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1.

LOS PRIMEROS FILOSOFOS GRIEGOS (TAMBIEN LLAMADOS


PRESOCRATICOS)

 La denominación de ”presocráticos “ resulta algo desafortunada pero


es la que se utiliza para designar al conjunto de escritores y
pensadores con los cuales se considera inaugurada la filosofía en
Grecia. Acerca de todos ellos hemos de puntualizar lo siguiente:

 En su época no se consideraban filósofos sino sabios (sófoi). Y sabios


eran también los poetas, los artistas, los médicos, los científicos y
políticos, hombres universales, por tanto. Fue Pitágoras quien, al
parecer, inventó la palabra “filósofo” (amante y buscador de la
sabiduría o sofía) y dijo que “ninguno de los hombres es sabio, solo
Dios”.

 Cronológicamente, no todos fueron anteriores a Sócrates; así hay


algunos contemporáneos a Sócrates; y Demócrito, por ejemplo, murió
mucho más tarde. Además, desde el punto de vista doctrinal no puede
decirse que fueran predecesores del pensamiento socrático. Si parece
más plausible la tesis que les agrupa por compartir una serie de rasgos
comunes :

1º Todos ellos tratan de dar una respuesta a la pregunta acerca del


origen y constitución del cosmos. Trataron de determinar el principio
eterno, el arjé, del que todo procede y del que todo se compone. Y, la
gran novedad, este principio ya no se busca en realidades
antropomórficas (los dioses), sino en la naturaleza.

2º Todos viven en las colonias de Jonia o Italia meridional, aunque


debieron ser grandes viajeros
3º Pueden clasificarse en dos grandes familias que responden a dos
tradiciones filosóficas distintas:
a) la tradición científica jónica y,
b) la tradición metafísica itálica.

Otra manera de clasificarlos obedece al número de elementos que


consideraran importantes en la naturaleza, así, los llamados monistas
van a mantener que el principio de todo cuanto existe es un solo
elemento; para los pluralistas, en cambio, varios o muchos son los
principios constitutivos.
* El estudio de los presocráticos resulta difícil debido a la escasez de
textos que nos han llegado de ellos. De ahí que tampoco pueda haber una
interpretación definitiva.

ESCUELA JÓNICA (FISICA) (A modo de curiosidad y ampliación)

Tales (624-546 a.C). Matemático, astrónomo y político, mantuvo que el


origen de todas las cosas, el arjé es el agua. Tal vez llegara a esta
conclusión por observación: Mileto era puerto de mar, su ciudad se
abastecía del comercio marítimo y la lluvia era fundamental para la
agricultura. Todo para él está vivo y animado (hilozoísmo). Tuvo dos
discípulos:

Anaximandro (610-545 a.C) . Se dedicó a múltiples investigaciones: se le


atribuye un mapa terrestre, trabajos para calcular y medir la distancia
entre las estrellas y la afirmación de que la Tierra es esférica y ocupa el
centro del universo. Para él el arjé no es esto ni aquello sino algo
indefinido, indeterminado al que calificó como el apéiron. Este es inmortal
e indestructible y camina hacia lo definido; por esto último se considera el
primer autor que habla de evolución.

Anaxímenes (585-524 a. C). Continuador directo de Tales, este afirma


que el principio de todas las cosas es el aire, el cual, al calentarse
produce el fuego, si se condensa surge el agua y más condensado aún
daría lugar a la Tierra.

ESCUELA PITAGÓRICA (MATEMÁTICA)

Fue fundada por Pitágoras (572 a.C- 496? a. C) nacido en Samos en


Asia Menor y emigró a Crotona en la Magna Grecia. Aquí fundó una
comunidad o secta de contenido místico- religioso y se les llamó
pitagóricos. Dicha comunidad intervino también en política. Su
pensamiento y su influencia fueron enormes: estuvo vigente después de
su muerte durante más de tres siglos resurgiendo incluso de nuevo en el
siglo I d.C.

