Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CONDROMALACIA
EXPLORACIÓN DE LA CONDROMALACIA
El examinador empuja la rótula desde proximal a distal con sus pulgares y manteniendo esta
posición, se pide al paciente que realice una contracción voluntaria lenta del cuádriceps
(presionar la rodilla contra la camilla). El hallazgo positivo es la presencia de dolor en la carilla
articular de la rótula (Fig. 1). El signo del cepillo es la presencia de dolor en la carilla articular
de la rótula tras realizar movimientos laterales contra el fémur. La condromalacia no suele
presentar derrame articular y no existe limitación en el rango de movilidad (Fig. 2).
DIAGNOSTICO
El diagnóstico de condromalacia debe ser inicialmente clínico, por lo que no precisa de pruebas
de imagen complementarias. Solo se solicitarán en el caso de persistencia de los síntomas a
pesar de tratamiento conservador o la presencia de un dolor de características atípicas. La
primera prueba de imagen será la radiografía convencional (antero-posterior y lateral de la
rodilla). La radiografía simple permitirá descartar otras lesiones óseas como osteocondritis o
lesiones tumorales. No siempre es necesario realizar una resonancia magnética ya que el
diagnóstico de la condromalacia es esencialmente clínico.
DIAGNOSTICO DIFERENCIAL
TRATAMIENTO
MENISCO DISCOIDE
a. Roturas meniscales: suelen ser adolescentes que han sufrido un accidente deportivo.
Producen dolor intenso al movilizar la rodilla bloqueada. Asocian cierto grado de derrame
articular con el consiguiente peloteo debido al líquido articular.
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
TRATAMIENTO
Hoy en día el mejor tratamiento es la Artroscopia, que no solo permite una evaluación
completa de la articulación, si no que permite la remodelación del menisco afectado, con
remoción de la porción central anormal y reparación de cualquier área
dañada. Previo a la cirugía se pueden realizar sesiones de terapia física con el fin de
acondicionar a las estructuras adyacentes al menisco. El tratamiento consistiría en:
Muchos padres acuden preocupados porque notan que su hijo tiene las piernas “torcidas”. El
dato más importante a considerar es la edad. Se deben conocer las variaciones
normales(fisiológicas) en el alineamiento angular de las extremidades inferiores (Fig. 1). En el
recién nacido se aprecia arqueamiento en “o” de las rodillas (genu varo) que aumenta con la
bipedestación cuando el niño comienza a caminar, llegando a su máximo alrededor de los 18
meses. Posteriormente se desarrolla una angulación moderada en “x” (genu valgo) que se
presenta de forma más prominente entre los 3 y 4 años de vida. Alrededor de los 8 años se
logra el alineamiento definitivo de las extremidades inferiores (Fig. 2). Por tanto, a la edad de 2
años, el genu varo es una situación típica del niño que normalmente queda resuelta antes de
los 4 años. Otro dato importante es valorar el grado de deformidad angular presente en las
extremidades, y la simetría entre ambos miembros. Los trastornos asimétricos no son
normales y suelen tener una causa patológica. Dentro de las causas patológicas, será
importante descartar las siguientes enfermedades:
1. Secuelas de fracturas: por afectación del cartílago del crecimiento o por consolidación
“viciosa” (mal alineada).
3. Displasias óseas o esqueléticas: Son trastornos congénitos del desarrollo óseo. Suelen ser
niños de baja estatura con afectación ósea múltiple.
4. Enfermedades metabólicas que cursan con trastornos en la osificación. Entre ellas destacan
las de origen renal, como el raquitismo carencial o hipofosfatémico.
Una anamnesis detallada y una exploración física completa darán, en la mayoría de los casos,
el diagnóstico de sospecha. Se preguntará por antecedentes obstétricos y perinatales
(malformaciones congénitas, displasias óseas, alteraciones endocrinas, talla baja...),
antecedentes familiares de displasias esqueléticas y antecedentes personales de traumatismos
o infecciones.
