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EDUCAR Y EVANGELIZAR EN

LA POSMODERNIDAD

■ Ybi
LA POSMODERNIDAD

BIBLIOTECA
INSTITUTO DE FORMACION DOCENTE
"D O M IN G O S A V IO "
9 de Julio 1050 - TeL 4288568

C.D.V. 3 < q |í . 2> S


Autor: G h S
Invantario: g, c

Abya-Yala
1994 .........................
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EDUCAR Y EVANGELIZAR EN LA POSMODERNIDAD

Italo Gastaldi

Primera edición: Abril, 1994


* Ediciones Abya-Yala
Av. 12 de Octubre 14-30 y Wilson
Casilla 17-12-719
Telf. 562-633
Quito-Ecuador

Diseño de carátula Cristina Salgado

© Derecho Autoral: 007846

ISBN 9978-04-047-1

Impreso en Quito-Ecuador, Abril de 1994


Nota Preliminar

A nadie se le oculta - y está en labios de los mejores pedagogos


actuales-, que la Filosofía de la Educación ha entrado en un período
de aguda crisis. El proceso propiamente educativo va quedando des­
fondado, para dejar paso a técnicas puramente didácticas, no respal­
dadas por una seria reflexión de base. Han entrado en crisis los valo­
res, que son la columna vertebral de cualquier Pedagogía que se res­
pete.
En todo este malestar intelectual tiene mucho que ver la POS-
MODERNIDAD, ese movimiento que ha minado el campo de la Onto-
logía y, al rechazar cualquier discurso racional, amenaza arrastrar­
nos a un relativismo ético radical.
Como es lógico, las mismas bases de la Educación Religiosa
han quedado resentidas y, para llenar este vacío de tráscendencia,
otro movimiento, caótico y desorientador, pretende abrir una perspec­
tiva de esperanza. Me refiero a la "NEW AGE ” , esa vaga forma de
religiosidad emparentada con la Posmodemidad, que se ha converti­
do en un serio desafío para los educadores de la fe.
Para prestar un modesto servicio a quienes queman sus ener­
gías en el campo de la Educación y de la Evangelización, he prepara­
do esta síntesis, que ofrezco a la consideración y a la crítica cons­
tructiva de tantos hermanos míos que buscan aclarar sus ideas sobre
el contexto socio-cultural que condiciona su trabajo.
Dejo mi dirección y adelanto mi gratitud a quienes desean
dialogar.

Italo Francisco Gastaldi, S.D.B.


Instituto Superior Salesiano
Apart. 17-12-536
Quito-EC UADOR
ITALO FRANCISCO GASTALDI, S.D.B.

EDUCAR Y EVANGELIZAR
EN LA POSMODERNIDAD Y EN LA “NEW AGE”

Para realizar eficazmente una tarea educativa y evangelizadora


es preciso, hoy más que nunca, estar atentos a los “signos de los
tiempos” y ver los impactos -positivos y negativos- que ejercen
sobre la juventud actual.
Como lo que define hoy gran parte de la cultura vigente es la
POSMODERNIDAD, se impone una seria reflexión sobre este
fenómeno que ha ganado la calle y ha dado origen a una religiosidad
distorsionada, cuya expresión más difundida es el fenómeno de la
“NEW AGE”, la NUEVA ERA, o “ERA DE ACUARIO”, de la cual
también debemos ocuparnos.
A fin de que el lector tenga, de entrada, una idea global del
contenido de esta síntesis, he creído oportuno comenzar presen­
tando un INDICE bastante minucioso de lo que va a seguir,
adelantando títulos que no siempre se repiten exactamente a lo
largo del trabajo.

5
f
INDICE
INTRODUCCION

I.- DE LA MODERNIDAD A LA POSMODERNIDAD

L- LA MODERNIDAD...................................................... 13
1. L - La revolución científico-técnica...................... 13
1.2. - La revolución industrial................................ 14
1.3. - La revolución cultural.................................... 15
1.4. - La revolución democrática....... .................. 16
1.5. —La fe en el progreso indefinido....................... 16
1.6. - Secularización y secularismo............. 16
1.7. - Individualismo ético y religioso.................. 17
1.8. - No olvidar los aspectos positivos.... ........... 18

2. - LA POSMODERNIDAD........................... 19
Rasgos principales de este movimiento
2. L - Crisis de la fe en el progreso........................... 21
2.2. - Crisis de la razón. Pérdida del fundamento... 22
2.3. - Rechazo de las cosmovisiones y utopías...... 23
2.4. - Disolución del sentido de la historia........ . 23
2.5. - Negación del mismo sujeto........................... 24
2.6. - Crisis aguda de la ética................................... 25
2.7. - Hiperindívidualismo hedonista.................... 26 &
2.8. - Nada de compromisos.definitivos................ 26
2.9. - En la Pm, ¿se ha vuelto a lo sagrado?........... 26
2.10. - ¿Es un fenómeno universal o sectorial?........... 27
2 .11- La Pm, ¿ha entrado en América Latina?........ 28

3. - SINTESIS....................... 30
3.1. - Rasgos y valores de la posm odem idad.... 30
3.2. - Pluralismo de valores.................................... 30
3.3. - Repercusiones culturales.............. 31
3.3.1. - El arte posmodemo....................... 32
3.3.2.- Culto al cuerpo.................................. 32

7
3.3.3.- La política en la posmodernidad....... 33
3.3.4.- La religión en la posmodernidad...... 33

4.- REFLEXIONES CRITICAS SOBRE ESTA


AXIOLOGIA................ ............................ .............. 34
4. 1 - ¿Subjetividad de los v alo res?.................... 35
4 .2 . - Objetividad de los valores.............. ......... 35
4.3. - ¿Cómo percibimos los valores?......,......... 36
4.4. - Clasificación y escala de valores................. 37

5.- VALORES MORALES.................................................. 38


5 .1 - El supremo valor es la persona..................... 39
5.2. - La persona “norma de la moralidad”......... 40
5.3. - Fundamento último de la moral................ 40
5.4. — ¿Moral estática o dinámica?....... ................ 41

II.- LA “NEW AGE”, UTOPIA DE LA POSMODERNIDAD

1.- COMO COMENZO ESTE MOVIMIENTO................ 43


1 .1 . —Subestructura científica................................. 44
1.2. - Aportaciones de la Sicología Profunda.......... 45
1.3. - Apoyo de la As tro logia.................................. 46
1.4. - . Por un mundo unificado y fraterno.............. 47
1.5. - Misticismo panteísta..................................... 47
1.6. - Un cristianismo deformado.......................... 48
1.7. - “Todos debiéramos colaborar”..................... 49
1.8. —Testimonios “proféticos”.............................. 50
1 .9 - Nuevo estilo de educación.............................. 50
1.10.- Hacia un “salto cualitativo”............................ 51

2.- VISION SINTETICA................................................... 52


2 .1 .- Movimiento complejo y confuso................... 52
2 .2 - Factor de difusión: la información planetaria. 53

3.- REPERCUSION DE LA POSMODERNIDAD EN


LA DIMENSION RELIGIOSA................................... 54
3 .1 - Nueva búsqueda de trascendencia..................54

8
3.2. - Sincretismo caótico......................................... 54
3.3. ” Gran inquietud y fuga hacia lo irracional..... 55

4.- INFLUJOS NEGATIVOS EN LA


DIMENSION RELIGIOSA......................................... 56
4.1. ” La posmodernidad influye en la fe................ 56
4.2. - Se opone radicalmente al cristianismo....... . 57
4.3. - Supone gran ignorancia de la tradición
cristiana............................ .............................. 57
4.4. - Debilita las bases de la moral...................... 58
4.5. - Anula proyectos y compromisos comuni­
tarios ................................................................. 59

III.- EDUCAR EN LA POSMODERNIDAD

1. - ¿QUE ES EDUCACION?............................................. 61
1.1. - Es un desarrollo consciente y libre........... 61
1.2..— No coincide con la “enseñanza-aprendizaje”.. 61
1.3. ” No se reduce a “instrumentaciones técnicas" 62
1.4. ” Requiere aprendizaje; no se confunde con él.. 62
1.5. - Exige un marco referencial......................... 63
1.6. - ¿Es uña simple “preparación para la vida”?.. 63

2. - VALORES Y EDUCACION....................................... 64
2.1. - La educación, su relación con los valores.... 64
2.2. - Apreciar los valores y realizarlos................. 65
2.3. - La educación es un proceso lento................. 66 A
2.4. - Es preciso “intuir emocionalmente los
valores”............................................ 66

3. - COMO EDUCAR EN LA POSMODERNIDAD......... 67


3.1. - Discernir con lucidez valores de anti­
valores.............................................................. 67
3.2. - No olvidar el método y la finalidad................ 68
3.3. - Tener en cuenta los valores y la cultura de
hoy................. 68
3.3.1.- Educar en un ambiente relativista... 69

9
3.3.2. - Educar a quien vive centrado en el
presente.............................................. 71
3.3.3. — Educar en clima hedonista y
narcisista............................................ 73
3.3.4. - Educar en la “aldea planetària”.,. . . . . 74
3 .4 - Educar para el compromiso.. - , . . ........... .. 74
3.4.1. - Partir de là tensión “utopía-realidad” 75
3.4.2. - Bajo là guía del educador..;,...:..;;.... 75
3.4.3- Imposible... sin superar el egoísmo 76
3.4.5. - ¿Qué es la “opción fundamental”?.... 77

4. - UN PROBLEMA: EDUCACION Y
CRISTIANISMO.......................................................... 79
4.1. La educación, ¿tiene que ser cristiana?.......... 79
4.2. - ¿Cristianismo explícito o implícito?.............. 79
4.3. - Actitud del educador cristiano...................... 80

IV.- EVANGELIZAR EN LA POSMODERNIDAD Y EN LA


“NEW AGE”

1— Revalorizar la experiencia religiosa............................ 84


2- Presentar el verdadero rostro de Dios........ ............. 85
3.- Crear comunidades sanas y cálidas........................... 85
4- Optar por los pobres y capacitar a los seglares...... 86
5. - Aceptar todo lo bueno y bello de la vida.................. 87
6- Evitar dogmatismos cerrados y rígidos.................... 88
7 - Promover el diálogo entre las religiones................... 89
8- Respetar las diferencias culturales............................... 90
9. - No olvidar el contexto de la religiosidad popular..... 90
10. - Salvar sus valores en la Posmodernidad................. 91
11. - No caer en un “irenismo” de mala ley...................... 93
12. - Separar la paja del buen trigo...................................... 93
13. - Actualizar continuamente “nuestra” teología......... 94

CONCLUSION................................................................................ g5

BIBLIOGRAFIA............................................................................... 96

10
INTRODUCCION

Con ocasión de un Seminario-Taller de Educadores Católicos


de América Latina y del Caribe, que sesionará en Cumbayá,
Ecuador, desde el 15 de mayo de este año (1994), se me ha pedido
que contribuyera a esclarecer el contexto histórico en que nos
corresponde educar y anunciar la Salvación en nuestro Continente.

Dada la creciente aceleración de la historia, hoy más que nun­


ca se vuelve indispensable tener en cuenta esa realidad cambiante,
si queremos realizar eficazmente nuestra tarea educativa y evange-
lizadora.

A los cristianos de los siglos pasados les costó abrirse a la


Modernidad, y ahora, cuando la Modernidad ha entrado en crisis y
se habla de un movimiento Posmoderno, los cristianos actuales no
queremos llegar de nuevo cuando el tren ha partido ya. En realidad
no perderíamos el tren, sino la nave espacial que hoy marca el
ritmo de la historia.

Ni la educación, ni la evangelización son procesos que funcio­


nan en el vacío: suceden hoy en un ambiente creado, en parte, por
el fenómeno de la Posmodernidad y de su hija espiritual, la “Nueva
Era”.

Muchos cambios sociales nacidos en el Primer Mundo, al


llegar rezagados a nuestros países, comienzan por ser lo que
Puebla apellidó “cultura adveniente”. Los que vamos a analizar se
filtran ya en América Latina, entrando por las grandes ciudades. No
está de más adelantarse, para no seguir mordiendo siempre el
polvo de la historia.

11
Confieso que a medida que avanzaba en el estudio de estos
temas, iba descubriendo lo difícil que resulta realizar una radiografía
verosímil de una sociedad como la nuestra, donde intervienen
factores tan diversos provenientes de los cuatro puntos cardinales.
He aceptado, sin embargo, el desafío, consciente de que la visión
que presento no pasa de ser un Documento de Trabajo, provisorio
y perfectamente mejorable.

El INDICE que encabeza este trabajo nos dijo ya cuál es el


orden que seguiremos en el resto de las páginas.

—En la Primera Parte (I y II) trataremos de rastrear las


características principales de la POSMODERNIDAD, descubrir sus
valores y evaluarlos a la luz de la Filosofía. Abordaremos luego la
NEM^ AGE , esa utopía que ha nacido en clima posmoderno para
cubrir el déficit de vida religiosa.

-E n la Segunda Parte (III—IV) ensayaremos algunas ORIEN­


TACIONES, que sirvan a quienes pretenden educar y evangelizar
en esta sociedad, en estos valores y en esta cultura, que se ha dado
en llamar “posmoderna".

Como educadores y como cristianos no podemos desenten­


demos, sin más, de un estudio atento de estos fenómenos y de una
seria confrontación con ellos, toda vez que nuestra fe se ve
cuestionada masivamente a partir de estos grandes movimientos.

