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Crítica de los comunistas albaneses a la experiencia soviética

publicado en tres entregas en la web de la Asociación de Amistad


Hispano Soviética – verano de 2021

Después de la publicación de «La restauración del capitalismo en la URSS» y


«Crítica del Partido Comunista de China sobre la experiencia soviética»,
completamos la trilogía de estudio en la que ha estado embarcada la
Asociación de Amistad Hispano-Soviética durante el curso pasado empezando
a publicar este trabajo sobre la «Crítica de los comunistas albaneses a la
experiencia soviética». Lo editaremos en tres partes: en la primera, se incluye
la Introducción y el primer capítulo titulado «Albania, Yugoslavia y los consejos
de Stalin»; la segunda parte, se corresponderá con el segundo capítulo,
«Proceso de deterioro de las relaciones con la URSS (1956-1961); y la tercera
estará compuesta del tercer capítulo, «Después de la ruptura: crítica a la
experiencia soviética», unas palabras finales y la bibliografía. En esta primera
entrada incluimos el índice para que se tenga como una referencia completa
del trabajo.

ÍNDICE:

Introducción.

I. Albania, Yugoslavia y los consejos de Stalin.

Las relaciones con Yugoslavia.

Los consejos de Stalin.

Revisión de Jruschov de la condena a Yugoslavia.

II. Proceso de deterioro de las relaciones con la URSS (1956-1961).

El XX Congreso del PCUS (1956).

Los desacuerdos se acentúan por la cuestión yugoslava.

En discurso en la Conferencia de Partidos Comunistas y Obreros de 1960.

La ruptura y el XXII Congreso del PCUS.

III. Después de la ruptura: crítica a la experiencia soviética.

El plan de Jruschov.

Los revisionistas modernos siguen los pasos de la socialdemocracia.

El revisionismo moderno como peligro y enemigo principal del M.C.I.


Causas de la degeneración de la URSS.

¿Socialimperialismo y socialfascismo?

La independencia nacional y el apoyo en sus propias fuerzas.

Dos cuestiones finales.

Bibliografía.

Introducción

La experiencia soviética es de una extraordinaria riqueza para toda la clase


obrera internacional y su estudio puede representar una enorme fuente de
aprendizaje para los comunistas, para toda la vanguardia de nuestra clase, en
el camino de la revolución y de la necesaria históricamente construcción del
socialismo. El estudio de la historia del socialismo en la Unión Soviética nos
enseña que en su proceso de desarrollo se produjeron saltos cualitativos de
progreso fundamentales, pero también otros involutivos que produjeron un
proceso de transición hacia el capitalismo. La lucha de clases interna,
principalmente, aunque también la lucha de clases internacional, tuvieron un
papel determinante. Estas contradicciones tienen su reflejo a nivel teórico y
político, en la búsqueda práctica de los intereses del proletariado y la
confrontación con los intereses de otras clases o capas sociales, que pueden
ser directamente fuerzas histórica y socialmente antagónicas, o, incluso,
aliados en la construcción del socialismo, que en momentos determinantes
separan sus intereses de los de la clase obrera y se convierten, aunque sea
parcial o temporalmente, en posiciones antagónicas.

Creemos que estas cuestiones son muy necesarias estudiarlas, no solamente


para averiguar qué posiciones políticas dentro del Partido Comunista se tornan
en revisionistas, se apartan del marxismo-leninismo, en una realidad concreta
determinada, sino, por qué lo hacen y a qué clase o capa social representan.
Llegar a conclusiones sobre estas cuestiones puede ser muy importante para
poder desarrollar una línea estratégica marxista-leninista y unas adecuadas
tácticas en cada momento que conduzcan al proletariado hacia el socialismo,
desarrollen la dictadura del proletariado con las máximas garantías de triunfo y
lleven a la humanidad hacia el comunismo. Esto tendrá que ser tarea no
solamente de un grupo de ‘estudiosos’ de la Unión Soviética, sino del conjunto
de las fuerzas comunistas en movimiento hacia su unificación.

Pero la historia de la URSS no es solamente su propio desarrollo, sino también


la crítica hacia el mismo dentro del movimiento comunista internacional. La
lucha contra todo tipo de oportunismo político y contra todo tipo de
revisionismo ideológico es una constante necesaria en los partidos comunistas
y en el marxismo-leninismo. El triunfo de las posiciones revisionistas en la
URSS en los años ’50, provocó la nefasta división del movimiento comunista
internacional y la caída en un largo proceso de transición que condujo hacia el
capitalismo en la Unión Soviética y en todos los países socialistas de Europa.
La crítica realizada por los comunistas chinos y los comunistas albaneses a la
desviación revisionista que se desarrollaba en la dirección soviética tuvo una
gran importancia para los comunistas de todo el mundo. También es
aleccionadora para el período actual, sobre todo para analizar la esencia del
triunfo revisionista, sus contenidos, sus influencias, los aciertos de las críticas,
las posibles exageraciones y las posibles desviaciones.

En este trabajo nos limitaremos a analizar modestamente las diversas críticas


de los comunistas albaneses a la experiencia soviética. Por desgracia no
podremos adentrarnos en el interesante análisis de la experiencia de la
República Popular de Albania[1], solamente podremos dar unas pinceladas en
el desarrollo que creemos que pudieron influir en el posicionamiento en la
lucha contra el revisionismo soviético. Las críticas de los comunistas albaneses
a la experiencia soviética tienen un indudable valor, no tienen la intensidad
teórica expuesta por los comunistas chinos, pero aun así afrontaron una
necesidad, sobre todo en los primeros años de la década de los ’60. Quizás
después se volvieron en ciertos casos más escolásticas, más desviadas del
materialismo dialéctico. No está de más recordar que los comunistas albaneses
y la República Popular de Albania desarrollaron su historia envueltos, en lo que
podríamos llamar, las tres rupturas, basadas las tres en la lucha por la
soberanía y la lucha contra el imperialismo y el revisionismo: primera, proceso
de amistad y ruptura con Yugoslavia; segunda, proceso de amistad y ruptura
con la Unión Soviética; y, tercera, proceso de amistad y ruptura con China.

Las críticas chinas y albanesas, cuando actuaban como aliados, provocaron


rupturas anti-revisionistas en partidos comunistas a lo largo de todo el mundo.
Tras la ruptura entre chinos y albaneses, también se produjeron nuevas
rupturas entre maoístas y pro-albaneses. Hoy en día continúa habiendo, por
ejemplo, en nuestro país, diversas organizaciones de activistas comunistas que
reclaman la herencia anti-revisionista de los comunistas albaneses y de Enver
Hoxha, y que seguro que tienen mucho que aportar a una próxima
reconstitución comunista en España.

La Albania socialista, a pesar de la lucha sin cuartel por la ‘pureza’[2] del


marxismo-leninismo, incluso poniéndose ellos mismos como ejemplo de
construcción del socialismo, volvió al capitalismo a principios de los años ’90,
en el mismo proceso de caída del socialismo en toda Europa oriental: en 1989
se abre a las inversiones extranjeras, empiezan relaciones con USA y URSS; en
1990, abandona el monopolio del comercio exterior, se autorizan los partidos
políticos; en 1991, se suspende la constitución de 1976, elimina las palabras
‘Popular’ y ‘Socialista’ del nombre del país, último gobierno del PTA, el cual
cambia de nombre a Partido Socialista y renuncia al marxismo.

En este trabajo no analizaremos el proceso de ‘caída’ de Albania, ni tampoco


hablaremos de la ruptura con China. Nos limitamos a comentar las críticas que
realizan a la Unión Soviética y su experiencia en diversos períodos y cómo
evolucionan las mismas, aunque para eso vimos necesario realizar un capítulo
conciso que hablase sin mucho detalle de las relaciones entre Albania y
Yugoslavia, puesto que pensamos que tiene relación con la posterior evolución.
De antemano pedimos disculpas a los lectores por las largas citas que
utilizamos, que, indudablemente, hacen más espesa la lectura, pero creímos
necesario efectuar esta práctica en la exposición para intentar no desfigurar, en
la medida de lo posible y de nuestro conocimiento, las opiniones de los
comunistas albaneses sobre la Unión Soviética.

I. ALBANIA, YUGOSLAVIA Y LOS CONSEJOS DE STALIN

Con el apoyo del Partido Comunista de Yugoslavia, en 1941, en guerra mundial


y plena invasión y colonización de Albania por parte de la Italia fascista, se
crea el Partido Comunista de Albania, resultado de la unificación de los tres
grupos comunistas albaneses: el grupo de Skodra, el grupo de Korce y el
“grupo de los jóvenes”. Enver Hoxha fue elegido Secretario General provisional
del Partido. A partir de ahí, hubo una muy importante colaboración entre los
comunistas yugoslavos y los comunistas albaneses, primero durante la guerra
de liberación y, posteriormente, en los primeros años de la revolución
antimperialista y socialista albanesa. De hecho, tanto el Frente Democrático y
el Consejo Antifascista de Liberación Nacional de Albania, se crearon de forma
semejante y con la influencia de Yugoslavia. Durante la lucha de liberación,
primero frente a los fascistas italianos y, después, frente a la invasión de los
nazis alemanes, el Partido Comunista se ganó a la mayoría de las masas y con
el apoyo de éstas consiguió vencer las resistencias de otros grupos guerrilleros
burgueses, nacionalistas y colaboracionistas con los alemanes, y tomar el
poder. Las relaciones con Yugoslavia y su influencia fueron claves en los
primeros años de la historia de la República Popular de Albania, hasta la
ruptura en 1948.

Las relaciones con Yugoslavia

El nuevo gobierno dirigido por los comunistas tenía después de la guerra una
complicada labor para poder reconstruir y desarrollar un país muy poco
desarrollado, con una mayoría aplastante de campesinos y con muchos restos
de feudalismo. Para conseguirlo, la ayuda yugoslava, tanto económica, como
con técnicos, era fundamental. En 1945 llegan las primeras ayudas.
Posteriormente, en 1946, se firma el ‘Tratado de Amistad y Ayuda Mutua entre
Albania y Yugoslavia’. En dicho tratado se especifica un sistema de defensa
militar mutua y “se establecen las bases para un ulterior desarrollo de los
vínculos económicos, culturales y políticos entre ambos países”[3].

