticas clave de la
experiencia humana como la alteridad, lo justo, el inconsciente, la existencia concreta, la fe, la
mismidad, etc.” (Salas, 2014, p. 90) o en como lo menciona el filósofo: “De cierta forma, yo
creo en una dispersión en el campo de la reflexión filosófica para abordar una pluralidad de
cuestiones determinadas, apelando cada vez a un tratamiento distinto, en función de
conclusiones limitadas más sin embargo precisas” (como se citó en Salas, 2014, p. 92).

El plus del filósofo consiste en las implicaciones de afirmar: en sí mismo como otro,
dicho en palabras de Ricoeur en la conferencia dictada en Balzan Prize (1999):

El sí mismo, no va sin una proyección objetiva, que le impulsa a salir fuera, hacia la
exterioridad, como tampoco sin una implicación dialógica, que impone una referencia al
otro, que puede ser un extranjero, y eventualmente un adversario” (como se citó en Salas,
2014, p. 90)

Uno de los primeros aportes del filósofo es abordar los problemas de los hombres desde
la historia, desde la vida misma de cada persona o un colectivo, lo que implica afirmar un
dejar lo teórico desvinculado de la realidad para volver a la realidad histórica en la cual viven
las personas y en la que se encuentran los problemas a solucionar. Con ésta postura hay una
ruptura con el “racionalismo individualista tipo cartesiano” para optar por una “razón vital”,

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en donde la realidad se construye en el diálogo, y esto implica, “reconocerse con un sí mismo
con otro” (Salas, 2014, p. 91), es pertinente mencionar que el verdadero dialogo consiste en
un reconocimiento del otro para dejarse interpelar y poder fusionar horizontes, para crear un sí
mismo. Ahora bien, al reconocer una exterioridad diferente al “yo” se hace necesario entrar en
el campo de la ética, debido a que en el encuentro de horizontes se construyen los sujetos con
miras a alcanzar la felicidad, la buena vida que depende de un marco institucional justo. En
palabras del filosofo:

Yo enriquezco el concepto de ética, desplegando sus componentes dialógico y comunitario


en esta aproximación a la “vida buena”, dentro del horizonte de la felicidad. Yo propongo
la definición siguiente de ética : vivir bien, con y para los demás, en medio de instituciones
justas. (como se citó en Salas, 2014, p. 91)

Por tal motivo, se puede decir que en un mismo plano se encuentra la felicidad y la ética
(la responsabilidad con el otro) que implica buscar lo justo, debido a que no se puede pensar
la felicidad sin condiciones justas (la posibilidad de condiciones de vida dignas para todos).
Ahora bien, para comprender la proposición lo sí mismo como otro y la filosofía ricoeuriana,
Salas hace su reflexión desde Sí mismo como otro (1988), cuya obra es considerada, por
Ricoeur mismo, como un clave de lectura para la producción del filósofo.

Para comprender la hermenéutica narrativa es pertinente hacer una rastreo de las nociones
antropológicas que se encuentran en toda la producción filosófica de Ricoeur, una
antropología articulada al “yo puedo”, expresión que implica: “el poder hablar”, “el poder
narrar”, “el poder actuar” y “el poder ser responsable o imputable”, que en síntesis significa
que la persona tiene “la capacidad de”, lo cual implica que el hombre es responsable de su
realidad. Los mencionados “poder (x)” sirven de guía para explorar, como lo menciona el
filósofo, “las grandes regiones de la experiencia: lenguaje, acción, relato, imputabilidad
moral... La problemática del hombre que actúa y sufre, la cual me permito sintetizar hoy con
la expresión hombre capaz…” (como se citó en Salas, 2014, p. 93).

Salas explora lo antropológico en Ricoeur desde dos caminos, paralelos, pero que se
diferencian en cuanto a la profundidad: uno en el que se da a conocer una visión panorámica,
la cual es provisional, para luego pasar a un análisis desde Sí mismo como otro con relación a
otras dos obras, Lo justo y Amor y justicia, con el fin de ir moldeando una noción de lo justo.
En una aproximación panorámica a la antropología de Ricoeur hay que mencionar que el ser
humano es entendido como persona, ya que esto posibilita verlo como un ser histórico que se
construye en la hermenéutica. Ahora bien, si la persona se construye esto implica adquirir un
compromiso para conseguir un buen vivir.

