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CAPITULO 111.
k"
SERVIDUMBRE Y SEGURIDAD EN EL
TRABAJO MEDIEVAL

El concepto de trabajo latente en el pensamiento social


de los filósofos medievales supone la plena aceptación de la
� y del jogma de la lgles� Dicho concepto va a
adoptar connotaciones ambivalentes: por un lado lo exalta
como deber natural del hombre y como medio para la prácti·
ca de la caridad; por otro lado, lo mantiene a distancia respec­
to del hombre mismo: el trabajo es un medio, y en sí mismo
carece de valor.
También hallamos en el pensamiento medieval la separa­
ción que griegos y romanos hicieron entre trabajo intelectual
y trabajo manual, con su respectiva jerarqu ia, aunque atem­
perada por la consideración cristiana de la dignidad de 'todo
trabajo y del derecho y deber a trabajar. Parece difícil compa­
tibilizar, de esta manera, dos enfoques ta_n diversos del traba­
jo y de su concepto. Pero no es tanta la contradicción si supo­
nemo.s que pensadores como Santo Tomás, a la vez que adhe­
rían a la fe cristiana, estaban ·ti¡-m-ti1enlnmérsos en una socie.:.
dad dividida e por tensiones poi itj�as...Y. con los recurreñtEis �Qfr­
flic�os !_ñfr eTcomer_cio·y �os" terra��.r:i��nt�n·a:�-�(�!into�.­
grupos -artesanos, siervos, señores, eclesiásticos- debían jus:__
tificar con múcha-"fílosófia ..,.. sus derechos y pretensiÓnes 4ªn
·1a sócieaaá. En el �siglo· XI, por ejemplo, Adalberto de León
postuia una división tripartita de los "Estados" entre orado­
res (eclesiásticos), defensores (guerreros) y labradores o agri·
cultores. Aquí el desprecio es más hacia agricultores que ha­
cia artesanos; y la creciente importancia que a partir de en­
tonces fue adquiriendo el artesanado, como también el hecho
de que en muchas comunidades monásticas cada cual se hicie­
ra cargo·del trabajo ·manual a realizar, atenuó el menosprecio
por este tipo de trabajo. •
la ·tendencia a desvalorizar el trabajo manual se explica,
entre otras cosas, oor el hecho de que "los rasgos esenciales
de estructura social de la Edad Media, los relativos a la distri­
bución y regulación de la propiedad, sobre todo de la tierra,
tuvieron su origen en procesos que ocurrieron en el último
período del Imperio Romano"<1 >. Pero la decadencia de Ro­
ma fue también la disolución de una economía de ra.ices es:·
clavistas y con un difundido régimen monetario. R�m� se �a;
..
bía convertido en un lugar eoblado por una masa atomizada bían, a �amt?io, pagar una renta en especie y dinero y a la vez
de dos millones-de RersonasgÜevivían a costa-deÍos benefi-­ eñcarga rse del cultivo de los dominios del terrateniente. La
cios sociales de desemple-o.-i.a produccióñ, a ca__rgo de-enor�. -defensa de los dominios del propietario condujo a la forma­
mes latifundios poseídos en su mayoríaj:,o�r senadoresytra-� ción de una casta de colonos militares que, si bien poseían
bajados por esclavos, fue cediendo paso a un nuevo modo de prlvllegiossoore-lOs otros inquilinos, debían someterse a obli-
producción que llevaría el puiso del medioevo: la propiedad gaciones adicionales. En el siglo IV el arrendatario libre fue
feudal y la relación entre señor y siervo. adscrito a la tierra, 'y así empezó un nuevo sistema de cauti­
La decadencia de Roma y la disolución de la producción verio 'que con el tiempo reemplazó eficazmente a la esclavitud
destinada al intercambio mercantil contribuyó a la humaniza­ antigua "13>.
ción del trabajo. Si en Grecia y en Roma el trabajo se destina- ....E.stos.�queños productores -y pequeños propietarios­
ba a producir mercancías que poseían un valor de cambio en contaron, a diferencia de los esclavos de otrora, con la pose­
el mercado, la caída de Roma es, en cierta medida, el comien- sión unificada de sus capacidades físicas e intelectuales y con
o-
zo el regreso a unidades económicas que se autoabastecen y la libertad para aprovechar la propia inventiva e imaginación a
que consagran el trabajo a producir para el consumo y no fin de aligerar su trabajo; esta porción de libertad contribuyó
para el intercambio. A diferencia del esclavo, el siervo de'! feu­ a incrementar en grandes proporciones la capacidad producti­
do es, aunque parcialmente, propietario de sí mismo y de los va mediante el aprovechamiento masivo de la energía natural
frutos de su trabajo, si bien debe destinar gran parte de su del agua, el viento y las bestias de carga. El crecimiento gene­
producción al señor. ral de las fuerzas productivas de las que disponían campesinos
Alfred Sohn-Rethel señala que "el trabajo productivo y artesanos individuales, entre el siglo IX y el X 111, dio origen a
perdió su incompatibilidad con la calidad humana del hombre un cambio en el modo feudal de producción y explotación14l.
y pudo emprenderse sin el riesgo de la esclavización. El cris­ La apropiación de excedentes, a la vez que enriquecía al se­
tianismo, con su culto religioso del hombre en lo abstracto, ñor feudal, otorgaba mayor movilidad y perspectiva al peque­
fue una expresión ideológica plausible .de esta innovación. El ño campesino-artesano. Ello estimuló la formació_n de peque-
siervo y el villano eran bautizados al igual que el señor feu­ J!!!J:iug_ªdes o burgos donde seinteré:ambia-ban los pr9duc:
dal..:"121. Interesante paralelo el que aquí encontramos suge­ tos, con la infaltable activación monetaria que acompaña al
rido entre la desaparición de la producción de mercancías, la comercio. En 'los dos siglos siguientes la presión por romper
revalorización del trabajo humano y la disolución de la insti­ las limitaciones del feudalismo condujo a la ruptura del sis-
tución de la esclavitud. No debe extrañar, por lo tanto, que la -
tema.
Edad Media haya albe-rgado un concepto de trabajo menos Esa etapa de transición nos ofrece un fenómeno vital en
peyorativo que el de la Antigüedad Clásica, si bien sujeto a je­ el desarrollo del trabajo, a saber, léfcrea�iC?n de gremios cor­
rarquías propias de una sociedad divid.ida en señores y siervos, porati� Mariteniendo la continutrtfd entre la familia yTa"'
º
El desarrollo económico del feudalismo europeo comen­ profes1on,"fafes organismos nuclean a los artesanos en torno a
zó con un regreso a la ag·ric:Ültura campesina en pequeña esca­ ún"trabajo considerado como una función social digna, útil a
la y a la producción de artesanos independientes; da la impre­ la colectividad y provista de un valor moral: el miembro de la
sión que la historia hubiese querido supri°mir su pasado inme­ corporación es una persona, tanto en el sentido social como
diato y recomenzar con un modo de vida sin esclavos de por mo-ral. iunto a estas instituciones nacen nuevas normas jurídi­
medio. Pero el móvil material de este cambio fue el hecho de cas tendientes a la proJec�ió,!!�el trabajador, con la premisa
que en los lªtiflmdÍos-diTa última época romana se produjo corporacionista de que el traba1oriade agruparse en organis­
un cambio en el método de admiñístración de las grandes pro­ mos de cará«:_t�r colectivo y antiindividualista. El trabaiador
piedades de tierras. En lugar de trabajar sus tierras con escla­ es IJbre de escoge(la'córporación a la cual pertenecer y en la
vos que eran de su propiedad, los terratenientes arrendaban cual desarrollar su vida de traba'jo, pero al entrar en ellª pasa
parcelas a arrendatarios libres o a esclavos. Estos últimos de- a formar parte de un cuerpo que sé administra por sí mismo
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bertad ante la explotación económica"6>. Canjearon la tiranía


y asegura la disciplina profesional. De este modo, la corpora­
feudal por la inextrincable red del capit'arcíerñer'Cadéres v.
ción constituyó un cuerpo intermediario entre la comunidad uTureros·. Si el feudalismo nació del desmembramiento de la
familiar y la comunidad urbana, · donde se subordinan los inte- · ecónom ía romana, ahora el capital mercantil abría·las puertas
reses individuales d el trabajo al interés profesional, prioritario <
_nuevamente a la econon:iía monetaria. El desarrollo del co-
y de mayor rango en la vida. de la ciudad. Esta institución, mercio internacional unió, en tiempos de las Cruzadas, el feu-
f· '>