Para Pitágoras el arjé de las fisis es el número, por eso todo cuanto
ocurre en el universo es organizado y armónico- la armonía de las
esferas-. El mundo es una gran ecuación matemática. Les atribuyen
cualidades mágicas a ciertos números, como por ejemplo, el 7; el número
10, en cambio, supone la perfección. Decían que de las figuras
geométricas, la más perfecta era la esfera. Además, todo cuanto acontece
en el universo de forma regulada y armónica vuelve a repetirse
infinitamente hasta en sus más mínimos detalles. Es el eterno retorno.
La visión que Pitágoras posee del ser humano tiene una raíz filosófica
porque está influida por lo que todos los griegos pensaban de la
naturaleza. Pero, al mismo tiempo, encontramos también una raíz
religiosa tomada del orfismo.
Para la religión órfica, centrada en el mito de Orfeo,- y Pitágoras asume
esta doctrina-, el alma humana es inmortal porque es de origen divino.
Manchada por el pecado ha sido condenada a unirse a un cuerpo que es
su cárcel, y no regresará a la divinidad hasta que no haya expiado su
culpa. Si en el momento de la muerte el alma todavía no lo ha logrado, se
verá obligada a transmigrar a otro cuerpo, humano o animal, según la vida
que haya llevado. Y así sucesivamente hasta recobrar su primitiva
espiritualidad.

HERÁCLITO (DEVENIR)
Nacido aproximadamente entre el 544 y muerto en el 484 a. C sabemos
muy poco de su vida. La brevedad y la complejidad de los fragmentos que
se conservan de su obra le han valido el sobrenombre del “Oscuro”. Es
frecuente exponer su filosofía contrapuesta a la de Parménides.

Siguiendo la tradición de los demás filósofos jonios afirma que el fuego es


el arjé del universo: no solo las cosas individuales salen del fuego y
vuelven a él sino que es el mundo entero quien perece en el fuego- en
una especie de conflagración universal- para luego volver a renacer.
Aparece aquí la imagen del ciclo cósmico, la antigua idea griega del
Eterno Retorno (que reaparece en Platón y los estoicos).

Pero lo que le ha otorgado valor permanente a la filosofía de Heráclito han


sido sus doctrinas de la contradicción y el Lógos. Heráclito, inclinándose
por los sentidos, concibe la realidad auténtica como movimiento. “Panta
rei” (todo fluye) es la frase con la que se resume su concepción de la
naturaleza. La realidad es movimiento, cambio continuo. Nada permanece
igual a sí mismo en dos momentos distintos : “no es posible descender
dos veces al mismo río, pues siempre un agua distinta fluye en torno a ti”
o “todo fluye, nada queda”.

Y el motivo de que la realidad sea cambio continuo lo sitúa Heráclito en su


arjé, que es la contradicción, la lucha de contrarios. Cada cosa no es en
cada momento más que el resultado de la lucha entre dos elementos
contrapuestos. “La guerra es el padre de todas las cosas”.
Sin embargo, la contradicción engendra armonía aunque sea una
armonía oculta. Esto ùltimo ocurre porque una ley única rige el
curso del universo: un Lógos que todo lo unifica y todo lo orienta. Este
lógos, en el caso del hombre es su propia razón. Esta es una afirmación
que resurgirá con frecuencia en la Historia de la Filosofía: el orden real
coincide con el orden de la razón, una misma ley o razón rige el mundo y
la mente humana (.F. Hegel).

PARMÉNIDES DE ELEA (ESCUELA DEL


SER)
Nació y murió en Elea entre el 540 y el 470 a. C y creó una escuela
llamada “eleata”. Por las influencias en su pensamiento del orfismo,
Parménides pertenece a la tradición mística y metafísica de los primeros
filósofos.

En su obra, un magnífico Poema escrito en versos hexámetros defiende la


tesis de que solo es lo que es y no lo que no es. “Lo que es” es el Ser y
además es pensable. El no ser, ni es, ni se puede pensar.

Las caracterísiticas del Ser de Parménides son las siguientes: es infinito,


por tanto nunca cambia. Es eterno porque nunca muere y no nace de
nada, es ingénito. Es perfecto, ilimitado, inmutable, es esférico, es, en
una palabra Dios.

Parménides con estas afirmaciones parece que intentó demolir la filosofía


de sus predecesores, especialmente de los pitagóricos: por eso niega el
vacío, el tiempo y la pluralidad. Para él, el cambio y la pluralidad se
consideran una ilusión de los sentidos, no algo real. El mundo, es igual
que el Ser, compacto inengendrado e imperecedero, sin cambio ni
movimiento. Es como “una esfera bien redonda”, inmóvil y eterna. De un
modo explícito, por tanto, se introduce la distinción entre verdad y
apariencia (u opinión), y se otorga primacía a la razón (lo que se
puede pensar) por encima de las apariencias sensibles y engañosas,
El problema del conocimiento surge, pues, como un nuevo problema
filosófico y avanzará el pensamiento de Platón.

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