A continuación, se mide la distancia que separa los tobillos, distancia inter-maleolar (DIM), con
las rodillas en ligero contacto, en el genu valgo o la distancia que separa las rodillas, distancia
inter-condílea (DIC), con los tobillos rozándose, en el genu varo (Fig.3)
En niños mayores de 8 años, se considera fuera del límite normal una distancia inter-condílea
(DIC) por encima de 8 cm en el caso de genu varo o la separación de tobillos (DIM) por encima
de 8 cm en el caso de genu valgo, aunque esto va a depender de la edad y la talla del niño. Se
debe comprobar si la deformidad es unilateral o bilateral. En el caso de ser bilateral, se debe
considerar si es o no simétrica. Otro dato a tener en cuenta es la localización de la deformidad:
afecta al fémur, la tibia o a ambos. También se debe considerar la localización dentro del
hueso: diafisaria o metafisaria.
En la mayor parte de los niños que son valorados por deformidad angular leve o moderada no
será necesaria la realización de ninguna prueba complementaria. En algunos casos puede
recomendarse un registro con fotografías periódicas en las cuales se pueda valorar de forma
“objetiva” la mejoría o el deterioro clínico. Es aconsejable realizar una revisión del niño en la
consulta cada 6-12 meses aproximadamente. En casos de afectación grave o asimétrica, la
prueba más útil es una telerradiografía. Permite una valoración radiológica completa con una
exposición Única. Es fundamental que esta se realice de forma correcta (incluyendo crestas
ilíacas, caderas, rodillas y tobillos, con ambas rótulas bien centradas y mirando al frente).
Cuando se realiza con mala técnica (por ejemplo, con los pies juntos en caso de genu valgo),
existirá una disociación clínico-radiológica que puede inducir a errores. La telerradiografía
permite valorar no solo posibles alteraciones angulares, sino también una posible discrepancia
de longitud de miembros y la posible afectación de los cartílagos de crecimiento y/o
alteraciones en la morfología metafisaria (por ejemplo, en enfermedades metabólicas como el
raquitismo O displasias Óseas).
En primer lugar, hay que hacer la diferenciación entre la presentación fisiológica o normal
durante el desarrollo del niño y las verdaderas desalineaciones patológicas. La mayor parte de
las veces es suficiente con realizar la historia clínica y la exploración física, pues se trata de
procesos fisiológicos con deformidad leve, bilateral y simétrica, que se van a corregir en el
plazo adecuado (genu varo o genu valgo fisiológico). La enfermedad de Blount (tibias varas)
suele presentar una deformidad más severa, frecuentemente bilateral, con cierto grado de
asimetría (Fig. 4). El estudio radiográfico, la alteración de la región medial fisaria tibial y un
aumento del ángulo metafiso-diafisario por encima de los 11” suelen ser la clave diagnóstica.
Las displasias óseas, como la acondroplasia, hipoacondroplasia o mucopolisacaridosis,
presentan afectación severa de la talla y alteraciones del esqueleto axial en forma de
escoliosis, hipercifosis y/o hiperlordosis (Fig. 5).
En las pruebas analíticas se observarán los cambios característicos en el metabolismo del calcio
y de fosforo. Las enfermedades tumorales como la enfermedad de Olier pueden manifestarse
inicialmente por alteraciones angulares. La presencia de múltiples lesiones líticas con
pequeñas calcificaciones, generalmente unilaterales en las pruebas de radiología simple,
permitirá un diagnóstico de sospecha que se podrá confirmar tras la realización de una biopsia.
Varias enfermedades infecciosas, como la sepsis neonatal o la osteomielitis, pueden dejar
alteraciones del eje y/o discrepancias de longitud como secuela. Una historia clínica bien
realizada y las pruebas de imagen permitirán realizar el diagnóstico correcto. Otro motivo de
alteración angular pueden ser las secuelas de fracturas. Es muy característico que una fractura
en la metáfisis tibial en edad infantil (fractura de Cozen) dé lugar a una deformidad en valgo
tras la consolidación. Se debe conocer este hecho y saber que habitualmente esta deformidad
suele corregirse espontáneamente en los siguientes 2-4 años de crecimiento. Por el contrario,
las secuelas de fracturas-epifisiolisis con formación de puentes óseos periféricos darán lugar a
deformidades que serán progresivas. Otras veces se verán deformidades secundarias a una
consolidación “viciosa” de fracturas metafisarias o diafisarias. Algunas de ellas, especialmente
si la deformidad
es metafisaria y la edad es menor de 10 años, tienen gran capacidad de remodelación y suelen
evolucionar hacia la corrección espontánea.
