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Una solución particularizada:


Un problema-Un Taller
María Verdejo Nuño
Psicoanalista/Pedagoga.
Centro de Día La Ola. Bizkaia.

Presento la respuesta que elaboramos en el Este chico parecía no poder desprenderse del
Centro de Día Terapéutico-Educativo de La Ola objeto consola. Acudía al centro pegado a ella.
(2008) en relación a un problema que en termi-
nología actual supondría aplicar un protocolo Sus padres, atendiendo a la demanda del profe-
de gestión para la resolución de conflictos. sorado, intentaron que dejara la consola en
Dicho protocolo implicaría un trabajo de evalua- casa, sin éxito alguno y, si acrecentándose las
ción y puesta en práctica de las estrategias de crisis y violencia doméstica.
intervención adecuada para la resolución del
A su llegada, A se sentaba en una de las butacas
conflicto de acuerdo a los tres paradigmas bási-
del espacio de Buenos Días2, conducta regulada
cos de la época que nos toca, la modernidad tar-
y no secundada por el resto de los niños hasta
día: El paradigma problema-solución, el para-
ese momento. Rápidamente se ponía a hablar-
digma de la evaluación y, el hiperparadigma de
hablarse3 de algún personaje del juego, y a
la equivalencia, que conocemos mejor gracias a
“jugar” (con) la consola.
la conversación de Miller y Milner (2004).
El chico se mantenía fuera del circuito social.
La respuesta construida responde a una lógica
Consola y niño formaban unidad.
particularizada, donde el concepto de evalua-
ción queda fuera de la lógica globalizante del El resto de los chicos empezaron a acercársele.
mercado que invade las prácticas psicoterapéu-
ticas en estos tiempos, pero que, no por ello, El lugar de Buenos Días comenzó a tener una
está exenta de beneficios, tanto para los sujetos nueva significación, un lugar de intercambio.
como para la organización. El efecto de inclusión para A no se hizo esperar.

1. Los previos a la oferta Los demás chicos comenzaron a traer también


sus consolas, aprovechando ese tiempo para
1.1. La concepción aprender sobre alguna pantalla a su lado, permi-
El taller-Consolas surgirá como una manera de tiéndole jugar en sus consolas -la mayor de las
ofrecer un marco simbólico a una conducta1 dis- veces, era el único modo- y, poder avanzar así en
ruptiva que estaba invadiendo la cotidianidad el juego. A les permitía ese acercamiento, aun-
del Centro de Día, y, cuyo desencadenante fue la que se enfadaba si otro niño no seguía al pié de
conducta de un niño que llamaré A en el tiempo la letra sus instrucciones o, las entendía mal, o,
de su inclusión en el programa. simplemente le pedían que las repitiera.

1
Leyendo esta conducta y, no controlándola, porque la conducta supone un Sujeto que quiere decir algo con ella y, en la Infancia
como ya nos advirtiera Freud, la palabra no es sólo el instrumento básico para la comunicación.
2
En aquellos momentos habíamos construido una salita de entrada, en la que los chicos podían utilizar hasta la llegada de todos los
niños. Se construyó como un lugar de tránsito. En él se alojaron diferentes objetos que en la civilización hacen a la espera: sofás
cómodos, revistas variadas, fruta, papel blanco, lápices de colores…
3
Hablar es una forma de nombrar un texto sin paradas, que saltaba de párrafos de forma, aparentemente inconexa.
No hablaba con nadie, aunque te nombrara o, dijera “Sabíais que…”. No esperaba respuesta alguna.

Norte de salud mental, 2011, vol. IX, nº 40: 13-18.


