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Carlos A. Buscarini
Proyecto UBACYT Nº 20020170100701BA
Resumen
Con base en los estudios de Fenomenología, Hermenéutica y Teoría Crítica, a través de sus
principales representantes, nos ocupamos de la persona en relación con su autobiografía.
Destacamos los conceptos de identidad, corporalidad, afectividad y narrativa. La noción de
espacio es fundamental por lo que se refiere al mundo y al habitar de la persona humana.
Mostramos que el concepto de identidad se ve comprometido en el mundo actual, a raíz de
la influencia que ejercen los medios de comunicación de masas y el desarrollo de la
tecnología. Se advierte así el problema de cómo poder superar las influencias externas que
esclavizan a la persona como individuo, en la toma de decisiones. Intentamos responder a
esta inquietud, sugiriendo una posibilidad de superación de la perturbación a que se ve
conducido el individuo en las actuales circunstancias.
Palabras clave: Identidad, Corporalidad, Mundo, Narrativa
Abstract
With foundation in studies of Phenomenology, Hermeneutic and Critical Theory, as from
its main representatives, we occupied of the person in relation with his autobiography. We
stand out the concepts of identity, corporality, affectivity and narrative. The notion of space
is fundamental in reference at world and inhabit of person. We show the concept of identity
implicated in the actual world, as a result of influence of the mass media and the
development of technology. We understand the problem of overcome the external
influences enslave at person as individual, in made decision. We attempt to answer at
anxiety; we suggest a possibility of overcoming of the perturbation of individual in under
the present circumstances.
Key word: Identity, Corporality, World, Narrative
7
Habermas, Aclaraciones…, cit., p.57.
8
Schutz, Estudios sobre teoría social, Buenos Aires, Amorrortu, 1974, p. 24.
9
Ricoeur, Si mismo…, cit., p. 112.
10
Habermas, Aclaraciones…, cit., p. 59.
11
Neumann, La identidad personal, Buenos Aires, Sur, 1973, pp. 23; 28.
12
Id., p. 30.
Todo individuo hace primero experiencia de sí como producto histórico de
circunstancias de vida contingentes. Pero, al “elegirse” a sí mismo como tal
producto, es como se constituye un sí mismo que a sí mismo se imputa la rica
concreción de la propia biografía a que se enfrenta como algo de lo que
retrospectivamente quiere dar cuenta13.
Una vez fijados los conceptos arriba señalados, podemos comprender ahora por qué
Philippe Lejeune define la autobiografía como “relato retrospectivo en prosa que una
persona real hace de su propia existencia, en tanto que pone el acento sobre su vida
individual, en particular sobre la historia de su personalidad” 14. Si bien es cierto que dicha
definición está acotada a una época y lugar específicos, ya que abarca poco más de dos
siglos y cubre sólo la literatura europea, también es cierto que nos basamos en el concepto
de ‘persona’, tal como lo estudian las direcciones de fenomenología, hermenéutica y teoría
de la acción comunicativa, llevados a cabo por pensadores europeos. Ello no impide que lo
tratado pueda aplicarse a personas que pertenezcan a otras latitudes. De hecho, dichas
corrientes de pensamiento europeo, se han extendido hoy a pensadores de diferentes
tradiciones. Ellos han asumido el pensamiento europeo y lo han integrado a pensamientos a
veces milenarios, como propuestas de vida en el mundo actual.
Al indagar lo referente a la narración autobiográfica, debemos tener presente la siguiente
afirmación: “En la ficción narrativa en primera persona, el narrador y el personaje principal
son el mismo; en la autobiografía solamente el autor, el narrador y el personaje principal
son el mismo”15. Valga esta aclaración, dada la cercanía entre relato de ficción y narrativa
autobiográfica. Ahora bien, “la verdadera naturaleza de la identidad narrativa sólo se revela
en la dialéctica de la ipseidad y de la mismidad” 16. Ricoeur propone “definir la
concordancia discordante, característica de toda composición narrativa, mediante la noción
de síntesis de lo heterogéneo”17. En la obra que comentamos en este párrafo, Soi-même
comme un autre, el contexto es el de la identidad narrativa y la dialéctica de la ipseidad y
de la mismidad. “La tesis sostenida aquí será que la identidad del personaje se comprende
trasladando sobre él la operación de construcción de la trama aplicada primero a la acción
narrada; el personaje mismo –dice Ricoeur- es ‘puesto en trama’ (mis en intrigue)18.
