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Ni una enfermedad ni un remedio: EL

“MAL” LLAMADO ADD


 /Escrito por Juan Vasen
 /Publicado el 7 agosto, 2014
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“La mayor distancia entre dos puntos es el tiempo”

Tenesse Williams. El Zoo de cristal

Las escuelas se han poblado, de un modo “epidémico”, de niños que se


distraen con facilidad, se muestran desatentos y con dificultades para los
aprendizajes formales. Niños inquietos, que presentan reacciones
impulsivas y con dificultades para aceptar normas y reglas. Para muchos esto
tiene un nombre, una sigla en verdad, que designa al “trastorno”: ADD.
Profesionales, docentes y buena parte de los medios de comunicación lo
consideran como problema de aprendizaje y comportamiento que responde a un
déficit, de atención, de concentración, de control y, en última instancia, de
dopamina.
Un problema que se define como “trastorno” a partir de ciertos parámetros que
parecen exteriores al problema mismo. Pero no lo son. La desatención
cosificada como déficit y la inquietud tematizada como exceso surgen de un
modo de evaluación cuantitativamente grosero que se realiza clasificatoria y
muchas veces irresponsablemente a partir de escalas que presentan un margen
de error sideral.
Una hermosa y joven mujer corre a los tropezones por la calle. Se nota que está a la
moda y que está apuradísima. Lleva un teléfono celular entre su oído y el hombro, Su
brazo izquierdo rodea una bebita cuya cola intenta espolvorear con talco con su mano
libre. No se cae pero el riesgo de desparramo es grande y la vereda queda blanca de
fécula. Debajo de la foto se lee. Jeans Diesel: Live Fast.
El tropiezo al que voy a referirme no es el de nuestra acelerada e incontinente heroína
publicitaria postmoderna y su bebita, futura saltimbanqui. El primer tropiezo a
considerar es el de su antecesora, nuestra subjetividad llamada “moderna”. Esa que
es objeto de nostalgia por padres y maestros que esperan que los chicos atiendan a
los grandes, que se queden quietos, canten el himno y hagan buena letra.
Subjetividad es la forma de ser y estar en el mundo y es efecto del trato y la
significancia que dejan marcas, que se encarnan en los cuerpos y que varían de
acuerdo a tradiciones y las épocas.
Es una “construcción más expuesta a los tiempos y dependiente de circunstancias;
potencia activa de ser, proceso abierto, movimiento, posibilidad de transformación”,
Rafael dixit.1 Y agrega que la organización subjetiva de la psicosexualidad que
llamamos aparato psíquico es “permeable a mutaciones históricas cuando estas
alcanzan los entramados simbólicos primordiales”.2
El objetivo del psicoanálisis, y más aun en niños, planteado comosubjetivación retoma
productivamente la diferencia foucaultiana entre dispositivos productores de
subjetividad standarizada y prácticas de subjetivación productoras de singularidad.
La relación subjetividad/clínica nos confronta a veces al fantasma de una dilución de la
segunda en la primera. Su conjuro puede partir de evitar la desconexión entre lo
singular, irreductible que se presenta en cada situación clínica trabajada y lo particular
de la subjetividad epocal. Es que se trata del modo de producción de “un nudo
relacional de exterioridad interna”.3 Lacan lo llamó “extimidad”. Un desafío de fuste
pues no neutralizaremos a los nuevos “ingenieros del alma” con sanatas sociológicas
o filosóficas.
Para la subjetividad moderna la meta era la formación de futuros ciudadanos puesta
en manos de la familia y la escuela reguladas éticamente por el estado y tuteladas
moralmente por la iglesia
Todos sabemos ya que eso ha cambiado. Hace muchos años Robert Young
protagonizaba una serie de gran audiencia televisiva: “Papá lo sabe todo”. Por esa
época el cabo Rusty, casi un niño adiestraba y domeñaba a su fiel amigo animal Rin
tin tin. Un saber supuesto y el dominio sobre lo irracional a partir de la integración a
una estructura jerárquica eran el modo de estructurar relaciones. En la actualidad la
figura paterna más popular es Homero Simpson que sabe menos de casi todo que su
opinador hijo Bart. Y éste lejos de integrarse a una estructura jerárquica que lo ayude
a controlar sus desbordes cuestiona y desnuda las hipocresías y el manojo de
intereses que determinan aspectos de su crianza y educación. La palabra paterna
pasó de hipertrofiada y solemnizada a devaluada. ¿Por qué prestarle atención?
El linaje, hijo de oficios y de lo que se produce empieza a estar cada vez más ligado a
las marcas y a lo que se consume. La desintegración familiar manifiesta por la
precariedad habitacional, ocupacional, o las exigencias de la supervivencia velan que
hay otras formas de des-integración más sutiles. Algo se ha “roto” en la “química”
moderna entre chicos y padres. Algo que no se arregla con la química de los
psicofármacos. Las “valencias” que ligaban y enlazaban el hogar nido han mutado. Y
aquél se ha convertido en un multi-espacio (cuando hay lugar) donde se intersectan -
no necesariamente se comparten- vidas privadas.. Los rituales familiares se ven
jaqueados por las solicitudes mediáticas. ¿O cuántas veces que se suele tener que
llamar al ritual de la cena a quienes están “ocupados” por el chateo, la televisión o la
música?
Por otra parte, en apariencia sigue habiendo escuelas, hay edificios y maestras, pero
todo funciona de otra manera. La escuela moderna educaba al soberano futuro,
ciudadano que se hará representar. Era una escuela que formaba.(el término alemán
bildung marcó ese rasgo) casi “moldeaba” ciudadanos. De ahí instrucción cívica.
Ahora la escuela no moldea sino que modula. Reconoce lo necesario del interés activo