TRATAMIENTO
En los casos muy llamativos, con progresión de la deformidad o casos asimétricos debe
considerarse la realización de estudios radiológicos. Los tratamientos posturales, o mediante
ortesis o plantillas no han demostrado efectividad para el tratamiento de la inmensa mayoría
de los niños con alteraciones angulares. La única recomendación actual en este sentido sería la
utilización de ortesis tipo KAFO (knee ankle foot orthosis) en los niños que presentan
enfermedad de Blount diagnosticada por debajo de los tres años. En los casos de sospecha de
displasia ósea o enfermedad metabólica, como los raquitismos carenciales o hipofosfatémicos,
es fundamental la interconsulta al especialista en endocrinología o nefrología para la
realización de estudios diagnósticos y tratamiento adecuado.
Las alteraciones estéticas suelen ser evidentes en la primera infancia en los casos de
malformaciones congénitas y/o con discrepancias de cierta importancia. Sin embargo, en la
mayor parte de los casos la discrepancia es de pocos centímetros y solo una exploración clínica
minuciosa permite el correcto diagnóstico.
Existe cierta controversia en cuanto a las consecuencias a largo plazo dela discrepancia de
longitud, aunque parece que pudiera darse mayor riesgo de presentar coxartrosis y/o
gonartrosis cuando superan los 2 centímetros, afectando especialmente a las articulaciones
del miembro más largo. En los niños, hay que tener en cuenta que la DDL de MMII supone un
proceso dinámico, es decir, que puede cambiar (generalmente aumentando) con el paso del
tiempo.
Se realizará una historia clínica completa que, en muchos casos, va a permitir conocer la
etiología de la discrepancia. La exploración física debe ser minuciosa. Se debe tener en cuenta
que algunas circunstancias pueden dar lugar a diferencias aparentes (no reales) de longitud,
como, por ejemplo: contracturas musculares, presencia de oblicuidad pélvica, deformidades
en columna vertebral o deformidades angulares en miembros inferiores. Para la medición
clínica de la longitud de miembros inferiores se pueden utilizar dos métodos. El primero
puede ser la
medición directa con una cinta métrica desde la espina ilíaca antero-inferior hasta el maléolo
interno. Algunos prefieren utilizar el trocánter mayor como punto de referencia proximal. El
segundo método sería la medición de los miembros en bipedestación, con la ayuda de bloques
de diferentes grosores, bajo el pie del miembro más corto, para ver cuál es el nivel con el que
se equilibran las crestas ilíacas de la pelvis (Fig. 1).
Las diferentes pruebas diagnósticas que se suelen emplear en el estudio de los niños con
discrepancia de longitud son:
Ecografía En algunos centros se utilizan transductores ecográficos para medir la longitud de los
miembros al igual que se hace en los fetos intraútero. La gran ventaja que presenta este
método es que no precisa de radiaciones ionizantes. Puede ser una herramienta diagnóstica
válida para el futuro, aunque su aplicación clínica en el momento actual es muy limitada para
esta indicación.
TRATAMIENTO
Alza o plantilla
Añadido en el calzado
Solución quirúrgica
En dismetrías mucho mayores solo quedará la cirugía para corregír de forma definitiva esta
diferencia de longitud. Os dejo un artículo que describe la técnica quirúrgica empleada
Nunca se deben emplear este tipo de alzas en falsas dismetrías, ya que en este caso la
aparente diferencia de longitud es la consecuencia de un desequilibrio en la pelvis y en la
columna que ha de ser el objetivo a tratar por el fisioterapeuta.
PIE ZAMBO
Consiste en una deformidad en los tres planos del espacio con cuatro componentes: cavo,
aducto, varo y equino. Es más frecuente en varones y puede ser uni o bilateral. El pie zambo es
una de las deformidades congénitas más frecuentes. Se estima que anualmente nacen en el
mundo unos 120.000 niños con pie zambo congénito. En países subdesarrollados, en los que el
método de Ponseti no está establecido, produce graves problemas tanto personales como
sociales (Fig. 1).
* Pie zambo recidivado: pies en los que algún componente aparece de nuevo después de
haber obtenido una corrección completa.
* Pie atípico: pies que no responden a la manipulación y corrección con yesos de forma
habitual, y que precisan cambiar la forma de poner los yesos para conseguir la corrección. Son
pies más pequeños y más rígidos.
