Está en la página 1de 5

1

Pontificia Universidad Católica de Chile


Sigla curso: LET4013-1
Profesora: María Inés Zaldívar
Alumna: Carolina Báez Véliz
Santiago, 01 de junio 2011

Tópicos, memoria y paso del tiempo en Royendo están dos cabras de un nudoso de
Francisco de Terrazas

En el siguiente trabajo se pretende analizar el poema Royendo están dos cabras de un


nudoso1 de Francisco de Terrazas (1525-1580?)2 desde la teoría de los niveles del mensaje
planteada por Tzvetan Todorov, la que describe los niveles fónico, gramatical y semántico.
La motivación de analizar este y no otro de los diez sonetos3 del mexicano surge, en primer
lugar, porque es uno de los cinco sonetos incluidos en el cancionero novohispano Flores de
baria poesía (1577) y, en segundo lugar, por la matriz de sentido con que este poema puede
ser estudiado. Se cree que Terrazas, tal como lo hiciera posteriormente Antonio Machado
(1875-1939), recurre a ciertos tópicos para desencadenar de manera general una sensación de
irremediable paso del tiempo, que anula la posibilidad del regreso, generando una añoranza
que se refugia en la memoria y afirmando en el poema aquel tópico que versa que “todo
tiempo pasado fue mejor”. Buscar los recursos y las marcas textuales utilizados en el poema
para acceder a este desarrollo de la temática señalada, será el objetivo principal de este
ensayo.
Antes de comenzar a analizar el poema en los tres niveles planteados por Todorov, es
preciso señalar que el modelo formal en que se inscribe este poema (de acuerdo a lo expuesto
por Riffaterre) es el soneto. La constitución clásica de esta forma poética incluye cuatro
estrofas que se dividen en dos cuartetos y dos tercetos endecasílabos. La rima es también un
elemento fundamental en el soneto. Aunque existen diversas normas para componer un
soneto, la convención común propone que los dos cuartetos se organicen de forma ABBA
ABBA, mientras que la mayor libertad está en los tercetos, que pueden ser CDC DCE; CDE
DCE; o como en el caso del soneto de Terrazas, CDE CDE. Esto no deja de ser relevante, en
tanto que se tiene en cuenta que Terrazas es considerado un poeta petrarquista, tomando del
toscano, uno de los más grandes sonetistas (sino el mejor), la forma que acá se analiza.