del educando. Antes se trataba del a-lumno cuyas oscuridades había que iluminar
inscribiendo cual si fuera una página en blanco. En su lugar los chicos, hoy, participan.
De ahí que la atención y su problemática sea tan importante. Para el moldeado o la
inscripción no importa la atención que nos preste la arcilla o la página en blanco. Para
una escuela que estimula en la que el docente “negocia” con los saberes previos del
niño, sí.
Pero además los chicos, en la sociedad de consumo, pasan a ser usuarios de
servicios educativos que más que formar, capacitan para ingresar a un mercado. Para
qué entonces el civismo, la historia o incluso la gramática? ¿Para qué estudiar si,
según Castoriadis4, hasta los títulos se pueden comprar?
Antes la escuela era fuente única de formación. Ahora se ha convertido casi casi…en
una empresa entre otras que provee de habilidades y opiniones para su venta en el
mercado laboral..
Si antes se trataba de esperar a ser grande, ahora el consumo no espera. Si se
trataba de igualar (guardapolvos mediante) ahora lo importante es “estar primero”.5 Si
antes un maestro, aún desconocido, era esperado con respeto por su investidura, en
el aula, ahora puede serle necesario ingresar cuerpo a tierra para no ser alcanzado
por los proyectiles. Ya no se trata de autoritarismo de las autoridades escolares sino
de una anomia que muchas veces impide un clima de mínimo ordenamiento. El saber
estructurado, la investidura del maestro (junto con la del estado y del padre), han
caído. La norma pasa a tener la categoría de una opinión más. Los chicos señalan,
muchas veces con gran lucidez, esa desnudez de las fuentes de autoridad y saber.
¿Cómo crear respeto y, mejor aún, confianza desde ese incómodo lugar?
Si antes la consistencia de la autoridad aplastaba y lo problemático eran los efectos de
alienación y represión, ahora predominan los de destitución y fragmentación. Ante esa
inconsistencia los chicos se dispersan y se aburren.6 Y actúan. No por rebeldía, por
vacío.
Si antes el medio fundamental de educación eran las palabras familiares y escolares
hoy ese lugar es compartido cada vez con mayor desventaja por los medios. ”A mí me
crió la televisión”, decía Nicolás parafraseando a Bart. El ciudadano en formación
tropieza con multitud de objetos y tentaciones que el mercado pone en su camino. Y la
paciencia para recorrer aquel sendero parece astillada. La publicidad y los medios
entienden que la formación más que una construcción despaciosa es una adquisición
que se realiza en cámara rápida pues no es a futuro sino para un presente que se
escurre como arena entre los dedos.
Ha tropezado el tiempo moderno entendido como flujo lineal y constante, con
intersticios hoy ausentes en los relojes digitales, o con estratos, como la Roma
freudiana, ese tiempo que era impulsado por las fuerzas históricas hacia un futuro
prodigiosamente abierto. Hoy todo es simultáneo, a la vez. No debería sorprendernos
tanto que los niños se dispersen, o peor aún, que lleguen a desorganizarse.
La subjetividad moderna se suponía estratificada y misteriosa. Los saberes
universales y particulares quedaban interrogados y se legitimaba una búsqueda, la
extracción de una verdad que, acallada, pedía espacio para hablar. Una verdad
profunda y singular que significaba algo fundamental para lo que uno es y que por ello
causaba conflicto.
Hoy, cuando la intimidad de tan expuesta se ha vuelto “extimidad”, los materiales con
que la subjetividad se produce y el aparato psíquico se constituye no son ajenos al
“adocenamiento inducido por las estereotipias discursivas y las influencias mediáticas,
que domestican las necesidades emocionales de cercanía y sinceridad de igual modo
que las apetencias pulsionales.” 7
Nosotros y los niños de hoy más que hacernos la película queremos comprarla hecha
y queremos además parecernos a los de la película. Los chicos en particular a los
personajes que invaden pantallas y habitaciones. Personajes que no saben, por
naturaleza, estar solos. Saber estar solos, habitar no solo en las pupilas de quienes
miran, es un logro que diferencia a los niños de los personajes. Que sólo parecen,
pero no son. Y hoy cuando la corriente dominante lleva más cerca del parecer y del
tener que del ser, el malestar tiende a estructurarse en el campo de la performance
física o mental. Del rendimiento, que falla. Y entonces crea ansiedad, o angustia y
desencaja. Sobre todo cuando el ideal para crecientes sectores es que los niños sean
una especie de normópatas clonados.
Hoy más que una interioridad enigmática que nos interroga lo que acosa es la
necesidad de encajar. Y encajar es visibilizarse y visibilizarse es aparentar y consumir.
Consumir tiene rango constitucional desde 1994. Ya lo pueden notar en la tapa de
vuestros respectivos DNI. Arriba de todo dice Mercosur. Debajo Republica Argentina.
Primero consumidores. En el último enfrentamiento por la Copa Davis una publicidad
decía: “Ellos suecos, nosotros Topper”.
Ante la falla funcional que la jerga tecnocrática denomina “trastorno”hay cada vez
menos lugar para búsquedas o interrogaciones y cada vez hay más técnicas para
encajar, para adaptar al molde preestablecido más que para integrar lo diverso y cada
vez más las prácticas de cura se encuentran ante una especie de “modorra” para un
pensar en profundidad. Cada vez más se ofrecen recursos conductuales, biológicos o
genéticos, los neurotransmisores pasan a ser causa general y el fantasma queda
olvidado haciendo ruido en el desván. La pastilla pretende suplantar, investida
mágicamente, al trabajo de explorar oscuridades y extraneidades para intentar
transformarlas sublimatoriamente en belleza.
¿Diagnosticar o clasificar?
“Aquí mis pasos urden su incalculable laberinto”
Jorge Luis Borges

