¡ G RACIAS POR LOS R ECUERDOS !
de juicio esto, y muchas otras creencias comunes sobre la fiabilidad
Loftus, E.F. (1975). Preguntas Capciosas y el reporte de Testigos
Oculares. Cognitive Psychology, 7, 560-572.
PERRY MASON: Hamilton, creo que mi cliente está diciendo
la verdad cuando asegura que ella estaba
muy lejos de la escena del crimen.
HAMILTON BURGER: Perry, ¿por qué no dejamos que el jurado
decida?
PERRY MASON: Porque Hamilton, no creo que vaya a haber
un juicio. No tienes un caso. Todo lo que
tienes es evidencia circunstancial.
HAMILTON BURGER: Bueno Perry, este es un momento tan bueno
como cualquier otro para decírtelo.
Tenemos a alguien que vio el suceso
completo. ¡Tenemos un testigo ocular!
Y así como los misteriosos crescendos de la música,
sabemos que este va a ser otro caso difícil para Perry Mason.
Incluso aunque estamos razonablemente seguros de que prevalecerá
al final, la presencia de un solo testigo ocular del crimen, ha
cambiado un caso débil por uno totalmente hermético para el fiscal
del distrito. ¿Por qué los reportes de testigos oculares proporcionan
evidencia tan poderosa en casos criminales? La razón es que
fiscales, jueces, jurados, y el público general, cree que la forma en
que una persona recuerda un evento, debe ser la forma como
realmente pasó. En otras palabras, la memoria es pensada como un
proceso de repetición de un evento, similar a un video o DVD. Sin
embargo, los psicólogos que estudian la memoria han puesto en tela
y exactitud de la memoria humana.
Una de las investigadoras destacadas en esta área de la
memoria, es Elizabeth Loftus de la Universidad de Washington. Ella
ha descubierto, que cuando un evento es recordado no es
precisamente re-creado. En vez de ello, lo que es recordado es un
recuerdo, una reconstrucción del evento real. La investigación de
Loftus ha demostrado que la memoria reconstructiva es resultado
del uso de información nueva y existente, para llenar los vacíos del
recuerdo de una experiencia. Ella mantiene que nuestros recuerdos
no son estables, como comúnmente creemos, sino que son
maleables y cambiantes en el tiempo. Entonces, si le cuentas a
alguien una historia sobre tus vacaciones de hace 5 años atrás,
pensarás que estás recreando la experiencia justo como pasó, pero
probablemente no es así. En su lugar, has reconstruido el recuerdo
usando información de muchas fuentes, tales como el tiempo previo
a que contaras la historia, otras experiencias de las mismas
vacaciones o de otras anteriores, quizás una película que viste el año
pasado y que fue filmada en el mismo lugar de tus vacaciones, etc.
Sabes que esto es verdad, si alguna vez has contado una experiencia
en presencia de otra persona que estuvo contigo en ese momento. ¡A
menudo te sorprendes de cómo tu historia puede discrepar
totalmente, del evento que ambos experienciaron en el mismo
momento!
Usualmente, estas alteraciones de la memoria son
inofensivas. No obstante, en procedimientos legales, cuando el
destino del acusado puede descansar sobre el testimonio de un
testigo ocular, las reconstrucciones de la memoria pueden ser
cruciales. Por esta razón, muchas de las investigaciones de Loftus en
el área de la memoria, han estado conectadas al testimonio legal de
testigos oculares. En sus primeras investigaciones, descubrió que
muchas influencias sutiles en el modo en que está redactada una
pregunta, pueden alterar la memoria de una persona sobre un
evento. Por ejemplo, si se les pregunta a los testigos de un accidente
automovilístico, “¿vieron un faro roto?” o “¿vieron el faro roto?”, la
pregunta que emplea la palabra el produce más respuestas positivas
que la pregunta que usa la palabra un, incluso cuando no ha habido
ningún faro roto. El uso de el, presupone la presencia de un faro roto
y así, en efecto, hace que el testigo agregue una nueva característica
a su recuerdo del evento.
El artículo que es foco de esta discusión, es uno de los
estudios más citados de Loftus, ya que informa de cuatro estudios
relacionados que llevan su teoría un paso más allá. En estos
estudios, ella demuestra que la formulación de las preguntas hechas
a testigos oculares, puede alterar sus recuerdos sobre los eventos,
cuando se les hacen otras preguntas sobre acontecimientos de un
momento posterior. Ten en cuenta que esta investigación influencia
tanto a las teorías de la memoria, como a las leyes criminales.