r
que regula la vida económica en la ciudad, opera con una pro­
ducción en escala limitada y para un mercado pequeño y · dalismo europeo con los imperios arábico y bizantino, y dos'
constante.[! economía artesanal se orienta a _la satisfacción sÍgl� más tarde el capital mercantil dominaba el panorama
de las necesidades más que a la sed de gananci!Jy la corpora­ económico europeo.
ción que !.{i subordina es casi una extensión de la familia o de - .E!!3 tendencia inaugura la etapa precapitalista que co­
la.comunidad agrícola a la ciudad y la industria. .mie._nza hacíael 1300 y áürá-tres sigíos. 'Ef desarrollo del co­
Hacia el siglo XII la estructl!ra feudal, basada en un sis­ mercio es íuzgado como necesario por los escolásticos, pero
tema rígido y en una economía cerrada donde el señor feudal le guardan recelo por su inclinación a exaltar la riqueza y sus­
tiene extensos derechos sobre la persona y la actividad de los traerla de su lugar subordinado. El espíritu laico invade, sin
siervos, comienza a desmoronarse. Cierto es que hasta enton- embargo, la vida poi ítica, social y económica, disolviendo la
ces el régimen feudal le garantizaba·-a1 campesino una porción cohesión eclesiástica. El individualismo jurídico asoma en
de tierra que poseía hereditariamente y un margen de seguri­ Guillermo de Ockham y en Marsilio de Padua, y pocos frutos
dad y de ganancia que le permite una adecuad.a subsistencia dÍOla máxima de San Antonio, a saber, que la economía debe
"de acuerdo a las sobrias costumbres de la época"; pero la servir al hombre y no viceversa. De este modo, "el mundo
. que nacía apreciaría... las virtudes del dinamismo económico,
irrupción de la riqueza mueble y de la producción artesanal,
junto con su institucionalización en corporaciones, permite pero olvidando el carácter instrumental de la riqueza e igno­
Tabrtcar en m-ayOTésCafa_y_a meñor precici..bienes-8ntes produ­ rando la concepción del trabajo como creador de bien común,
cidos en eraominio feUcrctl, a la vei que posibilita Ün ·maiaft:o sería incapaz de darle un contenido y significado éticos"'7l.
nivel de vida de los trábajadorés. El dinero gana mayor peso Señalamos que en el curso de la Edad Media el aconteci­
que la tierra gracias a las actividades comerciales y financie­ miento más relevante desde el punto de vista del desarrollo
ras de los burgos, lo que ocasiona un deterioro de la vida de del trabajo fue fa formación de gremios corporativos, cuya
los siervos, pues el propietario debe aumentar sus rentas y existencia data del siglo XI; hay crónicas que aluden a los gre­
exígÍr más a íos trabajadores. En la primera mitad del siglo mios de tejedores en Maguncia, en 1099, de mercaderes de
XIV la mayor parte de los campesino alcanza su libertad, que pescado en Worms, er, 1106 y de zapateros en Wurzburg en
han debido comprarla a cambio de dinero. En esos momentos 112818), Durante largo tiempo los gremios tuvieron calidad
el trabajo da un importante paso hacia su emancipación, y la corporativa y sus decisiones eran tomadas como parte de la
mentalidad colectiva de la época, que emana de las corpora­ ley; poseían bienes y derechos sobre los bienes de sus miem­
ciones y del sentido cristiano, valora moralmente la vida eco­ bros que morían sin testar, actuaban cor¡io mediadores en las
nómica y "alimenta una hostilidad para toda renta que no disputas entre sus miembros., trataban los problemas de horas
esté justificada por una labor personal"<sl. de trabajo, salarios, calidad, aprendizaje, admisión al gremio
La defensa de la libertad de los siervos la hallamos más y al oficio y "reglamentaban muchas de las cosas que son par·
en la expresión popular que en los filósofos, y el fermento te necesaria de cualquier comercio sujeto a un mercado cam­
igualitario del cristianismo penetra en las corporaciones ur­ biante"19l. Los gremios alcanzaron tal poder que después de
banas. Pero la era de la economía artesanal no sobrevivió al 1384 los 32 gremios de oficios en Lieja dominaron fa ciudad,
siglo XV. En el mismo grado en que se producía fa emancipa­ "y los derechos poi íticos eran disfrutados sólo por aquellos
c�n. los productores directos retenían la "independencia téc­ que estaban inscritc:" ·�n sus roles"<1 01. Estos gremios trataron
nica de elegir qué y cómo producir, pero en ningún caso su li- de controlar la oferta en el trabajo definiendo los requisitos
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de ingreso al oficio, buscando la igualdad para todos sus camente, se asemeja a _griegos y romanos tanto en lo que se
miembros y protegiéndolos de la competencia desleal, lo cual refiere a estratificación social como en lo que concierne a su
muchas veces también los llevó a crear verdaderos monopo­ justificación. Debería, pues,· implicar también un concepto
lios, como el de la fabricación de telas en Gante desde 1314. peyorativo del trabajo, y sobre todo del trabajo manual. Pero
Tanto el gremio. como la aldea feudal cumplían un ca­ en este aspecto la Edad Media introduce una ambivalencia.
rácter protector donde el hombre podía cobijarse toda su vi­ distinta a la de hebreos y cristianos. Por un lado, existe una
da y sentirse parte orgánica de una comunidad. Su pertenen­ mayor valoración de las actividades intelectuales, en especial
cia a una sociedad integrada de trabajo, familia y vínculos so­ de las contemplativas, y un matiz de desprecio ante las labo­
ciaJes más extensos, elevaba su dignidad y autovaloración res manuales. Pero por el otro lado, al interior de los gremios
individual y justificaba la existencia de quienes allí pertene­ la valoración del artesano es muy distinta. En un gremio de
cían. El trabajo adquiría su pleno sentido en un marco que tejedores, por ejemplo, difícilmente impera una visión degra­
lo trascendía, pues el gremio o el feudo, a la vez que centros dante del propio trabajo, sobre todo si consideramos la signi­
de trabajo, eran comunidades e instituciones que agrupaban ficación que el artesano atribuía a su gremio y el trabajo den­
a sus miembros dentro y fuera de la actividad laboral propia- tro de él .
. mente tal. A diferencia del anonimato del obrero de la socie-4 Resumido el marco social en que se desenvuelve el traba­
dad industrial, el siervo y el artesano de la Edad Media sen­ jo durante la Edad Media, detengámonos ahora a examinar el
tíanse reconocidos en su comunidad y podían palpar con sus concepto de trabajo forjado en la reflexión intelectual de la
manos el fruto de su actividad. Su organización de trabajo época. El examen de esta reflexión nos muestra que el pensa­
r-agrícola o artesan é!!3no sólo era su territorio seguro, sino miento especulativo no escapó, a lo largo de la época, a las
'-también un marco estable y claramente delimitado dónde ambivalencias latentes en la concepción práctica del trabajo.
sabían a qué atenerse y serían valorados con la vara de su La condena moral del cristianismo a la explotación eco­
oficio. nómica se circ�nscribe a un plano general, y a veces vago,
Si los gremios constituían unidades monopólicas en donde el retraimiento ascético, como en el caso de San Agus­
cuyo interior se daban lazos y jerarquías inquebrantables, y tín, descuida.la necesidad de reformas sociales respecto de la
si estos gremios operaban en una sociedad con una tajante esclativud. Esto 11.Q..si.Q.n.lfica quE: la patrística cristiana legiti­
división de clases y estamentos sociales, ¿cómo se mantenía me el esclavismo y conserve los _patrones de desvalorización
la cohesión de semejante sociedad? Ante todo esa división, ', del trabajo vigente en 1� Antigüedad Clásica. He.rederos del
conforme a la cosmovisión de la época,· era considerada par- mensaje evangélico, los Padres de la Iglesia afirman que el tra­
te de un orden natural. La desigualdad terrenal de los hom- bajo es deber natural del hombre. San Juan Crisóstomo alen­
bres contaba con la aceptación común y extendida en la tará a sus seguidores a rechazar los bienes adquiridos de modo
Edad Media, y su contráste con la igualdad de todos ante injusto, haciendo hincapié en que léi adquisición de cualquier
Dios no pareció inquetar mucho al_ pensamiento medieval. bien supone necesariamente la ejecución de un trabajo y el
Cada individuo cumplía actividades reguladas conforme a su objetivo de esta adquisición no es sólo gozar de los bienes si­
rango en la escala social. El lugar del individuo en la sociedad, no ante todo practicar la caridad con los pobres. No hacerlo,
co·n sus deberes y· derechos, se definía de acuerdo a las pres- dice San Juan Crisóstomo, constituye un robo.
cripciones políticas de su estado. .':!ti:E esa desigualdad intrín- San Agustín valora el trabajo recordando el ejemplo de
seca no d�ba_!ugar a u�a atomiz�c1ón�alista ,G'ues era San Paoio, quléri.. consagraba sus horas al trabajo manual, pre­
.
mayor el peso de val ores morales y sociales tales como la fide- dicando él mismo el sentido del trabajo como medio para la
�¿! grupo de pertenencia, !� .Jealtad iUa_J?r�fesión y al construcción del hombre del Evangelio. Según San Agustín
gremio;-y la ·subordinación a los mandatos de la lgles�·' todo. trabajo manual es bueno, pues es ley oe la naturaleza
Esta división m·inuciosa de clases y rangos, con la idea de que el hombre se procure por el trabajo personal y por el co­
que los hombres son, en su vida terrenal, desiguales intrínse- lectivo de la comunidad lo que le hace falta para vivir, además
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de la función caritativa que pueda darse a los frutos del traba­ peres", dice San Benito, y en los 'monasterios benedictinos los
jo. Pero si tomamos en cuenta que, en general, San Agustín monjes alternaban trabajo y oración.
es heredero del platonismo y conserva en gran medida el dua­ Pero en nin9ún
a momento el !r:.abajo deja su categoría de
lismo platónico, adaptándolo a la doctrina cristiana, parecería instrumento p r-a un ·fin que le es ajeno: la purificación, la ca-
forzoso desembocar en una desvalorización del trabajo ligado "'ndad, la_e_xp1�i6n: A los �jos del monje, el trabajo ·realizado
a la producción material. Sin embargo, San Agustín concilia por los laicos en ef mundo es, si no despreciado, contemplado
aquí el dualismo platónico con la posición cristiana sostenien­ con indulgencia; y la actividad de mayor valor moral, más aún
do que el campesino y el artesano, al cumplir sus labores coti­ (fue et tratsajo intelectual de los monasterios, es la contempla­
dianas, tienen, mientras trabajan, el alma libre, de modo aue ción pura, di.vino objeto que requiere la meditación pasiva.
es perfectamente compatible pensar en Dios a la vez que tra­ \?; lo largo de los primeros siglos de feudalismo la esclavi­
bajar. De allí que el trabajo no pierda, para San Agustín, la tud 'no ha desaparecido del todo, pero se ve minada por la con­
dignidad ·que sí pierde en Platón. Una vida moral no exige cepción dignificadora del trabajo."' El historiador Renan afir­
prescindir del trabajo, sino desarrollar la capacidad para inser­ ma que "al mostrar al esclavo capaz de virtud, heroico en el
tar, en el trabajo, una especie de desdoblamiento entre la ac­ martirio, igual a su dueño y tal vez superior desde el punto de
ción física y la acción mental. Curiosamente, algunos expo­ vista del Reino de Dios, la nueva fe hacía imposible la esclavi­
nentes de la moderna psicología industrial postulan un princi· tud. Dar un valor moral al esclavo, era suprimir la_ esclavi­
pio análogo al afirmar que, entre las ventajas de la automati· tud"l111. Pero esto hace posible la interpretación opuesta;·a
zaé:ión, está la de poder realizar mecánica y repetitivamente saber, que la afirrtlación de la inalienable libertad de espíritu
un trabajo que no absorbe la atención, y que, por ende, per­ de todos los .hombres permitía pasar por alto la explotación
mite consagrar la energía mental al fantaseo u otros ejercicios esclavista: el cristianismo, como movimiento centrado en el
intelectuales. Pero el valor que para San Agustín tiene el pen­ cambio interior, podía hacer del esclavo un espíritu libre,
sar en Dios no es el mismo, claro está, que el que pueda tener pero esclavo seguiría.
el fantaseo del obrero de la industria automatizada. Pero en Los franciscanos consideraron que los frailes debían vi­
ambos casos está implícita la disociación entre lo físico y lo vir del propio trabajo. La orden franciscana no era mendican­
mental durante el trabajo. Más adelante volveremos sobre el te en sentido estricto, si,,o trabajadora y de pobreza. Conde­
carácter alienante de esta disociación en el trabajo contempo­ naba la propiedad inmueble y de dinero, pero no así la de
ráneo. En todo caso, tanto en San Agustín como en la psico­ herramientas de trabajo: limita la apropiación a los frutos
logía de la automatización el esquema dualista ya no opone de trabajo y a lo necesario para trabajar, dejando la mendici­
trabajo a ocio, u obreros a intelectuales, sino que inserta el dad como recurso último. Inserta un elemento sin preceden­
dualismo al interior del trabajo. Si esto contribuye a la inte­ tes en su visión del trabajo, a saber, el sentido de alegría que
gración o a la esquizofrenia es un interesante dilema, pero acompaña al trabajo; éste ha de emprenderse a la gloria de·
que no trataremos en este momento. Es preciso,· empero, Dios. De este modo, sin renunciar al ascetismo propio de las
guardar las distancias al respecto. Para San Agustín pensar en órdenes cristianas, le da un carácter más ''risueño". Esta
Dios durante el trabajo le da sentido a este último, pues el conciliación del "sudor de tu frente" con "la alegría de tu co-
trabajo mismo se constituye en una forma de orar. . razón" otorga al trabajo una connotación distinta.
Desde el siglo IV se expande el monaquismo, que con­ Lejos parece este alegre sentimiento fra,nciscano del ca­
templa el trabajo como deber. San Agustín sostiene incluso rácter expiatorio que antes se había dado al trabajo; al con­
que el trabajo sólo es obligatorio para los monjes, y suminis­ vertirse en una actividad que genera alegría, es impensable
tra los bienes necesarios para mantener el monasterio, a la vez como castigo. Pero su carácter "alegre" no lo convierte en un
que fomenta el amor fraternal y cur� al cuerpo y al alma de los fin en sí mismo; si así fuera seria más un desafío a Dios que
placeres del mal. San Benito de Nursia agrega que el trabajo un servicio. La alegría no nace de la actividad misma, como
es, además, instrumento de perfección. "Trabaja, y no deses-
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puede ser el caso del juego, sino de su finalidad, la de servir se habían hecho una norma debido al crecimiento de las ciu­
