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LOS DISCURSOS DEL ARTE

CONTEMPORÁNEO: MANET Y
LOS IMPRESIONISTAS
Grado en Lengua y Literatura
españolas
MANET Y LOS IMPRESIONISTAS
Edouard Manet (París, 1832-1883): su vida coincide con la modernización de París.
Hasta 1850 era en muchos aspectos una ciudad medieval: con el crecimiento de su
población, los edificios fueron invadiendo los espacios libres (plazas, parques,
cementerios), restringiendo el paso de la luz y el aire y el movimiento de mercancías y
personas. El progreso del comercio, la industria y la lucha contra la tuberculosis y el
cólera fueron dificultados sobremanera.
En 1852 se produce el golpe de estado napoleónico y se anuncia un gran proyecto
de obras públicas para reconstruir y rediseñar la capital francesa. El barón Georges
Haussmann fue el supervisor de este gran proyecto, y se construyeron nuevos sistemas de
abastecimiento de agua y alcantarillado, se instalaron luces en las calles, se crearon
parques, ejes de transporte y nuevas estructuras residenciales y comerciales. Un ejemplo
de este cambio lo podemos ver en la pintura de Gustave Caillebotte Calle de París, día
lluvioso. Es una obra representativa del impresionismo que muestra un cruce de París en
un día gris. La escena parece espontánea, pero fue planificada con mucho cuidado, lo
mismo que la mayor parte de las obras impresionistas. El Boulevard des Capucines de
Monet es otra obra que refleja la nueva distribución urbana de París.
La salud y el transporte mejoraron y se aseguró el consentimiento del pueblo ante
un gobierno no democrático, ya que las obras crearon miles de empleos y se terminó con
las comunidades radicales parisinas. Las avenidas, elegantes y rectas, fueron eficaces para
las ejecuciones en masa producidas después de la derrota de la Comuna de París en 1871,
tal como se puede apreciar en el dibujo de Manet La barricada.
Las consecuencias culturales, económicas, sociales y estratégicas de la
reconstrucción de París fueron tremendas. Se convirtió en unos años en la ciudad de la
moda, la elegancia, el desenfado y la indiferencia. Ricos y pobres, sin embargo, estaban
cada vez más separados: los primeros en elegantes apartamentos, los segundos en las
communes annexees en la periferia de la ciudad. El centro de la ciudad era un lugar
tranquilo, la ropa que se vendía en los grandes almacenes, de producción masiva, y el
crecimiento de la clase media-baja entre burgueses y proletarios dificultó las
identificaciones: la ciudad era un lugar habitado por extraños, huérfanos y refugiados.
El miedo a la modernidad y su denigración es algo inseparable de la cultura
moderna. La aparición en París de síntomas extraños y neuróticos hacia mediados del
siglo XIX apuntaba a los cambios producidos en la ciudad. La flaneurie y la pintura
moderna son dos ejemplos de esto. Muchas personas adoptaron la postura subcultural del
paseante, del eterno ocioso, curioso o mirón de escaparates para el que París era un
espectáculo creado para que se entretuviese y los productos eran iconos hechos para su
veneración. El flaneur o paseante vagaba de forma lenta por la calle, escudriñando todo
lo que veía, cada detalle era útil para descubrir las diferencias sociales y psicológicas,
como ocurre en el parque de las Tullerías (Música en las Tullerías, Manet) o en un balcón
(El balcón, Manet), por ejemplo. En las dos obras citadas se produce el mismo efecto de
inversión entre la persona que observa y el observado. En la obra de Albert Bartholomé
En el invernadero podemos ver a una mujer mientras cruza la puerta de lo que parece ser
un invernadero, donde también podemos decir que se invierte la posición de la persona
observada y el observador, ya que da la impresión de que esta mujer se ha detenido para
observar a alguien que estaría dentro del invernadero, mirándola. Otro tanto ocurre en la
obra de Frédéric Bazille Reunión de familia también llamado Retratos de familia, en el
queencontramos a una decena de personas a la sombra de un gran árbol, donde casi todos
los modelos miran al espectador: de nuevo tenemos la inversión de observador y
observado.