PROPOSICIONES TEÓRICAS
Esta investigación se centra en el poder de preguntas que
contienen presuposiciones, las que pueden alterar el recuerdo de una
persona sobre un acontecimiento. Loftus define una presuposición,
como una condición que debe ser cierta para que la pregunta tenga
sentido. Por ejemplo, imagina que has sido testigo de un accidente
automovilístico, y yo te pregunto, “¿cuántas personas había en el
auto que iba a exceso de velocidad?” La pregunta presupone que el
auto iba a exceso de velocidad. Pero, ¿qué ocurre si el auto no iba
realmente a exceso de velocidad? Bueno, tú podrías responder la
pregunta de todas maneras, porque no era una pregunta sobre la
velocidad del auto. Sin embargo, la propuesta de Loftus era que
debido a la forma en que las preguntas están planteadas, puedes
agregar la información de la velocidad a tu recuerdo del
acontecimiento. Consecuentemente, si después te hacen otras
preguntas, es más probable que digas que el auto iba a exceso de
velocidad. Loftus supone, que si a los testigos oculares se les hacen
preguntas que contienen una presuposición falsa sobre el
acontecimiento, la nueva información falsa puede ser incorporada al
recuerdo del testigo sobre el evento, y puede aparecer
posteriormente en nuevos testimonios del testigo.
MÉTODO Y RESULTADOS
Para cada uno de los experimentos realizados, el método y
los resultados serán resumidos conjuntamente.
Experimento 1
En el primer estudio, 150 estudiantes en grupos pequeños vieron
una película sobre un accidente de una cadena de reacción de cinco
automóviles, que ocurrió cuando un conductor pasó a través de un
signo pare, en contra del tráfico. El accidente sólo dura 4 segundos,
y la película completa toma menos de un minuto. Después de la
película, a los sujetos se les entregaba un cuestionario con 10
preguntas. Para la mitad de los sujetos, la primera pregunta era,
“¿Cuán rápido iba el Auto A [el auto que no respetó el signo pare]
cuando pasó el signo pare?” Para la otra mitad de sujetos, la
pregunta era, “¿Cuán rápido iba el Auto A cuando giró a la
derecha?” Las preguntas restantes eran de poco interés para los
investigadores hasta la última de ellas, que era la misma para ambos
grupos: “¿viste un signo pare para el Auto A?”
En el grupo que se había preguntado sobre el signo pare, 40
sujetos (53%) dijeron que habían visto un signo pare para el Auto A,
mientras que sólo 26 (35%) en el grupo del giro a la derecha,
respondieron que sí lo habían visto. Esta diferencia fue
estadísticamente significativa.
Experimento 2
El segundo estudio realizado por Loftus, fue el primero en esta serie
que implicaba una prueba de memoria retrasada, y fue el único de
los cuatro que no utilizó un accidente automovilístico como el
evento testificado. Para este estudio, a 40 sujetos se les mostró un
segmento de 3 minutos de la película Diario de una Revolución
Estudiantil. La cinta mostraba una clase siendo interrumpida por
ocho manifestantes. Después de ver la película, a los sujetos se les
daba un cuestionario que contenía 20 preguntas relacionadas con el
fragmento de la película. Para la mitad de los sujetos, una de las
preguntas era, “¿El líder de los cuatro manifestantes que entraron a
la sala de clases era un hombre?” Para la otra mitad, la pregunta era,
“¿El líder de los 12 manifestantes que entraron a la sala de clases
era un hombre?” Todas las preguntas restantes eran idénticas para
los dos grupos.
Una semana después de esta prueba inicial, los sujetos de
ambos grupos volvieron y respondieron 20 nuevas preguntas sobre
la película (sin verla otra vez). La pregunta que proporcionó los
resultados del estudio fue, “¿Cuántos manifestantes viste entrando a
la sala de clases?” Recuerda, ambos grupos vieron la película y
respondieron las mismas preguntas, excepto aquella que se refería a
12 manifestantes versus 4.
El grupo que había recibido la pregunta presuponiendo 12
manifestantes, reportó haber visto un promedio de 8.85. Aquellos
que habían recibido la pregunta sobre los 4 manifestantes, respondió
un promedio de 6.40. Esta también era una diferencia importante.
Algunos de los sujetos recordaron el número correcto de 8. Sin
embargo, este experimento muestra que, en promedio, el
planteamiento de una pregunta altera el modo en que los sujetos
recuerdan las características básicas de un evento presenciado.