Ricoeur advierte también, por su parte, que no omite jamás hablar del hombre actuante y
sufriente. “El relato construye la identidad del personaje, que podemos llamar su identidad
narrativa, al construir la de la historia narrada. Es la identidad de la historia la que hace la
identidad del personaje”19.
Por otra parte, hay que considerar la dimensión afectiva en relación con el cuerpo. Es así
que Marc Richir señala con exactitud, que el cuerpo propio distinto del cuerpo objetivo es
un “ser-en-el-mundo” prendido a la existencialidad del “ser-ahí”, por lo que no hay
tonalidad afectiva que no sea encarnada; por eso la afectividad también está prendida al
campo intersubjetivo o interfacticial del ser-con y, según su expresión, en términos propios
13
Habermas, Identidades nacionales y postnacionales, Madrid, Tecnos, 1998, p. 99.
14
Lejeune, Le pacte autobiographique, Paris, Seuil, 1996, p. 14.
15
Ricoeur, Tiempo y narración II, México, Siglo XXI, 2008, p. 515.
16
Ricoeur, Si mismo…, cit., p. 138.
17
Id., p. 140.
18
Id., pp. 141-142.
19
Id., p. 147.
de Richir, al lenguaje como temporalización-espacialización del sentido. Capto mi
afectividad en forma inmediata y la de los demás, y recíprocamente 20. En el ámbito de la
fenomenología husserliana, se da que por una transferencia aperceptiva de la experiencia de
mi propio cuerpo orgánico, apercibo en el cuerpo percibido la realidad del otro; en la
presencia del cuerpo, se apresenta el ego que en él gobierna. Es decir, se produce una
‘apercepción analógica’ o ‘apresentación’. Surge en este contexto el concepto de “ficción”,
ya que la ficción es la liberación de mi perspectiva y este movimiento en otro punto de
vista. Por medio de ella puedo comprender el allí para mí como un aquí para el Otro. La
‘apresentación’ deviene ahora una transferencia dentro de otra vida en la imaginación y la
simpatía.
Si se trata de permanencia en el tiempo, como queda establecido, podemos comprender otro
concepto a tener en cuenta; esto es, la dimensión afectiva del movimiento: “El movimiento
corporal vehiculiza la emoción, le da un particular tipo de existencia, una existencia motriz
que modula el espacio, la percepción, la relación con el otro y la expresión” 21. La propuesta
de Ariela Battán Horenstein, es la de comprender la emoción como performance corporal.
Con esa posición logra evitar los presupuestos dualistas y reduccionistas sobre las
emociones, que son los habitualmente sostenidos.
Podemos señalar –dice Battán- que la emoción no crea un producto, un gesto o un
comportamiento, sino, más bien, que es la existencia misma, la vida con sus
situaciones ordinarias o extraordinarias lo que se crea o recrea en la emoción bajo
una determinada coloración o modulación22.
Husserl ya se había referido a los contenidos de sentimiento sensible que el sujeto vive y
localiza en su cuerpo. Por ejemplo, la alegría por un suceso feliz es un acto, vivencia
concreta y compleja, que comprende la representación del suceso alegre, la cual se enlaza
con una sensación de placer, y “el suceso aparece como recubierto por un velo rosado” 23;
éste se extiende más allá del objeto al que se dirige el sentimiento y configura un fondo
emotivo de experiencia. La sensación afectiva es apercibida como suscitación afectiva del
sujeto y como propiedad objetiva, en este caso, como resplandor en el objeto 24. Ello
significa aceptar que “el movimiento de un cuerpo en cuanto primer objeto cultural está
investido de significaciones sedimentadas e instituye un mundo con cada gesto” 25.