a Dios del mejor de los modos posibles. Es desde su finalidad dades y a la expansión de los mercadoI)En Santo Tomás "en·
que la alegría se proyecta hacia la actividad que la hace posi­ centramos pues, una tendencia cl_�ra a reconciliar �I _?09.ma
ble, y en esa medida es lícito para quien se considera hijo de teológico con las condiciones imperantes de la vida econó­
Dios. Si la alegría en el trabajo fuese el fin, la esencia de éste mica"t1.21. No condena la propiedad en sí misma, sino que lá
radicaría, como dijo San Agustín, en la autoadoración y en valora conforme a la forma en que utiliza. No por ello valo­
la exaltación del ego (lo que no difiere de tomar los frutos raba positivamente la riqueza, sino que la clasificaba junto a
del trabajo, la riqueza, como fin en sí mismo), incompatible otras deficiencias de la vida terrenal, inevitables pero corregi­
con la adoración a Dios. bles en la medida en que así lo permitiese su naturaleza. Tam­
Con el correr de 1� .E.dad Media el riguroso ascetismo bién el comercio era un mal inevitable en.un mundo imper­
eclesiástico de los monasterios fue flexibiiizándose; la Iglesia fecto donde no puede pretenderse la erradicación de todos
se acercó paulatinamente al mundo aceptando progresivamen- .:_ los males, y se justificaba mientras el comerciante sólo busca­
te los estándares !aicos, pero manteniendo frente al trabajo y ra sostener con él a su familia y beneficiar a la comunidad.
a sus frutos un criterio tradicional.rn-anto Tomás establece - También legitimaba el comercio cuando el cambio realizado
una jerarquía de profesiones en que v'arora el trabajo agrícola - entre uno y otro producto era justo, a saber, cuando los obje­
y artesanal por encima del comercial, condenando la usura _ tos de intercambio tenían igual valor. Las mercancías tenían
con el argumento d!t,..aue el interés no es representativo de_ un "justo precio" cuya trasgresión no sólo era una distorsión
trabajo ni de hererici�.¡ económica·. sino un mal moral.
Santo Tomás consideró el trabajo como obligación sólo J Santo Tomás condiciona la valoración de la r.tqueza en
en tanto necesario para la 6Ubsistencia del individuo y del gru- tanto subordina la economía a la.ética; un máximo de bienes
. po al que pertenece. Quien puede vivir sin trabajar no tiene materiales es moralmente válido si "quien los posee juzga que
ningún imperativo moral que lo fuerce a hacerlo: mejor para su valor es esencialmente relativo"(i31. En la Suma Teológica
él si dedica su tiempo a orar y a contemplar a Dios, actividad Santo Tomás advierte que los bienes exteriores son un medio
de mayor rango. El carácter moral del trabajo reside en que para un fin qúe los supera y por eso el deseo de los bienes ma­
es un deber para el hombre preservar su vida, y sólo como teriales será valedero "cuando esté rectificado por una regla
medio para ello tiene carácter de imperativo. Pero Santo To­ sacada de la naturaleza de ese fin";'Todo material es un bien
más reproduce la división platónica entre trabajo intelectual relativo, en tanto subordinado al 'bien absoluto. El trabajo
y trabajo manual: mientras este último inclina a los hombres sólo produce bienes relativos, pero en la medidá �n que asegu­
a las cosas, el primero lo hace autónomo y digno, y puede ra la subsistencia, y ésta es mandato divino, se ajusta asimis­
volverse hacia Dios sin obstáculos. mo a un bien absoluto. Así. en tanto los bienes sean conside­
En la condena de la usura Santo Tomás retoma un argu­ rados meros medios, la variedad de su extensión, para Santo
mento aristotélico; la función del dinero era, para Aristóte­ Tomás, no lo hace al propietario más o· menos 1.,..1eno. La re­
les, facilitar el cambio legítimo de bienes y de ese modo ayu­ gla moral de la satisfacción de las necesidades no contradice
dar a la satisfacción de las necesidades de los consumidores. .ª la ley de la adquisición. La posición de Santo Tomás difiere
La esterilidad era parte de la naturaleza del dinero y el volver­ aquí sustancialmente de la de sus antecesores, y no es de ex-
lo fecundo, como lo hace la usura, era violar una ley natural. . trañar, pues necesita adecuar el dogma de la Iglesia a los cam­
�ro Santo Tomás no fue tan hostil al comercio como lo fue­ bios sociales de los siglos XII y XIII,· donde el desarrollo del
ron los Padres de la Iglesia, y eso obedece a que las opiniones comercio y de la propiedad ya ocupan lugar prominente en
intransigentes que ellos tuvieron sobre la propiedad y el co­ la vida social; oponerse a ellos es resistirse al curso de la his­
mercio no hubieran podido resistir el nuevo sistema económi­ toria. Sin embargo, por más que legitime estos cambios, los
co, donde la propiedad privada y el comercio internacional mantiene subordinados a la doctrina cristiana,-pues sólo acep­
ta la riqueza en tanto medio o bien relativo.
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En contraste con lo anterior, el propio Santo Tomás integra la jerarquía platonizante, y considera el trabajo inte­
considera el trabajo una ley natural y, por ende, genérica. To­ lectual intrínsecamente superior al trabajo manual. Llama
dos cuantos posean naturaleza humana se rigen por esta ley. "artes serviles" a los trabajos manuales ("el cuerpo es esclavo
El trabajo es actividad mediante la cual el hombre actualiza del alma") y "artes liberales" a los trabajos intelectuales, dig-.
potencias mentales y físicas. Como señala Johannes Haessle, nos de mayor remuneración, pues requieren mayor dosis de
Santo Tomás define la vida "como el dinamismo según el cual inteligencia. Por encima de la vida activa sitúa Santo Tomás la
el hombre despliega la mayor suma de voluntad operante"<14 l. vida contemplativa, que nada tiene de ociosa, pues requiere
Cond9na la acedia, a saber, la ausencia de tensión interior que una verdadera vocación laboriosa.
hastía al hombre de la actividad espiritual y que nace del mie- Si Santo Tomás es progresista en tanto legitima, bajo
do al esfuerzo corporal. Como toda actividad económica, el ciertas condiciones, la actividad comercial, es tradicionalista
trabajo debe promover la actividad humana más fecunda, pre­ en la medida en que avala la actividad agrícola corrio el mejor
servando al hombre tanto de la acedia como de la actividad medio de asegurar la subsistencia de un pueblo. Con ello, se
sin freno que pueda sustraerse de toda regulación superior. hace heredero de los griegos, pues reivindica la autarquía co­
Trabajar es actualizarse, vivir en acto: obrar es el medio de mo ideal económico. DQnde es aún más conservador Santo
llegar a ser un reflejo de la actividad absoluta: Para Santo Tomás es en su legitimación de la esclavitud. Aristóteles con­
Tomás, Dios es sólo causa absolutamente primera a lo que sideraba la esclavitud como dependiente del derecho natural,
todo debe su existencia, y el obrero, por analogía, es causa mientras Santo· Tomás lo reduce a una "disposición útil", de­
'segunda, también eficiente, pues procura dar a otros objetos pendiente del "derecho de gentes", mediante lo cual es venta­
más realidad y perfección, poniendo en ellos el sello de su joso para un hombre ser gobernado por otro que le es supe­
fuerza y pensamiento. Siendo causa relativa, quien trabaja rior en inteligencia y sabiduría. L1i esclavitud es contraria al
es también reflejo de la causa absoluta. Así, "entre todas las designio inmediato de la naturaleza, pero no a este segundo
formas con que la criatura humana· intenta realizar la seme­ designio, el de la utilidad, prescrito por la razón. Así, mien­
janza divina, no hay otra de relieve más destacado que la de tras Santo Tomás postula la fraternidad universal, encuentra
trabajar, es decir, ser en el mundo causa de nuevos efec­ un resquicio para no contrariar las normas del servilismo.
tos"<15l; y en su Suma contra gentiles, Santo Tomás pregun­ Según Santo Tomás la diversidad de oficios no es arbi­
ta si hay sobre la tierra algo más divino que colaborar con traria, sino obra de la Providencia que se encarga de que nada
Dios. Tal como Dios tiene la capacidad para imprimir su bon­ falte a la comunidad. Es la naturaleza del individuo la que de·
dad en sus criaturas, éstas tienen el don de comunkar en sus termina su elección de la profesión, pero es 111 Providencia
productos sus potencialidades. quien dispone las condiciones humanas y la que, en último
El concepto de hombre como causa segunda abre nue­ término, determina esta elección. AII í donde el individuo eli­
vas perspectivas para el concepto de trabajo c,cs1. Contrasta ge su profesión conforme a las inclinaciones de su propia na­
esta noción de trabajo (o las impl icancias que esto pueda te­ turaleza, obra moralmente y podrá disponer de alegría en el
ner sobre tal noción) con la afirmación de Santo Tomás según trabajo. Así, la "diversificatio officiorum es evidentemel'lte
la cual el trabajo sólo tiene sentido en tanto asegura el cum­ una institución de derecho natural y directamente 'querida
plimiento del imperativo divino de procurarse la vida. Cabría por Dios, para expresar el carácter orgánico que Dios quiso
distinguir aquí el sentido inmediato del trabajo (proporcionar dar a la sociedad"l17>. De modo que el trabajo profesional no
al hombre lo que es necesario para el mantenimiento de su es autónomo; su función es servir al bien común, que para los
vida) de un sentido mediato (en tanto causa segunda, el hom­ escolásticos está siempre por encima del bien particular, pues
bre se actualiza como imagen de Dios, imprimiendo su creati­ hace viable la fraternidad comunitaria propia de la doctrina
vidad en lo que produce). cristiana. Esta visión contrastará con la del capitalismo mo· ­
No obstante valorar el trabajo en su acepción genérica, derno, eri el que profesionalismo e individualismo serán valo-
como un medio para alcanzar la perfección, Santo Tomás
res inseparables, tanto a partir del mercantilismo renacentista principio de desigualdad intrínseca entre los hombres en el·
como del calvinismo (véanse capítulos IV y V). plano material, y la estratificación social de la fuerza de tra­
Otro aporte relevante de Santo Tomás es su interpretá­ bajo quedaría explicada y justificada por este mecanismo.
ción del contrato de trabajo. En este contrato el patrono le Para ello Santo Tomás se apoya en la Escritura: "Cada µno,
ofrece al obrero una suma de dinero a cambio de una presta­ dice Corinth., 3, 8, recibirá su recompensa proporcionada
tión que este último se compromete a proporcionar. Pero a su trabajo". La utilidad del trabajo, dice Santo Tom�s.
este hombre no se vende a sí mismo, ni su cuerpo ni su inte-. tiene a su vez dos aspectos: hay una utilidad objetiva y hay
lecto; pues eso haría de un objeto un sujeto comprable, lo que un valor social de esa utilidad, y según cómo varíen estos
para Santo Tomás está vedado por la naturaleza. Tampoco se dos elementos podrá variar el salario. De este modo admite
vende la facultad de trabajo del obrero, pues "ella es realmen­ que el salario no sólo está sujeto a la productividad de quien
te ,inseparable del hombre; ni siquiera la actividad laboriosa lo recibe, sino también se regula por los vaivenes del merca­
por donde se manifiesta esta facultad de trabajd, ya que ellas do. No es de extrañar que Santo Tomás haya incorporado
están tan ligadas como la potencia y el acto ... no es, en fin, el esta variante en momentos históricos en que la expansión de
resultado de la actividad laboriosa, el efecto útil económico, los mercados cambiaba el rostro de la economía de Europa.
ya que esto no ha sido realizado toda.vía mientras trabaja el El concepto de trabajo como actualización de potencia­
obrero. En una palabra, el derecho natural nos prohibe repre­ lida des y como cristalización de la subjetividad humana en un
sentarnos el trabajo como un objeto de cambio. El trabajo no objeto modificado por esa subjetividad es una contribución
es una mercancía. De ahí proviene que los escolásticos consi­ de esencial peso en el desarrollo det concepto de trabajo, y
deren el contrato de trabajo como un arriendo"<, e,. El obrero, con frecuencia se atribuye al humanismo posterior el origen
dueño de sí mismo, arrienda sus ser.vicios mediante el contra­ de esta noción. Pero como hemos visto, Santo Tomás ya ha­
to de trabajo. bía intuido este matiz en el concepto de trabajo al concebir
La salida que Santo Tomás le da al contrato de trabajo al hombre como causa segunda y al definir la a_ctividad huma­
es un elegante esfuerzo intelectual por evitar el concepto cosi­ na como esencialmente "fabricante", creadora y transforma­
ficante del trabajador. El obrero no enajena su. trabajo ni se dora de la naturaleza, a ima�n de la obra de Dios. Con ello
separa de él, y en ningún momento deja de pertenecerle.. Sin remite la esencia del trabajo más que nada al trabajo estricta­
embargo, el arrendamiento de servicios, al entrar en la misma mente productivo, y en eso no difiere mucho del análisis he­
categoría del arrendamiento de cualquier bien mueble, supo-• geliano y marxista. Las motivaciones, claro está, son distintas,
ne· una cosificación de aquello que se alquila. pues mientras Hegel y Marx tienen los ojos puestos en el futu­
En cuanto al precio de este alquiler, es decir, el salario ro, Santo Tomás puede condenar, con este concepto de traba­
que debe recibir el obrero por su trabajo, Santo Tomás lo jo, el capital comercial que no era difícil de divisar en el por­
considera bajo dos aspectos, el de la utilidad del trabajo y el venir, y reivindicar a cambio el trabajo de artesanos y campe­
de su fin natural. El justo precio puede variar según el aspecto sinos.. Por otro lado, al poner la actitud contemplativa y la
con el que se considera. Desde la perspectiva del fin natural, actividad monástica en la cúpula de la pirámide, mantenía
el trabajo es el medio dado al hombre para conservarse y de­ as·í las jerarquías vigentes y tradicionales de su época.
sarrollarse, y su justo precio es aquel que le permite hacerlo; Pero la resistencia al comercio y a la usura no pudo du­
es ese el mínimo salario concebible. Pero desde la perspectiva rar mucho, pues la presión de la creciente actividad económi­
de la utifidad, el justo precio varía según el rendimiento pro­ ca terminó por ablandar la rigidez doctrnaria de la Iglesia al
ductivo del trabajo, y el máximo salario no puede. nunca su­ respecto.
perar. su utilidad, pues entonces se violaría la ley del precio
justo. Manteniendo la relación salario-productividad (en el
sentido económico del término) Santo Tomás .ratifica el
60 61