EL AUTOR

12
I - DE LA MODERNIDAD A LA
POSMODERNIDAD

1.- LA MODERNIDAD

Si queremos entender la cultura actual, Posmoderna,


es preciso recordar cuáles son las características principales
de la Modernidad, cuáles son las revoluciones que acontecie­
ron antes en el mundo.
Jeanniére señala cuatro revoluciones modernas, que no
se dieron simultáneamente: la revolución científica, la política,
la cultural y la técnica1.

1 , 1 .- La revolución científico-técnica es quizás la que


más ha cambiado la autoimagen del hombre.
El hombre primitivo no conocía las leyes de la naturaleza.
Dependía de ella y de sus ciclos. Pensaba que fuerzas superiores
manejaban directamente los fenómenos cósmicos (sacralización) y
era fatalista. Pero en el Tardo Medioevo las cosas comenzaron a
cambiar: el primer paso hacia la Modernidad o, si se quiere, hacia
el Modernismo, lo dio el franciscano inglés Guillermo de Ockam
(+1350), de temperamento pragmático y positivista, que fue
creando una desconfianza profunda hacia las verdades filosóficas y
orientó el conocimiento hacia lo práctico y lo científico.
El Rehacimiento (s.XV-XVl) fue un tiempo de gran eferves­
cencia cultural: hizo volver los ojos al clasicismo grecolatino,

1 JEANNIERE A.„ “Qu’est-ce la modemitó?“. rev. Eludes, 1990, n° 373, pp.499 ss.

13
introdujo en el mundo de las 'Bellas Artes, y creó esa atmósfera
“humanista” que valorizó lo humano hasta hacer del hombre el
centro y el núcleo del cosmos.
La revolución científica fue provocada sobre todo por Galileo
Galilei (+1642), quien encontró la clave para interpretar correcta­
mente el cosmos material y dominarlo: desmitologizó los astros
que dejaron de ser entes misteriosos que influían en los.destinos
de los hombres, desvinculó la física de la filosofía y puso a su
servicio las matemáticas, conviniéndola en ciencia autónoma y
precisa.
El artesano de ayer se convirtió en ingeniero y nació la socie­
dad tecnocràtica. En esa sociedad, la razón filosófica -que buscaba el
fundamento último de la realidad- pasó a ser razón científica, razón
instrumental, como la denominó Horkheimer2 destinada a descu­
brir las leyes de la naturaleza para manipularla, para dominarla.
El progreso científico-técnico nos ha llevado a crear
aparatos cada vez más complejos y sofisticados, hasta llegar a
esos “sistemas de pensamiento inerte” que son los ordena­
dores. '
La informatización de la sociedad está llevando incons­
cientemente a la convicción de que “todo aquello que no
puede expresarse en lenguaje de máquinas, deja de existir en
la realidad”3,

1.2.- Como un corolario de la revolución científico-técnica, se


puso en marcha la revolución industrial, cuyo objetivo es pro­
ducir, producir siempre más, sustituyendo al hombre por la
máquina.
En ese clima fue surgiendo en occidente la economía capitalis­
ta de mercado y el espíritu burgués, para el cual
- el lucro es el motor esencial del progreso,
- la libre concurrencia es la suprema ley de la economía,
- y la propiedad privada un derecho absoluto.

2 HORKHEIMER M., “Critica de la razón instrumental". Sur, Buenos Aires.


3 LARRAIN R., “De cómo la posmodernidad impacta a la ciencia (y a la religión)", en
Estudios Sociales, Sigo, de Chile, 1991, n° 68, p.3l.

14
Los cultores de las ciencias positivas se entusiasmaron con
lo cuantitativo, lo mensurable, lo que se expresa en lenguaje
matemático; se olvidaron de que lo que no se mide importa más
que lo que se mide.
De este modo, el hombre moderno, de mentalidad pragmática
y utilitaria, se volcó a la eficacia, a “lo que rinde” y en muchos casos
se convirtió en víctima de sus propias invenciones. Se fue despre­
ocupando de las razones y finalidades últimas, para centrarse en lo
puramente funcional.
Hoy ya no se pregunta el “por qué, sino el “cómo” de
las cosas y de los fenómenos. Los supertécnicos de hoy no
discuten ya de filosofía, de arte, de poesía... Se la pasan
discutiendo sobre sistemas informáticos.
“Saber, para prever, para dominar” era el lema de
Augusto Comte. Explícito o no, es el lema de la Modernidad.

1.3.- Estas revoluciones fueron promovidas en gran escala


por la revolución cultural que nos viene de la Ilustración, definida
por Kant como el estado adulto de la humanidad (razón y libertad).
Kant, que sigue en esto a Descartes, afirmaba que es cuestión
de atreverse a sacudir el yugo de la autoridad y la tradición: “Sapere
aude!” ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón! He aquí el lema
de la Ilustración"4. El Siglo de las Luces y la Revolución Francesa
confirmarán el valor de la razón, de la ‘diosa razón’, como medio
para salir de la minoría de edad”5.
Víctor Hugo, en “La leyenda de los siglos”, anunciará la
llegada del siglo XX con un lenguaje que recuerda el de los
Profetas cuando hablaban de los tiempos mesiánicos: “Pro­
meteo, encadenado en el Cáucaso, lanza un grito de asombro
al ver a Franklin robar el rayo al cielo. El hombre puede decir
sin mentira: Reconquisto el Edén y termino la Torre de

4 KANT E., “¿Qué es la Ilustración? Filosofía de la Historia", F.C.E., México, 1981, p.25.
5 GERV1LLA E., “Postmodernidad y Educación", Dykinson, Madrid, 1993, p.30.

15
Babel. Nada existe sin mí. La naturaleza no hace más que
bosquejar y yo termino la obra. ¡Tierra: yo soy tu Rey!"<L

1.4. - En el terreno político se dio el fenómeno de la revolu


ción democrática, fruto del ansia de libertad, de la voluntad eman­
cipadora, de la afirmación creciente de los derechos humanos. A la
tradicional estructura jerárquica sucedió una concepción funcional
de la sociedad, que desembocó en la democracia representativa
como forma de gobierno.
El grito de Libertad, Igualdad, Fraternidad” de la Revolución
francesa -bien entendido- expresa tres valores evangélicos.
Desde el punto de vista social hay que añadir el
progreso de la socialización que, favorecido por los "mass
media”, tiende a transformar el planeta en una única
comunidad humana.

1.5. - El dominio progresivo del mundo a que aludimos, fue


gestando una utopía: la fe en el progreso indefinido.
La capacidad intelectual humana le hizo soñar en un futuro
como superación continua del presente. La Ilustración le llevó a
pensar -observa Habermas- que esta superación “no solo promo­
verá el control de las fuerzas naturales, sino también la compren­
sión del mundo y del yo, el progreso moral, la justicia de las
instituciones e incluso la felicidad de los seres humanos”67.
Con la racionalidad científico-técnica pensaron que se
podría legislar sobre todas las esferas de la vida, se lograría
un bienestar material indefinido e irían surgiendo sociedades
siempre más humanas. La humanidad llegaría a su plenitud
en un cielo hecho de tierra, en un paraíso inmanente.

1 ,6 - El descubrimiento de las leyes de la naturaleza fue una


de las causas del fenómeno de la secularización, de honda repercu­
sión en el campo religioso. La secularización consiste en reconocer

6 HUGO V., “La leyenda de los siglos", Sopeña, Barcelona,s.f., p.345.


7 FOSTER H., “La postmodernidad", Kairos, Barcelona, 1985, p.28.

16
la “justa autonomía de las realidades terrenas”, que tienen sus
leyes propias, su valor propio, independientemente de la religión*.
La secularización hizo que retrocediera la religión como
"Institución de poder”, pero no la eliminó como vivencia personal.
Sin embargo esa vivencia, desconectada de lo institucional, se
arrojó con avidez sobre las corrientes esotéricas, la magia, la
astrología, las técnicas de meditación y perfeccionamiento síquico,
etc., y cayó en manos de gurúes y maestros formados en las más
extrañas teosofías orientales.
Sectores enteros de la realidad dejaron de depender de cri­
terios religiosos y comenzaron a responder a criterios estableci­
dos por la razón. Muchas tareas antes ejercidas por la Iglesia, pasa­
ron a la sociedad civil (escuelas, hospitales, etc.). No por éso fueron
automáticamente antirreligiosos: la fe de las personas puede per­
manecer viva y operante en un mundo que se ha hecho secular.
La desacralización ayudó a purificar la imagen de un
Dios que maneja los fenómenos como títeres, e invitó al
hombre a ser más responsable, Pero al extremarse esta acti­
tud se deslizó hacia el secularismo, que es la versión atea de
la secularización, pues corta toda relación con Dios y deja el
mundo sumergido en la inmanencia.

1 .7 .- En el campo ético el individualism o fue alejando a


mucha gente, especialmente a los jóvenes, de las problemáticas so­
ciales: “ ¿Para qué hablar de ‘liberación’ y comprometerse políti­
camente en ‘comunidades de base’ sí lo único que resulta es
mendigar ante el Banco Mundial y el F.M.I.? Que cada cual se
preocupe de sí mismo, de su propio bienestar”..,
La actitud “quemimportista” del individualismo fue creando
el espíritu burgués. Al burgués le interesa ganar dinero, porque
"el hombre vale por lo que tiene, más que por lo que es”. El
burgués no pierde un minuto de tiempo, porque “time is money”,
como decía Franklin. Hay que pensar con el reloj en la mano y8

8 CONCILIO VATICANO II, Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual,


“Gaudíum et spes”, n° 36.

17
tomar el desayuno con los ojos fijos en la cotización de la.Bolsa. AI
mismo tiempo, para que la producción no se detenga se impone
convertir al hombre en una máquina de consumir.
El individualismo afectó también la vida religiosa del hombre
moderno, hizo de la religión algo privado (¡salva tu alma!), eclipsó
el compromiso social a que debiera llevar la fe y separó la economía
de las normas morales ("los negocios son los negocios”)- A lo
más, “la religión trivializada e inocua” del burgués fue instrumenta­
da para mantener el orden público o el prestigio personal.
El mundo, “obra de Dios” en la Edad Media, se
convirtió en"naturaleza” (la “physis” de los griegos), simple
objeto de explotación. Ese mundo, para el burgués
modernizado “deja de ser un orden predeterminado de
antemano, al cual debemos someternos y se convierte en
objeto de la voluntad humana”0.
En adelante corresponde al hombre “producir el or­
den”, un orden autónomo cuyo único respaldo es la política.
Un antropocentrismo exagerado convirtió al hombre
en la única medida y fundamento de todos los valores, sin
dependencia alguna de Dios.

I. 8.- Hemos señalado algunos aspectos negativos de la Mo­


dernidad, pero -como advierte el Concilio Vaticano II- “estas la­
mentables consecuencias no son efectos necesarios de la cultura
moderna, ni deben hacernos caer en la tentación de no reconocer
sus valores positivos”9
10.
“La modernización parece no sólo necesaria sino también
ineludible para el Tercer Mundo. Pero todo se juega en su “cómo”
-dice Scannone-. Y recuerda.enseguida que hay actitudes moder-

9 LECHNER N,, "Un desencanto llamado posmodernismo", en VV.AA., “Debates sobre


Modernidad y Posmodernidad", Nariz del Diablo, Quito, 1991, p.34.
10 CONCILIO VATICANO 11, Constitución “Gaudium et spes", n° 57.

18
nizadoras alienantes, que arrasan con el pasado, con las tradiciones
culturales11.
La solución es una “síntesis vital” entre la cultura tradicional
y la modernidad adveniente. En esa dirección caminan las Comuni­
dades Eclesiales de Base, cuyos valores informan también el ámbi­
to socioeconómico.

2.- LA POSMODERNIDAD (Pm)

La Pm es una etapa histórica no fácil de ubicar, dotada de


características no fáciles de descubrir. Sus raíces culturales son
deudoras de la revolución juvenil que estalló en el mayo francés del
68 y que introdujo un cambio en la escala de valores.
En el ámbito industrial se suele señalar el año 1973, en que
comienza un período de cambios rápidos y de incertidumbre, que
pusieron en crisis la fe en el progreso.
Con la elevación de los precios del petróleo se le acabó a
Occidente la energía barata. La tecnología se orientó hacia la micro-
electrónica y sus aplicaciones. Se aceleró el ritmo de los inventos
para adelantarse al adversario; la robotización de las industrias
eliminó al obrero y lo sustituyó por el técnico. El mercado mundial
se concentró en grandes bloques económicos, entre los cuales
comenzó la guerra comercial.
América Latina quedó excluida del progreso económico; los
“petrodólares” que llovieron en esa época, mal administrados
generaron la deuda externa. El Estado, engañado por el capitalismo
neoliberal, se fue debilitando e incapacitando para proteger a los
débiles: esto amplió aún más la brecha entre ricos y pobres.
Una economía informal mal organizada, apenas si logra
saciar el hambre de los sectores pobres y salvar la mícroeconomía
familiar.

11 SCANNONE J.C., “El debate sobre la Modernidad en el mundo noradántico y en el


Tercer Mundo", en rev. Concilium, diciembre 1992, p.123.