TRATAMIENTO
El tratamiento debe iniciarse lo antes posible (en general, a partir del 59 o 6* día de vida). No
es preciso colocar el yeso en el paritorio, siendo preferible esperar y remitir a un ortopeda con
experiencia. Inicialmente se corrige el cavo y los demás componentes se corrigen de forma
simultánea.
Los yesos deben llegar hasta la zona del muslo con una flexión de unos 90” a nivel de la rodilla.
Los yesos son cambiados cada semana, hasta un total de 4-6 yesos aproximadamente.
Una vez corregido el pie, se debe colocar una ortesis para mantenerla corrección. Dicha ortesis
consiste en unas botas unidas a una barra.
Es una deformidad consistente en una adución del antepié (los metatarsianos están en
desviación medial). Pero a diferencia del pie zambo,el retropié está en una posición normal (el
talón se encuentra en valgo y no existe retracción del Aquiles). Es la deformidad del pie más
frecuente, con una incidencia de 1 por cada 1,000 recién nacidos. Aparece con mayor
frecuencia cuando existen problemas de espacio intraútero, como en los embarazos múltiples,
oligohidramnios, o en primíparas. Tradicionalmente, se ha asociado a una mayor frecuencia de
displasia de cadera, pero estudios recientes han demostrado que no existe mayor frecuencia
de displasia en niños con metatarso aducto. Clínicamente hay que valorar la flexibilidad del
antepié. Se considera flexible si sujetando el retropié con una mano se consigue con la otra
llevar el antepié a abducción (hacia la zona lateral). Si, por el contrario, no se consigue desviar
el pie hacia la zona lateral, se considera rígido. En la valoración del metatarso aducto no es
necesario realizar estudios radiológicos. El pronóstico del metatarso aducto flexible es
excelente, por lo que estarían indicados la simple observación y los ejercicios de estiramiento y
estimulación de la musculatura eversora del pie (músculos peroneos). En el recién nacido que
nace con metatarso aducto flexible, se indica a los padres ejercicios de fisioterapia durante los
dos primeros meses. si en ese periodo no se corrige o el pie es rígido, se remite al ortopeda
infantil. En estos casos
rígidos resistentes al tratamiento fisioterápico, se inicia tratamiento con manipulaciones y
yesos seriados. Una vez corregida la deformidad, se prescriben zapatos de norma recta u
ortesis tipo bebax durante las siestas y la noche para disminuir las recidivas.
Pie que aparece en el recién nacido fundamentalmente por causas de compromiso de espacio.
El dorso del pie casi contacta con la tibia. La mayoría son flexibles y se corrigen
espontáneamente o mediante manipulaciones por parte de los padres forzando la flexión
plantar. En ocasiones, si a los dos meses del nacimiento el niño continúa con la deformidad, se
remite al ortopeda infantil para valorar el tratamiento con yesos seriados.
Pie astrágalo vertical congénito (Figs. 13 y 14) También llamado pie plano convexo rígido. Es
una deformidad congénita grave, con una incidencia de 1 por cada 10.000 recién nacidos. Se
produce por una posición vertical del astrágalo y una luxación de la articulación astrágalo-
escafoidea, el retropié se encuentra en equino. La causa puede ser idiopática, pero con
frecuencia se asocia a síndromes, trisomías, enfermedades neurológicas, por lo que es
importante la exploración general del recién nacido.
PIE PLANO
El pie plano es una disminución o ausencia del arco plantar que frecuentemente se asocia con
valgo de la zona posterior del pie (plano valgo) (Fig. 1).
En la mayoría de los casos se trata de pies planos flexibles y no dolorosos que son
considerados variantes de la normalidad. El pie plano flexible está presente en la mayoría de
los niños y en aproximadamente el 15% de los adultos.
El pie plano es un motivo de consulta muy frecuente en las consultas de pediatría. En muchas
ocasiones los padres consultan porque ellos fueron tratados de pequeños mediante plantillas
y/o zapatos ortopédicos.
* Pie plano laxo: es el más frecuente en las consultas de pediatría. El arco plantar se
“recupera” tanto activa como pasivamente. Es raro que produzca síntomas. Incluye el pie
calcáneo valgo del recién nacido, los pies planos flexibles y los asociados a contractura del
tendón de Aquiles.