¡Curiosa epidemia esta del ADD que en lugar de seguir la lógica de las
enfermedades parece seguir las de la oferta y la demanda, las del mercado!
Porque habiéndose encontrado un supuesto remedio y estando ésta al alcance
de cada vez más gente, en lugar de disminuir su incidencia, ocurre que el ADD
aumenta.
La venta de psicofármacos ha aumentado llamativamente en los últimos años.
En nuestro país el aumento de venta de psicofármacos para niños es muy
intenso y se encuentra liderado por el metilfenidato cuyo consumo se ha
cuadriplicado por ejemplo entre 1994 y 1999 8. La cuota establecida para la
importación de droga que cada país acuerda con la ONU fue en 2003 23,7 kg.
en el 2004 de 40,4 y en el 2005 de 49,5 kg. En el 2007 fue de 82 kg. 9. El
incremento entre 1994 y 2007 es inmenso.
Por otra parte en EEUU se emitieron un promedio de 30.153 prescripciones
mensuales de Ritalina y otros medicamentos de su tipo en todo el 2006. En
nuestro país se facturaron alrededor de 150 millones de pesos en 2005, un 5%
más que en el 2004
Cuando lo que guía la introducción y difusión de un fármaco sigue las leyes de
que a mayor oferta, mayor demanda tienden a pasar estas cosas. Se oferta
más Metilfenidato y, curiosamente, hay más ADD. Tenemos entre 50 y 100.000
chicos medicados. Algunos creen que, para ponernos a tono, deberían ser
500.000.
Claro que antes de medicar hay que diagnosticar. Detengámosnos un poco en
esto.”Lo esencial es invisible a los ojos”. La frase del Principito podría parecer
obvia, pero no lo es. Lo visual predomina nítidamente en nuestra actual cultura
de la imagen y el rendimiento. Y es justamente la clasificación de conductas
visibles la que genera este “nuevo” “cuadro”, una especie de “combo”, ni
estructura, ni síndrome ni enfermedad, que denominamos ADD o ADHD que
reúne en un conjunto pretendidamente homogéneo niños con características
clínicas diversas que por compartir ciertas conductas visibles sion englobados
en una categoría común. Y que en cada caso requieren otro, mas bien “un”
diagnóstico. Para ser claro: ni ADD ni ADHD son diagnósticos. Son efectos de
una clasificación. Que como en esas combinaciones de “fast-food” siempre se
acompañan de algo más. En este caso, en lugar de “salir con fritas”, salen con
Ritalina. En el DSM IV R, la “R” parece apuntar cada vez menos al carácter de
edición “revisada” del mismo y significar, cada vez más, lisa y llanamente
Ritalina. Estamos ante un caso de clasificación “chatarra”. Que, como esa
comida, trae consecuencias en el organismo y la vida de los niños.
En nuestras sociedades, fuertemente influenciadas por paradigmas
tecnocráticos, se afirma la tendencia de reducir las prácticas sociales
complejas como criar, educar, diagnosticar y curar a procedimientos técnicos.
Los libros de autoayuda aportan entonces técnicas de crianza, reducen lo
complejo e interactivo de la educación a un problema de aprendizaje, el
espesor de un proceso diagnóstico se degrada a ingreso en una grilla
clasificatoria y la cura a la administración de psicofármacos o técnicas
reeducativas.
“La eliminación de las cuestiones prácticas es el núcleo de la conciencia
tecnocrática. En esta etapa la política ya no se dedica a la realización de fines
prácticos sino a la resolución de cuestiones técnicas”. “Donde había un
espacio práctico-político para la discusión, la tecnocracia nos ha legado un
problema técnico que ha de ser resuelto”. 10
En la conferencia de Martin Heidegger, La pregunta por la técnica el autor se
pregunta por la esencia de la técnica. Es la revolución científica de la edad
moderna la que ha comenzado un proyecto que está vigente hoy en día: el del
control humano de los fenómenos de la naturaleza. Este proyecto no se agota
en una determinada actividad, sino que se constituye en un plano metafísico
fundamental. La técnica encubre la esencia de la libertad. Produce el
velamiento de las “verdades más originarias” pero, a la vez y paradójicamente,
abre la posibilidad de preguntarse por ellas.11
La técnica es “encantadora”. Miles de padres, docentes y profesionales creen
que están contribuyendo, a través de la invención del ADD primero y del
