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/ILTAMRk
López, Ernesto
Apuntes de sociología. -1 a ed. - Bue
nos Aires : Altamira, 2008.
192 p. ; 22x15 cm.
ISBN 978-987-9017-34-0
1. Sociología. 1. Título
C D D 301
Fecha de catalogación: 1 5 /0 4 /2 0 0 8
ISBN: 9 7 8 -9 8 7 -9 0 1 7 -3 4 -0
Todos los derechos reservados.
H echo el depósito que marca la ley 11.723
Impreso por: La Cuadrícula SRL
I Introducción..................................................................................... 9
II Antecedentes del pensamiento social:
dos grandes corrientes antagónicas........................................... 23
La Ilustración....................................................................................... 27
La Contrailustración........................................................................... 36
Ilustración y Contrailustración:
concepciones y valores contrastantes.................................................. 45
III Los precursores................................................................................. 53
Saint Simón.......................................................................................... 57
Comte................................................................................................... 60
Proudhon............................................................................................. 63
Escuela Histórica Alemana................................................................. 66
IV Marx, Durkheim y Weber: la sociedad como referente
empírico y como problema conceptual................................... 69
Marx..................................................................................................... 76
Durkheim......................... ................................................................... 82
Weber.................................................................................................... 86
V Marx, Durkheim y Weber: el conocimiento de lo social.... 93
Marx.................................................................................................... 95
Durkheim............................................................................................. 101
Weber.................................................................................................... 105
VI Problemas, conceptos y dinám icas............................................ 111
Marx..................................................................................................... 113
Los conceptos de Modo de Producción y
de Formación Económico Social.................................................... 113
El modo de producción capitalista: mercancías, valor y plusvalía.. 117
APUNTES DE SOCIOLOGÍA
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a Juan Carlos Portantiero, in memoriam,
que abrió mis ojos a la Sociología.
12
INTRODUCCIÓN
13
estos conglomerados pueden ser identifica por su sistema eco-
nómico o su referencia nacional, tempo ¡a sociedad capitalis
ta, la sociedad esquimal o la sociedad argentina de] siglo XIX, por casos).
Desde luego, esta no pretende ser una definición conceptual precisa sino
una mera aproximación a un referente empírico que no es tan sencillo de
discernir como una rosa o el río Nilo. Es una precaria —o si se prefiere pro
visoria- forma de delinear un referente, de delimitar una parcela de lo real
con relación a la cual se intentará construir conceptos y teoría, Es, tam
bién, una postulación sobre la realidad empírica, porque es una afirmación
que no puede escapar a la limitación de que debe ser hecha antes de que
se pueda desarrollar su abordaje propiamente conceptual: como se ha vis
to precedentemente, sólo puede haber desarrollo conceptual sobre algún
objeto previamente deslindado.
Veamos ahora a título por el momento meramente ilustrativo —y con
la sana intención de abandonar las abstracciones por las que se acaba de
atravesar, probablemente inconvenientes para una introducción—algunas
definiciones de Sociología.
Emile Durkheim la caracteriza como la ciencia de la moral. Pero no
en el sentido de que tenga por finalidad fijar escalas de valores o propo
ner sistemas éticos a los que deban sujetarse quienes actúan socialmente,
sino en el de que debe ocuparse de estudiar y comprender dichas escalas
o sistemas, que están en la base de la socialidad humana. En su libro La D ivi
sión del Trabajo Social escribe: “Los hombres no pueden vivir juntos sin
entenderse y, por consiguiente, sin sacrificarse mutuamente, sin ligarse unos
a otros de manera fuerte y duradera. Toda sociedad es una sociedad moral”.3
Se destaca aquí una ligazón, un entendimiento mutuo, en fin, una socia
bilidad que está en la base de la vida en común de los hombres. Más ade
lante se verá con algún detalle que pone énfasis en “lo moral” porque es
esta dimensión la que suscita el “entendimiento m utuo” y, en definitiva,
forja y regula la vida social, cualesquiera sea el contenido que esa moral
posea. “Lo moral” -cabe aclararlo aunque es prácticamente obvio—se com
pone para nuestro autor de valores, principios y normas para la acción que
son compartidas por los miembros de cualquier sociedad. Reglas de jue
go, respeto recíproco entre los miembros y hacia el marco normativo: todo
esto hace al entendimiento mutuo y a la ligazón entre los partícipes de la
vida social.
Max Weber la define, en cambio, de la siguiente manera: “Debe enten
derse por sociología (en el sentido aquí aceptado de esta palabra, emple
ada con tan diversos significados) una ciencia que pretende entender,
! Aka! U niversitaria, M adrid, 1982, pág. 269.
¡4
INTRODUCCIÓN
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APUNTES Dh SOCIOLOGIA
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INTRODUCCIÓN
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
9Véase op.cit. pág. 18. C abe aclarar que aunque A ron indica que Tocqueville “ no fue adoptado ni
por la derecha ni por la izquierda, perm aneciendo sospechoso a todos” , él si lo incluye en su obra
que tiene un alcance m ucho más am plio (y una profundidad mayor), que este pequeño texto de inten
ción apenas introductoria.
tns, (]nt' se completarán en un Apéndice que incluirá cronologías histó
ricas y noticias biográficas.
Debe señalarse, finalmente, que las tres temáticas centrales consigna
das tienen cierto estatuto de autonomía en el texto. Admiten ser leídas por
separado, según sean los intereses de los eventuales lectores. Claro está, de
todos modos, que el encuadre y la lectura de Marx, Durkheim y Weber
se enriquece con los apartados dedicados a las tradiciones de pensamien
to occidental y a los precursores.
Comencé a enseñar sociología en la Carrera de Sociología de la U ni
versidad de Buenos Aires, a principios de los 70. Continué, luego, en la
Maestría de Ciencias Sociales de FLACSO/México, entre 1976 y 1983.
que fueron para mí años de exilio político. De regreso a la Argentina si
bien realicé incursiones en la enseñanza de teoría sociológica a nn/el de
posgrado, diversa circunstancias de mi desenvolvimiento profesional me
llevaron a ponerme en contacto con auditorios estudiantiles no socioló
gicos ante los cuales ejercí la docencia en carreras de grado que incluían
el dictado de asignaturas sociológicas. Cerré ese ciclo a comienzos de 2005
—he dejado temporariamente la docencia pues he pasado a desempeñar
otras actividades— enseñando historia del pensamiento social a jóvenes
recién ingresados a la Universidad Nacional de Quilmes. El contacto con
estudiantes no aspirantes a sociólogos ha sido para mi una experiencia
extraordinaria, que me obligó a afinar abordajes y perfeccionar recursos
docentes, pero que sobre todo me llevó a escuchar, a abandonar confor
tables pactos de lecturas establecidos entre iniciados, y a estar preparado
para responder a una amplia gama de interrogantes e inquietudes sobre
diversos asuntos que normalmente se dan por sabidos ante auditorios ver
sados y que por falta de gimnasia y reflexión terminan convertidos casi en
lugares comunes o rutinas. Una inteligentísima joven me preguntó un día
“¿Por qué maltrata Zeitlin aVico —en el capítulo de su manual dedicado
a la Ilustración- si éste ha hecho interesantísimos señalamientos sobre el
valor y el papel de las culturas?”. Por curioso que parezca, esta clase de
preguntas no son frecuentes en los cursos de sociología para estudiantes
de esta carrera o en el nivel de posgrado. Demás está decir que este tipo
de intercambios me enseñó muchísimo.
Con el tiempo he aprendido a apreciar las exposiciones que ponen pre
ocupación en ser bien entendidas por sus auditorios o lectores. No hallo
beneficio alguno en la dificultad de comprensión; mucho menos en cier
ta tendencia al hermetismo que a veces asoma por ahí. Valoro las econó
micas, bellas y precisas letras de nuestro Jorge Luis Borges. Así como me
deslumbra la simplificada profundidad con que ísaiah Berlin ha podido
:9
APUNTES DE SOCIOLOGÍA
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INTRODUCCIÓN
Al final de este escrito se encontrará una Bibliografía que lista los libros
y los artículos consultados en este trabajo.
En materia de citas al pie se ha seguido una modalidad habitual, según
se verá. Sin embargo, se ha preferido consignar inmediatamente más aba
jo las obras más recurridas de Marx, Durkheim y Weber para utilizar con
ellas una modalidad de cita diferente. Esto con el objeto de hacer menos
farragosa la lectura y evitar interrupciones. Se les adjudica una clave -por
ejemplo, K para El Capital—se colocan dos puntos y se añade el número
de página correspondiente, dejándose todo entre paréntesis. Por ejemplo:
(K:148). Salvo excepciones, la referencia queda consignada en el cuerpo
mismo del texto y no como nota al pie.
Karl Marx
La Ideología Alemana, Ed. Pueblos Unidos, Buenos Aires, 1985, en ibid.;
se cita como «IA».
Introducción General a la Critica de la Economía P olítica/1857, Siglo XXI,
iMéxico, 1997, en ibid.; se cita como «IG».
Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, en ibid.;
se cita como «P».
El C apital , Fondo de Cultura Económica, México, 1966, 2 volúmenes,
en ibid.; se cita como «K».
Entile Durkheim
La División delTrabajo Social, Akal Universitaria, Madrid, 1982, en ibid.;
se cita como «DTS».
Las Reglas del Método Sociológico , Shapire, Buenos Aires, 1976, en ibid.;
se cita como «RMS».
El Suicidio, UNAM, México, 1974, en ibid.; se cita como «S».
Las Formas Elementales de la Vida Religiosa, Akal, Madrid, 1992, en ibid.;
se cita como «FEVR».
Max Weber
La Etica Protestante y el Espíritu del Capitalismo, Editorial Diez, Bue
nos Aires, 1976, en ibid.; se cita como «EP».
X
22
f
II
Antecedentes del pensamiento social:
dos grandes corrientes antagónicas
Isaiah Berlín sostiene con agudeza y sólidas razones que el pensamien
to social moderno de Occidente se nutre de dos tradiciones antagónicas:
la Ilustración y la Contrailustración (y su continuación en el Romanticis
mo). Según sus propias palabras: “Pienso, en primer íugar, que algunos
de los románticos cortaron la más profunda de las raíces de la perspecti
va clásica -a saber, la creencia de que los valores, las respuestas a las cues
tiones de acción y elección, de alguna manera podían descubrirse— y
mantuvieron que no había respuestas a algunas de estas preguntas, subje
tivas u objetivas, empíricas o a priori. En segundo lugar, no había para ellos
ninguna garantía de que los valores no entraran, en principio, en conflic
to entre sí, o, si lo hacían, de que hubiera una salida; y sostuvieron como
Maquiavelo, que negar esto era una forma de autoengaño, ingenuo o
superficial, patético y siempre desastroso. En tercer lugar, mi tesis es que
con su doctrina positiva los románticos introdujeron un nuevo conjunto
de valores, no reconciliables con los antiguos, y que la mayoría de los euro
peos son hoy herederos de ambas tradiciones. Aceptamos ambas perspec
tivas y cambiamos de una a otra de una manera que no podemos evitar
si somos honestos con nosotros mismos, pero que no es intelectualmen
te coherente”.10
La perspectiva clásica a la que se refiere alude al pensamiento de la Ilus
tración; mientras que su mención de los románticos remite al de la Con
trailustración: ha utilizado ambos términos en numerosos escritos. Resulta
claro que para Berlín se trata de tradiciones de pensamiento contrapues
tas.11 Con precaución indica que se trata sólo de algunos románticos. Apa
rece aquí un problema. No siempre es fácil encuadrar a los autores dentro
de corrientes o escuelas. Obviamente estas no son regimientos, no hay en
10 I. Berlín: "La revolución rom ántica: una crisis en la historia dei pensam iento m o d ern o ” , en
El sentido de la realidad, Taurus, M adrid, 1998, pág. 256.
