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LA ALIMENTACIÓN

La alimentación es, al mismo tiempo, individual y social, por el carácter dual del
gusto como construcción social que condiciona al sujeto para elegir lo que de
todas maneras estaría obligado a comer. Desde hace milenios, cada vez que
se reflexionó sobre la alimentación quedó en claro que la nutrición es un factor
de importancia crucial, tanto en los sujetos para mantener la salud, como en los
grupos para mantener el orden. Por eso es un campo particularmente
importante para la epidemiología, ya que condensa bajo un mismo enunciado
problemáticas diversas: es al mismo tiempo, un elemento privilegiado en el
proceso de salud enfermedad y un fenómeno económico, político, social y
cultural.

Al respecto Ziegler (1995) expresa que: "El alimento es el


combustible necesario para mantener los procesos que requiere
la energía y que, a su vez, mantiene la vida. La energía es
necesaria para mantener el medio fisicoquímico del animal
intacto, el denominado medio interno, y para la persistencia de las
actividades electromagnéticas que definen el organismo vivo".

Revisando la historia social de la alimentación humana vemos que articula el


medio ambiente y la tecnología extractiva con las instituciones sociales y los
sistemas políticos. En la historia vemos cómo se condicionan la nutrición, la
salud y la política, de manera que no escapó al saber de los líderes políticos
del pasado que al controlar la alimentación, a la vez se controlaban la salud de
los cuerpos y de las instituciones (por eso los tratados conocidos de lo que hoy
llamaríamos “seguridad alimentaria” –en Occidente– datan de 3.700 años).
Esto era especialmente importante porque durante milenios –ya sea por
factores naturales o sociales– la mayoría de las sociedades vivieron en
contextos de restricción calórica, entonces la salud y la organización social
dependían de cuánta comida se pudiera conseguir. Y los líderes políticos del
pasado tenían bien en claro que su poder (y la mayor parte de las veces,
también su cabeza) dependía de la manera más o menos ingeniosa en que
lograran redistribuir los recursos alimentarios. Si a nivel micro se buscaba
comer para vivir (y, en lo posible, estar saludable), a nivel macro, los festines,
los graneros reales, las construcciones gigantescas, las guerras imperiales, las
expediciones religiosas, etc., funcionaban –más allá de sus fines declarados–
como formas de redistribuir recursos y controlar la alimentación de la población,
en una búsqueda –esta sí bastante desembozada– de mantener y acrecentar
el poder político. La tríada alimentación, salud, poder era explícita,
incuestionablemente obvia.

El consumo es algo natural. Consumimos antes de nacer, desde


el vientre materno estamos consumiendo a la vez que generamos
materiales de desecho o residuales en el proceso. Consumir no
sólo es natural para nosotros los humanos, el consumo es parte
de los procesos naturales de sostenimiento y reproducción de la
vida. Todos los seres vivos consumimos y producimos desechos o
residuos. El consumir es una parte del proceso de intercambio de
los seres vivos con el ambiente inmediato y mediato (Bauman,
2007).

Pero en el último siglo, las cosas cambiaron. La ciencia puesta al servicio de la


producción de alimentos contribuyó a centuplicar las existencias, a crear
especies (y también contribuyó a la extinción de muchas otras), a moderar
hambrunas, a controlar y aun eliminar enfermedades, hasta pasar de una
epidemiología del contagio a una epidemiología del riesgo, en la que los
alimentos (y los otros humanos), en lugar de garantes de la supervivencia, se
han transformado en causantes de enfermedad; y los Estados, más que por las
existencias en los graneros, están preocupados por los flujos financieros, ya
que una variación en la tasa de interés en otro hemisferio puede hacerlos
colapsar, revaluando sus deudas, bajando el precio de sus exportaciones,
subiendo el de sus importaciones, denegando préstamos o inversiones que –
entonces sí– condenarán a su población a la pobreza.