Afirmaciones que se sostienen en base a las investigaciones de Merleau-Ponty sobre la
fenomenología de la corporalidad, tal como indica la autora citada. Además, el cuerpo es el
primer objeto cultural porque es simbolismo, en tanto hay en él un pensamiento
prelingüístico que le permite comprender el mundo sin necesidad de representárselo.
Si el cuerpo es el primer objeto cultural, si las personas son cuerpos, sabemos que son
cuerpos vividos, cuerpos propios.
El Leib [cuerpo propio] es, como dijo Merleau-Ponty en Lo Visible y lo Invisible,
“medidor universal” del mundo, pero es un medidor medido por el mundo, en
20
Richir, “Prolegómenos a una fenomenología de la afectividad”, Eikasia 2013, p. 497.
21
Battán, “El cuerpo como teatro: fenomenología y emociones”, Eidos Nº 35, p. 229.
22
Id., p. 231.
23
Husserl, Investigaciones lógicas, Madrid, Revista de Occidente, 1976, p. 510.
24
Zirión, “El resplandor de la afectividad”, Acta fenomenológica latinoamericana, Vol. 3, 2009, p. 143.
25
Battán, “El cuerpo…,” cit., p. 228.
quiasma con el mundo: no hay ‘figura’ (Bild, Gestalt) del mundo que sea
incorpórea, y eso quiere decir también que el Leib (…) es una “parte total” del
mundo26.
Esto nos lleva, una vez más, hacia la dirección simbólica, ya que
no hay comunidad humana sin institución simbólica. Por consiguiente, la
constitución fenomenológica del Leib como uno es indisociable de la institución
simbólica del Leib como uno, y de ahí, del mundo como uno y del espacio como
uno. Y esta institución simbólica es a su vez y al mismo tiempo institución de la
arquitectura, de la hominización del mundo y del espacio como mundo y espacio del
habitar y del circular27.
Richir se propuso obtener una visión posible para articular una problemática
fenomenológica entre cuerpo propio y espacio. Se trata del espacio del habitar, en el que se
impone la noción de arquitectura, en su sentido más general, ya que el hombre habita en
alguna forma de arquitectura. Así podemos comprender –dice Richir-, “en nuestra
contemporánea modernidad que se nos antoja frecuencia tan arbitraria como inhumana, que
si existe una relación entre cuerpos y arquitecturas será (…), al mismo tiempo institución
del cuerpo (Leib) como uno”28. Pero Richir no ahorra términos para criticar lo que
considera desastres arquitecturales de la época contemporánea. Se refiere a la institución
simbólica, que degenera en
una especie de “sistema” que prolifera, de suyo y por sí mismo, para así decir “a
solas”, indiferente a la vida de los hombres, es decir, también a la cuestión de sus
sentidos – transformando la casa en “alojamiento” y los lugares públicos en
“espacios”, quedando ambos reducidos a lo que supuestamente es la economía de su
“funcionalidad”. Se agrega a ello la “sub-urbanización, la proliferación de cubos y
paralelepípedos rectángulos de hormigón y de acero – sin contar el aspecto
monstruoso, inelegante y masivo de muchas de las supuestas “innovaciones”.
El deber de la arquitectura debiera ser el de acrecentar el encanto o el misterio del paisaje
natural, aunque en la época actual se advierte “el saqueo bárbaro de paisajes y lugares,
reducidos, en la jerga de los burócratas, a ‘zonas’”29.
31
Id., p. 77.
32
Id., p. 75.
33
Id., pp. 75-76.
34
Id., p. 76.
35
Ricoeur, Tiempo y narración III, México, Siglo XXI, 2009, p. 998.
36
Neumann, La identidad…, cit., p. 103.
¿Cómo poder concebir hoy una autobiografía? La pregunta viene al caso porque, según
leemos en Neumann,
hay que notar que la identidad (…) está ligada a la sociedad burguesa surgida en
Europa desde el Renacimiento. Fuera de ella –por ejemplo, en la sociedad feudal de
la Edad Media o en la sociedad actual de consumo- la identidad no tiene sitio
alguno”37.