1
Este es el nombre que daré al poema 315 de Flores de baria poesía. La autoría de este soneto corresponde a
Francisco de Terrazas, pero como el mexicano no le atribuyó un título, lo he de designar con el nombre del
primero de sus versos.
2
Se pone como referencia el año en que Terrazas ya habría muerto según Georges Baudor, según expone
Álvaro Bustos Tauler en su texto “Francisco de Terrazas, poeta toscano, latino y castellano”.
3
Castro Leal en 1941 habría reunido, junto con los fragmentos épicos y una epístola en tercetos, los nueve
sonetos de Terrazas. No obstante, en 1997 Pedro Lasarte recoge el décimo soneto de Terrazas.
2
En este poema de Terrazas, el nivel fónico no se desarrolla de manera importante para
con el contenido mismo del poema, no obstante, al reconocer en su escritura una práctica
formal y estilística establecida (soneto) es necesario extender la mirada hacia esta clase de
elementos. Considerando los tres momentos de acentuación en el verso endecasílabo del
soneto de Terrazas (segunda, sexta y décima sílaba) se puede establecer un predominio de
vocales fuertes acentuadas (treinta y cinco de las cuarenta y dos vocales en total). A pesar de
que en algunos versos la acentuación se sale de la estructura presentada, existe un sutil
trabajo con las consonantes que mitiga la incomodidad que proponen hacia el lector los
acentos dispuestos en otras sílabas (como en el cuarto verso de la primera estrofa, donde el
acento fuerte inaugura el verso en la primera sílaba). Si bien este trabajo no es del todo
evidente o explícito, en una lectura más profunda y detallista, es posible encontrar cierta
recurrencia y sentido en el uso de vocales como /m/ o /r/, las que juntas generan la ilusión
onomatopéyica del masticar, lo que está en directa relación con el contenido del poema: “de
un ramo en otro ramo van mordiendo”. Estos elementos no son distintivos a una primera
lectura, pero lo que sí es notorio es el énfasis que dan a la musicalidad del poema, las que a
ratos se pierde en la descolocación de algunos acentos.
El paso del tiempo como contenido central del este poema, se halla reforzado también
a nivel gramatical. El hablante lírico fluctúa entre la observación del presente y el recuerdo
del pasado. En el poema encontramos tanto verbos que marcan el presente (están, hallan, van,
voy, quedan) y otros que marcan el pasado (fue, era, echaban). Lo interesante se produce a
nivel de lo que acontece con la memoria. En la tercera estrofa dice: “de un ramo en otro ramo
van mordiendo/ y quedan sin comer, de porfiadas”. En esta cita, queda enunciado que por
enfrascarse en la búsqueda del pasado (“ir mordiendo de ramo en ramo en la ribera”), quedan
sin la experiencia de lo nuevo que ofrece el presente (que sería por ejemplo, el fluir con el
río). A nivel gramatical esto se refuerza con aquellos verbos que aparecen en gerundio
(royendo, mordiendo, discurriendo), marcando así el hecho de que la memoria no se da en un
espacio temporal determinado (pasado/presente/futuro), sino que es un transcurrir fuera del
tiempo y a la que se puede volver, pero solo para la contemplación de recuerdos (Ruit hora).
Los adjetivos que forman parte del soneto, también se encuentran marcando una
contradicción. Actúan como un conjunto de binomios que demuestran el cambio que han
sufrido las cosas (sustantivos), es decir, la diferencia entre aquello que fue y lo que es en el
presente. El primer conjunto de adjetivos, correspondientes a la primera estrofa del poema,
muestra el cambio que han tenido las ramas. Estas, en un principio fueron “dulces, suaves,
tiernas y muy sabrosas”. No obstante, ahora el ramo se halla “estraño el gusto y amargoso” y
de las que “pasó también su gusto deleitoso”. Relacionado a lo anterior, el gusto también ha
3
sufrido un cambio con el pasar del tiempo. Lo que en su principio fue “deleitoso”, hoy es
“estraño y amargoso”. De acuerdo a Francois Rastier, que hace alusión a la repetición de
diversas unidades lingüísticas extendidas a lo largo del texto, es posible agrupar estas
sensaciones en una gran isotopía del comer, en donde caben expresiones contenidas en el
poema como: comer, dulce, sabroso, gusto, amargoso, mordiendo, correoso, deleitoso.
Respecto a la posición del hablante lírico, durante las tres primeras estrofas, la
atención se centra en la descripción de una imagen externa, sin embargo, no solo describe,
sino que va generando al mismo tiempo una reflexión respecto de los cambios entre el
pasado y el presente. Es interesante en estas tres primeras estrofas un cierto estilo narrativo
del poema, que presenta la situación de las cabras y su imposibilidad de comer las mismas
ramas de antaño. Acá la persona gramatical corresponde a la tercera (ellas, las cabras). En la
última estrofa, y tal como si se despertara de un sueño, el hablante reflexiona sobre lo vivido
y se produce en el poema el cambio de persona gramatical, haciendo propia la melancolía de
los tiempos pasados y pasando de la imagen del exterior hacia el interior del propio hablante
(yo): “Memorias de mis dulces tiempos buenos:/ ¡asy voy tras vosotras discurriendo”.
En su nivel semántico, en este poema resalta, como matriz de sentido, la búsqueda
infructuosa de un pasado agradable. Este pasado reside en la memoria y se puede volver a él
en imágenes cuantas veces se quiera. No obstante, y lo que aflige al hablante lírico, es su