19
Por su parte la comunicación, la publicidad, que pasó a
primer plano (¡la TV!) se encargó de comercializarlo todo (música,
deportes, etc.) y de convertir las ciudades en maravillosas vitrinas
que, al presentar un mundo imaginario avivan el deseo y provocan
al placer y al consumismo al mundo de los espectadores pobres
que, no podiendo adquirir ofertas tan sabrosas, se sienten arrastra­
dos por una incontenible ola de violencia qüe las pantallas se
encargar, de exhibir al rojo vivo.
Esta que para algunos es la Tercera Revolución Industrial,
fue también denominada la Era Postindustrial y es un aspecto de la
Posmodernidad.
El título de este movimiento - “Posmodernidad”- puede ser
ambiguo: no es sólo una sensibilidad que viene después de la
modernidad, sino que se presenta como la constatación del fracaso
de la modernidad, fracaso que provocó.una reacción existencial, un
ajuste de cuentas con el proyecto moderno. Debemos a Lyotard la
puesta en marcha del debate sobre la Pm.
El Documento de la IV Conferencia Episcopal latinoa­
mericana^ resume así los caracteres de la Pm: “La Pm es el
resultado del fracaso de la pretensión reduccionista de la
razón moderna, que lleva al hombre a cuestionar tanto
algunos logros de la modernidad como la confianza en el
progreso indefinido, aunque reconozca, como lo hace también
la Iglesia1213, sus valores”.
Corriendo el riesgo de simplificar, trataremos de arrojar un
poco de claridad sobre un fenómeno social que es muy complejo y
confuso. Sólo así podremos ver cómo encarar la educación y la
evangelización en el umbral del nuevo milenio.
En general la Pm se constituye sobre la base de poner en
duda todas las certezas y logros de la Modernidad, por los fracasos
que han puesto en crisis ese movimiento, arrastrando a buena
parte de la humanidad al desencanto y al irracionalismo.

12 DOCUMENTO DE SANTO DOMINGO, 1992, n° 252.


13 CONCILIO VATICANO II, 1965, Constit, “Gaudium et spes", n° 57.

20
Veamos cuáles son los rasgos principales del fenómeno
posmoderno.

2.1.- Con la Pm entró en crisis la fe en el progreso.


En el terreno político se llegó al desencanto frente a los ideales
no realizados. Como en el cuento de la lechera, a la Modernidad se le
rompió el cántaro. Tanto el desarrollísmo como la ortodoxia de
izquierda han fracasado. La política, ayuna de una clara ideología,
pasó a ser más que nunca “el arte de lo posible”.
Además de las raíces filosóficas que señalaremos después, la
Pm nació de las grandes desilusiones que el proyecto moderno
produjo en los hombres de nuestro siglo. El cuerm inio nazi de
Auschwitz, el escándalo de dos guerras mundiales entre hombres
que se enorgullecían de la “Ilustración” y otros qué querían
eliminar las clases sociales y que acabaron por convertir a sus
pueblos en lúgubres campos de concentración, son desastres que
no nos dejarán mentir.
“La Náusea” de Sartre, ese asco abominable y me-
tafísico por el sinsentido de la vida; la angustia, la “preocupa­
ción” de Heidegger ante el problema de la muerte, vuelven
una y otra vez en el tiempo que corre entre las dos guerras.
El exterminio del hombre corrió parejo con la destrucción de
la naturaleza. El hombre prometeico, con su lema: “Realizar todas
las cosas posibles”, a medida que fue conociendo las leyes de la
naturaleza comenzó a explotarla en forma irracional y suicida,
llevando el planeta al borde del colapso. “En la sociedad industrial
clásica pasaban hambre los más pobres. En la nueva sociedad
tosen por la contaminación hasta los más ricos. Antes, todos los
hombres eran iguales ante la ley y ante Dios; ahora lo son ante el
agujero de ozono”14.
Los discursos ecologistas de hoy llegan tarde y
resultan tan absurdos como discutir sobre un suicida que ya
se tiró de la ventana. Razón, progreso y técnica han caído en
desgracia y ya nadie cree que van a arreglar el mundo.

14 HOHN H-J,, "Contingencia y osadía. La religión en la sociedad del riesgo”, en


Selecciones de Teología, 1993, n°128, p.254.

21
2.2.—El posmodemo ha perdido el fundamento.
Filosóficamente la Pm es deudora de los vitalismos que han
puesto en crisis la razón humana, a la que se rendía culto exagera­
do.
Nietzsche y Heidegger ya habían cuestionado duramente el
poder de la razón, el acceso al fundamento de la realidad, las estruc­
turas estables del ser; en uña palabra, habían minado el campo de
la ontología.
Al anunciar “la muerte de Dios”, Nietzsche arrojó al Super­
hombre al borde del nihilismo, arrasando con los valores supre­
mos15.
El hombre actual desconfía de la razón y se guía por el
sentimiento. Piensa que la metafísica y, en general, la filosofía, no
llevan a ninguna parte. Al renegar de la razón, el pensamiento
queda desfondado. Se acabaron las certezas. Nihilismo y agnosticis­
mo radical. Sólo podemos alcanzar una verdad relativa a un
contexto parcial y localizado.
La razón no pasa de ser “instrumental”: sólo sirve para la
tecnocracia, para la producción y el consumo. En otras palabras, se
fue afirmando el primado de la experiencia sobre el discurso
racional. Y, en general, los momentos no-racionales o pre­
racionales pasaron a ser más importantes que los racionales.
Los posmodernos rechazan la razón o dudan de ella, pero la
usan en su crítica; niegan que sea posible la verdad..., pero creen
en la verdad de lo que afirman.
Es cierto, sin embargo, que “no se han de ocultar las
fuerzas irracionales que movilizan a los seres humanos”: hay
que desenmascarar las pasiones e impulsos de poder que la
razón disfraza con un barniz de lógica”16.

15 CF. VATTIMO G., “El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura


posmodema", Gedisa, Barcelona, 1987, passim,
16 LARRAIN R., “Modernidad y teorías irracionalistas de la ideología", rev. Estudios
Sociales, Sigo, de Chile, 1993, n°78, pp.9 ss.

22
2 . 3 - Los posmodemos no creen en las Cosmovisiones.
Lyotard rechaza lo que denomina “grandes relatos” de la
humanidad; para él son simples narraciones que se han impuesto
a base de terror, como enseña la historia. Nada de “cosmovisiones"
-dicen los posmodernos-, rechacemos esas explicaciones totali­
zantes que pretenden dar una visión integrada y coherente de los
diversos aspectos de la realidad; nada de respuestas últimas porta­
doras de sentido, nada de grandes proyectos, de ideologías: todas
fracasaron. Quedémonos con el “pensamiento débil”. Sólo existen
“relatos” pequeños y fragmentarios17.
Se trata de un desencanto frente al proyecto global de
la Modernidad. Desconfianza ante el racionalismo científico
(cientifismo): sólo lleva a un pragmatismo que deja insatisfe­
cho al hombre total. Desconfianza ante el racionalismo
tecnológico que ha creado más problemas de los que ha
resuelto: no acortó la brecha entre la riqueza del Norte y la
pobreza del Sur. Desencanto ante el racionalismo socio-
político en el que se han desarrollado las ideologías: éstas, de
izquierda y de derecha, fracasaron y aún no asoma una
alternativa confiable18.

2.4.- En la Pm se ha disuelto el sentido de la historia.


Para el posmoderno la historia unitaria no existe; sólo se dan
“microhistorias”, historias parciales, tantas cuantos individuos,
que se entrecruzan sin orden ni concierto. No existe un horizonte
donde ubicar los acontecimientos para presentar algo coherente. Si
recordaran todos los hechos sólo verían el caos, el imperio del
absurdo y del azar: no hallarían un hilo conductor.
Vattimo hace notar cómo los “mass media”, al mostrarnos la
pluralidad de culturas, han puesto en crisis el imperialismo
cultural europeo, con todo su sistema de valores y con su visión
eurocéntrica de la historia19. Los mass—media nos saturan de

17 El “relato" es una narración que transmite experiencias.


18 Cf. CAPANNA P., “¿Adveniente cultura?", Bogotá, 1987, pp.37-42 y 229-258.
19 VATTIMO G., "Posmodernidad: ¿una sociedad transparente?”, en Varios, "Debates
sobre Modernidad y Pm", Nariz del Diablo, Quito, 1991, pp. 147-157.

23
acontecimientos presentes, no permiten que la noticia dure, ni que
el destinatario reflexione sobre ¿lia.
Entramos en un “nuevo modo de sentir y experimen­
tar la vida, sin memoria, sin continuidad histórica, sin futu­
ro”20- Diríamos que el posmoderno se goza en lo efímero, lo
fragmentario, lo discontinuo y lo caótico.

2.5.- La Pm acaba por negar el sujeto.


El estructuralismo francés, esa moda cultural nacida en
Francia, que tuvo su 'boom” en la década de los 60 y comenzó
muy pronto a declinar, ya había amenazado la existencia misma del
sujeto, al afirmar que la cultura, en particular las estructuras
sociales, son las que forman y modelan al hombre. El hombre es
un nudo en una red de relaciones, dotadas de leyes propias. El
hombre se convierte en objeto.
Pues bien, la Pm sintoniza con aquel movimiento. Piensa
que se ha pasado del dominio del “yo” al dominio del “se”, donde
éste deja de ser persona y sujeto consciente, para ser una cosa
entre las cosas. Por tanto ya no es protagonista de los aconteci­
mientos históricos: éstos se independizaron del hombre. El sujeto
queda “esencialmente fragmentado y descentrado en su ser íntimo,
incapaz de unificar sus experiencias”, incapaz de “proyectarse en el
tiempo”21.
Estos autores exageran los influjos innegables del ambiente
-ese hecho que B.F. Skinner acentuaba hasta el punto de negar la
libertad. Es cierto que hoy, en la “aldea planetaria de Me Luhan” se
ha vuelto realidad que el sujeto se siente amenazado.
La comunicación hasta se ha desligado de los sujetos
emisores y receptores: está en manos anónimas. La infor­
mación sale al aire como un producto de instituciones y
entes impersonales: la BBC, CNN, REUTER, TVE, etc. Las
distribuidoras sacan patente de información, ostentan la pro-

20 LARRAIN J., “Posmodemidad e ideología”, en Estudios Sociales, Stgo. de Chile 1991


n° 70, p.13.
21 LARRAINJ., o.c., pp. 12-13.

24
piedad jurídica de los programas, etc.; en una palabra, las in­
formaciones pasaron a ser “cosas entre otras cosas exis­
tentes”.
Estamos en un mundo en que, además de átomos,
energía, organismos y minerales, hay información. Este
fenómeno afecta a todos los órdenes del conocimiento y de la
vida: a la cultura, a la ciencia, a la política, a las pautas de
conducta, a las experiencias personales..., y amenaza desper­
sonalizar a los hombres, especialmente a los jóvenes, que
absorben rápidamente los nuevos modelos culturales; en
una palabra, amenaza convertir la sociedad en la “masa
solitaria” de que hablaba Riessmann en el “best seller” que
lleva ese título.

2.6 - En la Pm la ética perdió su fundamento.


No existen criterios morales “valederos”, que valgan en sí y
por sí mismos, que tengan alcance universal. No existen valores
absolutos. Podemos, sí, ponernos de acuerdo sobre ciertas cosas,
pero se trata de “consensos sociales blandos”, no de compromisos
definitivos ni universales: sólo compromisos locales y transito­
rios.
La estética, la capacidad de vivir lo bello, ha sustituido la ética.
Sólo existen elecciones privadas, guiadas por el deseo, sin coacción
alguna, sin coherencia. ¡A lo que venga!: ayer era el yoga y la me­
ditación trascendental, hoy el alcohol y la droga, mañana el aerobic
y la reencarnación... Vivir es experimentar sensaciones, cuanto !
más fuertes, intensas y rápidas, mejor. Nada de sentimiento de ,
culpa, nada de bien y de mal, nada de valores: vale lo que me
agrada.
Vattimo propone, como alternativa, generar una ética
bajo el signo de la compasión (un aspecto del sentimiento),
más que bajo el signo de la “acción realizadora de valores”22.
Hay tantas reglas morales como necesidades tiene cada uno. j,

22 Cit. por FERNANDEZ D., en rev. Christus, enero de 1991, p.54.

25
2.7.- En la Pm se da un nuevo estilo de vida.
j La corriente de pensamiento de la Pm no se detuvo en el
[ intelecto, pasó a ser una actitud vital, un “estilo de vida”. Vivir la
existencia como una sucesión yuxtapuesta de diminutos instantes
placenteros; “vivir en el vacío", sin tragedias ni apocalipsis; vivir el
encanto de estar desencantados. El único lema coherente es el
“carpe diem" de los romanos: “¡Vive en el aquí y el ahora!" No hay
metas objetivas a las qúe debamos llegar; somos viajeros sin
brújula.
En síntesis: escepticismo, pesimismo e hiperindividualismo
hedonista y narcisista. Retirarse al santuario de la vida privada,
rescatar al hombre singular, desprecupándose de la vida social y de
la militancia política. ¿Para qué comprometernos si nada es
absoluto, nada es definitivo? Narcisismo individual y eventual­
mente “colectivo": ser solidario con el microgrupo de idénticos,
refugiarse en el grupo de “los iguales”. Sólo así huiremos de esta
sociedad tecnológica que corre tras la eficacia y el rendimiento.
Contra la homogeneidad que impone la racionalidad formal,
una sociedad posmoderna debiera constar de infinitas microcolec-
tividadeS heterogéneas.

2.8- En la Pm entró en crisis el sentido de pertenencia.


La Pm puso en crisis la pertenencia a realidades que
trascienden la propia esfera personal; fue gestando la aparición del
joven “light”, un personaje superficial, inmediatista, lleno de cosas,
pero vacío de ideales, incapaz de asumir un compromiso; un joven
que se emborracha de “nombres", pero no perfora el cascarón de la
realidad; un joven saturado quizás, de informaciones yuxtapuestas,
pero incapaz de llegar a la unidad.