Experimento 3
Este experimento fue diseñado para ver si las presuposiciones falsas
inherentes a una pregunta, podían hacer que un testigo reconstruyese
sus recuerdos de un evento, incluyendo objetos que no estaban allí
antes. Los sujetos (150 estudiantes universitarios) observaron un
video corto de un accidente, que incluía un automóvil deportivo
blanco, y luego respondieron 10 preguntas sobre el contenido del
video. Una de las preguntas para la mitad de los sujetos era, “¿Cuán
rápido iba el automóvil deportivo blanco, cuando pasó el granero
mientras viajaba por el camino rural?” A la otra mitad de los sujetos
se les preguntó, “¿Cuán rápido iba el automóvil deportivo blanco
cuando viajaba por el camino rural?” Como en el estudio anterior,
los sujetos volvieron una semana después y respondieron 10 nuevas
preguntas sobre el accidente. La pregunta que abordaba la cuestión
del estudio era, “¿Viste un granero?”
De aquellos sujetos que habían respondido previamente la
pregunta en que se mencionaba un granero, 13 (17.3%) de ellos
respondieron Sí a la pregunta de prueba una semana después,
comparado con sólo 2 (2.7%) del grupo de la pregunta sin el
granero. Nuevamente, esta es una diferencia estadística muy
relevante.
Experimento 4
El experimento final incluido en este artículo, fue un estudio un
tanto más elaborado para alcanzar dos objetivos. Primero, Loftus
quería demostrar aún más los efectos de reconstrucción de la
memoria descubiertos en el Experimento 3. Segundo, se preguntaba
si quizás sólo el mencionar un objeto, incluso si éste no estaba
incluido en la falsa presuposición, podía ser suficiente para que el
objeto fuese agregado al recuerdo. Por ejemplo, te preguntan
directamente, “¿Viste un granero?” cuando no había ningún granero
en la película. Probablemente vas a responder No. Pero si te
preguntan nuevamente una semana después, ¿podría haber entrado
ese granero en tu recuerdo del evento? Esta fue la idea que Loftus
probó en el cuarto experimento.
Tres grupos de 50 sujetos vieron una película de tres
minutos, que comienza dentro de un auto, y terminaba con el auto
chocando con un coche de bebé empujado por un hombre. Luego,
los tres grupos recibieron folletos que contenían preguntas sobre el
video. Los folletos diferían de la siguiente manera:
Grupo D: El grupo de pregunta directa, recibió folletos que
contenían 40 preguntas “de relleno”, y cinco preguntas clave que
preguntaban directamente sobre objetos no existentes; por ejemplo,
“¿Viste un granero en la película?”
La Tabla 1 resume los resultados de los tres grupos.
Recuerda, no había ningún furgón escolar, camión, línea central en
el camino, una mujer empujando el coche, o un granero en la
película. Combinando todas las preguntas, el porcentaje total de
aquellos sujetos que respondieron “sí” a las preguntas directas una
semana después, fue de 29.2% para el grupo de la falsa
presuposición, 15.6% para el grupo de pregunta directa, y 8.4% para
el grupo control. Las diferencias entre el grupo de pregunta directa y
el de falsa presuposición, tanto en cada ítem, como en todos los
ítems combinados, fue estadísticamente significativa. Sin embargo,
si bien existe una tendencia para indicar un efecto similar de las
preguntas directas sobre los sujetos control, estas diferencias no
fueron suficientes para alcanzar una relevancia estadística.

Grupo F: El grupo de falsa presuposición, recibió las mismas 40

preguntas de relleno, y cinco preguntas clave que contenían
presuposiciones sobre los mismos objetos no existentes, tales como,
“¿Viste una camioneta estacionada en frente del granero?”

Grupo C: El grupo control recibió sólo las 40 preguntas de relleno.

Una semana después, todos los sujetos volvieron y respondieron 20

nuevas preguntas sobre la película. Cinco de las preguntas, eran
exactamente las mismas preguntas clave que fueron hechas al grupo
de pregunta directa una semana antes. Entonces, el grupo D vio las
mismas preguntas dos veces. La medida utilizada, fue el porcentaje
de sujetos en cada grupo, que declaró haber recordado los objetos no
existentes.
DISCUSIÓN importar si realmente estaban allí (Smith & Ellsworth, 1987).
