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LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA

COMO MEDIO DE
CONOCIMIENTO

Judith Tafalla
No es posible comprender la realidad que caracteriza a la sociedad contemporánea actual sin
ser conscientes de los cambios transversales que se han producido dentro de los paradigmas
socioculturales e ideológicos compartidos, de su imaginario o pensamiento colectivo, sus
valores y moral, así como en sus propias manifestaciones artísticas y expresivas, muestra de
su forma de entender y representar el mundo en el que vive, sin atender a las
transformaciones derivadas de la revolución científico – tecnológica y electrónica, la
globalización asociada, y sus consecuencias e implicaciones dentro de la industria de las
comunicaciones y la información (Ramírez, 2004). Este proceso, como remarca la especialista
en Educación artística, María Ascaso, ha supuesto el desarrollo de una nueva realidad mundial
caracterizada por la “súper” importancia de la visualidad, “hipertecnificada”, globalizada e
interrelacionada. Se ha producido una revalorización de la imagen como transmisora del
conocimiento, significado e información (Vicente, 2008), instrumento de promoción,
publicidad y consumo, de transmisión de valores, patrones, normas y estereotipos, y de
construcción y representación de la realidad, convirtiéndose además en un elemento central
de nuevos modelos comunicativos, de expresión y de producciones artísticas y culturales
(Duncum, 2015) formando parte clave del imaginario colectivo como iconos culturales (los
Simpson).

Las imágenes y las representaciones de la visualidad forman parte de prácticamente todos los
ámbitos de la vida cotidiana, comunicativos y sociales. En la actualidad, las imágenes se han
convertido en herramientas tan potentes e influyentes que sirven como elementos
catalizadores de conflictos y enfrentamientos, de sensibilidades e interpretaciones (Gruzinski,
2019), capaces incluso de modificar el paradigma y ritmo de la historia. Tristemente célebre
ha sido el asesinato del profesor francés de Historia Samuel Paty por enseñar en clase unas
caricaturas del profeta Mahoma. Es un ejemplo de cómo una imagen puede desencadenar
actuaciones de intolerancia y plasmar un conflicto que se encuentra muy patente en unas
sociedades cada vez más caracterizadas por la multiculturalidad: el encaje del islam y los
peligros del fanatismo y, también, derivados de ello, del racismo y la xenofobia.

En este contexto, para la profesora María Ascaso, la educación, incluyendo la artística no


puede quedarse al margen. Partiendo de los planteamientos de la pedagogía crítica y la
educación disruptiva, considera que el docente debe convertirse en un agente de cambio, y
de transformación social y política, que posibilite una mejora de la sociedad. Y, para ello, será
esencial “romper con”: reformular y de construir el concepto o la manera en la que se
entiende la educación artística y el arte dentro de la enseñanza actual. Se trata de llevar a
cabo un conjunto de microrrevoluciones por parte de cada uno de los docentes para poder
cambiar la forma en la que se enseña y el proceso de diseño y planificación para ello. Desde
esta perspectiva, la autora propone la muerte del concepto de arte tradicional, caracterizado
por su concepción como la producción de imágenes y productos bellos, bien elaborados
técnicamente, y que a nivel de la enseñanza se encuentra muy centrado en la elaboración de
manualidades dentro del aula, completamente al margen del mundo y la realidad que rodea a
los alumnos.

Es necesario que el arte y la educación artística lleguen más allá, surgiendo así la idea de
“arte educación”: el arte como parte clave del proceso pedagógico, y su enseñanza como una
herramienta base para dotar a los alumnos de mecanismos e instrumentos que les permitan
interpretar de manera crítica y activa el mundo en el que viven, siendo conscientes de los
mensajes y significados que transmiten las imágenes y la cultura multimedia que se
encuentra a su alrededor, además de ser capaces de expresarse por sí mismos, a través de
ellos, a partir de su sensibilidad y creatividad (entendida como remasterización). El objetivo
de la educación artística debe ser por tanto formar ciudadanos críticos y capaces por sí
mismos de desenvolverse en un mundo eminentemente visual. Un aspecto, que requiere
además tomar conciencia de la cotidianeidad del arte y las imágenes, un arte dinámico que se
encuentra presente en todos los espacios sociales y en cualquier lugar, forma y dimensión –
desde el cuadro en el museo, o un graffiti – y de que el lenguaje visual actúa como productor
y transmisor del conocimiento, una herramienta de trabajo, más allá de su simple función
estética o de placer. Para ello, desde la enseñanza será necesario trabajar a través de
proyectos cuidadosamente planificados y pensados – como proceso a seguir a nivel educativo
–, que sean incómodos y que empujen a los alumnos a cuestionarse la realidad en la que
están envueltos, a debatir y re pensar las cosas, analizando desde una postura crítica y
reflexiva las narrativas transmitidas por las imágenes, enseñándoles además todo el trabajo y
esfuerzo, así como de planificación y significación que se encuentra detrás de una obra.

