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DOSSIER
Lo que muestra este estudio con claridad es que lo que Al mismo tiempo, también deberíamos poder afirmar
“un siglo” (podríamos decir mejor, una sociedad deter- algunas cuestiones que sí sabemos en este siglo XXI.
minada) puede pensar sobre las capacidades de la in- Primero, que los niños son sujetos de derechos: que to-
fancia, habla más de esa sociedad y de ese siglo que de dos tienen derecho al cuidado, la protección, la alimen-
la infancia en sí. No estaría mal formularse la pregunta: tación y la mejor educación que seamos capaces de dar-
¿qué creemos que pueden hacer los niños pequeños? ¿Y les. Segundo, que son niños: que hay una asimetría en la
qué dice eso de nosotros mismos, antes que de la in- relación que indica que la responsabilidad primaria por
fancia en sí? ese cuidado está en nosotros, los adultos. Tercero, que
Quizás, entonces, la primera cuestión sea mantener un lo que queremos enseñarles tiene que ayudarlos a ir ga-
cierto “enigma” sobre lo que es y lo que puede la pri- nando autonomía, a no mantenerlos en un lugar de im-
mera infancia, para que nuestros saberes no obstaculi- potencia e incapacidad, sino a sostenerlos en una cre-
cen desarrollos y experiencias que pueden ser mucho ciente posibilidad. Educarlos tomados de la mano, no
más provechosos de lo que imaginamos. Deberíamos tan sueltos como para dejarlos en el desamparo, ni tan
poder volver a mirar la infancia “con ojos de niño”, co- pegados como para que no puedan ir marcando su pro-
mo dice Francesco Tonucci, esto es, con una curiosidad y pio camino.
una sorpresa renovadas. No “infantilizar” ese vínculo no
quiere decir dejar de considerarlos niños, sino mante-
ner una pregunta abierta y activa sobre la infancia. 1 P. Garnier, Ce dont les enfants sont capables. Paris, Metaille, 1995.
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