NOTAS DEL CAPITULO 111


CAPITULO IV. MERCANTILISMO Y HUMANISMO EN EL
CONCEPTO RENACENTISTA DEL
visión peyorativa
f 11 Roll, op. cit., p. 37. No olvidemos que Roma consen,a le TRABAJO
d9' trabajo manual transmitida por los griegos.
1 21 Sohn-Reth9', op. cit., p. 105.
1 31 Roll, op. cit., p. 37.
( 41 VII•• Sohn Rethel, op. cit. pp. 1 06-1 10.
Si el régimen.. feu9al y la asociación gremi.al son las insti·
1 51 Lagos Nletus, op. cit., p. 60. tucioñ'es que rigen al trabajo en el Medioevo, en el Renaci­
1 61 Sohn-Rethel, op. cit, p. 106. · miento la actividad económica dominante es, sin duda, el
( 71 Lagos Metu1, ap. cit., p. 66. -mercantilismo. La práctica comercial y monetaria, cuyo inci­
( 81 VII- Frank Tannebeum, Filowf,i, del tf'llbajo, �tiego, Edit. del Pacífico, piente desarrollo se hace manifiesto en los últimos siglos de la
1957, p. 20. Edad Media, se convierte definitivamente en capitalismo co-
mercial en los siglos XV y XVI. La reticencia eclesiástica a la
,
1 91 /bid., p. 20.
(101 /bid., p. 22.
Matus. acumul�ción mediante este tipo ·dé actividades económicas se P.
(111 Renan, Marr: Aura/e et la fin du Monde Antique, citado por Lagos
op. T:lt., p. 42.
ve obligada a menguar para no oponer la Iglesia a los intereses
(�21 Roll, op. cit, p. 40. de los poderosos. Después de Santo Tomás, la autoridad�
1131 Johannn H-sla, El trabajo v /e mon,I, trad. de a. Guruchani, Buenos Aires
, glar se preocupó más por reglamentar el interés que por pro­
Ediciones DflClff, 1944. p. 44. hibirlo. Ya en los siglos XV y XVI la expansión internadonal
(141 /bid., p. 62. del comercio extiende a tal punto las inversiones lucrativas,
(151 De Santo Tomú, citado por H-,le,_op. cit., p. 55. que reivindicar las doctrinas de los primeros canonistas pare-
(181 La teología d9' trebejo desarrolladoen et último medio 1iglo nace del trabajo ce, a esas alturas, una obsolescencia. La primera concesión
desarroltlda en el último medio siglo nace de esta premisa tomi1t1, e lllber, I•
del hombre como causa segunda. Tainbilln puede considerarse un precedente eclesiástica a la nueva modalidad fue la doctrina del "damnun
importan18 al respecta ta visión eristotélica del hombre como
co -creador, ca­
emergens", que autorizaba el pago de intereses por préstamo
paz de concebir y ajecuuir. cuando ocurr.ía una dilación o retraso en el pago del mismo.
1171 Haessle, op. cit., p. 155.
En semejantes circunstancias el prestamista cobraba una mul-
1181 /bid., p. 199.
ta a la "mora". Otra concesión fue el reconocimiento de que
el prestamista merec fa una compensación especial por el ries-
go a que se expon fa. Finalmente, la prohibición del interés

'1
cayó en desuso.
La siempre necesaria alianza del poder económico y el ?
poder poi ítico hizo que la Iglesia encontrara recursos doctri- 1 •
narios para legitimar las prácticas mercantilistas. Esto no sig-.
nifica que mercaderes y eclesiásticos hayan compartido- la
misma ética, pues es en este punto donde hallamos valores .
irreconciliables. Como sei'\ala Gerard Mairet, "el problema éti-
co es la antinomia entre el fin y los medios;JÍa ética del bur- r' /
gués mercantilista, que se desarrolla en el siglo}( 111 al XV, no V
es ajena a ello... la ideología moral del negocio puede resu-
mirse así: el fin ·;ustifica los medios, y el fin es la ganancia...
la ética mercantil consiste en moralizar la ganancia, en consi-
derarla un instrumento de progreso, y al cambio como el in•
trumento más seguro de la civilización'� Entre mercadera
y banqueros hacen del comercio una virtud y del dinero un1
64 65

Más tarde, el ablandamiento de la autoridad doctrinal gracias colectividades semejantes, ni está asociado al dominio de una
a la Refor-nia, la exaltación del indi11idualismolW y del dere­ técnica que deba aprender de un maestro, ni forma parte de
cho natural y el naturalismo pragmático llevaron los proble­ un proceso productivo en sentido estricto. Por lo mismo,..91:-.
mas sociales a un terreno secular que le daba mayor movili­ rece de ataduras morales en el trabajo que lo lleven a sacrif i·
dad. La revolución en la técnica de cultivo agrícola destruyó car su sed de lucro por principi_os de lealtad al grupo o de re­
las bases de la economía feudal, "provocando la sobre_pobla­ conocimiento de jerarquías. _Es eSI! desprendimiento respecto
ción rural, una coñmutación creciente de los tributos feuda­ de la forma corporativa del gremio lo que le permite hacer de
les, el aumento de las deudas de los señores feudales y su ne­ la mera utilidad una éti�..
cesidad de recurrir al comercio y a nuevos métodos agrícolas La mistificación del dinero, o del oro mismo, llevó a
para surtir el mercado"16l. El despliegue comercial suscitado Colón a escribir con entusiasmo: "El oro es una cosa maravi­
por los descubrimientos marítimos cambió la agricultura de llosa. Quien lo posee es dueño de todo lo que desea. Con el
consumo por una de mercado, lo que ·precipitó el proceso de oro, hasta pueden llevarse almas al paraíso". Tal es ·la unión
cercamiento de tierras, fenómeno cuyo objeto era dar ma­ del poder eclesiástico al mercantil, o de la hegemonía del se­
yor eficiencia a los nuevos métodos de cultivo y ·convertir gundo sobre el primero. Lo cierto es que la estim_a del dinero
tierras arables en pastizales. En ambos casos la agricultura fue constante entre los mercantilistas, quienes bajo la lupa
se convirtió en apéndice de los.mercados, y este cambio en la del capitalismo comercial identificaban dinero y capital.• De
estructura productiva engrosó las filas de desocupijdos en el ali í su renuencia a acumular bienes y su preferencia por el
campo. dinero. Pero en lo que concierne al trabajo, los bienes guar­
La revolución comercial no tardó en insertar cambios en dan una referencia más personal con quien los produce, mien­
la organización de la producción y el trabajo. El comerciante tras la conversión en dinero y el despliegue del "lenguaje mo­
se convirtió en capitalista al dominar el proceso realizado por netario" no hace sino mediatizar el sentido del trabajo. En
pequeños artesanos, y las ganancias del mercader eran pro- esos términos, la desvalorización del contenido humano y dis­
· c:tucto det monopolto y de extorsión. Esta fase desembocaría tintivo de cada trabajo es, aunque no un hecho declarado,
más tarde en un capitalismo industrial embrionario; con la in­ una condición implícita en una economía donde el dinero ad-
dustrta a aomícmo. ·donde una clase especial de manufacture­ quierecada vez mayor peso. Poco interesa el proceso median­
ros-comerciantes empleaban a artesanos semi-independien­ te el cual se confeccionan los productos, los valores étiCQS
tes que trabajaban en sus casas (el siglo XVII sería escenario que acompañan la producción organizada, el esfuerzo creador
de la pugna entre el capitalismo comercial promonopólico y y la inventiva técnica del artífice. La circulación monetaria en
este capitalismo industrial incipiente). grandes proporciones hace del trabajo 'una actividad informe
La subordinación de la agricultura y de la producción cuyo valor lo· deciden los mercados. El origen del capitalismo
artesanal al comercio -y al lucro como finalidad última- dio es también el origen de la consideración abstracta del trabajo, 1

por tierra con valores que mantenían la cohesión en el feudo como un valor de cambio entre otros. 1

del campo y en el gremio de la ciudad. El sentido unitario y_ P_er��-Renacimi�ntoJ�_exaltación humanista opaca