Tratemos de comprender este concepto, pues no hay que olvidar que el hombre moderno,
“se multiplica en figuras que él encuentra de antemano ya jugadas”. Se trata de un “hombre
sin propiedades”, que no lleva en sí mismo una psicología continuada, por lo que “es
incapaz de autobiografía”38. La referencia a la novela de Robert Musil, El hombre sin
propiedades, se encuentra tanto en Neumann como en Ricoeur, aunque a ambos autores los
separe una significativa distancia temporal; ello muestra que ese ejemplo se ha convertido
ya en un clásico, respecto de la falta de identidad. Ricoeur advierte que en el teatro y en la
novela contemporánea, se encuentran ficciones de la pérdida de identidad. En el caso de la
obra de Musil, citada,
el anclaje del nombre propio se hace irrisorio hasta el punto de hacerse redundante.
Lo no-identificable se convierte en lo innominable, (…) a medida que el relato se
acerca al punto de anulación del personaje, la novela pierde también sus cualidades
propiamente narrativas (…). A la pérdida de identidad del personaje corresponde así
la pérdida de configuración del relato y, en particular, una crisis de la clausura del
relato39.
A ello hay que agregar que hace ya varias décadas que Herbert Marcuse se refería a la
sociedad industrial avanzada, en donde el aparato productivo tendía a hacerse totalitario. En
él se borraba la oposición entre la existencia privada y pública, entre las necesidades
individuales y sociales. “La tecnología –decía Marcuse en El hombre unidimensional- sirve
para instituir formas de control social y de cohesión social más efectivas y más agradables”.
Ya la primera Escuela de Frankfurt había forjado el concepto de “industria de la
conciencia”; lo que debía hacer el individuo en cada momento, no debía decidirlo él. La
industria de la conciencia se hacía cargo de esta tarea para él 40. Tal vez si se presta atención
al escenario así descripto, se pueda percibir el eco del discurso heideggeriano sobre el
“Uno”, ese “ser-ahí” que en la vorágine cotidiana se despersonaliza y se ve obligado a ser
un ser como todos. Así se diluye la responsabilidad de ese alterado e impersonal “se”, pero,
creemos, siempre es posible recuperar el auténtico ser sí mismo.
37
Id., p. 31.
38
Id., p. 228.
39
Ricoeur, Si mismo…, cit., p. 149.
40
Neumann, La identidad…, cit., 226.
41
Sadin, La silicolonización del mundo, Buenos Aires, Caja Negra, 2018, p. 144.
elegirse a sí mismo, de una “‘identidad del yo’ que se establece por vía de reconstrucción
de la propia biografía a la luz de una autorresponsabilidad absoluta” 42. Ello será posible
para una persona que logre tomar conciencia de la situación actual y que sepa y quiera
asumir una actitud crítica frente a esa industria de la vida. Esa es nuestra convicción. Es
necesario analizar las características de la situación actual, reflexionar sobre las bases en
las que se sustenta, acostumbrarse a leer entre líneas lo implícito en las propuestas y no
aceptar el estado de cosas vigente sólo porque la mayoría lo asume como propio. Se trata
de las implicaciones éticas que debe reconocer la persona, asumirlas y proponerse actuar
en consecuencia.
Hay, además, otro detalle que no queremos soslayar; en el mundo moderno se da una
situación esquizofrénica, como ha señalado Pérez Álvarez43: dicho autor se refiere a un yo
que desde el Renacimiento sigue una tendencia individualista e interiorizante. La tendencia
individualista consiste en una separación creciente entre el individuo y la sociedad; la
tendencia interiorizante reside en la separación dentro del individuo entre el interior y el
exterior; por un lado, un yo omnipotente y por otro, un yo-objeto. Considerando este yo-
moderno, el pensamiento puede llegar a tomarse por más real que la realidad y ésta, a su
vez, por una ilusión. Esta duplicidad de la conciencia, es común tanto al pensamiento
moderno como a la esquizofrenia. Dicho dualismo, ha dicho Stanghellini (citado por Pérez
Álvarez) “es el eidos fundamental tanto de la modernidad como de la despersonalización
esquizofrénica”. Del mismo modo hay afinidad entre la esquizofrenia y la tecnología
moderna. La máquina moderna puede servir a la apoteosis del yo como máquina, o a su
mayor enajenación debida a máquinas de influir manipuladas por otros. Cada nuevo
desarrollo tecnológico se presta a una variante de delirio de control técnico. Así, Pérez
Álvarez enumera: magnetismo, rayos, electricidad, teléfono, televisión, móviles, Internet.
