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MUSEO HISTORICO NACIONAL

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SINTESIS
SOBRE LA

REVOLUCION DE MAYO

POR

RICARDO LEVENE

BUENOS AIRES
-1955-
SINTESIS SOBRE LA REVOLUCION DE MAYO
MUSEO HISTORICO NACIONAL

11

SINTESIS
SOBRE LA

REVOLUCION DE MAYO

POR

RICARDO LEVENE

BUENOS AIRES
-1955-
ADVERTENCIA

La Dirección del Museo Histórico Nacional, empeñada en divul-


gar el conocimiento de la Historia Argentina, recoger y hacer suyas
todas las manifestaciones culturales que tiendan a aquel fin, da hoy
a la publicidad la conferencia que sobre la Revolución de Mayo pro-
nunciara recientemente el doctor Ricardo Levene, Presidente de la
Junta de Historia y Numismática Americana, ante un auditorio selecto
como es el que congrega en su salón la Asociación Amigos del Arte • ,
"Síntesis sobre la Revolución de Mayo" se titula el trabajo del
doctor Levene, y a la trascendencia del tema, encerrado dentro de li-
mites propios para su cabal comprensión aun por aquellos que sólo po-
sean acerca de él conocimientos superficiales, se une en este caso la
versación del autor en la materia, sobre la cual tiene escritas obras
qae constituyen, desde el punto de vista documental e histórico, un
aporte valioso como la presente síntesis para el esclarecimiento del pro-
ceso revolucionario de Mayo.
El Museo Histórico Nacional entiende cumplir una de sus nobles
finalidades divulgando este trabajo del doctor Levene. especialmente
para los profesores de historia que con sus alumnos visitan el Museo.
a fin de que su lectura contribuya a afianzar una orientación veri-
dica en la interpretación de los orígenes nacionales.

FEDERICO SANTA COLOMA BRANDSEN


Director.
SINTf.515 SOBRE LA Rf.VOLUCION Df. MAY0< 1>

Orientación de los estudios históricos argentinos. - Dos conceptos fundamenta•


les sobre la Revolución hispanoamericana. - Fuentes ideológicas hispánicas e
indianas de la Revolución de 1810. - El escenario. - El proceso de la
Revolución de Mayo. - El drama de la Revolución y sus tres momentos
sucesivos. - ¿Dónde está el pueblo? - La Revolución desde el punto de
vista político. - La Revolución desde el punto de vista económico. - La
Revolución desde el punto de vista cultural. - El mundo moral de la Re-
volución de Mayo.

ORIENTACION DE LOS ESTUDIOS HISTORICOS


ARGENTINOS

Avellaneda estampó esta conocida frase, hace ya casi tres cuar-


tos de siglo, en su fragmento "Sobre el Congreso de Tucumán":
"La historia argentina no ha sido aún escrita". El gran estadista
fundaba su afirmJación en que nuestros hombres de letras entregados
a las agitaciones de la vida pública no han podido dedicar a su es-
tudio sino días fugitivos o las últimas horas de una existencia fati-
gada . En la imposibilidad de acometer la gran empresa, escribie-
ron biografías, pero la historia de un pueblo no puede perderse en
la de un grupo de hombres, la vida libre con sus cien mil voces no
puede abismarse en un monólogo •
Se impone reconocer que el historiador es una vida consagrada
y de ella procede su autoridad .
Historiadores argentinos con vocación y vasta experiencia hu-
mana, han¡ escrito gran parte de la historia nacional, empezando por
Mitre, a quien cito, porque con el autor de las obras "Historia de
Belgrano y de la independencia argentina" e "Historia de San Mar-
tín y. de la emancipación sudam:ericana", la historia social y heroica
íntimamente fusionadas, se crea una escuela histórica por el concep-
to y la técnica. Esa labor se intensifica a principios de este siglo y
continúa realizándose desde distintos sectores, en las instituciones
culturales y universitarias donde se está haciendo paciente y objeti-
va investigación del pasado, y particularmente en la Junta de Hi~
toria y Numismática Americana, en el Instituto de Investigaciones
históricas que dirige el doctor Em:ilio Ravignani y en las Universi-
dades de La Plata y Córdoba.
Pero el historiador profesional suele incurrir en el error de cons-
truir la obra con carácter técnico predominante, de donde resulta
una historia esotérica y sin alma, envuelta en el aparato desconcer-
tante de la erudición.
(1) Conferencia leida en "Amigos del Arte", (11 de septiembre de 1935). El
autor comenzó agradeciendo a la señora Elena Sansinena de Elizalde, presidenta
de "Amigos del Arte", la honrosa invitación para ocupar tan prestigiosa tribuna.

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La historia está hecha por el pueblo y para el pueblo y es fuen-
te perenne de su cohesión social . La cultura histórica es parte vi·
tal de una cultura general. Hay que difundir el conocimiento de la
historia patria arraigando el sentido de continuidad en las genera-
ciones.
Si los tiempos actuales se distinguen por la grave disociación
del pretérito y el presente, como ha dicho un pensador contempo-
ráneo, yo agrego que ese hecho acusa la ignorancia del pasado o su
deficiente estudio como dogma inmutable y no como saber emoti-
vo y reflexivo sobre los antepasados cuyas fuerzas continúan en nos-
otros . Somos culpables de esta disociación e incomprensión. Pue-
blo que no sabe su historia no sabe donde va porque ignora de
donde viene . Para que exista una nación, según la frase de Renan,
hacen falta recuerdos comunes de ayer, además de una voluntad
común en el presente. Debemos formar esta conciencia en el pue-
blo argentino de que hemos hecho grandes cosas juntos y de que
queremos hacer otras todavía, encadenando la Argentina de nues-
tros mayores con la Argentina que vivimos .
Ahora mismo, la Junta de Historia y Numismática Americana
con el decidido auspicio del Poder Ejecutivo y por Ley de la Na-
ción, está dirigiendo la publicación ·de la Historia argentina, con la
colaboración tle investigadores especialistas conforme al modelo de
grandes obras históricas universales, sin perder de vista la necesidad
de hacer síntesis, que es a la vez término y etapa, un inventario de
lo hecho y un programa de trabajo a cumplir.
La historia de todos los pueblos se renueva, no sólo porque se
ensancha el horizonte, con la conquista de nuevos espacios retros•
pectivos sino porque cambia el criterio de comprensión del pasado.
Hay libros de historia que envejecen aceleradamente que son los
alegatos interesados y sectarios y no precisamente aquellos dedica-
dos a los ápices de la historia, porque el am¡or humano acendra aún
las cosas pequeñas; y hay libros de historia que contienen lecciones
perdurables aunque se disienta con ellos y son los que evocan las
épocas y los hombres, describen los acontecimientos y los siguen en
su marcha ..
Este es el drama de la pequeña historia y la filosofía de la
grande historia y esta es también su juventud: el pasado se proyecta
en nosotros reviviendo, coloreándose del pensamiento y sensibilidad
del presente que retrovierten y lo vivifican.
La juventud de la historia es la de la humanidad, la humani-
dad como la concebía Pascal: un hombre que no muere nunca y
asciende constantemente .

DOS CONCEPTOS FUNDAMENTALES SOBRE LA REVOLU-


CION HISPANO AMERICANA

Vuelvo sobre el tema de la Revolución de Mayo, al que he de-


dicado años de estudio .
He proyectado la esquemática síntesis que va a continuación,
dejando mucha materia que excede al tiempo disponible en esta
oportunj.dad .

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Hay dos conceptos fundamentales sobre la Revolución Hispa-
no-americana, que son:
1.º El concepto genético, por oposición a la historia externa o
explosiva, debiendo exarnjnar el investigador antes que los hechos
producidos, las fuentes de los mismos y su proceso de formación,
punto de vista que conduce a una explicación racional del desmem•
bramiento de 181 O y a la estructuración autónoma de los nuevos
estados.
2." El concepto integral, o el de que el Virreinato del Río de
la Plata formaba un solo organismo con América hispánica y Espa-
ña, vinculados los distintos distritos políticos por la unidad del go-
bierno, la legislación y el idioma, aunque con profundas diferencias
que los distinguían entre sí.

FUENTES IDEOLOGICAS HISPANICAS E INDIANAS DE LA


REVOLUCION DE 1810

La Revolución de 1 81 O está enraizada en su propio pasado y


se nutre en fuentes ideológicas hispánicas e indianas .
Se ha formado durante la dominación española y bajo su in-
fluencia, aunque va contra ella, y sólo periféricamente tienen reso-
nancias los hechos y las ideas del mundo exterior a España e His-
pano-América, que constituía un orbe propio . Sería absurdo filo-
sóficamente, además de serlo históricamente, concebir la revolución
hispanoamericana con exterioridad simiesca, como un epifenómeno
de la Revolución francesa o de la norteamericana.
El solo hecho de su perduración en veinte o más estados libres,
es prueba de las causas lejanas que movieron a los pueblos de Amé-
rica a abrazar con fe el ideal de su emancipación .
Las fuentes ideológicas de Ja Revolución de 181 O son hispá-
nicas e indianas.
No sólo grandes humanistas tenía España a principios de la
Edad Moderna, sino hombres consagrados a las ciencias geográfi-
cas, experimentales y abstractas.
El descubrimiento de las nuevas tierras amplió el horizonte del
espíritu. Produjo un despertar del alma y el incendio de Ja imagi-
nación, con los relatos de las maravillas del mundo descubierta. Se
forjaron todas las leyendas, fantásticas hoy, posibles entonces, des-
de las ciudades fabulosas por su riqueza, hasta Ja existencia de la
fuente milagrosa que dá la eterna juventud .
En ninguna parte de Europa como en España proliferó una li-
teratura política, de marcada tendencia liberal y antimonárquica,
contraria a Ja monarquía absoluta, como las obras del Padre Rivade-
neira o la de Saavedra Fajardo, escritas para criticar el maquiave-
lismo que era la política de Ja astucia, la mentira y el interés.
La idea igualitaria impera en esta literatura española.
La idea igualitaria de Jos estados entre sí, que es la tesis de
Francisco Vittoria, el creador del derecho internacional público; la
idea igualitaria de los miembros que integran la sociedad política,
que es Ja tesis del Padre Mariana, y l~ de Suárez, que funda la exis-
tencia del Estado en el consentimiento de los hombres, adelantán-