solidario que caracterizaba el trabajo de la Edad Media, así todo lo que pueda haber de negativo en el concepto de traba-
como sus ideales autárquicos de autoabastecimiento, se vie­ 1º.,_EI humanismo del Renacimiento, que se origina en una re­
ron avasallados por la expansión geográfica del intércambio Jruerpretación de ciertos valores grecorromanos para oponer­
comercial y de la actividad·cambiaria. Si bien los comercian­ los a la doctrina eclesiástica medieval, destaca como valores
tes también se asocian y constituye·n monopolios como lo �remos del hombre ·1a razón y la voluntád. fil. hombre es
hacían los gremios, carecen de ese sentido de "familia" o de , voluntad racional, capaz de conocer y dominar la naturaleza. --
"riueva familia" que era el gremio corporativo, donde el arte­ La idea cristiana del señorío sobre la tierra reaparece ahora
sano sentía su vida cobijada y justificada por un oficio. El con una connotación muy distinta, antropocéntrica e indivi­
comerciante no es ni,lo suficientemente sedentario para crear dualista. Lo que aquí se exalta es el señorío humano sobre el
66 67
mundo; y si el hombre es tal en cuanto libremente diseña sus Del mismo modo que razón y voluntad, saber v poder,
fines, si él modela las cosas y su orden, si domina la naturale­ ciencia y técnica van unidos en el modelo renacentista, para . ~
za y el destino, es libre y responsable para conocer y crear, y Tomás Campanella, en su utópica "ciudad solar", saber y tra­
también para el trabajo. Así, la noción de "voluntad racio­ bajo 1orman ámbitos inseparables. En esta sociedad ideal no
nal" unifica el pensar y el hacer, tal como iban unidos en el
existe el divorcio entre el trabajo manual y el intelectual, y
comerciante. A diferencia de los griegos, los hombres del Re­ de lo que se trata es de adaptar la clase de trabajo a la capaci­ 1 '
nacimiento uñeñ elconodmlentoc1entífico al perfecciona­ dad singular de cada cual. "Ninguno entre los solares, dice
_miento técnico, y nada lo expresa mejor que las palabras de Campanella, tiene como vileza servir en la mesa... cuando al­
Leonardo Da v·inci: "El hombre es ojo abierto sobre el mun­ guien es llamado para cualquier trabajo lo hace como cosa
do; no sólo lo abraza y lo mide, no sólo usa de él y lo goza, honradísima, y no tiene esclavos, porque se bastan a sí mis­
sino que sabe vencerlo y lo domina".!asu utopía, el rena­ mos, aun se sobran. "IBl. Una vez más, la asociación de la au­
centista Campanella quiere romper el divorcio entre trabajo tarquía al trabajo, ahora como dignidad moral de cualquier
manual y trabajo intelectual. La nueva ciencia de la naturale­ tipo de trabajo. \ en la· república solar de Campanella el que
za, que desde Copérnico, Galileo, Bacon y luego Newton for­ todos trabajen facilita la organización del trabajo, permite re­
man la columna del pensamiento moderno, nutre y se nutre ducir las horas de labor de cada uno y deja a todos tiempo
de la técnica; ésta no se reduce a la mecánica aplicación de para la actividad. espiritual e intelectual, el goce de la vida y el
principios inmediatos y al uso de herramientas, sino que, a la descanso. Como Giordano Bruno, Campanella valora aquí el
par, se convierte en investigación de esos mismos principios, reposo y la quietud que el trabajo es capaz ·de generar y, de
en búsqueda de mayor bienestar y dominio. Los 7.000 esbo- paso, valora el trabajo que lo genera. Bruno exalta el ocio en
. zos técnicos de Leonardo, su concepción de puentes transpor­ tanto consecuencia del trabajo, y exalta el trabajo en tanto
tables, bombas de succión, cañones de 33 disparos, espoletas genera reposo y quietud; Campanella exal'ta la compensación
graduadas de tiempo, granadas de mano, bombas de gas, avio­ física y psicológica por el esfuerzo del trabajo: tiempo para
nes, parac.aídas, submarinos, pasos sobre y bajo nivel, etc., descansar, pensar, contemplar y gozar. "Entre los solares,
son algo más que la "tekné" de los griegos o el "ars mechani­ dice Campanella, repartiéndose a todos los oficios y las artes
ca" de los romanos. y las obras, no toca fatigar cuatro horas para .cada uno; si
La teoría heliocéntrica de Copérnico,,el concepto de in­ bien todo el resto es aprender gozando, disfrutaÍ\do, leyendo,
finito en Giordano Bruno, la teoría del movimiento de Gali­ enseñando, caminando y siempre con placer":
leo, y la filosofía de las ciencias de Francis .Bacon ensanchan Pareciera que en esta utopía la pena del trabajo se sopor-·
ilimitadamente la visión del cosmos, echan por tierra las limi­ ta por el sentimiento ciudadano que lo acompaña, a saber, la
taciones doctrinarias impuestas por el Dogma de la Iglesia y satisfacción por hacer un servicio colectivo. Lo· mismo decía
le proporcionan al hombre una ilimitada confianza en sus ca­ el comerciante respecto de su actividad: contribuye a incre­
pacidades de conocimiento y de dominio del mundo. La má­ mentar la riqueza de la ciudad. Y si Campanella expone una
xima de Bacon, "saber ·es poder", lo dice todo. Y no escapa concepción unitaria del trabajo, responde también al mayor
a Bacon la justificación moral: el hombre, afirma, perdió por poder' burgués ante el clero: no conviene sobrevalorar el tra-
el pecado original el poder sobre la naturaleza; nosotros debe­ . bajo intelectual sobre el manual. Eso daría argumentos a la
mos ahora recuperarlo por la ''gran renovación". Esta "i:enq­ vieja guardia. La utopía de Campanella combina, así, de rara
vación" es alianza de ciencia, técnica y trabajo humano; pues manera, el optimismo pecuniario y social de los burgueses, el
el trabajo, para Leonardo, "caracteriza al hombre que no se sentimiento corporativo del artesano medieval y el carácter
detiene jamás ni se adapta totalmente a un objeto en comple­ constructivo del ocio en Platón. No obstante, ni su ciudad
ta satisfacción, sino siempre procede por el ansia de un pro­ solar ni la Utopía de Tomás Moro constituyen proyecciones
greso infinito y por la melancolía de una perfección inalcan­ mistificadas del mercantilismo, sino por el contrario, reaccio­
zable"C7>. nes críticas de pensadores cristianos que, temerosos de la ato-
68 69

mización social que podía desencadenar el capitalismo comer­ antes teocrático, eclesiástico y cohibido, se emancipa en un
cial, reivindicaron, mediante el ejercicio utópico, el concepto sentido puramente individualista y humano, como pensa­
cristiano de la comunidad orgánica. miento libre, de individuos que cooperan en un proceso infi­
(;5 ¡' Si el poder medieval sobre la economía, apoyado en la nito. Ya no se circunscribe la actividad del pensamiento a sa­
.�utoridad y la tradición, se ejercía sobre empresas individua- tisfacer ciertas necesidades espirituales o educativas, sino que
s autá�quicas, co� la formación � la gran empresa capitalis­ es más bien ostentación de personalidades, que actúan movi­
�' su sistema fabril y de producc1on para mercados exteno­ _ das por una fuerza interna, donde el producir (prQducir cono­
f· cimientos, como el artista produce obras de arte y el capitalis­
�� res, la autarquía se vio suplantada por la competencia. Si eL
mundo corporativo de los gremios medievales contenía un ta bienes económicos) tiene un valor propio, que se aprecia
sistema de regulación de precios y una estructura monopóli­ corno obra y testimonio de una personalidad creadora. Al in­
ca, era para evitar esa competencia que el capitalismo manu­ telectual mo..�erno se le puede caracterizar como empresario
facturero no tardaría en convertir en ley. Si el precio de la se­ individualista"'1 º'. La mentalidad de conq1,1ista que Maquiave­
guridad del trabajador del medioevo era renunciar a parte de lo concibe como esencia del espíritu del príncice se da en el.
plano económico corno con.quista de nuevos mercados, en

't
su libertad, el precio de la libertad del trabajador, desde el si­
glo XV 1, sería convivir con la inseguridad en su trabajo, siem­ , el plano científico como conquista de conocimientos y de la
pre m.inado por los vaivenes en los mercados. fuerza de la naturaleza, en el plano fjl.Qsófico como exalta­
ción del hombre ante todas las Cosaslf.ero a pesar de esta
1 ¡_J.! espírity individualista d_e la nueva_burguJ�caba
.� �_2!l.el. e.spíriju_�rporatlv9- i:nediev�1}EHra6ajador asalariaao, · suerte de conmutabilidad entre espíritu mercantil y reflexión
l privado de la propiedid de sus instrumentos de producción, intelectual se registra la tendencia de desprecio mutuoi Boe­
se ve sometido al capital comercial y al espíritu del empresa- cio mira con desdén a los propietarios, pues considera que no
río burgués, quien, a diferencia del noble o del maestro me­ van más allá de sus intereses materiales, mientras a los comer­
dieval, es calculador y se guía más por la razón que por la tra­ ciantres habrían de parecerles ridículas las "pomposas arengas
dición. Para este émpresario, "sentimientos como el apego del de los humanistas".
labriego a su suelo y al hogar, o el honor profesional del me- El capital en dinero, es decir, la propiedad muet:?le, gene­
nestral, le son extraños, pues sólo cultiva la energía y la disci­ ra uñ concepto nuevo de tiempo. A diferencia de la tierra, la
plina aplicada al trabajo, y se cuida de adaptar muy claramen­ productividad del dinero no se in1de en espacio, sino en tiem­
te los medios por conseguir el fin propuesto"s>. Al desplazar po. La riqueza del suelo tenía un carácter estático y extensi­
el interés por los problemas del consumo en favor de los de vo, mientras el dinero· debe imponer un dinamismo intensivo:
adquisición,0_1 dinero, como capital adquisitivo, estimula el cuando cesa de moverse, deja de ser un.capital. El dinero en­
espíritu de empresa y la racionalidad enipresariaíl El nuevo carna la ·concepción dinámica de Galileo e impone un ritmo
tipo de hombre económico, caracterizado por esta fuerza mo­ inusitado a la actividad económica. La movilidad del dinero,
tora, expélnsiva y dominadora, es la versión mundana del hom­ en contraste con la tierra, convierte todo en movimiento,
bre conocedor y dominador de la.naturaleza invocado en el pone al mundo en constante cambio. Con ello, el tiempo se
ámbito de las ciencias y la filosofía. Es pertinente citar al-res­ convierte en un valor. Desde el siglo XIV las campanadas de
pecto una recapitulación que formula Von Martin:{)1 mis­ los relojes marcan el pulso en las ciudades italianas, corno
mo espíritu que en lo económico quebranta el principio me­ para recordar que el tiempo es bien escaso. Junto eón adrni­
dieval que se limita a la satisfacción directa de la necesidad y nistrar el dinero, se hace preciso administrar el tiempo. En
lo sustituye por una actividad adquisitiva ilimitada, actúa en una economía natural y de consumo directo, como la de la
lo poi ítico, donde un régimen abierto transforma aquel siste­ Edad Media, el tiempo, al igual que los otros bienes, se gasta.
ma rígido y preestablecido, en el cual el Imperio y el Papado En una economía donde el capital dominante es el dinero, el
aparecen como focos de una figura elíptica. En el terreno es­ tiempo, más que consumirse, debe ahorrarse. Los alcanées
peculativo se manifiesta el mismo proceso, y el pensamiento, psicológicos y psicosociales que esta nueva dimensión del
��.Jj ,j¿�
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71
ti po e ..JIJ J.Ji.,.,r
no es algo que corresponcfa evaluar aqu í,fg.ero administrable en vista a las ganancias, y una característica de
no está demás constatar que el nuevo concepto de tiemp
-tiempo a administrar, a prever,. a ahorrar- ha sido en o la racionalidad impersonal y objetiva del dinero y de la racio­ . 1

los nalidad de la nueva ciencia fundada por Galileo y Bacon es la


últimos siglos, a la vez que un importante motor de creci­
miento económico, un compresor ante necesidades de no reconocer obstáculos infranqueables. En eso reside,
meta­
1

económicas del hombre:""\ también, la "virtud" en ·su estilo renacentista, que Maquiave­
La nueva mentaliffirtj que acompaña la ética mercantilis­ lo traduce, en lo político, como el máximo aprovechamiento
ta renueva también el concepto dej'.'.ir�que tanto peso de todas las fuerzas potenciales y la eliminación de interferen­ 1

sófico y poi ítico tuvo en la Antig -


. üed:.id Clásic
a. Virtuoso es .
filo­ cias emotiyas: un mundo "virtuoso" será un mundo donde el
dinero, el telescopio o la estrategia poiítica todo lo pueden
ahora el ·gran empresario, audaz, iff•petuoso, emprended
1

embriagado con la soberbia que la moral cristiana había or, calc�r.


