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¿QUÉ ES EDUCACIÓN INFANTIL?

La palabra educación viene del latín educare que significa formar, instruir. La
infancia es la primera etapa del ser humano que va des-de la gestación hasta
los seis años, y comprende el proceso de socialización de todo individuo,
siendo para ello la escuela, después de la familia, el segundo factor en
importancia. La escuela debe pro-pender por el desarrollo de actividades para
favorecer la relación del niño y la niña con los demás, para potenciar sus
capacidades y la adquisición de valores y patrones de conducta que beneficien
su autonomía y su integración en la sociedad.

En ese orden, se debe reconocer e interiorizar la infancia como un ciclo vital y


crucial para el desarrollo pleno del ser humano en todos sus aspectos:
biológico, psicológico, cultural y social, permitiéndole la estructuración de la
personalidad, la inteligencia y el comporta-miento social de ese ser, para una
convivencia armónica, inteligente y productiva para la sociedad.

Hoy en día, los


economistas que
tra-bajan en
proyectos de
productividad y
desarrollo de un
país, han volcado
su mirada en la
infancia porque se
reconoce que toda
inversión que se haga a esta edad, es más productiva por ser preventiva y es
mucho menos costosa que proyectos remediales en la adolescencia generados
por la carencia de una atención oportuna duran-te los primeros años de vida.
Así lo reconoce Robert Fogel, Premio Nobel de Economía (1993): “Gran parte de
la capacidad para tener éxito en la vida depende del cuidado prenatal de las
madres, de una nutrición adecuada durante el embarazo, y del fomento, tanto
fisiológico como espiritual, de los niños y las niñas en su primera infancia” (citado
en Unicef, 2006). La legislación de Colombia está en consonancia con los
postulados de infancia que se implementan a nivel internacional, porque cuenta
con una Política Pública para la Primera Infancia, Ley 1098 del 2006, que expresa:
“La etapa del ciclo vital en la que se establecen las bases para el desarrollo
cognitivo, emocional y social. Comprende la franja poblacional que va de los cero
(0), entendiéndose desde el embarazo, a los seis (6) años de edad”.

Por ello, todos los adultos y principalmente aquellos que hemos es-cogido la
profesión de educador infantil debemos asegurar que las experiencias vividapor
los niños y las niñas en los primeros años de la vida sean relevantes y
significativas para su desarrollo posterior. Resultados de investigaciones en el
área del neurodesarrollo muestran que en los primeros momentos de la vida de un
ser humano se forman las estructuras neuronales que influyen en posteriores
experiencias, como la formación de la personalidad o las bases de las
interacciones que en el futuro se tendrán; de ahí el impacto del trabajo que se
realice con los niños desde muy temprana edad.

Si bien es importante tener claridad de cuáles son los ejes de trabajo con los
niños, es aún más transcendental para el niño, que el adulto tenga una postura
clara sobre la concepción de él o ella como un ser con plenas capacidades y
potencialidades, lo cual permitirá una mejor relación y desarrollo de éstos. Se tiene
claro que un niño hoy en día tiene características y necesidades propias, que no
es un adulto en miniatura como se le consideraba tradicionalmente.

APORTES DE PENSADORES Y PEDAGOGOS


A LA EDUCACIÓN INFANTIL

A continuación se presentan algunas posturas y programas de pensadores que


continúan vigentes, a pesar de no estar vivos. A diferencia de Loris Malaguzzy,
precursor de la filosofía de Reggio Emilia, un gran intelectual contemporáneo
que invita a mirar al niño como protagonista, que aprende y enseña, su
propuesta pedagógica reúne a grandes pensadores. Cabe desatacar que sus
planteamientos son la base del documento para la primera infancia de
Colombia.

Jacques Rousseau (1712 -1778)

Filósofo suizo. Su herencia de pensador nos deja la frase “el hombre es bueno
por naturaleza” con-tenida en su obra El Emilio, clásico de la educación.
Rousseau, al proponer en su frase célebre la naturaleza buena del hombre,
cobija al niño también. El niño se educa desde la perspectiva del re-
conocimiento de su capacidad y de su interés para aprender por sí mismo al
ritmo de la naturaleza y no al tiempo de la sociedad.

Johann Pestalozzi (1746-1827)

Pedagogo suizo, para quien el niño debe ser guia-do en la práctica, la


observación y la experimenta-ción para que pueda adquirir nuevos
aprendizajes. Para él la educación no es llenar al niño de cono-cimientos sino
respetar el ritmo de cada uno y así lograr que se desarrolle favorablemente.