2.9.- En la Pm, ¿se ha vuelto a “lo sagrado”?


Como la Pm. al decir de Vattimo, es “un pensamiento débil”,
no orientado hacia el origen o el fundamento, sino a lo próximo...,
Dios debiera desaparecer del horizonte como una hipótesis inútil.
El hombre posmoderno debiera encerrarse en la inmanencia y
reconciliarse con la finitud. La cosmovisión cristiana, que pretende

26
dar un sentido único y totalizante a la vida sería, como tantos otros,
un “metarrelato" y, como tal, un engaño manipulador.
j Sin embargo la Modernidad y la Pm no han destruido la
religión, pero sí han posibilitado la deserción masiva de las grandes
religiones institucionalizadas, para dar paso a una proliferación de
movimientos religiosos y para-religiosos de todo tipo. Asistimos
al “boom” del esoterismo. “El frío programador de la computadora
se hace místico en sus horas libres"23.
Coexisten, hoy, una secularización avanzada con un
nuevo resurgir de lo religioso, desde sus formas paganas
hasta las manifestaciones del conservadurismo integrista y
del fanatismo.
Volveremos sobre el tema al abordar el fenómeno de la
“New Age".

2.10.- La Pm, ¿fenómeno universal o sectorial?


Digamos, desde el punto de vista histórico, que estas
realidades pos-modernas comenzaron a existir en las masas de
este fin de siglo antes y al margen de la filosofía que, luego, se hizo
cargo de ellas.
No todos emiten el mismo juicio sobre esta situación.
Lyotard y Vattimo, por ejemplo, piensan que el proyecto moderno
está agotado y la nueva cultura se impone. Otros, en pos de
Habermas, sólo aceptan el fracaso parcial de la modernidad, consi­
derándola “proyecto inacabado”. Con sólo rectificar su rumbo
llegará a buen puerto. Hay que salvar lo positivo y humanizante de
la modernidad.
No faltan quienes la consideran una moda más o, peor, una
estupidez para uso y consumo de los pesimistas fracasados de
alguna revuelta estudiantil. Suelen ser los que sienten nostalgias
por el mundo de las estructuras “inamovibles y seguras” y
propugnan, incluso, una vuelta a la antigüedad clásica.
Carlos Díaz, Profesor de Historia de la Filosofía en la
Universidad Complutense de Madrid, expone su punto de

23 GONZALEZ. CARVAJAL L., “Educar en un mundo posmoderno”, en rev. Selecciones


de Teología, 1993, n° 128, p.246.

27
vista personal sobre la Pm. Dice, entre otras cosas: “Moder­
nidad y Posmodernidad: el mismo perro con distinto collar”.
Si la Modernidad era “compulsión consumista y búsqueda
del placer al precio que fuere”, la Pm se ha empeñado en
“mudar el nombre sin mudar la realidad”. H oy-añade este
Profesor- nos propone tres actitudes ya históricamente
probadas en el pasado:. “Veneración de lo epicúreo, instala^
ción en el paréntesis (provisionalidad) y entronización del
consenso (pacto social)”. Señala también Carlos Díaz “la
decadencia del humanismo como filosofía” y “la irrelevancia
de Dios para la vida de los hombres”. Todo esto coincide con
“un olvido o marginación de la memoria histórica cristia­
na”2425.
Como vemos, se trata de un fenómeno polifacético difícil de
evaluar. Lo cierto es que todos, quien más quien menos -sobre
todo desde los años 60 en adelante- han recibido el impacto de esta
nueva sensibilidad cultural, cada vez más influyente.

2.11.—La Pm en América Latina


América Latina pertenece al Tercer Mundo. Y en el Tercer
Mundo, muchos países que están dando los primeros pasos en el
proceso de modernización e industrialización, ya tienen que afron­
tar esta tercera ola —como la llamó Tofíler—: la ola postindustrial y
posmoderna.
Paul Ricoeur advertía hace 30 años que el proceso de moder­
nización constituye una amenaza para las culturas nacionales y sus
núcleos ético-míticos23.
Peor aún -escribe Scannone26- cuando esta transformación
cultural se usa como ideología en un clima imperialista de opresión

24 Cit. por SUR1NACH R., Mons., en “La Posmodernidad: su incidencia en la


educación", Aibonito, Puerto Rico, 24-IX-1993, pp. 13-15.
25 Cf. RICOEUR P., “Civilisation universelle ét cultures nationales", en “Histoire et
Vérité”, Paris, 1964, p.286.
26 SCANNONE J,C,, “El debate sobre la Modernidad en el mundo noratlántico y en el
Tercer Mundo", rev. Concilium, diciembre de 1922, n° 244, pp. 121-125.

28
-

y dependencia, que sólo encuentra la resistencia impotente del


pueblo.
La Pm no ha surgido en América Latina: es la atmósfera
cultural que se respira en los países desarrollados después de la
revolución postindustrial de que hemos hablado.
Cuando en Europa, en los siglos XVII y XV1I1, estalló la
modernización, América Latina comenzó lentamente a participar de
sus beneficios en forma improvisada, fragmentaria, residual y
dependiente..., con una dependencia que no abarcó solamente el
ámbito económico, sino que fue dependencia política, social y
cultural.
La parte sana de América latina se vio impulsada a com­
prometerse en un proceso de liberación, para impedir o rechazar
nuevas opresiones. La misma religiosidad popular adoptó nuevas
formas de expresión, agrupándose en las Comunidades Eclesiales
de Base, comprometidas con los marginados sociales.
Y ahora, que nos invade esta “nueva ola”, los latinoamerica­
nos, sin pertenecer al Primer Mundo, somos importadores de su
tecnología, usuarios de ella en alguna medida y, por ende,
recibimos también los efectos que produce la Pm en las metrópolis
posmodernizadas.
La Pm, como actitud existencial, como forma de vida,
nos está invadiendo aun antes de que se traduzca en movi­
miento ideológico. “Somos ya posmodernos sin saberlo: ar­
tesanales pero posmodernos”27.
Sin embargo, no todo es negativo en la sensibilidad
posmoderna. La Pm que crea un clima de tolerancia y de
respeto por los que profesan opiniones, ideologías religiones
diferentes, puede llevar a respetar la alteridad de los pueblos
y de sus culturas.
Lástima que el individualismo, hedonismo y nihilis­
mo, estas taras ajenas a la Pm en los países desarrollados
pueden minar el sentido comunitario, tan vivo sobre todo
en los pueblos indígenas. Estas culturas, que comienzan a
entrar en la “aldea planetaria”, no pueden dejar de asimilar

27 LARRAIN R., o.c., p.31;

29
los movimientos “importados”: debieran criticarlos e incul­
turarlos.

Hemos aludido, de paso, a los problemas políticos de nues­


tro Continente. No entra en nuestros planes elaborar un proyecto
de emancipación y desarrollo; sólo deseamos -desde la Filosofía y
la Teología- ofrecer algunos cirterios que orienten a maestros y
pastores en la Educación y Evangelización del mundo actual. Nos
interesa que nuestros ciudadanos —qüe en su mayoría se profesan
cristianos- no sucumban ante el colonialismo cultural y puedan
superar el “impasse” en que pretende arrinconarlos la Pm.

3.- SINTESIS: RASGOS Y VALORES DE LA


POSMODERNIDAD

3-1-—Volvamos una vez más a los rasgos principales de la


Pm.
Podemos resaltar los siguientes:
a) Desconfianza de la razón y desencanto frente a los ideales
no realizados por la modernidad.
b) Desaparición de dogmas y principios fijos: agnosticismo,
pluralidad de verdades, subjetivismo.
c) Abolición de los “grandes relatos”. Fragmentación de las
“cosmovisiones”.
d) Disolución del sentido de la historia. También la realidad
se disuelve en fragmentos.
e) Pluralidad ideológica y cultural. Fuerte dosis de eclecticis­
mo.
0 Distancia creciente entre las generaciones.
g) Crisis aguda de la ética: individualismo (narcisismo), he­
donismo, flexibilidad de las costumbres, permisívismo.
h) Ateísmo práctico y fragmentación religiosa.

3.2.- Dada la importancia que tienen los valores en la educa­


ción y en la evangelización, haremos una incursión en la AXIOLO-
GIA DE LA Pm y en los influjos que ejerce en la cultura.

30
Lo primero que salta a la vista es un gran pluralismo de
valores, una caótica proliferación de valores y antivalores, como
consecuencia de la filosofía relativista propia de la Pm. Nada hay
absoluto. Todo vale, la lista de valores será siempre inacabada.
Gervilla los agrupa en esta forma:
- “Ante el desencanto de la razón y la pérdida del
fundamento surgen valores como: el pluralismo y la diversi­
dad, fragmentación, pensamiento débil, desorientación, es­
cepticismo, secularización, tolerancia, lo “light"...
-De la incredulidad ante los grandes relatos y la
disolución del sentido de la historia, nacerán valores como: la
liberación, desconfianza, agnosticismo, pasotismo, humor, lo
cotidiano y superficial, las pequeñas historias...
-El esteticismo y la fragmentación moral generan los
valores de la afectividad y el sentimiento, el placer, narcisis­
mo, novedad, aculpabilidad”28.
Estos valores son hijos del relativismo, del presentismo (lo
inmediato, lo momentáneo) y del hedonismo, de los cuales hemos
hablado.

3.3.- Repercusiones culturales.


Como el fundamento de la cultura es, a todas luces, axio-
lógico, y los valores (que son ideales) se concretan encarnándose
en los bienes, resulta lógico que, al desaparecer la creencia en
verdades absolutas la Pm se haya deslizado hacia el campo de lo
efímero, de lo inestable, de lo banal; del “vivir al minuto”, del
“pasarlo bien aquí y ahora”, al margen de toda moral. Ha creado
una cultura “individualizada”, hecha a medida, librada a la esponta­
neidad de cada cual.
El cambio de orientación cultural e ideológica ha sido tan
acelerado en la actualidad, qué el diálogo entre las generaciones se ha
transformado en conflicto, y los padres se vuelven fácilmente
abuelos de sus hijos.

28 GERVILLA. E., o.c., p.65 ss. - Los posmodernos pretenden vivir una estética sin ética.
El maquiavelismo, p.ej., sacrifica la ética (justicia) a la estética (amabilidad). Viola
de ese modo la jerarquía de valores. ____ ,

IN ST IT U T O D E F O R M A C IO N D O C E N T E
" D O M I N G O _ S A V |D ' -
A título de ejemplo, señalaremos algunos sectores de la
cultura actual afectados por el feñómeno de la Pm.

3.3.1.- Y, para comenzar, el arte posmodemo carece de toda


norma.
j Basta pensar en la pintura, donde se busca la novedad por la
novedad, sin ajustarse a las reglas tradicionales.
La Pm comenzó a manifestarse en el mundo del .arte', como
una contestación al sentido absolutista del vanguardismo y a su
reducción a una élite de iniciados29.
La literatura, sobre todo la novela actual, los medios de
comunicación social, las canciones, la moda, el consumismo...
reflejan la mentalidad ambiental hedonista y relativista.
El cine, la radio y la televisión, presentan valores que se
repiten machaconamente, como “el dinero, la juventud, el sexo, el
culto, al cuerpo, el hedonismo o narcisismo"; otros valores, por el
contrario, “son casi permanentemente silenciados, como la pureza,
virginidad, esfuerzo, trabajo, autoridad, disciplina, sacrificio o
ahorro”30.

3.3.2.- Hemos nombrado el “culto al cuerpo”. En efecto, la


dimensión corpórea ocupa un lugar muy alto en la jerarquía
: axiológica de la Pm.
: Nada extraño que en una sociedad en la que predomina la
‘apariencia sobre el ser, el cuidado, el cultivo y hasta el “culto” del
¡cuerpo, ocupen un lugar privilegiado.
Esta actitud, no del todo nueva, es fundamentalmente
positiva. No somos dualistas. El cuerpo no es algo que “tene­
mos": pertenece a lo que “somos”. El cuerpo es “interioridad ^
que se manifiesta”, decía Romano Guardini.
El cultivo moderado de la belleza, en gimnasios y
salones adecuados, no tiene nada de objetable. El cuerpo
necesita disciplina, pero no es un enemigo al que debamos

29 Cf. FEVRE F„ “¿Adveniente cultura?", Bogotá, 1987, pp. 55-72,


30 GERVILLA E., o.c., p.137.

32
combatir. También es legítimo el placer que brinda el alimen­
to, el sexo, no buscado por el placer mismo, sino como
estimulo para las funciones vitales o como resonancia gozosa
del acto sexual.

3 .3 .3 - La política actual revela un desencanto, un desinte­


rés, una apatía tal que todo lo que entra en la esfera política, o se
rechaza con violencia o acaba por tomarse a risa. A juicio de
Lipovetsky la política se ha convenido en espectáculo, en farsa, en
decadencia burlesca, en representación teatral. “Ya ninguna ideo­
logía es capaz de entusiasmar a las masas”3132.
La economía de mercado, que ha surgido como nueva
alternativa, ha desmantelado la figura del Estado protector y va
dejando fuera de competencia a millones de hombres, a decenas de
naciones. “La esencia de la vida política -la participación, la ilusión,
el cambio- se ha perdido”, debido en parte a “la amoralidad, a veces
inmoralidad, de los dirigentes e instituciones”, que destruye la
confianza de los ciudadanos12.
Sabemos cómo la corrupción administrativa define
casi todos los gobiernos latinoamericanos... En todo caso, la
Pm no ofrece una alternativa ético-política al vacío que ha
dejado la modernidad.