A finales de este mismo año la cooperación económica se concreta en el


‘Acuerdo de Coordinación Económica y Monetaria Yugoslavo-Albanés’, cuyos
objetivos principales eran: la interrelación entre los planes económicos de
ambos países, la supresión de las barreras aduaneras y la fijación de la paridad
de las monedas. En consecuencia, el acuerdo iba dirigido hacia la unión
económica, aduanera y monetaria[4]. Concretando este acuerdo, Yugoslavia
realizaría en los dos próximos años, préstamos ventajosos a Albania por valor
de unos cuantos cientos de millones de dólares y se formarían empresas
mixtas albano-yugoslavas en la minería, ferrocarril, petróleo, electricidad,
comercio internacional,…

El camino hacia la unidad económica, tenía como objetivo final la unidad


política. Desde finales de 1944, Dimitrov y Tito, en nombre de los partidos
búlgaro y yugoslavo, negociaban la creación de la Federación Balcánica, con
dos propuestas distintas. Dimitrov proponía la federación basada en dos
estados en igualdad (Bulgaria y Yugoslavia) y la propuesta de Tito era que
Bulgaria se uniese en igualdad a cada una de las repúblicas yugoslavas. El
papel de Albania sería el de su integración en Yugoslavia como una república
más. En 1947 se retomaron las conversaciones con el apoyo soviético[5] a la
propuesta búlgara, incluida la inclusión de Albania en Yugoslavia. A principios
de 1948, el Comité Central del PCA aprobó el plan de unificación con
Yugoslavia y la adhesión a la creación de un solo Estado junto a Bulgaria.

Este plan aparentemente podría ser ventajoso para Albania por la posibilidad
de unificación de los albaneses en una sola república. En este sentido, Hoxha le
habría comentado a Tito que:

“Kosovo y las otras zonas de población albanesa en Yugoslavia son territorios


albaneses que fueron arrancados injustamente a Albania por las grandes
potencias, esos territorios corresponden a Albania y deben ser restituidos.
Ahora que nuestros dos países son países socialistas, las condiciones están
dadas para que este problema sea resuelto de una forma correcta”[6].

Pero ya a mediados de 1947, habían comenzado las fricciones dentro del


Comité Central del PTA entre dos líneas distintas en cuanto al desarrollo de
Albania. La parte mayoritaria (dirigida por Koci Xoxe), pro-yugoslava, aceptaba
los planes concertados. En contra estaba la parte minoritaria en ese momento
(a cuya cabeza estaba Hoxha y Nako Spiru, director de la Comisión de
Planificación). Estos últimos se quejaban de que Yugoslavia pretendía
aprovecharse de Albania, dedicarla a la producción de materias primas y de
agricultura, no dejarla que desarrollase la industria, y también que la paridad
de la moneda perjudicaba a Albania, que el acuerdo comercial era desigual y
que en las empresas mixtas los yugoslavos no invertían. Por eso, pedían la
revisión de los acuerdos. Hoxha y Spiru consiguen a mediados de 1947 un
acuerdo comercial con la URSS muy ventajoso, su ayuda para construir
industrias textiles y azucareras, y la entrega de maquinaria agrícola e
industrial.

Al poco tiempo de la aprobación en febrero de 1948 por parte del Comité


Central del PCA[7] de los planes de unificación, comienza la disputa soviético-
yugoslava, con el intercambio de cartas entre ambos partidos. En la primera
carta, firmada por Stalin y Molotov, se plantea el cómo los yugoslavos
denigraban a la Unión Soviética que serán de un tono parecido a las
acusaciones posteriores realizadas en las disputas albano-soviética y chino-
soviética:

“En los medios dirigentes del Partido Comunista de Yugoslavia circulan


declaraciones antisoviéticas, como por ejemplo: el Partido Comunista
(bolchevique) degenera; en la URSS reina el chovinismo de gran potencia; la
URSS aspira a subyugar económicamente a Yugoslavia; el Kominform es un
instrumento del PC(b) para avasallar a otros partidos comunistas” […] “Estas
declaraciones antisoviéticas se disimulan, por lo general, tras frases
izquierdistas, como que ‘el socialismo en la URSS ha cesado de ser
revolucionario’”[8].

La deriva revisionista de Yugoslavia llega hasta el Kominform, en donde se


decide expulsar al Partido Comunista de Yugoslavia de ese organismo
internacional el 28 de junio de 1948. La resolución del Kominform explica las
razones de la exclusión y en la parte final asegura:

“Los dirigentes yugoslavos por lo visto no comprenden, o quizá hacen como


que no comprenden, que semejante posición nacionalista sólo puede conducir
a la degeneración de Yugoslavia en una república burguesa ordinaria, a la
pérdida de la independencia de Yugoslavia y a su transformación en colonia de
los países imperialistas”[9].

La reacción en el PCA fue inmediata y al día siguiente su Comité Central sacó


un comunicado condenando a “la dirección antimarxista yugoslava”[10]. En el
proceso de disputa soviético-yugoslava fueron expulsados en Yugoslavia miles
de comunistas ‘pro-soviéticos’. También en Albania tuvo sus consecuencias con
la sanción a una buena parte de dirigentes del CC del PTA por sus posiciones
pro-yugoslavas, de actividades anti-albanesas, trotskistas, de organizar un
complot con los yugoslavos contra Albania desde 1944,… La Resolución del I
Congreso del PCA, celebrado en noviembre de 1948, decía que los dirigentes
pro-yugoslavos, que habían tenido la mayoría en el CC, Koci Xoxe y Pandi
Kristo, “en plena colaboración y en coordinación con el grupo nacionalista
trotskista de Tito y Rankovic intentaron destruir a nuestro Partido, acabar con
la independencia de nuestro país y hacer degenerar nuestra República Popular
en una colonia yugoslava y en una república burguesa vasalla del
imperialismo”[11].

Albania rompió todos los acuerdos con Yugoslavia, se centró en concertar y


desarrollar con la URSS las relaciones comerciales y las ayudas económicas, en
tecnología y en técnicos, que impulsaron la colectivización mesurada de la
agricultura, la electrificación y la industrialización rápida.

Los consejos de Stalin

Después de la condena a Yugoslavia por el movimiento comunista internacional


y de la, en consecuencia, ruptura de Albania con Yugoslavia, los comunistas
albaneses tuvieron una serie de encuentros con Stalin y la dirección soviética
que Enver Hoxha cuenta en su libro “Con Stalin”[12]. Solamente uno de estos
encuentros se produjo antes de la condena-ruptura, precisamente cuando el
mismo Hoxha y el responsable del Plan albanés, Nico Spiru, negociaron el
acuerdo comercial y la ayuda soviética a Albania, en julio de 1947.
Es de interés en este primer encuentro señalar el consejo que da Stalin sobre
el cambio de nombre del PCA, de Comunista pasarse a llamar del Trabajo. ¿Por
qué da este consejo? Por la explicación que da Hoxha sobre la composición del
partido albanés, pues aunque el partido se base en el marxismo-leninismo, la
inmensa mayoría de los militantes son campesinos. Hoxha manifesta que
“refleja fielmente la estructura social de nuestro pueblo”, insistiendo en que
“esta es la razón por la cual comunistas de origen campesino actualmente
conforman la gran mayoría de miembros de nuestro Partido. La política de
nuestro partido en esta dirección es que, paso a paso, paralelamente con el
crecimiento de la clase obrera, el número de trabajadores comunistas debe
aumentar respectivamente”[13].

Hoxha interpreta erróneamente la relación entre el Partido Comunista y las


masas y el carácter de clase del Partido, al señalar que debe evolucionar su
composición como reflejo de la estructura social del país. No es correcto
confundir un partido o movimiento democrático nacional que puede acoger y
representar al conjunto de las capas populares, y su composición puede ser el
reflejo de la estructura social, con el Partido Comunista. Por otro lado, el
carácter de clase del Partido, en general, no puede basarse solamente en el
elemento subjetivo, sino también sustentarse en una base objetiva. Por eso,
Stalin en una visión mucho más acertada, “expresó la opinión –cuenta Hoxha-
de que al ser campesinos la mayoría de nuestros miembros, nuestro Partido
Comunista debería llamarse ‘Partido del Trabajo de Albania’”[14]. En el I
Congreso del PCA, celebrado en noviembre de 1948, se cambió la
denominación del partido aceptando el consejo de Stalin.

Un segundo encuentro se realiza ya después de la ruptura con Yugoslavia, en


marzo de 1949. En esta reunión, después de hablar de las relaciones albano-
yugoslavas, Stalin expone que en Albania “no deben apurarse en establecer
cooperativas agrícolas” pues “Albania es un país atrasado y montañoso”, por
tanto no se necesitan en este momento. El Estado debe ayudar a los
campesinos mediante maquinaria, tractores, fertilizantes, molinos,…, a cambio
de un pago en especie, de esta manera se “dará a los campesinos la
posibilidad de ver la tecnología y evaluar su importancia” y enseñará “a los
campesinos pobres a actuar en conjunto”[15].

Después, al preguntar Stalin sobre si existe burguesía mercantil en Albania,


Hoxha contesta que sí existe, pero no tiene fábricas, talleres o almacenes, “se
les ha quitado todo”. La opinión de Stalin es la siguiente: “[…] eso no está
bien. La burguesía nacional puede ayudar a producir uno que otro bien y
realizar algún comercio hasta que el Estado se fortalezca. […] Lenin siempre
pensó que si la revolución tiene un carácter antimperialista, de protección de la
libertad del país que está bajo amenaza, los comunistas pueden lograr la
cooperación de la burguesía nacional […] en la conocida primera etapa. […] Lo
mismo puede decirse de la intelectualidad que no tiene simpatía por los
comunistas pero que ven que sólo los comunistas pueden defender la
independencia del país”[16].

Tras una dura crítica de Hoxha a los comunistas griegos por no enfatizar el
papel del Partido Comunista en la lucha guerrillera, Stalin responde “[…] que
los camaradas griegos no están enfatizando el papel del Partido Comunista
cuando apelan a las masas democráticas y quieren demostrar que todo el
pueblo está realizando la guerra. Están en lo correcto al hacerlo”[17].

Por último, Hoxha relata sobre las amenazas que tiene Albania, y Stalin le
tranquiliza exponiendo:

“Si los albaneses se comportan correctamente, sin mostrarse demasiado


ofensivos con los imperialistas, sin asustarlos mucho y conduciéndose con más
humildad, entonces nadie tocará Albania. Estados Unidos y Gran Bretaña no
desean que Albania esté bajo poder de Italia, ya que fortalecerá a Italia; no
quieren que esté bajo poder de los griegos, ya que fortalecerá a los griegos; no
quieren que esté bajo poder de los yugoslavos. Más aún, Estados Unidos no
quiere que Albania esté bajo poder de Gran Bretaña. Por eso está a favor de la
independencia de Albania”[18].