Los delirios y alucinaciones de control técnico suponen una alteración en las estructuras
fundamentales de “ser-en-el-mundo”. No se trata de un mero contenido, sino de una forma
de experiencia alterada, de una enajenación. “En la experiencia esquizofrénica no solo el
cuerpo toma el estatus de cosa, sino que la propia subjetividad se vuelve objeto cuasi-
material”44. A todo ello debemos agregar, por nuestra parte, el avance de la Inteligencia
Artificial, respecto de la realidad, o del “mundo-de-la-vida”, pues queda por resolver el
problema de qué es la realidad para el hombre contemporáneo.
Insistimos en la advertencia de Sadin:
lo que está destinado a ser captado y tratado por sistemas de retroalimentación que
ofrecen a miles de millones de individuos productos o servicios ajustados a cada
momento es la vida misma en sus flujos fisiológicos, en sus diferentes acciones, en
sus estados emocionales45.
La industria de la vida pretende, sin duda, derribar ese obstáculo que es la decisión de
compra. Además, tiene la ambición de liberarse de todo límite, lanzándose al asalto de la
psique humana, con ayuda de programas de interpretación emocional, a través del análisis
de las frecuencias vocales. “La inclinación humana a dejarse llevar hacia formas de pereza
42
Habermas, Identidades…, cit., p. 100.
43
Pérez Álvarez, “Esquizofrenia y cultura moderna”, Psicothema Vol. 24, Nº 1, 2012, p. 4.
44
Id.
45
Sadin, La silicolonización…, cit., p. 145.
se mezcla con la pulsión libidinal del tecnoliberarismo para monetizar todos los flujos de la
vida”46. Resulta evidente que no solamente el pensamiento lógico sino también la
afectividad se ve amenazada con los programas vigentes de dominación.
La fenomenología, como disciplina interesada en la descripción y explicación de la
estructura de la experiencia, trata de comprender la experiencia en primera persona en el
contexto biográfico del yo y sus circunstancias; se aboca a describir la organización
significativa de las experiencias, expresiones y conductas de las personas, proponiendo un
entendimiento narrativo de los individuos. Dicho entendimiento narrativo pone en relación
el escenario de la acción con el de la conciencia para dar sentido a las experiencias y
conductas de las personas. Afortunadamente, la fenomenología, fundada por Edmund
Husserl, ha dado las bases para una fenomenología clínica, la que está contribuyendo al
tratamiento de los trastornos de personalidad. Dichas consideraciones de Pérez Álvarez y
otros, culminan en la afirmación de que “la fenomenología es hoy la mayor alternativa a la
concepción nosológica y neurobiológica dominante, sin menoscabo de sus posibles
conexiones”47. Por su parte, Ricoeur concibe la fenomenología como una exégesis,
explicación o interpretación, por lo que sólo puede efectuarse como una hermenéutica. La
más fundamental presuposición fenomenológica de una filosofía de la interpretación, es,
para Ricoeur, que toda cuestión llevada sobre un ente cualquiera es una cuestión sobre el
sentido de ese ente. La síntesis de una fenomenología hermenéutica tiene hoy aplicación en
muchas disciplinas, entre otras, la enfermería. Si señalamos este ámbito, es por el rol que le
compete en el tratamiento de las patologías, ya que considera los significados de las
experiencias vividas por las personas; facilita la comprensión del cuidado como parte de las
relaciones intersubjetivas y aboga por conocer al ser humano holístico capaz de auto-
determinarse48. En cuanto a la Teoría Crítica, en su versión de la Teoría de la Acción
Comunicativa, surge para promover un entendimiento de la situación histórica y cultural de
la sociedad, con el propósito de generar acciones en torno a una transformación de ésta. El
concepto husserliano de “mundo de la vida”, Habermas lo utiliza teniendo como horizonte
el ámbito de la comunicación humana. Los componentes estructurales de dicho mundo son
la cultura, la sociedad y la personalidad., conceptos imprescindibles e implícitos en nuestra
exposición.