Manet defendía el principio del individualismo a pesar de la incomprensión pública,
confortado por el hecho de que vivía y trabajaba entre artistas y escritores de su misma
mentalidad entre la bohemia y la alta sociedad. Muchos artistas eran artistas-flaveur,
figura políticamente contradictoria. No eran patriotas, tampoco aduladores, carecían de
ingenio, pero eran un vehículo de propaganda de la modernidad y, por lo tanto, útiles.
París era, en ese momento, una ciudad moderna, hija de los bienes de consumo, dedicada
a mantener esto en secreto y estos artistas eran cómplices en este sentido.
Manet era un artista-flaveur, pero a veces se resistía a esta ideología y conseguía
parte de la autonomía que los artistas de la época decían buscar. Su obra más importante
a este respecto es Olympia. La composición del cuadro está equilibrada, pero tiene una
cierta apariencia de esbozo preliminar, tosco, con toques de color distintos, con abruptos
contrastes de realidad, los objetos no están modelados y el efecto global es ingenuo,
popular. Pero no era un tiempo adecuado para lo popular y es cuadro fue muy criticado
por los expertos. Con esta obra, Manet provocó tanto a los críticos como al público
burgués. Pero Manet no es el único artista que ve sus obras más atrevidas, impresionistas
incluso, rechazadas por la crítica. Al escultor Carpeaux (fachada de la Ópera de París) y
al pintor Monet (cuadro Mujeres en el jardín) le ocurrió lo mismo. Las imágenes de
mujeres dominaron el arte del II Imperio pero las representadas por Manet en Olympia
fueron las más polémicas, especialmente por la presencia de una mujer de color en la
composición del cuadro, especialmente por el papel que desempeña en el cuadro, como
de admiradora de la mujer desnuda, blanca, que es el centro de la imagen. Ambas figuras,
según los críticos, estaban vinculadas por su inferioridad en cualquier plano y por su
depravación, y representaban, para los críticos, la degeneración de la sociedad francesa y
el cuadro de Manet representaba esta decadencia.
Los impresionistas, lo mismo que Manet, buscaban la libertad y la
autodeterminación en sus obras, pero les faltó ironía y astucia, viendo en los espacios
urbanos y suburbanos de la modernidad de la época su terreno de búsqueda. Eran
individualistas sin ambiciones con respecto a la historia y sin las convicciones de los
artistas anteriores. Eran demasiado jóvenes y a la vez lo bastante viejos. Vivieron el
desmembramiento prusiano de Francia en 1870-1871 y la masacre de la represión de la
comuna, vieron la industrialización de la agricultura, la haussmannización de París y
comprendieron que Francia entera cambiaba. Fueron testigos pasivos o propagandistas
activos de las nuevas formas de ocio burgués, pero lo que lograron fue precipitar una
crisis de representación que terminó con la relación entre el arte y el público. Ejemplos
de obras relativas a este ocio burgués lo tenemos en Pierre Bonnard con su obra En barca;
la obra La plage de Trouville de Eugène Boudin, pintura típicamente impresionista en la
que algunos de los objetos se reducen a manchas de color y que retrata la llegada de una
gran cantidad de veraneantes a la playa o en la obra de Claude Monet Regatas en
Argenteuil, donde podemos ver una regata en el Sena, en la región de Argenteuil.
En 1870 el crítico Thédore Durer utilizó el término impresionista para definir el arte
de Manet, definiendo de esta manera los dos rasgos particulares de su trabajo: su
individualidad y la forma de utilizar el color. Los impresionistas representan, según el
fotógrafo Nadar, la sensación producida por el paisaje. Las innovaciones impresionistas
son, principalmente, tres:
1. El rechazo del claroscuro: el claroscuro modelaba la forma y el espacio
mediante la gradación de luz y sombra y el contraste. Se solía utilizar una base oscura,
pero esto con los impresionistas desaparece. Además, se eliminan la mayoría de los tonos
oscuros y la pintura s aplica con el mismo espesor en todo el cuadro. Esto reduce el
contraste tonal en los cuadros y a la vez la sensación de profundidad en los mismos.
