Está en la página 1de 6

TEMA 3

SOCIEDAD NORMATIVIDAD Y DERECHO

I. NORMAS MORALES (Moral y Derecho)

En la antigüedad y en la Edad Media no se pensó en la posibilidad de separarlos.


Vinculando estrechamente el orden jurídico al orden moral. creíase que aquél derivaba
y debía continuar sometido a éste. A principios del siglo XVIII. Christian Thomasius,
filósofo jurista alemán perteneciente a la escuela fundada por Grocio, quiso
diferenciarlos en su libro Firndamenta juris NATURE et Gentium que publicó en 1705
(ver nro. 203).

Christian Thomasius ubicó la moral en el fuero interno de la persona y adjudicó el fuero


externo al derecho. En otros términos, sostenía que la moral se refiere exclusivamente
a la conciencia individual, mientras que el derecho rige las relaciones entre los hombres.
De lo cual dedujo que la primera se dirige o contempla sólo la intención del agente, y el
segundo se ocupa en cambio de la exterioridad de las acciones.

La distinción parte. sin embargo. de un concepto erróneo acerca del verdadero ámbito
de estas dos disciplinas. La moral nunca deja de ocuparse de los actos humanos para
juzgar su virtud y el derecho tiene muchas veces en cuenta la intención con que han
sido realizados. No hay, por lo demás, actos puramente internos (excepto el
pensamiento). ni actos externos que no provengan de una deliberación previa [salvo los
actos realizados en estado de inconciencia). Tanto la moral como el derecho ordenan
actos humanos y libres. vale decir, compuestos de intención y ejercicio.

Limitar al fuero interno equivale, por consiguiente, a enclaustrarla en la esfera de la


conciencia; y sostener que el derecho se ocupa sólo del fuero externo significa impedirle
que juzgue la intención delictuosa, la buena o mala fe con que se ha procedido, el dolo,
el animus, etcétera.

Esta limitación del campo moral a la esfera de la conciencia fue acentuada por Manuel
Kant (1724-1801). Sostuvo el célebre filósofo de Königsberg que, para ser
perfectamente adecuados a la moralidad, los actos humanos debían ser libres y no
inspirados por ninguna pasión ni coerción. ni siquiera la del premio o castigo divino. La
voluntad es buena cuando obedece al deber únicamente por el respeto al deber, por el
deseo de cumplir la ley moral. De tal manera, a esta última no le interesa la exterioridad
de la acción, sino que el agente haya tenido una intención pura de toda coerción, y
procurado cumplir ese impulso de la conciencia, que asume
así la forma de un imperativo categórico. Por consiguiente, la moral no proviene de una
orden exterior: el sentimiento del deber está en nosotros mismos. en nuestra conciencia:
es una voz menor que nos obliga a respetar el imperativo categórico. Y todo acto que
se deje guiar por otros sentimientos o influencias que no sean los del estricto deseo de
cumplir el deber, dejará de estar ajustado a La moral.

En cambio, el derecho no tiene por qué ocuparse de los móviles que determinan la
conducta. sino de ésta misma en cuanto exteriorizada. La obediencia a la norma jurídica
no proviene, por tanto, del sentimiento del deber. sino de la coacción en cierto modo
física que nos impone el derecho. Y esta coacción es, por consiguiente, uno de los
elementos característico del sistema jurídico. y uno de los rasgos que lo distinguen de
la moral, pues ésta no puede hacerse efectiva por la fuerza.
Esta indebida relegación de la moral a la intimidad de las conciencias individuales es la
negación de la ciencia o filosofía moral.

No puede ésta existir en efecto. si no crea u organiza un sistema rector de la conducta


humana. Porque si ese sistema reside en el pensamiento o en la voluntad de cada uno,

la unidad de la ciencia desaparece de inmediato. Cada individuo será el


juez único y exclusivo de su propia moralidad.
Durante los siglos XVI y XX otras orientaciones pretendieron también destruir los
vínculos necesarios de la moral y el derecho, ya ignorando deliberadamente la
existencia de aquélla (positivismo jurídico). ya haciendo del derecho un producto
exclusivo de la vida social (sociología jurídica), del espíritu del pueblo (escuela
histórica), de la masa de las conciencias individuales (Duguit), de una clase
económicamente dominante [comunismo) y más recientemente del genio de una nación
o una raza (fascismo y nacionalsocialismo).