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dose a la .··teoría del Contrato Social de Rousseau, y ambos y otros
más, que explican el derecho de resistencia o de revolución contra
la tiranía; la idea igualitaria de los hombres entre sí, cualquiera
sea la raza, que fué el pensamiento de la reina Isabel y escribieron
o lucharon por su realización aquel apóstol combativo de la libertad
de los indios y aún de los negros que fué Bartolomé de Las Casas
y el defensor de los criollos d~ América, que fué Juan de Solorzano
Pereyra.
Tal literatura abraza la extensión de los siglos coloniales, aún
el siglo XVIIII, cuando España se despañoliza con la dinastía Bor-
bónica . Es más . Al tema político se ha sumado el. económico, y los
escritores de la décima octava centuria, Uztariz, Campomanes, Jo-
vellanos, a quienes se puede llamar economistas de Indias, plantean
sus problemas vitales con tendencia reformista para concluir con el
monopolio.
Lo dicho no impide reconocer la relativa influencia, en la Re-
volución de 1 81 O, de ideas universales, pero a través de España y
su idioma. El Adam Smith, autor de "La riqueza de las naciones.. ,
citado en los debates del Consulado de Buenos Aires, es el tradu-
cido al español por Martínez de lrujo y "El Contrato Social" de
Rousseau, reeditado por Mariano Moreno en 181 O y no traducido
como se ha dicho equivocadament·e, lo fué utilizando la edición es-
pañola de 1804, probablemente de Jovellanos. Además de tradu-
cidos, Adam Smith y Rousseau, circularon en compendio o frag-
mentos, o sea sólo parcialm~nte. Así, interesaba, el punto de vista
de la libertad de puertos o comercial, del primero y no la libertad
para las industrias que no existían y el concepto de la soberanía po-
lítica del segundo y no su prédica contra la iglesia, como que Mo-
reno declara en su prólogo que suprime de la edición de Buenos
Aires las partes en que el autor desvariaba sobre la religión.
Entre la muchedumbre de juristas y publicistas hispánicos e in-
dianos destaco la significación americana de Juan de Solorzano Pe-
reyra en la primera mitad del siglo XVII y de Victorian de Villa-
va, en la segunda mJitad del siglo XVIII, magistrados españoles que
actuaron en las audiciencias del Perú y Alto Perú respectivamente.
Son figuras ejemplares por su talento y carácter, que proyectaron
dilatada influencia en el espíritu de los criollos.
Solorzano es de los pocos escritores que defendieron con amor
a los americanos, exaltaron sus virtudes y capacidad y proclamaron
el principio de reconocerles iguales en derecho como a los españo-
les. Casi todo el capítulo XXX del libro tercero de la "Política In·
diana" -la gran obra de derecho y sociología escrita en los tres
siglos de la dominación española- es un alegato en favor de quie-
nes Solorzano decía que "no se puede dudar que sean verdaderos
españoles" aduciendo abundantes razones para convencer la igno-
rancia o mala intención de los que no aceptaban ese principio . Se
había llegado a poner en duda si los criollos podían o no ser orde-
nadol\ sacerdotes. Al Padre José de Acosta quien decía de los crio-
llos "que maman en la leche de los vicios y lascivia de los indios",
le contesta Solorzano que en muchos puntos de Amiérica los criollos
nacían bien templados y morigerados. Legión de criollos han salido
insignes en las armas y en las letras, agregaba y lo que más impor-
ta en lo sólido de virtudes heroicas, ejemplares y prudenciales "de

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que me fuera fácil hacer un copioso catálogo" . Protesta contra la
mala opinión difundida sobre ellos y de" la injusticia y agravio que
se les infería desconociéndoles el ejercicio de iguales derechos que
a los españoles . Consecuentes con tal principio, proclama en la
primera mitad del siglo XVII, la conveniencia de que en la provi-
sión de cargos se prefiera, en igualdad de méritos a los que hubie-
ren nacido en Indias. Lamentábase en nombre de los criollos "que
por muchos méritos que tuviesen no les tocaba un hueso roído".
Enumera las razones que le asisten para decidirse por la preferen-
cia de los naturales entre las cuales alude "al mayor amor que ten-
dran a la tierra y patria donde nacieron". Consiguió en afirmación
audaz, que aún los cargos del Supremo Consejo de Indias debían
proveerse con naturales de ellas o por lo menos con personas que
hubiesen servido muchos años en sus audiencias.
El sabio jurista reveló un espíritu de vidente penetración en el
porvenir entonces lejano que plantearía con el tiempo la lucha en-
tre la minoría gobernante hispánica y la mayoría de los nacidos en
tierras am¡ericana.
El nombre de Solorzano figura entre los grandes publicistas de
Ja época por la "Política Indiana" citada, y por la obra "De los em-
blemas" casi desconocida, que es síntesis de los principios más avan-
zados de Ja ciencia política .
Victorian de Villava pasó a ocupar el cargo de fiscal de la
Audiencia de Charcas en 1789, pero antes de hacerse cargo de esa
magistratura fué juez residenciador del Virrey Loreto, acusado por
los daños y perjuicios irrogados al ilustre canónigo Juan Baltasar
Maciel en virtud del: destierro a que había sido condenado, causa se-
guida por sus sobrinos. En posesión de todos los antecedentes, Vi-
llava dicta una bella y sentida sentencia declarando que a fin de res-
tituir en el miodo posible el honor y buen nombre de Juan Baltasar
Maciel cuya fama y reputación debió padecer con el injusto destie-
rro que sufrió, se trasladen sus huesos desde Montevideo donde se
hallaban a esta Buenos Aires en la cual se le harán honras como a
maestro de la juventud. Los gastos, serían a expensas del Marqués
de Loreto a quien condenaba con costas de esta causa y a una pe-
queña suma de dinero por razón de daños y perjuicios, dando sen-
tido moral a la sentencia .
En el ejercicio de esta función Villava perfiló la talla de un
gran juez. Mantuvo inconmovible la integridad de su conducta Y
hasta la víspera de su muerte, acaecida doce años después, siguió
luchando por un idea\ de justicia, befado y perseguido en vida, glo-
rificado después de su muerte por los criollos del Nuevo Mundo.
Terminado su cometido en Buenos Aires, Villava trasladóse a
Chuquisaca donde desempeñó el cargo de fiscal de la Audiencia Y
protector natural de los indios. Presenció en Potosí el espectáculo
de la llegada de tres y cuatro mil indios traídos de apartadas regio-
nes, arrancados de sus hogares y sepultados en la caverna del cerro.
Además casi cien mil indios eran distribuidos al servicio de los sub-
delegados, de las iglesias y de los curatos. Esta esclavitud inspiró
a Villava su estudio magistral "Discurso sobre la mita de Potosí"
en el que sostenía estos cuatros puntos fundamentales: el trabajo
de las minas no es público; aun siendo público no da derecho a for•
zar a los indios; el indio no es tan indolente como se supone y por

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último que aun siendo el indio indolente en sumo grado no debe
obligársele a este trabajo por la violencia.
El º'Discurso'' de Villava adquirió resonante difusión. F ran·
cisco de Paula Sanz, sostén del régimen de la Mita y figura repre-
sentativa del absolutismo, escandalizado de las teorías del protec-
tor de los indiM, redactó una extensa "Contestación".
Empeñóse pública controversía de ideas de derecho y pro•
cedimientos de gobierno agitándose las opiniones de los núcleos di-
rectivos del Alto Perú y de Buenos Aires. A su turno Villava im·
pugnó la "Contestación" de Paula Sanz: Tomio la pluma, dice, con
suma repugnancia para continuar una disputa en que se hallan los
interesados en desvanecer los fundamentos de mi causa y en que
mis defendid09 ni pueden ayudarme con sus luces, ni pueden lison·
jearme con sus elogios, ni pueden darme gracias.
La grave cuestión en debate alcanzó trascendencia como la
polémica de la primera mitad del siglo XVI cuando esclavistas
y antiesclavistas defendían ante el emperador o el régimen de las
encomiendas o la libertad del indio.
Dos siglos antes se habían discurrido en junta de teólogos,
aunque ardientemente, sobre la condición jurídica del indio. Car-
los V en( las "Nuevas Leyes" de 1542 abrazó la doctrina evangélica
del P. Las Casas, pero la bella proclama encendió la guerra civil
y las nuevas leyes fueron derogadas. Ahora eran magistrados los
que controvertían sobre la condición económica, étnica y social del
indio, en el mismo teatro de los sucesos donde se había producido
hacía diez años la gran revolución de T upac Amaru, y ante un nue-
vo soberano, la opinión pública.
Por el vuelo de su pensamiento, la actitud de observación de
los hechos y conocimiento de las pasiones de sus contemporáneos,
Villava era, además de severo magistrado, estadista capaz de con-
cebir un panorámico plan de reformas institucionales. Tal expre-
ción de su talento se concreta en su libro "Apuntamientos para Ja
reforma del reino", escrito en el año 1797 que lo consagra como
el precursor y profeta de la emancipación de América.
El plan de reformas políticas, judiciales, financieras, culturales,
proyectado por Villava refiérese a la Metrópoli y al Nuevo Mundo.
Estimaba que la democracia engendraría entre nosotros inevi•
tablemente, la anarquía, derramándose ríos de sangre y anuncian-
do la dominación de sus déspotas. De ahí su aspiración a conten·
tarse a moderar la monarquía, declarando que el ser rey es una
consagración, dedicando juiciosos capítulos a la educación del rey.
Al estudiar la condición política de América, dice Villava que el
gobierno implantado, era el mejor modo para perderla como súb-
dita y como amiga. Se perdería América como súbdita porque se·
gún el autor, no está en estado natural mandada por Europa. La
conveniencia consistía en conservar su comercio más útil que su do-
minación. Detallando concretamente las reformas a instituirse en el
gobierno indiano, proponía la supresión de los cargos de Virrey,
la constitución de las audiencias con número igual de oidores euro-
peos Y americanos y en el Consejo Supremo, radicado en España,
con la alta potestad legislativa, tendrían representación los ameri-
canos, quienes elegirían sus diputados en los mismos términos que
los de las provincias de España.