Otro aporte importante está dado en términos del docente; para Pestalozzi
satisfacer las necesidades de los maestros significa satisfacer las necesidades de
aprendizaje de los niños, asegurar que se les brinde lo mejor a los niños.
Friedrich Fröbel (1782 -1852)

Pedagogo alemán, creador de la educación prees-colar y del concepto jardín de


infancia. Según Fröbel, la educación tendrá mejores resultados si se consideran
también las necesidades del niño, pues la escuela es un aspecto de la vida
misma.

La gran visión de Fröbel fue reconocer la enorme importancia de la actividad


cognitiva del niño. In-tradujo el concepto de trabajo libre en la pedagogía y
reconoció el juego como la forma típica de aprender en la infancia. Los niños
hacen cosas

jugando que nunca harían de forma impuesta y autoritaria. Fröbel sentó las bases
de la educación infantil y en 1840 acuñó el término kindergarten o jardín de
infancia para este sistema de enseñanza fundado en el juego. Los planes de
estudio deben basarse en actividades e intereses de cada etapa de vida del niño,
juegos al aire libre en contacto permanente con la naturaleza

María Montessori (1870-1952)

Médica italiana. Sus aportes pedagógicos para el trabajo con la infancia están
basados en la necesi-dad imperiosa del niño de aprender haciendo. De-fiende un
profundo respeto por la personalidad del niño y le quita la influencia preponderante
del adulto, para así poder desarrollar una independen-cia, en términos de
permitirle al niño un amplio margen de libertad (no licencia para el libertinaje) con
miras a adquirir las bases de la disciplina real. Montessori promulga el respeto por
los ritmos de aprendizaje de cada niño, que a cada momento ofrece oportunidades
para una ayuda mutua.
Como médica trabajó con niños con dificultades en el aprendizaje y con pro-
blemas más serios, diseñando actividades sensoriales como remediación de su
problemática. Es así como crea trabajos de investigación con materiales para el
desarrollo sensorial y tras su éxito con este tipo de población empieza a
experimentar con niños sin dificultades de aprendizaje, logrando un aporte
significa-tivo a la educación infantil. Fundó la Casa dei Bambini o Casa de los
Niños en 1907, que se convirtió en un centro experimental de donde surgiría el
método que la hizo mundialmente famosa.

Ovidio Decroly (1871-1932)

Psicólogo y médico belga. Consideró al niño capaz de comprender la realidad y lo


suficientemente íntegro para adaptarse al medio; de ahí su frase célebre “preparar
al niño para la vida, por la vida misma”. Esta postura es relevante mirada en el
contexto del trabajo que debe realizarse en un centro preescolar. Los niños son el
centro de toda actividad escolar, entendiéndose ésta como aque-lla que sucede
dentro y fuera del salón de clase. Por su edad, al niño le interesa su realidad inme-
diata, “descubrir” todo lo que está a su alrededor. En la etapa de descubrimiento
se mantendrá el in-terés en la medida en que el adulto le facilite este accionar, de
modo que busquen aprender más. Decroly introduce los centros de interés como
una propuesta pedagógica, donde se respetan los inte-reses de los niños a través
de experiencias lúdicas de aprendizaje.

Loris Malaguzzi (1920-)


Maestro italiano. Su vida transcurre como docente y asesor pedagógico gracias a
lo cual propone un trabajo con la infancia en la región Reggio Emilia, Italia. Su
filosofía se basa en la creencia de que los niños tienen capacidades, potenciales,
curiosidad e interés en construir su aprendizaje, de compro-meterse en
interacciones sociales y negociar con todo lo que el ambiente les ofrece para
expresarse de muchas formas.

Malaguzzi comprende al niño como un ser capaz que se comunica a través de


todos los sentidos, ve la necesidad de re significar la infancia así como el rol del
docente en la escuela a quien propone como investigador, que aprende a la vez
que enseña.

El enfoque se da en cada niño pero no de manera aislada sino en relación con el


otro, en conjunto con otros niños, con la familia, con los profesores, con el
ambiente escolar, con la comunidad y el resto de la sociedad. Desde una
perspectiva del reconocimiento de los derechos del niño y la participación de los
padres en el quehacer pedagógico.