* Pie plano rígido: es aquel en el que no aparece arco plantar con la exploración. Incluye
patologías congénitas, como el astrágalo vertical congénito, o del desarrollo, como las
coaliciones tarsales y pies en serpentina (Fig. 2)
* Pie plano neurológico: asociado a patologías de base, como la parálisis cerebral infantil,
mielomeningocele, etc. Es un pie que tiende a la rigidez y a ser sintomático (Fig. 3).
Según la edad del niño, las alteraciones que se pueden encontrar son:
a. En el recién nacido (Fig. 4):
* Pie calcáneo valgo pie talo valgo: el dorso del pie casi contacta con el borde anterior de la
tibia. Generalmente es flexible y se resuelve realizando ejercicios de flexión plantar por los
padres (Fig. 5).
* Astrágalo vertical congénito: el recién nacido se presenta con un pie en forma de “secante”,
con equino del retropié (talón hacia arriba) (Fig. 6).
b. En el niño pequeño (Fig. 7). La mayoría de los niños por debajo de los 8 años presentan un
pie plano, siendo aún más frecuente por debajo de los 4 años (Fig. 8). Se considera que el arco
plantar se desarrolla a partir de los 5-6 años cuando se pierde la grasa plantar, aumenta la
potencia muscular, disminuye la hiperlaxitud cápsulo-ligamentosa y se producen cambios en la
configuración ósea del pie. Todo ello hace que el arco plantar sea normal hacia los 9-10 años
de vida.
* Pie plano valgo flexible: no doloroso, asociado a hiper laxitud y sin repercusión en la vida
activa del niño.
1. Hiperlaxitud: se considera el principal factor etiopatogénico del pie plano laxo en edades
tempranas. La mayor parte de los niños son hiperlaxos de forma fisiológica. Se deben descartar
pies planos secundarios a síndromes de Down o Marfan (Fig. 11).
2. Obesidad: produce sobrecarga en las articulaciones del pie, disminuyendo la bóveda plantar.
3. Genu valgo: muy frecuente en niños por debajo de los 7 años, acentúa el valgo del retropié
(Fig. 12).
EXPLORACIÓN FÍSICA
Es importante ser metódico en la exploración del pie plano. La exploración debe realizarse en
apoyo estático y durante la marcha. Se valorará la forma, la función, la movilidad y la presencia
de dolor.
* Retropié: el pie plano asocia un aumento del valgo fisiológico (con los talones hacia fuera). A
veces muy llamativo, casi contactando el maléolo medial con el suelo. Es importante valorar la
flexibilidad del pie.
* Mediopié: el arco plantar está disminuido en los pies planos. Existen 4 estadios de gravedad
que va desde el pie plano grado | con escaso arco plantar, hasta el grado IV, donde aparece
una convexidad en la zona medial del pie. Es importante determinar si la disminución del arco
plantar es estática (solo cuando el paciente está en bipedestación) o dinámica (si persiste
cuando el paciente camina).
* Antepié: el pie plano se asocia a un abducto del antepié. Si se mira desde detrás se observa
el signo de “tootoes” (demasiados dedos) por la parte externa del pie (Fig. 17).
PIE CAVO
En el pie cavo existe un aumento de la bóveda plantar producida por un equino fijo del antepié
(posición en flexión plantar del primer metatarsiano o de todo el antepié). Habitualmente el
retropié se encuentra en una posición de varo (talón hacia dentro). Es frecuente la aparición
de dedos en garra (Fig. 1).
* Pie cavo simple o fisiológico: aparece inicialmente en la infancia, suele existir una historia
familiar de aumento del arco plantar, con retropié en neutro o valgo (talón hacia fuera). La
afectación es bilateral, suele producir dolor en la cabeza de los metatarsianos. Presentan una
exploración neurológica normal. La evolución es favorable, mejorando los síntomas con
plantillas de apoyo retrocapital para descargar las cabezas de los metatarsianos centrales.
* Pie cavo varo: es el más frecuente y generalmente presenta una base neurológica. Se
caracteriza por un aumento del arco plantar (cavo) asociado a un varo del retropié (talones
hacia dentro). Inicialmente las deformidades son flexibles pero con el paso del tiempo se
vuelven rígidas, precisando tratamientos quirúrgicos. Con frecuencia la afectación es
asimétrica.
* Pie cavo congénito: deformidad rara que aparece en el recién nacido. Además del aumento
de la bóveda plantar aparece un primer dedo en garra. Se suele corregir con fisioterapia y con
el crecimiento del pie.