3.3.4 - La religión ha recibido el impacto del secularism o,


herencia de la modernidad mal digerida. “La creencia religiosa ha
dejado de ser fundamento cultural: ya no ejerce la función de
unificación cultural, ni de cohesión social”. Esa religiosidad no com­
promete: uno “puede ser creyente y no practicante, divorciado y
recibir los sacramentos, ateo y casarse por la Iglesia, o creyente y
vivir un relativismo moral". “La religiosidad posmoderna es así
una religiosidad antropocéntrica, sociológica o ambiental..., blanda,
‘a la carta’... extremadamente cómoda”. Lina religiosidad escéptica
ante el heroísmo y lejana de cualquier entrega; una religiosidad

31 LIPOVETSKY G., “El imperio de lo efímero". Anagrama, Barcelona, 1991 p.227 y


pp.9-10,
32 GERVILLA E., o.c„ pp.98-99.

33
emocional y antiintelectualista, que se agota en “¡aleluya y gloria a
Dios!”. “Una religiosidad alejada de la Iglesia-Institución... carente
de confianza en sus líderes", divorciada de la cultura.
En los tiempos del Syllabus la jerarquía eclesial renegó
de la cultura moderna; hoy corre peligro de perder el tren de
la Pm, porque la Iglesia-Institución “es un tinglado qtie no va
con la marcha juvenil”. Es cierto que la gente se entusiasma
con la figura de Juan Pablo II, “pero se desentiende de sus
enseñanzas... sobre todo en materia sexual y familiar”33,
i' Como ya se lamentaba Pablo VI, “la ruptura entre el evange-
j lio y la cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro
1tiempo”3435.

4- REFLEXIONES CRITICAS SOBRE ESTA AXIOLOGIA

Como el lector habrá intuido la Pm, en el fondo, es una


crisis de valores. Y los valores, lo sabemos, son el núcleo de la
vida social, porque en ellos se fundamenta tanto la creación como la
conservación de las normas sociales. Si no hay valores, no hay
conducta social: la sociedad se fragmenta como totalidad y se
disuelve la cultura, porque en el núcleo de cualquier estructura hay
un conjunto de valores. Entre estos emerge la religión.
“Los clásicos y los contemporáneos de la sociología
atribuyen a la religión un carácter central en la cultura,
puesto que la religión es un valor (...) y, esto es lo esencial,
es fu’ente de significados para la existencia humana. La fe va­
lora, porque da significado a objetos, personas, tiempos, lu­
gares, pero sobre todo a conductas”33.

La primera pregunta que aflora se refiere a la subjetividad y


relatividad de los valores. ¿Tienen valor las cosas porque las desea­
mos o las deseamos porque tienen valor, al margen de nuestra
conciencia valoratíva? ¿Son subjetivos los valores o son objetivos?

33 Ibid.pp. 102-110
34 PABLO VI, encíclica “Evangelii Nuntiandi".
35 LARRAIN R., o.c., p.13.

34
Ya sabemos lo que piensa la Pm. Trataremos de responder
sintéticamente. ' ¡fí

4.1. - Concebir los valores como subjetivos nos parece


que equivale a confundir el valor con el interés y la necesidad, lo
deseable con lo deseado, el valor con la valoración.
Es valioso lo que agrada, dice Meinong. Sin embargo intui­
mos que las cosas “nos agradan" porque son buenas o, por lo
menos, porque nos parecen buenas. No es nuestro agrado el que
pone la bondad, la belleza, la utilidad, etc., sino que son éstas las
que provocan nuestro agrado.
Además, hay cosas desagradables que son valiosas, como
ciertas medicinas o ciertos sacrificios que realizamos en beneficio
de los demás.
Von Ehrenfels coincide en parte con Meinong, al decir que las
cosas valen porque “las deseamos". Tampoco parece exacto,
porque hay quien desea más ardientemente tener riquezas que
vivir honradamente, o desea más vivamente comer que poseer
una obra de arte. Los deseos no parecen criterios suficientes para
calibrar el valor de las cosas. Más exacto parece afirmar que el valor
es lo que “merece ser deseado", en cuyo caso el valor deja de ser
algo subjetivo y pasa a ser objetivo.
En síntesis: no es el hombre quien crea los valores,
sino que “los descubre”, como descubre una verdad física o
matemática36. Independientemente del sujeto una fruta tiene
valor nutritivo; no así una piedra.

4.2. - Para superar el subjetivismo y demostrar la objetivi­


dad de los valores es preciso recurrir a la metafísica: solo un ser
Absoluto puede respaldar la absolutez de los valores- especial­
mente de los valores éticos- y salvarlos del relativismo.
Por supuesto que, desde una visión sicológica y sociológica,
los valores presentan un amplio margen de relatividad: tanto su

36 Cí. GARCIA F., "Introducción a la Filosofía", Lima, 1987, p.267 ss.

35
contenido como su jerarquía cambian según las personas y las cul­
turas. Los valores cobran o pierden fuerza de acuerdo con el nivel
cultural de las personas, con la capacidad que tienen de apreciarlos.
Para coordinar la visión subjetivista (sico-social) y la objeti-
vista (metafísica), Gervilla arriesga esta definición: “El valor es lo
bueno, real o ideal, deseado o deseable para la persona y/o la
sociedad”37.
Podríamos expresar lo mismo de otra manera:

Llamamos VALOR a lo que es capaz de sacar al


hombre de la indiferencia y provocar en él una actitud
de estimación, porque contribuye de alguna manera a
su realización personal, satisfaciendo algunas de sus
necesidades: necesidades vitales, intelectuales, afecti­
vas, estéticas, religiosas, etc.

En otras palabras, las cosas están revestidas de valor en la


medida en que sirven a la persona en vías de realización: esto es lo
que las hace apetecibles, amables, útiles, dignas de aprobación...,
en una palabra, valiosas.
Si las ciencias, por ejemplo, son valores, se debe a que
el hombre está marcado por la necesidad, por el deseo de
conocer, de saber, para ordenar la sociedad o dominar el
mundo poniéndolo a su servicio.
■Cuando nos referimos a la realización de la persona, ha­
blamos de una “vida en plenitud”, que afecta todas las
dimensiones de la persona, incluso su dimensión trascen­
dente. Los valores contribuyen a lograr esa vida en plenitud.

4.3.- ¿Cómo percibimos los valores?


“El valor no se ofrece al hombre como mero objeto de con­
templación y análisis; se presenta como algo que pide ser admira­
do, acogido, realizado”38. Nos saca de la indiferencia, nos envuelve en

37 GERVILLA H„ o.c., p.72.


38 LOPEZ QUINTAS A., “El conocimiento de los valores", Verbo Divino, Estella, Navar­
ra, 1989, p.129.

36
una atmósfera emocional que conmueve las fibras más íntimas de
nuestro ser.
Por eso Max Scheler habla de “intuición afectiva o emocional”
de los valores. Según él las cosas sensibles son percibidas, los con­
ceptos son pensados, pero los valores son sentidos39. No los perci­
bimos exclusivamente con los sentidos, ni los apreciamos fría­
mente con la inteligencia: sintiendo, amando, odiando, estimando?
prefiriendo... es como captamos los valores.

4.4.- Clasificación y escala de valores.


Confeccionar una “escala de valores” en la que todos coinci­
dan, es una tarea utópica. Ofreceremos el ordenamiento jerárquico
muy general que proponen los autores de “Praxis cristiana”.
a) “En el nivel más bajo encontramos la esfera de los valores
biológicos, que engloban las exigencias instintivas y todo lo que
dice relación a nuestra sensibilidad animal”. Podríamos llamarlos
“vitales”, “corpóreos”. Pertenecen al área de la salud, del recreo, del
descanso.
Adheridos a las cosas, se convierten en “bienes” el comer, el
dormir, el ejercicio físico, una olla, un jabón... Entra aquí, en gran
medida, lo “agradable”.
b) “Por encima de ellos, descubriríamos aquellos otros que,
aunque propiamente humanos, solo interesan a una zona de nues­
tra personalidad. Perfeccionan al hombre en su inteligencia, sensi­
bilidad estética, relaciones humanas..., pero -como veremos más
adelante- no le afectan de tal manera que por ellos se convierta en
“bueno” o “malo”. Los valores artísticos, culturales, sociales, eco­
nómicos, pertenecerían a este grupo intermedio”. Se los suele con­
siderar “espirituales”. Los valores de la inteligencia se relacionan
con la “verdad” del conocimiento (su coincidencia con la realidad):
verdadero-falso, evidente-probable, etc., son sus binomios. Hoy
cobraron mucha importancia los valores sociales: convivencia,
organización, etc.

39 SCHELER MAX, “El formalismo en la Etica y la Etica material de los valores”, Rev.
de Occidente, Madrid, 1941, parte la., cap. 2, a).

37
c) “Y en la cúspide de esa jerarquía hallaríamos finalmente
los valores espirituales, que abarcan al hombre en su totalidad,
como son los morales y los religiosos”1».
Podemos notar también, a propósito de la clasificación de los
valores, que existe una polaridad en el reino de los valores: todo
valor se acompaña de un “contra-valor” o “disvalor”. Por eso pode­
mos hablar de valores positivos y valores negativos: bueno-malo,,
bello-feo, justo-injusto, santo-profano, sano-enfermo, barato-caro,
etc.
Sin caer en el relativismo es indiscutible que la
jerarquización de los valores, dada su relación esencial con el
hombre, depende de la “cosmovisión”, de la visión global del
universo y de la vida, de cada persona y de cada grupo social.

5.- VALORES MORALES

En el mundo de los valores ocupan los valores morales un


lugar de privilegio. Y la razón es clara. Muchos valores perfeccio­
nan al hombre en alguna zona de su personalidad: inteligencia,
sensibilidad, sentido estético, contextura física, etc.; pero no lo
afectan de tal manera que por ellos se convierta en “hombre
bueno”.
En cambio, existen valores que afectan a la persona en su
totalidad, afectan al hombre “en cuanto hombre"; valores que le
llevan al desarrollo y realización plena de su ser propiamente
humano. Son los valores morales; por ellos el hombre se hace no
solo un buen músico, un buen deportista, un buen médico..., es $
decir, no solo se hace “bueno” en este o aquel sector particular de la
actividad humana, sino que se hace un “hombre bueno”, una
persona que en lo esencial de su ser humano ha llegado a su
realización.
Los valores morales suponen la libertad. Sin libertad
se pueden dar actos útiles, actos bellos -como el abrirse de40

40 RINCON ORDUÑA R. y otros, “Praxis Cristiana“, Paulinas, Madrid, 1980, tomo I,


p.275.

38
una ñor-, pero no actos moralmente buenos..., como no es
moralmente buena la lluvia que fecunda la tierra, ni
moralmente malo el rayo que mata a un hombre.
Los valores morales afectan al nivel práctico de la acción
humana libre, no al nivel teórico, artístico, técnico, etc. A estos
valores morales el hombre debe ajustar su acción si quiere
realizarse como persona.
Los valores éticos suscitan la experiencia de la obligación, se
nos imponen como “necesarios” para nuestra humanización y nos
comprometen. Solicitan nuestra adhesión y, paradojalmente, si los
aceptamos nos liberan. “Ellos nos marcan el sendero de la ascen­
sión a la que estamos llamados desde lo más insondable de nuestro
ser”41. “Dime lo que estimas como valioso y te diré quién eres”,
decía Spranger.

5.1.-E l supremo valor es la persona.


“Por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más
alto que el de ser un hombre”, ha escrito Antonio Machado.
Kant lo suponía necesariamente al decir que los seres
irracionales tienen un valor relativo como medios, y por eso se los
llama cosas; en cambio los seres racionales son llamados
personas, puesto que por naturaleza son fines en sí mismos y
nunca pueden ser usados como simples medios, con lo cual se
limita todo capricho y se les reconoce objeto de respeto"42. El hecho
de ser persona es el fundamento de los deberes y derechos que son
inherentes al hombre y a los que ni él mismo puede renunciar.
La persona, además de ser valiosa en sí misma, por su
autoconciencia y libertad, por su “autoposesión", se enri­
quece y se vuelve más digna de ser apreciada por su actitud
positiva frente a los valores. Las actitudes positivas frente a
los valores son las virtudes. Por ejemplo, la veracidad, la sin-

41 LABAKE J.C., “El hombre, la libertad y los valores", Bonum, Buenos Aires, 1989, p.77,
n°117.
42 KANT E.. “Fundameniación de la metafísica de las costumbres", Espasa-Calpe, Mad­
rid, 1963, p.83.

39
ceridad, son virtudes, actitudes positivas frente a “lo verda­
dero”, que es un valor intelectual.

5.2.- La persona es también la norma, el “criterio” para


medir si un acto libre es bueno o malo. Nos referimos a la persona
total, es decir:
- considerada en sí misma, como ser racional, libre y
corpóreo;
- considerada en relación con el mundo, con los demás y con
Dios;
- y teniendo en cuenta que está sometida al cambio en la
historia.
Todo lo que contribuye a la realización de la persona es
bueno; todo lo que la deteriora es malo. Se trata, en último análisis,
de ser fiel a sí mismo, a las llamadas más profundas del propio ser.