Todas estas doctrinas, que en definitiva estudian el derecho como un hecho simple y lo
hacen derivar de una voluntad colectiva, conducen naturalmente a los peores resultados
al admitir la omnipotencia del legislador, y por tanto el absolutismo del Estado.
No podemos aceptar esa separación total entre el derecho y la moral. Como lo enseña
la doctrina clásica hoy renaciente, existe una estrecha vinculación de ambos sistemas
normativos, sin la cual el orden jurídico carecería de fundamento y de finalidad. La
moral y el derecho actúan, en parte, sobre un dominio común. y es lógico que al
gobernar los actos humanos lo hagan con orientaciones coincidentes.

La única diferencia que puede establecerse entre estos sistemas deriva del modo de
contemplar los respectivos problemas mientras la moral tiende fundamentalmente al
bien individual aun en la vida de relación, el derecho aspira al bien común, al bien de la
sociedad entera. Un acto es adecuado a la moral en cuanto contribuye a la perfección
de quien lo ejecuta y el mismo acto se ajustará al derecho si concurre al bien de otra
persona o de la sociedad, aunque sea ajeno a todo propósito de virtud. AI pagar una
deuda, el que lo hace cumple a la vez un deber moral y una obligación jurídica, pues el
primero contribuye a su propia perfección Y la segunda a la utilidad del acreedor. La
moral y el derecho ordenan al hijo respetar a sus padres, pero mientras la primera lo
hace en consideración al hijo cuya virtud persigue, el segundo tiene en cuenta la utilidad
social que de ese ordenamiento deriva. Pero en el fondo. por su contenido intrínseco,
ambas disciplinas se superponen parcialmente.

7. DISTINCIONES ENTRE LA MORALY EL DERECHO. –


No obstante, resulta posible distinguirlas, al menos en sus líneas generales
atendiendo no ya a sus respectivos contenidos sino a las consecuencias que derivan de
sus normas, ambas regulan la convivencia humana y en este sentido imponen deberes
que el sujeto obligado está en libertad de cumplir o de violar. Pero las normas jurídicas
originan, además, en la inmensa generalidad de los casos, derechos que se hacen valer
coactivamente. El Estado puede exigir el pago de los impuestos que se le adeuden; el
propietario, reprimir cualquier ataque contra sus bienes: el autor de una obra, evitar que
ésta sea reproducida sin su autorización. En cambio, ningún deber moral ser exigido por
otra persona, porque su cumplimiento debe ser espontáneo y surgir de la propia
conciencia del sujeto. Adviértase bien que ya no hacemos referencia al contenido de las
normas jurídicas y morales, sino a sus respectivas consecuencias, aunque haya normas
comunes. siempre es posible distinguir en ellas el deber que imponen y el derecho que
conceden. Y este último aspecto es el que caracteriza a la norma jurídica. Estamos
ahora en el campo del derecho considerado desde el punto de vista subjetivo: cada
norma establece a la vez un deber para los sujetos a quienes se dirige, y una facultad
para los que están autorizados a exigir su cumplimiento.
De estas premisas derivan varios criterios de distinción entre el derecho y la moral:

1ro Las normas morales son unilaterales y bilaterales, las primeras sólo originan como
queda dicho un deber para el sujeto, mientras las segundas otorgan, además, un
derecho o una facultad a otra persona para exigir el cumplimiento del deber jurídico. En
otros términos, mientras la moral sólo obliga en conciencia, el derecho crea
generalmente una relación entre dos personas o grupos de personas: el sujeto pasivo a
cuyo cargo se encuentra el cumplimiento del deber, y el sujeto activo que tiene la
facultad de exigir coactivamente su ejecución. Y de esta relación deriva la bilateralidad
del derecho como opuesta a la unilateralidad de la moral.

2do El cumplimiento de las normas morales no puede ser coactivamente reclamado, y


sí puede serlo el de las jurídicas. La sumisión a los deberes impuestos por la moral debe
ser espontánea y derivar de la voluntad libre del sujeto: mientras que tratándose del
derecho. existe casi siempre una persona facultada para reclamar coactivamente la
ejecución de la norma o pedir un castigo por su violación. Esto no quiere decir que la
moral carezca de sanciones pues las tiene, aunque de otra naturaleza, ni que la
sanción sea una característica esencial de las normas jurídicas, pues existen muchas
que no han previsto ninguna consecuencia directa para el caso de no ser observadas.
Pero estas reservas no impiden reconocer que en la mayor parte de los casos el derecho
establece una amenaza, una imposición y una pena que obligan a cumplirlo aún contra
la voluntad del sujeto. Y es esta coacción externa la que permite distinguir, por sus
respectivas consecuencias al derecho de la moral.