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Si bien el profesorado había consentido para que educación. Esta orientación fue la que sirvió para
A introdujera su consola en los diferentes talleres, seleccionar a los adultos que tomarían a cargo el
porque él sí respondía a incluirse en el taller-mien- taller. Y, así, me vi inmersa, por interés propio, en
tras conservara la consola con él-, los demás chi- la creación del taller de consolas. Sin embargo, y,
cos no pudieron regularse de esta manera y las aunque el taller sería pensado, organizado y coor-
consolas comenzaron a invadir los espacios con- dinado por un adulto concreto, el equipo está ad-
virtiéndose en fuente de malestar y desencuentro, vertido de que la forma en la que se estructura la
amenazando la estructura misma del centro. respuesta a la demanda no es sin consecuencias
para el niño, constituyéndose el equipos mismo en
La repetición hizo su presencia pero, el malestar herramienta para la puesta en marcha del mismo.
del adulto cedió a la palabra, y las reuniones de No se trata de arreglárselas uno solo, tomando a
equipo tomaron en su agenda esta dificultad. su cargo la respuesta a un problema de violencia.
Las preguntas, más allá de las quejas, aparecie- Tampoco es colocarse en una relación dual con el
ron para orientarnos en las posibles respuestas: compañero que ha presentado el problema, por-
observamos el papel de intercambio para los chi- que ello implicaría quedar atrapado en el impasse
cos como una fortaleza para la intervención, imaginario con él. Más bien, se trata de la política
pero, también, la debilidad que suponía dejarla de la institución: es autorizarse en el campo de la
en el lugar y tiempo de la llegada para la regula- institución donde se trata de hacer todo su lugar al
ción de la vida en el centro. Parecían ofrecernos sujeto, es decir, la de no fallar ninguna ocasión
una posibilidad de trabajar sobre el vínculo entre para reconocer y sostener al sujeto de la enuncia-
ellos, pero a condición de permitir introducir el ción en cada uno de los enunciados que producen
objeto consola en la dinámica del centro. los niños (Peckel y Halleux, 2003).
Como respondiera Freud en la carta enviada a La frase “tenemos derecho a decidir también
Einstein (1932), todo lo que promueve el desarro- sobre lo que nos gusta”, había sido escuchada,
llo de la cultura trabaja contra la guerra. Y, bien pero, cómo responder a este derecho aún necesi-
podríamos decir que la “guerra” se había instalado taba de un trabajo. Los que trabajamos con niños
en el corazón mismo de la estructura organizativa con patologías psiquiátricas graves y nos deja-
del centro. Pero, la violencia que había surgido mos orientar por el psicoanálisis estamos adver-
procedía de los niños o de la institución. ¿Acaso no tidos de la interpretación que puede darse a una
estaban diciéndonos que podríamos utilizar una respuesta precipitada que no tenga en cuenta al
herramienta nueva para trabajar en el centro y, sujeto mismo, como diría Virginio Baio, una res-
ofertar una nueva modalidad para que el sujeto puesta sin hacer campo, puede precipitar la vio-
pueda alojar sus invenciones? Por una lado está A, lencia y no su pacificación.
y, por otro lado están algunos niños que quieren
como A. Cuando la práctica da de ese hecho una posición
central al sujeto, resulta de ello una consecuen-
La respuesta debía incluirse en la organización
cia inesperada. Hace inexistir la violencia (Peckel
misma del centro.
y Halleux,2003). Porque, en el corazón mismo de
Si el Centro de Día se asienta sobre la estructura la violencia está justamente la amenaza para el
de la lógica de los Talleres como espacios y tiem- sujeto de perder su lugar.
pos para tratar el malestar ¿qué mejor que darle
un taller al objeto? Pero, cómo, cuándo, para qué, Es posicionarse como un elemento cualquiera de la
quién. red. Cada adulto está encargado de hacer campo.