' 1Al m enos eso es lo que sugiere su caracterización de que el conjunto de valores elaborados por
los rom ánticos (por algunos de ellos) es inconciliable con el de los clásicos.
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
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Ilustración
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
Adversarios
1,1 (..'orno se sabe, ¡a fe religiosa ie im puso condiciones al m ism ísim o Galileo, que aceptó y des
arrolló la revolucionaria teoría de C opérnico, que postulaba que ia T ierra y otros planetas giraban
alrededor del s o l. MI Tribunal de! Santo O ficio lo obligó a retractarse.
28
!! ANTECEDENTES DEL PENSAMIENTO SOCIAL
29
APUMÍhS L)t SOCIOLOGÍA
•utí'-.i ' Eso ies permitió convivir con un régimen que querían cambiar
pero mu apelar a medios drásticos.
Influencias
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II ANTECEDEN!cS DEL P tN S A M iE N lO SOCIAL
u C orrien te desarrollada en Inglaterra durante ios siglos XVH y XVII!, que postula que la expe
riencia —de aquí el m ote de empirismo— es ia fuente y el lím ite del conocim iento, así com o ia prove
edora de criterios de valide? de éste.
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APUNTES DE SOCIOLOGIA
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¡! AN T R .K 'V rN T!'S OU PENSAMIENTO Se X. iAL
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APUNTES OE SOCIOLOGÍA
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ANTECEDENTES DEL PENSAMIENTO SOCIAL
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
La Contrailustración
V ic o
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II ANTECEDENTES DEL PENSAMIENTO SOCIAL
pocos los manuales de historia de las ideas que lo ubican en una posición
cercana a la de aquellos: otra paradoja. Vico desarrolló concepciones que
serían luego coincidentes con las de los contrailustrados, de manera que
resulta cuando menos curioso asimilarlo a los ilustrados. Se exponen a con
tinuación cuatro grandes ideas viquianas que abren un panorama por com
pleto diferente al del universo intelectual ilustrado.
Primera. Creía que los hombres sólo podían conocer satisfactoriamen
te lo que había sido creado por ellos: el lenguaje, las sociedades, la histo
ria, pero, también, la geometría y las matemáticas. De la Naturaleza y sus
procesos, en cambio, que habían sido creados por Dios, solamente podí
an tener un conocimiento limitado. Llamaba ven un al primer tipo de saber
y certum al segundo. De una manera que no siempre es bien identificada,
estaba proponiendo la existencia de dos tipos de ciencias. Ciertamente no
al modo en que parece haberlo anticipado Protágoras —como se ha visto
más arriba- y en que también lo harían después no pocos de los contrai
lustrados: diferenciando las ciencias del espíritu de las de la naturaleza, ya
que la dicotomización viquiana no coincide puntualmente con aquella.
Además, el tipo de verdad que era factible alcanzar en ambos casos no es
el mismo. Los contrailuistrados, de haber conocido las teorías de Vico, no
hubieran coincidido en caracterizar a las ciencias del espíritu como verum.
Y algunos de ellos no le hubieran adjudicado ese rango ni siquiera a las
ciencias de la naturaleza. Sin embargo, es innegable que Vico es un pre
cursor de lo que más adelante se llamó el divorcio entre las humanidades
y las ciencias. O, al menos, de la concepción que postulaba que la reali
dad no era un solo conjunto articulado regido por leyes y, por lo tanto,
el saber producido sobre ella —la ciencia—no era unitario.
Segunda. Creía que los fenómenos culturales eran productos históri
cos que se generaban bajo condiciones que eran propias de cada tiempo
y de cada lugar. Y entendía, en consonancia con lo anterior, que a cada
cultura le correspondían sus propios y peculiares modos de conciencia y
autopercepción. A cada universo cultural le correspondía su propia expe
riencia colectiva y poseía sus propios medios de expresión, genuinos y vale
deros. En definitiva, Vico creía en la singularidad o unicidad de las culturas,
como ha sido reiteradamente señalado por Berlin,22 cada una de las cua
les se expresaba de una manera igualmente auténtica. No coincidía, por
lo tanto, con la pretensión de universalidad en materia de fines humanos
que vendrían a postular los ilustrados puesto que la historicidad de lo cul
tural llevaba a la diversidad. Y tampoco hubiera admitido la posibilidad de
compatibilizar metas y/o valores humanos, pues no reconocía la existen-
-- Véase, por ejem plo, Vico y Hcrder, C átedra, M adrid, 2000, pp 24 ss y pp 75 y ss.
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APUNTES DE SO G O LO G ÍA
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II ANTECEDENTES DEL PENSAMIENTO SOCIAI
Todos esto temas —la distinción entre ciencias del espíritu y ciencias
de la naturaleza, contenida en ciernes en sus nociones de verum y certum;
la negativa a aceptar que los fenómenos sociales y los culturales se expli
quen con arreglo a leyes universales y, por el contrario, la afirmación de
su singularidad; y el reconocimiento de las limitaciones de la razón fue
ron de un modo u otro abordados y desarrollados por los filósofos de la
Contrailustración, que estructuraron alrededor de ellos el núcleo de sus
concepciones. La continuidad entre uno y otros es un enigma, o, mejor
dicho, una de esas enigmáticas conjuras del azar: como ha sido mencio
nado ya los pensadores alemanes que pusieron en marcha la Contrailus
tración no conocían la obra de Vico.
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
011 ciernes una más que interesante teoría del lenguaje basada en ía idea
de que las palabras y las ideas son la misma cosa. No se piensa con ideas,
adujo, m con conceptos a los que luego se reviste de palabras. Se piensa
con palabras, esto es por medio del lenguaje. Hacia finales de la década de
los sesentas conoció ajohann Herder (1744-1803), que se convirtió en su
discípulo.
Herder había nacido en un pueblo cercano a Kónigsberg. Era un pas
tor pietista que se deslumbró con el talento de Hamann, con su crítica
intransigente frente al frío imperio de la razón, al sueño de una presunta
perfección clásica perseguido por no pocos ilustrados, y con su teoría del
lenguaje. Menos visceral y desordenado que Hamann, intentó construir
un sistema más coherente que el de aquel. Le guardó sin embargo proli
ja fidelidad y extendió la palabra de su maestro, junto con la propia, a medi
da que iba siendo conocido y requerido.
De manera coincidente con Vico —cuya obra desconocía- postuló que
para entender algo se requería ejercitar una capacidad que denominó Ein-
fiihlung (“sentir dentro”), es decir, de un adiestramiento que posibilitase
“entrar en” las condiciones únicas y singulares de su individualidad y des
arrollo. Y aceptó y promovió el concepto de individualidad: sostuvo fir
memente el carácter individual de una sociedad, de una cultura, de un
período histórico o de una tradición literaria. En forma coherente con io.
anterior, sostuvo que cada cultura tenía su Schwerpunkt (centro de grave
dad). Y que la comprensión de éste era imprescindible para entender cual
quier aspecto parcial de aquélla. Respetaba la diversidad de las culturas y
no comulgaba con la idea de que las hubiera superiores o inferiores; todas
para él eran igualmente valiosas. Suponía que aun en su diversidad las cul
turas podían convivir armoniosamente unas junto a otras. Y deploraba el
hecho de que guerras de conquista o imperiales hubieran conducido a la
desaparición de varias de aquéllas.
Resaltan de su vasta obra tres concepciones sobre las que conviene
detenerse así sea brevemente: la de la pertenencia, la del expresionismo y
la del pluralismo. Creía que una necesidad básica de los seres humanos —tan
to como la de alimentarse o beber—era la de pertenecer a un grupo y/o
a una cultura. La ligazón a una lengua, a una ciudad, a una familia, a un
país y a sus tradiciones le parecía inevitable, y no encontraba nada de repro
chable en esto. Se halla aquí la semilla de un nacionalismo amplio, ni patrio-
tista ni político,—que dicho sea de paso, no existía todavía en su época. Los
grupos humanos, a su juicio, son producidos por el clima, la geografía, las
necesidades físicas o biológicas y razones similares. Se convierten en una
unidad a partir de tradiciones comunes y memorias compartidas cuyo prin
cipal transmisor es el lenguaje.
ANTECEDENTES DEL PENSAMIENTO SOOAI
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
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I! ANTECEDENTES DEL PENSAMIENTO SOCIAL
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
Ilustración y Contralustración:
concepciones y valores contrastantes
En lo que sigue se intentará efectuar una comparación entre Ilustra
ción y Contrailustración/Romanticismo en términos de valores y con
cepciones generales. Importa esta cuestión a este pequeño escrito al menos
por dos razones: a) porque especifica la tesis de Berlin presentada prece
dentemente acerca del corte que el romanticismo produce respecto de la
perspectiva clásica en lo concerniente al mundo de lo valores, lo que ade
más incide sobre la estructuración de un campo cultural que a partir de
entonces queda configurado, en Occidente, por la existencia de dos tra
diciones antagónicas;33 y b) porque el pensamiento sociológico se ha des
arrollado al influjo de estas dos vertientes.
Las diferentes nociones de verdad y validez que ambos universos ins
talan en los planos ético, estético y del conocimiento condujeron a la
estructuración de universos culturales, de valores y cognitivos marcada
mente diferentes. Veamos.
Como se ha visto más arriba, la confianza racionalista de los philoso-
phes -su fe en la virtual omnipotencia cognoscitiva de la razón- y la idea
de que el mundo —tanto el natural como el hum ano- está regido por leyes
los condujeron a postular que toda pregunta genuina tiene una y solo una
respuesta correcta o válida. Todo es cognoscible, pues, si se formulan las
preguntas adecuadas, es decir, si los problemas en términos de conocimien
to se formulan correctamente. Las cuestiones morales y las políticas no esca
pan a este planteo.34 Preguntas tales como ¿cuál es la mejor vida para los
hombres?, ¿qué es la libertad y por qué buscarla?, o ¿qué son poder, jus
ticia, igualdad? no difieren en su tratamiento y expectativas de respuesta
de otras más vinculadas a lo fáctico, como por ejemplo, ¿cómo está com
33 R epásese en la cita al pie n° 10 precedente. B erlin ha hecho num erosas referencias a esta cues
tión en diversos trabajos. H a escrito, p or ejem plo: “M i tesis es que el m ovim iento rom ántico ha sido
una transform ación tan radical y de tal calibre que nada ha sido igual después de éste” . Véase Las R aí
ces del Romanticismo, cit., pág. 24
34Véase “La revolución rom ántica: una crisis en la historia del pensam iento m o d ern o ”, en I. B er
lin: El Sentido de la Realidad, Taurus, M adrid, 1998, pág. 259.