En noviembre de 1949 se produjo la siguiente reunión en la que principalmente


se habló de las disputas entre el partido albanés y el griego y sobre la actitud
de los yugoslavos hacia los albaneses que viven en su territorio. El encuentro
de enero de 1950 fue realmente una reunión en Moscú entre los líderes
comunistas albaneses y griegos para solucionar sus diferencias, en la que
intervinieron los dirigentes soviéticos. Por último, en abril de 1951, tuvo lugar
la última reunión, en la que interesa destacar el consejo de Stalin sobre el
desarrollo de la agricultura en Albania, en el cual insiste sobre lo manifestado
en 1949 sobre no apresurarse en la creación de nuevas cooperativas,
consolidar las existentes, que prueben que son un provecho para los
campesinos y así querrán colectivizarse.

Los consejos que Stalin da a los dirigentes albaneses son altamente positivos,
pues aplican el marxismo-leninismo a la realidad concreta, sin una rigidez
mecánica ni considerando cualquier verdad como inmutable. Stalin sabía
analizar muy bien las realidades, las contradicciones y las necesidades para dar
soluciones prácticas para poder avanzar en el desarrollo hacia el socialismo.

Revisión de Jruschov de la condena a Yugoslavia

En mayo de 1955, Jruschov envía una carta a los dirigentes de los países
socialistas para que diesen el visto bueno a la rehabilitación de Yugoslavia y
supresión de las condenas realizadas a la política de este país por parte de las
resoluciones de 1948 y 1949 del Kominform. Jruschov consideraba la condena
totalmente injustificada, por eso iba a realizar, junto con Bulganin, un
encuentro en Belgrado con el líder yugoslavo Tito para recuperar las relaciones
entre los dos países. La respuesta del CC del PTA fue casi inmediata y es la
primera crítica a la política del PCUS.

“Nosotros estimamos que hay mucha diferencia entre el contenido de su carta


del 23 de mayo de 1955 y las tesis principales de nuestra actitud comúnmente
observada hasta el presente para con los yugoslavos […] La experiencia diaria
de nuestro Partido en las relaciones con los yugoslavos, tanto antes de la
ruptura con ellos en 1948 como posteriormente hasta hoy, demuestra en forma
clara y completa, con numerosos hechos concretos, que el contenido de
principios de todas las resoluciones del Kominform relativas a la cuestión
yugoslava ha sido enteramente justas, con alguna excepción de importancia
táctica. El procedimiento que se nos propone seguir para aprobar la abrogación
de la resolución de la reunión del Kominform de noviembre de 1949 no nos
parece justo […]. En nuestra opinión, una decisión tan rápida (y precipitada)
sobre una cuestión de tanta importancia de principios sin un profundo análisis
previo, junto con todos los partidos interesados en esta cuestión, y con mayor
razón su publicación y su proclamación en las conversaciones de Belgrado,
sería no sólo prematura, sino que causaría graves perjuicios en la orientación
general […]. Estamos convencidos de que salvo alguna que otra excepción de
importancia secundaria, esta línea general de nuestro Partido en las relaciones
con Yugoslavia es justa”[19].

La respuesta del PTA es totalmente acertada, sobre todo por el método


utilizado por la dirección soviética que se convertiría en una habitual política de
imposición durante la dirección de Jruschov. La pretensión de revocar una
decisión colectiva de todos los partidos que conformaban el Kominform
mediante un simple aval por escrito a la toma de posición unilateral de los
dirigentes soviéticos, se saltaba las normas colectivas que regían en la propia
Kominform, distorsionaba las relaciones entre los partidos y los
menospreciaba. Lo correcto sería, si el PCUS quisiera exponer de nuevo la
cuestión y rectificar la línea hacia Yugoslavia, organizar una nueva reunión de
la Kominform, analizar ahí la nueva propuesta y llegar a una resolución al
respecto. Tanto si se considerase la condena inadecuada o exagerada, como si
conviniese una nueva táctica, como decían los soviéticos, para no dejar en
manos del imperialismo a Yugoslavia, la decisión que fue colectiva unos años
antes, debería volver a ser colectiva. De la manera arbitraria realizada, los
soviéticos pusieron en una situación complicada a los demás partidos y, en
realidad, rompieron con la Kominform. De hecho, en abril de 1956 este
organismo colectivo fue disuelto.

Jruschov fue a Belgrado a comienzos de junio de 1955 y allí, en comunicado


público deplora las resoluciones de la Kominform sobre Yugoslavia, proclama la
absoluta paridad en las relaciones entre los dos países por ser países
socialistas y, en septiembre de ese año, la URSS y Yugoslavia firman un
importante acuerdo económico. Ante esta situación, el PTA, y todos los
partidos comunistas, se vieron obligados a reestablecer las relaciones
diplomáticas con Yugoslavia y abandonar la propaganda anti-yugoslava.

¿Es incorrecto dentro del sistema de contradicciones a nivel internacional y de


la lucha antagónica entre el imperialismo y el socialismo recuperar las
relaciones políticas y económicas con Yugoslavia? Probablemente no, como
tampoco lo es dejar de considerarlo como un enemigo principal aunque la
dirijan revisionistas, pero sin necesidad tenerlo como un igual en el plano del
socialismo como hizo Jruschov y sin necesidad de dejar de criticar[20] su
desarrollo económico y sus desviaciones nacionalistas y burguesas.
NOTAS:

[1] A partir de 1976, República Popular Socialista de Albania y a partir de


1991, República de Albania.

[2] Así lo expresaban ellos mismos. El término no resulta inadecuado si


contemplamos su significado como la primera acepción que da la RAE, o sea,
‘libre y exento de toda mezcla de otra cosa’. Si entendemos el marxismo-
leninismo como una concepción del mundo, no cabe el eclecticismo.

[3] Rafael Calduch Cervera: “La política exterior yugoslava entre 1941 y 1953:
génesis y desarrollo del conflicto soviético-yugoslavo”. Ed. Universidad
Complutense de Madrid, 1983, pág. 428.

[4] Id. págs. 428-429.

[5] Id. pág. 453. El autor comenta “… la defensa que haría el dirigente
soviético, durante una entrevista mantenida con Djilas en enero de 1948, de la
integración de Albania en Yugoslavia, así como de la formación de una
federación entre estos dos países y Bulgaria”.

[6] Enver Hoxha: “Con Stalin”. Ed. Templando el Acero, 2016, pág. 133.

[7] En la “Historia del Partido del trabajo de Albania”, realizada veinticinco años
más tarde, se comenta que: “Se puso directamente en peligro la
independencia y la soberanía nacional. El VIII Pleno creó un terreno favorable
al plan yugoslavo de colonización de Albania”. Pág. 240.

[8] Mencionado en Fernando Claudín: “La crisis del movimiento comunista”.


https://www.marxistarkiv.se/espanol/komintern/claudin-
crisis_del_movimiento_vol2.pdf , pág. 98.

[9] Id. pág. 181.

[10] “Historia del Partido del Trabajo de Albania”. Ed. Templando el Acero,
2018, pág. 242.

[11] “Historia del PTA”, pág. 249.

[12] En esta obra, Hoxha relata sus encuentros con Stalin, aunque en alguno
de ellos, lo relatado por él no está muy en concordancia con alguna de las
actas conocida de los encuentros, por eso nos atendremos al acta conocida
para uno de los encuentros y, para el resto, a lo relatado por Hoxha.

[13] “Con Stalin”, pág. 64.

[14] Id.

[15] “Estenograma de la reunión entre J. V. Stalin y E. Hoxha sobre las


relaciones albano-yugoslavas y la política externa e interna de Albania”.
http://criticamarxista-leninista.blogspot.com/2013/02/reunion-stalin-hoxha-
marzo-1949.html

[16] Id.

[17] Id.

[18] Id.

[19] Carta del CC del PTA al CC del PCUS, del 25/05/1955, mencionada en la
“Historia del Partido del Trabajo de Albania”. Ed. Templando el Acero, 2018,
pág. 298.

[20] Aunque no sea tan bruscamente como se hizo en las resoluciones de la


Kominform, pues lo que provocaron fue la eliminación de miles de comunistas
en Yugoslavia que eran los que podían tener la posibilidad de revertir, en
dirección al socialismo, la línea política del partido yugoslavo. En realidad, el
problema principal de la crítica del Kominform a la línea de los yugoslavos no
son sus relaciones internacionales y su antisovietismo, sino que lo principal es
la cuestión interna, o sea, el mantenimiento del poder económico de la
burguesía y el fortalecimiento de los capitalistas. Esto provoca la desviación
nacionalista de la dirección yugoslava, sus relaciones internacionales y su
antisovietismo.
Crítica de los comunistas albaneses a la experiencia soviética

publicado en tres entregas en la web de la Asociación de Amistad


Hispano Soviética – verano de 2021

En este segundo capítulo se analiza el proceso de deterioro de las relaciones


de Albania con la URSS (del Partido del Trabajo de Albania con el PCUS), hasta
la ruptura de relaciones en 1961.

II. PROCESO DE DETERIORO DE LAS RELACIONES CON LA URSS (1956-1961)

En febrero de 1956 se celebra el XX Congreso del PCUS. Previamente, desde la


muerte de Stalin en 1953, tuvo lugar un período de preparación enmarcado en
una indudable lucha de líneas dentro del partido. Hubo toda una modificación
de los acuerdos del XIX Congreso del Partido: reducción a la mitad de los
miembros del Presidium, modificaciones en los acuerdos y los objetivos de la
planificación económica,… La lucha dentro del Partido llevó al arresto y
fusilamiento de Beria y sus seguidores, a la dimisión de Malenkov como jefe
del gobierno y a la consolidación de las posiciones políticas e ideológicas de
Jruschov.

El XX Congreso tuvo una enorme trascendencia tanto en el interior de la URSS,


como en los partidos comunistas de todo el mundo y, también, en la lucha
revolucionaria mundial. En el Informe principal se sitúan unas bases de
modificación de la política del PCUS y de todo el movimiento comunista
internacional, que rompen con la línea revolucionaria mantenida por los
comunistas y revisan concepciones ideológicas del marxismo-leninismo: se
revisa la concepción revolucionaria de la coexistencia pacífica transformándola
en una teoría del equilibrio al estilo bujarinista y, consecuencia de esta
premisa, se pone en primer plano la ‘vía pacífica’ al socialismo que convierte
en inocua la lucha de la clase obrera consciente y a los partidos comunistas.
Con buen criterio, se debe definir esta política como revisionista de derecha.