Herbart, J.F., promotor de la Pedagogía científica, 1.2. La Gestación


nos dejó una orientación fundamental para la cre- Realizar una oferta que no obture al sujeto incluía
ación de los talleres educativos (Compayre, 2005), que la inclusión uno por uno.
el agente debe estar causado por los contenidos
que en la clase se imparten para poder transmi- Tomar la palabra de cada uno de los niños, las
tir el deseo de aprenderlos. Y, así ofrecer al niño relecturas de compañeros que tienen más expe-
la posibilidad de ocupar un lugar como sujeto de la riencia en el trabajo y, las reuniones de equipo,

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cobraron todo su peso en este tiempo para todos Dar a cada niño su tiempo para expresarse sin cen-
y cada uno de los adultos integrantes del centro. Y, sura, por rara o descabellada que pudiera parecer
si bien, yo encarnaría la función de adulto que res- la sugerencia, fue permitiendo un tiempo para que
ponde para la construcción del taller, no por ello se la transferencia se instalara y, las consecuencias
debe confundir con el trabajo de todo un equipo no se hicieron esperar; la regulación del objeto
que sostiene y garantiza su funcionamiento. La for- consola fue abordable. También A aceptó dejar su
taleza del Centro de Día está en el trabajo en equi- objeto consola a lo largo de este tiempo que llama-
po que lo sostiene, en la conversación continua, mos entre todos, “El Taller de Preparación para la
no exenta de dificultades, que nos orienta. Pe- Obtención del Taller de Consolas”.
dagogía y Psicoanálisis, cada cual desde su objeto
y sus límites, están al servicio de estar atentos a Mientras el niño es mantenido en una posición de
los detalles del sujeto. Aunque ambas disciplinas objeto no puede volverse tratable, no está en con-
se sostienen en distintos objetos, ambas conocen dición de sujeto tratable. La aplicación de este
de la necesidad del consentimiento del sujeto para principio rector nos ayuda, una y otra vez, a retirar-
su práctica. nos de posiciones que en nada favorecer ni al
campo educativo, ni al campo de la terapéutica.
Como primera estrategia de intervención se deci-
dió que me incluyera en el espacio de Buenos La palabra escrita fue introducida en forma de
Días. Además pedí introducir revistas sobre con- cartas a la Jefatura que encarnó la función del
tenidos de los juegos y uso de las consolas, tercero regulador u Otro de la Ley al que dirigir
materiales que me permitieran situar el conoci- las propuestas una vez estuvo aceptada. Cartas
miento de juegos y consola fuera. cuyo contenido respondía a sugerencias sobre
cómo realizarlo, cuándo, con qué materiales, etc.
El objetivo sería dar la posibilidad a la circula- Este tiempo permitió construir al adulto como
ción de la palabra sobre este tema en un tiem- mediador-garante de su lugar como sujetos, uno
po y un espacio regulado y estar atenta a sus por uno. Cada chico participaba cómo podía, con
decires. ese estilo mandón que les suele caracterizar;
El primer efecto en los niños, la sorpresa. pidiendo que pusiera que tal juego lo pedía solo
para sí. Y otras cuestiones afines. A no quiso
Algunos comenzaron a expresar sus quejas, a rea- consola porque no quería jugar con otra que no
lizar sus demandas. Podríamos atrevernos a decir fuera la suya. Y, aunque sus soliloquios estaban
que también este mismo tiempo de gestación se presentes, los niños pudieron aceptarlos como
ubicó como taller, un taller de palabra particular, forma singular de su decir. Así, en ocasiones, me
aunque, con una forma grupal. Taller que se insti- pedían incluir algo que él repetía y, fue grato
tuiría como respuesta al límite del tiempo del constatar como él mismo permitía esta inclusión.
Buenos Días. No les daba tiempo decir y, estuvie-
ron dispuestos a modificar este espacio. Este cam- En ocasiones era necesario dividir la interven-
bio fue bien acogido por el resto de los compañe- ción en cada uno de los enunciados del niño.
ros. Y, para el nuevo horario se contemplaron dife- Poco a poco, los niños fueron aceptando las dife-
rentes cuestiones que tuvieron en cuenta tanto la rencias, se iban incluyendo como sujetos en sus
organización del centro como las propuestas de dichos, tomando a su cargo algunas cuestiones,
los niños sobre sus deseos de otros talleres, cuán- mi cabeza me dice todo el tiempo que…
do incluir este nuevo taller.
Una año después, A incluiría en su discurso,
El taller tomó otro espacio y otro tiempo tras “Qué tiempo aquellos! ¿Te acuerdas de cuando
recibir el permiso una vez realizadas las pro- hicimos para tener el taller de consolas?”.
puestas y llegando al consenso con los niños
que querían realizarlo. Los chicos pudieron soportar una espera acotada.
La Jefatura fue respondiendo despacio, pudiendo
La participación de los chicos era libre pero, una felicitarles por proponer (tener ideas para el traba-
vez comenzado el taller, la puerta quedaba jo), dar explicaciones sobre las posibles conse-
cerrada hasta el día siguiente. cuencias culturales del taller, porque, no había que