“dominio” cognitivo-farmacológico luego, al control sobre fenómenos de nuestra
“naturaleza”. Considerar de ese modo al constructo de la psicología cognitiva
consagrado por la Asociación Americana de Psiquiatría y gustosamente
difundida por los laboratorios productores de psicofármacos que es el ADD,
lleva insensiblemente a desconocer complejidades y hace derivar el
pensamiento de la época a considerar que las múltiples determinaciones de lo
humano queden reducidas a los determinantes de su biología. Lugar donde
reina la nueva “vedette” de los misterios irresueltos: la genética. Olvidando que
las investigaciones plantean que el bebé humano nace “genéticamente
programado para ser re-programado”. 12
Rescatemos entonces la complejidad de la situación diagnóstica. En ella
convergen dos modos de intervención que se disputan hegemonías: clasificar y
diagnosticar. Intervenciones de raigambre diferente que muchas veces se
intrincan por lo que requieren deslindes. Clasificar es en rigor una técnica que
se guía por lo aparente y agrupa los fenómenos que objetiva en una serie. Lo
que pone el acento en la validez de los criterios empleados en la formación de
una clase nosográfica. En los últimos años la referencia al DSM IV se ha
convertido crecientemente en respaldo clasificatorio y fuente de autoridad. Algo
que debería llamar la atención pues lo que inicialmente iba a ser un manual
estadístico y descriptivo se ha ido convirtiendo en una especie de esquemático
tratado de psicopatología que define diagnósticos y, más aún, etiologías.
Una clasificación se funda en una selección de datos. Subrayo el término pues
no hay categorías ni clases naturales, sino construcciones. Es esa selección la
que deriva en la construcción de un dato que es un abrochamiento unívoco
entre un “hecho” y su significado. Esa objetivación deja de lado que los datos
están ordenados desde el imaginario y los discursos científicos (siempre
relativos) de cada época. O sea algo es apropiado como dato y convertido en
signo de una información que, aparentemente, no requiere desciframiento.
Con el uso, ese “disfraz” de dato -provisto por la “ciencia”- se transparenta e
invisibiliza.De acuerdo con esa cientificidad, la teoría debía “dejarse imponer la
ley del objeto sin metaforizarlo”.13 Sin embargo, el “lastre” clínico reflejado
nunca sigue las leyes del espejo. No hay reflejo sin desciframiento ya que la
realidad humana nunca se expone al investi¬gador en bruto, sino cifrada. Por
eso, Freud, precavido, se reivindicaba más como investigador que como
pensador. El podría haber hecho suya esta frase de Borges: “Yo sé de un
laberinto griego que es una línea única, recta. En esa línea se han perdido
tantos filósofos, que bien puede perderse un mero detective”. 14
Volvamos. La diferencia entre clasificar y diagnosticar respecto al saber es que
la clasificación se detiene en la particularidad. El logro clasificatorio es la
inclusión en una serie de la cual cada ejemplar es una parte. Lo dice
inmejorablemente Ian McEwan a través de su neurocirujano en Sábado: “El
cerebro tiene muchísimas maneras de fallarte. Es complejo, como un coche
caro, pero es un producto de fabricación masiva, del que hay seis mil millones
circulando”.15 O como dijo la presidenta de la asociación de ADHD de Bilbao,
Idoia Logroño (50): “Mi caso es de libro”. 16
El psicoanálisis apunta a acceder, más allá de lo particular del dato objetivable
y agrupable y de la serie a una dimensión de singularidad para la cual la clase
pertenece al reino de lo imaginario.
No se trata de despegarse de la necesidad de formalizar sino, mas bien, de los
modos de hacerlo, de la “pureza” objetiva pretendida y de los alcances que se
le da a la conceptualización lograda. Los saberes psicoanalíticos nunca
abandonaron la remisión a universales para posibilitar la transmisión de la
experiencia analítica, y evitar así que sea una suerte de “mística del hecho”.
Esto permite, además el desarrollo de formalizaciones de un saber que se sabe
no absoluto, lo que bien puede ser estímulo, y no sólo resignación. La realidad
no sólo es un dato, también puede ser un trofeo.