Las sociedades actuales organizadas económicamente bajo las diversas


formas que asume el capitalismo y culturalmente en los elusivos “valores
occidentales” presentan una situación crítica respecto de la alimentación,
aunque esta sea excedentaria, en la producción se está frente a una crisis de
sustentabilidad; en la distribución, frente a una crisis de equidad; y, en el
consumo, frente a una crisis de comensalidad.

Es propio del modo de producción existente, que es el capitalista,


la destrucción de riqueza tanto humana como natural, como
resultado de sus contradicciones internas. El motor que mueve
todas las acciones productivas del sistema es el crecimiento de la
cuota de plusvalía; este crecimiento solo puede tener lugar con
una mayor explotación de la clase obrera, a la vez que aumenta la
producción. El crecimiento de la producción ad infinitum,
simultáneamente con el consumo de materias primas, entra en
pugna con la finitud del planeta; pugna que se agudiza en los
momentos de crisis. Carlos Marx resumió esta doble destrucción
de riqueza de la siguiente manera: …la producción capitalista sólo
sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de
producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales
de toda riqueza: la tierra y el hombre (Marx 1976, tomo I, 424-
425).

LA NUTRICIÓN

Según la OMS, la nutrición es la ingesta de alimentos en relación con las


necesidades dietéticas del organismo. Una buena nutrición, entendida como
una dieta suficiente y equilibrada combinada con el ejercicio físico regular, es
un elemento fundamental para mantener una vida saludable.

La nutrición es el proceso en el que nuestro organismo utiliza el alimento para


mantenerse en buen funcionamiento y reparar zonas deterioradas. Para ello se
llevan a cabo diversos procesos entre los que se incluye la absorción,
asimilación y transformación de los alimentos, que permiten al organismo
incorporar los nutrientes destinados a su mantenimiento, crecimiento y correcto
funcionamiento.

La salud y buen funcionamiento de nuestro organismo, depende


de la nutrición y alimentación que tengamos durante la vida.
[ CITATION Páz14 \l 10250 ]

Muñoz y López (2001), describen como la serie de fenómenos


complejos por los que el alimento se ingiere, se asimila y se utiliza
para que puedan llevarse a cabo de manera adecuada todas las
funciones del organismo, y posteriormente se elimina o excreta en
forma de residuo no reutilizable por el propio individuo.

Drummond (1989) coincide con los anteriores autores, él dice que


la nutrición se define como la ciencia de los alimentos, los
nutrientes y otras sustancias relacionada, la interacción y el
balance referente a la salud y enfermedad, los proceso por los
cuales el organismo ingiere, digiere, transporta, utiliza y excreta
las sustancias que extrae de los alimentos.
ZIEGLER, EKHARD (1997). Conocimientos Actuales Sobre La Nutrición.
Organización panamericana de la Salud. Washington D.C.

Aguirre, Patricia. (2016). Alimentación humana: el estudio científico de lo obvio.


Salud Colectiva, Argentina. Recuperado por
https://www.scielosp.org/pdf/scol/2016.v12n4/463-472/es

Bauman, Zygman. (2007).. Vida de Consumo. Fondo de cultura económica


Carrera Picacho-Ajusto. Mexico. Recuperado por
https://books.google.com.pe/books?
hl=es&lr=&id=0yYpX4qruHoC&oi=fnd&pg=PT5&dq=(Bauman,
+2007)&ots=YY4JY8VQ8S&sig=80Lc9kQc3jFfQRFSedogbqZs714#v=onepage
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Marx, Karl (1867). El capital. Libro dot. Londres. Recuperado por


http://biblio3.url.edu.gt/Libros/CAPTOM1.pdf

Cunyas,Yessenia y LLacta,Eliana. (2015), HÁBITOS ALIMENTICIOS Y


RENDIMIENTO ACADÉMICO EN EL ÀREA DE CIENCIA Y AMBIENTE EN
ESTUDIANTES DEL CUARTO GRADO DE LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA
31301 DE CHILCA-HUANCAYO (tesis), Huancayo

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