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Solorzano y Villava, los magistrados de Lima y de Charcas,
colocaban en un mismo pié de igualdad a españoles y americanos
y exaltaban con entusiasmo las virtudes de estos últimos.
Mariano Moreno se inspiró en Villava para escribir su tésis
doctoral "Disertación jurídica sobre la .condición de los indios en
generar', tomando su partido en Ja polémica con Paula Sanz y le
cita en ese escrito y le recordó con respeto desde las columnas de
••t..a Gaceta"'. El segundo Triunvirato honró la memoria de Villava
estampando en un decreto famoso, que los americanos le debían
eterna gratitud por su prédica en favor de la libertad de estas pro•
vincias, "con su valiente pluma en aquel tiempo ominoso en que
la concepción de un pensamiento liberal se juzgaba crimen de alta
traición"'.
En cuanto a las ideas políticas de Solorzano que se repiten en
ViIIava son las mismas que se discuten en el Cabildo abierto, o me-
jor en el Congreso general del 2 2 de Mayo en Buenos Aires. El
Obispo Lue afirmó, de acuerdo con la teoría histórica, que aunque
sucumbiera España en poder de los franceses nada pasaba en Amé-
rica mientras existiera en ella un español a quien correspondería su
gobierno. Al contestar Castelli con la teoría de la igualdad de Es-
paña e Indias, su argumento era un eco vibrante de las ideas polí-
ticas lejanas de Solorzano y Villava. El hecho posterior, invocado
también en ese debate, era hispánico: la constituci6n de Juntas de
gobierno propio .
Enseguida de producirse la Revolución de Mayo y cuando se
empezó a hablar, en medio de la lucha, con violencia y franqueza,
el virrey del Perú, José de Abascal, en su 'manifiesto refiriéndose a
los principales promotores del movimiento porteño, dice de ellos,
que "eran hombres destinados por la naturaleza a vegetar en la
oscuridad y abatimiento"'. Moreno contestó así: "Podemos afirmar
que el gobierno antiguo nos había condenado a vegetar en la oscu-
ridad y abatimiento; pero como la naturaleza nos había criado pa-
ra hacer grandes cosas, hemos empezado a obrarlas, limpiando el
terreno de la broza de tanto mandón"'.
Así, pues, en la Revolución de Mayo se han esgrimido ideas
hispánicas e indianas y no francesas, inglesas o universales, de don-
de mi tesis de que el proceso de esa revolución se forma en la do-
minación española aunque va contra ella.

EL ESCENARIO DE LA REVOLUCION

América hispánica fué el escenario de la Revolución. La Re-


volución va exteriorizándose en distintas ciudades cabezas de dis-
tritos políticos y no se comprende su desenvolvimiento y fines sino
se las asocia estrechamente .
Tal punto de vista general, la interdependencia de la histo-
ria hispano-americana, debe reducirse o dilatarse, graduándose se-
gún el carácter de ciertos hechos o el momento a que el historiador
se refiere.
Este fenómeno de la revolución hispano-americana,' aunque
obedeció a causas generales y por tanto comunes, fué estallando su-
cesivamente en; los principales focos de población, pero adaptándose

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a las condiciones del volumen social y clima histórico del respectivo
medio . Buenos Aires, por eje~lo, fué de las ciudades que poseía
más fermentos revolucionarios por su resistencia para la lucha y ex-
pansión irradiante .
Podría afirmarse que la revolución es el último hecho común
de la sociedad política hispano-americana -pero no de la sociedad
racial, espiritual e idiomática- y el primero de la serie diferencial
creado por las distintas soberanías que propugnaban su indepen-
dencia.
Entre las uniones fraternales en el año inaugural de la revolu-
ción hispano-americana, figura la de la solidaridad de las revolu-
ciones chileno-argentina.
En esta parte del continente el coloso del Virreinato del Río
de la Plata (que comprendía como se sabe la actual Argentina,
Uruguay, Paraguay y Bolivia), tenía frente a sí el Virreinato del
Perú, centro de fuerzas realistas y a su lado Chile, que fué hermana
de estos Provincias Unidas. La unión de Chile y Río de la Plata es
la base, no de una utópica confederación que habría significado· el
regreso a la unidad política colonial sólo perdurable con el mito
monárquico reñido con la independencia y la democracia, sino de
la alianza de estados soberanos para hacer triunfar la revolución
y concertar un plan de fraternidad americana. En 1 81 O ya se pone
en evidencia que la unión citada de Chile y Argentina tenía en vis-
ta genialmente la campaña al Perú, para dominar al enemigo, em-
presa trascendental que se llevaría a cabo diez años más tarde con
José de San Martín, el que interpreta y realiza el sentimiento de
América, trazando su mapa político.
El Virreynato del Río de la Plata fué el escenario de la Re-
volución -de Mayo, pero las partes terminales de este coloso sin
tiempo bastante para ser unificadas, fueron rebelándose contra Bue-
nos Airea antes y después de 181 O.

EL PROCESO DE LA REVOLUCION DE MAYO

La Revolución de Mayo es el hecho magno de la historia ar-


gentina. No es el año 1O únicamente, sino los tiem1Pos que le prece-
dieron y los que le subsiguen. Un proceso conduce a la Revolu-
ción, dirigido por hombres representativos y desde 181 O al apare-
cer el estado libre y democrático, el dogma de Mayo, en contacto
encendido con la realidad, choc.ando con ella o impregnándose de
su vida, va desplegándose en la sucesión de las generaciones.
El rey Carlos III tuvo la gran visión al crear el virreinato del
Río de la Plata en 1776, acontecimiento americano porque entra-
ña políticamente la reorganización -de los dominios de ultramar, el
advenimiento del nuevo centro dirigente que se desplazaba de Mé-
jico y Perú ihacia Buenos Aires y la habilitación del gran puerto por
el fomento y concesión de libertades comerciales y económicas.
Hemos sido dotados desde los comienzos para la realización
de superiores designios en América. Hechos orgánicos en la consti-
tución de la sociedad argentina fueron entre otros: el concurso de
españoles europeos más dispuestos para el ahincado trabajo, en vir-
tud de la mísera condición de estas tierras sin minas y casi sin in-

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dios; el carácter de estos españoles, verdadedos inmigrantes más
bien que aventureros; la circunstancia de constituir su entrada en
estas comarcas una colonización y haber sido el Plata la región más
frecuentada para radicación de extranjeros, pudiéndose afirmar que
la afluencia de genoveses, portugueses e ingleses ha sido notable
durante toda la época colonial. La España popular -de obreros
campesinos, sacerdotes, comerciantes, soldados - se espeja en la co-
lonización del Plata donde se forma tempranamente una democra-
cia embrionaria.
La composición social y la pobreza de la tierra sin metales
preciosos, por oposición al lujo de los imperios indígenas y mine-
ros de Méjico y del Perú formaron esta sociedad colonial, con Ím•
petus expansivos y espasmos revolucionarios, pero con sentido fe-
cundo para la evolución ulterior de nuestras instituciones.
No estoy de acuerdo, pues, con la imagen de la colonia que
duerme una larga siesta¡ de trCSI siglos. Creo que esta sociedad nues-
tra formase en el aislamiento de los pueblos entre sí, obligados a
abastecerse no sin esfuerzos, en la tendencia a moverse atraídos por
la inmensidad del desierto y la apetencia de su conquista y en la
lucha sin tregua contra piratas o contra in.dígenas, viviendo en estado
de zozobra. Pueblos en cuyo seno estallaban los hechos de las cri-
sis internas, unas veces como brote promJisor y otras como convul-
sión estéril .
La conciencia nueva aparece en los últimos treinta años de la
dominación española y su síntomJa es el fenómeno del despertar del
espíritu de sus hombres caracterizados que toman posesión del te-
nitorio y comienzan a explotarlo racionalmente, aspirando a cono-
cerlo, describiendo con exactitud, lo mismo el suelo que el habi-
tante. A estos precursores les somos deudores de un arriesgado es-
fuerzo, porque infundieron fe en las ideas. Generación de hombres
que abre la senda en aquella selva que era la ignorancia general,
que no cree, adoctrinada por la experiencia, en el milagro de las
leyes como panacea de todos los males, y confía en el poder de las
ideas prácticas como medio de transformar las costumbres.
La impulsión optimista de estos anunciad·ores de nuestra gran·
..:leza aspira a mucho más.
Pretende convertir la ociosidad del pueblo arrancándole del
pastoreo y propagando la civilización de la agricultura. Mientras
el .::omercio monopolista explota el cuero solamente, en unión con
los hacendados y a expensas de la barbarie de los habitantes, la
conciencia naciente clama y exige tierras y con ellas las libertades
en fa-~ror del cultivo de los campos. El amor, a la propiedad, el ideal
del trabajo y el sentimiento de la familia, vendrían con la agricul-
tura como lo proclamaban los fisiócratas y la edad del trigo supe-
raría a la edad del cuero, esta larga etapa de la historia argentina
colonial y aun post-revolucionaria.
Así, pues, el síntoma que distingue la época del virreinato, es
el de los apreciables rendímientos de riqueza obtenidos enseguida
de las franquicias comerciales y explotación de nuevas fuentes, pe-
ro es también el hecho de la expansión del espíritu de sus hombres
destacados que comienzan a adquirir la conciencia de aquellos valo-
res naturales y la de sus propios errores. Se exterioriza esta eleva-
ción moral en el sentimiento de la grandeza del país, a que se re-