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
puesta el agua? o ¿en qué año murió Julio Cesar?. Para los philosophes, ambas
clases de preguntas tienen una sola respuesta correcta.
Por otra parte, pese a las diferencias que había entre ellos creían —pro
bablemente con la parcial exclusión de Montesquieu—que los hombres
tienen una naturaleza humana común, lo que los llevaba a postular que
existen nietas, intereses y valores también comunes a los seres humanos.
Las diferencias históricas o geográficas que parecían negar lo anterior se
debían, ajuicio de aquellos, a la ignorancia, el prejuicio, la superstición,
la mera repetición tradicionalista o el error. La diversidad mostrada por
doquier por la historia ocultaba un sustrato compartido; sin embargo la
razón podía tamizarla en busca de aquellos fines comunes: la felicidad, el
saber, la justicia, la libertad, la seguridad, etc.35 Desbrozado el terreno pol
la razón debían aparecer -podría decirse, incluso, se descubrirían- fines, inte
reses y valores comunes y universales, que 110 serían ni inalcanzables ni
incompatibles entre sí. En definitiva, entre la maraña de distorsiones y erro
res que mostraba la realidad empírica, la razón podía abrirse camino para
descubrir los verdaderos valores y fines que debían guiar a los hombres en
el mundo.
Así, por un lado, el saber conduciría a la virtud, es decir, al descubri
miento de fines, metas y valores que harían mejor la vida de los hombres
porque lo reconciliarían con su propia naturaleza; por otro, estos fines,
metas y valores estarían convalidados por criterios de verdad y/o validez
prácticamente indiscutibles, por lo mismo que se derivaban del ejercicio
de la razón.
Este universo intelectual, estas concepciones generales, condujeron
hacia certidumbres que impactaron fuertemente en el campo de los valo
res, en el estético y en el del conocimiento.
La Contrailustración y su continuación en el Romanticismo corta
ron prácticamente de cuajo el basamento de la concepción ilustrada. Sos
tuvieron, en primer lugar, que por lo menos en el campo de los fenómenos
humanos las respuestas válidas a preguntas genuinas podían ser varias y
diversas. Quizá valga la pena recordar, para ilustrar este punto, que inclu
so un ilustrado como Montesquieu reconoce en el capítulo 24 de su El
Espíritu de las Leyes que, cuando Moctezuma le dice a Hernán Cortés que
si bien la religión cristiana era buena para España la azteca era mejor para
su pueblo, no dejaban de asistirle razones. Ironía tejida por Clío, el sen
cillo argumento de Moctezuma destinado al reconocimiento de lo diferen
te anticipaba en alrededor de dos siglos un arduo debate quizá, hoy, todavía
Véase, p or ejem plo, l. Berlin: El Mago del Norte, cit., pág. 84; tam bién del m ism o autor Las R al
ees del Romanticismo, cit., pág. 48.
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li ANTECEDENTES DEL PENSAMIENTO SOCIAL
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
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ANlECEDENTES Del PENSAMIENTO SOGA!
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
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I! ANTECEDENTES DEL PENSAMIENTO SOCIAL
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i
APUNTES DE SOCIOLOGÍA
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III
Los precursores
Las dos corrientes principales del pensamiento Occidental que se han
bosquejado precedentemente han dejado, de un modo u otro, su huella
sobre el desarrollo de la Sociología y en particular en los sistemas teóricos
de Marx, Durkheim y Weber. El parecido de familia de Durkheim con las
ideas de la Ilustración y las de Weber con las de la Contrailustración son
claras. Los tres conocían las obras de los ilustrados y, en medida diferente,
también las de sus opositores. Es por otra parte evidente que una y otra
impregnaron el ambiente intelectual de Francia y de Alemania, aunque cabe
señalar que hubo ilustrados en Alemania —el más notorio fue Kant—y con-
trailustrados en Francia, como Joseph de Maistre (1753-1821) y Louis de
Bonald (1754-1840).41 Pero asimismo es cierto que las influencias de aque
llas dos tendencias también se procesaron a través de interpósitas persona
lidades que las mediaron. Sobre Durkheim, por ejemplo, pesó la proyección
de Auguste Comte, hijo directo de la Ilustración por más que él mismo pen
sara lo contrario, mientras que sobre Weber impactaron las ideas de la lla
mada escuela histórica alemana, fuertemente antiilustrada.
Marx es una rara avis. Conocía la obra de los philophes, que seguramen
te le generó preguntas, críticas, simpatías, afinidades y disgustos. Estas lec
turas seguramente algo le dejaron: suele ser difícil para cualquiera, por
ejemplo, pasar por la lectura de Rousseau sin consecuencias. Pero más allá
de esta difusa influencia hay algunas coincidencias fuertes y señalables entre
el pensamiento de Marx y el de la Ilustración. Por ejemplo, su confianza
en la posibilidad de establecer leyes que expliquen la dinámica de la socie
dad lo acerca al —prácticamente lo ubica dentro—universo de la Ilustra
ción. En contraposición a esto, debe sin embargo mencionarse que hay
también en él un costado historicista que lo saca de ese entorno. Por otra
parte, como es sabido, recibió asimismo el influjo de las ideas anarquistas
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A^iJ-'-n-.S ÜÉ S G C O lOC
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Saint Simón
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
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;|| l’k h d J k S c )R h l-
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Comte
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III. LOS PRECURSORES
de llegar a descubrir las leyes efectivas que rigen los fenómenos, es decir,
“sus relaciones invariables de sucesión y similitud”.
Creía, en consecuencia, como los ilustrados, que el mundo estaba suje
to a leyes naturales invariables que se podían descubrir. Y confiaba en que
vendría una época en la que el conocimiento científico tendría un impor
tantísimo impulso. Se desarrollaría la industria y avanzaría el progreso.
Pensaba, asimismo, que siendo la realidad una sola debería existir un
universo científico único. Suponía que las diversas disciplinas se desarro
llaban en forma autónoma por una cuestión de división del trabajo y que
llevarían un ritmo desparejo de desenvolvimiento debido a que la ley de
los tres estadios se había presentado en ellas en distinto tiempo. Sin embar
go no creía que por el momento fuese necesario apurar la unificación de
la ciencia. Bastaba con que sus desarrollos parciales fueran homogéneos.
Algún día todos los desarrollos parcelizados se iban a integrar en un cor-
pus único.
Ajuicio de Comte la filosofía de los ilustrados no había conseguido
abandonar el estadio metafísico (o abstracto). Había sido capaz de soca
var los fundamentos del viejo orden (el anden régime) pero había sido inca
paz de sentar las bases del nuevo. Se trataba, por lo tanto de una filosofía
negativa que estaba llamada a ser superada por una positiva: precisamen
te la suya. El sería el encargado de desarrollar una filosofía positiva.
Puntal de esta positivización era la superación del antagonismo entre
orden y progreso que había caracterizado a la etapa precedente. A su juicio,
si se quería superar las turbulencias de las sociedades humanas —formula su
apreciación con un alto grado de generalidad, pero es razonable suponer
que lo guiaba la convulsa historia de Francia posterior a la Revolución de
1789— debía compatibilizarse ambas cuestiones. Estos dos principios
“ .. .representan las dos nociones fundamentales, cuya deplorable oposición
trae consigo el trastorno de las sociedades humanas”, diagnosticó en el Cur
so de Filosofa Positiva.42 Su reconciliación era posible y deseable. La pro
blemática del orden está vinculada con la estabilidad, la cohesión, el equilibrio
y la armonía de las sociedades. Mientras que la del progreso, lo está con la
transformación, con el cambio. Entendía que éste se había abierto cami
no a lo largo de la historia, pero que ese proceso no había sido debidamen
te registrado. Se requería de la maduración de condiciones que aparece con
el estadio positivo, para entender cabalmente su problemática, porque era
justamente en ese estadio en el que se producía un salto de calidad en el
conocimiento. Al mismo tiempo, el desarrollo de la ciencia estaba llama
do a convertirse en la garantía de su desenvolvimiento sostenido.
4- La Filosofía Positiva, Porrúa, M éxico, 1990, pág. 54
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
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¡I!. LOS PRECURSORES
Proudhon
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APUNTES DE SO C iO LO G A
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III. LOS PRECURSORES
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La Escuela Histórica Alemana
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II!. LOS PRECURSORES
48 Es, por ejem plo, el caso de la discusión que originó un artículo de W eber en el que criticó algu
nas teorizaciones de R osch er y Knies. El artículo se llama “ R osch er y Knies y los problem as lógi
cos de la econom ía política histórica” ; hasta donde sé, no está traducido al español.
IV
Mark, Durkheim y Weber:
la sociedad como referente emípirico y
como problema conceptual
No obstante las notorias diferencias que los separan, hay tres núcleos
de problemas básicos comunes a Marx, Durkheim y Weber que éstos enfo
can de manera diferente, pero que constituyen un subsuelo compartido de
preguntas y preocupaciones que ha contribuido a dotar a la Sociología de
un fundamento disciplinario unitario:
a) el reconocimiento de que los seres humanos tendemos a vivir agru
pados en sociedades desde el remoto origen de los tiempos, por
decirlo así;
b) el reconocimiento de que la satisfacción de necesidades es un impe
rativo ineludible que conduce a la vida en sociedad;
c) el reconocimiento de que la cohesión —o la integración-juega un
papel significativo en las sociedades.
Otra similitud que debe remarcarse es su marcada preocupación por
desarrollar una metodología científica es decir, por dotar a sus sistemas teó
ricos de un sustento metodológico sólido.
No hay en nuestros tres autores ninguna mención a estadios preso-
ciales en la historia de los seres humanos ni una pizca de hombres en esta
do de naturaleza. Se diferencian en esto notoriamente de Rousseau y de
Hobbes. Tampoco se registra alusión alguna a pactos establecidos entre per
sonas originariamente libres y portadoras de derechos, que hacen conce
siones para constituir un Estado en beneficio de su seguridad, y para
establecer un conjunto de reglas a respetar y seguir desde ese momento
en adelante, dando comienzo, también, a la vida en sociedad.