Hay que mencionar que en Lo voluntario y lo involuntario (1950) Ricoeur se enfrenta


“con la experiencia de la mala voluntad”, la cual conlleva a una negación de un compromiso
con el otro, debido a que no se reconoce al otro como un sí mismo (no hay una fusión de

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horizontes). De éste problema surge Finitud y culpabilidad, en la que se piensa a la
antropología desde la finitud, es decir: “nos habla de un ser humano enfrentado a la
experiencia límite del mal, ante la cual se encuentra perplejo, teniendo que apelar a
expresiones míticas, simbólicas y narrativas para intentar “explicar” y comunicar dichas
experiencias” (Salas, 2014, pág. 94-95). Es pertinente mencionar que, para el filósofo no
existe un en sí de la realidad de la cual se tenga que dar razones, sino que todo es llevado al
plano de las interpretaciones. Ahora bien:

A través de su fórmula “explicar más para comprender mejor”, Ricoeur quiere vincular la
aproximación del universo explicativo, propio de las ciencias de la naturaleza
(Naturwissenschaft), con el universo de la interpretación, propio de las ciencias del espíritu
(Geisteswissenschaft), los cuales se han tenido como contrarios y excluyentes. En su obra
De la interpretación. Ensayo sobre Freud (1965), Ricoeur afronta el problema del conflicto
de interpretaciones, a través del cual realiza la integración de las aproximaciones
“naturalista” y hermenéutica. (Salas, 2014, p. 95)

En esta perspectiva se muestra una antropología hermenéutica, un hombre cuyo conocer


es interpretativo, mediante las mediaciones del lenguaje, la acción y la narración. En el
lenguaje intervienen dos factores uno objetivo (lingüística estructural aplicada al relato) y otro
subjetivo (narración, metafórico, lo semántico), como se evidencia en La metáfora viva (1975)
y Tiempo y narración I, II y III. Lo cual implica que Ricoeur estaba pensando en una
antropología de la comunicación, en una persona capaz de “verbaliza[r] su experiencia vital,
creando sentido, y al cual no se le puede conocer sino a través de esa verbalización, que se
expresa en las tres unidades de base del lenguaje, la palabra, la frase y el texto” (Salas, 2014,
p. 96); por tal motivo, la persona cuenta con una identidad narrativa, sin olvidar su identidad
biológica, lo que nos permite reflexionar entorno a la flexibilidad de la identidad en relación
con los cambios de narrativas.

En síntesis, de esta aproximación panorámica a la antropología de Ricoeur, a base de


inferencias antropológicas de sus desarrollos temáticos, podemos concluir la
manifestación de un ser humano personal, con una voluntad y una capacidad de
construcción de sentidos vitales y de su (la) historia, un ser histórico hermenéutico, que
comprende y comunica su vida y su mundo a través de símbolos, poesías y narraciones,
que se constituyen a su vez en el camino para su propio conocimiento, y un ser enfrentado
a la finitud y al mal, experiencias que sólo puede intentar comprender – explicar –
comunicar, a través de formas mitológicas y simbólicas. (Salas, 2014, p. 96)

Otra camino de aproximación a la antropología de Ricoeur es analizar Sí mismo como


otro, cuya obra es una síntesis de la filosofía ricoeriana, con relación a sus textos jurídicos Lo
justo y Amor y Justicia. Las nociones centrales para hablar de lo antropológico, como ya se
mencionaron, son el poder hablar, obrar, narrar, y el poder ser responsable de los actos. Dicho
en palabras de Ricoeur:

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Estas cuatro cuestiones [Yo puedo hablar, Yo puedo obrar, Yo puedo narrar, y Yo puedo ser
responsable de mis actos], me permitieron encadenar, sin confundirlas, las cuestiones
relativas a la filosofía del lenguaje, a la filosofía de la acción, a la teoría narrativa, y a la
filosofía moral. De otra parte, cada una de estas grandes cuestiones, se dejaba subdividir
en dos aproximaciones, una analítica y la otra reflexiva. (Como se citó en Salas, 2014, p.
34)

Teniendo presente estas divisiones antropológicas, vistas desde el marco general de la


voluntad o capacidad, se comprenderá la expresión “sí mismo como otro” y, de manera
simultanea, el concepto de lo “justo”, debido a que ambos términos están vinculados al formar
parte del pensamiento central ricoeriano. El hombre como ser en el lenguaje, en la
construcción del sí mismo, tiene la capacidad de construir y, por ende, de construirse, ya que
cuenta con la capacidad de moldear o crear significados (narraciones) sin dejar de jugar con
las estructuras del lenguaje. Por tal motivo, para realizar una reflexión en el ámbito lingüístico
se necesita una aproximación analítica (centrada en lo objetivo del lenguaje) y una
aproximación reflexiva (centrada en la dimensión subjetiva), ambas son necesarias para la
comprensión de las personas mismas.