incapacidad para acceder por medio de la experiencia a estos recuerdos, los que ya no pueden
ser reales, pues es un tiempo que se ha ido, como en el viejo tópico tempus fugit irreparabile.
El hablante puede acudir a las imágenes de la memoria, pero en el recuerdo no logra el
éxtasis del sentir, de la experiencia de aquellos tiempos y sentidos perdidos junto con la
juventud. En un primer acercamiento simbólico, y haciendo uso de la metáfora de las cabras,
se busca morder las ramas (experiencia) que pudo comer anteriormente, esperando que estas
sean tan verdes y frescas como en su memoria. Sin embargo, el tiempo ya ha pasado y ha
provocado que aquellas (las mismas ramas de antes) se sequen, y el verde y correoso de ellas
haya desaparecido, resignando la añoranza de la experiencia a un recuerdo.
Para explicar el paso del tiempo, y sus implicancias en las imágenes del soneto de
Terrazas, es posible acudir al tópico vita flumen. Con este, se hace referencia a la vida que
fluye como un río. Las cabras (como animales que gustan de comer arbustos y matas
correosas) del poema de Terrazas, se han situado precisamente “al lado del río”, en la ribera.
De acuerdo a los espacios metaforizados dentro del poema, es posible distinguir dos
dimensiones. Desde la negación, está el río, como metáfora de la vida en constante
movimiento, un flujo caudaloso en el cual el sujeto se sumerge para avanzar en un sentido
definido y no volver atrás en ningún momento. En oposición a este espacio se encuentra la
4
ribera, lugar donde las dimensiones de tiempo, espacio y dirección que caracterizan el caudal
del río no existen. En la ribera es donde el tiempo se detiene, y es por lo mismo que Terrazas
sitúa las imágenes que aluden al recuerdo y a la evocación del pasado fuera del río (“no
hallan ramo bueno en la ribera/ que como su sazón pasada era/pasó también su gusto
deleitoso”), pues la memoria se encuentra precisamente fuera de este continuo tiempo-
espacio, y será correcto entonces situar allí las imágenes de la añoranza.
Las cabras propuestas por Terrazas son seres que añoran revivir la realidad pasada.
Con este fin buscan morder las ramas, teniendo la esperanza de vivir la misma experiencia
que para ellas ya es conocida: “pues ya les fue en la uerde primavera/ dulce, suave, tierno y
muy sabroso”. La presencia del mordisco como momento en que se descubre
melancólicamente (y he aquí la definición del temple del poema) que los ramos que han
contemplado no serán jamás las mismas ramas verdes que les había entregado una pasada
primavera, será un momento de reconocimiento. Así como en el mito bíblico, la mordida de
la manzana representa el abrir de los ojos de Adán y Eva, en este soneto la mordida del ramo
permite al hablante reflexionar y darse cuenta de que la rama que ahora muerde ya no es la
misma de antes, produciéndose un brusco despertar a la realidad que hoy le pertenece. Quien
reflexiona sobre los efectos de las imágenes de la memoria en el ser humano y su
comportamiento, es San Agustín. En sus Confesiones realiza una interesante reflexión
respecto a la ilusión del acceso al pasado a través de la memoria, y la realidad de estos en
cuanto a la experiencia: “Los sentimientos del espíritu están contenidos en la memoria, pero
no de modo idéntico a como está en el espíritu cuando los experimenta, sino de otro modo
muy distinto que corresponde a la naturaleza misma de la memoria” (231).
El tratamiento de temas como el paso del tiempo y las imágenes de la memoria,
realizada mediante la presencia de ciertos tópicos literarios bajo la forma del soneto genera
en la poesía de Francisco de Terrazas una escritura muy completa. El mexicano no solamente
abarca lo explicado por Bustos Tauler, asociándolo a una escritura netamente petrarquista,
sino que también es capaz de explorar otros temas, como el desencanto que provoca la
decadencia de la materia y las frustraciones propias de la condición del ser humano. La
diversidad de temas y horizontes en la poesía de Terrazas representaron una posible
influencia en escritores como Lope, Marino y Signori Della Cella, en palabras de Iñigo
Madrigal. Será preciso en posteriores estudios establecer desde qué líneas de su poesía se
puede establecer un vínculo directo con otro tipo de escritores, como el ya mencionado
Antonio Machado, tanto en la utilización común de ciertos tópicos sobre la fuga del tiempo y
su particular mirada de las imágenes evocativas de la memoria en la naturaleza distintas
tradiciones.
5

BIBLIOGRAFÍA

- Anónimo. Flores de baria poesía. Cancionero novohispano siglo XVI. Margarita Peña,
prólogo y edición crítica. México: FCE, 2004.

- Bustos Tauler, Álvaro. “Francisco de Terrazas, poeta toscano, latino y castellano”. Cuadernos de
Filología Hispánica 21 (2003): 5-19.

- Hipona, San Agustín de. Las Confesiones. Iquitos: CETA, 2003.

- Madrigal, Luis Íñigo. “Análisis de un poema de terrazas”. Seis estudios de Literatura Virreinal.
Madrid: Editorial Biblioteca Nueva, 2009.

- Rastier, Francois. “Sistemática de las isotopías”. Ensayos de semiótica poética. Comp. A.J.
Greimas. Barcelona: Planeta, 1976: 107-140.

- Riffaterre, Michael. “The poem`s significance” “Sign production”. Semiotics of poetry.


Trad. Jorge Pizarro. Bloomington: Indiana University Press, 1984: 1-46.

- Todorov, Tzvetan. Poética estructuralista. Madrid: Losada, 2004.

También podría gustarte