Marx sencillamente no concibe que la vida humana pueda desarro
llarse por fuera de la sociedad. Véanse, por ejemplo, estos dos pasajes de
La Ideología Alemana: “Ahora bien, para vivir hace falta comer, beber, alo
jarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más. El primer hecho histó
rico, es por consiguiente, la producción de los medios indispensables para
la satisfacción de estas necesidades, es decir, la producción de la vida mate
rial misma, y no cabe duda de que es éste un hecho histórico, una con-
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A P U N TE S DE S O C IO L O G ÍA
ilición fundamental de toda historia, que io mismo hoy que hace miles
de años necesita cumplirse todos los días y a todas horas, simplemente para
asegurar la vida de los hombres” (IA:28). Y luego: “Toda producción es
apropiación de la naturaleza por parte del individuo en el seno y por inter
medio de una forma de sociedad determinada” (IA: 37). Se releja aquí níti
damente, también, su concepción materialista de la historia.
Durkheim le dedica al tema un apartado, en el punto 4 del capítulo
V de Las Reglas del Método Sociológico. Escribe allí, por ejemplo, “Para unos,
como Hobbes y Rousseau, hay solución de continuidad entre el indivi
duo y la sociedad. El hombre es naturalmente refractario a la vida común
y sólo puede resignarse a ella por la fuerza” Y remata: “Sólo por ser vis
to el individuo como la sola y única realidad del reino humano, esta orga
nización que tiene por objeto inhibirlo y contenerlo, sólo puede ser
concebida como artificial. No está fundada en la naturaleza, puesto que
esta está destinada a violentarla impidiéndole producir sus consecuencias
antisociales” (RMS:95). Sencillamente no concibe que pueda haber vida
individual por fuera de la vida social, como se desprende también de su
concepción sobre las diversas formas de la solidaridad, que se examinarán
un poco más adelante.
Weber, en cambio, es menos explícito. No hay en su obra, sin embar
go, ninguna referencia a la existencia de formas presociales de vida huma
na. Como se ha indicado ya, hay autores que piensan que los seres humanos
han vivido un cierto período de la historia sin formar sociedad. Y que a ésta
-y a la constitución de formas estatales- se ha accedido mediante un pac
to. Weber no se anota entre los cultores de esta concepción; otros indicios,
como la cita que se verá inmediatamente más abajo, señalan que hay socie
dad porque hay necesidades, es decir, porque los seres humanos estamos suje
tos a necesidades y esto nos impele a actuar mancomunadamente.
Así pues, para Marx, Durkheim y Weber hay sociedad podría decir
se que desde el comienzo de los tiempos, comparten lo que llamaré de
aquí en más, por comodidad, concepción primigenia de la sociedad.
En los tres hay referencias directas a la ligazón que existe entre la bús
queda de recursos para satisfacer necesidades y la vida en sociedad, dada
la situación de partida de limitación de medios disponibles. Marx y Weber
tiene planteos semejantes: la posibilidad de existencia física de la vida huma
na depende de la capacidad para obtener recursos, lo cual está en directa
relación con la organización de las personas en sociedades, con el objeto
de trabajar de conjunto para proveer a esas necesidades. De Marx pueden
volver a leerse las citas inmediatamente anteriores para ilustrar lo inme
diatamente precedente. Weber señala que: “Que nuestra existencia física
así como la satisfacción de nuestras necesidades más espirituales choquen
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IV . L A S O C I E D A D C O M O REFER EN TE E M ÍP IR IC O Y C O M O PR O BLEM A C O N C E P T U A !
50 “Llamamos saciedad a una relación social cuando y en la m edida en que la actitud en la acción
social se inspira en una compensación de intereses por m otivos racionales (de fines o de valores) o tam
bién en una unión de intereses con igual m otivación. La sociedad, de un m od o típico, puede especial
m ente descansar (pero no únicamente) en un acuerdo o pacto racional por declaración recíproca” (ES:33).
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Marx
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cas: comer, beber, etc. Ahora bien, también dice que la acción tendiente
a proveer la existencia de los hombres (o sea, la satisfacción de las nece
sidades) es social. Es decir que hay un componente de socialidad dado de
entrada, colocado como premisa o postulado. Es decir, repite el argumen
to de la Ideología Alemana que se expuso más arriba. No hay ni individuos
aislados ocupándose de sí mismos -Kobinsones del remoto pasado pro
veyéndose individualmente de lo que necesitan para subsistir- ni “hom
bres naturales” asocíales o presociales, a lo Rousseau, con todo a la mano
para satisfacer sus necesidades.53 La socialidad, el establecimiento de rela
ciones duraderas con otros (o sea, de relaciones sociales) es necesario e inevi
table: por fuera de esas relaciones no hay posibilidad de producir la
existencia. La socialidad está soldada a la producción de la existencia. Dirí
ase entonces que hay sociedad desde el momento mismo en que hay nece
sidad. O sea, desde el mero comienzo de la historia humana.
Volviendo sobre la cita del “ Prólogo’’ hay que señalar también que pre
senta dos conceptos clave de la teorización marxista: fuerzas productivas y
relaciones de producción. Estos conceptos son fundamentales a la hora de cons
truir la noción marxista de sociedad. Según Marx ambas están en una rela
ción recíproca y existe una correspondencia entre las características de las
segundas y el grado de desarrollo alcanzado por las primeras. Por fuerzas
productivas Marx entiende el conjunto de factóres que participan del pro
ceso de producción. Esto es, los componentes técnicos de la producción:
las materias primas, los insumos intermedios, las unidades donde se pro
duce, los medios de trabajo (a todo esto lo llama medios de producción), los
desarrollos de la ciencia y los aportes de la tecnología, entre otros. La capa
cidad para trabajar, a la que Marx llama fuerza de trabajo, forma parte tam
bién de las fuerzas productivas. Todos estos componentes tienen un
dinamismo positivo, es decir, una propensión a desarrollarse continuamen
te: el desenvolvimiento de las fuerzas productivas desde los remotos tiem
pos de la comunidades primitivas hasta la sociedad industrial es algo que
puede constatarse empíricamente.
Las relaciones de producción, por su parte, aluden a los vínculos que
entablan los hombres entre sí y con las propias fuerzas productivas, en el
proceso de producción de su existencia. Especial importancia poseen las
33 En su indagación sobre del “estado de naturaleza” - e n el que procuraba detectar las form as de
libertad im perantes en ese estadio para que inspiraran las form as de libertad que sería conveniente
plantear en dem ocracia— R ousseau im aginó la existencia de un estadio histórico en el q ue el h o m
bre todavía no vivía en sociedad. Ese “ hom bre natural”, a su juicio, no habría poseído lenguaje ni
acum ulado conocim iento, y habría encontrado disponible en su ento rno inm ediato todo aquello que
necesitaba para satisfacer sus sencillas necesidades: alim ento, pareja y abrigo.
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rior a él (...) Es decir, que este poder no puede ser más que moral (...)
Cuando los apetitos no son detenidos automáticamente por mecanismos
fisiológicos, no pueden detenerse más que delante del límite que reconoz
can como justo (...) La sociedad sola, sea directamente y en su conjun
to, sea por medio de uno de sus órganos, está en situación de desempeñar
este papel moderador; porque ella es el único poder moral superior al indi
viduo, y cuya superioridad acepta” (S:340-341).
Aparece entonces la moral, cuya morada -por decirlo así—es la socie
dad. Esta, que posee una superioridad moral frente al individuo, no sólo
es capaz de contener esos apetitos sino también de darles forma y facilitar
el acceso al bienestar. Desempeña así un significativo papel regulador. ¿Poi
qué puede hacerlo? Porque la supremacía que detenta sobre los individuos
—según lo establecido mediante el abordaje analógica- tiene un fundamen
to moral. Por eso la sociedad es moral y la Sociología la ciencia de la moral,
según se ha visto en la Introducción de este trabajo; por carácter transiti
vo, aquella resulta la ciencia de la sociedad. Durkheim lo plantea explíci
tamente en La División del Trabajo Social: “Los hombres no pueden vivir
juntos sin entenderse y, por consiguiente, sin sacrificarse mutuamente, sin
ligarse unos a otros de manera fuerte y duradera. Toda sociedad es una socie
dad moral” (DTS:269). Aquí se hace totalmente evidente la homologación
entre moral y sociedad. Además de este señalamiento central, importa des
tacar, también, la referencia al vínculo establecido entre los individuos: entre
los hombres que comparten la vida social, es decir, que conforman una
sociedad regulada por una moral, existe una ligazón fuerte y duradera. Es
precisamente esta clase de atadura la que Durkheim va a llamar solidaridad
o cohesión social. De donde sociedad, moral, regulación, papel moderador
y solidaridad resultan temáticas articuladas y centrales en su concepción.
En resumen puede decirse que la concepción de sociedad en Dur
kheim se estructura a partir de las siguientes proposiciones:
1) la sociedad tiene supremacía sobre los individuos;
2) una sociedad es más que la suma de los individuos que la componen;
3) los hechos sociales tienen vida propia, independientemente de sus
manifestaciones individuales;
4) la sociedad es el sustrato o fundamento de la moral colectiva;
5) la sociedad regula la vida social por intermedio de esa moral
colectiva.
Los temas y los conceptos básicos de la sociología de Durkheim: cohe
sión social, alma colectiva, solidaridad orgánica, solidaridad mecánica, divi
sión del trabajo, cooperación, incluso anomia —es decir, ausencia
generalizada de normas, por tanto, crisis moral—son completamente con
gruentes con esta concepción general.
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Weber
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V
Marx, Durkheim y Weber:
el conocimiento de lo social
Marx
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d7 “ En la anatom ía del hom bre está la clave para la anatom ía de] m ono. Por consiguiente, los indi
cios de las form as superiores en las especies animales inferiores pueden ser com prendidos sólo cuan
do se conoce la form a superior. La econom ía burguesa sum inistra así !a clave de ia econom ía antigua,
etc.” (IG :55-56).
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w> Provisoriam ente puede anticiparse aquí, que M arx utiliza ei concepto de ideología de dos m ane
ras: a) com o sistema de ideas, en un sentido amplio y general; b) com o sinónim o de falso saber, ju g a n
do entonces un papel de ocultam iento.
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Durkheim
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Weber
Weber elabora y adopta una posición epistemológica que está en las antí
podas de las construcciones teóricas surgidas de la matriz aportada por New-
ton en el campo de las ciencias físico-naturales y, un poco más tarde, por
los filósofos de la Ilustración en el campo de las sociales y humanísticas. Con
relación a dichas construcciones, no cesa de proclamar “ .. .el carácter absur
do de la idea, que prevalece en ocasiones incluso entre los historiadores de
nuestra disciplina, de que la meta de las ciencias de la cultura, por lejana que
esté, podría consistir en la formación de un sistema cerrado de conceptos,
en el cual la realidad quedaría abarcada en una suerte de articulación defi
nitiva, y de la cual pudiera ser deducida luego nuevamente” (OCS:52-53).