¿Por qué es necesario articular este cambio? Como ya se ha mencionado, en la sociedad


actual, se han producido una serie de fenómenos que la caracterizan, distinguiéndola de otros
contextos históricos. La globalización generada y la importancia creciente de la imagen y la
visualidad, han derivado en una serie de parámetros definitorios que resultan determinantes.
En primer lugar, la hiperrealidad generada a partir de las mismas, puesto que las imágenes,
en tanto que construcciones visuales han acabado adquiriendo un peso determinante dentro
del imaginario colectivo social y los mismos constructos culturales (la familia Simpson). Un
factor que, ha generado a su vez una serie de consecuencias para nuestra vida social y
cultural, es decir, lo que la autora denomina como terrores visuales, un término que engloba
los estereotipos y patrones conductuales transmitidos desde la visualidad y todos los
elementos relacionados con esta, y que han profundizado en numerosos ámbitos, incluyendo
el propio entretenimiento, hasta de los niños. Asimismo, a esto hay que añadir que estas
imágenes transmitidas influirán en nuestro pensamiento y necesidades, incentivando a su vez
el fenómeno del hiperconsumo actual, para poder ajustarse a las mismas. En definitiva, no
puede plantearse una enseñanza artística que no tenga en cuenta estas realidades, y
tampoco, en consecuencia, al margen, de los movimientos e ideologías asociados al arte
contemporáneo actual y la voluntad del artista como agente social y de crítica, los cuales
cuestionarán esta realidad existente.

Dentro de la educación infantil, en realidad, el uso de las imágenes, y el arte adquiere gran
importancia en el proceso de construcción y adquisición del conocimiento, haciendo los
conceptos más comprensibles. Además, es importante tener en cuenta que es durante esta
etapa cuando se establecen las bases formativas a nivel personal y de aprendizaje para su
desempeño posterior, por lo que será necesario comenzar a proporcionarles las bases y
recursos necesarios para que puedan enfrentarse a las realidades multimedia que los rodean,
así como atendiendo a que ya sobre ellos puede observarse una gran influencia de los
mismos (Pepa Pig, Frozen…). El arte y a través del mismo, la experimentación artística
adquiere en la educación una importante multiplicidad de perspectivas tanto de desarrollo
personal, de expresión personal, de creatividad, sensibilidad y de autodescubrimiento.
También de desarrollo físico a través de la coordinación, la lateralidad y la percepción,
motricidad fina, la interacción socio – cultural y del desarrollo del lenguaje visual, la
representación simbólica, espacial, aspectos matemáticos y el desarrollo cognitivo, conceptos
temporales, históricos. Así, las actividades que pueden llevarse a cabo son muy amplias,
como la visita y análisis de obras en museos y galerías cercanos, en el propio entorno urbano,
favorecer que el niño se sienta cómodo y exprese sus opiniones sobre las obras que se
analizan, observar el arte en la propia naturaleza y la experimentación sensorial, collages,
elaborar por sí mismos obras con materiales diversos, cotidianos o reciclados, desarrollando
su sensibilidad y creatividad, talleres donde se experimenta con los elementos de
representación visual (líneas etc.
Recursos bibliográficos:

Acaso, M. (2014). La educación artística como vehículo de conocimiento. II Seminario


Internacional de educación artística: El arte mueve la educación. [PDF]. Recuperado de
https://aula.ui1.es/pluginfile.php/926241/mod_assign/intro/Maria-AcasoSeminario-
SEA-14.pdf

Duncum, P. (2015). ¿Por qué la educación artística necesita cambiar y qué podemos hacer?
En R. Martins, F. Miranda, M. Oliveira, I. Tourinho, G. Vicci (orgs.) TOMO I: Educación
de la Cultura Visual: conceptos y contextos. Colección Educación de la Cultura Visual
(pp. 7 – 20). [eBook]. Recuperado de:
https://nucleodeculturavisual.files.wordpress.com/2015/08/educacic3b3n-de-la-
cultura-visual.pdf

Ramírez, F. (8 diciembre, 2004). Educación intercultural: una respuesta a las sociedades


multiculturales del siglo XXI: interculturalidad, migraciones, sociedad multicultural.
AULA intercultural. El portal de la educación intercultural. [Web blog post]. Recuperado
de: https://aulaintercultural.org/2004/12/08/educacion-intercultural-una-respuesta-a-
las-sociedades-multiculturales-del-siglo-xxi/

Vicente S.R. (2008). El rol de la imagen en el mundo contemporáneo. Huellas, Búquedas en


Artes y Diseño, nº 6, pp. 68 – 75. Recuperado de;
https://core.ac.uk/download/pdf/61883772.pdf

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