¿Hay alguna forma de superar el actual estado de cosas? Podemos intentarlo. Una manera
sería prestar atención a la obra del pensador francés Gilbert Simondon (1924-1989), cuyas
obras tanto han influido en el estudio de las técnicas y la tecnología, al menos como una de
las propuestas más significativas de los últimos tiempos. En este aspecto, Simondon
propone entender en qué condiciones puede la tecnología aportar un progreso real para la
humanidad, ya que la vida social no es comprensible sin su dimensión técnica; dicho autor
considera que tampoco los desarrollos de la técnica son independientes de los factores
psicosociológicos. Por ello, entiende que un enfoque psicosociológico permite a las
personas no caer en la esclavitud del desarrollo técnico. Simondon no está en contra de la
técnica; recuerda el verdadero significado de la técnica: ser, para el hombre, la verdadera
mediación a la naturaleza; una intermediaria entre hombre y mundo. Sin entrar a explicar
46
Id., p. 152.
47
Pérez Álvarez et. al. “La hora de la fenomenología en la esquizofrenia”, Clínica y Salud, Vol. 21, Nº 3,
2010, pp. 222-223.
48
Ramírez Perdomo, “Fenomenología hermenéutica y sus implicaciones en enfermería”, Index Enferm, Vol.
25, Nº 1-2, 2016, pp. 2; 5.
los términos técnicos de su pensamiento, recurrimos al núcleo de la propuesta de dicho
pensador, en cuanto a la formación cultural de la persona, expuesta claramente por Vargas
Guillén y Gil Congote, quienes nos informan que “un proyecto político-pedagógico como
el abierto por Simondon opera esencialmente mediante la participación: a mayor
participación, mayor individuación”49. Aclaran los autores que “la individuación acontece
en los niveles físico, biológico y psíquico. Sea que se dé en el ámbito personal o colectivo,
la individuación psíquica acontece en un quién, en la interacción con los otros” 50.
Recordamos una vez más el concepto del ‘quién’, como determinante de la identidad, con
la apropiación de la historia individual y de las tradiciones, más el contexto vital que ha
determinado el propio proceso de formación.
La observación, la escucha, la pregunta, la sensibilidad para captar lo que otros no
ven, en el ejercicio constante de la crítica, del pensamiento reflexivo, permite
desentrañar la tecnicidad presente en las producciones culturales y conducirlas a
favor de la invención. Es el despliegue del sujeto psíquico, objeto y sujeto a la vez
de conocimiento, que se individúa a medida que individúa el entorno (natural,
cognitivo, estético, técnico) y lo vuelve esfera de propiedad desde sí, para sí51.
Ello es como una actualización del siempre vigente aforismo socrático: “Una vida que no
ha sido examinada no merece ser vivida”. Teniendo en cuenta las advertencias señaladas,
creemos que, si se franquea la entrada a Un mundo feliz, se puede llegar a una situación sin
retorno. Seguramente, a juzgar por la cita arriba transcripta, no se puede esperar que todos
los miembros de la sociedad humana asuman la responsabilidad de una actitud crítica,
porque, sabemos, ello depende de cada quien, de su interés en comprender el mundo en que
le toca vivir, de sus posibilidades de clarificar esa Weltanschauung que intenta la
erradicación de la figura humana.
49
Vargas Guillén, G., Gil Congote, L.M. “Excelencia, excedencia e individuación: el problema de la formación
como despliegue de la tecnicidad”, Revista Colombiana de Educación, Nº 68, 2015, p. 18.
50
Id., p. 7.
51
Id., p. 24.
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