Es por esto inevitable comenzar cualquier exposición referida al sis
tema conceptual weberiano aclarando de qué clase de teoría se trata. Des
cree por completo de que se pueda postular en el campo social la existencia
de una estructura unívoca de la realidad, regida por leyes que pueden ser
descubiertas por la razón. Al contrario, va a sostener que la realidad social
se presenta con características de infinita. Mientras que el espíritu huma
no -la razón—es, por el contrario, finito. Según sus propias palabras: “Aho
ra bien, tan pronto como tratamos de reflexionar sobre la manera que se
nos presenta inmediatamente, la vida nos ofrece una multiplicidad infini
ta de procesos que surgen y desaparecen, sucesiva y simultáneamente, tan
to “dentro” como “fuera” de nosotros mismos. Y la infinitud absoluta de
esta multiplicidad para nada disminuye, en su dimensión intensiva, cuan
do consideramos aisladamente un objeto singular —por ejemplo, un acto
concreto de intercambio—tan pronto como procuramos con seriedad des
cribirlo de manera exhaustiva en todos sus componentes individuales; tal
infinitud subsiste todavía más, como es obvio, si intentamos comprender
lo en su condicionamiento causal. Cualquier conocimiento conceptual de
la realidad infinita por la mente humana finita descansa en el supuesto táci
to de que sólo una parte finita de esta realidad constituye el objeto de inves
tigación científica, parte que debe ser la única 'esencial’ en el sentido de
que 'merece ser conocida’” (OCS:61-62).
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1,3 “La teoría de la acción w eberiana es una teoría tipológica desarrollada en térm inos de proba
bilidad y, com o verem os más adelante, todos los conceptos de su teoría política tam bién son defini
dos en estos térm inos”. Véase H . Saint-Pierre: M ax Weber. Entre apaixao e a razao, Editora da Unicam p,
Cam piñas, 1991, pág. 109.
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VI
Problemas, conceptos y dinámicas
Marx
MP Antiguo
a) economía básicamente agrícola, fuerzas productivas escasamente
desarrolladas, organización del trabajo basada o bien sobre la uni
dad familiar primaria, o bien sobre la gran familia, el clan, etc.
b) no hay intercambio comercial.
c) existe la propiedad en común de la tierra
MP Asiático
a) economía básicamente agrícola, organización del trabajo basada
sobre la gran familia o unidades parecidas, las fuerzas productivas
alcanzan algún desenvolvimiento a nivel agrario, se genera, también,
cierto desarrollo urbano.
b) escaso intercambio comercial
c) existe propiedad en común de la tierra, pero se establece una dife
renciación entre las comunidades productoras y los gobernantes hie-
rocráticos, que conduce a una apropiación desigual de los bienes
producidos, por intermedio del tributo que los primeros pagan a los
segundos. Por lo mismo se dice que predominan en este MP rela
ciones de producción tributarias.
MP Feudal
a) economía básicamente agrícola, pero llega a haber cierto desarro
llo urbano y hay actividad productiva en las ciudades.
b) escaso intercambio comercial.
c) N a hay propiedad en común de la tierra; ésta es del rey o de sus
señores (nobles). Entre el monarca y sus señores (nobles) se da una
relación de vasallaje. Y entre los señores y los siervos de la tierra, tie
ne lugar la servidumbre, a la que aquéllos están obligados.
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MP Burgués:
a) economía básicamente urbana e industrial.
b) se generaliza la producción de mercancías, es decir, se produce con
el objeto de comercializar—esto es, de llevar al mercado—los bien
es o servicios producidos u ofrecidos por cada quien.
c) existe la propiedad privada de los medios de producción, se forma
el mercado de trabajo, los burgueses o capitalistas concentran la pro
piedad de dichos medios de producción y los proletarios -que no
poseen nada más que prole—deben vender su fuerza de trabajo por
un salario.
Para Marx “las relaciones de producción burguesas son la última for
ma antagónica del proceso social de la producción...” (P:67). Mirando des
de el prisma de las relaciones sociales que se asocian a las relaciones
económicas básicas de los MMPP es posible discernir antagonismos o con
tradicciones entre sectores socialmente diferentes: burgueses vs. proleta
rios en el MP capitalista, señores vs. siervos en el MP feudal, jerarquía
hierocrática vs. comunidades productoras en el MP asiático. Sostiene que
son la “última forma antagónica”, porque cree que la sociedad burguesa
alberga fuerzas productivas capaces de alcanzar un desenvolvimiento que
generará condiciones para una revolución social que permitirá superar la
contradicción de clase típicamente capitalista e instaurar un orden que no
será ya antagónico sino igualitario.67
Las imprecisiones relativas al contenido y al uso de los conceptos de
MP y formación económico-social (o simplemente social) dieron lugar a
confusiones, usos variados y polémicas diversas, a lo largo de los años. Inci-
dentalmente puede señalarse que el marxismo estructuralista francés, en
el último tercio del siglo XX vino, contemporáneamente, a poner reme
dio a dicha confusión. Repuso el concepto de MP como modelo de regu
laridad, tal como había sido señalado en su momento porValdimir I. Lenin
(1870-1924), el padre de la Revolución Rusa de 1917.68 Y reservó el con
67 En otros trabajos M arx m enciona otros dos MP, el esclavista y el comunista. El prim ero es gene
ralm ente de base agrícola e im plica el trabajo esclavo. El segundo, resulta del triunfo de la revolu
ción proletaria y supone la abolición de la propiedad privada de los m edios de producción y, por
consiguiente, su reconversión en propiedad com ún.
68 “ Hasta ahora, los sociólogos distinguían con dificultad en la complicada red de fenóm enos socia
les, los fenóm enos im portantes de los que no lo eran (esta es la raíz del subjetivism o en sociología)
y no sabían encontrar un criterio objetivo para esta diferenciación. El m aterialism o ha proporciona
do un criterio com pletam ente objetivo al destacar las relaciones de producción com o la estructura
de la sociedad y al perm itir que se aplique a estas relaciones el criterio científico de la repetición, cuya
V I. P R O B L E M A S , C O N C E P T O S Y D IN A M IC A S
Las mercancías
Con la aparición del MP capitalista por primera vez en la historia eco
nómica de la humanidad se generaliza la producción de mercancías. Ya no
se produce para el autoconsumo individual, como en épocas pasadas, ni tam
poco se busca la autosuficiencia económica de las diversas comunidades.
La producción de bienes y servicios para intercambiar en el mercado alcan
za un grado tal de extensión que se constituye uno de sus rasgos salientes.
aplicación a la sociología negaban los subjetivistas. (...) el análisis de las relaciones sociales m ateria
les perm itió inm ediatam ente observar la repetición y la regularidad, y sintetizar los sistemas de los
diversos países en un solo concepto fundam ental de formación social”, escribió en ¿Quiénes son los ami
gos del pueblo?, Siglo X X I, M éxico, 1974, pág. 15-16.
(,y L. Althusser: “Acerca del trabajo te ó rico ”, en La filosofía como arma de la revolución, C uadernos
de Pasado y Presente n° 4, M éxico, 1983, pág. 72-73.
A P U N T E S DE S O C IO L O G ÍA
70 “ La riqueza de las naciones en que im pera el m odo capitalista de producción se nos aparece
com o un inm enso arsenal de m ercancías y la m ercancía com o su form a elem ental. Por eso nuestra
investigación arranca del análisis de la m ercancía” (K:3).
V I. P R O B L E M A S , C O N C E P T O S Y D IN Á M IC A S
71 Valor y valor de cam bio no son exactam ente lo m ism o; M arx consigna situaciones en E l Capi
tal en las que am bos pueden no coincidir. Pero esta diferencia n o pesa sobre la cuestión que se está
desplegando aquí.
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V i. PR O BLEM A S, C O N C E P T O S Y D IN Á M IC A S
tido, techo, etc.) y para reproducirse, esto es, para sostener una familia y pro
crear. “El valor de la fuerza de trabajo se reduce al valor de una determinada suma
de medios de vida. Cambia, por tanto, ai cambiar el valor de .estos, es decir,
al aumentar o disminuir el tiempo de trabajo necesario para su producción''
(K:125), escribe Marx. Es, por tanto variable, conforme sea el valor de los
medios que son necesarios para proveer a la subsistencia y a la reproducción
del trabajador. Puede calcularse la suma de valores demandada para la pro
ducción y reproducción de la fuerza de trabajo en base a la medición del
tiempo de trabajo que hace taita para producir los bienes y servicios que
garantizan su subsistencia y reproducción. El tiempo, a su vez, se puede medir
por sus unidades o fracciones: por hora, por día, por semana, etc. Marx acla
ra, además, que sobre la valoración de la fuerza de trabajo pesa también un
elemento “histórico morar’: las condiciones y los hábitos prevalecientes en
cada país, bajo los cuales se ha formado y desarrollado dicha fuerza de tra
bajo, que inciden sobre sus preferencias (por ejemplo, los obreros franceses
prefieren el vino a la cerveza y los ingleses a la inversa) pero también sobre
el nivel de vida mínimo exigible en cada caso y, por tanto, sobre su valor.
Se puede ahora regresar a la formulación que establece que la fuerza
de trabajo es una mercancía y, por lo tanto, posee un valor (o valor de cam
bio) y un valor de uso. La fuerza de trabajo, como cualquier mercancía, se
obtiene en el mercado (en este caso, en el mercado de trabajo). La con
tratación de fuerza de trabajo por parte de un empresario capitalista supo
ne un desembolso equivalente al valor (o valor de cambio) de aquella; lo
mismo ocurre cuando compra una tonelada de hilado de algodón para uti
lizar como materia prima o un kilogramo de pan para el almuerzo y la cena.
Cuando las mercancías son llevadas al mercado para ser negociadas allí,
lo que se pone enjuego es su valor (o valor de cambio). Los comprado
res preguntan cuánto vale un paquete de clavos o un kilogramo de lechu
ga; por su parte los vendedores se afanan por sacar el mayor provecho de
lo que tienen para mercar. Esto parece obvio, pero se verá que lo no es
tanto Las mercancías, todas ellas incluida la fuerza de trabajo, comprome
ten -po r decirlo asi- en el mercado su faceta valor (o valor de cambio).
Ahora bien, cuando fuera del mercado son utilizadas o consumidas, la face
ta que se compromete es su valor de uso. Así sucede con el algodón, que
el empresario compró como materia prima y con el pan, que consumirá
en la cena. Y así ocurre también con la fuerza de trabajo que contrató en
el mercado laboral para que trabaje en su empresa textil, cuando éste con
curre a su fábrica a trabajar. En todos esto casos, lo que se utiliza o con
sume es la utilidad (el valor de uso): del hilado de algodón para
confeccionar telas, del pan para alimentarse y de la fuerza de trabajo para
trabajar y producir. Ahora bien, se ha visto más arriba que el valor de uso
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73 “ ...la circulación del dinero com o capital lleva en sí m ism o su fin, pues la valorización del valor
sólo se da dentro de este proceso constantem ente renovado. El m ovim iento del capital es, por tan
to, incesante” (K:108).