Ciencia y arte

“El artista configura y crea, produce una nueva realidad. El científico conoce la
realidad. El artista tiene que habérselas con la configuración, el científico con la
verdad’…’La ciencia quiere verdad, pero en ella también está en obra la
imaginación, más de lo confesado’… ‘La ciencia quiere descorrer el velo, el arte
ama el velo. Pero como el arte está íntimamente familiarizado con la invención,
no se le oculta la cantidad de invención y tendencia configuradora que se
esconde también en la ciencia. Sin embargo la ciencia no quiere reconocerlo…’
‘Pero si a la inversa, desde la perspectiva de la ciencia miramos al arte ¿en qué
consiste entonces el problema del arte? Consiste en su pretensión de verdad.
El arte esconde en la apariencia su pretensión implícita de verdad y la ciencia
esconde en la propia pretensión de verdad sus ficciones implícitas.” 17
Esas ficciones implícitas son los disfraces ocultos de los datos. Ocultamos y
nos ocultamos que lo que hacemos con los datos esproducirlos y/o leerlos. Y al
hacerlo les damos una representación en nuestro sistema de representaciones.
La representación que damos a los problemas de atención es que son un
“trastorno”. El dato es el signo y lo que en rigor es un problema pasa a ser
trastorno que no requiere desciframiento, no requiere ser interpretado o
resuelto. De lo que se trata es de adiestrarlo y eliminarlo .18
Esto ocurre desde que fue construido el edificio de la ciencia moderna. Para
Lacan el psicoanálisis pudo definir como un sujeto justamente a lo que había
quedado excluido de ella. La arquitectura de ese saber escrito sería la trama
ciertamente necesaria para que, desde sus grietas e intersticios,
otras verdades hablen. 19
Desde nuestra perspectiva no se trata de información. Una conducta, por
repetitiva que sea, no debería ser leída como un automatismo mental. Hacerlo
es convertir nuestro pensamiento en simples clisés de la lengua cuando de lo
que se trata es de trabajar operando una transformación de las
representaciones que estamos acuñando sobre el sufrimiento de los niños de
hoy.
En esa objetivación el estar (el padecer por ejemplo) se identifica con el ser. En
nuestro caso todo chico que presenta dificultades con su atención, es
hiperactivo y/o impulsivo puede ser englobado en la clase de los ADD. Y pasar
a “ser” ADD. Sin resto. Etiquetamiento al que se arriba través de métodos
clasificatorios como como ejemplo, el “cuestionario de Conners” –que es una
serie de preguntas sobre la conducta escolar de los chicos que se suele
entregar a los maestros. Este fue puesto a prueba en un reciente trabajo
realizado por el Policlínico de Neuquén. Sobre 1.300 alumnos evaluados por su
intermedio, nada menos que ¡el 48%!… padecía de ADD. 20 Algo está fallando
en este método que parece responder al paradigma de la profecía auto
cumplida. En un “Juvi” en Hillcrest EEUU una trabajadora social encontró qye
habiendo alli 37 jóvenes de muy diversos estilos y colores los 37 tenían
diagnóstico de ADD y todos tomaban Ritlina.
La difusión de estos procedimientos a través de los medios y publicidades
específicamente orientadas a padres y docentes resulta en una especie
“hágalo usted mismo”, un “diagnóstico fácil y de venta libre” que puede
realizarse en el aula o la casa, con instrumentos que pueden ingresar
fácilmente en la cartera de la dama o el portafolio del docente que no sólo se
adelantan sino que reemplazan muchas veces a la consulta pertinente.
Las evidencias que pretenden recoger estos cuestionarios “no son un dato,
sino un producto, es decir el resultado de un largo proceso de normalización
del pensamiento y la percepción que nos permite concordar en la aceptación
de ciertos “hechos” –físicos o psíquicos- como indudables”.21 Nuestras
prácticas profesionales no sólo modelan lo que “observamos” sino nuestra
propia capacidad de percibir e inteligir.
Ocurre que al fruto clasificatorio deseado como homogéneo no tardó en
aparecerle un gusano. Lo llamaron “comorbilidad” (esto es la coexistencia con
otros rasgos de otros cuadros de la clasificación) oscila entre un 50 y un 90%.
De ellos resulta que entre los chicos clasificados como ADD sólo unos pocos
tienen el cuadro “puro”. En la mayor parte de los casos se encuentran
asociados rasgos como los trastornos severos de conducta, de ansiedad o de
personalidad, la depresión y la supuesta bipolaridad infantil, diferentes y graves
dificultades de aprendizaje, diversos grados de desorganización del
pensamiento, el lenguaje o el juego, e incluso se ha incluido en la misma
categoría a niñas muy tímidas que serían también una de las nuevas formas de
expresión del ADD. O sea que el afán clasificatorio en lugar de registrar y
discriminar lo diferente engloba lo distinto en la misma clase que en lugar de
estallar y ceder su cetro a la diversidad de cuadros que la constituye, queda
ampliada y metamorfoseada en una especie de hidra de cien cabezas. Una
bolsa de gatos.