5.3 - Quedaría por responder a una pregunta: ¿Por qué yo


debo absolutamente, incondicionalmente, obrar de acuerdo a
las exigencias de la persona humana, descubiertas por la
conciencia?
Si no existiera Dios, si el hombre fuera totalmente autóno­
mo, autolegislador de sí mismo, si fuera el hombre el que capri­
chosamente determina lo que es bueno y lo que es malo, en ese
caso cualquier cosa sería lícita, elija lo que elija, se oriente hacia
donde se oriente, ya que en ese caso todo sería subjetivo, no habría
flechas que indiquen dirección alguna, ni existirían fines fuera de los
que se propone el hombre.
Decir que el hombre responde ante la ley que él mismo se ha
dictado, equivale a lanzar una soga al aire y pretender trepar por
ella, sin punto de apoyo que le venga de otra parte.
Dios me ha creado libre, pero no por eso dejo de ser su
“creatura”. He sido pensado por El y estoy religado a El. Dios
me ha pensado como sujeto y yo me siento obligado a ajus­
tarme libremente a las exigencias de “ese sujeto que soy”, a
realizar aquella “idea divina” que presidió mi creación. Si Dios

40
no existiera yo sería el único que piensa y no tendría por qué
ajustarme a norma alguna: sería yo quien crea los valores -
como concluye J.P. Sartre.
Profesamos una ética que, en su último fundamento es
teónom a..., convencidos, por otra parte, de que todas las éticas se
aferran a un “dios”, y lo escriben con mayúsculas: será el Deber, el
Valor, la Prosperidad Social, el Bien del Pueblo, la Raza, la Nación, el
Desarrollo, etc., etc. Todos confiesan, por lo menos implícitamente,
que sin un Absoluto pierde la moral su consistencia y se vuelve
relativa. Proponen valores, traducidos en leyes, pero se quedan en
“lo penúltimo”.

5.4.- Advertimos, sin embargo, que nuestra moral no es


estática, sino dinámica. Vamos descubriendo “lo que somos”
muy lentamente, a lo largo de la historia. Las diversas ciencias del
hombre hacen que nos vayamos comprendiendo siempre mejor.
Y a medida que aumenta la “autocomprensión” del hombre, a
medida que el hombre conoce más a fondo su ser, va descubriendo
simultáneamente lo que debe ser, va sacando consecuencias más
refinadas y sutiles...
Esto explica la variación de ciertas normas morales. Y
explica también el porqué de la crisis que ha sufrido la ética
en la Pm, y la dificultad de poner en marcha hoy -entre mo­
dernos y posm odernos- una búsqueda conjunta de los
valores que hagan posible la convivencia entre las genera­
ciones.
Ya podemos calcular la importancia que asumen los valores
en el proceso educativo: son motivaciones poderosas que orientan
la conducta global de la persona, configurando su presente con la
vista puesta en el futuro.

íT

41
II.- LA “NEW AGE”, UTOPIA DE LA
POSMODERNIDAD

Hemos incursionado en el tema de los valores, por la relación


estrecha que tienen con la educación. Ahora nos referiremos a un
fenómeno vinculado también con la Pm y que se ha convertido en
un serio desafío para la evangelización: nos referimos a la “New
Age”, un movimiento que surgió ante el colapso de los actuales
conceptos sobre el valor y la realidad a que ha llegado la civilización
occidental. La “Nueva Era” invita a reaccionar y quiere abrir una
perspectiva de esperanza.

X.- El movimiento de la Pm comenzó a conceptualizarse con


la aparición, en 1948, del libro de Alice Ann Bailey (+1949), “El re­
torno de Cristo”*3, en que la escritora ya pronostica una “Nueva
Era”.
La marea comenzó a subir en California, patria de Alice.
Hoy ya existen 18.000 títulos de libros que están en esa
onda. Corresponden al 30% del mercado editorial434445. "El poder
infinito de su mente”, de Lauro Trevisán, fue un “best seller” de
600.000 ejemplares. “Por las revistas nos enteramos de que nueve
de cada diez estrellas del espectáculo son “New Age”43.
Marilyn Ferguson, en “La Conspiración de Acuario”, publi­
cado en 1980, también nos anuncia que estamos entrando en una
“Nueva Era”, en uña nueva mentalidad, en un Nuevo Orden

43 Cf. la traducción italiana, “Nueva Era", Roma, 1982. 4a. edición.


44 DE VOS F., “Los desafíos de la ‘New Age' y la Era de Áquarius”, Bonum, Buenos
Aires, 1992, p,8 y p.68,
45 lbid., p. 13.
Mundial. Este movimiento culminará el año 2160, de la “Era
Acuario”46.
Piensan sus corifeos que existe un movimiento cósmico que
va a contrapelo de la entropía (=degradación de la energía), hacia
una siempre mayor complejidad, y nos reserva novedades sor­
prendentes. A nivel individual y social nos vamos integrando en­
tre nosotros, creando un pluralismo siempre más complejo/ M.
Ferguson denomina este proceso “conspiración”, porque “cons­
piración” significa una reunión de individuos que respiran conjun­
tamente, que tienden más a la “conspiración” que a la “competi­
ción” .
La autora cita en su favor a Teilhard de Chardin, que definía
este movimiento como “aspiración común ejercida por una
esperanza”.
Este proceso producirá un salto cualitativo hacia un nivel de
organización más elevado. Tras una Era violenta y oscura -la de
Piscis, la etapa cristiana- estamos entrando en un milenio de amor
y de luz, la “Era Acuario”, la época de la verdadera liberación
espiritual.
Acuario, la figura del aguador en el antiguo zodíaco, simboliza
una corriente que viene a apagar una antigua sed. De ahí el nombre
de “Nueva Era”.
Si vinculamos la Pm a la “New Age” lo hacemos
porque la “Nueva Era” ampara “una forma de religiosidad qúfe
parece expresar en síntesis el ‘espíritu1 y el ‘clima’ de la
religiosidad de nuestro tiempo”47, emparentada con la Pm.
Señalaremos algunas características de la “New Age”.
1.1.- La New Age pretende poseer una subestructura
cien tífica. La física, en efecto, nos dice que la materia está
compuesta por partículas, ondas y fuerzas de interacción: todo se
reduce a un conjunto de vibraciones, en distintas frecuencias.

46 Editorial Troquel, Bs. As., 2a, edic., 1991. Vendió 500.000 ejemplares sólo en Estados
Unidos, y fue traducido en 7 idiomas.
47 LA CIVILTÀ CATTOLICA, “New Age, un nuevo reto para el Cristianismo’’, editorial
de la revista, n° 142, abril de 1991, pp, 541-552.

44
Pues bien, lo que se observa en el ámbito subatómico ü e r S
validez universal. El hombre está emparentado con ese Universo*
es de la misma familia. El mismo Dios es la dinámica autoorganizá-
dora del cosmos. Todo es “UNO”, todas las distinciones se borramt
alma y cuerpo, sujeto y objeto, Dios y mundo, consciente e
inconsciente, cielo y tierra.
“La materia es una gran vibración energética espiritual
que va transformando todo el mundo: todo lo conecta incons­
cientemente y todo lo dirige hacia un fin más alto y subli­
me”«-
Todo está en perpetuo cambio. En todos los procesos evolu­
tivos hay un impulso divino que responde al sueño de unidad la­
tente en el hombre. Todo el Universo es un ser viviente espiritual
emanado de la divinidad, donde cada parte es una imagen de la
totalidad (“holismo”).
Como vemos, la “Nueva Era” acaba por forjar una cosmolo­
gía de carácter mítico. La Tierra (GEA) es toda ella un sistema, un
único organismo vivo y espiritual.
Advirtamos ya desde ahora -contra esta concepción
“holística”- que lo que vale en el campo de la física y de la
biología, no se puede convertir en un esquema general para
interpretar la realidad, no se puede transformar en una con­
cepción del mundo y de la vida, sin cometer una extrapola­
ción que llevará automáticamente a nivelar las diferencias
existentes entre los diversos ámbitos de la misma realidad.
¿Dónde queda, por ejemplo, la libertad humana, fundamento
de la responsabilidad y de la dignidad del hombre? El sujeto,
el yo, se disuelve en un “tejido de interacciones”4849.

1.2.- La “New Age" también se afianza sobre la nueva


Sicología. Entre otros autores parte de un C.G. Jung modificado,
y afirma la existencia de un “subconsciente colectivo” presente en

48 TERRIN A.N., “Despertar religioso: nuevas formas de religiosidad*', en Selecciones de


Teología, n° 126,1993, p.133.
49 Cf. CAPRA Fr., “El punto crucial. Ciencia, sociedad y cultura naciente", Barcelona,
1985, p.312ss.

45
todos los hombres, en el cual están depositadas las experiencias de
la humanidad desde los orígenes.
Para acceder a esas experiencias, debemos desarrollar el
hemisferio cerebral derecho, el del conocimiento sintético y luego,
tras este período de re-educación, mediante técnicas especiales
podemos penetrar en el “yo profundo”. Ese “yo profundó” es
DIOS mismo. Por eso, bajando al fondo de nosotros mismos
podemos encontrar a Dios y divinizarnos.
Como el “yo profundo” coincide con Dios, no puede existir el
pecado. Y aunque existiera, si damos un paso en falso será auto­
máticamente reparado en la próxima reencarnación, que se encar­
gará de eliminar los “karmas” 0= las imperfecciones) de las vidas
pasadas. Así los reencarnacionistas superan (?) la cruda realidad de
la muerte.
En este contexto tampoco es necesaria la Redención: el
hombre y el cosmos evolucionan inevitablemente hacia una
perfección creciente, que culminará en la fusión con la
divinidad.

1.3.- Otro pilar de la “New Age” es la Astrología. La lectura


de las estrellas y la predicción de los horóscopos en base a elfes, es
un conocimiento esotérico, exclusivo de los iniciados50' Las aventu­
ras de nuestra vida están escritas en las estrellas.
Hubo un tiempo en que el hombre vivió bajo la influencia de
la constelación de Taurus, y surgieron los Imperios y las Reli­
giones de la Mesopotamia. Luego vino la constelación de Aries, con
la religión mosaico-judía. Ahora estamos todavía en la de Piscis,
con la religión cristiana (el símbolo del cristianismo ¿no es
“ichthus”, el pez?51). Alrededor del año 2000 cambiará el curso del
universo y de la historia: entraremos en Acuario, es decir, en un
nuevo orden mundial, en una nueva humanidad, en una nueva
religión.

50 ESOTERISMO (del griego “esoterikos") significa ‘io que es interno'’, "lo que está ocul­
to”. Para tener acceso al conocimiento esotérico se recurre hoy más a la sicología que
a la astrología.
51 “ICHTHUS" (= pez) resulta de las iniciales de Iesous CHristós, THeou, Uiós, Soler
(Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador).

45
1.4. - La “New Age” apunta a la edificación de un mundo
unificado y fraterno. El viejo mundo llegó a su fin. Las religiones
tradicionales ya no servirán para nada. Buscamos “lo universal”,
iAl diablo con las restricciones de los viejos dogmas, con una mo­
ral caduca, con instituciones esclerotizadas que se esfuerzan por
sobrevivir! Buscamos una sabiduría global, más universal, accesi­
ble a todos, fundada sólidamente en la ciencia y puesta al servicio
de un mundo unificado y fraterno. Hay que reencantar este mundo
desencantado.
Las religiones orientales, construidas más sobre la experien­
cia que sobre la razón y la autoridad, son las que pueden concretar
este sueño de unidad primitiva y de fusión.
El taoismo chino, por ejemplo, nos muestra que las
dos fuerzas contrarias: el “yin” femenino, vago, pasivo,
seductor, introvertido..., y el "yang" masculino, claro, acti­
vo, creativo, extrovertido, exigen un equilibrio que conduce a
la paz interior.

1.5. - Marilyn Ferguson piensa que se irán reconciliando


todas las religiones en un misticismo panteísta de sabor oriental.
Nada de Dios personal y creador. Dios es el Espíritu del Universo,
la dinámica autoorganizadora del cosmos.
Ese dios será percibido no con la razón, sino a través de la
meditación, logrando un vacío interior que nos ponga en contacto
con lo “transpersonal”, que tiene su centro en el Cosmos. El “yo”
acaba por experimentarse como una centella de la Conciencia
Absoluta y, por este camino, accede a la paz interior y llega al amor
universal.
En la resacralización o reencantamiento del cosmos que
pregona la “New Age” se ubica también una “ecología profunda”
basada “en el principio de que toda la tierra es un organismo
viviente de carácter divino y que todos los seres vivientes
-incluido el hombre- poseen el mismo valor e idéntica dignidad"52-
Este religiosismo ecléctico y confuso, esta espiritualidad sin
Dios y sin Gracia, piensan los posmodernos que nos llevará a

52 “LA CIV1LTA CATTOL1CA”, editorial, o.c„ p. 144.

47
vibrar con la Naturaleza y acabará por fundirnos en la GAIA, la
diosa de la Tierra, tras un largo procesó‘de reencarnaciones.
Ya no será un edad dura, belicosa, masculina y cristia­
na, sino una edad dulce, ecológica, femenina y post-cristiana,
en la cual la “mística" reconciliará todos los opuestos. $u
símbolo será el arcoiris de paz.