2. La representación de la interacción de la luz y el color en plein air: antes
del siglo XIX los artistas dibujaban, pero rara vez pintaban al aire libre. Los
impresionistas pintaron, en cambio, muchas de sus obras al aire libre, lo que supuso el
descubrimiento de una técnica para evocar la correlación entre luz y aire en la naturaleza.
Esto lo podemos apreciar de forma muy clara en el cuadro ya mencionado de Frédéric
Bazille Reunión de familia también llamado Retratos de familia, en el que la luz, filtrada
por las hojas del árbol bajo el que están las personas retratadas, resalta la ropa clara y el
contraste de esta ropa con las chaquetas, chales o mandiles, de tonalidades más oscuras.
3. La igualación de las pinceladas en la superficie del lienzo: hasta este
momento, los cuadros tenían una superficie tersa, limpia e impersonal. Pero los cuadros
impresionistas tenían superficies ásperas, irregulares e idiosincrásicas. El impresionismo
llamaba la atención por el empleo de manchas discretas de color. Las pinceladas
individuales son diversas en amplitud, extensión y dirección. Este punto fue uno de los
causantes de la incomprensión e incluso la ira de los críticos de la época, que llegaron a
calificar a los pintores impresionistas de políticos intransigentes.
Un ejemplo de estos tres puntos lo tenemos en el cuadro ya citado de Monet Regatas
en Argenteuil, con una pintura fraccionada y pintado con luz natural, captando el aspecto
cambiante de la luz, utilizando una base amarillo cremosa en vez de rojizo oscuro.
El impresionismo ofrecía una redefinición de lo pictórico. La pintura era concebida
como mimética y el arte impresionista era ante todo óptico, en el campo de visión del
artista. El pintor impresionista reproduce el “aspecto” de la naturaleza trazo a trazo, según
el poeta Mallarmé. Otro poeta de la época, Jules Laforgue, indicó que “el impresionista
ve y representa la naturaleza tal como es”.
Desde el comienzo del siglo XX, las formas e imágenes impresionistas han
informado y vigorizado la publicidad de muchas industrias clave de la cultura y ocio en
todo el mundo.
Hay dos interpretaciones diferentes y opuestas del impresionismo: una sitúa el
movimiento junto a otras manifestaciones tempranas de la cultura del capitalismo
mercantil, la otra lo localiza en los confines radicales de la vanguardia. Ambas
interpretaciones son válidas.
Los impresionistas no aceptaron este término para denominarlos. Ni este, ni ningún
otro de los que se propusieron. En realidad, las peleas del grupo sobre su nomenclatura
señalan la presencia de una estrategia formal y específica de evasión. En su arte y en su
ideología, los impresionistas buscaron refugio en los márgenes y en las sombras. Además
de esta marginalidad y carácter evasivo de los impresionistas, tenemos que citar otro rasgo
transgresor: no reiteraba los estereotipos sexuales sobre la creación artística
prevalecientes. Los principales practicantes del impresionismo eran, en ese momento,
hombres que pintaban en un estilo que se consideraba apropiado solo para mujeres, o
mujeres que pintaban con la ambición y la convicción que en ese momento se pensaba
que solo se podía encontrar en el hombre.

Bibliografía
✓ Eisenman, Stephen F., “Manet y los impresionistas”, en VV.AA., Historia
crítica del arte del siglo XIX, Madrid, Akal, 2001, pp. 252-287
✓ Aznar Almazán, Y., García Hernández, M. A., y Nieto Yusta, C., Los
discursos del arte contemporáneo, Madrid, Editorial Universitaria Ramón
Areces.
✓ - Crary, Jonathan, Suspensiones de la percepción: Atención, espectáculo y
cultura moderna, Madrid: AKAL, 1999
✓ - Stoichita, Victor I., Ver y no ver. La tematización de la mirada en la
pintura impresionista, Madrid: Siruela, 2005
✓ Material aportado por el Equipo Docente de la asignatura
✓ Web del Museo de Orsay: https://www.musee-orsay.fr/
✓ Web del Museo Marmottan de Monet: https://www.marmottan.fr/
✓ Robert Rosenblum, H. W. Janson, El arte del siglo XIX, Madrid, Ediciones
Akal, 1992.

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