Un alivio que oscurece

Según los paradigmas de época las causas habría que buscarlas en lo que se
ubica como “sustrato” del ser: la biología. La falta de atención en última
instancia no sería más que una falta de dopamina. En este sentidoel empleo de
psicofármacos alivia, pero también oscurece. Lo que queda oscurecido es que
la “bio-lógica” sobre la que inciden es sólo uno de los determinantes del
sufrimiento que se pretende paliar. Los circuitos de sobredeterminacion de los
que el psicoanálisis se ocupa requieren mantener la apertura de los síntomas y
trastornos al movimiento imaginario y simbólico de las significaciones, un
campo mucho más difícil de “entificar” que la bioquímica neuronal.
El nivel bio-psico-farmacológico puede aspirar, como vimos a lo sumo al nivel
de la particularidad. Mientras, la experiencia y las significaciones personales
pertenecen a dimensiones donde se pone en juego unasingularidad irrepetible.
Las moléculas de mis neurotransmisores son iguales a las de ustedes. Mis
fantasmas, no. Ni el pensamiento es reductible a la actividad neuronal que le
sirve de soporte ni el deseo podría reducirse a una secreción química. Aunque
la implique. No es el cerebro el que piensa, piensa el niño.
El énfasis clasificatorio se asienta en aquel supuesto sustrato biológico hasta
absolutizarlo. Y cierra la grieta que lo humano ha abierto hace siglos al haber
permeabilizado los automatismos orgánicos a la lógica abierta del lenguaje, al
azar y la singularidad dejándonos expuestos al desorden eventual y creativo
que proviene de la cultura y la época. La desatención es antes falta de
investidura del saber detentado por los adultos que de dopamina.
El empleo de psicofármacos no debiera oponerse a abordajes psicoanalíticos o
trandisciplinarios. Pero eso es lo que ocurre. Los suplanta. Con las
consecuencias de empobrecimiento y simplificación que derivan de
una medicalización de la infancia. El criterio que se impone es el de tratar con
psicoterapia sólo cuando falla el primer abordaje, la “piedra angular” del
tratamiento: el remedio. Algo muy distinto que a criteriosa utilización de
psicofármacos, en forma puntual y acotada, “cuando no otro remedio”. Lo que
no quiere decir Ritalina. Nunca.
Los laboratorios que los producen, llevados por una lógica mesiánica y una
racionalidad mercantil, los proponen (e imponen) como solución excluyente
más que como recurso válido. Para tal entidad hace falta tal producto. Su
publicidad es descargada de manera seductora sobre los profesionales y se
ejerce sobre una población -padres y docentes- cuya aflicción motoriza anhelos
de rápidas soluciones para conflictos, fracasos y rechazos. “Para que ser
padres sea más fácil: Ritalina” reza un cartel en la ciudad de Los Angeles
descubierto por Jaime Thallis: ¡Caramba! ¿no era para ayudar a los niños?
Recién ahora se plantea nítidamente la falta de efecto a largo plazo. Es que
ningún medicamento enseña nada. En cuanto a las alternativas, la última moda
es el omega 3.