Por otro lado, el llamado ‘Informe secreto’, según sus creadores, un informe
para luchar contra el ‘culto a la personalidad’ y contra el ‘dogmatismo
stalinista’, lo que hace realmente es revisar completamente la historia de la
lucha de clases revolucionaria en la Unión Soviética y de su desarrollo
socialista a base de tergiversaciones y mentiras sobre Stalin[1], en realidad,
tergiversaciones sobre el Partido Bolchevique destinadas a transformar la
política marxista-leninista en política revisionista.

El ‘golpe’ dado por Jruschov en el XX Congreso no acabó con la lucha dentro


del PCUS ni tampoco en el movimiento comunista internacional, pero provocó
la división de este último. En un primer momento, condujo a los cambios de
política de los partidos comunistas, la condena de lo que llamaban ‘stalinismo’,
la condena de muchos dirigentes de diversos partidos, la rehabilitación de
Yugoslavia con su ‘vía nacional’, el ‘policentrismo’ que posteriormente condujo
al eurocomunismo,… En definitiva, fueron los primeros pasos de la vía
revisionista, que en un largo proceso, provocó la caída del socialismo en la
mayoría de los países a finales de los años ’80 del siglo XX.

La resistencia internacional, dentro de los países socialistas, la protagonizaron


el Partido Comunista de China y el Partido del Trabajo de Albania. Con diversos
procesos, comprendieron la deriva revisionista y ayudaron a muchos
comunistas del mundo a entender la misma. El Partido del Trabajo de Albania,
hasta llegar a desarrollar la crítica a las nuevas posiciones del PCUS, tuvo que
pasar por un proceso: desde el apoyo a las posiciones del XX Congreso hasta
la crítica general, pasando por un período de crítica que se explicaba en la
lucha concreta que estaba librando el PTA contra las posiciones de los
yugoslavos. En este proceso muy probablemente tuvo que ver el conocimiento
de las críticas de los comunistas chinos. En este capítulo veremos este proceso
de entendimiento del significado revisionista de la nueva línea a través de la
crítica que hacen en diferentes fases de las posiciones soviéticas.

EL XX Congreso del PCUS (1956)

Podemos situar un primer período, dentro de las posiciones del PTA en relación
a las posturas emanadas del XX Congreso del PCUS, que puede definirse como
de acuerdo con las nuevas posiciones, tanto sobre el tema del ‘culto a la
personalidad’, como de la cuestión de la coexistencia pacífica y el apoyo a las
decisiones del PCUS como líder del movimiento comunista internacional. Así
podemos ver como los comunistas albaneses condenan el ‘culto a la
personalidad’ de Stalin, el cual se situó “por encima del Partido y del pueblo” y
causó un gran daño al socialismo.

“El PCUS condenó con razón el culto a la personalidad generado hacia J. V.


Stalin durante los últimos años de su vida; culto que causó un gran daño a la
Unión Soviética […]. Debería decirse que Stalin, tras conseguir que el Partido
Comunista de la Unión Soviética y el pueblo soviético obtuviesen grandes
victorias que llevaron al triunfo del socialismo, se comenzó a situar por encima
del Partido y del pueblo, abandonando así a las masas y siendo esto un error
que fue muy costoso para el pueblo soviético y el socialismo”[2].

De todas formas, valoran la ‘cuestión Stalin’ de una manera distinta a como lo


expuso Jruschov en su ‘Informe secreto’. Los comunistas albaneses dividen el
período de Stalin en dos fases, la segunda de ellas es la crítica, en la cual se
situó por encima de todo, “abandonando a las masas”. Pero esto sucedió,
según dicen, tras conseguir el “triunfo del socialismo”, o sea, valoran una
primera fase de la vida de Stalin como de entrega al socialismo (cosa que no
hace Jruschov). Aunque en seguida se desmarcan de todo el remolino que se
está formando por los cambios en la URSS diciendo que no es cosa de los
comunistas albaneses, sino un problema de la URSS, como vemos en la
siguiente cita:

“Nosotros estimamos, por ejemplo, que hemos dicho al Partido y al pueblo


todo lo que debían saber sobre la cuestión Stalin y seguiremos diciéndolo. En
cuanto a la manera como se han desarrollado los acontecimientos en la URSS y
sus consecuencias, éstas son cuestiones que interesan exclusivamente al
Partido Comunista de la Unión Soviética y al pueblo soviético y no a
nosotros”[3].

En estos momentos, los comunistas albaneses todavía se mantienen de


acuerdo con la política de coexistencia pacífica tal como se planeaba en el XX
Congreso del PCUS que aparentemente reducía la tensión internacional y
podría acabar con las guerras.

“El III Congreso de nuestro Partido se reúne en un momento en que, gracias a


la política pacífica de la Unión Soviética y de los demás países del campo
socialista, gracias al poderoso movimiento de los pueblos contra la guerra y en
defensa de la paz, la guerra ha cesado en esos países y se vislumbra una
reducción de la tensión internacional”[4].

Y alababa esta política, en términos y argumentos muy parecidos a los


expuestos por Jruschov[5].

“La política leninista de paz y de amistad entre los pueblos, la política de


coexistencia pacífica seguida con perseverancia por los países del campo
socialista, corresponde a los intereses vitales de todos los pueblos. Ha
encontrado el apoyo de los Estados y de las fuerzas amantes de la paz, contra
la guerra. Ha ejercido una influencia decisiva en la lucha de los pueblos por la
paz, contra la guerra, contra la carrera armamentística, contra los bloques
militares agresivos, contra la política belicista de los imperialistas, por el
desarme, por la seguridad colectiva y por la cooperación internacional”[6].

Incluso, se muestran convencidos que la URSS apoya a los pueblos


independientes en la lucha por el socialismo, opinión que después de la ruptura
con los soviéticos se convertirá en la contraria: “La resistencia de los pueblos
independientes afro-asiáticos al imperialismo cuenta con el respaldo de la
Unión Soviética, de China y de todos los países del campo socialista […]”[7]. Lo
único particular de esta declaración es la mención que hace de China como
nombre propio, ya a principios de 1957, detrás de la Unión Soviética, que
probablemente es síntoma de su peso dentro del movimiento comunista
internacional, aunque no sabemos si los comunistas albaneses empezaban a
conocer las críticas de los chinos al XX Congreso del PCUS.

Los acontecimientos en Polonia y el intento contrarrevolucionario de Hungría,


en octubre-noviembre de 1956, causó gran preocupación en el PTA, criticando
estos acontecimientos como una ofensiva del imperialismo, con el apoyo de los
revisionistas, contra el socialismo como consecuencia del XX Congreso;
criticando la actitud conciliadora de la dirección soviética hacia las direcciones
de los partidos húngaro y polaco; y criticando, a su vez, y principalmente, la
actitud conciliadora de los soviéticos hacia Yugoslavia que lo situaban como
participante en los complots como agente del imperialismo en Europa del Este.
De todas formas, a pesar de las quejas, el PTA llega a la conclusión acertada
de proclamar la intervención en Hungría del Pacto de Varsovia como un acto de
internacionalismo proletario:
“Respondiendo al llamamiento del Gobierno de los obreros y campesinos
húngaros. La Unión Soviética ayudó al pueblo húngaro a aniquilar a sus
enemigos, a salvar su libertad, su independencia, el poder popular y el
socialismo. Apoyando al pueblo húngaro en su lucha contra los enemigos
imperialistas y los enemigos del interior, la Unión Soviética cumplió un noble
deber internacionalista e hizo al mismo tiempo un inapreciable servicio a la
causa del socialismo, a todo el movimiento comunista internacional”[8].

A mediados de 1957 los comunistas albaneses todavía estaban convencidos de


lo acertadas de las posiciones del XX Congreso pues las había confirmado “la
vida misma”, apoyando la expulsión del ‘grupo antipartido’. Según el PTA, la
política definida en el XX Congreso era marxista-leninista, al menos la política
interna, la internacional y la económica, conservando la “genuinidad”[9]
marxista-leninista.

“Cuando el grupo antipartido[10] fue expulsado del Partido soviético a finales


de junio, el Partido albanés apoyó con presteza esta acción de Jruschov y sus
secuaces. El 4 de julio se adoptó una resolución del Comité Central albanés,
que condenaba la actitud fraccional del grupo Malenkov-Kaganovich-Molotov y
expresaba su total solidaridad con el PCUS y su decisión. Un comentario
albanés en julio afirmaba que ‘la vida misma ha confirmado, sin duda alguna,
la genuinidad y la prudencia de la política marxista-leninista definida en el XX
Congreso del PCUS, tanto en torno al desarrollo futuro de las fuerzas
productivas de la URSS como sobre la situación internacional’”[11].

En esta época, sabemos que el PTA tenía discrepancias con los soviéticos en la
valoración sobre Stalin, en las consecuencias internacionales del ‘Informe
secreto’ (ataque imperialista contra el socialismo, vías nacionales al socialismo,
manifestaciones ‘antisoviéticas’ de dirigentes comunistas como Togliatti o
Gomulka,…) y en la conciliación con el revisionismo yugoslavo. Pero, en
general, se alineaba con la política soviética, no relacionaba aún el modelo de
coexistencia pacífica de Jruschov, la primacía de la vía pacífica, los cambios
económicos en la URSS, la eliminación del ‘grupo antipartido’, etc., con las
consecuencias, ni tampoco el ‘ataque a Stalin’ como un ataque al marxismo-
leninismo, o sea, no veía aún la esencia de los fenómenos: la línea revisionista
del PCUS.

Los desacuerdos se acentúan por la cuestión yugoslava

Como decíamos, la crítica de los comunistas albaneses se centra en las


consecuencias del XX Congreso y, principalmente, en la conciliación y
concesiones a los revisionistas yugoslavos. Como decíamos más arriba, la
URSS de Jruschov derogó arbitrariamente las resoluciones del Kominform
sobre Yugoslavia, pidió disculpas a Tito en Belgrado y reestableció las
relaciones. Estos hechos no gustaron nada a los comunistas albaneses que
protestaron ante ellos, menos aún después de la visita de Tito a Moscú en
junio de 1956, donde se ampliaron las relaciones económicas e internacionales
entre los dos países. El PTA nunca estuvo de acuerdo con este restablecimiento
de relaciones. Ellos se habían mantenido fieles en todo momento al
movimiento comunista internacional y a la URSS como su principal baluarte;
habían luchado en primera línea contra el revisionismo yugoslavo; cambió de
posición en las relaciones con Yugoslavia de acuerdo con la Kominform;
acusaban a los yugoslavos de inmiscuirse continuamente en los asuntos
internos de Albania y el PTA, queriendo hacer de Albania una colonia; de
preparar complots contra su dirección y su línea política; y, además, estaba
sobre la mesa el asunto del tratamiento represivo hacia los albaneses que
vivían en Yugoslavia.