LA EDUCACIÓN COMO PROMOTOR DEL DESARROLLO

En el Encuentro Internacional de Educación Inicial y Preescolar rea-lizado en


Cuba, Siverio Gómez (2005), en su artículo “Un proceso educativo para el
desarrollo integral de la primera infancia”, pro-pone que para que la educación se
convierta en fuerza promotora del desarrollo, esta ha de cumplir con determinadas
características:

Debe basarse en el desarrollo alcanzado previamente por niños y niñas para


moverlo a un nivel superior, teniendo en cuenta las potencialidades de cada uno.
Este proceso debe estar dirigido en Colombia, fundamentalmente, al logro de un
desarrollo integral, como lo expresa la ley 115 de 1994, “La educación preescolar
corresponde a la ofrecida al niño para su desarrollo integral en los aspectos
biológico, cognoscitivo, psicomotriz, socio-afectivo y espiritual, a través de
experiencias de socialización pedagógicas y recreativas”. Lo anterior, nos aclara
que el desarrollo debe focalizarse en todas las áreas para permitirle a los niños y
las niñas orientarse en el mundo que les rodea, mediante el dominio de las
cualidades fundamentales de los objetos, y del lenguaje como facilitador del
conocimiento del mundo y su interacción. Pero el desarrollo esencial no se
manifiesta solamente en el plano cognitivo sino que está necesariamente unido al
de la afectividad, de los intereses, de la relaciones de los niños entre sí y de éstos
con los adultos que les rodean y les educan.

En el proceso de enseñanza
aprendizaje se debe destacar que en
estas edades los conocimientos no
constituyen un fin en sí mismos, sino
en un medio que contribuye al
desarrollo y crecimiento personal de
los niños y las niñas. Todo momento
de su vida constituye un momento educativo. Cuando el niño juega, cuando realiza
cualquier otro tipo de actividad cognitiva-constructiva, productiva, cuando se asea,
cuando se alimenta y aun cuando duerme, todo se convierte en momento para
influir en su desarrollo y formación, en el que son una unidad inseparable lo
instructivo y lo educativo.
El enfoque lúdico de todo el proceso educativo. El juego constituye la actividad
fundamental en la edad preescolar y, mediante sus distintas variantes, contribuye
a la formación de sus actitudes, de sus cualidades, en fin, a todo su desarrollo y
crecimiento personal. Por todo ello, el juego constituye una forma organizativa
crucial del proceso educativo, pero a su vez, se convierte en un principio
fundamental presente en cualquier tipo de actividad.
El proceso, además, debe considerarse como participativo en la concepción y
planificación de las actividades que el adulto-educador, familiar o cualquier otro
agente educativo realiza. Se tiene que tener en cuenta que el niño ha de participar
y cómo debe hacerlo para que realmente ejerzan las influencias que de ellas se
esperan.

La concepción que se debe manejar del adulto y/o educador en el proceso del
desarrollo infantil es el de guía y conductor del proceso de enseñanza-aprendizaje,
que por dominar la cultura y sus formas de transmisión adquirida como profesional
educativo, se convierte en un potenciador del desarrollo del niño, en un mediador
entre el niño y la cultura que debe asimilar activamente. Además, por su posición y
experiencia como tal, tomando en cuenta la necesaria preparación pedagógica, es
quien ha de organizar, orientar y dirigir el proceso educativo de los niños, debe
tener opciones sobre los logros como propósitos y sobre los procedimientos para
alcanzarlos.

El niño debe ocupar el lugar central, protagónico, lo que significa que todo lo que
se organiza y planifica debe estar en función de él y tener como fin esencial su
formación. Deben concebirse las acciones educativas en respuesta a sus
necesidades e intereses, para lograr una participación activa y cooperadora, no
como algo que el educador da y el niño se limita a recibir, sino como acciones que
él desea realizar y que le proporcionan satisfacción y alegría.

Debe tener su carácter colectivo y cooperativo; cada niño o niña al interactuar con
otro le brinda ayuda, cooperación, le ofrece sugerencias, contribuye a sus
reflexiones y toma de decisiones. Así, el proceso se considera en acción grupal,
sin dejar de tener presente, que en última instancia se traduce en un resultado
personal ya que cada sujeto está mediado por su subjetividad, por lo interno
individual y por sus propias vivencias, producto de las condiciones de vida
concretas y personales
El clima socio-afectivo en el que tiene lugar el proceso educativo es otra de sus
características insoslayables. La interrelación social de todos los participantes y el
grado de afectividad, como elemento esencial del desarrollo, ha sido demostrada
en múltiples investigaciones de los estudiosos de estas edades. Mientras más
pequeños son los niños y niñas mayor efecto tiene sobre ellos la satisfacción de
las necesidades afectivas. Sentir esta afectividad expresada en las sonrisas, en
los ges-tos, en el nivel de aceptación, constituye fuente de implicación personal,
de comprometimiento, de motivación para un hacer mejor.