1.6 - El C ristianism o, que dominó en Piscis, se basa en e.l


Libro: en un dogma y una moral impuestos desde el exterior:
Carece de experiencia vivida, desconfía de la mística, insiste en la
ortodoxia, cae en un moralísmo sofocante. Por eso ha provocado
divisiones, inquisiciones, guerras de religión. Hoy se trata de ser
guiados, no por un Espíritu Santo abstracto, fantasmal, sino por
las ondas misteriosas del cosmos.
Es cierto que hay en la “Nueva Era" una aproximación a la
figura de Jesús, pero deformada, reducida al “personaje”..., un
Jesús instrumentado a la manera de los “gnósticos” del siglo II.
Estos eran comunidades de sabios "iniciados” que superaban
(abandonaban) la doctrina de las masas, para elaborar doctrinas
raras, centradas en la caída y redención de lo divino.
Los "gnósticos”, despreocupados de la recta doctrina,
se situaban más allá del bien y del mal. Los combatió San
Juan Evangelista en sus escritos (1 Jn 1,8; 4, 12-5, 1-5).
“El Retorno de C risto” de Alice Bailey también es “gnósti­
co”. Para ella Cristo es una idea -u n conjunto de vibraciones, un
espíritu o alma que lo penetra todo-; puede reencarnarse en varias
formas: en Buda, Hertnes, Zaratustra, Jesús, Maní...
Pronto Jesús se reencarnará de nuevo, fundirá en una todas
las religiones y mostrará a los hombres cómo pueden salvarse
solos. La salvación no es don de Dios, no es una “gracia”. La
humanidad se salvará a sí misma viviendo en el amor.
“Para Lauro Trevisán, Jesús es un gran maestro que predicó
a los piscianos lo que solo podían entender los acuarianos, y por
eso murió trágicamente”53- En el mismo libro de Trevisán leemos:

53 Cit. por DE VOS F., o.c., p.5I.

48
“Aquarius y Jesús afirman que el poder es individual, que la
felicidad es individual, que el Reino de los Cielos es individual, que
la fuente de abastecimiento es individual, que la curación es indi­
vidual”54.
Como vemos, se trata de un individualismo que desco­
noce la solidaridad, el influjo negativo de los pecados sociales.
Cada uno es el único autor de su vida y de su realización.
“Eres tú mismo quien se salva, aunque para hacerlo tengas
que servirte de las fuerzas cósmicas”, nos dice la “New
Age”55.

1.7.- Todos debiéramos embarcarnos en este movi­


miento. “En la nave espacial Tierra no hay pasajeros -decía Me
Luhan- todos somos tripulantes”. Ya la dulce “construcción de
Acuario” está en marcha e invita a respirar su atmósfera.
Hay que cobrar conciencia ecológica, acabar con los antago­
nismos, tender puentes en todas direcciones, interrelacionarlo todo
con todo, y evolucionar hacia un “holismo” en que todo se
armonice56.
Pero no nos engañemos, dice Enomiya-Lassalle, no somos
nosotros los que hemos de concebir y plasmar esa nueva imagen
del hombre. “No, sino que es como la mariposa que sale de la
crisálida: no lo hace con una forma elegida por ella, sino con una
forma predeterminada por la naturaleza”.
Es un acontecer inevitable, basado en las leyes de la evolu­
ción. “A lo sumo lo que quizás dependa de nosotros es que llegue
antes o después”57.

54 Cf. TREVISAN L., "Aquarius. La Nueva Era llegó”, Cristal, Buenos Aires, 1991, p.54
55 DANEELS Card., “Cristo o Acuario”, Carta Pastoral del Arzob, de Malinas, Bruselas,
1990. Cf. Rev. Cristerio, Bs. As., 27-VI-1991, conclusión.
56 El “holismo" designa la unidad tlltima de todas las cosas: de Dios y el Universo. Un
conocimiento de tipo esotérico se encarga de trascender la dicotomía “sujeto-objeto"
en el acto de conocer.
57 Cit. por KEHL M., “Nueva Era, frente al cristianismo”, Herder, Barcelona, 1990, pp.24-
25.

49
De ahí la importancia de “conspirar” juntamente con
otros, que ya han sido “iluminados”, a fin de que esta “nueva
conciencia” de grupo vaya penetrando en la sociedad y la
transforme. El lema lo da la Dra. Ferguson: “¡Piensa global­
mente, actúa localmente!”

1.8.- Para que todos nos enrolemos en esta “conspiración",


M. Ferguson trae una cantidad impresionante de testimonios
“proféticos” que han anunciado, a su manera, esta hipotética y
gigantesca “conspiración”. £
La Sociedad Teosófica fundada a mediados del siglo pasado
por Mme. Blavatsky (+ 1891), ha influido notablemente en la gesta­
ción de este movimiento. “Teosofía” quiere ser “sabiduría acerca de
Dios”.
Según M. Ferguson hay acordes premonitorios que se
hunden en la noche de los tiempos: en los libros religiosos del
pasado, en las tradiciones místicas de Oriente: los Upanishad,
Zend Avesta, Zen, etc.; y en los escritores recientes, de mentali­
dades muy diversas. Entre estos cita a menudo a Me Luhan, Erich
Fromm, Martín Buber, C.G. Jung, Abraham Maslow, Cari Rogers,
Aldous Huxley, Krishnamurti, Maestro Eckhard, etc. En forma
reiterada mencina las intuiciones de Teilhard de Chardin, cuyo
nombre aparece a lo largo de todo el libro, manipulado, por
supuesto.
No hay duda que la raíz de este movimiento es una
reacción ante los problemas actuales: la preocupación ante
los desastres de la sociedad moderna y el riesgo que implican
para la supervivencia. Se impone un cambio urgente.
Como resortes para el cambio M. Ferguson señala a
más de un centenar de Asociaciones, Centros, Revistas, que
están en la onda de Acuario.

1.9 - La “New Age” propone un nuevo estilo de educación


que denomina educación "transpersonal", basada en la capacidad de
“autotrascendencia” del ser humano. Lo que pretende es transfor­
mar la conciencia para hacerla transpersonal o cósmica, lugar de
encuentro con “lo divino".

50
: - i,: ' •

En esta tarea el educador solo es un “facilitador” que trata de


asistir al aprendiz sin dirigíamos; trata de abrirle los ojos, de
exponerlo al misterio que habita en su interior. El educando entra
en un proceso de aprendizaje dirigido desde el interior. El maestro
solo es un catalizador que le hace tomar conciencia de su potencial
le prepara un ambiente oportuno, atiende a la necesidad del alumno
allí donde surge, para que vaya entrando en ese nuevo “paradigma”
que lleva a experimentarlo y explorarlo todo a fin de unificarse con
todo lo existente.
En otras palabras, estimula al alumno a fin de que “aprenda a
aprender” durante toda la vida, a fin de que se vuelva creador y
permanezca abierto a lo imprevisible. Interesa más la apertura que
la certeza.
El profesor es un ser humano que puede matar o dar
vida al proceso de aprender, según las actitudes que observa
cuando está frente al educando. Tiene que someterse a
continua autoevaluación y a ser evaluado por los alumnos.

1.10.- La “New Age" es optimista; vamos caminando


hacia un salto cualitativo. Nacerá un hombre nuevo que, a la
pregunta: “¿Quién soy yo?” responderá: “Soy el Universo, soy la
Mente Universal”.
Está llegando un Mundo Nuevo, insiste la Dra. Ferguson, y
puedes suscitarlo en ti, uniéndote automáticamente a millones de
hombres para ir creándolo. No es utopía, ya está en marcha.
Abandona la ciencia impersonal y la civilización tecnológica y
emprende la marcha.
Si estás leyendo libros esotéricos, si piensas que tu yo está
atravesado por rayos y ondas cósmicas y que las estrellas influyen
en tu destino..., ya ocupas un lugar en la “Nueva Era”.
Marilyn Ferguson presenta diversas técnicas para esta auto-
rredención. Sobre todo cree en la fuerza de una Jornada de Invoca­
ción General, en que todos se unirán en oración para modificar el
curso del mundo, gracias a una extrema concentración colectiva.

51
La “Nueva Era" tiene también un carácter mesiánico:
sus corifeos, cada uno a su manera, mencionan un “fin de la
historia”, un fin catastrófico o feliz, según sean pesimistas u
optimistas quienes lo pronostican.

2- VISION SINTETICA

2.1.- Movimiento complejo y confuso. La “New Ágé"


pretende ser una nueva teoría explicativa del universo y de la vida
y una nueva práctica individual y social. De hecho, es una nebulosa
que contiene un poco de esoterismo y un poco de ocultismo, un
poco de pensamiento místico y mágico sobre los secretos de la
vida y un poco de Cristianismo, todo mezclado con conceptos pro­
venientes de la astrofísica.
Se trata de un movimiento difícil de definir -escribía el
Cardenal Daneels. No es una religión y, sin embargo, tiene carácter
religioso; no es una filosofía, no obstante es una visión del hombre
y del mundo, algo así como una clave de interpretación; no es una
ciencia, pero pretende apoyarse sobre leyes científicas...58.
Es un estado de ánimo: refleja el cansancio de un mundo
racionalista y materialista, ávido de experimentar y de sentir; la
tristeza de un mundo escéptico, ansioso de ser optimista, de
volver a ser feliz; la angustia de un mundo lleno de peligros, que
anhela seguridad, paz, comunión.
Revela también el debilitamiento de la fe y de la vida de fe en
los adeptos de las grandes religiones basadas en la Biblia: judíos,
cristianos, incluidos los católicos. Se busca fuera lo, que ya no se
sabe encontrar dentro.
La “New Age" es una espiritualidad: invita a sus adeptos a la
meditación. Pero esa meditación no pasa de ser una introspección,
en que el hombre solo se encuentra consigo mismo, creyendo
encontrarse con Dios. Está convencido de que puede salvarse
solo, de que puede realizarse a sí mismo, Lomando conciencia de su

58 DANEELS G., "Cristo o Acuario", o.c., pp.295-311.

52
propia esencia divina y de su unidad orgánica con el universo y
con los demás.
Los medios para la realización personal van des­
de los masajes y las técnicas de concentración, hasta el
“channeling", es decir, el contacto (?) con entidades de
mundos superiores.

2.2.- Un factor que difunde esta mentalidad es la facilidad


de las com unicaciones de alcance planetario. La neotécnica
electrónica informativa, fuertemente vinculada al lenguaje, ha
invadido el mundo con una rapidez impresionante y favorece la
rápida expansión de nuevos modelos culturales.
Me Luhan diría que “debido a la contracción causada por la
electricidad, el globo ya no es más que una aldea59. El considera los
“mass media” como “prolongaciones del sistema nervioso central”,
así como la rueda es una extensión del pie y la herramienta es una
prolongación de la mano.
Lo cierto es que el hombre actual queda atrapado en una
telaraña de relaciones más complejas y móviles que nunca.
Insensiblemente vamos pasando de la aldea de Me Luhan a la
globalidad civilizatoria que cambia el rostro de la aldea.
La información realiza una “educación (o deseducación) a
distancia”, proporciona un caos de valores y contravalores, rom­
piendo la unidad de pensamiento y de moral. En lugar del “yo
integrado”, la fragmentación parece el destino insuperable del hom­
bre de hoy. “Solicitado por múltiples ofertas, cada cual compone ‘a
la carta’ su propio proyecto de existencia, sin preocuparse por la
mayor o menor coherencia del conjunto”60.
La ruptura de la unidad lleva a la indeterminación, al
pluralismo y a un escepticismo difuso y pesimista. Una so­
ciedad pluralista es, necesariamente, una sociedad en la que
todo se permite.

59 Me LUHAN M., "La comprensión de los medios como extensión del hombre”, Diana,
México, 1989, p,27.
60 GONZALEZ CARVí\JAL L., “Educar en un mundo posmoderno", o.c.p. p. 246

53
9

3- REPERCUSION DE LA POSMODERNIDAD EN LA
DIMENSION RELIGIOSA

El 8 de abril de 1966 la revista “Time”, en la primera


página abría esta pregunta: “¿Ha muerto Dios?”. Y el 29 de
diciembre de 1969 la misma revista, en la misma página
formulaba la pregunta inversa: “¿Va a resucitar Dios?”61.

3 .1 .- La revista sugería que sí, que Dios va á


resucitar. Y, en efecto, en la Pm vuelve Dios, porque cayeron en
desgracia los que lo enterraron: el racionalismo extremo y la fe
autosuficiente en el progreso ilimitado de la humanidad.
En la década del 90 nos encontramos con un hombre
inquieto, en búsqueda de “sentido religioso”, desencantado de los
resultados de la ciencia y de la técnica. Parece decir. “¡Denme algo
diferente de lo que sale de las computadoras: denme razones para
vivir, para seguir esperando!”
En el occidente se ha amortiguado el anticlericalismo de viejo
cuño, se ha congelado incluso el ateísmo y el agnosticismo produ­
cidos en el fervor de la Ilustración. Hasta la secularización y la
“muerte de Dios” -anunciada por Nietzsche- se han eclipsado
como temas de reflexión urgente.

3 .2 .- Dios parece resucitar. Pero, como el hombre actual le


huye al pensar profundo, al abrirse paso a lo trascendente se hace
un “coctel religioso”, un sincretismo que mezcla sin dificultad
creencias cristianas con creencias hindúes y esotéricas, reencarna­
ción y otras hierbas teosóficas. No vuelve el Dios de la religión
verdadera, sino un dios pagano, impersonal y tan polimorfo que
incluso puede ser demoníaco...
En la Pm no solo retorna ese “dios”, sino también los
brujos: ciencias ocultas, sectas destructoras, soluciones me-
siánicas, carismáticas, fanáticas, apocalípticas... “Dios hizo al
hombre a su imagen y semejanza -decía Voltaire- y el hom-

61 Cf. GONZALEZ CARVAJAL L., “Retrato espiritual del hombre de hoy", en rev. Vida
Nueva. n° 1826, 25 -1 - 1992, p. 30.

54
bre le devolvió con la misma moneda”, es decir, proyectó en
él las preocupaciones, deseos y aspiraciones de la sociedad y
la cultura en que vive. Es lo que está sucediendo en la Pm.
En la modernidad era malo no creer en Dios, pero ahora es
peor creer en cualquier cosa: cabala, horóscopos, teosofía, carto­
mancia; “Nuestro mundo -decía el cardenal francés Lustiger- no
está desacralizado, al contrario, está saturado de ídolos y de fantas­
mas divinizados (...) La denuncia profètica y apostólica de los
ídolos es más actual que nunca”62.
Se trata de una vuelta a lo sagrado neutro, no-personal,
sincretista, no-trascendente, que se traduce en superstición, pitoni­
sas, videntes, magos, amuletos, esoterismo... y otros sucedáneos
de la religión. En ese clima todos los movimientos religiosos son
iguales: son formas culturales, más o menos folclóricas.
Pero también hay una vuelta sana a lo sagrado, que se
encauza en las grandes religiones tradicionales. La Iglesia ca­
tólica, entre ellas, ha puesto en marcha la “nueva evangeliza-
ción” que trata de inculturarse, teniendo en cuenta, entre
otros, los valores de la posmodernidad.