La conciliación y las concesiones por parte de la URSS hacia Yugoslavia,


minusvaloraba las posiciones mantenidas por el PTA, que se vio obligado a
restablecer las relaciones diplomáticas, aunque no lo hizo con las relaciones
entre los partidos. Los acontecimientos de Polonia y Hungría, generan nuevos
argumentos para afianzar las posiciones albanesas e intentar girar de nuevo la
política hacia Yugoslavia a la mantenida tras las resoluciones del Kominform.
En noviembre de 1956, Hoxha hace una primera dura crítica al PCUS pero sólo
en relación a su actitud “oportunista” en el tema de las concesiones a
Yugoslavia, sobre todo después de haber comprobado sus acciones y
declaraciones sobre los hechos de Polonia y sobre la intervención militar en
Hungría.

“…soy de la opinión de que no debemos hacer concesiones del género de las


que intenta hacer la dirección del PCUS, porque suponen una actitud
acentuadamente oportunista. A mi parecer, en esta grave situación vienen
desempeñando un papel extremadamente importante las intrigas titoístas cuyo
objetivo es crear conflictos entre nuestros dos partidos y entre los demás
partidos comunistas y obreros que defienden el marxismo-leninismo […].

“Este esclarecimiento[12] es igualmente necesario por el hecho de que


debemos exponer abiertamente nuestras opiniones a la dirección del PCUS,
como lo hicimos para demostrar nuestro desacuerdo por el viaje que Jruschov
hizo a Yugoslavia y con la apreciación que hizo de Tito. Hemos manifestado
nuestros puntos de vista y los hemos transmitido al CC del PCUS, por eso
podemos reiterarlos también ahora. Pero en la práctica debemos tener en
cuenta que yendo a la Unión Soviética podremos encontrarnos frente a cosas
sobre las cuales no podremos hacer ninguna concesión de principios. Puede ser
incluso que las cosas lleguen a un punto en que nos veamos obligados a decir
a la dirección soviética: ’Ustedes se equivocan, nos oponemos a las
concesiones que hacen’. Esto se producirá si los camaradas soviéticos, y de ello
hay una probabilidad entre mil, no se dan cuenta de las concesiones que han
hecho y no rectifican su posición […]. “Independientemente de que no estamos
de acuerdo con la Unión Soviética, debemos criticar a la dirección soviética
afirmando que no compartimos sus actitudes oportunistas en la cuestión
yugoslava […]”.

Hoxha advierte que la actuación de Yugoslavia está destinada a dividir al


movimiento comunista internacional, se basa en las declaraciones en contra de
la intervención militar del Pacto de Varsovia en Hungría, acusando a la URSS
de colonialista, también en los acuerdos con la dirección polaca que planteaba
una vía nacional al socialismo y, por ejemplo, en el acogimiento de Imre
Nagy[13] en la embajada yugoslava en Budapest. Hoxha le echaba la culpa a
Yugoslavia de generar inestabilidad en los países socialistas y no perdona a la
URSS que, a pesar de los acontecimientos en Hungría, siguiese manteniendo
relaciones con Yugoslavia. El texto sigue en el plano crítico-acusatorio:

“…la lucha contra el titoísmo es una de las cuestiones de principios más


importantes. El titoísmo debe ser desenmascarado. Respecto a ello, la actitud
de los camaradas soviéticos después del XX Congreso es de tal naturaleza que
tiende a subestimar el peligro del titoísmo, a no apreciarlo en su justo valor. Se
cubre con tupido velo la ideología titoísta, su actividad de espionaje y sus
intrigas. Se nos dice que es sólo cuestión de táctica (¡ojalá lo sea!), pero
incluso considerándola como táctica nos parece sospechosa y errónea. Nuestro
Partido no ha actuado así, se atiene siempre a los principios del marxismo-
leninismo, estamos por la amistad con Yugoslavia, pero no por ello violaremos
los principios.

“Los camaradas soviéticos han subestimado no solamente el peligro titoísta,


sino también la justa actitud de nuestro Partido […]. Pero, al parecer, han
considerado nuestros puntos de vista y nuestras actitudes como pequeñas
cuestiones locales […]”.

Aquí la crítica ya se plantea en el plano ideológico, contraponiendo el


marxismo-leninismo con el ‘titoísmo’, siendo una cuestión de principios la lucha
contra el revisionismo. Es lo que podemos entender de la crítica. Pero resulta
un poco problemático comprender a qué se refiere exactamente con la
referencia a la violación de los principios porque no sabemos si se refiere a las
relaciones con Yugoslavia, a la táctica (con la que están en desacuerdo), a las
concesiones o a la lucha ideológica, pues habría que valorarlos de manera
distinta y de manera dialéctica según las diversas interrelaciones. Si se está de
acuerdo con las relaciones con Yugoslavia y, a la vez, se está en contra de la
táctica, cuando parece ser que en ese momento la táctica soviética eran las
relaciones con Yugoslavia, debería explicarse en qué se violan los principios del
marxismo-leninismo.

“Tomemos la cuestión del llamado culto a la personalidad de Stalin. El


imperialismo se aprovechó de ello y comenzó a desarrollar una terrible
actividad para denigrar a la Unión Soviética y a todo nuestro campo. El
imperialismo es el principal organizador de la lucha contra la Unión Soviética
en relación con el ‘culto a la personalidad de Stalin’, pero somos de la opinión
de que Tito es el brazo derecho y tiende a destruir el campo socialista.

“Puede ser que los camaradas soviéticos revisen su actitud hacia Tito, esto es
lo que deseamos, pero la situación creada por los titoístas se ha embrollado de
tal manera que los soviéticos ahora no saben cómo salir de este enredo. No
podemos concebir que viejos camaradas bolcheviques observen una actitud
oportunista hacia los titoístas”[14].

Todo parece indicar que los comunistas albaneses consideran a los yugoslavos
como agentes del imperialismo y que trabajan para “destruir el campo
socialista”, por tanto, creen que los soviéticos no pueden tener una actitud
complaciente con ellos. Teniendo esto en cuenta, se podría hablar de mantener
una política errónea, incluso, si se quiere, peligrosa, pero no tiene por qué ser
violadora de los principios del marxismo-leninismo (ideas fundamentales del
marxismo-leninismo). Más adelante hablaremos sobre la cuestión de los
principios[15]. Lo que está claro es que los comunistas albaneses empezaban a
ver los peligros del revisionismo ‘titoísta’ amparados por su propia experiencia
‘nacional’.

Durante los meses posteriores a la contrarrevolución en Hungría, se produjo


una escalada de la lucha ideológica a nivel internacional. Los imperialistas
acusaban a la Unión Soviética de querer colonizar al resto de los países
socialistas y llamaban a estos a independizarse de los soviéticos. Yugoslavia,
aunque continuaba con las relaciones con los países socialistas, también
utilizaba los mismos argumentos que los imperialistas, así lo expresaban los
soviéticos, “Bulganin sostenía que los dirigentes yugoslavos ‘no diferían de los
imperialistas en su valoración de los sucesos húngaros’”[16]. Los dirigentes
albaneses, después de su visita a Moscú, donde presentaron sus quejas y
preocupaciones, defendieron de manera justa a la Unión Soviética y al
socialismo de los ataques imperialistas y revisionistas, pero hasta tal punto
que no valoraron acertadamente entonces la lucha de líneas que se producía
en la Unión Soviética y apoyaron a Jruschov frente al llamado ‘grupo
antipartido’, como ya dijimos más arriba.

El documento que más nos interesa en este sentido es el Informe presentado


por Hoxha al III Pleno del CC del PTA, en el cual realiza esta defensa de la
Unión Soviética y los países socialistas, poniendo el XX Congreso como
lanzadera de la ofensiva imperialista y revisionista, o sea, insinuando que en
ese Congreso algo no había sido correcto.

“Después del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, las


fuerzas reaccionarias, los elementos derechistas y oportunistas bajo las
consignas demagógicas de la lucha contra el ‘culto de Stalin’ y el
‘burocratismo’, por la ‘democratización del sistema socialista’, por ‘una nueva
vía polaca’, por ‘la igualdad’, por ‘la no injerencia en sus propios asuntos
internos’, por ‘la soberanía y la independencia en lo que respecta a la Unión
Soviética’ y otras, desataron una feroz ofensiva para denigrar a la Unión
Soviética, al Partido Obrero Unificado Polaco y al poder popular en
Polonia”[17]. Reclama la “… consolidación de nuestro campo con la Unión
Soviética al frente”[18]

“Después del XX Congreso, cuando los imperialistas y todos los enemigos del
socialismo intentaron sacar provecho de las críticas formuladas contra Stalin
para lanzar ataques contra el marxismo-leninismo y los partidos
comunistas…”[19]. Reclama, “El papel dirigente de la Unión Soviética en todo
el movimiento comunista está determinado por condiciones históricas”[20].

Todas esas calificaciones entrecomilladas son las que proclamaban los


revisionistas de las ‘vías nacionales’ como Gomulka y Cyrankievicz en Polonia,
Nagy en Hungría, Tito y Popovich en Yugoslavia o Togliatti en Italia, las cuales
repetían los imperialistas para dividir el movimiento comunista internacional.

“Los imperialistas y los revisionistas del marxismo-leninismo han


desencadenado una desenfrenada campaña de calumnias contra los vínculos
de los países socialistas y de los partidos comunistas con la Unión Soviética.
Tanto los imperialistas como los elementos oportunistas han acusado a la
Unión Soviética de haber establecido con los países socialistas relaciones,
supuestamente, injustas, de haber esclavizado a estos países y, en
consecuencia, de haberle hecho perder su independencia. Han atizado
sistemáticamente sentimientos nacionalistas y antisoviéticos en dichos países.
Han lanzado consignas demagógicas, exhortando a que cada país
reconquistara la ‘independencia’ frente a la Unión Soviética, instaurara la
‘soberanía’ de su propio país, etc.”[21].

Hoxha niega que las relaciones de los países socialistas con la Unión Soviética
sean injustas y que quiera someter y esclavizar al resto de países, y califica
estos comportamientos como nacionalistas y antisoviéticos.