En una aproximación analítica a la persona no se la identifica como sí misma, sino como


un algo, a diferencia de una aproximación reflexiva que es un teoría integrativa de sí mismo,
en donde el sujeto aparece inserto en un encuentro intersubjetivo, en una relación de dos
horizontes: el locutor (yo) y su interlocutor (tú). Como dirá Ricoeur:

Este nuevo tipo de investigación se revela más prometedor, por lo que coloca al centro de
la problemática no lo enunciado, sino la enunciación, es decir el acto mismo de decir, el
cual designa reflexivamente a quien habla. La pragmática coloca así directamente en
escena, a título de implicación necesaria del acto de enunciación, el « yo » y el « tú », de la
situación de interlocución. (Como se citó en Salas, 2014, p. 97)

El filósofo propone la integración de una filosofía del lenguaje analítica y una reflexiva,
para afirmar, antropológicamente, que la persona es un ser objetivo y reflexivo. Pasando a la
acción, ésta puede entenderse como en sí misma -como algo objetivo que desvincula al sujeto-,
o como un aspecto de la motivación vivida, lo que nos conlleva a aceptar la subjetividad en la
acción como constituyente de la persona en tanto que sí misma; es decir, la “capacidad de
actuar” implica tanto lo objetivo (el acto por sí mismo) y lo subjetivo (el agente que actúa).

En cuanto a la capacidad de narrar de la persona y su identidad narrativa, reflexiones


realizadas en Tiempo y Narración, se concibe a la persona como algo temporal y, por ende,
inserto en la historia, o como lo diría el filósofo:

La laguna más considerable que presentan nuestros estudios anteriores, en una


perspectiva retrospectiva, viene dada evidentemente por la dimensión temporal, tanto del
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sí mismo, como de la acción. Ni la definición de la persona, en la perspectiva de la
referencia identificativa, ni la del agente, en el cuadro de la semántica de la acción,
tuvieron en cuenta que la persona, de la cual se habla, y que el agente, del cual depende la
acción, tienen una historia, son su propia historia. (Como se citó en Salas, 2014, p. 99)

Al no aceptar un esencialismo para asumir una dimensión temporal (no existe un en sí del
hombre), Ricoeur, hablara de formas de narrarnos, cómo nos representamos en las narraciones,
debido a que sólo existe la interpretación, lo que nos posibilita realizar una comprensión de sí.
Ahora bien, la verdadera naturaleza de la identidad narrativa se manifiesta en la dialéctica
entre la historicidad y la temporalidad de la experiencia humana; es decir, la identidad
narrativa se construye desde un contexto cargado de historia que está presto al cambio que
produce el encuentro de horizontes, la hermenéutica narrativa.

Un tema fundamental en la ética ricoerina es concebir al hombre como ser imputable,


como un ser responsable de la construcción del sí mismo como otro, lo cual permite un
desplazamiento desde una esfera moral a una ética y política. Las personas están en una
constante relación dialogal (el encuentro entre horizontes), por lo que surge una necesidad de
corresponsabilidad, en tanto que ambos horizontes son responsables del surgimiento de un sí
mismo en el otro, ambos se necesitan para su construcción. Dicho en otras palabras, en una
ética de la hermenéutica del sí mismo, no sólo existe el “yo”, entendido de manera aislada,
sino que este “yo” está en relación con el “tú” que cuenta con una libertad; de ahí que el “yo”
depende de la exterioridad (Tú) y ésta depende del yo. Ahora bien, las relaciones dialogales
apuntan a conseguir el “vivir bien”, la felicidad, pero este vivir bien no se logra de manera
individual, sino que este se realiza con y por los otros, en la creación de unas instituciones
justas.

