Está en la página 1de 7

Código

2 0 1 9 2 9 9 9

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ


FACULTAD DE DERECHO

TRABAJO INDIVIDUAL

Título: Trabajo 3

Nombre: Malú Angely Gutarra Ramírez

Curso: Modelos de Abogados y Excelencia Profesional

Horario: 0107

Profesor: Carolina Rodríguez

SEMESTRE 2021-1
En el presente trabajo contaré mi experiencia como estudiante del primer año de facultad,
acompañando a ello una reflexión sobre cómo el desenvolvimiento que se tiene en las clases y en
la facultad influye la manera en cómo ejercerás tu vida laboral.

Semanas antes de cursar el primer año en la Facultad de Derecho recuerdo tener muchas
expectativas, también ansiedad, ya que alumnos que ya se encontraban estudiando años antes me
contaron que era muy competitiva y exigente; además, que las evaluaciones eran constantes, ya
que no había exámenes parciales. Con toda esa información y con la incertidumbre de cómo serán
mis profesores, me organicé y planeé estrategias para sobrellevarlo de la mejor manera.

Ahora que ya estoy finalizando el primer año, definitivamente puedo decir que ha sido una
montaña rusa de emociones, ya que cada profesor en su singularidad llevó el curso y el trato con
los alumnos de una diferente manera. Me gustaría empezar hablando en aquellos que me sentí y
siento más cómoda. Recuerdo que las primeras semanas mi profesor de Teoría del Conflicto,
Introducción a las Ciencias Jurídicas, Sistema romano Germánico y Derecho privado 1, tuvieron
una conversación con nosotros que nos hicieron sentir con la confianza y comodidad de participar,
yo me sentía tranquila por ese lado. Sin embargo, cuando avanzaron las primeras clases y tenía
que prepararme para evaluaciones orales, algo que me causaba muchos nervios, me sentía
perdida. Los temas que había visto en Estudios Generales Letras no se comparaban con la
dimensión de estos cursos.

Recuerdo que pensaba ¿realmente quiero estudiar esto? Sentía que no era lo mío, ahora entiendo
que solo era miedo a fracasar. Debo decir que al principio no fue fácil, recuerdo que en una
semana desaprobé dos prácticas, mis nervios estaban al máximo y no me permitía concentrarme
al cien por ciento; además, si bien ya había sobrellevado todo el año pasado en pandemia, llega un
punto donde todo se vuelve muy frustrante. Realmente me sentía perdida, hasta que decidí
contarle a mi mamá y me ayudó a darme cuenta que debía recordar mis objetivos, la razón por la
cual elegí esto y justo coincidió con el primer informe que tenía que realizar para este curso.
Decidí tomarme una tarde libre y hablar conmigo. Ello me ayudó mucho y comencé a tener un
gran avance en mis cursos, desde esa vez hasta el momento no he desaprobado ninguna
evaluación y he conseguido buenas notas. Los cursos que anteriormente mencione eran muy
dinámicos y explicaban el contenido de las clases, lo cual permitía complementar las lecturas que
dejaban. Sin embargo, y lo que más inconvenientes me ocasionó fue el curso de Derecho
Constitucional 1, ya que clases que daba no eran sobre las lecturas que nos dejaba. Ello fue una
constante durante muchas semanas. En el chat de WhatsApp del curso entre compañeros
manifestamos nuestra incomodidad.

El profesor de ese curso nos hablaba de su vida profesional o de la coyuntura, pero nosotros
necesitábamos que profundice en ciertos conceptos que con las lecturas no eran suficientes para
entender, se lo comunicamos mediante la delegada y el profesor respondió que para eso estaban
las lecturas. En las prácticas que nos tomaba en solo treinta minutos, no solamente nos pedía un
análisis, sino que dentro de una de las preguntas había un link de un artículo que debíamos leer y a
partir de eso analizar, todo en treinta minutos contando las otras preguntas que faltaban. Yo me
sentía muy conflictuada. Pasaron las semanas y nos enteramos que el profesor quería tres
informes, de los cuales en ninguno se había dado un formato o una asesoría sobre lo que quería
realmente el profesor, porque sinceramente era impredecible. Así que, con mis compañeros
juntamos firmas para pedirle que aplazara las entregas y que profundizara algunos términos y
conceptos.