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fieren especialmente escritores y VIaJeros ingleses de aquel momen-
to, la grandeza del país, dogma brillante que proclamaba a esta
tierra como la más rica del mundo. Tal psicología colectiva de la
clase dirigente de la sociedad virreinal crea frases logradas como
éstas: ..pensemos en grande", se dice en el "Semanario de agri-
cultura", voz que se difunde como si el horizonte mental se hubiera
dilatado al conocerse la opulencia del país. "t No sería para nos-
otros una gloria, se escribía en el "Correo del Comercio", hacer
ver al mundo nuestro poder y nuestros recursos}".
Al saber reflexivo de lo que podíamos ser, agregóse la con-
ciencia de todas las fuerzas que puso en descubierto las invasiones
inglesas. Se impone reconocer la significación trascendental de ese
hecho desde los puntos de vista militar y político tal como lo de-
mostraron nuestros historiadores mayores.
Pocos pueblos han sufrido tantos ataques ni los han resistido
con tanta gloria, ha escrito Mariano Moreno, agregando: "Las re-
petidas tomas de la Colonia del Sacramento coronaron nuestra bra-
vura e hicieron respetar nuestro nombre".
El hecho extraordinario de las invasiones inglesas confirmó y
exaltó las virtudes militares del pueblo argentino y dejó en evidencia
la endeblez del organismo virreinal, que comenzó a desmoronarse.
He ahí otro rasgo profundo en la psicología de nuestro pue-
blo: el sentimiento del valor, después trocado en el culto del co-
raje del hombre de las campañas. Su sensibilidad le hizo repudiar
enérgicamente la actitud del virrey Sobremonte que dejaba su pues-
to de lucha para salir al interior pretextando un plan de reorgani-
zación militar absurdo, en tanto abandonaba la ciudad en poder
del invasor. En las importantes reuniones del cabildo abierto del 14
de agosto de 1806 y de la Junta de guerra de 1O de febrero del
año siguiente, la conducta de Sobremlonte fué juzgada con severi-
dad, declarándosele cesante en su cargo. Al derribar la alta auto-
ridad del Virrey y al designar en su reemplazo al héroe popular
Santiago Liniers, Buenos Aires acababa de encender la chispa de
la revolución en la América española.
La falta de ejército fué suplida con instantaneidad por el con-
curso general, formándose al calor de un sentimiento nuevo, la mi-
licia ciudadana, en gran parte el primer ejército criollo. Para en-
cender su ardor, Liniers imprimió a esta milicia una organización
democrática, los oficiales eran designados por los soldados. De la
orfandad de la víspera, el virreinato surgió mtilitarmente armado
de todas las armas. ·La ciudad mercantil, que afanosamente se ab-
sorbía en la realización de sus empresas, en la que la fiebre econó-
mica andaba en el aire, como ha escrito Carlos Correa Luna, ahora
semejaba un cam¡pamento.
Después de la Reconquista, había 8. 15 O hombres sobre las
aJ1mas, de los cuales 3.000 eran españoles y más de 5.000 crio-
llos. Esta diferencia numérica entre unos y otros explicará los he-
chos precursores de la Revolución como la asonada del 1º de ene-
ro de 1809 en que las tropas criollas se impusieron sobre los regi-
mientos españoles. Los 'documentos comprudban quei el pueblo
abrazó con entusiasmo la .defensa del país. La juventud se adelantó
a cumplir su deber y aun los jóvenes de corta edad pidieron cons-
tituir un cuerpo autorizado. El mayor de esos jóvenes no tenía ca-

-14-
torce años y se orgamzo más de un cuerpo en esas condiciones.
Aquella masa ciudadana poseía grandes cualidades: disciplina, yo-
cación para el sacrificio, inquebrantable voluntad de honrados ve-
cinos para defender sus hogares. En la solemne revista de tropas
realizada el 15 de enero de 180 7 en el campo de Barracas, el pue-
blo se confundió con los soldados. En esos días históricos, apareció
públicamente una nueva entidad. Me refiero a la mujer, que a par-
tir de entonces se reveló la compañera en los ideales del hombre,
por su constante y decidida colaboración. Su expresión más alta
espiritualmente, se encarna, antes de 181 O, en Juana Pueyrredón.
:Las victorias de la Reconquista y la Defensa, dieron al pueblo
la conciencia integral de sus fuerzas, militares y políticas.
Los planes de independencia que se exteriorizaron enseguida
fueron al fracaso por distintas razones como las gestiones emanci-
padoras de los ingleses después de la primera invasión y las inten-
tadas para establecer en el Río de la Plata el gobierno de la Prin-
cesa Carlota.
El nuevo hecho trascendental para América, fué la invasión
napoleónica en España, en 1808, y sobre todo, la revolución políti-
ca que se produjo enseguida en la Península.
Desde el mes de mayo de 1808, los pueblos de la metrópoli
constituyeron juntas de gobierno mientras durara el cautiverio de
su rey.
La; fórmula de las Juntas, que sería más tarde la de la RevGlu-
ción de 181 O, es hispánica. Al Río de la Plata fué traída por Go-
yeneche, el representante de la Junta provincial de Sevilla que es-
taba entre nosotros en agosto de 1808 y luego, por los comisio-
nados de la Junta central de Sevilla (en el mes de noviembre) y
de la Junta de Galicia (en el mes de diciembre), Joaquín Malina
y Pascual Ruiz Huidobro respectivamente.
En septiembre se había constituido Junta en Montevideo, a
igual de las de España y el 1º de enero de 1809 en Buenos Airea
se intentó hacer lo mismo.
La teoría de las Juntas tuvo por impugnadores en el Plata a
los partidarios del derecho histórico y monárquico, y en primer tér-
mino al respetable fiscal Villota, que en la Audiencia se opuso a la
constitución de la Junta de Montevideo de 1808 y que volvió a
oponerse en el Congreso General del 2 2 de mayo de 181 O, contes-
tando a Castelli, a la constitución de Junta en Buenos Aires.
En España, Juan Martín de Pueyrredón, el vencido de Per-
driel, el que había organizado la primera defensa criolla contra el
ataque inglés, asistía al proceso de convulsión de sus instituciones
y escribía al cabildo de Buenos Aires con la encantadora esponta-
neidad con que hubiera hablado en el seno de una logia de carbo-
narios lo siguiente: "El reino dividido en tantos gobiernos cuantas
son sus provincias; las locas pretensiones de cada una de ellas a la
soberanía, el desorden que en todas se observa y la ruina que les
prepara el ejército frances que aunque rechazado en sus primeras
tentativas se ha replegado a Burgos en donde recibe continuos re-
fuerzos", he ahí el cuadro político de España, agregando que to-
das esas provincias pretendían la herencia de este rico territorio del
Río de la Plata.

-15-
Desde la asonada del l.º de enero de 1809, el armazón político
colonial tambaleaba . A mediados de ese año se intentó resistir la
entrada del nuevo Virrey Baltazar Hidalgo de Cisneros y en el Alto
Perú las revoluciones de Chuquisaca y La Paz evidenciaban que
las grietas se extendían por todo el organismo, rniientras avanzaba
la renovación económica y espiritual.

EL D,RAMA DE LA REVOLUCION Y SUS TRES


MOMENTOS SUCESIVOS

El drama de la Revolución de Mayo comprende tres momen-


tos sucesivos: la iniciación revolucionaria de los patriotas y el des-
arrollo de un plan contrarevolucionario de los adversarios antes
que la 'Revolución estallara, que va desde marzo hasta el 22 de ma·
yo; la contrarevolución triunfante de los días 23, 24 y parte del
25, hasta la constitución del gobierno patrio; y por último la revo-
lución misma, la furia temida del pueblo imponiendo el gobierno
bajo la presidencia de Cornelio de Saavedra.
Desde principios de 181 O las noticias llegadas de España pre-
cipitaron los hechos y determinaron su caída.
El Virrey de Buenos Aires estaba en constante comunicación
con los gobernadores intendentes del interior, informándoles de la
marcha de los sucesos.
En el Cabildo, el regidor Tomás Manuel de Anchorena, que
era criollo, incitó a la corporación a adoptar las medidas necesa-
rias en defensa de la autoridad para el caso de que la Metrópoli
sucumbiese.
Entre los notables documentos producidos en esas circunstan-
cias debe destacarse la circular a las provincias, de 2 7 de abril con
carácter reservado, en la que el Virrey, habiendo pasado más de
un mes sin tenerse noticia de la Península y el comentario decla-
raba a voces que seguramente España estaba perdida, les pide BU
cooperación para salvar respectivamente la parte del Estado que
les está confiada ante los riesgos que amenazaban.
Con apreciable anticipación el Virrey tomaba sus medidas. Si
la turbulenta capital no respondía a sus órdenes, el interior estaba
prevenido con toda reserva. La circular citada del 2 7 de abril des-
cubre el plan futuro del Virrey. En efecto, en el manifiesto de 18
de mayo, al conocerse la noticia de la caída de la Junta Suprema
de Sevilla, el Virrey declara que es necesario consultar a los repre-
sentantes del interior antes de producir cualquier cambio en el go·
bierno. Quería darse tiempo para reunir las representaciones de
esta capital con las de las provincias dependientes, entre tanto que
de acuerdo con los demás virreinatos se estableciese una represen·
tación común de la soberanía.
El empuje de los hechos sucedidos precipitadamente alejaron
la posibilidad de acordar entre todos los virreyes la fantástica con-
vocatoria de cortes; frustraron el intento de aplazar la reunión de
un cabildo abierto en Buenos Aires; pero los adversarios se abra-
zaron al empeño de convocar de inmediato los representantes de
las provincias como fórmula de salvación.

