Está en la página 1de 6

Resumen del Artículo “The Soft Classroom” de Robert Sommer y Helge Olsen

María Bonafonte Recio

Facultad de Psicología,

Universidad Autónoma de Madrid


THE SOFT CLASSROOM 2

El presente artículo publicado en 1980 explica una experiencia llevada a cabo

por Robert Sommer, profesor y director del Centro de Investigación del Consumidor en

la Universidad de California, y Helge Olsen, profesor de diseño también en la

Universidad de California, para llevar al campus un aula alternativa a las clases

tradicionales, caracterizadas por numerosas filas de sillas mirando al frente. Se decidió

diseñar e implantar esta nueva aula ya que se encontró una fuerte demanda de la

comunidad universitaria para hacer que los espacios de docencia fueran más cálidos e

íntimos. No obstante, para aterrizar este proyecto en la práctica hubo que sortear

algunas complicaciones burocráticas.

Estudios previos

Algunos estudios como el de Becker et al. (1973, tal como se cita en Sommer y

Olsen, 1980) muestran que la participación en las clases es muy baja. En este estudio la

participación del alumnado disminuía a medida que aumentaba el tamaño de estudiantes

en las clases. Además, la interacción llevada a cabo siempre era del alumno o alumna

hacia la persona docente. A pesar de que las y los estudiantes hablaban entre sí

susurrando, no había un diálogo público entre ellos. La disposición de las clases parece

señalar que el debate solo se puede dar con el profesorado.

La valoración que los y las estudiantes tendían a hacer de las aulas era negativa.

De hecho, se destacaba su carácter institucional, impersonal, la falta de color y su

aspecto antiestético, entre otras consideraciones en esta misma línea (Becker et al.,

1973, tal como se cita en Sommer y Olsen, 1980; Farrenkopf, 1974, tal como se cita en

Sommer y Olsen, 1980). Sin embargo, cuando Sommer y Olsen trataron de elevar esta

información a la administración para cambiar el diseño de las aulas, no encontraron

respuesta institucional alguna favorable a su demanda. Por tanto, decidieron realizar


THE SOFT CLASSROOM 3

pequeños cambios en las clases que estuvieran a su alcance. De este modo, introdujeron

plantas, murales coloridos, posters, adornos, etc., los cuales fueron muy bien recibidos

por el estudiantado. No obstante, había ciertas resistencias por parte de éstos al

enfrentarse a ciertas modificaciones como, por ejemplo, la disposición de las sillas, las

cuales volvían a colocar en filas.

Sommer y Olsen decidieron preguntar a cargos altos que trabajaran en el campus

esperando que sus respuestas tuvieran una mayor repercusión administrativa a la hora de

introducir un espacio alternativo. Para ello, hicieron llegar cien cartas en las que

preguntaban si estarían de acuerdo con crear un aula alternativa en su diseño y

decorado, y si solicitarían su uso. Recibieron 39 respuestas favorables. Esta estrategia sí

logró el apoyo y el aporte financiero necesario para llevar a cabo el proyecto.

Planificando para el cambio

El presupuesto otorgado solo permitía cambiar un aula con ciertas limitaciones.

Por tanto, Sommer y Olsen decidieron realizar un diseño con altas probabilidades de

éxito y, para ello, se propusieron esbozar un aula con un coste asequible para ser

replicada, así como se hizo énfasis en que fuera útil para la mayoría de asignaturas,

aunque no se pudiera ajustar a las necesidades de toda la comunidad. Por otro lado, para

asegurar el éxito de la clase recabaron información mediante encuestas para conocer la

valoración del estudiantado y el cuerpo docente sobre el diseño que se quería realizar.

Aula blanda

Se extrajo todo el mobiliario que se encontró en el aula en un principio y se

introdujo otro tipo de muebles. Se construyó un banco hexagonal de madera de tres

niveles con cojines. En el medio del aula quedaba un espacio abierto, y en uno de los

segmentos del hexágono en lugar del banco había una pizarra. Se ajustó el espacio para
THE SOFT CLASSROOM 4

que fuera más luminoso y se incluyeron varios elementos decorativos –perchas, una

alfombra multicolor, etc. –.