Ni “una” enfermedad ni “un” remedio

“A lo largo de las generaciones, los hombres erigieron la noche”


Jorge Luis Borges

Parece claro a esta altura que el aspecto biológico no constituye el núcleo


central del “problema”, sino uno de sus muchos ejes. Dice textualmente
Thomas Armstrong: “Sostengo que los docentes no deben considerar el uso de
la Ritalina (ni el de otras drogas psicoactivas) como “el primero y más eficaz de
los tratamientos” 22
Hemos subrayado que el llamado ADDH, no presenta rasgos que lo conviertan
en “una” enfermedad, ni posee, como tal, determinaciones genéticas u
orgánicas (lo que no quita la necesidad de todo esto en cada niño desatento).
Entonces si consideramos que el “mal” llamado ADD es una agrupación de
síntomas, “una bolsa de gatos” efecto de una clasificación. Si esos rasgos
pueden aparecer por múltiples causas, ser transitorios y variables en su
evolución convendremos que no hay, ni podría haber ni “una” causa ni “un”
medicamento, uno sólo para la desatención o la distractibilidad, para la
impulsividad, la inquietud, o la hiperactividad .
En caso de requerir un medicamento creo importante considerar como plantea
León Benasayag que “nadie aceptaría en la actualidad como tratamiento
médico la utilización de una anfetamina. Sin embargo el Metilfenidato que actúa
como una anfetamina y produce sus mismos efectos y riesgos de dependencia,
es aceptado por numerosos colegas, padres y maestros.” 23
El diario inglés The Guardian publica el 11 de febrero de 2006 una nota donde
alerta sobre los riesgos cardiovasculares de los estimulantes. Ha habido 51
muertes entre niños que recibían Ritalina en EEUU desde 1999. En Inglaterra
la Agencia Regulatoria MHRA dijo que 9 chicos fallecieron en el Reino Unido
sin revelar edades.”Yo querría que las manos de quienes prescriben drogas
para niños desatentos o que presentan mal comportamiento tiemblen un poco
antes de escribir las recetas”, dice Steven Nissen, cardiólogo de la Cleveland
Clinic. 24
Por otra parte en EEUU los casos de Mathew Smith de 14 años que falleció por
cardiomegalia relacionada con la Ritalina, Stephanie Hall de 11 años muerte
súbita mientras tomaba Ritalina, Shaine Louise Dunkle de 10 años muerte
súbita relacionada con el uso de Desipramina, un antidepresivo, Adrian Wade
de 12 que se suicidó mientras tomaba Strattera al igual que Leane Bessner de
15 que también se suicida mientras estaba bajo tratamiento con Concerta. No
quiero abundar. En la página www.RitalinDeath.com están las historias y las
fotos de los chicos. ¿Hace falta correr tantos riesgos?