Los requerimientos o las características expresadas de un proceso educativo


pueden cumplir además dos funciones: en primer lugar, servir como indicadores
para evaluar la calidad de dicho proceso, observado en la práctica y teniendo en
cuenta la medida del cumplimiento de estos requerimientos. Por otra parte,
pueden ser utiliza-dos como criterios orientadores en el trabajo metodológico con
las educadoras, maestras y otro personal encargado de la atención educativa de
la infancia, incluida la familia, puesto que se convierten en parte de su
capacitación y superación profesional, orientándolos en los requerimientos que
deben tener en cuenta al planificar, estructurar y dirigir el proceso educativo con
sus niños y niñas

James Heckman, Nobel de Economía en el año 2000, es uno de los pioneros en


centrar su trabajo en la infancia porque reconoce la

Importancia de invertir en el capital humano, especialmente en la primera infancia


y el trabajo integral que aquí se debe desarrollar. Comenta que invertir en la
infancia es la solución para alcanzar

mejores logros en salud y educación, reducir la delincuencia y la pobreza. En la


anterior gráfica se entiende por Inversión, aquello que se hace para promover el
desarrollo de todos. Por Desarrollo, ampliación de las destrezas cognitivas y
sociales en los niños desde su nacimiento. Por Sostenibilidad, mantener la
educación efectiva a lo largo de la vida. La suma de todas estas partes de la
fórmula aseguran ciudadanos más capaces y productivos. Las tasas de retorno
son mayores si se invierte en infancia.

El trabajo directo con los niños no es la única inversión, como profesionales de la


educación y ciudadanos, el compromiso de ser cada día mejor consiste en
estudiar y reflexionar propuestas de intervención de manera directa con los niños
o en programas dirigidos a ellos. De ahí la necesidad de que el docente no solo
mire su acción desde el proceso mínimo de enseñanza-aprendizaje sino que
apoye con sus acciones la mejora de la sociedad. Por ejemplo una ciudad para
mirar su competitividad tiene distintas variables por revisar:
Capital humano, finanzas públicas, ciencia y tecnología, finanzas privadas,
infraestructura, medio ambiente, fortaleza económica e internacionalización. Solo
quiero ampliar la variable de capital humano porque no solo se refiere a la
persona, en este caso docentes y alumnos, sino a la infraestructura de sus
colegios, a su calidad y a la cobertura de la población infantil, a la salud y
nutrición, al cuidado para reducir la muerte de niños menores de cinco años. La
inversión en infancia es más barata que en cualquier otro nivel educativo y su
rendimiento es mayor.

La educación es un proceso humanizador y como tal debe sentar las bases para el
ejercicio de la autonomía y la práctica de la libertad; desde esta perspectiva, la
educación infantil tiene una importante relevancia por ser la etapa inicial del ser
humano y es cuando se sientan las bases para su desarrollo integral.

En este orden de ideas, la educación infantil comprende la franja poblacional que


va de los cero —entendiéndose esta desde la gestación— hasta los seis años de
edad (MEN & ICBF, 2006). Esta etapa es la más importante del ser humano,
porque es cuando se forman las estructuras neuronales que permiten la
organización de las posteriores experiencias, el desarrollo cognitivo, emocional y
social. Estructuras indispensables para el desarrollo armónico, autónomo y
competitivo, como capacidad para el buen desempeño en los años venideros. Así,
las experiencias que se tengan con los niños y las niñas se deben desarrollar en
ambientes adecuados, es decir, ambientes que cumplan con la atención, la
seguridad, la salud y el cuidado de ellos, brindado con amor. El objetivo de la
educación para los niños y las niñas es construir y contribuir al desarrollo integral
en lo físico, lo intelectual, lo afectivo, lo social y lo moral, teniendo en cuenta las
posibles diferencias de género para lograr compensar las desigualdades que por
diversas razones existan. La educación infantil es la palanca para el desarrollo
infantil y esta se convierte en la base para la formación posterior de este
ciudadano.

La educación para la primera infancia es un proceso continuo y permanente de


interacciones y relaciones sociales de calidad, oportunas y pertinentes que
posibilitan a los niños y a las niñas potenciar sus capacidades y adquirir
competencias para la vida en función de un desarrollo pleno que propicie su
constitución como sujetos (MEN, 2009).

Por lo tanto, se debe reconocer e interiorizar la infancia como un ciclo vital y


crucial para el desarrollo pleno de seres humanos en todos sus aspectos:
biológico, psicológico, cultural y social, permitiendo la estructuración de la
personalidad, la inteligencia y el comportamiento social de seres para una
convivencia armónica, inteligente y productiva en la sociedad. De las experiencias
y las oportunidades que se tengan en el desarrollo de estos años se abonará el
camino para la construcción de un mejor ciudadano.