* Pie cavo post-traumático: secundario a síndrome compartimental, lesiones del nervio ciático
o de los tendones peroneos.
Es preciso realizar una exploración estática y dinámica del pie. En menores de 10 años puede
existir un aumento del arco plantar en sedestación que se corrige con la bipedestación, siendo
esto normal. En general el pie cavo se pone de manifiesto entre los 8 a 12 años. El pie cavo
suele ser más corto y ancho. La fascia plantar está tensa. El antepié se encuentra en flexión
plantar (cavo). Es frecuente la aparición de hiperqueratosis, sobre todo en las zonas de apoyo
anómalo (Fig. 4).
El retropié puede estar en valgo (talón hacia fuera), neutro o en varo (talón hacia dentro), esto
último es lo más frecuente sobre todo en casos neurológicos. Los dedos de los pies suelen
presentar una deformidad en garra (extensión de la metatarso falángica asociada a flexión de
la interfalángica) (Fig. 5).
El tratamiento ortopédico con plantillas tiene un papel muy limitado, sobre todo en los pies
cavos varos secundarios a patología neurológica. Estaría indicado en deformidades flexibles,
leves y no progresivas. Las plantillas de elevación de las cabezas metatarsales (plantillas de
apoyo retrocapital), proporcionan alivio inicial en las metatarsalgias. Son eficaces en los pies
cavos familiares. Los estiramientos de estructuras plantares no han demostrado beneficio a
largo plazo.
El tratamiento quirúrgico estaría indicado en pacientes que refieren dolor persistente que no
mejora con las plantillas, inestabilidad del pie o tobillo, y progresión de la deformidad que
produce alteración en la deambulación por un apoyo deficiente. En edades tempranas con
deformidades flexibles se indica cirugía de partes blandas, sin embargo, en pacientes mayores
con deformidades más rígidas además dela cirugía de partes blandas es preciso asociar cirugía
sobre el hueso.
MARCHA DE PUNTILLAS
Se denomina equinismo a la marcha que se produce de puntillas (Fig. 1). En los primeros años
de vida se considera normal que el niño deambule de forma casi constante de esta manera,
siendo más frecuente en niños hiperactivos. Existen numerosas causas que provocan una
marcha de puntillas:
- Niños de talla baja: se trata de niños que se ponen de puntillas para equipararse en altura a
sus compañeros.
Cuando un paciente acude a consulta con una marcha de puntillas, es importante realizar una
exploración sistemática y una adecuada anamnesis. Se debe preguntar por antecedentes
obstétricos y perinatales en busca de causas neurológicas. Asimismo, se preguntará por la
existencia de antecedentes traumáticos, actividad deportiva, así como las características del
dolor. Es fundamental realizar el proceso: ver, tocar y mover. En primer lugar “se observará” la
marcha que presenta, si se realiza siempre de puntillas, si es capaz de caminar de talones y
cómo se mantiene en bipedestación. En segundo lugar “se palpará” buscando puntos
dolorosos (dolor en el talón en la apofisitis de Sever) o una posible discrepancia de longitud de
las piernas(Fig. 2). En tercer lugar, “se movilizarán” las caderas-rodillas-tobillos para buscar
contracturas músculo- tendinosas. Es fundamental la exploración del arco de movimiento del
tobillo, realizando flexión plantar y flexión dorsal de forma activa y pasiva. La flexión dorsal del
tobillo es la capacidad de poner el tobillo en ángulo recto. Se considera normal si se consigue
pasar de 90*. En ese caso, se tranquilizará e instruirá a los padres para reeducar la marcha del
niño mediante ejercicios en casa (caminar de talones).
Se considera patológica la incapacidad para realizar una flexión dorsal del tobillo. Esta
limitación se debe a una contractura de los gemelos o del tendón de Aquiles (gemelos y sóleo).
El test de Silverskióld determinará qué músculos están afectados. Para ello, se realizará la
flexión dorsal del pie con la rodilla extendida y posteriormente con la rodilla flexionada.
Si aumenta la
capacidad de dorsiflexión con la rodilla flexionada, esto indicará que el problema está en una
retracción de los músculos gemelos, estando bien el músculo sóleo (Fig. 3). Si la flexión de la
rodilla no consigue mayor dorsiflexión, el problema estará en el tendón de Aquiles (músculos
gemelos y sóleo).
¿CUÁL ES EL TRATAMIENTO?