“Inmediatamente después del XX Congreso del PCUS, los enemigos inflaron


desmedidamente los ‘errores’ de Stalin y los pregonaron a los cuatro vientos a
fin de desacreditar a los Estados socialistas, a los partidos comunistas y a sus
dirigentes, para sembrar el desorden ideológico y la discordia en el movimiento
comunista internacional. Bajo la presión de esta campaña, los elementos
oportunistas y vacilantes levantaron cabeza y comenzaron a atacar
frenéticamente a los partidos revolucionarios valiéndose de consignas falsas y
antimarxistas (tales como ‘democratización’, ‘desestalinización’,
‘independencia’, ‘bienestar del pueblo’ y otras por el estilo). […].

En la cita del discurso inmediatamente anterior, empieza a situar la causa por


la cual el imperialismo y los revisionistas atacan a los estados socialistas y a
los partidos comunistas: en el XX Congreso se proclamaron los ‘errores’ de
Stalin, aunque no responsabiliza aún a los dirigentes soviéticos, sino a los
“enemigos” del socialismo por inflarlos. Tampoco niega los ‘errores’, aunque sí
es verdad que al ponerlos entre comillas, al menos, parece que los cuestiona.
En los párrafos siguientes, si bien no niega los errores, ensalza muy
acertadamente los aciertos de Stalin y su figura como “gran marxista”, además
de indicar que “en las cuestiones esenciales […] jamás cometió errores”.

“No estamos de acuerdo con todos aquellos que niegan la actividad


revolucionaria de Stalin en conjunto y que ven en ella sólo el lado negativo.
Estimamos que Stalin debe ser correctamente apreciado. J. V. Stalin, como se
sabe, fue un gran marxista, porque, después de Lenin, defendió el marxismo-
leninismo de todos los enemigos y revisionistas e hizo una valiosa contribución
al desarrollo de esta ciencia. Él tiene grandes méritos en la preparación y el
desarrollo de la Revolución de Octubre, en la edificación del primer Estado
socialista, en la victoria histórica sobre los invasores fascistas, en el avance del
movimiento comunista y obrero internacional. Por todas estas razones, Stalin
gozaba de una gran autoridad no solamente en la Unión Soviética, sino
también en el mundo entero. En las cuestiones esenciales, como es la defensa
de los intereses de la clase obrera y de la teoría marxista-leninista, la lucha
contra el imperialismo y otros enemigos del socialismo, jamás cometió errores,
ha sido y será, en cambio siempre un ejemplo. […]

“La bandera de la lucha contra el ‘stalinismo’ con la cual se disfrazan los


dirigentes yugoslavos y todos los revisionistas, les sirve para arreglar las
cuentas a todos sus adversarios. Veamos como proceden: califican las justas
tesis marxista-leninistas de ‘dogmatismo stalinista’, a los partidos comunistas y
a sus dirigentes que son fieles al marxismo-leninismo de ‘stalinistas’, nuestros
sistemas estatales y económicos de ‘burocratismo stalinista’, y todo lo que es
’stalinista’ debe ser liquidado y sustituido por aquello que es ‘antistalinista’. La
división de los partidos y de los comunistas en ‘stalinistas’ y ‘antistalinistas’, y
la guerra a los ‘stalinistas’ tal como la llevan a cabo los dirigentes yugoslavos,
sólo sirve para escindir el movimiento obrero”.[22]

Estas posiciones y análisis son muy acertados, pero aún no acusa a los
dirigentes soviéticos de revisionistas, sino que pone a los yugoslavos como
cabecillas de estas maniobras.

Después en este discurso explica las relaciones con Yugoslavia desde el Pleno
de Berat[23] en 1944 hasta el encuentro PCUS-LCY de 1957, pasando por el
intento de Federación Balcánica, y la Declaración de Belgrado de 1955. Acaba
hablando de los albaneses de Kosovo y Metohia, acusando de que “… la
dirección yugoslava sigue allí una política de exterminio”[24]. En el encuentro
en Moscú entre el PTA y el PCUS, el PTA manifiesta que aceptó “el
mejoramiento de nuestras relaciones de Estado a Estado”, pero, “sin embargo,
los yugoslavos han continuado por el mismo camino, organizando un complot
contra nuestro Estado y nuestro Partido”. Asegurando que “a los camaradas
soviéticos les hablamos igualmente de la cuestión de Kosovo. Les dijimos que
la población albanesa es bastante grande: […] nuestro Partido ha observado
una actitud internacionalista, dando muestras de paciencia y sangre fría,
porque la dirección yugoslava anti-marxista, nacionalista y chovinista sigue con
los albaneses de Kosovo una política más brutal que la que practicaban los
reyes serbios”[25].

Como vemos, la crítica principal que realizan a los soviéticos no es que su línea
del XX Congreso sea revisionista, tampoco que sean responsables de las
consecuencias de este Congreso relatadas anteriormente, sino de seguir
manteniendo relaciones con los dirigentes yugoslavos que son los dirigentes
del revisionismo, anti-marxistas y anti-albaneses[26], y son los que
promueven junto con los imperialistas la campaña contra la Unión Soviética,
los países socialistas y los partidos comunistas.

En consecuencia, en 1957, los comunistas albaneses comprendían las


consecuencias del XX Congreso y veían la causa en las exageraciones en las
críticas a Stalin, pero todavía no comprendían la línea revisionista de los
dirigentes del PCUS y, de momento, se limitaban a criticar a estos por sus
relaciones con los revisionistas yugoslavos.

El discurso en la Conferencia de Partidos Comunistas y Obreros de 1960.

Es importante señalar, aunque sea muy breve y sintéticamente, una serie de


acontecimientos que posibilitaron el cambio de posición, el nuevo
posicionamiento de los comunistas albaneses o, si se prefiere, la comprensión
por ellos del revisionismo soviético y sus contenidos. De esta manera, sobre la
realidad del momento, podremos valorar con algo más de precisión los
contenidos de la crítica que realizan a partir de 1960 de la experiencia
soviética.

1.- Las relaciones entre la Unión Soviética y Yugoslavia siguen un proceso de


altos y bajos, de unidad y lucha, en donde en cada período toma más
protagonismo el acercamiento o el conflicto. Los momentos de acercamiento
son los que provocan las críticas de los comunistas albaneses. Así podemos
observar que hay dos acontecimientos que provocan mayores tensiones entre
la URSS y Albania: en primer lugar, la reunión en Rumanía, de agosto de 1957,
de las delegaciones soviética y yugoslava, encabezadas por Jruschov y Tito, en
la cual alcanzan una voluntad de reforzar la colaboración y manifiestan el
acuerdo que existe sobre la política internacional; y, en segundo lugar, la visita
de Jruschov a Tirana en la cual el mandatario soviético presiona a Albania para
mejorar las relaciones con Yugoslavia. Por otro lado, el alejamiento de
Belgrado y Moscú (y de todos los países socialistas), se produce principalmente
en abril de 1958 con ocasión del programa revisionista aprobado y las
intervenciones de sus líderes criticando a la URSS y al campo socialista en el
VII Congreso del partido yugoslavo celebrado en Ljubljana.

2.- La Conferencia de representantes de Partidos Comunistas y Obreros de los


países socialistas, celebrada en noviembre de 1957, fue un escenario en el que
se enfrentaron moderadamente las posiciones encabezadas, una por el PCUS y
la otra por el Partido Comunista de China (PCCh). En la resolución se ensalzaba
el XX Congreso del PCUS como iniciador de una “nueva etapa en el movimiento
comunista internacional”[27], la política principal de coexistencia pacífica y las
diversas vías al socialismo; pero no se renunciaba a la lucha de clases, se
situaba al revisionismo como el enemigo principal[28] y se comenzaba a hablar
del ‘revisionismo contemporáneo’.

3.- A finales de 1957, Albania ya tenía unas relaciones comerciales fluidas con
China, que fue aumentando paulatinamente en los siguientes años. En la
Conferencia del ’57 muy probablemente empezó a conocer las posiciones
chinas sobre el ‘revisionismo moderno’. Y ya a principios del año 1960, es
conocido que los comunistas chinos y albaneses compartían opiniones sobre el
revisionismo soviético, la estrategia internacional y la opinión negativa sobre la
‘desestalinización’. La influencia de los comunistas chinos pudo ser clave para
reconocer el revisionismo soviético.

4.- Las relaciones de Albania con la URSS estaban muy relacionadas con la
ayuda soviética al desarrollo de Albania: ayuda económica, préstamos
ventajosos, condonación de deuda, ayudas de técnicos, especialistas, asesores,
formación en la URSS de técnicos y profesionales, ayuda militar, etc. Pero este
período también estuvo marcado por las presiones: primero por la decisión a
finales de 1958 del COMECON de realizar una división socialista internacional
del trabajo; y, segundo para mejorar las relaciones con Yugoslavia. Ninguna de
las dos cuestiones eran compartidas por los albaneses: la primera, porque
limitaría su desarrollo industrial; y, la segunda, por ‘cuestiones de principios’,
según exponían.

5.- En junio de 1960, Jruschov viaja a Grecia, y allí hace unas declaraciones en
las cuales no niega, sino que concilia, las pretensiones griegas sobre un
territorio albanés, saliéndose de esta manera de lo aprobado en la Conferencia
de 1957 y causando una grave afrenta a los comunistas albaneses.

6.- Poco después, en el mismo mes de 1960, durante el Congreso del partido
rumano, se celebra un contacto preliminar de partidos para preparar la
Conferencia internacional de 1960. Jruschov y la delegación soviética
presentan una declaración de condena a China, para que los demás partidos la
firmen en el acto. Nuevamente los soviéticos actúan de manera arbitraria y los
comunistas albaneses, que ya tenían una buena amistad con los comunistas
chinos, se niegan en rotundo a esta maniobra: primero, porque la reunión era
solamente para poner fecha a la Conferencia internacional; segundo, porque
consideran que las divergencias entre partidos deben primero intentar
solucionarse en conversaciones amistosas, tal como ponía la declaración de
1957; y, tercero, porque no se puede condenar sin oír a la otra parte.

7.- Ante esta negativa de los albaneses, los soviéticos efectúan una presión
económica con retrasos en la entrega de equipos industriales y del ejército, y
retrasos en la entrega de grano cuando en Albania había habido una mala
cosecha. Por otro lado, los comunistas albaneses acusan a los soviéticos de
intentar una maniobra para derrocar a la dirección albanesa: se expulsa del
partido a los miembros de la dirección pro-soviéticos y se les condena a
muerte.

En este marco se celebra la Conferencia de Partidos Comunistas y Obreros de


noviembre de 1960 en Moscú, llamada la ‘Conferencia de los 81 partidos’. Aquí
los comunistas albaneses ya estaban convencidos del revisionismo de los
dirigentes soviéticos y en el discurso[29] de Enver Hoxha realizan la primera
crítica de manera global, en términos muy duros, a su política.