Yo sentía que estaba avanzando bien en los otros cursos, pero en ese realmente sentía que no. Era
mi primer año y no tenía la experiencia del profesor para estar a la altura de lo que pedía. Decidí
dedicarle más tiempo, aunque desanimada. Fue tanto e fastidio que el profesor se dio cuenta que
no estábamos conformes con las clases que hacía, ya que a veces solo entraban diez personas de
más de cuarenta, que el profesor cambio radicalmente su trato, porque antes de ello no nos
sentíamos escuchado y eso me frustraba, porque no le pedíamos que reduzca las lecturas, es más
yo consideraba que eran muy buenas, lo único que pedíamos era mayor profundización en las
clases. Pero después de que cambio su actitud, se mostró más abierto a escuchar a los alumnos,
ahora sí se mostraba amable y ya no te exigía tener un análisis como si conocieras todos los
términos que lo sabe un abogado con experiencia. A partir de ahí comencé a llevar mejor el curso
y obtener buenas notas. El cambio en las practicas fue drástico, porque ahora sí sentía que
estaban relacionadas a lo que había leído y estudiado. Sobre este curso también deseo hablar de
la dinámica de las intervenciones, a mí me daba miedo a intervenir, ya que como mencione
anteriormente, el profesor pedía que le hablar con términos técnicos y yo no tenía idea de ellos.
Recuerdo que cuando llamaba alumnos, ellos ni respondía con un “no sé” solo desaparecían.
Felizmente en mi caso si pude más o menos responder lo que quería, pero igual me daba nervios,
no tenía la confianza de equivocarme como en los otros cursos. Sin embargo, con este cambio, su
trato fue más cordial.
Asimismo, tuve días en los que no dormí nada y luego sentí que valió la pena no hacerlo, otros días
me sentía muy exhausta y ya no quería hacer más. Vuelvo a mencionar, este ciclo ha sido una
montaña rusa y ahora espero poder pasar muy bien mis exámenes. De acuerdo con mi
experiencia, algo que rescato de las discusiones en clase es la influencia que puede tener la
manera en cómo te comportas o como actúas en la facultad, cómo utilizas el reglamento o tus
derechos para enfrentar situaciones que consideras que te perjudican, en tu desenvolvimiento
profesional. Y esa futura influencia la que desarrollas en la universidad, desde la manera en cómo
usas los recursos para exigir; por ejemplo, una recalificación o para organizarte grupalmente y
hablar con la representación estudiantil para plantear una queja formal.

A partir de la experiencia que he tenido este primer año en la facultad, uno de los puntos en que
coincido con el autor Fernando del Mastro es que “existe muy poca retroalimentación docente a
nuestros alumnos. No respecto a qué saben y qué no saben sobre Derecho, sino sobre cómo les
está yendo en la carrera, cómo se sienten, a dónde apuntan y cómo dirigirse hacia ello” (Del
mastro 2017: 4), creo que este tipo de retroalimentación es muy importante para evaluar la
realidad de tu formación en la academia, ya que uno puede creer que solo debe aprobar para
poder pasar el ciclo, pero a veces perdemos la noción del tiempo y no nos detenemos un
momento a pensar ni evaluarnos cómo reamente estamos avanzando y creo que, si bien es
nuestra responsabilidad, también sería provechoso poder tener una retroalimentación de un
experto, porque si nosotros mismos no sabemos dónde cómo vamos, menos vamos a tener el
criterio necesario para evaluar nuestro avance. Una retroalimentación así ayudaría mucho para
poder mejorar o profundizar en aquello que nos falta.

Otro punto que quiero resaltar es acerca de la personalidad diversas que tenemos los alumnos. En
mi caso, es un tanto graciosos, porque las personas que me conocen piensan que soy extrovertida,
pero en realidad cuando se trata de ambientes académicos soy muy tímida y me gustaría poder
transmitir la soltura que tengo en otros ambientes a este también. Porque cuando yo cursé en
Estudios Generales Letras la participación no era crucial para llevar los cursos. A los profesores les
funcionaba bien si ellos hacían su clase y si querían participar pues bienvenidos los que deseen,
pero no se hacían muchos inconvenientes con los que no. Cuando entre a facultad eso cambio
360°. Como bien lo dijo el autor Del mastro “una de las dimensiones es extroversión-introversión.
Esta dimensión parece muy relevante cuando pensamos en el método activo de enseñanza, así
como en la nota de participación. […] hay un sistema de evaluación que muchas veces está
diseñado para el que se siente cómodo hablando mucho (Del mastro 2017: 7), sabiendo esto, para
personas como yo que son introvertidas es un doble reto poder aprobar los cursos, este ciclo
lleve uno en el que el setenta por ciento valía la nota de participación y fue todo un reto para mí,
pero lo logré. En este momento me pongo a pensar en aquello compañeros como yo, pero que
todavía no lograron hacer las participaciones que necesitaban deben estar frustradas. Digo eso,
porque para una persona extrovertida o que no tiene problemas con participar las veces que
quiera puede parecer muy fácil el decir “esta vez voy a participar” pero para aquellos que se
encuentran en la situación es muy difícil y hace falta ayuda, un “tu puedes” o en otros casos ayuda
psicológica para trabajar con la autoestima y la seguridad. En mi caso y aunque suene
redundante, a raíz de esta pandemia he sentido que me he aislado de todo, siento que he perdido
esa confianza y seguridad que he tenido antes, si bien mantengo contacto con mis compañeros,
este contacto no es presencial. Ahora en las clases es difícil formas grupos de estudio, no es
imposible, pero es complicado. Cuando era presencial y estabas en la universidad, el mismo
ambiente influenciaba para que te quedes a estudiar con tus compañeros. Ahora en la virtualidad
como se dice coloquialmente “cada uno baila con su propio pañuelo”.

