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Palabras alusivas para el Día del Maestro

Hoy nos hemos reunido para conmemorar el Día del Maestro, una jornada que en muchos de nosotros despierta
reflexiones y emociones encontradas, especialmente en un momento histórico que, como una tormenta, nos hizo sentir
repentinamente a la deriva, azotados por los vientos más diversos. Más allá de eso, no debemos olvidar que Domingo
Faustino Sarmiento en cuyo homenaje fue constituido este día, tuvo una vida agitada y supo abrirse camino en la
adversidad. Por eso, siguiendo su ejemplo, debemos continuar remando hacia la meta más allá de las incomprensiones y
los diversos obstáculos presentes en la cotidianeidad escolar. Basta hojear una biografía de Sarmiento para darnos cuenta
que para llegar a ser el personaje histórico hoy conocido debió escalar una montaña de dificultades: pobreza,
incertidumbres, persecuciones políticas y muchos otros problemas.
Domingo Faustino Sarmiento nació en San Juan el 11 de febrero de 1811, fue hijo de Paula Albarracín de Sarmiento
,una tejedora, y Clemente Cecilio Quiroga Sarmiento, que pasaba largo tiempo lejos de su familia en las guerras de la
independencia. Sarmiento realizó sus primeros estudios en una de las Escuelas de la Patria fundadas por los gobiernos
revolucionarios. Una vez concluido ese periodo, como no consiguió ingresar en el Colegio de Ciencias Morales en Buenos
Aires, prosiguió su formación por cuenta propia. En esa tarea, lo ayudó un ingeniero y José de Oro, su tío. Junto a este
organizaron una escuela en San Francisco del Monte en la provincia de San Luis.
En 1827 fue reclutado por el ejército federal. Dentro de él, reclamó al considerar que le ordenaban realizar tareas,
desde su punto de vista, ingratas. Por ese motivo acabó en prisión y luego se sumó al ejército unitario de José María Paz.
De todos modos, como los federales acabaron triunfando, emigró a Chile. Allí se desempeñó como periodista, ministro de
instrucción pública, creó escuelas, fundó la Facultad de Filosofía y Humanidades y emprendió viajes por Europa. Más
tarde volvió a la Argentina y se unió al ejército de Justo José de Urquiza como gacetillero. Sin embargo, lo abandonó
rápidamente debido a sus diferencias con el caudillo.
Durante el gobierno de Bartolomé Mitre, el primero luego de la derrota de Urquiza, fue gobernador de San Juan. Desde
ese puesto, impulsó una serie de leyes que instituían la educación pública, gratuita y obligatoria, inauguró nuevas escuelas
primarias, el colegio Preparatorio y la Escuela de Minas junto a numerosas obras de infraestructura.
A Posteriori, Domingo Faustino Sarmiento fue elegido presidente de la república donde su labor a nivel educativo fue
verdaderamente colosal. Durante su mandato, se crearon numerosas escuelas, se incrementó considerablemente el número
de estudiantes, se fundaron los primeros colegios nacionales en ocho provincias y se trajeron docentes formados en
Estados Unidos para dar clases en el país. Simultáneamente, gracias la Ley de Subvenciones, que destinaba a la educación
pública las herencias sin sucesores directos y una parte de las ventas de las tierras públicas, se consiguieron los fondos
para crear escuelas, comprar materiales y libros. Al mismo tiempo, se creó la Facultad de Ciencias Exactas, Física y
Naturales, la Escuela de Ingenieros de San Juan, el Colegio Militar de la Nación y la Escuela Naval.
No todo fue luminoso en la presidencia de Sarmiento, basta recordar su postura frente a los pueblos originarios, ante
los gauchos y su papel durante la Guerra del Paraguay, entre otras cosas; pero eso no quita la importancia a su labor en lo
educativo. Eso, principalmente, lo hace merecedor de nuestra admiración y respeto.
En las antípodas de Sarmiento, se ubica José Manuel Estrada. Nació el 13 de julio de 1842 y murió el 17 de septiembre
de 1894. Por eso, en cada aniversario de su muerte se conmemora el Día del Profesor. Su aporte en la educación y el
pensamiento nacional fue importante; pero suele pasar desapercibido, sobre todo sus ideas.
Estrada fue titular de la Cátedra de Instrucción Cívica del Colegio Nacional de Buenos Aires Buenos Aires, fue
director general de las Escuelas Normales, enseñó Derecho Constitucional y Derecho Administrativo en la Universidad de
Buenos Aires y participó en el Congreso Pedagógico de 1882. Al mismo tiempo, se manifestó a favor del voto universal,
se opuso al concepto de raza, que es la raíz del racismo, defendió la libertad frente al liberalismo y la libertad de
enseñanza tanto de padres como de docentes en contra de la censura o imposición estatal. Además, trató de impedir que el
gobierno nacional asignara tierras sobre el canal del Beagle a un súbdito de la corona británica, cosa que fue aprobada y llevó a
la fundación de la ciudad de Ushuaia.
En cuanto al pensamiento de José Manuel Estrada, merece ser recordado, entre otros motivos porque afirmaba que la
dignidad humana es intrínseca de todas las personas, y que el origen de esta dignidad reside en el orden natural. Por este motivo,
colocó a la ley moral como principio indispensable para cualquier orden jurídico justo: «ninguna legislación ni ningún acto
colectivo en las mil situaciones históricas de la humanidad, puede disminuir la estabilidad y la eficiencia de la ley moral». La
ley moral es independiente de lo que llegue a decir la ley civil, que cambia según quién legisle: ante la ley moral todos los
hombres deben comportarse moralmente. Estas palabras leídas con atención nos interpelan y nos llevan a pensar si hoy no
estamos olvidando el legado de Estrada poniendo por encima la dignidad de algunos (los fuertes), por la de otros , (los más
débiles), si de verdad nuestras leyes son justas o si dan más derechos a unos que otros, si sobrevaloran derechos, si
suprimen o coartan otros. En última instancia, las ideas de Estrada nos invitan a reflexionar sobre la manera en que
ejercemos el derecho a la libertad de conciencia como ciudadanos y de enseñanza como docentes.
Tras estas palabras, solamente queda decir que tanto Sarmiento como Estrada, más allá de sus diferencias evidentes,
soñaron y trabajaron por un país mejor a pesar de las contrariedades. Lo mismo debemos hacer nosotros más allá de la
situación que atravesamos porque siempre después de la lluvia sale el sol.

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