Los postulados y las normativas actuales sobre la educación infantil se logran


entender y apropiar mejor cuando se contextualizan históricamente, es por eso
que los cambios en la concepción de infancia han pasado de pensar en niños
no capaces, seres inacabados, a mirarlos como sujetos de derecho y con
potencialidades. La modernidad empieza a concebir la infancia como una
categoría que encierra un mundo de experiencias y expectativas distintas a las
del mundo adulto.

Un aspecto relevante de la educación infantil es el cambio que ha tenido en la


sociedad el cuidado de los niños debido a la incorporación de la mujer al
trabajo fuera de casa. Esta necesidad ha favorecido la creación de programas
por parte de diferentes centros de atención a la infancia desde el sector público
y privado. De ahí la responsabilidad de que los padres o cuidadores conozcan
e identifiquen cuáles son las condiciones del centro y la misión de éste, para
saber si es el lugar apropiado dónde delegar parte de la formación y educación
de su hijo mientras trabajan.

LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN INFANTIL

EN EL PROCESO DE ESCOLARIZACIÓN EN COLOMBIA

En Colombia la escolarización es obligatoria para los niños a partir de los cinco


años, sin embargo casi todos los niños acceden a una institución preescolar o
a un hogar infantil del ICBF antes de esa edad por distintas motivaciones: por
necesidades de los padres o por convencimiento al reconocer que la asistencia
a estos centros aportan un mejor desarrollo físico, favorece la socialización de
su hijo/a y compensa las desigualdades que existen por diversas razones y,
particularmente en el caso de los hogares infantiles, por su valor asistencial a
los niños y las niñas. Para reafirmar lo anterior, muchos autores y organismos
hacen su pronunciamiento de la siguiente manera:

La importancia de la educación inicial se expresa claramente en el siguiente


enunciado:
El aprendizaje comienza al nacer. Esto requiere de atención temprana a la
infancia y de educación infantil, que se pueden proporcionar a través de
disposiciones que impliquen la participación de la familia, las comunidades o
programas institucionales, según corresponda. (Comisión Interagencial de la
Conferencia Mundial de Educación para Todos, 1990)
En el informe de la Unesco para la Comisión Internacional sobre la Educación
Inicial para el Siglo XXI, 1996, se establece que:

Una escolarización iniciada tempranamente puede contribuir a la igual-dad de


oportunidades al ayudar a superar los obstáculos iniciales de la pobreza o de
un entorno social y cultural desfavorecido. Puede facilitar considerablemente la
integración escolar de niños procedentes de familias inmigrantes o de minorías
culturales y lingüísticas. Además, la existencia de estructuras educativas que
acogen a niños en edad preescolar facilita la participación de las mujeres en la
vida social y económica. (Unesco, 1996)

Por su parte, Gómez Buendía (1998) reafirma la importancia de la educación


infantil cuando expresa:

La educación infantil prepara mejor a los niños para la escuela y para la vida;
en tal sentido se ha encontrado que los niños que participan en programas
preescolares demuestran una mejor preparación física y mental para la
escuela; ello se refleja en menor ausentismo, menos deserción y repetición,
más rendimiento y mejores calificaciones. (p. 74)

En su conjunto estas políticas se proyectan como formas de pensamiento y


estrategias para la atención de la infancia por parte de los profesionales de la
educación y de las disciplinas encargadas de la vida social, permitiendo
reflexionar sobre la sociedad y su futuro.
Si bien las políticas están dadas, se necesita que la familia y la escuela
enfrenten sus obligaciones de manera conjunta para cumplir con su rol
socializador, con el fin de que los niños tengan oportunidades que les permitan
vivir y desarrollar la autonomía, la creatividad, la flexibilidad, la tolerancia, la
cooperación, el respeto por el otro, el cuidado de sí mismos y del medio
ambiente. A lo anterior, se suma la necesidad de tener clara la definición de
educación y muy específicamente en la infancia y por supuesto las diferencias
entre educación infantil y/o preescolar. De la propia definición de “Educación”
que hemos establecido se desprende un hecho de gran importancia
conceptual, y es que no estamos hablando de educación preparatoria para el
colegio, como sin duda refleja el concepto preescolar, sino de una educación
integral del niño y la niña y con una preferencia fundamental para el desarrollo
del mismo, en diferentes contextos y de la comunidad en sí misma.

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