Con relación a la emergencia sanitaría que vivimos, quiero resaltar el tema de la empatía que
también se discutió en clase. En mi caso puedo decir que no he tenido inconvenientes sobre ello;
sin embargo, sé que algunos de mis amigos se han visto en problemas por no poder prender su
cámara a pesar de que se encontraban con problemas y no me refiero a la conexión sino; por
ejemplo, un amigo mío tenía a toda su familia con Covid-19 y al único que no se le había
complicado era a él; por lo tanto, estaba a cargo de todos y en consecuencia es cuchaba sus clases
mientras hacía sus labores. Explico dicha situación, pero le dijeron que como alumno tenía la
obligación de prender las cámaras. Casos de esa índole seguro ha habido más. A lo que quiero
llegar es que absolutamente nadie se esperaba una pandemia y considero que para aquellos
maestros que tengan un criterio muy rígido sería importante que puedan ser más flexibles, porque
nadie sabe lo que puede estar pasando detrás de esa cámara apagada; por ello, es necesaria una
comunicación abierta a escuchar.

Quisiera pasar a otro punto que es también importante y es sobre las expectativas que uno como
estudiante de derecho tiene sobre su futura vida laboral y lo que en realidad sucede. En las clases
mencionaron un listado de lo primero en que evalúas antes de postular a un trabajo y lo primero
que resaltó fue la comodidad, luego el prestigio entre otras y al último fue el salario. Una idea que
comparto con la profesora es que nosotros al pertenecer a esta universidad, creemos que por el
hecho de egresar aquí las ofertas laborales van a venir hacia nosotros. Quizás en otras
universidades su prioridad al buscar algún trabajo sea el salario, pero en esta no. Creo que es
importante quitarnos la venda y reflexionar sobre la realidad para poder estar preparador a
enfrentarla. Según Bergoglio, las ofertas laborales han cambiado y con ello el acceso a la justicia.
“Tradicionalmente, los abogados latinoamericanos trabajaban solos, en despachos individuales o
compartidos con un pequeño grupo de profesionales, muchas veces pertenecientes a una misma
familia o ligados por estrechos vínculos personales” (Bergoglio 2009: 7); sin embargo, ello ha
variado al transcurrir el tiempo, el mayor acceso a la información y la globalización han propiciado
ello. Asimismo, las influencias que hemos tenido de otros países han servido para mejorar nuestro
sistema judicial, los despachos de abogados se han expandido y aumentado en número. Estos
cambios traen otros; por ejemplo, una mayor competitividad, ello implica mayor esfuerzo que
antes. Ahora bien, esto ha llevado a que haya un mayor acceso a la justicia, ya que entre las
personas que estudian derecho hay una gran diversidad cultural y ha permitido que personas que
estaban excluidas de la justicia por mucho tiempo, ahora tengan a alguien que los represente y se
identifique con ellos. Hay una frase muy bonita de la lectura de Bergoglio donde expresa que “el
derecho es parte de la vida social, no algo que esté por fuera o por encima de ella” (2009: 13) y es
que depende de nosotros, los futuros abogados y abogadas, y los que ya lo ejercen, realizar
cambios sociales positivos, utilizar los recursos que esta carrera nos brinda para poder buscar
justicia. Este punto es lo más bonito de la carrera, ya que, si bien en clase la profesora nos dijo que
en el camino nos vamos a encontrar con gentes egoísta, con personas que como sea van a querer
escalar a lo alto, está en nosotros no olvidar el sacrificio de todos estos años y el objetivo por el
que iniciamos que creo es un factor que permite al estudiante de derecho resistir a lo que venga.

BIBLIOGRAFÍA

DEL MASTRO, Fernando

2017 Un modelo de consejería de carrera para estudiantes de Derecho: reflexiones en torno a la


educación legal y el bienestar de los estudiantes de Derecho. Lima: Centro de Investigación
y Capacitación y Asesoría Jurídica (CICAJ) del Departamento de Derecho, pp. 57-67; 75-78.
BERGOGLIO, María

2009 “Diversidad y desigualdad en la profesión jurídica: consecuencias sobre el papel del


Derecho en América Latina”, Via Iuris, N° 6, pp. 19-25.

También podría gustarte