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que sólo tiene sentido si e] monto con que se sale del circuito es mayor
que aquél con que se entra. Y de aquí, también, que la mercancía sea el
punto de arranque del capital, según consigna Marx -com o se ha men
cionado más arriba—al comienzo de El Capital.
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bien las formas del pensamiento y de la representación del mundo (la ide
ología). Su historia es, en rigor, la de las condiciones sociales bajo las cua
les fue generada.76
La existencia de distintas formas de conciencia, por su parte, depen
de en buena medida de lo establecido inmediatamente más arriba. Distin
tas formas de ser social, es decir, distintas clases de inserción social dan como
resultado distintos tipos de conciencia. Razonando en el nivel del MP, por
ejemplo, puede establecerse que existe una forma burguesa de conciencia
y una forma proletaria. En el terreno de los distintos tipos de sociedad (que
presentan un grado de complejidad social mayor que el habido en el MP),
por caso, la sociedad capitalista, es posible distinguir también una ideolo
gía pequeño-burguesa, por ejemplo. De donde se sigue que estructuras
sociales diversas dan como resultado formas diferentes de conciencia.
La cuestión del efecto de ocultamiento, a su vez, reposa sobre un doble
desajuste:
a) en el plano de lo real, el desajuste entre esencia y apariencia;
b) en el plano de los hombres, entre conocimiento y conciencia.
Tal como se ha visto más arriba cuando se presentaron los fundamen
tos de la teoría marxista del conocimiento, el modo en que los hechos se
presentan “en la superficie” no brindan suficiente asidero como para que
con base en lo que se percibe en ese nivel se pueda tener una adecuado
entendimiento de las causas que determinan los fenómenos. El llamado
círculo concreto-abstracto-concreto se refiere precisamente a ello. Es nece
sario penetrar la superficie de lo aparente, de lo fenoménico, para inter
narse en la búsqueda de las determinaciones últimas, que fundan la
explicación de los diversos fenómenos. Las diversas formas de conciencia
realizan este recorrido de manera incompleta o imperfecta (excepto una,
como se verá un poco más adelante), lo que les impide llegar a esas deter
minaciones últimas, por lo que se ven imposibilitadas de trascender el pla
no de lo aparente para alcanzar el esencial.
En el capítulo IV de El Capital Marx ofrece un principio de explica
ción de por qué ocurre esto en la sociedad capitalista. Los movimientos y
transacciones que tienen lugar en la esfera de la circulación de mercancías,
donde todo se compra y se vende por su valor, donde campean la libertad
(de movimientos y de contratación, entre otras) y la igualdad jurídica, y don
de las diversas búsquedas individuales del propio provecho se entretejen entre
sí de manera armónica, abren un terreno propicio para el desarrollo de elu
cubraciones ilusorias. Nada de lo que se muestra en el plano de la circula-
/(>Véase, p or ejem plo, IA:69.
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
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V 1. ;:,r o ü l [ > . v -\5 c O 'N < ; . r p r o s y íx n a m il a s
c ¡oí íes de propiedad dentro de las cuales se habían estado moviendo hasta
ese m om ento” (P:67). Dicha contradicción, que implica que las relaciones
de producción se convierten en trabas al desarrollo de las fuerzas produc
tivas, abre e] camino a “una época de revolución social”. Aplicado ese esque
ma a situaciones particulares e implicando dinámicas sociales específicas, ello
significa, por ejemplo, que en la época feudal se gestó la burguesía que pro
tagonizaría, luego, ia revolución burguesa: las relaciones de propiedad feu
dales term inaron convirtiéndose en trabas de la potencia productiva de que
era portaciora la burguesía. Del mismo modo, en el interior del capitalismo
se gestarán tanto las condiciones generales que conducirán a su derrumbe,
cuanto el agente histórico -1a clase obrera—destinado a derrocar a la bur
guesía mediante un proceso revolucionario (la revolución proletaria).
En opinión de Marx, el modo de producción capitalista contiene anta
gonismos cuyo desarrollo es inevitable, teniendo en cuenta la dinámica que
lo preside. Entre otros procesos concurrentes a la agudización de dichos
antagonismos, se encuentran: la concentración del capital (es decir, de la
propiedad de los medios de producción); la extensión de las relaciones
sociales capitalistas a todas las ramas y sectores de la producción y la for
mación y desarrollo de un mercado mundial; la sustitución progresiva de
fuerza de trabajo por capital constante (bienes de producción y tecnolo
gías que ahorran mano de obra e incrementan la productividad del tra
bajo; el consecuente desarrollo de un ejército industrial de reserva (la
sobrepoblación relativa); y la tendencia a la baja progresiva de la tasa de
beneficio media de los capitalistas. Todo esto genera condiciones propi
cias para la transformación revolucionaria del MP capitalista. Para que ello
efectivamente ocurra deben darse en las distintas sociedades concretas, sin
embargo, condiciones históricas específicas. La más importante, segura
mente, es la conversión de la clase obrera en sujeto de acción política a
partir de la toma de conciencia de sus verdaderos intereses históricos. Este
proceso de toma de conciencia y de organización, que Marx llamó el pasa
je de la clase en sí a la clase para sí quedó, como la cuestión del Estado, sin
un desenvolvimiento exhaustivo en su obra. Otros marxistas tomaron para
sí la tarea de desarrollar este asunto tanto en el plano conceptual como en
el práctico. Dos de ellos fueron Vladimir Lenin y Antonio Gramsci,77 que
dejaron obras a propósito de lo que también dio en llamarse la “teoría del
partido”, que orientaron por años a sus seguidores.
77 A ntonio Gram sci (1891-1937) fue cofundador del Partido C om unista de su país (Italia). D es
arrolló una labor teórica trascendente. Fue perseguido y encarcelado p or el régim en fascista. Su obra,
escrita en lo sustancial m ientras estaba en prisión, se com enzó a conocer recién después de la finali
zación de la lia. G uerra M undial.
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Durkheim
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VI. PROBLEMAS, CONCEPTOS Y DINÁMICAS
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A P U N T E S DE S O C IO L O G ÍA
Lo norm al y lo patológico
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A P U N T E S DE S O C IO L O G ÍA
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VI. PROBLEMAS, CONCEPTOS Y DINÁMICAS
donde se sigue que la mencionada tarea sería ineludible. Sin embargo, Dur
kheim va a sostener que es “inexacto que la ciencia sólo pueda construir
leyes después de haber revisado todos los hechos que ellas expresan, ni for
mar géneros sólo después de haber descrito integralmente a los individuos
que ellas comprenden” (RMS:70). Existen, a su juicio, hechos decisivos o
cruciales con apoyo en los cuales se pueden construir tipos o géneros sin
necesidad de hacer un inventario de todos los caracteres que les estarían
subordinados.
Ahora bien, ¿cómo se selecciona tales principios?. Durkheim va a res
ponder que la naturaleza de una totalidad depende de la naturaleza de los
elementos que lo componen, de su número y de su modo de combina
ción. De estas cuestiones, relevantes para la constitución de tipos o espe
cies, debe ocuparse la antedicha morfología social. Los elementos centrales
de esas totalidades son las unidades más simples: aquellas que presentan una
completa ausencia de partes y que, por lo tanto, no son divisibles ni pre
sentan traza de segmentación anterior. Referido al ámbito social, se tra
ta de sociedades simples: toda sociedad está formada por sociedades más
simples que ella. De donde se sigue que resulta de una enorme importan
cia conocer “la sociedad más simple que jamás haya existido” (RMS:72),
porque será la base de cualquier clasificación (y, por tanto, un hecho deci
sivo o crucial, de enorme significación).
A su modo de ver esta sociedad más simple es la horda, a la que entien
de “como un agregado social que no comprende ni jamás ha compren
dido en su seno a ningún otro agregado más elemental, sino que se resuelve
inmediatamente en individuos... Se concibe que no pueda haber socie
dad más simple; es el protoplasma del reino social y, en consecuencia, la
base natural de toda clasificación” (RMS:73). La yuxtaposición de hor
das que conservan sus rasgos constitutivos originales se denomina clan.
Así, el elemento básico es la horda, que resulta —según la conceptua-
lización de Durkheim- una sociedad de segmento único. Los tipos sociales fun
damentales y su desenvolvimiento posterior resultan del modo de
combinarse la horda consigo misma. Esta combinación da origen a socie
dades nuevas las que, a su vez, pueden producir combinaciones nuevas. De
modo que puede imaginarse que, en el comienzo, de la reunión de socie
dades de segmento único resultaron sociedades polisegmentarias simples, por
ejemplo, ciertas tribus iroquesas y australianas, y probablemente —dice Dur
kheim—las primitivas fratría ateniense y curia romana. La reunión de socie
dades del tipo anterior habría dado origen a sociedades polisegmentarias
simplemente compuestas: la confederación iroquesa y cada una de las tres tri
bus cuya asociación generó más tarde la ciudad romana. Más tarde ven
drían las sociedades polisegmentarias doblemente compuestas, entre las que
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VI PR O BLEM A S, C O N C E P T O S Y D IN Á M IC A S
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Weber
L a acción social
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VI. PROBLEMAS, CONCEPTOS Y DINÁMICAS
7RW eber com ienza el punto que denom ina “C on cep to de la acción social” , en el capítulo I de
su libro Economía y Sociedad, de la siguiente m anera: “ La acción social (incluyendo tolerancia u o m i
sión) se orienta p or las acciones otros, las cuales pueden ser pasadas, presentes o esperadas com o futu
ras (venganza p or previos ataques, réplica a ataques presentes, m edidas de defensa frente a ataques
futuros). Los “otros” pueden ser individualizados y conocidos o una pluralidad de individuos inde
term inados y com pletam ente desconocidos (el “dinero ” , p or ejem plo, significa un bien -d e cam b io -
que el agente adm ite en el tráfico porque su acción está orientada p or la expectativa de que otros
m uchos, ahora indeterm inados y desconocidos, estarán dispuestos a aceptarlo tam bién, p or su par
te, en un cam bio futuro” . Véase ES: 18.
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VI PR O BLEM A S, C O N C E P T O S Y D IN Á M IC A S
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Agamenón respondió:
—Vete... que yo no he de rogarte que por mí vayas a combatir: tengo jun
to a mí muchos heroicos caudillos que se honrarán ayudándome a vengarme
de los troyanos y sobre todo, al providente Zeus. Te odio más que a ningu
no de los reyes de mi ejército porque has incitado siempre a la discordia”.81
Quizá su lectura y reflexión ayude a comprender, en lo concernien
te a la acción social y a las relaciones sociales las a veces —como se acaba
de ver inmediatamente más arriba—demasiado abstractas conceptualiza-
ciones weberianas.