Basándose en estos y otros estudios, Loftus arguyó que una Entonces, mientras los fiscales, el juez y el jurado asumen que el
teoría exacta sobre la memoria y los recuerdos, debía incluir un testigo está recreando lo que realmente vio, Loftus sostiene que lo
proceso de reconstrucción, que ocurre cuando información nueva es que está siendo recordado por el testigo es una “imagen regenerada
integrada al recuerdo original de un acontecimiento. Los resultados basada en la representación alterada del recuerdo”
de estos estudios, no pueden ser explicados asumiendo que el (p. 571).
recuerdo simplemente implica una recreación mental del evento,
incluso con diversos grados de precisión. Para ilustrarlo, la Figura 1
compara la visión tradicional del recuerdo, con el proceso
reformulado propuesto por Loftus. Como puedes ver, el paso
adicional de integrar nueva información a los recuerdos, ha sido
incorporado. De hecho, esta nueva información hace que tu
representación del recuerdo original, sea alterada o reconstruida.
Posteriormente, si te preguntan sobre un evento, tu recuerdo no será
del evento original, sino de tu reconstrucción del mismo. Loftus
sostuvo que este proceso de reconstrucción era la razón por la cual
granjas, furgones escolares, camiones, mujeres empujando coches, y
líneas centrales en los caminos, aparecían en los recuerdos de los
sujetos, cuando en realidad no eran parte de la experiencia original.
Al aplicar esta idea a testigos oculares en investigaciones
criminales, Loftus señaló que a menudo a los testigos se les
preguntaba más de una vez. Ellos podrían ser interrogados por
policías sobre la escena del crimen, interrogados por el fiscal
asignado al caso, y nuevamente analizados si testifican en un
tribunal. Durante estas sesiones de preguntas, no es improbable que
se hagan presuposiciones falsas, posiblemente sin intención. Existen
innumerables formas en que esto podría suceder. Preguntas
comunes, que suenan bastante inocentes como “¿Cómo lucía el
arma del individuo?” o “¿Dónde estaba estacionado el auto que se
escapó?” han sido formuladas para aumentar las posibilidades de
que un testigo recuerde un arma o un escape automovilístico, sin
APLICACIONES RECIENTES
Varios estudios representan la continua influencia del
impresionante cuerpo de trabajo de Loftus, sobre las declaraciones
de testigos oculares. Un estudio que citaba su artículo de 1975,
analizaba cómo las complicadas preguntas de los abogados
afectaban la precisión y seguridad de los testigos oculares (Kebbell
& Giles, 2000). Todos los sujetos observaban acontecimientos
idénticos en un video, y eran interrogados una semana después
sobre lo que habían visto. A la mitad de los sujetos se les hacían
preguntas en un lenguaje confuso (ya sabes que el lenguaje de los
abogados “¿No es verdad que…?”), mientras a otros se les hacían
las mismas preguntas en un lenguaje simple. Los resultados eran
claros: los sujetos que recibían las preguntas de forma confusa eran
menos precisos en sus reportes como testigos oculares, y además
eran menos seguros en sus respuestas, que aquellos que habían
respondido las preguntas de forma sencilla.
Otro estudio fascinante aplicado en el trabajo de Loftus,
informa sobre “recuerdos fantásticos”, esto es, recuerdos que se
asemejan más a la fantasía que a la realidad, tales como abducciones
de aliens, experiencias de desdoblamiento, eventos de Percepción
Extra Sensorial, encuentros con fantasmas, etc. (French, 2003).
Claramente, si el reporte de estos recuerdos fuese verdad,
proporcionarían pruebas de que estos sucesos “paranormales” son
reales. Sin embargo, la investigación nos dice una y otra vez, que
tales sucesos nunca han sido científicamente demostrados.
Entonces, ¿qué explica estos recuerdos? La respuesta puede ser la
falibilidad o lo poco fidedigna que es la memoria humana, tal como
se ha discutido en este artículo y, tal vez, la capacidad de nuestro
cerebro para crear recuerdos de acontecimientos que nunca han
sucedido en realidad. Como French lo señala, “un número de
variables psicológicas que han sido mostradas para correlacionar
con la susceptibilidad a los falsos recuerdos (por ejemplo,
susceptibilidad hipnótica, tendencia a disociar, etc.) también
correlacionan con la tendencia a informar experiencias…
paranormales” (p.153). Discutiremos este tema de los falsos
recuerdos a continuación.