3ero La moral es autónoma, y el derecho heterónomo. Estas expresiones no deben


entenderse en sentido literal. No es el sujeto quien se da leyes a si mismo desde el
punto de vista moral pues caeríamos así en el error kantiano que ya criticamos. sino el
sujeto que acepta libremente la norma moral y por un acto de su propia conciencia, elige
el camino recto señalado por aquella. En cambio el derecho es heterónomo pues la
voluntad del sujeto se encuentra constreñida por una voluntad ajena y superior a la suya,
que lo obliga a cumplir la norma jurídica o le impone una sanción. Claro está que en la
mayor parte de los casos la observancia del derecho se produce espontáneamente, ya
por considerarlo también un deber moral, ya por cualquier otro motivo que impulse a
obrar en ese sentido. Lo cual no impide reconocer que la existencia de esa voluntad
ajena que se impone a la del obligado constituye una característica singular del
ordenamiento jurídico, esa voluntad superior no es ya como en los casos anteriores la
del sujeto activo de la relación jurídica, sino la voluntad de la ley, que puede hacerse
efectiva por medio de los organismos creados para ello. Esta distinción por lo tanto, no
se refiere ni al contenido ni a la naturaleza intrínseca de la moral y el derecho: concierne
únicamente a la forma de actuación de una y otro, en cuanto el cumplimiento de aquélla
resulta un acto espontáneo y el de éste puede ser forzoso.

Teniendo en cuenta las reservas formuladas, podemos llegar a la conclusión de que en


términos generales las normas jurídicas se caracterizan por ser bilaterales,
coactivamente exigibles y heterónomas.

TEORIAS ACERCA DE LAMORAL Y EL DERECHO. -

Tanto las normas jurídicas como las normas del trato social rigen la conducta
humana, pero la intención que anima a unas y otras es distinta.
La norma moral procura que el hombre a lo largo de su vida, en cada uno de sus actos,
aún en los mínimos, realice el BIEN. El bien, valor supremo de la ética, rector máximo y
evaluador de la conducta humana.
La norma moral exige que la persona en su actuar llegue a una pureza de intenciones
absoluta y las motivaciones de su comportamiento sean correctas, busca que cada uno
logre su “auto santificación”, es decir, que su conciencia no tenga nada reprochable.
Las normas jurídicas, que también pertenecen a la ética, tratan de que el hombre plasme
en su conducta un valor superior: la JUSTICIA. La justicia es un valor social porque
requiere la interacción de por lo menos dos personas para establecer una relación, que
por su ponderada rectitud y equilibrio pueda calificarse de justa.
Es así que el derecho procura establecer y conservar la armonía de las personas
dentro de la sociedad, a fin de mantener su cohesión e impedir la disgregación de sus
miembros por luchas internas.
La diversidad de propósitos separa la norma moral y jurídica.

OBLIGATORIEDAD DE CUMPLIMENTO DEL DERECHO

Para que un deber moral sea tal y se concrete en un individuo, es preciso que
éste se halle persuadido de su obligatoriedad. El sujeto obligado por la norma moral
debe reconocer en el fondo insobornable de su conciencia, el valor inherente a la
conducta prescrita, sin este fundamento no existe deber moral concreta para el hombre.
Esta peculiaridad del mandato moral espontáneo en el interior del sujeto que
debe cumplirlo, se llama Autonomía, que expresa la suficiencia de uno para darse,
aceptar por sí, para sí y ante sí su propia regla de conducta.
La obligación jurídica es establecida por el derecho de una manera externa,
desde fuera, con independencia de lo que piensa el sujeto. El individuo está obligado a
la conducta que le señala el derecho, todos los hombres aún los que ignoran sus
conminaciones, están sometidos a su observancia. Por eso las normas jurídicas son
Heterónomas (entidad que recibe de otra la regla a que se somete).

SANCIONES MORALES Y JURÍDICAS

La palabra sanciones se refiere al de castigo o penalidad, cada especie de


estas normas está munida de sanciones para los casos de violación de sus preceptos.
- La norma moral por su parte cuenta con el remordimiento el reproche de
la conciencia, la vergüenza de sí y el sentimiento de culpa, del que brota el
arrepentimiento por la desobediencia.
- El derecho ofrece una amplia gama de medidas punitivas como la privación de la
vida, encarcelamiento, resarcimiento de daños y perjuicios, multas, etc.

Estás reglas de conducta reciben a su vez varias denominaciones:

- “Usos sociales”: Está palabra es amplia ya que las normas del trato social y además
de las normas morales, religiosas y jurídicas, también se expresan por este medio, es
decir a través de los usos y costumbres sociales.
- “Reglas del trato exterior”, denominación hecha por Nicolai Hartmann.
- “Reglas del Trato social”, denominada por Recaséns.
- “Normas del Trato Social”. Será la denominación que usaremos en nuestro estudio.

También podría gustarte