Ricoeur al negar una esencia o verdades por fuera de la historia, como las máximas
universales de Kant, pero sin pretender afirmar que todo es valido, crea el concepto de
“sabiduría práctica” para hablar de ética aplicada, que al aceptar que el otro y el yo conforman
y están dentro del sí mismo, abre la brecha en la cual es necesario pensarnos en conjunto para
responder a una necesidades comunes históricas; es decir, se deben tomar decisiones
concretas dentro de la sabiduría práctica.
Para realizar un análisis de lo “justo” en Paul Ricoeur, como ya se mencionó, hay que
tener claro que dicho concepto no se encuentra desarrollado sistemáticamente, no existe algo
como una teoría de la justicia en las obras del filósofo, pero esto no significa que en el
pensamiento del filósofo se excluya el concepto. Por tal motivo, la justicia debe abordarse
desde el conjunto del pensamiento de Ricoeur, y no como un tema aislado, debido a que dicho
término se encuentra vinculado con todo lo mencionado hasta el momento.

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Hay que mencionar que la “justicia” será analizada desde la hermenéutica con una mirada
antropológica y no desde la metafísica. Con la idea de capacidad y en especial la de
imputabilidad adquieren un gran realce al hablar de justicia, para alcanzar una vida buena o
por lo menos tener una aspiración a una vida buena. Dicho en palabras de Ricoeur:

Estas dos ideas de capacidad y de imputabilidad, […] toman un relieve nuevo al ser
aproximadas, […] bajo la consideración de una aproximación teleológica de la idea de lo
justo. Resituadas sobre el trayecto del deseo de una vida buena, parecen constituir los dos
presupuestos antropológicos complementarios de una ética de lo justo. (Como se citó en
Salas, 2014, p. 102)

Lo “justo” dentro del marco de la antropología adquiere una carga relacional o dimensión
dialógica, debido a que lo justo surge solamente en la relación entre el “yo” y el “tú”; es decir,
lo justo se ubica en el plano exterior, en el campo ético y político; por tal motivo, lo justo se
puede analizar desde la filosofía ética y filosofía política. Por tal motivo, pensar que lo justo
es simplemente el seguir una normas es tener una concepción muy reduccionista, la propuesta
de Ricoeur, y la de Salas, consiste en en ver lo justo como una articulación ética y política con
miras a solucionar o hacer frente a al injusticia y a la violencia.

Hay que señalar que, la propuesta de Ricoeur para no caer en una razón moral vengativa,
que imposibilite la fusión de horizontes o el de aceptar el sí mismo como otro, es hacer un
énfasis en la “responsabilidad” y “corresponsabilidad” que se deben fortalecer en la ética y en
la política sin pasar por alto el ejercicio hermenéutico. Por ejemplo, en el contexto
latinoamericano la parte jurídica al buscar un universalismo legal, pasa “por alto toda
instancia de diálogo con la realidad y todo tipo de hermenéutica” (Salas, 2014, p. 103); es
decir, el derecho habla un lenguaje fundamentado en algo ahistorico; por lo cual, no guarda
ninguna relación con el mundo de la persona y se resiste a una dimensión dialógica. Por tal
motivo, existen leyes o Estados de Derecho que distan mucho de la realidad, ya que no entran
en dialogo con los sujetos, lo cual está en contra de la democracia misma que se fundamenta
en la dimensión dialógica.
Para concluir, Ricoeur permite ver las limitaciones del derecho como mecanismo de
administración de justicia, y la necesidad de un diálogo entre derecho y ética-política
(corresponsabilidad generada desde el sí mismo como otro) para alcanzar el buen vivir, en el
cual debe existir lo justo, ya que no hay justicia si no hay ética. Para alcanzar dicho objetivo
es necesario realizar una fundamentación y pedagogía ética-ciudadana, en la cual las personas
estén prestas a una fusión de horizontes mediante la hermenéutica. Ahora bien, la motivación
para seguir las normas surgen del mismo ejercicio hermenéutico, ya que éstas surgen del
mismo dialogo y hablan del mundo de la vida, de la realidad histórica de las personas.

Lo justo trasciende lo legal y lo bueno; en tanto que, lo justo ni corresponde en todos los
casos con lo jurídico y ni con lo que se considera como bueno; para determinar en cada caso

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que es lo justo se debe recurrir a la “sabiduría practica” que vincula la dimensión histórica con
lo legal -leyes fundamentadas en la realidad-. Es decir, lo “justo” debe responder a la realidad
y para esto se necesita del dialogo, en donde se reconozca al otro como un sí mismo para
alcanzar la felicidad.

Referencias

Salas, J. (2014). El concepto de justicia en marco de la filosofía de Paul Ricoeur. Pensamiento


Jurídico, (40), 82-110. Recuperado en:
https://revistas.unal.edu.co/index.php/peju/article/view/48899

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