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Entre tanto la actividad de los patriotas no tuvo tregua. Ea
probable que se hubiera constituido un foco invisible o sociedad
secreta en la redacción del "Correo de Comercio", de Manuel Bel-
grano.
El día 2 O de miayo fué de intensa agitación. Comenzó con la
entrevista de Cisneros y Lezica, en que este útlimo le informó que
el fermento popular era grave y que representantes de los cuerpos
armados y particulares le habían pedido interceptara ante él a los
efectos de convocar a Cabildo abierto para tratar sobre la incer-
tidumbre de América y que si no convocaba el ayuntamiento, lo
haría por sí sólo el pueblo; el Virrey reclamó acto continuo la pre-
sencia del síndico procurador, Julián de Leiva, el fiscal Villota y
el capitán de fragata Juan de Vargas, agregándose también Lezica
y en el apurado cambio de ideas se concertó la unión del cabildo
con el virrey, ante los sucesos a desencadenarse y no se otorgó aun
el permiso para citar a cabildo abierto.hasta tanto se conociera la
opinión de los comandantes de tropa. Esta nueva reunión se rea-
lizó enseguida. Tornó la voz Cornelio de Saavedra, comandante
del cuerpo urbano de Patricios y habló por todos los demás en fa-
vor del pueblo. Castelli y Martín Rodríguez, poco después de la
reunión con los comandantes de tropa, exigieron al Virrey sin pér-
dida de tiempo, se convocara al Cabildo abierto. Cisneros montó
en cólera y concluyó por decir: Hagan ustedes lo que quieran. Co-
mo se comprende, estas palabras carecían de sinceridad. Cisneros
simuló darles la ilusión de que los dejaba hacer todo lo que se les
antojase, pero hasta el momento de su destierro trató de no dejar-
les hacer nada.
El día 21 la agitación continuó en la plaza. Impotente para
asegurar el orden con sus propios elementos, el Cabildo hizo lla-
mar de inmediato a Cornelio de Saavedra. Las voces decían cla-
ramente ya el 2 1 de mayo, que lo que se quería era la suspensión
del Virrey.
Otorgado el perm~so para la reunión del día siguiente, los re-
gidores se dedicaron a preparar la sesión, calculando los detalles
y combinándolos, como se anticipa una hábil jugada de ajedrez.
Se mandó imprimir la invitación disponiéndose que se repartiera
lin pérdida de instantes arreglándose la lista de los individuos que
debían citarse y aun previniéndose los nombres de los vecinos de
barrio encargados de distribuir las esquelas. Todo estaba ensaya-
do, aun la proclama enérgica con la que se daría principio a la se-
sión, como escena teatral que se repetiría sin variantes.
Pero no previeron lo fundamental. Lo fundamental consistía
en que el 2 2 de mayo no se reúne un cabildo abierto tradicional
sino que nace una institución nueva, engendrada e impuesta por los
acontecimientos: es una especie de Congreso popular. Reunióse con-
tra el parecer del Cabildo y Virrey y a su pesar, fué preciso con-
vocarlo; el número de sus comJpon·entes le asigna formas estructu-
rales desconocidas (estuvieron presentes 2 5 1 personas y se habían
repartido 450 esquelas); la condición de las personas que concu-
rren le apartan absolutamente del tipo conocido del Cabildo abier-
to constituido con la parte principal y más sana de la población,
(dejaron de concurrir más ·de doscientos invitados e intervinieron
muchos que no lo eran, hecho que se explica por la presencia de la

- 17-
tropa criolla apostada en la bocacalle de la plaza que negaba el
paso a los invitados y permitía el de los revolucionarios); y en
fin, como lógica resultante de los caracteres anteriores, las delibe-
raciones producidas en su seno y resoluciones adoptadas, nada tie-
nen que hacer con el amistoso cambio de ideas entre funcionarios
de la administración y pocos vecinos más como era costumbre rea-
lizar hasta entonces en los Cabildos abiertos.
Pasemos por alto el debate. La votación que siguió acto con-
tinuo fué pública. Los votos debían firmarse y transcribirse en el
acta por el escribano. Con este dilatorio procedimiento, llegaron
las doce de la noche cuando el último entregaba su voto. La hora
avanzada hizo prosperar la moción de confrontar el acta para el
día siguiente. Por la misma razón se resolvió aplazar la regulación
de votos. Pero com,o se trataba de una moción de carácter grave,
propuesta para llevar a cabo un escamoteo, alguna parte de los con-
currentes pidió que se realizara en el momento. Para arrancar aque-
lla exhorbitante licencia -la moción de confrontar y regular el
acta para el día siguiente- se transigió aceptando reunir un nue-
vo Cabildo abierto a las tres de la tarde a aquellos fines.
Así se disolvió la abigarrada multitud del Congreso popular
del 22 de mayo, que había oído discurrir teoricamente durante todo
el día, sin apelar aun a la violencia y confiando en el resultado de
la votación.
El segundo momento del drama de la Revolución de Mayo es
la contrarevolución triunfante de los días 23, 24 y parte del 25.
La prim:era medida adoptada por el Cabildo Gobernador en
la mañana del 23, fué revocar la que mandaba continuar el Con-
greso general para las tres de la tarde con el fin de confrontar los
votos emitidos. Dispuso, por lo tanto, que en el acta no se consig-
narían las firmas de los asistentes, que se archivaran los votos ru-
bricados para cualquiera duda, que dos regidores debían estar pron-
tos para prevenir a los que concurran que se retiren hasta nueva ci-
tación, entre tanto se dedicaban a la tarea de regular los votos.
Sistema de medidas preliminares que tenía en vista el objetivo
del Cabildo -confabulado con anticipación con el Virrey- de
burlar la¡_ voluntad de la mayoría del 2 2 de mayo. El escrutinio rea-
lizado por el cabildo dió este resultado: 1º el Virrey debía cesar
en el mando; 2º recaer el gobierno en el Cabildo hasta la erec-
ción de la Junta que formaría en la manera que estimara conve-
niente; 3º la Junta así nombrada se encargaría del mando mien-
tras se congregasen los diputados que se han de convocar de las
provincias interiores para establecer la forma de gobierno que co-
rrespondía.
Con excepción del primer punto -la cesación del Virrey y
delegación interina en el Cabildo- los regidores dieron por re-
suelto a pluralidad de sufragios, las otras dos fundamentales cues-
tiones, imponiéndolas arbitrariamente. La pluralidad de votos no
se había pronunciado favorablemente para facultar al Cabildo a eri-
gir la Junta en el modo y. forma que creyera conveniente y no ha-
bía resuelto la convocación de los diputados del interior. Todavía
fué más lejos el Cabildo. Y a en marcha su plan, pretendió burlar
también la voluntad del Congreso general que había decretado la
cesación del Virrey, resolviendo no separarlo en absoluto sino in-

-18 -
vestirlo de la presidencia de la Junta que se creaba. Aun más. El
24 el Cabildo determina, dando un sesgo al giro de los sucesos,
que continuara en el mando el excelentísimo Virrey asociado a los
señores Solá, lnchaurregui, Castelli y Saavedra. Es decir, estaba
triunfante por este escrutinio y resolución del Cabildo la fórmula
que en el Congreso General del 22 de mayo propuso la continua-
ción en el mando del señor Cisneros, contando con 69 votos, mien-
tras 15 5 votos habían decretado su cesación .
Ejercitando desorbitadamente los poderes, el Cabildo dictó
en ese día 24 un reglamento constitucional de 13 artículos desti-
nado a fijar las funciones de la Junta presidida por el Virrey
y sus acompañantes para vigilarla. Reconocemos que contiene no-
tables prescripciones que innovan en el derecho político en vigor.
Así, los miembros de la Junta no podían ejercer el poder judicial,
el cual se refundiría en la Real Audencia y que se debía publicar
los días primeros de mes un estado de la Real Hacienda. Pero la
mayoría de sus disposiciones implicaban el sometimiento de la Jun-
ta naciente y la regulación jurídica de un plan contrarevoluciona-
rio . En caso .de ausencia, enfermedad o muerte de alguno de sus
miembros, el Cabildo se reservaba la omnímoda facultad de nom-
brar sustituto; la Junta no podía imlponer contribuciones sin previa
consulta y conformidad del Cabildo; y en fin dispone que los Ca-
bildos del interior debían reunir Cabildo abierto para designar di-
putados a la capital, invitándose por medio de esquelas, la parte
principal y más sana del vecindario para formar un Congreso de
sólo los que en aquella forma hubiesen sido llamados. Los poderes
a los diputados se expedirían previo juramento de los mismos, de
obediencia al rey Fernando VII. Esta era la obra legislativa del eru-
dito doctor Leiva, complotado con los demás criollos del Cabildo
a ahogar la revolución.
Con todo aparato se llevó a cabo a las tres de la tarde del
día 24, en la Sala capitular, el ceremonial del juramento. Luego
pasaron los miembros de la Junta a la Real fortaleza con repiques
de campana y salvas de artillería.
Ante la aceptación de los cargos de vocales de la Junta pre-
sidida por Cisneros, por parte de los criollos Saavedra y Castelli,
el historiador Groussac alcanza a afirmar que la creencia de la ma-
yoría no se adelantaba a la instalación de una Junta de gobierno
que no excluía de su seno al Virrey y de que en sus dirigentes fal-
taban ideas definidas. No estoy ·de acuerdo con esta autorizada
opinión. El espíritu de transacción de algunos hombres represen-
tativos del movimiento de mayo, debe interpretarse no en el sen-
tido de ausencia de ideas claras y firmes sino de que tenían plena
conciencia de los obstáculos que se oponían a la aplicación inme-
diata de un plan revolucionario. Ahí nomás, en el Cabildo enca-
bezados por el Dr. Leiva, conspiraban los regidores criollos.
La revolución iba a estallar el mismo día 24. A las diez y me-
dia de la noche la Junta presidida por Cisneros, habiendo goberna-
do sin mando efectivo, durante siete horas, tuvo que devolver el
poder al Cabildo. Casi al mismo tiempo, el núcleo dirigente de
1ovenes revolucionarios redactó la representación escrita para evitar
la revolución violenta, que se elevaría al Cabildo circulándola por
toda la ciudad durante la noche. En tan importante documento se