con-
:> 4b denado por siglos." La noción de virtud reviste, en el Renaci­

�ro esta racionalización de la actividad económica no
le sustrae al capitalista el espíritu emprendedor, sino, por el
miento, contenidos simétricamente opuestos a· los que
en otros tiempos. El gran empresario, el comerciante tuvo contrario, le sirve de apoyo para ello. Inseparable .del capita!_
o finan­ es en un primer momento el riesgo, y la racionalizaCIO · · n nace
cista próspero del Renacimiento, se considera virtuoso al de­
sarrollar sus actividades recurriendo a todos los medios y �orno un esfuerzO po��"Sin pe I',gro, exhorta Palmie­

t
re­ ri, no se hace nada grande", y esta "ética del riesgo", que une
girse por normas racionales calculables. Según Alberti, mode
lo de hombre renacentista, la prosperidad es la recompensa­ la inversión a la aventura ayuda a quebrantar el dogma del
divina por la buena direccióñaernegocio, que ha complacido "justo precio" que la Iglesia mantuvo por tanto tiempo: la
a Dios: "tal es el espíritu religioso del capitalismo, en el "prima al riesgo", rezará el nuevo canon, puede aumentar el
se admite, manteniéndose en la más pura ortodoxia, unaque precio de los productos (una ganancia por riesgo de corres­
es­ pondiente pérdida). Esta prima encuentra el consentimiento
pecie de cooperación entre la grazia y la propia habilidad,
se considera la "gracia" como una contraprestación, y moral de la Iglesia, y el teólogo Bernardino de Siena afirma
a la -l con e11tusiasmo la virtud creadora del capital.
que se tiene derecho contractualmente por la propia presta
ción "<111 .(Ca subordinación de la religión a esta nueva ­ {!I impulso al crecimiento económico y al despliegue téc­

'L
"vir-
tud", a esta ética de los negocios, será más tarde invertida nico trae el dominio del capital; hace que en un momento
p
Calvino, para��en los negocios son un buen servicio a or \ dado la concepción económica de la Iglesia se oriente hacia
Dios
y no vicever5.!:.):Ste concepto de virtud como espíritu de las tendencias del capitalismo, y la moral de la burguesía,
e:-J
__
presa y de dominación traspasa a la econom ,a la voluntad de como la de la Iglesia, coinciden en la imagen moralizada del
41b: aorñTnio sobre la naturaleza que impregna el espíritu cientí- mercader honestó.lSegún el propio Bernardino las ganancias
fico del Renacimiento, y es un primer pilar é�ico para la es­ se deben a la ayücl'a de Dios, y el Cardenal Oominici recono­
tructura capitalista que definirá la modalidad de trabajo en ce hasta una vocación para el .lucro, que lleva a hacerse rico.
los siglos siguientes. La disposición benevolente de la Iglesia rio fue del todo desin-·
La voluntad de dominio que el hombre del Renacimien teresada, porque "como la Iglesia se ve reducida a los medios
, to científico, pensador, comerciante, capitalista- -
quiere que nbtiene de la nueva capa económica directora, medios
ejercer sobre la naturaleza y sobre el mundo termina tamb que necesita para el funcionamiento de su aparato, debe aco­
por convertir al hombre en medio de esa dominación. ién modarse con dicha capa social, y hasta establecer con ella una
La idea
de explotación y aprovechamiento de la fuerza de estrecha unión, con lo que disuelve la antigua ordenación eco­
traba
como un medio para lo que Scheler llama la "transform jo, nómica y social y se produce una nueva mentalidad econó­
productiva de las cosas", contrasta con la relación ación mica"<12>.
feudal de
sumisión que a la vez envolvía un compromiso prote Esto no quita que la Iglesia haya mantenido reservas
parte del señor. En el régimen mercantil todo es medi ctor por considerables frente al orden mercantil -de hecjo, hasta hoy
ble y
72 73
objeta frontalmente todo orden fundado en el lucro y en la NOTAS DEL CAPITULO IV.
competencia-. Por otro lado, tanto en el pensamiento cristia-
no como en los propios trabajadores, siempre proclives a or­ ( 1) Gérard Meiret, L ''tique marr:hande, en Histoira des ldéo/ogies, dirigida por
Frencois Ch.telet, Par(a, Editions de le Hechette, 1977, vol. 11, p. 213.
ganizarse colectivamente, hay una voluntad que se contrapo- 1
ne al espíritu mercantil-individualista que domina la moderni­ ( 2) /bid, p. 214.
dad, y que a la competencia y al afán de lucro opon� el espí- 1 31 Citado por Mairet, ob. cit. p. 219.
ritu comunitario y los lazos de solidaridad orgánica. 1 ( 41 /bid. p. 226.
Sí bien la influencia de literatos y pensadores-el)rtesanos ( 5) Suele asc>ciarse el Renacimiento a la ex1lteci6n dal individualismo, pero
de ideas humanistas tuvo,.en el siglo XVI en Italia, el efecto esta vinculación. según afirma el historiador holandés Johan .Hulzinga, es la
de atemperar esta ética mercantilista, y si bien el burgués de imagen renacentista proyectada por Burckhardt en III obre La cultura dtll
Renacimiento en Italia. Oe hecho en el Renacimiento el indiYidu1li1tnO es
los siglos XIV y XV atenuó su·febril actividad "maximizadora "un rasgo entre tantos. que se topa con re19os completamente contradicto•
de beneficios" para compartir, en el siglo siguiente, los encan- -, ríos. Sólo la generalización infundamentada ha podido hacer del individua­
tos de la vida cortesana,� proceso de ruptura con el orden lismo al principio explicativo del Renacimiento". (Johan Huizinga, Th11
probl11t11 of th11 Ranaissanc11, en M11n and ld/181, p. 271, Nu- York, Meri­
estático del medioevo era 1rreversiblEJAI extremo que el pro- 1 dian Books, 1959, p. 281).
testantismo, movimiento popular que en apariencia consti-_.. 1 6) Roll, ob. cit. p. 50.
tuyó una reacción contra la alianza entre la Iglesia y los na­ 1 71 Battaglia, ob. cit, p. 85.
cientes empresarios, terminé) por legitimar, en la doctrina cal­ 1 81 Citado por B1tt1glia, ob. cit, p. 96.
vinista, el espíritu empresarial capitalista. Las connotaciones
que habría de adquirir el concepto de trabajo en los ideólogos
( 9) Alfred Von M1rtin, Sociologla d/11 R11nacimiBnto, trad. de Manuel PedrOIO,
México, FCE, 1946.p. 23.
de la Reforma harán de este concepto uno tan ambivalente 110) /bid, p. 64. Distinta ·es la posición de Johan Huizinga, quien 1firrn1 que el

r
como el de Santo Tomás, pero con características totalmente Renacimiento es mucho rÑ1 ri'gido y mano,· "moderno" de lo que suele
distintas. decirse, pues "su espíritu 11 en extremo normativo, y buscl crittriot eterna­
mente �I idos de belleza, gobierno, virtud o verdad. Tome uno I Maquiavelo
o Ourero, a Arfosto o Ronwd, todos ellos bulQn sistemas de arte o conoci­
miento impársonales, ciudadoumente del imitado• e inequívoeot. Ninguno
considera la ineccesible , inefable espontaneidad del hombre... " (Johan Hui­
zin91, Th• problem of th11 R11nai1sance, en M11n and ldtl111, NullYII York, Meri­
dian Book1, 1959, p. 2711. Pero con ello no se desmiente la esencia cre1dor11
del espi'ritu renacentista; simplemente se enmarca en un cuadro norrn1tiYo,
que sirve a fines prag,Ñtico1 y QUI bulCI 11 legalidad intrínMCa I las coeas
para poder dirigir!• con la ''Voluntad racional".
(11) /bid, p, 35.
1121 /bid, p.127.
75
I ./ i_¡;',; r
r¡ -- -v-') CAPITULO V. PROFESION Y EFICACIA DEL TRABAJO
EN LA ETICA PROTESTANTE