El concepto típico-ideal de relación social se desdobla a su vez -com o
el de acción social—en diversas direcciones. Es el sustrato de los concep
tos de orden y de validez, que a su vez concurren a especificar el concep
to de legitimidad.Y es también el fundamento de los conceptos de sociedad,
de comunidad y de asociación.
En fin, como puede verse, retomando una temática anteriormente
expuesta, la teorización tipológica se despliega conforme a una sucesión
de conceptos abstractos que se encuentran relacionados entre sí.
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A P U N T E S DE S O C IO L O G ÍA
R acionalidad y racionalización
H2 “ Por asociación (Verband) debe entenderse una relación social con una regulación lim itadora
hacia afuera cuando el m antenim iento de su órden está garantizado por la conducta de d eterm ina
dos hom bres destinada en especial a ese propósito: un dirigente y, eventualm ente, un cuadro adminis
trativo que, llegado el caso, tienen tam bién de m odo norm al el poder representativo” (ES:39).
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VI. PROBLEMAS, CONCEPTOS Y DINÁMICAS
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v i PR O BLEM A S, C O N G R IO S Y D IN Á M IC A S
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Marx, Durkheim y Weber:
ciencia, política, religión
En lo que sigue se examinará el modo en que Marx, Durkheim y
Weber abordaron la cuestión de las relaciones entre la ciencia social y la
política. Respecto de la primera —la ciencia social—se han desarrollado ya
sus respectivos puntos de vista en el Capítulo V, de modo no es necesario
repetirlos ahora. Pero sí se analizará cómo conciben la política y cómo la
compleja relación entre una y otra.
Por otra parte, coincidentemente, en la fase final de sus vidas, tanto
Durkheim como Weber se preocuparon especialmente por el examen de
los fenómenos religiosos. Durkheim publicó, en 1912, Las Formas Elemen
tales de la Vida Religiosa; mientras que Weber trabajó en su Sociología de la
Religión así como en La Etica Económica de las Religiones Universales. Ambos
proyectos quedaron truncos por su muerte, en distinto estado de elabo
ración. Su viuda, Marianne Weber, incluyó como capítulo Sociología de la
Religión dentro de Economía y Sociedad (obra asimismo inconclusa, de edi
ción postuma al cuidado también de aquella). El otro proyecto tuvo edi
ciones dispersas hasta quedar reunida toda su producción respecto de
asuntos religiosos en Ensayos Completos sobre Sociología de la Religión .85
Ambos, sin embargo, mostraron con anterioridad su preocupación por
la temática. Durkheim le dedicó algo de espacio en La División del Trabajo
Social y regresó sobre el tema en artículos que publicó en diversas revistas
académicas previos a Las Formas Elementales. Por su parte Weber había escri
to con bastante anterioridad su La Etica Protestante y el Espíritu del Capita
lismo, que abrió un vasta polémica en los ambientes intelectuales alemanes.
De manera que no se puede decir que la preocupación de ambos en
torno de los fenómenos religiosas fuera nueva. Pero sí que ocupó un lugar
importante —central en Durkheim y de mucho interés en Weber—en la
fase final de sus respectivas vidas.
Marx, en cambio, le dedicó poca atención explícita a la temática religio
sa. Hay apenas algunos desarrollos dispersos, en sus primeras obras especial
mente, aunque -como se verá seguidamente- sus concepciones generales sobre
la sociedad y sobre la ideología indican un inequívoco modo de entenderla.
x5 Hay edición en español, hecha porT aurus, M adrid, 1992.
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A P U N TE S DE S O C IO L O G ÍA
Como se ha visto más arriba, Marx postula una relación fuerte entre
ciencia y política, dicho esto en el sentido de que está convencido de que
el materialismo dialéctico -la ideología del proletariado- es la única vía para
producir verdadero saber y es, por tanto, la llave de la mtelegibilidad del
universo capitalista. Aquel materialismo dialéctico está llamado a guiar la
práctica política de la clase social que, por su ubicación en el sistema pro
ductivo, deberá ser la encargada de encabezar la revolución anticapitalis
ta: el proletariado. Este presenta una doble condición favorable al ejercicio
de tamaña responsabilidad: a fuerza de que le curtan el pellejo —como decía
M arx- en el proceso de la producción, es la única clase que como tal está
dispuesta a la constancia, a la lucha y al sacrificio; pero además, en tanto
que poseedor sólo de prole, el proletario pelea para generalizar su condi
ción de desposeimiento al conjunto de la sociedad. Es, por lo tanto, el ger
men de una nueva sociedad que deberá abolir la propiedad privada de los
medios de producción a los que convertirá en propiedad de todos, en pro
piedad común (de aquí la expresión comunismo), generalizando enton
ces la condición de no poseedores al conjunto de los miembros de la
sociedad. Otras certidumbres teóricas enlazan también a la ciencia y a la
política. Vale la pena mencionar al menos dos:
la historia muestra una incesante lucha de clases; la pugna entre bur
gueses y proletarios se resolverá a favor de estos últimos y se retornará a
una sociedad sin clases, igualitaria, como lo era la comunidad primitiva
en el origen de los tiempos;
las leyes del M odo de Producción Capitalista -la reducción de la tasa
de beneficio de los capitalistas, la concentración de capital, el incremen
to cuantitativo de la clase obrera, entre otros ineluctables procesos- con
ducirán al derrumbe del capitalismo.
Conviene mencionar, asimismo, que la ciencia social burguesa que,
como se ha vista también más arriba, es un falso saber —o también ide
ología en el sentido de ocultamiento de la realidad—está asimismo arti
culada a la política, según la concepción marxista: colabora en la
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VII. MARX, DURKHEIM Y WEBER: CIENCIA, POLÍTICA, RELIGIÓN
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Durkheim
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só, sin embargo tener posiciones públicas y participar del debate político
de su tiempo, como por ejemplo, a raíz del “affaire Dreyfus, que conmo
vió a la Francia de 1894 hasta finales del siglo, o durante la Gran Guerra ,
en cuyo transcurso falleció.
A veces Durkheim es visto como un sociólogo del orden y la estabi
lidad. Juan Carlos Portantiero, en un interesantísimo trabajo dice, por ejem
plo: “Durkheim asume una misión: colaborar en la consolidación de un
orden moral que le diera a la nación francesa la estabilidad del antiguo régi
men, pero fundada sobre otras bases. Su pregunta central es, pues, una pre
gunta sobre el orden: ¿cómo asegurarlo en la compleja sociedad industrial
en donde los lazos tradicionales que ataban a los individuos a la comuni
dad están rotos?”.40 Es verdad que, como se ha visto más arriba, la socio
logía durkheimniana se funda sobre la preocupación en torno de los
problemas de ajuste/desajuste entre el individuo y la sociedad. Pero aque
lla misión que correctamente señala Portantiero -y que enlaza al queha
cer de Durkheim como científico social- puede también ser vista desde
la perspectiva de la función social del sociólogo que aquel preconizaba.
Como el mismo Portantiero señala, hay en el gran sociólogo francés una
preocupación por la estabilidad. Pero no hay por qué ligarla exclusivamen
te a los temas cruciales de su sociología. El siglo X IX francés es de una evi
dente inestabilidad política (véase Apéndice). Se instaura el imperio
napoleónico, como consecuencia de la deriva de la la. República; este es
reemplazado por la restauración monárquica; regresa luego, fugazmente
la república (lia. República), que cede su lugar a una nueva restauración
del imperio; finalmente tras la caída de éste en 1870, la república (Illa
República) se abre nuevamente camino. Regeneración moral y estabili
dad política eran efectivamente cuestiones a las que Durkheim les pres
taba atención. Pero a su preocupación sociológica unía también una
inquietud política (o de función social del sociólogo): Francia había atra
vesado por un tembladeral durante los dos primeros tercios largos del siglo,
venía de perder una guerra con Prusia y de experimentar la primera revo
lución proletaria de Occidente, la Comuna de París. Sobraban razones polí
ticas para pensar el orden y la estabilidad. Incorporada esta dimensión, el
interés durkheimniano por el orden y la estabilidad debe ser al menos mati
zado, pues claramente no lo guiaba, en exclusiva, un afán académico. Cabe
mencionar, finalmente, que tal como lo puso en evidencia el ya mencio
nado affaire Dreyfus, la intelectualidad francesa y buena parte de su opinión
pública se hallaban divididas entre los partidarios del integrismo católico,
por un lado, y los de un progresismo laico y anticlerical -entre los que se
1,0Juan C. Portantiero: La Sociología Clásica: Durkheim y Weber, CEDAL, Buenos Aires, 1985, pág. 23.
162
V i! . M A R X , D U R K H E IM Y W E B E R . CIENCIA, PO lllICA, Kl llü lÓ N
inscribía D urkheim -lo que muestra un quiebre profundo -uno más, ade
más de los que venían de arrastre—en la nación francesa, cuya regenera
ción atizaba la preocupación durkheimniana.
Esta última cuestión abre la puerta para el abordaje de la inclinación
del gran sociólogo francés hacia el estudio de los fenómenos religiosos, en
el tramo final de su vida. Veremos de nueva cuenta que tenía un interés
académico sobre el tema, pero también uno que se vinculaba a su función
social como sociólogo.
En La División del Trabajo Social—publicado en 1893—había abordado
ya el examen de los fenómenos religiosos. Pero lo había hecho de una
manera limitada, encuadrada dentro del propósito general de la obra: estu
diar la cohesión de las sociedades, esto es, aquello que les permite ser pre
cisamente sociedades. Desfilan así, como se ha visto más arriba, la moral
de la sociedad, las diversas formas de solidaridad y el alma o conciencia
colectiva como conceptos centrales. Su posición respecto de los fenóme
nos religiosos es bastante simple. Son de naturaleza social y están compues
tos por representaciones colectivas que integran el alma o conciencia
colectiva. Desarrollan una función integradora y reguladora, y forman par
te de la modalidad de solidaridad que llama mecánica. En tanto que coer
citivos —como todos los hechos sociales—los fenómenos religiosos colaboran
en expresar y asegurar el mantenimiento de la conciencia o alma colec
tiva, que es la fuente de la cohesión por semejanza que prima en las socie
dades poco complejas.
Con el tiempo, su concepción de los fenómenos religiosos se ensan
cha. Abandona el estrecho marco de la solidaridad mecánica y se abre a una
ampliación de miras. Ramón Ramos, en su “Estudio Preliminar” a Las For
mas Elementales de la Vida Religiosa sostiene que, hacia 1899 —cuando se publi
có en el Anée Sociologique, que creó y dirigió Durkheim, su artículo “De
la definición de los fenómenos religiosos”—se hace evidente que el gran
sociólogo francés reconoce ya que la religión contiene elementos que al
disociarse, al desgajarse en un proceso largo y complejo, y combinarse de
manera múltiple han dado origen a una cantidad de instituciones sociales.91
Esta constatación debe haber constituido un poderoso acicate para el pos
terior abordaje académico de la temática. Pero hay también otro estímu
lo: en las sociedades modernas, industrializadas, complejas, caracterizadas
por la división social del trabajo y la solidaridad no por semejanza sino por
cooperación (la solidaridad que llama orgánica) ¿cuál es el papel que puede y/o
debe jugar la religión?. Más todavía, cuál es el que puede o debe jugar en
una Francia impactada por su convulso siglo XIX, cuyo final expone, por
41 Akal, M adrid, 1982, pág. XVI.
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
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V II. M A R X , D U R K H E IM Y W E B E R : C IE N C IA , P O L ÍT IC A , R E L IG IÓ N
165
Weber
94 Incluida en Política y Ciencia, La Pléyade, B uenos Aires, 1976, pág. 124. En adelante se la cita
en el cuerpo central del texto com o CP, seguido del núm ero de página.