- 19-
consignan los nombres de las personas que debían constituir la nueva
Junta, que en efecto instalóse el día siguiente. Es, pues, errónea la
afirmación conforme a la cual la lista se hizo el 2 5 de mayo. No
dudamos que la representación escrita es debida a la inspiración
de Berutti y French, pero fué redactada y circulada durante la no·
che del 24. Los firmantes son 409. Hay dos firmas que se consig-
nan con esta sugestiva advertencia: por mí y a nombre de los seis·
cientos, Antonio Luis Berutti; por mi y a nombre de seiscientos,
Domingo French. El documento hace mención de las personas que
formarían el gobierno. Saavedra, en carácter de presidente; Caste·
lli, Belgrano, Azcuénaga, Alberti, Matheu y Larrea como vocales;
Passo y Moreno como secretarios. La inclusión de los nombres ci-
tados no fué debido a una súbita inspiración. Los autores de la lis-
ta han debido ponderar y estimar circunstancias diversas, dando
por resultado la composición del gobierno presidido por Saavedra,
incluyendo dos españoles, Larrea y Matheu. Todos los demás te-
nían antecedentes personales que explican su inclusión. Se puede
admitir asimismo, que los ingleses tuvieron cierta intervención en
los sucesos del 2 5 de mayo, circunstancia que acaso ha incidido fa-
vorablemente con respecto a Mariano Moreno, el autor de la "Re-
presentación de los hacendados". El comandante de una de las em-
barcaciones arengó al pueblo, el día de la instalación de la Junta,
hablando sobre la libertad de estas provincias y les dijo que luego
quQ se supiese la noticia en Inglaterra "se despoblaría para venir
a habitar en estas henn1osas regiones".
El día 2 5 en la madrugada los patriotas ocuparon la recova
y desde allí amenazaron y atacaron al Cabildo. Se adoptó el dis-
tintivo de la cinta blanca y azul que exhibían en los sombreros o
en el ojal de los sacos.
La patria nacía envuelta en los colores de su bandera.
Antes de las 9 de la mañana se reunía el Cabildo para con-
siderar la nota de la Junta en la que le devolvía el poder. Los re-
gidores resolvieron conminarla al cumplimiento de su obligación
de sostener su autoridad, haciendo uso de la fuerza pública si fue-
ra necesario. Como se ve, el Cabildo se iniciaba con tono épico.
Apenas se había despachado este oficio a la Junta, cuando la mul-
titud avanzó desde fa recova ocupando la Casa capitular. Los regi-
dores tuvieron que suplicarles a los diputados del pueblo qu influ-
yeran en la gente que invadieron los corredores,, para que el Cabildo
pudiera continuar sesionando. Para contener a ese pueblo por me·
dio de la fuerza era necesario consultar a los comandantes de los
cuerpos. Media hora después t~nía lugar la reunión en la Sala Capi-
tular. Los jefes informaron que el estado de fermento del ejército Y
el pueblo era tan grande que no sólo no podían sostener al gobierno,
ni aun sostenerse a sí miismos, pues ya los tenían por sospechosos.
Ese fué el momento en que se oyó una voz mientras la gente de los·
corredores golpeaba la puerta de la Sala. La voz decía: el pueblo
quiere saber de qué se trata. Martín Rodríguez tuvo que salir a tie·
renar los ánimos. Terminada la reunión de comandantes, el Cabildo
cambió la resolución adoptad¡i poco antes, encomendando una dele-
gación se entrevistase con Cisneros, pidiéndole su renuncia, indis·
pensable para la salud del pueblo, y que la presentase sin protesta
alguna para no exasperar los ánimos.

- 20-
Cisner05 accedió a la imposición. No bien se dió esta noticia,
produjéronse otras novedades. Los diputados del pueblo explica-
ron que no se conformaban· con la renuncia del ex Virrey y de-
más miembros de la Junta, siendo necesario que el pueblo reasu·
miese la autoridad en virtud de que el Cabildo se había excedido
en el ejercicio de las facultades delegadas.
Tal es el sentido de la profunda revolución que se estaba con-
sumando. El pueblo se resistía a delegar en otros poderes consti-
tuídos el ejercicio de la suprema autoridad que había recaído en él
después de la disolución de la Junta central y desconocimiento le-
gal del Consejo de Regencia. No había delegado en el Cabildo,
según la votación del 2 2 de mayo, la suprema potestad de consti-
tuir el nuevo gobierno que por arte de prestidigitación el Cabildo se
había atribuído. Ahora volvía por sus fueros y derechos y tras el
enunciado de su exigencia, asomaba la amenaza violenta. Los di·
putados pedían oralmente el contenido del escrito del 24 que se·
guía circulando a los fines de recabar más adherentes, pedían el
nombramiento de las personas que integrarían la Junta así como
también, que una vez establecida ésta, debería enviarse al interior
una expedición de 5 00 hombres.
El tercer momento :del ~hama revolucionario se caracteriza
por un episodio revelador, no exento de solemnidad. Presentado
el escrito los regidores exigieron que se congregase el pueblo en la
plaza para ratificar su contenido. Transcurrido un gran rato los
miembros del Cabildo se asomaron al balcón principal y ante el
cuadro del pequeño número de personas que estaban, "con res·
pecto al que se esperaba", Leiva preguntó con asombro: t Dónde
está el pueblo~

¿DONDE¡ ESTA EL PUEBLO?

Entre las varias contestaciones a la pregunta del síndico se


oyeron las voces que decían: "Que las gentes por ser hora inopor-
tuna se habían retirado a sus casas; que se tocase la campana del
Cabildo y que el pueblo se congregase en aquel Jugar para satis·
facción del ayuntamiento; y que si por falta de badajo no se hacía
uso de la campana, mandarían ellos tocar generala y se abriesen
los cuarteles, en cuyo caso sufriría la ciudad lo que hasta entonces
se había procurado evitar.
Liniers había mandado arrancar el badajo de la campana del
Cabildo, en seguida del I .º de enero de 1809, despojándolo del
instrumento para llamar al pueblo. Ahora al pueblo se le llamaba
tocando generala en los cuarteles.
Era la furia temida del pueblo. Explotaba en amenaza violen-
ta para derribar la autoridad que se oponía a su avance, pero sobre
todo reaccionando contra el engaño de que había sido víctima.
Se leyó desde el balcón en alta voz el pedimento que fué ra-
tificado por la multitlud, con la expresa salvedad que consta en ac-
tas de que era '"lo único que querían se ejecutase".
Empero, he ahí que todavía faltaba lo extraordinario. El Ca-
bildo no se dió por vencido y ensayó ejecutar algo más. Había
meditado varios puntos para imponerlos en seguida de la lectura

- 21 -
del petitorio. Eran algunas de las prescripciones de la famosa car-
ta constitucional del día anterior. El Cabildo propuso en efecto,
que le correspondería velar sobre la conducta de los vocales y los
removería en caso necesario; que la Junta nombraría a sus propios
miembros en caso de vacante y de que se invitaría a los cabildos
del interior para que enviasen representantes al Congreso con el fin
de establecer la forma de gobierno que se considere conveniente.
Para comprender la crisis política ulterior, se debe tener pre-
sente que el Cabildo mandaba se designase los diputados del inte-
rior en cabildo abierto convocando la parte principal y más sana
y tomando todas las medidas precaucionales que no se habían cum-
plido el 22 de mayo en Buenos Aires, mientras el pueblo sólo pe-
día que fuese una expedición militar, la expedición libertadora o de
la libertad, a extender en las provincias la Revolución de Mayo,
antes de que se designaran los diputados al Congreso .
De todos modos, la Revolución acababa de triunfar, sin derra-
marse una gota de sangre . Tres meses después, el 2 6 de agosto
fueron ejecutados los cabecillas de la rebelión de Córdoba. Coor-
dinando los antecedentes de este suceso que arranca del plan pací-
fico inicial de la Revolución y toma otro rumbo con el reto lanza-
do por los conspiradores, el acto de la ejecución de Cabeza del
Tigre se explica históricamente impuesto por el desarrollo de los
hechos. Dí a conocer hace algunos años la correspondencia secre-
ta de los conspiradores y el propósito que habían abrazado con res-
pecto a los revolucionarios de Buenos Aires. Era un duelo a muer-
te entre los cabecillas de la Revolución y de la contrarrevolución.
A esos papeles alude Mariano Moreno diciendo en el "Manifiesto·
de la Junta" -la mejor de las páginas de la Revolución de Ma-
yo-: "Reposamos en el testimlonio de nuestras conciencias que
instruidas de los datos secretos que nos asisten, cada día se afirman
en la justicia de este pronunciamiento".