Lejos de ser una tendencia modernizadora que acompa­


ñe la gradual elasticidad de la Iglesia Católica frente al capita­
lismo comercial, la Reforma Protestante fue mucho más ho-
. mogénea con el espíritu medieval que con el individualismo
renacentista 11 > . La Reforma reacciona contl"a la creciente tole­
rancia eclesiástica frente al espíritu laico del capitalismo co­
mercial y de la vida en las cortes renacentistas. Con la Refor­
ma Protestante la restricción moral se desplaza de los estatu­
tos institucionales a la conciencia de cada individuo; esto no
implica un incremento en la libertad individual ni significa
que la ruptura al interior de la Iglesia sustraiga todo imperati­
vo a la acción pe_rsonal. Por el contrario, ese sacerdote impla­
cable que Calvino siembra en la conciencia de sus seguidores
hace de cada hombre un sacerdote mundano, un hombre de
trabajo y de familia, y a la vez un individuo de rígidos princi­
pios morales cuya transgresión no osa siquiera plantearse.
'CEi hecho de que la Reforma sea Ün freno a la laxitud doc­
trinaria de la Iglesia no significa que haya constituido un obs-
. táculo al desarrollo del económico y motor de la acumulaci6n
de capitai/Si hasta ahora hemos visto que todas las ideologías
muestran marcadas ambivalencias en sus conceptos económi­
cos y en sus nociones del trabajo, ninguna es tan ambivalente
como la Reforma.�· la vez que constituye un traspié ·en_el
camino a la flexibilidad moral (autonomía propia de la moral
.burguesa) es,_po.r otrQs de sus contenidos, un poderoso-funéfa­
mentó doctrinario para el desarrollo del capitaliJ!no ª>. La
original forma en que la doctrina de la Reforma compagina .la
subordinación al mandato divino con la acción e inciativa per­
sonal opone a la ética mercantil -burgueiia del siglo XV, que
tenía la ganancia como finalidad, una ética que, aunque reli­
giosa, va a valorar aún más el proceso de acumulación capita­
lista._§i para los burgueses de los siglos XV y XVI Dios era un
aliado estratégico en los negocios, pero nunca el fin de éstos,
para Calvino es impensable una actividad mundana que no
tenga a Dios como finalidad última.
En las páginas siguientes nos interesa rastrear, con Max
Weber, "la influencia de ciertas ideas religiosas en el deurro-
76
-
77
llo de un espíritu económico, o el "ethos" de un sistema eco­ puestas por la ley natural. El trabajo profesional'll es un ser-
nómico en la conexión del espíritu de la moderna vida e_conó­ vicio más, y es también la "mundanización" del servicio ecle­
mica con la ética racional del protestantismo ascético"º>. Es siástico. El trabajo al servicio de la utilidad social impersonal
a partir de esta relación que podemos comprender el concep­ tiene para el puritano un carácter divino, pues promueve la
to de traoájo latente en la tradición del Protestantismo y su glor.ia de Dios, que es voluntad del mismo Dios. Si la raciona­
relación ambivalente con el concepto típicamente capitalista
lidad social es querida por Dios como parte de un cosmos ar­
·de trabajo, entendido este último como capital humano o
mónico y racional, el trabajo que opera dentro de tal raciona­
factor de producción. lidad es sustituto del servicio monástico
Weber insiste en que la Reforma no elimina el control
Para el calvinismo, la doctrina de la predestinación que
eclesiástico sobre la vida diaria, sino que "repudia el control
divide a.los hombres en elegidos y condenados, y niega cual­
excesivamente blando ... en favor de una regulación de toda la
conducta que, penetrando en todas las ramas de la vida priva­ quier conmutabilidad entre ambos (se nace elegido y agracia­
da y pública, fue una carga infinita... "14>. Para comprender .do a la vida eterna o se hace condenado), exige, en contrapar-
cómo se combina el ascetismo y la piedad elcesiástica con la tida, dos requisitos: 1) que es deber absoluto considerase ele­
participación en la ·adquisición capitalista, es decir, para com- · gido y combatir toda duda, considerada ésta como tentación
prender como "un extraordinario sentido de inversi_ón capita­ demoníaca, pues la falta de autoconfianza es falta de fe, y
lista se combina en las mismas personas y grupos con las formas por lo mismo, es gracia imperfecta; 2) que ·es recomendable,
más intensas de piedad que penetra y domina sus vidas"l5>, como medio más propicio para alcanzar esta autoconfianza
será preciso subrayar algunas características doctrinarias sub­ de ser elegido, una intensa actividad mundana. Esta exigencia
yacentes al Protestantismo. El espíritu 'de progreso económi­ se debe a la desconfianza de Calvino en toda emoción y senti­
co y de sacrificio en el trabajo que se atribuye al Protestantis­ miento; la fe debía ponerse en evidencia "por -sus resultados
mo no debe entenderse, empero, como una tendencia al dis­ objetivos, a fin de suministrar un sólido fundamento para la
frute; por el contrario, está ligado a contenidos religiosos que certitudo salutis"19l, y convertirse así en una "fe eficaz". En
proscriben terminantemente todo usufructo hedonista de los contraste con las obras de amor, el servicio caritativo y· el
bienes. Sólo cuando el desarrollo capitalista se libera de la aporte al bien común promovidos por el catolicismo, la fe efi­
ética protestante, el consumo y el ·derroche se convierten en caz de Calvino se traduce en signos y muestras individuales,
prá_s¿icas dominantes del sistema. hechas para ratificar al propio ejecutor. No hay allí elemento
[J.1 principal nexo entre el Protestantismo y el.espíritu del __ solidario alguno.
"cap1talisnío lo establece la doctrina calvinista de la predestina­ Aunque insuficientes para alcanzar bienaventuranza, las
ción (&> , que encarna en el "Westminster Confession" de 1647 buenas obras, producto del. trabajo humano, son indispensa­
y que marca las confesiones protestantes: "Para revelar su ma­ bles como signos de gracia. Como condición de la certidum­
jestad, Dios por ·su decreto ha destinado (predestinado) a bre de la gracia estas ohras son necesarias para el logro de la
unos hombres a la vida eterna y sentenciado a otr::os a la eter- bienaventuranza. La realización de buenas obras permite
na muerte"C71. Dios es, a los ojos de Calvino, absoluto poder, saber si se es elegido y poseedor de la gracia, lo que "en la
y los hombres de�n dedicarse por entero a honrarlo. Elegi- práctica significa que Dios ayuda a quienes se ayudan a sí
dos o condenados de antemano, todos deben bregar para mismos ... el calvinis�--� crea, así, su propia salvación, o al
aumentar la gloria de Dios en el mundo, cada cual en su acti­ menosTa convlcción de ello"(1 0>. De este modo la doctrina de
vidad. El trabajo social del calvinista no tiene otra finalidad · la predestinación obliga a redoblar los esfuerzos en la activi­
que ésa, y el amor al prójimo debe servir para la gloria de dad generadora de "buenas obras'': el trabajo se convierte en
Dios, mas no para la de la criatura,-Óe allí desprende el cal­ ratificación de la propia gracia.
vinismo el imperativo de cumplir corrtás tareasprofesionalesim- Paradojalmente, la predestinación no nos lleva a cruzar­
nos de brazos sino, por el contrario, "a un autocontrol siste·
78 79
' según Lutero, contrariar la ley de Dios; y Dios asigna a cada
mático que en todo momento nos pone ante la inexorable
alternativa: elegidos o condenados"111 1('La maratón impuesta ·cuarsu lugar, siendo aquél que-permanece donde ha sido colo­
por la necesidad de confirmar� a cada rrlomento, el rango per- cado por Oiós el que mejor le honra. La profesión'en Lutero
sonal ante la determinación de Dios, hace de cada hombre no -es; cie esta man�ra, la forma espéc ífica que cada cual tiene
sólo un sacerdote para su propia conciencia, sino también un . para servir a Dios; y la mejor forma de hacerlo es realizando
trabajador incansable y nunca del todo satisfecho. Siempre . el trabajo "profesional" con el máximo de perfección posible.
serán escasas las pruebas que puedan acumularse pa·ra compa- No hay profesiones más dignas que otras; la dignidad de cada
recer ante el juicio de la propia conciencia e insuficiente el uha depende del esfuerzo invertido y del cuidado consagrado
de ella. El trabajo, pues, entendido como profesión (como
trabajo que pueda realizarse en la producción y promoción de
buenas obras. Los luteranos se opusier9n con firmeza a este - 1
actividad convocada por un llamado divino), sustituye la vida
monástica. Si por un lado el principio luterano de la justifica­
principio calvinista, pues contrariaba la visión que ellos te-
nían del trabajo como "remedium peccati"<12,. ción por medio de la fe (principio que Calvino rechaza y con­
sidera débil) niega toda autoridad rl!ligiosa-institucional y
Hasta aquí podemos destacar una valoración a la vez ne- _ - permite la emancipación de la vida económica entregada a sus
gativa y positiva del trabajo en la doctrina calvinista. Negati- propias leyes, por otro lado la noción de profesión, como
va, porque el· trabajo nunca es condición suficiente para la sinónimo de vocación o de ."llamado", da al trabajo un senti­
posesión ·de la gracia; positiva, porque es siempre condición do religioso que lo realza moralmente. Toda ocupación pone
necesaria para la certeza de ser un elegido. Años.antes Lutero de relieve nuestra vocación divina y funde así lo mundano
le había asignado al trabajo-'1-emedium peccati"- un carác- con lo divino.
ter penal y educacional, a �rtir de lo cual había concluido Pri�ro Lutero, y más tarde, en la misma I ínea, Calvino,
. 1 que todo aquél qúe pudiese trabajar, debiera hacerlo; para rompieron con la idea medieval de que el ascetismo, cuanto
"'
Calvino el trabajo no redime ni modifica nada, pero es el es­ más integral, más debía apartarse del mundo. Max Weber pa­
v· , ·\)fuerzo �ás viable para lograr el éxito y, con ello, la �erteza de
{ ;;
rafrase&- a SeQastián Frank afirmando que la Reforma convir­
\,, .P\tJ la gracia. Lutero condena como ego,sta y carente ·cte efecto tió a cada .cristiano en monje para toda la vida. A partir de
11 humano la vida contemplativa y monástica que evade los
. ,., entonces el ascetismo monástico se trasmuta en rigor profe­
compromisos sociales mundanos; Calvino, si bien extiende el sional. Atafirmar que la fe debe comprobarse en la vida pro-
deber del trabajo mundano a· toda la comunidad. no lo hace Jesiona°I, el calvinismo es ·aún más radicaJ qÜeeT luteranismo y
para fomentar el afecto humano, sino la gloria de Dios, para la niás útil a la dinámica del capitalismo. Para el puritanismo pos­
cual ha de trabajarse "racionalmente", de manera organizada teríor, -sostTene Weber, "la santificación de ra vida podía aá�
y calculada. Ambos coinciden en que la finalidad del trabajo
'tar un- carácter análogo a un negocio comercial". Esta metodi­
no debe ser la ganancia; pero mientras Lutero afirma que el
zacíOn de la conducta ética es específicameñté calvinista. Para
objeto del trabajo es ganarse el sustento, Calvino afirma que el c·atólico la absolución de la Iglesia era una compensación
su finalidad es generar más y má obras y riquezas a la honra
de Dios.· . por sus pecados e imperfecciones, y para el protestante lutera­
� no la vida también estaba compuesta por sucesión de pecados,
_....�gún· Lutero cada cual debía limitar su actividad laboral
a �narse el sustento, y debía hacerlo dentro de los I imites de buenas obras, debilidades y méritos; Para el puritanismo calvi­
la profesión para la cual había nacido. A diferencia de Calvi­ nista, por el contrario, estas facilidades no debían concederse,
no, postula que cada cual está destinado a· una profesión (un y ningún buen obrar podía compensar horas de debilidad o
distracción. El Dios calvinista no exigía a sus seguidores obras
"calling"), es decir, a "profesar"· una actividad que le manda aisladas o esporádicas, como sucedía con el catolicismo, sino
la naturaleza. Con este argumento condena la movilidad ocu­ que esperaba de ellos una vida de buenas obras, sin ciclos de
pacional propia del nuevo capitalismo comercial y financiero:\ pecados, olvidos y· ar'repentimientos. Así, "la condu�ta moral
tratar de escalar en la jerarquía social mediante el trabajo es,
80 81