166
VII MARX, DURKHEIM Y WFBtR: CIENCIA, POLÍTICA, RELIGIÓN
reconocer -----------------juzgar
s e r -----------------deber ser
cie n cia -----------------política
A su modo de ver, la política es una instancia en la que prevalece el
juicio de valor. Los programas, las plataformas, las tradiciones partidarias
tienen que ver con fines, con objetivos y con principios que se fundan en
juicios de valor. Las ciencias sociales pueden acercarle diagnósticos o aná
lisis técnicos a los políticos, pero su capacidad llega sólo hasta ahí. La deci
sión política, esto es, la elección entre caminos alternativos o entre objetivos
discordantes puede echar mano de los aportes técnicos, pero posee un alto
contenido valorativo.
Ahora bien, ¿puede decidir la ciencia sobre asuntos de valor? La res
puesta de Weber es no, claramente no.95 La valoración o la elección de
objetivos, de medios y/o de procedimientos políticos es asunto de cada
quién, responsabilidad de cada individuo. A partir de esto es que se dice
que Weber proclama un politeísmo de los valores, que demanda que cada
quien se haga cargo responsablemente, de sus propias elecciones.
No es un papel de la ciencia social, ni de la Sociología en particular,
establecer normas e ideales, con el fin de derivar de ellos criterios para la
acción. Sencillamente no está a su alcance hacerlo.
Sin embargo, lo .interior no significa que la Sociología no pueds
emprender una crítica científica de los valores Puede examinar con rigor
y sistematicidad qué clase de articulación y de congruencia existe entre
fines y medios en cualquier propuesta de acción, puede considerar el hori
zonte de consecuencias que se derivan ó t U selección de uno de entre
varios cursos de acción alternativos, etc. Vale decir, puede trabajar sobre
ellos con un criterio científico; lo que no puede, porque no pertenece al
campo de la ciencia en general, es establecer escalas de valores o estable
cer qué fines o que medios son mejores Por eso sostiene que a la cien
cia le corresponde reconocer y no juzgar. Y por eso recomienda, también,
que la política quede fuera de las aulas universitarias.
A diferencia de ia confianza o la convicción que Marx y Durkheim
depositaban en la capacidad presente o futura de la ciencia para estable
cer valores o decidir entre fines (que heredan de la tradición iluminista),
Weber se muestra reticente. Es que, hijo al fin de la tradición antirracio-
nalista, descreía de la suficiencia de la razón y respetaba el dilema gnose-
ológico colocado por la finitud humana frente a la infinitud del mundo.
í)r> “ U na ciencia em pírica 110 puede enseñar a nadie qué ‘d eb e’, sino únicam ente qué ‘p ued e’ y
—en ciertas circunstancias—lo que ‘quiere’” (O CS:23).
167
A P U N T E S DE S O C IO L O G ÍA
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APUNTES DE SOCIOLOGÍA
pues es del interés divino que la vida social funcione con arreglo a sus pre
ceptos. La fe virtuosa, además, podía ser un camino para el reconocimien
to de la gracia. El sujeto de fe debe responder a los llamados de ésta, debe
profesar y debe actuar con profesión. Nada de esto es medio para alcanzar
la gracia; eso ha quedado ya establecido. Pero la confianza en la fe, la vir
tud, la profesionalidad pueden funcionar como signos que ayuden a reco
nocerla, a ponerla en evidencia, Y pueden ayudar a sobrellevar la
incertidumbre. Como dice Weber: “constituyen un medio técnico no para
comprobar la bienaventuranza sino para desprenderse de la angustia por
la bienaventuranza” (EP:144)
„ De aquí surge una ética, en el sentido de prescripciones para la acción.
El calvinismo exige a sus fieles no meras buenas obras, sino una santidad
permanente en el obrar. Fe, profesionalidad y ascetismo, que es la cara más
firme de la virtud. Esta ética enlaza ideas religiosas con formas de vida y
también con máximas para la actividad económica. Esta es la base para que
se articulen, en un determinado momento h is tó r ic o protestantismo ascético,
espíritu del capitalismo y desarrollo capitalista.
La idea ascética de profesión lleva incluida la exigencia de que ésta se
desarrolle —en tanto actividad realizada in majorem Dei gloriam— de la mejor
manera posible. Si se actúa así, además, pueden encontrarse señales del
insondable designio.
La adquisición de riquezas no es entonces reprobable, a condición “de
que se moviese siempre dentro de los límites de la corrección formal, que
su conducta ética fuese intachable y no hiciese un uso inconveniente de
su riqueza” (EP:252). Lo que sí es reprobable es el descanso en la rique
za, su goce despreocupado y ocioso. Indica Weber: “ ...aquí en la tierra,
el hombre que quiera asegurarse de su estado de gracia, ‘tiene que reali
zar las obras del que le ha enviado, mientras es dia’. Según la voluntad
inequívocamente revelada por Dios, lo que sirve para aumentar su gloria
no es el ocio ni el goce, sino el obrar; por tanto, el primero y primordial
de todos los pecados es la dilapidación del tiem po...” (EP: 213).
Pero así como es reprobable el desperdicio del tiempo, también lo es
el gasto suntuario y la dilapidación del dinero y/o de la riqueza en gene
ral. Al contrario, quien profesa la generación de riqueza, la obtención de
propiedades, o los administradores y encargados de bienes y empresas,
deben intentar mantenerlas incólumes ad gloriam Dei y aún aumentarlas
por medio del trabajo incesante y el ahorro.
‘,l) La reform a protestante tiene lugar en el siglo X V I; podría decirse que lo que W eber llam a puri
tanismo afianzó su desarrollo durante el siglo X V II. Este sería el punto de partida de la articulación m en
cionada.
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VII. MARX, DURKHEIM Y WEBER: CIENCIA, POLÍTICA, Rl IIG IÓ N
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VII. MARX, DURKI IUM Y WEBER: CIENCIA, POIÍNCA, Rl IIG IÓ N
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A P U N T E S DE S O C IO L O G ÍA
174
VIII
FINAL
Jacques Attali, en la Introducción de un libro que se ha citado prece
dentemente, repasa las herencias que ha recibido Marx del judaismo, del
cristianismo, del Renacimiento, de Prusia, de Francia, de Inglaterra y, por
último, de Europa. A su juicio, el célebre revolucionario alemán se halla
ba en un “punto de encuentro de todo cuanto constituye al hombre
moderno occidental”.100 Esas herencias y su indiscutible genio lo molde
aron y lo desvelaron “por abarcar la totalidad el mundo y de los resortes
de la libertad humana. Es -agrega Attali, en impar hom enaje- el espíritu
del m undo”.101 Me parece completamente legítimo el reconocimiento.
Fue el primero en pensar verdaderamente a escala del mundo. Y lo hizo
con un talento y una profundidad que lo convirtieron en una de las figu
ras más importantes de la entera historia intelectual de Occidente.
Su filón iluminista, su confianza ilimitada en los criterios de verdad
que era capaz de proveer el materialismo dialéctico, algo tuvieron que ver
con el sesgo intolerante y fundamentalista que asumió el marxismo comu
nista en Rusia y en otros lugares, bastante tiempo después de su muerte.
Sin embargo, nada alcanza a opacar su talento y la calidad de su obra.
Obviamente no se lo puede hacer responsable de las opciones políticas que
abrazaron algunos de sus seguidores: el poder suele imponer lógicas impla
cables frente a las que el mundo de las ideas termina siendo desbordado.
Aunque, claro, las ideas nunca son tampoco enteramente inocentes.
Por otra parte, como dice Berlin, “ningún pensador del siglo XIX ejer
ció sobre la humanidad influencia tan directa, deliberada y profunda como
Karl Marx”.102 Sus ideas anidaron en millones de personas, nutriendo sus
sueños y, de alguna manera, sus esperanzas en una causa revolucionaria.
Paradojalmente, esta constatación se opone en alguna medida a su profe
sión de fe materialista: sus ideas -utilizadas de un modo u otro, en favor
177
APUNTES DE SOCIOLOGÍA
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V III. H N A I
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A p é n d ic e s
Cronologías
A lem ania en el siglo x ix y prim er cuarto del siglo x x
Alemania arribó al siglo XIX sin haber consumado aún su unidad polí
tica. Se hallaba desperdigada en una miríada de reinos, principados, duca
dos e incluso ciudades autónomas. A lo largo del siglo se ensayaron diversas
alternativas de unificación.
1806: Confederación del Rhin. Formada por los reinos de Baviera, W urtem-
berg, Sajonia, y Westfalia; los principados de Nassau-Usinger, Nassau-
Weilburg y Hohenzollen; y los grandes ducados de Frankfurt, Badén,
Berg, Hesse-Darmsstadt y Wurzburg, entre otros. Eran en total 36 uni
dades estatales. No participaron Prusia, Austria y Hannover.
1815: Congreso deViena. Se constituye la Confederación Germánica, for
mada por los reinos de Austria, Prusia, Hannover, Baviera, Sajonia y
Wurtemberg; los grandes ducados de Badén, Hesse-Cassel, Hesse-
Darmstadt, Mecheburg, Oldemburg, Weimar, Eisenach, etc. Y las ciu
dades libres Bolma, Lubeck, Frankfurt y Hamburgo, entre otras
unidades participantes. Austria tenía predominio.
1866: Guerra entre Prusia y Austria. La batalla de Sadowa definió el triun
fo a favor de Prusia. Se disolvió la Confederación Germánica y se cons
tituyó la Confederación de Alemania del Norte bajo la preponderancia
política y militar de Prusia.
El rey de Prusia quedó como presidente de la Confederación.
Había un Parlamento compuesto por 297 diputados elegidos por sufra
gio universal y un Consejo Federal presidido por un canciller elegi
do directamente por el rey de Prusia. En 1867, Otto von Bismarck
(1815-1898), llamado a tener un relevante papel en la unificación de
Alemania, fue nombrado Canciller de la nueva Confederación.
1870: Se declara la guerra llamada franco-prusiana. Ambos estados tení
an motivaciones parecidas para encararlas. Francia, en la que impera
ba Napoleón III, descontaba su triunfo sobre la Confederación de
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