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olvidar para qué acudían allí: tener amigos, jugar (jefes, secretaria, conserje, maestra, terapeuta,
en el patio del colegio, etc. etc.), se re-introdujo alrededor del taller, como
un elemento más de la red institucional.
El paso al acto cedió su presencia. El intermedio
de la palabra oral y escrita antes de la acción No todos los chicos querían el mismo juego,
tomó cuerpo en este taller. Podríamos aventurar- cada uno tenía sus propios intereses en el taller,
nos a decir que la palabra se volvió menos perse- no había más común que el de que se realizara.
cutoria y, el uso de la inteligencia, parafraseando Así lo tomamos. Un lugar para estar unos al lado
a I. Luzuriaga (1998), se puso al servicio de la de otros, jugando cada uno.
vida. Los chicos podían entrar a otros talleres sin
consolas, pero con ellas. Por ello, en las cartas incluimos la configuración
espacial del taller de consolas con lugares indivi-
duales y uno grupal, en la que nos reuníamos
1.3. El Alumbramiento
para hacer el tiempo de la lectura y la escritura
La Jefatura concedió un primer ensayo, en el que de las cartas.
los chicos, junto con los terapeutas del taller se
comprometerían a comunicarles después de ca- A se colocó desde el papel que se le dieran a su
da jornada el resultado, admitiendo sugerencias, entrada y que hacía serie con el significante
modificaciones, etc. La palabra tuvo, desde el “superdotado” con el que la familia lo nombrara.
comienzo un lugar privilegiado, nada amenazan- Deambulaba de un chico a otro para decirle cómo
te por los efectos que se fueron observando. debía hacer, aunque no le preguntaran, incluso les
Esta fue la posición del adulto en el taller ocupar quitaba la consola cuando observaba que no lo
la posición del garante de cada sujeto en rela- estaban haciendo bien, produciéndose un desen-
ción al taller. Adultos regulados que en momen- cuentro que ponía en peligro la supervivencia del
to alguno encarnan la posición de la Ley, que Taller. Tomar las palabras del chico e introducir con
quedaba fuera, lejos, encarnada en las Jefaturas, ellas un “no-siempre el guía” produjo una nueva
pero sometido a ella y, una más entre los adultos clama. El cuerpo de A tiene derecho a estar senta-
que trabajan en el Centro de Día, cuyo trabajo do y jugar, como los demás compañeros del taller.
tiene en cuenta al otro compañero porque sabe Fueron palabras bien recibidas por él y por los chi-
de sus efectos en la dinámica del sujeto mismo. cos. Fue tomando cuerpo la idea de traer las guías
de los juegos para que los chicos tuvieran la posi-
Cada cual desde su particularidad hacía sus bilidad de encontrar otras ayudas, incluido A. Esto
aportaciones4. Así, el taller comenzaba con la lo agradó mucho que respondió “dejadme jugar a
carta respuesta de la Jefatura y, terminaba tam- mi aire. Me estoy quedando retrasado” fue su
bién con otra carta, ahora de los chicos. La escri- manera de incluirse en la serie de los compañeros.
tura se sostuvo desde este circuito epistolar. De
esta manera, si los chicos preguntaban en otro Esto fue lo que se sostuvo, cada cual, en el taller
taller, eran remitidos al tiempo y al espacio acor- jugaba a su aire.
dado y, a borrarse en referencia a ese tema, por-
que eran otros los encargados, e, incluso, si Se inició otro tiempo para la reconfigurar el taller.
algún chico se mostraba muy inquieto, se le
podía dar permiso para ir y volver y, saber si Si A se levantaba sin ser llamado, se introdujo
había llegado el correo, por ejemplo. También una forma de respuesta particular para él que le
pudo regularse esta cuestión, informando a los permitió enunciar que se confundía si hablaban
niños que el correo llegaba a la secretaría a tal en voz alta. Poco a poco el silencio tuvo presen-
hora y, lo traía el conserje en el intervalo de tanto cia y la entonación de la pregunta cobró el signi-
tiempo. La carta sólo era leída en el espacio y el ficado para ofrecerse a una posible respuesta.
tiempo del Taller. Todo un circuito social, regula- ¿La forma de decir es una pregunta X? Es impor-
do por los tiempo, los espacios, las funciones tante no confundir las palabras que preguntan.