de un hombre promedio fue, pues, privada de su carácter asis­ "censurable si se hace a expensas del trabajo diario de cada
temático y carente de planificación y sometida un método cual "t14>.
con�uente para toda su conducta"t13J. La exaltación que el ascetismo puritano hace del trabajo,
t Esta vida organizada constantemente en torno a las bue- su vaforación del tiempo como un bien precioso y la austeri­
nasobras cambia el "trabajar para .vivir" por el "vivir para dad que prescribe como forma de vida son valores que contri­
trabajar":-E1 control metódico que el puritanismo impone­ buyén en gran medida a estimular la inversión y restringir el
sobre la totalidad de la vjda del hombre convierte la actividad consumo, y con ello, fomentar el desarrollo de la economía
profesional en un ·nuevo ·élaustro. El trabajo no es sólo una .capitalista. La doctrina de la profesión aboga también por la
constricción vital, sino también moral. El imperativo· moral especialización y división del trabajo y por la organización ra­
de la eficacia lo convierte en un esfuerzo sistemático y racio- cional y continuada de este último. Weber señala que para el
nal. Aunque esta concepción diste mucho de aquélla que puritano la vida que carece de profesión no -tiene el carácter
encontramos �n los textos clásicos de la economía, sirve, em- metódico y sistemático que exigE! la ascetización ( lacumula·
pero, como fundamento para una actitud que beneficia el ción?) de la vida en el mundo.lA diferencia de Lutero, para
desarrollo capitalista: la actitud sistemática y calculada, el es­ Calvino no importa que se tru«tfue una profesión por otra; el
fuerzo incesante que·hace posible la acumulación necesaria acatamiento a Dios en lo profesional no implica conformarse
para el acrecentamiento del capital. con la profesión que se tiene originalmente, sino trabajar
A diferencia del luteranismo, el calvinismo no creía en la · racionalmente en ella."JSi uno de los fines que el puritanismo
conquista de la gracia mediante el arrepentimiento y exigía a adscribe a la profesióri es el provecho económico, optar por
cambio la "racionalización sistemática de la vida moral". Esta una profesión capaz de aportar mayores utilidades es obrar
racionalización de la conducta con fines últramundanos, con­ conforme a la moral. Con 1.a riqueza se honra a Dios, y mien·
cluye Weber, "fue el efecto de la concepción que el protes­ tras sólo se le consagreiello es buena y loable:· "El ascetismo
tantismo ascético tuvo de la profesión". ¿y cuál ha de ser el laico del protestantismo, señala Weber, actuaba con la máxima
fruto de la combinación de una vida consagrada a la profesión pujanza contra el goce despreocupado de la riqueza y estran-.
y a la austeridad, sino la acelerada acumulación de bienes de guiaba el coñsumo ... en cambio, en sus efectos psicológicos,
capital, de infraestructura productiva, de dinero destinado a .... _. destruía todos los frenos que la ética tradicional ponía a la ·
la inversión? · aspiración a la riqueza, rompía las cadenas del afán de lucro
· r€I puritanismo posterior a Calvino es aún más riguroso y
-
desde el momento que no sól.o lo legalizaba, sino que lo con­
· co�a toda aspiración al enriquecimiento con bienes mate­ sideraba como precepto.c:,ivino: la lucha contra la sensualidad
riales. Lo que reprueba es el descanso que facilita la riqueza, y el amor a las riquezas no era una lucha contra el lucro ra­
su disfrute, la sensualidad y ociosidad que la riqueza hace cional, sino contra el uso irracional de aquéllas". La paradoja
posible. El hombre que quiera cerciorarse de su estado de del calvinismo radica en que alienta el esfuerzo 1ncesante y,
gracia aquí en la Tierra no puede darse descanso, pues la a la vez, la incesante renuncia a los frutos de ese esfuerzo.
gloria de Dios se aumenta con obras y no con descanso':" Des­ Con ello, un nuevo uso � da a la ganancia: tan pronto se ad·
perdiciar el tiempo en algo que no contriouye a hoñrar a quiere, se la reinvierte para incrementarla, y así sucesivamen­
Dios -en la vida social, el lujo, el ensueño, las .vacaciones, el te hasta el fin de los tiempos. Esté' valoración ética del "traba·
mero ocjf>- es poner en peligro nuestro destino a incurrir en jo incesante, continuado y sistemático" en la profesión, como
pecadol_1a concepción mercantil del tiempo se transmuta en medio ascético y como comprobación tangible de la veraci·
una concepción del tiempo como "tiempo para salvarse",\ dad de la fe, fue un magnífico resorte moral para la difusión
conservando su carácter apremiante, su valoración como un-' de la c·oncepción de la· vida im{>I ícita en lo que Weber llama
bien escaso y la exigencia de administrarlo maximizando su "espíritu del capitalismo.''i "'eber lo expresa con precisión:
rendimiento: todo tiempo es poco para servir a Dios. Así, la ''Si a·ra éstrañgulación del consumo juntamos la emancipa,
contemplación inactiva también· carece de vafor, e incluso es
82 83

c,on del espíritu de lucro de ·todas sus trabas, el resultado la tierra un reflejo de la majestad divina. Este mandato, con
inevitable será la formación de un capital como consecuen- sucüfto al trabajo por el trabajo mismo y a la riqueza, y con
cia de esa coélcción ascética para el ahorro. Como el capital su desprecio por el descanso y el p er, establece un prece­
formado no debía gastarse inútilmente, fuerza era invertirlo dente específico de fa modernidad � lEn qué medida subsiste
en finalidades productivas. Naturalmente, la magriitud de este hasta nuestros días esta fiebre de ac 1v1aad y esta visión peyo­
efecto no puede calcularse en números exactos� rativa del ocio, de la distensión, de fa recreación? Si bien son
De este modo, fa conducta racional que e!.,.puritanismo cada vez menos los que asocian el trabajo a la gracia y a la
propulsó y que se tradujo en la formación_ de capitales fue la predestinación, son muchos más los que, consciente o incons­
antesala _del moderno hamo economicus(Las ideas puritanas, cientemente, asocian el trabajo al bien, el ocio a fa culpa, y
claro está, fracasaron cuando el hombre='moderno cpmpren­ consideran un mal uso del tiempo el que lo consagra a activi­
dió las ·posibilidades que le ofrecía su propia rique� En la dades no rentablés./.Esta mentalidad es, por un lado, heredera
fantasía popular, el peregrino ascético fue sustituido por el de la moral calvrnís't�•{ por el otro, de la mentalidad mercan-
Robinson Crusoe, hombre económico indep·endiente que tra­ 'tilista y dineraria. La unión de ambas combina valoraciones
baja para sí mismo. De la tradición puritana quedó la actitud diametralmente opuestas del trabajo (la primera como testi·
que cristalizó en la acumulación capitalista, pero el llamado monio de la gracia y la segunda como generador de capital),
de la moderna sociedad de consumo -sociedad que el ahorro pero con efectos similares en la conciencia humana: que el
y la inversión hicieron posible- fue disipando grad1,1almente tiempo es ort/ y hay que utilizarlo "productivamente" me­
el fervor ascético y sustituyéndolo por los valores hedonistas diante una especialización creciente-:-)
que hoy imperan y rigen la vida social y económica del capi­ El puritanismo introduce en stf'tabla de valores un ele­
talismo. Actualmente el capitalismo ya no requiere de estos mento·de esencial importancia para la consolidación del futu­
fundamentos doctrinarios, pues descansa en su propia diná­ ro homo economicus: la eficacia. Para el calvinista, la fe ciega
mica. El trabajo racional, constante y especializado, sigue necesfta el auxilio de una fe "eficaz". La eficacia de la fe es
siendo pilar del ·régimen productivo; pero su valor es, ahora, su mundanización; la fe debe traducirse en obras palpables y
mero valor económico, y nadie espera ya verificar si ha sido debe ser mundanamente fecunda. El "ora et labora" de los
tocado por la gracia mediante el esfuerzo maratóniéo del pu­ benedictinos se reduce a un "laboraet. labora". La paradoja,
ritan.ismo de los siglos XVII y XVIII. ya mencionada en páginas precedentes, de que la predestina­
Conforme a los preceptos calvinistas, para que el trabajo ción no neutraliza la actividad humana sino, por el contrario,
plazca a Dios debe ser incesante, prolongado, metódico, dis­ la lleva a una intensidad nunca vista', nos lleva a otra paradoja:
ciplinado, racional, uniforme y especializado. Elegir el "lla­ el hombre, en tanto trabajador, fabrica su vida, es el artesano
mado" a "profesar" -a ejercer la profesión- y seguirlo con de su propio destino, crea su mundo y se desenvuelve creán­
toda la energía disponible es deber religioso. Es así como el dolo; pero en tanto hombre, es tan ¡ólo víctima o mario­
calvinismo establece los cimientos de fa rigurosa disciplina de neta y carece de liberad para alterar su "destino'!. Así, me­
la fábrica moderna que se funda en la división del trabajo y diante su trabajo el hombre afirma su libertad, pues crea y
desplaza las formas distendidas del artesano independiente. El edifica un mundo. Pero al mismo tiempo afirma su sumisión,
puritanismo que se desprende del calvinismo va aún más lejos puesto que su trabajo es un medio para confirmar su pre-des­
y enseña a extraer del trabajo el máximo posible de ganan­ tino. Esta paradoja del trabajo, por la cual éste es, al mismo
cias, pues el éxito es la indicación precisa de que la profesión tiempo,. afirmación de la iniciativa del hombre y negación de
ejercida complace a Dios. A mayor ganancia, mayor certi­ su libertad, toca un rasgo fundamental del trabajo humano.
_dumbre de ello. Este reúne en su seno elementos contrapuestos: en la medida·
(].1 calvinismo invita a vivir en el mundo pero al mismo en que es actividad transformadora, y que debe enfrentar un
\ ��o a negarlo, a trabajar en él y enriquecerse para hacer de material objetivo 10 intersubjetiva) y asumir con él una acti-
84 85

tud modeladora, el trabajo es creación y, por lo mismo,afir­ NOTAS DEL CAPITULO V


mación de la libertad humana. Pero a diferencia del juego o la
recreación exige de quien lo ejecuta un esfuerzo organizado, ( 11 Véase al respecto Von Martin. ob. cit. y Huizinga, ob. cit.
constante y eficaz, obliga a acatar cierto orden, disciplina y ( 21 YÑse Max Weber, La tita proi.nani. y al asplritu del capir.livno. donde
formas de organización y de aplicación de técnicas o conoci­ se muestra la estrecha ligazón entre los contenido, ideológico, de la Reforma
mientos. y la acumulación capitalista, sobre todo h11ta el siglo XVIII. El anMi,is de
Weber ,er,, en este capítulo, et eje de nuestro desarrollo.
Repitiendo a Weber, es difícil medir hasta qué punto el
3) Max Weber, Tha proi.1t11nt 11thic ,nd 1h11 spirit ofc,pit,lism, Gran Bretalla,
ascetismo laico impuesto por la tradición calvinista contribu­ George Allen end Unwin Ltd., 1952, p. 27.
yó en la formación de los grandes capitélles durante los siglos 1 41 /bid, p. 36.
XVII y XV111, llevando al capitalismo a su fase avanzada. La
( 51 /bid. p, 42.
fundamentación del esfuerzo sistemático, racional y prolon­
( 6) Según la doctrina de la predestinación un pequello grupo de elegidos entre los
gado en el trabajo, concebido como parte indiscernible de la hombres está "tocado" por la gracia y, con ello, goza de vida eterna, mien­
racionalidad universal impuesta por mano divina, también trat et r11to de lo, hombres esté condenado de antemano a la muerte eterna.
contribuye en un grado difícil de determinar a la división del No hey, frente a la predestinación. nada que el hombre puada hacer para
alterar su destino.
trabajo industrial. El concepto de profesión_, primero en Lu­
tero y más tarde en Calvino, consolida ideológicamente el ( 7) Westmi nstar Confeuion, citado por Weber, ob. cit.

proceso de especialización cada vez mayor del trabajo, con la ( 8) Por profesión entendemos, en el sentido luterano y calvinista de la palabra, la
vocación personal, concebida como llamado divino II de111mpellar tal o cual
consecuente parcial�zación y fragmentación de oficios me­ trabajo. 1v•-waber. ob. citl.
diante el trabajo fabril y la producción en gran escala. Pero la ( 9) Weber,ob. c/t.,p.114.
profesión tuvo para el Protestantismo un sentido trascenden- (101 /bid, p, 115.
te. Y...l!icacia de la fe< que Calvino consideró valor indisceo­
(111 /bid, p, 115•
.!lble-.en la v@a-del buen cr-ist1año,se c9nvirtió � .OOMJ efica­
(121 El trabajo como r11madium p«:Cllti equivale II le salvación por medio de las
\. �V esta va!oráción eje la_jfigcia.camo...hieñen si..Jllism.o..ha-
- ·
. contribuido tanto a la destrucción C(?mo _ al_ pr�r�jSU;ie..Ja_. obras. Para el calvinismo las obras sólo bastan para sal»r111 ... vado, paro no
para lllvarw.
\ _civilización.
(13) /bid, p. 117,
(14) /bid, p. 159.

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