Adicionalmente a su continuo trabajo en el área de
declaraciones de testigos oculares, Elizabeth Loftus es actualmente
una de las principales expertas en la polémica sobre recuerdos
reprimidos de la infancia. Por un lado de este nuevo debate, están
aquellos que reclaman haber sido abusados, a menudo sexualmente,
a veces en su pasado, pero que recientemente, por lo general con la
ayuda de un terapeuta, han recordado el abuso ya que los recuerdos
traumáticos habían sido reprimidos en su inconsciente. Por el otro
lado, están aquellos que han sido acusados de este tipo de abusos,
pero que categóricamente lo niegan, y reclaman que estos recuerdos
han sido fantaseados e incluso implantados durante el proceso
terapéutico (ve Garry & Loftus, 1994, para una revisión de prensa
popular sobre la controversia). Esto entra de lleno en el área de
Loftus de investigación de la memoria.
El libro de Loftus El Mito de Recuerdos Reprimidos:
Recuerdos Falsos y Denuncias de Abuso Sexual (Loftus &
Ketcham, 1994; también ve, Pope, 1995, para una revisión) sintetiza
sus descubrimientos en esta área, y los combina en un argumento
cohesivo. Básicamente, Loftus sostiene, y parece haber demostrado
en numerosos estudios, que los recuerdos reprimidos simplemente
no existen. De hecho, ella está en el frente de los psicólogos que
cuestionan la noción total y la existencia de un inconsciente. Una de
las características principales del argumento de Loftus, es que la
evidencia experimental demuestra repetidamente que, especialmente
los recuerdos traumáticos, tienden a ser los que recordamos mejor.
Y sin embargo, los médicos a menudo informan que estas instancias
de recuerdos reprimidos sobre abusos, suben a la superficie durante
formas intensas y especificas de terapia. ¿Cómo pueden
reconciliarse estas dos visiones aparentemente contradictorias?
Bueno, Loftus sugiere tres distorsiones posibles de la memoria, que
pueden explicar lo que los médicos ven como represión (Loftus,
Joslyn, & Polage, 1998). Primero, el abuso sexual temprano
simplemente pude ser olvidado, no reprimido. Ella cita
investigaciones que demuestran, que cuando los niños no
comprenden la naturaleza sexual de un acontecimiento
potencialmente abusivo, éste tiende a ser pobremente recordado.
Segundo, es posible que la gente en terapia diga que ha olvidado un
evento traumático, pero, en realidad, nunca lo ha olvidado. Evitar
pensar en algo es diferente de olvidarlo. Y finalmente, Loftus
sostiene que “algunas personas pueden creer que un acontecimiento
traumático particular les ocurrió y luego fue reprimido cuando, en
efecto, no ocurrió en primer lugar. Bajo ciertas circunstancias, la
combinación de estas distorsiones puede conducir a situaciones que
son interpretadas como represión” (p. 781).
Podrás imaginar que la posición de Loftus frente a los
recuerdos reprimidos y recuperados no escapa de las críticas (por
ejemplo, Pezdek & Roe, 1997 Steinberg, 2000). Después de todo, su
rechazo del poder de la represión se opone directamente a modelos
de psicología, y al pensamiento que ha estado alrededor desde
Freud. Además, muchos terapeutas y victimas tienen un interés
personal en creer que un recuerdo de abuso, puede ser reprimido por
años y luego ser recuperado. Sin embargo, una lectura cuidadosa del
riguroso y concienzudo trabajo científico de Loftus, debería hacer
que todos cuestionemos esta creencia.
CONCLUSIÓN
Elizabeth Loftus es considerada por la mayoría de los
investigadores más destacados en el área de la reconstrucción de
recuerdos, y en la inexactitud de testigos oculares. Su investigación
en estas áreas continúa. Sus hallazgos a través de los años, se han
sostenido bastante bien frente a los desafíos, y han sido apoyados
por otros investigadores en este campo.
Existe una pequeña duda dentro de las profesiones
psicológicas y legales hoy en día, que las declaraciones de los
testigos oculares están sujetas a muchas fuentes de error, tales como
integración de información posterior al acontecimiento. Esto se debe
a que el cuerpo de investigación de Loftus y otros, han cuestionado
seriamente el poder y la confiabilidad de los testigos oculares en
procedimientos judiciales. La misma Loftus es una de las expertas
más cotizadas y solicitadas en cuanto a testigos (usualmente para la
defensa) para demostrarle a los jurados el cuidado que deben tener
cuando evalúan el reporte de testigos oculares.
Tal como lo menciona Loftus en su libro reciente, “Yo
estudio la memoria y soy una escéptica” (Loftus & Ketcham, 1994,
p. 7). Quizás, todos deberíamos serlo.