LA REVOLUCION DESDE EL PUNTO DE VISTA POLITICO

Políticamente, la Revolución de Mayo se propuso la indepen-


dencia o sea la soberanía en el orden internacional, y la democra-
cia o sea la soberanía del pueblo en el orden interno. Si se circuns-
cribe la observación al desarrollo tumultuoso de los sucesos de Bue-
nos Aires, producidos entre el 18 y 25 de Mayo, no se alcanza a
vislumbrar sino la lucha de dos tendencias opuestas representadas.
respectivamente por quienes defendían la autoridad y permanencia
del Virrey y los que la combatían para reem¡plazarle por un nuevo·
órgano de gobierno .
Pero si se eleva el punto de mira extendiendo la contempla-
ción del movimiento de mayo, en el espacio, como formando par-
te de la revolución más vasta que conmovía la América española, y
en el tiempo, reconociendo su laboriosa gestación, se percibe la
existencia de tres núcleos de opinión con programa definido. Un
núcleo extremo encarnaba el derecho histórico, oponiéndose a toda
innovación política; un segundo núcleo extremo hacia la Revolución
por la independencia; y un partido moderado aspiraba a la reali-

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zac1on de reformas generales en el gobierno, en la economía, en
la legislación •
En virtud de razones que a su hora eran invencibles, la causa
naciente desconocía autoridades del régimen virreinal, invocando el
nombre del rey; las colonias adquirían el derecho transitorio de
constituir Juntas de gobierno propio, a modo de las peninsulares,
hasta tanto Femando VII volviera al trono.
El interior no ha·bía sido preparado previamente para la Re-
~~~. '

En el Congreso de 1826 al discutirse sobre "Quienes deben


aer considerados como verdaderos autores· de la Revolución de Ma-
yo", Juan Ignacio de Gorriti pronunció un notable discurso aftr-
mando que sería más fácil averiguar los nombres de los que no co-
rrespondieron al llamamiento de la patria y consagrarlos al oprobio
que colocar en la columna los de todos los verdaderos hijos de
Anrerica. El principal mérito consistió, observa, en la sobriedad,
es decir en nombrar un gobierno que administrase el Estado en
nombre de Fernando VII. "Esto fué sabio, agrega. Aunque ellos
previesen y aún deseasen que ese paso habría de producir una total
independencia, la fiaron a los sucesos que el tiempo mismo traería
ain precipitarlos". Comparando el mérito en la acción revoluciona-
ria de los hombres de la capital y de las provincias, decía Gorriti
que los que actuahan en Buenos Aires, tenían las espaldas resguar-
dadas, pues la fuerza estab~ con ellos . El virrey, su cautivo, era
una fiera sin uñas ni colmillos, en cambio, en otros puntos, los que
osaban pronunciarse por la Junta estaban bajo el influjo de un po-
der absoluto que podía disponer de su vida y .fortuna.
El disfraz adoptado por la Revolución fué la defensa opuesta
contra los gobernantes del interior hasta tanto avanzaba el ejército
libertador. Es importante recordar además, la política exterior y
principalmente, la posición de Inglaterra, en ese momento aliada
de España y cuya ayuda era indispensable para el triunfo de la Re-
volución y para asegurar la libertad del puerto contra el bloqueo
de la marina española . El primer diplomático acreditado en el ex-
terior fué Matías lrigoyen enviado a Inglaterra, en busca de arma'I
y de una imprenta.
El plantel de hombres que dirige el ~ovimiento de mayo es
el que, ensanchado sin duda en el transcurso del tiempo, había ac-
tuado más reducido anteriormente en planes definidos por la inde-
pendencia, como el de la emancipación bajo el protectorado inglés y
la gestión para establecer en el Río de la Plata, el gobierno de la
Infanta Carlota Joaquina. A mediados de 1809, y con motivo
del propósito de resistir la entrada del nuevo virrey Cisneros, en el
Cabildo de Buenos Aires que sostiene la autoridad, se llega a de-
clarar que el movimiento a producirse tenía por fin la independen-
cia y separación total de estos dominios.
Cuando a fines de 18 1O, Mariano Moreno comienza a hablar
claramente arrojando la máscara de Fernando VII en sus artículos
"Sobre las miras del Congreso que acaba de convocarse y consti-
tución del estado", prodúcese un revuelo en la opinión y una reac--
ción conservadora que explican su caída.
El decreto de 3 de diciembre de 181 O va dirigido expresamen-
te contra los españoles consignando el derecho exclusivo de los

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criollos a ocupar los cargos púhlicos. F ué derogado en seguida de la
renuncia de Moreno. A principios de 1811, la Junta Grande que
se ha integrado con los diputados del interior, adopta los principios
de Moreno y Saavedra, dicta un nuevo decreto expatriando a los
españoles solteros ante la posibilidad de una invasión del nuevo vi-
rrey Javier ·de Elio, que estaba en Montevideo. La asonada del S
y 6 de abril, tiene ese objeto, entre otros principales, el de apoyar
la definida política por la independencia que ahora sigue la Junta
Grande de Saavedra continuando la inspiración de Moreno.
En el orden político interno, la Revolución de Mayo se propu-
so organizar la democracia. Su origen popular define su naturaleza.
Constituído el gobierno patrio con hombres desprendidos del seno
del pueblo, su política es democrática.
La conmoción de 181 O aventó el ceremonial vacuo del virrei-
nato. El formalismo en el orden político se exteriorizaba en pre-
cedencias, ceremonias y cortesías impuestas en favor de la jerarquía
del gobierno.
En el decreto de 26 de junio de 181 O nombrando los reem-
plazantes de los oidores y fiscales separados, la Junta mandó que
no tendrán tratamiento ni otro traje que el de abogado y en el de
6 de diciembre sobre supresión de los honores del presidente de
la Junta dictado después de la demostración a Saavedra en el re-
gimiento de Patricios hay un conjunto de normas democráticas que
se aplicarían al desarrollo político del país.
En este último decreto se estampan los siguientes principios:
".La libertad de los pueblos no consiste en palabras"; "Los hom-
bres de bien no siempre están dispuestos ni en ocasión de sostener
una batalla en cada tentativa de los bribones"; "El pueblo no debe
contentarse con que .~eamos justos sino que debe tratar de que lo
seam1os forzosamente .
Para caracterizar la democracia naciente de 181 O hay que re-
ferirse a dos hechos principales .
Uno es el de su extensión. Se puede afirmar que el principio
democrático del sufragio universal está en la votación del 22 de
Mayo y en la petición escrita del 2 5, figurando personas de todas
las clases que actuaron por delegación implícita hasta tanto fueran
llamadas las demás .
El principio del sufragio general se aplicó en el decreto de 1O
de febrero de 1811 sobre constitución de Juntas provinciales Y
la condición fundamental de ser naturales del lugar para ocupar
los cargos públicos, que era exigencia del decreto de 3 de diciembre
de 18 1O, derogado después de la renuncia de Moreno como ex-
pliqué, reaparece impuesta por el pueblo en el 5 y 6 de abril y ex-
tendida a las provincias, por donde se puede vislumbrar la signifi-
cación nacional de este último movimiento.
Pero, entre tanto, se había producido el otro hecho, el de la
crisis de esta democracia, que le aquejó el 18 de diciembre, hiriéndo-
la profundamente.
No se trata de la salida de Mariano Moreno, con ser el piloto
de la hora revolucionaria a quien disputaron el timón en medio de
la borrasca; no se trata así mismo, de la incorporación de los dipu·
tados del interior a la Junta gubernativa, a medida que fueron lle-
gando, porque todos sus vocales reconocieron ese día que la clau-

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sula de la circular del 2 7 de mayo era un rasgo de i.nexperiencia
que el tiempo después acreditó impracticable, pudiéndose haber
agregado que conforme al texto de circulares posteriores los dipu-
tados fueron llamados a formar congreso y con excepción de dos,
todos los demás fueron elegidos en cabildos abiertos como diputa-
dos al congreso a reunirse; no se trata tampoco del aplazamiento
de ese congreso y por lo tanto del aplazamiento de la Constitución.
El hecho grave, más que todos los demás, era el de la convul-
sión política que estaba produciéndose en esos días, causante del
conflicto y que los vocales la descalificaron, no considerándola for-
mada por la opinión preponderante del pueblo, en el número o en
su más sana parte, sino por algunos díscolos que podían ser conte-
nidos. Este argumento sirve de base al voto de Moreno en el que
expresa "por el bien de los pueblos" y "dignidad del gobierno"
la necesidad de aplicar "medios enérgicos" con que podía apagarse
la convulsión. Con medios enérgicos la Junta había destruído en
anteriores oportunidades los amagos de discordia, estimulados por
adversarios y también por patriotas exaltados .
Quince ·días después del 2 5 de Mayo, Mariano Moreno había
escrito en un decreto sobre conservación del orden público para so-
focar el alzamiento contra un magistrado español, diciendo al pue-
blo: "Desde que depositastéis el poder en nuestras manos queda-
ron las vuestras ligadas a la obediencia" . Volvió a pedir la apli-
cación de las medidas enérgicas para sofocar la primera de las cons-
piraciones políticas triunfantes que es ésta del 1 8 de diciem:bre de
181 O y no la del 5 y 6 de abril de 1811, corno se afirma. Todo
fué en vano y de ahí la renuncia indeclinable del secretario de go·
bierno y guerra ·de la Revolución. En los tres meses y días que se-
paran las dos conspiraciones citadas, hay una serie sucesiva de in-
tentos revolucionarios que van ahondando la división entre los pa-
triotas y encendiendo las pasiones en odios incoercibles. Ese es el
momento en que se va a la lucha oponiendo las clases sociales en·
tre sí. El 5 y 6 de abril democraticamente, es el suburbio y las quin-
tas, las fuerzas obscuras, que tenían derecho a integrar el pueblo,
pero fueron utilizadas políticamente desencadenándolas contra el