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U, por ejemplo, comentará en un tiempo posterior la posibilidad de realizar partidas los niños contra los mayores, dando lugar a
una construcción colectiva.

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Los chicos fueron incluyendo a otros como ayuda informática para buscar los link de las páginas de
y, esto descolocó a A que se nombraba como el ayuda, etc. Pero con la condición de que los conte-
único guía persona, porque las guías en papel nidos fueran trabajados en el taller de consolas.
eran libros, y pertenecían a otra categoría.
El tercer tiempo se fue constituyendo como el
Observamos como el significante “único” ocupa- tiempo de conectarse por equipos. Los niños
ba en lugar persecutorio para él. Aquí fue la salían del mismo charlando de la paliza que nos
intervención de otro niño la que abrió otras sig- habían dado a los adultos, de los deberes que
nificaciones posibles cuando lo nombró como tenían pendientes, etc. En este momento dimos
primer guía, explicándole que como él también por concluida la fase de gestación del taller.
tenía derecho a seguir jugando podía delegar en
otros que ya conocieran el juego sobre el que se 2. La oferta: el Taller-Consolas
pedía la ayuda. El sería siempre “el primero”,
porque había aprendido antes, pero eso no le La estructuración del Taller tomó su forma y, el
obligaba a responder siempre, como “único”. taller se constituyó como tal tomando el nombre
Primero lo introducía en la serie, único lo exclu- Taller de Consolas.
ía. Esta observación fue aceptada y, de nuevo A
se pacificaría, pudiendo decir no al único, sepa- El tiempo del mismo se dividió en tres momentos:
rándose de esta significación mortífera para él. • En el comienzo, se leería la carta de la
Jefatura y se escribiría la respuesta. Ello hizo
Sin embargo, otro elemento apareció en la escena, posible retomar los sucesos anteriores.
la espera cuando se producía un no a la petición Antes y después tomaron otra significación
de ayuda. Aprovechando las características de las para la escritura de las cartas.
consolas se les propuso dejar el juego en estam-
bay y, mientras, como era el tiempo del juego, • En el medio, se podría realizar el juego indi-
jugar con un adulto a un juego que permitiera la vidual.
conexión en red con otras consolas del taller. Esta • Al final, se conectarías las consolas para
forma de juego se había introducido entre los adul- jugar por equipos, niños contra adultos.
tos previamente y, algunos niños habían realizado
preguntas al respecto, acercándose a mirar quien El armazón del taller se realizó siguiendo cada
de los adultos ganaba, pidiendo incluso jugar por particularidad, sosteniendo para cada niño su
alguno de ellos. Sin embargo la respuesta era un lugar como sujeto singular.
no, porque ellos había dejado de este tiempo. Una
nueva demanda por parte de algunos chicos per- El Taller se mantuvo hasta finalizar el curso y, los
mitió construir otro tiempo en el taller, una moda- niños fueron hablando de logros en la relación
lidad de juego al final del mismo, haciendo dos social. Expertos en otro tipo de conocimientos
equipo, niños contra mayores y, se pidió encareci- que, a su manera, favorecían incluirse en el lazo
damente a A que formara parte del equipo de los con el otro, cada cual a su manera, porque para
niños. Su consentimiento no fue inmediato y, su el ser humano no hay otra forma. El proceso de
inclusión permitió rodear de nuevo la posición de socialización no está de entrada ni puede obli-
objeto a la que se sentía dejado si el equipo no garse, ni aparece como resultado del desarrollo
quedaba en posición de ganador. No juego me evolutivo.
hacéis ser un perdedor. Poder separar ser un per-
dedor de no saber aún manejar el juego dio como 3. Conclusiones
resultado que el mismo A, hiciera una petición muy
¿Qué es para el Centro de Día un Taller?
bien acogida por sus compañeros, por qué no les
dejáis el juego para que aprendan. Regulada la El taller debe responder de la buena manera a la
petición a través de las cartas produjo un nuevo elaboración del niño.
efecto, el tiempo de los préstamos para los niños
que quisieran mejorar sus conocimientos habría El taller es un instrumento simbólico al servicio
deberes. También se propuso con otros compañe- del sujeto, más allá del niño; que es sostenido por
ros del centro, permitir el acceso en el taller de el adulto que quiere crearlo, porque es desde su