Tecnopolíticas del nombre

Un problema se define como problema a partir de ciertos parámetros que


parecen exteriores al problema mismo. Pero no lo son. La desatención
cosificada como déficit y la inquietud tematizada sólo como exceso surgen de
un modo de evaluación cuantitativamente grosero que se realiza clasificatoria e
irresponsablemente a partir de escalas que, como hemos visto, presentan un
margen de error sideral.
¡Tanto esfuerzo por cuantificar para arribar a métodos tan inexactos! Desde
Galileo y Descartes el esfuerzo de matematización de las ciencias apuntó a ir
más allá del aporte de los datos sensibles. Que engañan.
Todo este movimiento de las ciencias en los inicios de la modernidad fue
abriendo una desgarradura en la geografía de los saberes que estaba
destinada a ampliarse poco a poco. Saberes que aún cuando tomaran como
objeto casos individuales evitaban el escollo principal de las ciencias humanas:
la cualidad. En nombre de la individualidad se extravía la singularidad. Porque
cuando la individualidad es objetivada a través del incremento de distancia del
observador la singularidad se pierde ya que ésta sólo se pone en juego en
situaciones de implicación. En nuestra práctica, en transferencia.
Actualmente asistimos al predominio acrítico de técnicas de clasificación, re-
educación o re-programación que recurren con demasiada facilidad a los
psicofármacos y con temeridad al empleo de estimulantes como el
Metilfenidato u otros medicamentos derivados de las anfetaminas. “En
Medicina dos más dos puede ser cualquier cosa, incluso cuatro me enseñaron
en la Facultad”. Para muchos, en cambio, ahora la ecuación parece ser ADHD
x DSM IV “R”= R +R
El pensamiento no se empobrece sólo cuando es silenciado. También cuando
sus herramientas predominantes provienen “de la garganta del hábito, del
dogma y del prejuicio”.26 Esa voz de la costumbre es la que aplana y hace
aparecer como nuevas a soluciones que ensombrecen lo que deberían
contribuir a iluminar.
Desde Aristóteles el ser se predica de distintas maneras. También sus causas
y sus efectos. Y sus comienzos. Volvamos entonces, antes de despedirnos, a
los “orígenes”. A los inicios de la curiosidad humana. A Adán y Eva en clave
humorísticamente tecnocrática:
“Me acerqué a la planta perenne de tronco leñoso y elevado que se ramifica a
mayor o menor altura del suelo y estiré la parte de mi cuerpo de bípeda
implume que va de la muñeca a la extremidad de los dedos para recoger el
órgano comestible de la planta que contiene las semillas y nace del ovario dela
flor.
El reptil, generalmente de gran tamaño me alentó en mi acción dificultosa que
se acomete con resolución. Luego insté al macho de la especie de los
mamíferos bimanos del orden de los primates dotado de razón y de lenguaje
articulado a que comiera del órgano de la planta. El aceptó mi propuesta con
cierto sentimiento experimentado a causa de algo que agrada. Pocas cosas
tienen nombre, por ahora. A esto que hicimos creo que lo van a denominar
pecado. Si nos dejaran elegir sabríamos llamarlo de mil maneras más
encantadoras”. 27
Muchas cosas tienen nombre ahora. Y muchas tienen remedio. Muchas veces,
como ocurre con el ADD el nombre las signa. Podemosresignarnos. Y
clasificarlas, y tomar pastillitas. O podemos re-signarlas. De otra manera. No
sólo más encantadora. También más verdadera.

1 Paz,Rafael: Cuestiones Disputadas. Bs. As. 2008 Capitulo 4-


2 Idem
3 Idem
4 Castoriadis, C: El avance de la Insignificancia. Eudeba. Bs.As 1999
5 Publicidad de telefonía celular
6 Corea,C. Y Lewkowicz,I: Pedagogia del aburrido. Paidos, Bs. As. 2004
7 Paz, Rafael: Cuestiones Disputadas. Biebel. Bs.As. 2008
8 Index Market Surveillance, (1994-1999)/7-
9 Diario Página 12 del 17/10/06
10 Vasen, Federico: El debate acerca de la tecnología en la Escuela de
Frankfurt: una exploración de sus perspectivas latinoamericanas. Trabajo
presentado en las XVII Jornadas de Epistemología e Historia de la Ciencia, La
Falda, Córdoba, 9 al 11 de noviembre de 2006.
11 Pongo pensar entre comillas siguiendo la oposición heiddegeriana entre un
pensar abierto y un razonar calculador. Ver Heidegger, M. (1962). Die Technik
und die Kehre. Pfullingen, Neske.
12 Manzano,J. Revue Francaise de Psychanalise 71 Numero 2 2007
13 Assoun, P.L.: Freud, la filosofía…op.cit.
14 Borges, J.L.: La muerte y la brújula. Bs.As. Emecé 1996
15 Ian Mc Ewan: Sábado: Bs. As. Anagrama 2005
16 Reportaje en Telenueve.
17 Rudiger Safransky: Nietzsche. Biografía de su pensamiento. Tusquets. 2001
18 Alejandro Jerusalinsky,: Gotitas y comprimidos para niños sin historia. En
Diagnósticos en la Infancia. Coord.. Untoiglich.G: Bs.As. Noveduc 2005
19Jacques Lacan.: Ciencia y Verdad. Escritos.Ed.Siglo XXI Bs.As. 1980
20 Carlos Wahren: Congreso Argentino de Pediatría. Córdoba. Publicado en el
diario Clarín 05/10/2006
21 Silvia Rivera: “La producción del conocimiento se inicia no con evidencias
sino con decisiones”. En DDA, ADD, ADHA, como ustedes quieran. Op. Cit
22 Thomas Armstrong: Op. Cit
23 Leon Benasayag: Reportaje realizado por el Dr. Juan Vasen. Documento del
Ministerio de Educación.
24 Diario The Guardian. Londres 11/02/2006
25 Carlo Guinzburg: Op.Cit.
26 Santiago Kovadloff: La palabra en el abismo. Poesía y silencio. La Nación
23/03/2007
27 Luisa Valenzuela: “Principio de la especie”: En Brevs. Microrelatos. Córdoba.
Alción. 2004

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