“El imperialismo no depondrá las armas por su propia voluntad. Creer en


semejante cosa significa engañarse a sí mismo y engañar a los demás […]

“Las tácticas y los compromisos de principios de nuestra parte, para ser


admisibles, deben ayudar a nuestra causa y no a la del enemigo…”. Llegando a
la premisa de que el imperialismo no ha cambiado, sigue siendo agresivo y que
solamente el triunfo del socialismo contra el imperialismo es garantía para
acabar con las guerras.
Afirma con pleno acierto que “…no podrá haber comunista verdadero que esté
contra la coexistencia pacífica, contra la paz. El gran Lenin ha establecido, por
primera vez, el principio de coexistencia pacífica de los países con diferentes
sistemas sociales como una necesidad objetiva, mientras existan a la par en el
mundo países socialistas y países capitalistas.

“Coexistencia pacífica entre dos sistemas opuestos no quiere decir, como


pretenden los revisionistas contemporáneos, que tengamos que renunciar a la
lucha de clases. Por el contrario, la lucha de clases ha de proseguir, y debe
fortalecerse cada vez más la lucha política e ideológica contra el imperialismo,
contra la ideología burguesa y la revisionista. A la vez que se lucha
consecuentemente para establecer la coexistencia pacífica leninista sin hacer
ninguna concesión de principios al imperialismo, se ha de desarrollar en mayor
medida la lucha de clases en los países capitalistas, así como en el movimiento
de liberación nacional de los pueblos de los países coloniales y dependientes”.

Como vemos, empieza realizando una crítica a la concepción de la coexistencia


pacífica de los dirigentes soviéticos. Una crítica muy acertada porque el
planteamiento de Hoxha es el mantenido por los comunistas soviéticos antes
de la llegada de Jruschov al poder. Éste desvirtúa la concepción que se
mantenía de la coexistencia pacífica. Si echamos la vista unos pocos años
antes, en concreto nos vamos a 1952, podemos comprobar cómo la posición
planteada por los dirigentes soviéticos en el XX Congreso ya era criticada por
Stalin. Así se expresaba en la lucha de líneas que había entonces:

“Algunos camaradas afirman que, debido al desarrollo de nuevas condiciones


internacionales después de la segunda guerra mundial, las guerras entre los
países capitalistas han dejado de ser inevitables. Consideran esos camaradas
que las contradicciones entre el campo del socialismo y el campo del
capitalismo son más fuertes que las contradicciones entre los países
capitalistas; que los Estados Unidos dominan lo bastante a los demás países
capitalistas para no dejarles combatir entre sí y debilitarse mutuamente. […]
Estos camaradas se equivocan. Ven los fenómenos exteriores, que aparecen en
la superficie, pero no advierten las fuerzas de fondo que, si por el momento
actúan imperceptiblemente, serán, en fin de cuentas, las que determinen el
desarrollo de los acontecimientos. […] Se dice que la tesis de Lenin relativa a
que el imperialismo engendra inevitablemente las guerras debe considerarse
caducada, por cuanto en el presente han surgido poderosas fuerzas populares
que actúan en defensa de la paz, contra una nueva guerra mundial. Eso no es
cierto. […] Para eliminar la inevitabilidad de las guerras hay que destruir el
imperialismo”[30].

Así se plantea correctamente el problema de la “inevitabilidad de las guerras” y


la necesidad de la lucha contra el imperialismo. Si bien es cierto que la URSS
en el período de Stalin planteaba que “la política exterior soviética parte del
hecho de la coexistencia durante un período largo, entre los dos sistemas”,
mantenía que “el objetivo principal del campo imperialista es el fortalecimiento
del imperialismo, la preparación de una nueva guerra imperialista, la lucha
contra el socialismo y la democracia, y el apoyo a los regímenes y movimientos
reaccionarios profascistas del mundo”, tal como señalaba Zdhanov en el
Informe a la 1ª Conferencia de la Kominform[31] de 1947.

También Malenkov hace un planteamiento parecido en el Informe al XIX


Congreso del PCUS, de 1952, aunque añade que durante la coexistencia
pacífica “el sistema de economía socialista demostrará notablemente […] su
superioridad”[32]. Pero, de ninguna manera, se consideraba como un principio
inmutable, sino como la política exterior del momento, aunque ni siquiera en
ese período que exigía esa política se renunciaba a la lucha de clases. La
política planteada por Jruschov en el XX Congreso sobre la coexistencia pacífica
generaba una ruptura con la línea política revolucionaria, poniendo en primer
plano la coexistencia pacífica como una base fundamental del marxismo-
leninismo (en lugar de un principio político práctico).

Los dirigentes revisionistas soviéticos recogían la teoría mecanicista del


equilibrio, planteada en la Unión Soviética por Bujarin, sobre la posibilidad de
convivencia pacífica en paralelo entre el socialismo y el capitalismo que, a
través de la emulación pacífica, acabará el capitalismo integrándose en el
socialismo.

Jruschov recoge la línea política de la oposición de derecha de finales de los


años ’20 y le marca un sentido internacional.

A continuación manifiesta Hoxha en su discurso que los partidos comunistas de


los países imperialistas deben luchar para que su país establezca la
coexistencia pacífica con los países socialistas, pero también tienen la
obligación “en alianza con todo el proletariado mundial, deben hacerle la vida
imposible al imperialismo” y luchar por la toma del poder. Luego se pregunta si
eso puede hacerse por la violencia o por la vía pacífica y parlamentaria,
diciendo que: “Esta cuestión estaba clara, el camarada Jruschov la embrolló en
balde en el vigésimo Congreso y lo hizo hasta el punto de llegar a agradar a los
oportunistas”. Acaba llegando a la acertada conclusión siguiente: “… nuestro
Partido opina que debemos prepararnos para los dos caminos y hacerlo bien,
fundamentalmente para la toma del poder mediante la violencia, ya que si nos
preparamos bien en este sentido también la otra posibilidad tiene mayor
probabilidad de éxito”.

De nuevo, la crítica es perfectamente correcta. Ya Lenin planteaba que pensar


que los capitalistas se iban a someter pacíficamente a la voluntad de la
mayoría de los explotados era “una estupidez pequeñoburguesa”[33]. Pero en
la lucha de clases política, siempre surgen situaciones excepcionales, y podría
surgir una situación concreta en la que el acto de toma del poder pudiese
realizarse pacíficamente[34], pero inmediatamente el sostenimiento del poder
tendría que hacerse de manera violenta.

Después de un relato larguísimo sobre las afrentas que la URSS ha realizado a


Albania, críticas y acusaciones muy razonables en muchos casos y, en otros, no
sabemos si exageradas o al menos fuera de tono, manifiesta una posición que
sí es de principios, hablando sobre el derecho de crítica: “Es el marxismo-
leninismo el que nos ha dado el derecho a exponer nuestras ideas y nadie nos
lo puede quitar, ni con presiones políticas o económicas ni con amenazas o los
epítetos que puedan aplicarnos”.

Después de una nueva larguísima disquisición sobre Yugoslavia, entra en el


terreno de la defensa de Stalin, que en realidad significaba defender la
experiencia socialista soviética.

“El PTA se encontraba ante un gran dilema. No estaba, como por lo demás no
estará jamás, convencido de la razón por la que se condenó al camarada Stalin
de la manera y en la forma como lo hizo el camarada Jruschov. Si, en general,
nuestro Partido adoptó las formulaciones del XX Congreso sobre esta cuestión,
no se ajustó estrictamente a las limitaciones fijadas por él, ni cedió frente a los
chantajes e intimidaciones que se le hacían desde el exterior.

“El PTA se mostraba realista sobre la cuestión de Stalin, se mostraba justo y


agradecido para con este glorioso marxista a quien, mientras vivió, nadie tuvo
la ‘valentía’ de criticar y a quien, después de muerto, se le cubre de barro. Así
se ha creado una situación intolerable. Toda una época gloriosa […] quedó
privada de cabeza, de guía.

“El PTA considera que no es justo, normal ni marxista que el nombre y la gran
obra de Stalin sean borrados de toda esa época, como se está haciendo. La
obra inmortal de Stalin nos incumbe a todos defenderla. Quien no la defienda
es un oportunista y un cobarde”.

Y acaba insistiendo en que sólo se han visto los errores de Stalin y: “Desde
luego, había que superar el culto a la personalidad de Stalin, pero ¿acaso se
puede decir, como se dijo, que Stalin era el artífice mismo de ese culto a la
personalidad?”.

Este discurso en la Conferencia de 1960, marca un momento clave en la lucha


contra el ‘revisionismo moderno’, pues es la primera vez que públicamente se
manifiestan las críticas contra esta línea dirigidas a la URSS directamente[35]
y en defensa del marxismo-leninismo, porque los comunistas chinos todavía no
habían sacado a la luz todas estas discrepancias que empezaron a manifestar
desde 1956. De todas formas, la influencia china es evidente, con la diferencia
que los comunistas chinos dieron a sus críticas un nivel teórico en la defensa
del marxismo-leninismo más profundo, mientras que los albaneses lo
evidencian con una base mucho más práctica, de experiencia propia para
defender la construcción del socialismo en su país.

La ruptura y el XXII Congreso del PCUS

El discurso de Hoxha crea una gran conmoción y conduce a la ruptura de


relaciones de la URSS con Albania. En 1961, la Unión Soviética retira los
especialistas de Albania, concluye el acuerdo comercial, retira al embajador y a
los militares, cancela las becas a estudiantes, los programas de ayuda y, en
diciembre, rompe relaciones diplomáticas. En octubre de 1961 se celebra el
XXII Congreso del PCUS, en él, Jruschov, arremete contra los dirigentes
albaneses:

“Los hechos prueban que en estos últimos tiempos los dirigentes albaneses,
contrariando sus aseveraciones anteriores y las decisiones del Congreso de su
Partido, han cambiado bruscamente sin motivo, su orientación política: se han
puesto a envenenar fuertemente las relaciones con nuestro Partido y con la
Unión Soviética. Han comenzado a separarse de la Línea General aprobada por
todo el movimiento comunista mundial sobre los grandes problemas de nuestro
tiempo, […].