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deseo que toma a cargo la actividad, pero que ¿Qué es entonces lo que podemos generalizar de
aloja el saber del psicótico, y no el del adulto y, se estas experiencias particulares?
inscribe como uno más en la red de un trabajo
Devuelvo la palabra a quien tiene más experiencia
orientado por ofrecer los lugares para que el suje-
y que nos ha ayudado tanto al dejar constancia
ta pueda construirse.
escrita del trabajo. El taller será un espacio donde
Un montaje que se sostiene en una programación, se esté atento a todo aquello que el niño trae, sien-
pero que no se fundamenta desde ella. Si que, do permeable a su demanda. Para decirlo simple-
bien se sirve del encuadre de la programación, mente se trata de ser un humilde y servicial porte-
busca la invención particular de cada sujeto para ro que ante el menor pedido se mostrará predis-
encontrar un lugar en la existencia humana. puesto a abrir la operación al sujeto a requerimien-
to del niño, atento a dejarle la iniciativa, ajustán-
Cherara (2000) señala: Uno no hace un proyecto donos a ese saber entregado que el niño ha de
clínico con los niños, sino que uno los deja venir construir vía nosotros (Cherara, 2000). Así se po-
y después sigue la construcción. Uno toma nota drá apreciar y poner, en su justa diferenciación,
de las construcciones que el chico ha hecho, por que tener el mismo comportamiento no indica que
eso el proyecto no está desde el inicio, sino que se haga la misma operación lógica.
el proyecto se puede ubicar retroactivamente
una vez que el chico se ha puesto a construir. Para A fue un tiempo y un espacio para separar-
se de Otro que lo aislaba.
Tampoco pueden formar parte de un protocolo
generalizable para todos y como estructura fija
para la puesta en marcha de dispositivos afines.

Contacto:
María Verdejo Nuño • Centro de Día La Ola. Bizkaia
verdejo.maria@gmail.com

Bibliografía: 5. Cherara, A.D. (2000). Mateando. Algunas refle-


1. Miller, J.A. y Minler, J.C. (2004). ¿Desea ser xiones sobre el montaje de talleres en el trabajo
usted evaluado? Colección Ítaca. Miguel Gó- con niños en una institución. Madrid. Revista
mez Ediciones. Carretel 3.

2. Luzuriaga, I. (1998). La inteligencia contra sí 6. Compayre, G. (2005). Herbart. La educación a


misma. El niño que no aprende. Madrid. Bi- través de la instrucción. Editorial Mad, S.L.,
blioteca Nueva. 2005.

3. Aichhorn, A. (2006). Juventud Desamparada.


Barcelona. Editorial Gedisa.
4. Peckel, B. y Halleux, B. (2003). Hacer inexisitir
la violencia. Cuadernos de Psicoanálisis ICF
28. Bilbao. Ediciones Eolias.

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