Durante los primeros días se recogieron los comentarios del alumnado según

entraba a la clase. También hubo observadores en las distintas clases que se impartieron

que recopilaron las interacciones que se daban. A pesar de que la presencia de

observadores ajenos puede alterar las dinámicas naturales, el estudiantado aseguró que

no habían alterado la rutina típica del aula. Más adelante se administró un cuestionario

entre las y los estudiantes.

Resultados

Los comentarios recogidos en un inicio a la entrada del aula fueron muy

favorables. Por otro lado, las grabaciones que se hicieron de la interacción en las clases

mostró que el diálogo público entre el propio alumnado había incrementado, así como

lo hizo también entre estudiante y docente. De hecho, se comprobó que mientras en esta

clase la participación espontánea era del 79%, en el mejor de los casos de las aulas

tradicionales la participación era del 51%. Asimismo, se observó que había una libertad

de espacio que no se daba en las otras clases. El alumnado se cambiaba de sitio y de

postura con más frecuencia. Además, se eliminaba la posición central en las clases

tradicionales e incluso la persona docente se sentaba en varios lugares distintos de la

habitación.

El cuestionario se pasó a los 3, 21 y 33 meses después de haber habilitado el

aula. Se encontró un incremento significativo en las valoraciones que se daban a este

espacio en contraposición con su condición inicial. Aunque se calificó como excelente

por más de la mitad del estudiantado, también hubo quejas sobre la incomodidad de los

asientos, la falta de zonas donde almacenar las pertenencias personales, la ventilación y


THE SOFT CLASSROOM 5

el color de las paredes. No obstante, el número de quejas también había disminuido

considerablemente. El cuerpo docente, por lo general, mostró una gran satisfacción con

el aula. Sin embargo, hubo asignaturas que fueron aleatoriamente asignadas a esta clase

y la naturaleza de su actividad no encajaba con la distribución de este espacio, por lo

que decidieron cambiar de sala.

Discusión

El aula presentó problemas con respecto a la programación de asignaturas que

allí se impartían. En un principio, el profesorado escogía esta clase para sus materias a

través de un aviso que enviaba la oficina del registrador con la disponibilidad de la

misma. Sin embargo, esta notificación se dejó de enviar y fue decayendo el número de

profesionales que la reservaba. Por ello, en segundo año, esta clase comenzó a asignarse

aleatoriamente. Dado que si bien se adapta a la mayoría de asignaturas, no se adapta a

todas las necesidades del campus, cuatro profesores de 13 pidieron cambiar de aula, ya

que las actividades que llevaban a cabo y/o el tamaño del grupo no se ajustaban a las

características de ésta. No obstante, el alumnado siguió haciendo uso de esta clase como

sala de estudio cuando no había asignaturas programadas.

Por otro lado, también surgió un problema de mantenimiento ya que la forma de

conservarla y limpiarla era diferente a la del resto de clases. No se tenía aspiradoras ni

medios suficientes para limpiar la alfombra y el resto de mobiliario, puesto que

generalmente se usaban pulidoras para el mármol del suelo del resto de las clases.

Asimismo, el personal de mantenimiento no acostumbraba a mantener este tipo de

amueblado, por lo que lo cuidaban muy superficialmente. En este sentido, hubiera sido

recomendable haber trabajado desde un principio codo con codo con este personal.

Asimismo, también hubiera sido aconsejable instalar un programa de mantenimiento de


THE SOFT CLASSROOM 6

las plantas, sin embargo, estas fueron trasladadas un verano a otras casas, ya que nadie

las regaba. No obstante, a pesar de todos los contratiempos, la desfiguración del aula

apenas se ha notado tras sus cuatro años de uso.

Referencia

Sommer, R., & Olsen, H. (1980). The Soft Classroom. Environment and Behavior,
12(1), 3-16.

También podría gustarte