“Aparentemente, los dirigentes albaneses no estaban de acuerdo en su fuero


interno con las conclusiones de las Conferencias de los Partidos hermanos de
1957 y 1960; como se sabe, estos aprobaron las decisiones del XX Congreso y
la orientación de nuestro partido en vistas a superar las consecuencias dañinas
del culto a la personalidad. Esta posición de los dirigentes albaneses es debida
a que, con gran pena por nuestra parte, han vuelto a adoptar los mismos
métodos que tuvimos en nuestro país en el período del culto a la personalidad
[…]”.

“La orientación elaborada por el XX Congreso de nuestro partido, es una


orientación leninista, y no podemos ceder en una cuestión de principios ante
los dirigentes albaneses ni ante ningún otro”[36].

En cierta medida, Jruschov tiene razón en cuanto a que los comunistas


albaneses se apartan de la Línea General llevada a cabo por el movimiento
comunista internacional y de algunas de las conclusiones de las Conferencias.
También es cierto que los albaneses cambiaron de posición y que aquellas
Conferencias aprobaron las decisiones del XX Congreso. Pero Jruschov,
evidentemente, este cambio de posición lo señala como una desviación de los
principios del leninismo, cuando en realidad la ruptura con su posición anterior
les hace recuperar preceptos del marxismo-leninismo. Lo que posiblemente no
sea tan positivo, es haberse quedado fuera del entramado del movimiento
comunista internacional, con lo cual había muchas menos posibilidades de
influir ideológicamente en los partidos hermanos y muchas menos posibilidades
de ayudar a los marxistas-leninistas de esos partidos, además de tener que
desarrollar el socialismo con muchas más dificultades y mucho más aislado.
Quizás faltó un conocimiento de la maniobra política, que es perfectamente
legítima en los comunistas, y una valoración de las posibilidades de ganar la
batalla, como explicaba Lenin: “Aceptar el combate cuando es ventajoso a
todas luces para el enemigo, y no para nosotros, constituye un crimen”[37].
Más adelante hablaremos sobre los compromisos.

Después de las palabras de Jruschov, Chu En-Lai manifiesta que las


discrepancias hay que resolverlas con paciencia, con igualdad de derechos y en
el espíritu del internacionalismo proletario: “Es imposible considerar como una
actitud marxista-leninista seria, el hecho de exponer, abiertamente ante el
enemigo las discusiones que tienen lugar entre partidos hermanos y países
hermanos. Esta actitud no puede más que alejar a los amigos y aglutinar a los
enemigos”[38].

Cierto es que en las declaraciones de las Conferencias de los Partidos


Comunistas afirman que las discrepancias deberían resolverse tal como plantea
Chu En-Lai, pero creemos que, tal como enseña el leninismo, la solución de las
discrepancias fundamentales, no pueden limitarse a un debate de dirigentes,
sino que deben convertirse en aprendizaje también para todos los comunistas
y el proletariado.

En la clausura del Congreso, Jruschov insiste en el ataque contra los


albaneses: “Sin duda esperan preparar de esta forma el terreno para merecer
el derecho de limosnas de los imperialistas. Los imperialistas están siempre
dispuestos a pagar las treinta monedas a aquel que siembra la escisión en las
filas comunistas, pero el recibir estas monedas nunca han aportado a nadie
más que la vergüenza y el deshonor”[39]. Jruschov utiliza aquí unas formas
despreciables en su acusación sin objetividad ni demostración alguna, que
embarran mucho más la posible existencia de alguna posibilidad de
compromiso.

Ante este sinsentido de acusaciones, el CC del PTA responde a través de una


resolución con plena razón: “[…] N. Jruschov, de hecho, ha atacado
abiertamente la unidad del movimiento comunista y obrero internacional y la
unidad del campo socialista. N. Jruschov tiene sobre sí la responsabilidad de
esta actuación antimarxista y de todas las consecuencias que se puedan
derivar de esto”[40].

Y, en efecto, el movimiento comunista internacional quedó roto y la


responsabilidad cae fundamentalmente en los dirigentes soviéticos. Todavía
hoy vivimos las consecuencias.

NOTAS:

[1] Merece la pena leer el libro de Grover Furr, “Kruschev mintió”, editado en
español por Documentos Comunistas o en Vadell Hermanos Editores.

[2] Enver Hoxha: “El marxismo-leninismo nos enseña que es el pueblo el


creador de la historia”, 14/04/1956. Tomo XIII de las Obras Completas.
Mencionado por Bitácora Marxista-Leninista:
http://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com/2019/09/el-pce-m-l-y-la-
cuestion-albanesa.html

[3] E. Hoxha: “No relajemos jamás nuestra vigilancia y las tentativas,


esfuerzos y métodos sutiles del enemigo”. 26/04/1956. Obras Escogidas, tomo
II, págs. 495-496. Ed. 8 Nentori. Tirana 1975.

[4] E. Hoxha: “Informe presentado ante el III Congreso del PTA ‘Sobre la
actividad del Comité Central del PTA’”. 25/05/1956. O. Escogidas, tomo II, pág.
502.

[5] Nos referimos a que se plantea como una continuidad de la política


leninista sin ver todavía la ruptura que produjo la concepción sobre la
coexistencia pacífica de Jruschov con la política de paz de Lenin y la de
coexistencia pacífica seguida por la URSS después de la Guerra Mundial
durante el período de Stalin.

[6] E. Hoxha: “Sobre la situación internacional y las tareas del Partido”


(Informe al III Pleno del CC del PTA, 13/02/1957). O. E., tomo II, pág. 678.

[7] Id. pág. 684.

[8] Id. pág. 690.

[9] Autenticidad.

[10] El llamado por Jruschov “grupo antipartido” era la mayoría del Presidium
del Comité Central del PCUS, que en mayo de 1957 ante las reformas
económicas jruschovianas, en una votación de 7 a 4, consiguieron la
destitución de Jruschov como Secretario General para sustituirlo por Bulganin.
En una rápida maniobra, Jruschov convocó de urgencia al Comité Central y allí
ganó la votación, entonces fueron destituidos Malenkov, Molotov, Kaganovich y
Shepilov; y, al poco tiempo, Bulganin, Saburov y Pervujin.

[11] Mencionado en http://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com/2019/09/el-


pce-m-l-y-la-cuestion-albanesa.html, y sacado de “CIA; Relaciones soviético-
albanesas 1940-1960” (de 1962), a cuyo enlace original actualmente no se
tiene acceso.

[12] Se refiere a la incomprensión de algunas cuestiones de las que hace la


URSS, sobre todo en el tema yugoslavo.

[13] Líder del partido húngaro que dirigió las reformas revisionistas en este
país. Tras intervenir el Pacto de Varsovia, Yugoslavia le protegió en su
embajada. Después fue deportado a Rumanía. Más tarde fue juzgado y
condenado a muerte.

[14] E. Hoxha: “De ninguna manera debemos transigir con los principios”.
13/11/1956. O. E., tomo II, págs. 644-648. Las citas anteriores son de este
texto.

[15] Desde esta época hasta la actualidad se van repitiendo muy a menudo las
aseveraciones sobre los principios del marxismo-leninismo a muchas
actuaciones políticas tácticas solamente por no compartirlas, sin ver la
flexibilidad táctica teniendo en cuenta la realidad concreta que exige el
marxismo-leninismo.
[16] Leandro Rubio García: “Actualidad del ‘revisionismo’ yugoslavo”.
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2494907.pdf

[17] E. Hoxha: “Sobre la situación…”. Pág. 694.

[18] Id. pág. 697.

[19] Id. pág. 699.

[20] Id. pág. 702.

[21] Id. pág. 705.

[22] Id. págs. 713-716.

[23] Es el Pleno del CC del Partido Comunista de Albania donde se aprueba una
línea pro-yugoslava. Después de la condena a Yugoslavia por el Kominform, los
albaneses condenaron también la línea aprobada en Berat y a varios de los
principales dirigentes del partido.

[24] Id. pág. 740.

[25] E. Hoxha: “Preservemos sólida nuestra unidad porque es vital”. Informe al


Buró Político sobre las conversaciones de Moscú entre PTA y PCUS. 3/01/1957.
O. E. tomo II, págs. 660-661.

[26] Aunque en este discurso Hoxha no utiliza este término, en la “Historia del
Partido del Trabajo de Albania” se utiliza con frecuencia, en muchas ocasiones
ligado a ‘anti-marxista’.

[27] https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?
id=documentos/10221.1/12937/1/197916.pdf, pág. 29.

[28] En realidad hacía un equilibrio entre el peligro revisionista y el


dogmatismo y dejaba a criterio de cada partido decidir cuál era el principal: “…
el peligro principal lo constituye el revisionismo, es decir, el oportunismo de
derecha, como manifestación de la ideología burguesa que paraliza la energía
revolucionaria de la clase obrera y exige el mantenimiento o la restauración del
capitalismo. Sin embargo, el dogmatismo y el sectarismo pueden constituir el
peligro principal en distintas etapas del desarrollo de uno u otro partido. Cada
partido comunista determina qué peligro es el mayor para él en cada
momento”. Id. pág. 23.

[29] E. Hoxha: “Discurso pronunciado en la Conferencia de los 81 partidos


comunistas y obreros celebrada en Moscú”. 16/11/1960. O. E., tomo II, págs.
825-903.

[30] Stalin: “Los problemas económicos del socialismo en la URSS”.


https://www.eroj.org/biblio/stalin/economic/problema.pdf, págs. 19-21.
[31] https://es.scribd.com/doc/309570132/Andrei-Zhdanov-Sobre-la-
situacion-internacional-1947-pdf, pág. 15.

[32] https://docs.google.com/file/d/0ByP565N0sPRSaHc3ZjI1bmpRQ2M/edit

[33] Lenin: “Tesis sobre las tareas fundamentales del segundo congreso de la
Internacional Comunista”. OC., Ed. Progreso, 1986, tomo 41, pág. 192.

[34] En el texto “Acerca de los compromisos”, Lenin plantea esta posibilidad de


la siguiente manera: “Sólo en nombre de ese desarrollo pacífico de la
revolución –posibilidad extraordinariamente rara en la historia y
extraordinariamente valiosa, excepcionalmente insólita…”.
https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/oe12/lenin-obrasescogidas07-
12.pdf

[35] En abril de 1960, el PCCh sacó un artículo titulado “Viva el Leninismo”, en


el que se hace la primera denuncia pública del revisionismo contemporáneo,
pero sin mencionar a la URSS.

[36] Jean Baby: “Los orígenes de la controversia chino-soviética”. Ed. Emiliano


Escolar, págs. 61-62.

[37] Lenin: “La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo”. O. C.,


tomo 41, pág. 64.

[38] Id. pág. 63.

[39] Id. pág. 64.

[40] Id. pág. 64.

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