centro de la ciudad, mientras que el 2 5 de Mayo había sido la sín-
tesis de todas las entidades sociales, la unión de los hombres diri-
gentes y el pueblo de la revolución. En efecto: en el curso del año
de 181 1 aparecen definidas y opuestas entre sí, la población de un
lado y la parte principal y más sana de la misma, de otra.

LA' REVOLUCION DF.SDE EL PUNTO DE VISTA ECONOMICO

El proceso de los hechos económicos que conduce a la Revo-


lución de Mayo, viene de las grandes reformas de los reyes Borbo-
nes y sus ministros .
Manuel Belgrano predica las ideas de Campomianes, especial-
mJente en el Consulado y es el precursor de la renovación social del
Río de la Plata.
En el notable expediente "sobre admíitir a comercio los efec-
tos ingleses" se agitan o chocan las opiniones del virrey, del Con-
sulado, del Cabildo, las Representaciones del apoderado del Con-

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solado de Cádiz, Miguel F ernández de Aguero con sus considera-
ciones de orden político y religioso, los intereses de corporaciones
de zapateros y herreros y la "Representación de Hacen·dados y la-
bradores", de Mariano Moreno que comenzaba afirmando que esta
gran causa se debatía sin intervención de los principales actores
que debían concurrir en ella. La significación excepcional de este
escrito polémico de Mariano Moreno consiste no sólo en su oposi-
ción a las pretensiones de apoderado de los comerciantes de Cádiz
sino que impugna la reglamentación restrictiva que había aceptado
el Consulado de Buenos Aires. E.I 6 de noviembre de 1809, el vi-
rrey Cisnerosl dió el comercio libre pero sin adoptar gran parte de la
reglamentación propuesta por Moreno.
Una vez triunfante la Revolución, el gobierno comenzó a apli-
car sin reservas los principios económicos como la reducción de los
derechos a la exportación de frutos del país disminuyéndolos en
más de un ciento por ciento. Es curioso anotar que el gobernador
de Montevideo prometió interesadamente al comandante inglés
Elliot, más amplias franquicias en cambio de la ayuda inglesa para
bloquear el puerto de Buenos Aires, y que se constituyó el comité
de los comerciantes ingleses establecidos en esta ciudad, que hacía
gestiones para obtener una mayor disminución de derechos y más
acertada aplicación de éstos.
El régimen agrario había sido un arduo problema de la coloni-
zación indiana, contemplado por la legislación y los gobiernos, y
a principios del siglo XIX, en el virreinato del Plata, era en gran
parte el problema de las fronteras y los indios. En el vasto plan
proyectado por Azara, a indicación del virrey Melo de Portugal,
que no se había llevado a la práctica, se aconsejaba que la mejor
defensa de las fronteras consistía en fundar poblaciones por el me-
dio eficaz de repartir la tierra .
El primer gobierno patrio estimó la importancia de este asun-
to ocupándose en resolverlo por un conjunto de medidas dictadas
en el año 1O . Con motivo de habilitarse el puerto de la Ensenada,
Moreno redactó las instrucciones para la venta de terrenos y esta-
blecimiento de propiedades, mencionándose la circunstancia de que
dicha habilitación del puerto excitará la codicia de personas pode-
rosas que compran dilatados terrenos por el interés de la reventa
o para establecer grandes posesiones que quitan a los pobladores
la esperanza de ser propietarios algún día . Para evitar este mal se
adoptaban una serie de precauciones.
Con el concurso de nuevos documentos se puede afirmar que
la Junta abordó el problema agrario en sus relaciones con la con-
quista de .Ja frontera, iniciando su ejecución. El 1 5 de junio se co-
misionaba a Pedro Andrés García para proyectar un plan de visi-
ta de los fuertes de campaña . El original existente en el Archivo
General de la Nación se limita a encomendar a García la comisión
antedicha pero en un agregado marginal que consta en el documen-
to y es letra de Moreno, se establece que debía averiguar al mismo
tiempo el estado de las poblaciones y ganados, los medios de reu-
nirlos en pueblos, la legitimidad con que se ocupan los terrenos
realengos y otros puntos relativos a la mejora de los campos. Una
simple comisión policial, Moreno la transformaba en vasta la·bor de
carácter político, - económico y militar. García lo comprendió así,

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y aceptando el cargo, relata los antecedentes más inmediatos de la
materia y formula juiciosas consideraciones sobre el porvenir gana-
dero y agrícola de la campaña.
No terminaré este aspecto económico de la Revolución sin
mencionar la política seguida en las relaciones con los extranjeros
y su radicación en el país. Se sabe cuál era el concepto sustentado
por la Junta para hacer efectiva una amplia política de comercio
con los súbditos ingleses. La conducta del capitán Elliot, con mo-
tivo del bloqueo decretado al puerto de Buenos Aires, inspiró al
gobierno serias consideraciones de orden general, en punto a las re-
laciones con todos los extranjeros . La opinión comenzó a ínquie-
tarse sorprendida por la actitud hostil del capitán Elliot. El decre-
to del gobierno tiende a desvanecer recelos, serenando los ánimos
y demostrando que en virtud del supremo interés recíproco que ri-
ge las relaciones de los estados, Inglaterra no podía aventurarse en
América a empresa audaz, otra vez . Observa que el extranjero vie-
ne al país a trabajar por su bien. Recibamoslo en buena hora, di-
ce, aprendamos las mejoras de su civilización, aceptemos las obras
de sus industrias y demos franquicias con los frutos que la natura-
leza nos reparte a manos llenas, pero no se debe incurrir en el error
de aquellos pueblos que se dejaron envolver en las cadenas de otros
más poderosos. Media mucha distancia entre permitir la entrada
de extranjeros y el de admitirlos sin reserva alguna, punto de vista
este último que Mariano Moreno ha expuesto admirablemente en
181 O, declarando que debía otorgarse franquicias a los que se de·
dicaban a las artes y cultivo de los campos.

LA REVOLUCION DF.SDE EL PUNTO DE VISTA CULTURAL

A los siete días de establecido el nuevo gobierno, su secretario


rompe el fuego, redactando el decreto relativo a la fundación de
la "Gaceta" . El principio que sustenta era el de que el público tie-
ne derecho a saber la conducta de sus representantes. Ademas, la
edición de la ··caceta" entrañaba la afirmación del precepto ''li-
bertad de escribir", con que Moreno inicia el número 3.º, que valía
tanto como afirmar la emancipación del espíritu. Proclamó que era
necesario otorgar libertad para ha·blar en todo asunto que no se
opusiera a las verdades de la religión y del gobierno. "Si se opo-
nen restricciones al discurso ---agrega- vegetará el espíritu como
la materia, y el error, la mentira, la preocupación, el fanatismo y
el embrutecimiento harán ·la divisa de los pueblos y causarán para
siem\pre su abatimiento".
La fundación de la Biblioteca pública de Buenos Aires es la
expresión más alta de la política cultural de la Junta, que alcanza
el valor de un símbolo. En los considerandos de ese decreto se ha-
bla también de la legítima aspiración de fundar la Universidad en
Buenos Aires para cuyo fin llamarían a hombres sabios "que re-
glando un nuevo esta·blecimiento de estudios, adecuado a nuestras
circunstancias formen el plantel que produzca algún día hombres
que sean el honor y gloria de su patria" .
Preocupado de instruir a la sociedad, se hicieron reformas
importantes en la escuela primaria y se comenzó a publicar en la

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·"Gaceta" la obra "Pensamientos de un patriota español para evi-
tar los males de una anarquía", atribuído a Jovellanos, que se in-
sertó fragmentariamente en números siguientes. Con este libro y con
la reimpresión de 'ºEl Contrato Social'' de Rousseau se aspiraba a
difundir los principios del derecho político y educar al nuevo sobe-
rano.

EL MUNDO MORAL DE LA REVOLUCION DE MAYO

No faltó en los patriotas la superioridad de miras pero no fal-


tó en los españoles la dignidad en el sacrificio .
Por am¡bas partes se cumplió el augurio formulado en 1 81 O:
habrá que enseñar al pueblo que la fidelidad tiene sus mártires co-
mo la religión .
Esta es la gloria ejemplar que ilumina a los hombres represen-
tativos y destaca la personalidad de los pueblos y ésta es la es-
cuela que hace la auténtica grandeza de las naciones,
La Revolución de Mayo es un hecho de infinitas proyecciones,
políticas, económicas, culturales y fuente eterna de sustentación y
renovación de la historia argentina de todos los tiempos.
Es la empresa de una generación idealista, la de más signifi-
cación entre todas las empresas humanas: crear, crear la nación li-
bre y democrática de 181 O, que el tiempo y las generaciones sub-
siguientes han perfeccionado y han hecho cada vez más grande,
rn¡aterial y espiritualmente .
No ha sido forjada entre disputas bizantinas, sino hecha con
amor, es decir con la profunda devoción del ser a la imagen soña-
da y con dolor, es decir, con abnegación, sufriendo aún el destierro,
con espíritu -de renunciamiento, sufriendo aún la injusticia.
"Hablo con mis hijos", dice Cornelio Saavedra en su Memo-
ria y reclama el juicio del tribunal de la posteridad.
Es un deber de toda alma noble y sensible estar de centinela
ante el sepulcro del inocente para estorbar que la calumnia entre
a perturbar el reposo de sus cenizas, proclama Gregorio F unes.
Y o emprendo escribir mi vida pública, puede ser que mi amor
propio acaso me alucine, declara serenamente Manuel Belgrano,
con el objeto que sea útil a mis paisanos y también con el de po-
nerme a cubierto de la maledicencia,
Los actores de la Revolución nos ayudaron a construir su his-
toria.
De esta tradición escrita que tiene el alcance de una confiden-
cia, surge incólum!e como de milagrosa fuente, el mundo moral de
la Revolución y el espíritu inmortal de los hombres de Mayo .

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