3.3 - En el mundo contemporáneo debe reinar u n gran su­


frim iento y una inquietud enorme, para que los hombres vayan
a buscar la salvación en esta mezcla de elementos tan dispares,
sobre los cuales se arrojan con avidez. Quiere decir que este menú
se adapta al hambre del hombre actual, que sigue siendo hambre
de algo trascendente. Busca una estructura en la que pueda ordenar
sus ideas y emociones; busca una unidad sin divisiones, una paz
mesíánica en que todo se armonice. Lástima que cree ingenua­
mente que podrá lograr solo esa existencia feliz.
El .sicretismo en que vive le impulsa a probar todos los
platos, a selección. ¿Qué importa lo que se cree, con tal de estar
bien? La “New Age" es una super-religión por encima de todo dog­
ma, autoridad, clero y libros sagrados. ¡Ecumenismo total! Cada

62 LUSTIGER J.M., “La novedad de Cristo y la posmodernidad", en rev. Communio,


1990, n° 2, pp. 110-120.

55
uno tiene “su verdad”. Que cada cual se sirva el plato que le agrade.
La época de la ley ha terminado: “ama y’haz lo que quieras”.
El racionalismo moderno era inhumano; pero ¿es
humana esta fuga hacia lo irracional que aflora en prácticas y
cultos esotéricos, donde todo es sentimiento y mística, in­
sustancial? ¿Es humano pensar que, al margen de nuestras
decisiones, nos arrastra fatalmente el dinamismo del
Universo?
El supermercado esotérico que hoy triunfa significa una
regresión respecto a las grandes religiones como el Budismo, el
Islam, el Hinduismo...

4- INFLUJOS NEGATIVOS DE LA Pm EN LA DIMENSION


RELIGIOSA.

4.1.- La cultura posmoderna influye en la fe.


La época posmoderna no es exactamente posreligiosa, pero
se desentiende de las religiones organizadas, y entra en un mecía de
creencias muchas veces inconexas y dispares. “En enero de 1978 la
revista Me Call’s publicó los resultados de una encuesta realizada
con 60.000 lectores, que demostraban un escepticismo abrumador
con respecto a las religiones organizadas, incluso entre las perso­
nas practicantes"63. La organización -dicen los encuestados- hace
perder el aspecto espiritual. Nada de dogmas y de normas. “Lo
importante es amar”, como decía Dostoievski.
Hoy el “mercado religioso” está bien provisto. Donde el
cristianismo era el único capaz de dar un sentido a la existencia, los
proveedores de “significado" aumentan... La “New Age”, por ejem­
plo, se presenta como religión nueva, planetaria, universal, capaz
de remplazar todas las religiones anteriores y conducirlas a la per­
fección. Pero no olvidemos que solo puede ser realmente bueno lo
que es verdadero. La “New Age” tiene muchas medias verdades...;
pero la unión de muchas medias verdades solo conduce a otra

63 FERGUSON M., “La Conspiración de Acuario“, o.c., p.427.

56
“media verdad”. No es cuestión de abandonar la fe para echarse en
brazos de la credulidad, actitud tan difundida hoy.

4.2. - La “New Age” se opone radicalmente al cristianis­


mo, toda vez que niega la trascendencia y la índole personal de
Dios, que deja de ser Creador para convertirse en “el alma del
mundo”. “Más que en Dios, ellos creen en la hondura sagrada del
alma: en el fondo todos somos divinos”64.
No excluyen lo religioso, pero lo instrumentan después de
vaciarlo de toda trascendencia. Dentro de su lógica niegan también
la encarnación del Hijo de Dios y la Redención realizada en la Pascua
de Cristo.
Desde el punto de vista antropológico queda comprometida
la libertad y la responsabilidad del hombre, diluido en un
panteísmo impersonal y sometido a leyes ciegas.
Esto explica la indiferencia religiosa y la increencia
ambiental que engendra la Pm. Suele llevar a un espiritualis-
mo desencarnado, a integrar pequeñas comunidades “emo­
cionales”, sin base sólida.
Su misticismo panteísta dificulta la experiencia profunda del
Dios vivo y trascendente.

4.3. - En la Universidad comprobamos con estupor en jóve­


nes inteligentes, asiduos lectores de obras esotéricas, una gran ig­
norancia de la tradición cristiana, como si nada hubiera
existido antes. La Tradición, como memoria viviente de la
comunidad, pasa por una profunda crisis. Lo único que les queda
de cristianismo es una memoria difuminada y fastidiosa, como de
algo insípido y opresor, acompañado por normas anticuadas de
conducta. Desconocen la grandeza de la civilización cristiana y están
abiertos en forma ingenua y curiosa a “lo nuevo”: teosofía,
zoroastrismo, reencarnación, etc.
La religiosidad que agrada al posmoderno (si algún
resto le queda), es festiva, agradable: peregrinaciones, pas­

64 PIKAZA X, “Esoterismo y religión cristiana”, en rev. Vida Nueva, n° 1883, 27-11-1993,


p.39.

57
cuas juveniles, encuentros, etc., en que la guitarra, las diná­
micas, la convivencia... a veces*interesan más que el men­
saje evangélico. Un cristianismo descafeinado, con Navi­
dades, bautizos, bodas... “ceremonias”!, en las que el valor
social, la fiesta o las vacaciones, pesan mucho más que lo es­
trictamente religioso.
La Pm. proclamó el entierro de las “utopías”. Con las demás,
queda enterrada la “utopía del Reino de Dios", ese ideal inalcanzable
en esta tierra, que llegará a su plenitud en el más allá y nos sirve de
estímulo a los que tenemos fe en el Plan de Dios sobre el hombre y
el mundo. La Pm es una versión secularizada del Reino de Dios. De
ser don gratuito pasó a ser fruto de la “autocreación cósmica”.

4.4.- El ambiente posmoderno influye en la m oral


La deformación de la verdad siempre lleva a graves aberra­
ciones morales. La sustitución de los valores por compromisos
blandos, la vivencia inmediatista del “ahora”, el hedonismo narci-
sista, impulsan a una existencia de gratificación inmediata, que
rehuye la ascesis, el sacrificio, la cruz.
Lipovetsky se alegra de que en las democracias liberales
estemos viviendo una ética sin deberes, ni obligaciones, ni sacrifi­
cios: una ética indolora. Es la ética que cambió el “moralismo” en
unneoindividualism o responsable, exigente®.
No nos engañemos, se trata de “una ética indolora para unos
y dolorosa para los más”, que deberán sufrir sus efectos, porque el
individualismo es incapaz de generar libertad universal, igualdad y
solidaridad.
Lo que ha sucedido es el simple tránsito “del individualismo
moderno limitado al individualismo narcisista ilimitado”, toda vez
que pretende satisfacer los deseos del hombre, que son infinitos.
La solución es un nuevo humanismo de corte personalista y
dialogal, “el humanismo del otro hombre", que dice Levinas.65

65 LIPOVETSKY G,, "Le crépuscule du devoir. L’étique indolore des nouveaux temps dé­
mocratiques", Paris, Gallimard, 1992, p.15. Cf. la crltica de CORTINA ORTS A., "El
Neoîndividualismo: una ética indolora para unos, dolorosa para los mâs”, en Diâlogo
FilosôOco, 1993, n° 27, pp.343 ss.

58
En el ámbito de la afectividad, la Pm genera la revolu­
ción sexual, la búsqueda del placer “a como dé lugar”. Todo
esto frena los esfuerzos de autodominio y autosuperación,
dificulta la abnegación, retarda el proceso de maduración
afectivo-sexual, vuelve al hombre más vulnerable.

4.5.- La Pm anula proyectos y compromisos comunita­


rios.
La matriz socio-cultural del mundo posmoderno es profun­
damente individualista, no favorece las grandes pertenencias; a lo
más induce a identificarse con un grupo que piensa lo mismo.
“Surgirá el grupúsculo dentro del cual cada uno conjurará su
propio miedo a la soledad y a la angustia de la muerte”66. De este
modo se privatiza la religión, se debilita la fuerza de cohesión
eclesial, se pierde la identidad espiritual y de fe con la comunidad
eclesial.
La Pm, por tanto, nos afecta en nuestra inserción fuerte y
creativa en la Iglesia; nos vuelve escépticos ame los proyectos co­
munitarios de tipo apostólico (pastoral de conjunto, comunidades
educativas, etc.); en una palabra, nos diluye en un movimiento re­
ligioso que se ha ido transformando en “sociedad anónima”.

66 TELLO 1NGELMO N., “Movimientos religiosos, religión y religiosidad", en rev. Vida


Religiosa, Boletín, vol. 75, n° 9,15 - VI -1993, p.269.

59
1
III.- EDUCAR EN LA POSMODERNIDAD

1.- ¿QUE ES EDUCACION?

1.1. - Desarrollo consciente y libre.


Hablar de educación es entrar en terreno pedagógico. La
Pedagogía es la “ciencia de la educación". El “objeto” de que se ocupa
la Pedagogía es el hombre. De ahí que toda ciencia que trate del
hombre, tiene algo que aportar a la ciencia de la educación.
Las que más interesan son las ciencias bio-sico-sociológicas,
las ciencias filosóficas y las teológicas. Estas ciencias nos entregan
los principios rectores, los ideales, ios valores, las normas, los
métodos que permitirán a la acción educativa ir forjando la
personalidad.
La educación es un desarrollo, una marcha hacia mayor
plenitud, hacia mayor perfección. Siendo el desarrollo de un ser
humano, no es ciego como el de una planta o un animal, sino
consciente y libre. “Consciente”, es decir, conocedor de los fines
que persigue y de los medios que utiliza; y “libre”, es decir, que
supone la autodeterminación del sujeto para echar mano de esos
medios y alcanzar esos fines.
La educación es la tarea humana por excelencia, porque
por ella el ser humano llega a ser plenamente persona. Es el
complemento indispensable de la procreación. Los hijos,
como personas, son más resultado del amor educativo que
de la biología.

1.2. - La educación no es nn simple proceso de enseñanza-


aprendizaje o, como se dice vulgarmente, educar no es lo mismo
que instruir. Para instruir es suficiente saber y conocer las
<2 -7*

técnicas de la comunicación. Pero el hecho de saberlo todo no hace


al hombre más educado.
Educar es capacitar al sujeto para que alcance su fin último,
su realización como persona, mediante acciones libres y moral-
mente rectas.
Cualquiera entiende, entonces, que no hay técnicas o prácti­
cas educativas totalmente neutras. Arrancan siempre de. unos
marcos referenciales más o menos conscientes, más o menos
claros y orgánicos, pero siempre presentes. En el trasfondo de toda
educación subyace una visión del mundo y de la vida; esa “cosmo-
visión” influye decisivamente en los fines, contenidos, metodo­
logía, técnicas educativas y en la organización social de la educación.

1.3. - Lástima que se ha desdibujado la imagen auténtica


de la persona. Vivimos en un mundo desvalorizado, sin metas,
sin objetivos claros, un mundo que hasta exalta como heroica la
entrega al absurdo. Esa es la carencia, el déficit fundamental de que
adolece la educación actual.
La civilización científico-técnica en que estamos sumergidos
ha llevado a muchos a creer en la eficacia de las instrumentaciones
puramente técnicas en el campo educativo. Deslumbrados por las
conquistas de lo tangible, muchos se han vuelto insensibles y cie­
gos frente a los valores. Y, sin embargo, el compromiso con estas
realidades valiosas es los que estimula la creatividad del educando,
va modelando su personalidad y le conduce progresivamente a la
plenitud. Una programación educativa que no enfatice los grandes
valores y no desenmascare lo que pretende marginarlos, acaba por
convertir la educación en un adiestramiento superficial.

1.4. - La educación requiere aprendizaje, lo sabemos, pero


no se confunde con él. El que quiera robar la Gioconda en el
Museo de Louvre tiene que someterse a un largo aprendizaje para
realizar un “crimen perfecto”. Y, sin ir a París, la chica que quiera
ejercer “el oficio más viejo del mundo” debe aprender las técnicas
de la seducción, si pretende conquistar clientes. Como vemos, hay
aprendizajes que, lejos de educar, degradan al hombre.

62
Un aprendizaje educativo tiende a formar al hombre en los
valores éticos, personales y sociales. Son éstos los que le confieren
sentido a la vida considerada globalmente. Si el hombre quiere
realizarse, alcanzar la plenitud, lograr la felcicidad, tiene que sumer­
girse en una atmósfera de realidades valiosas -el amor, la libertad,
la justicia, la solidaridad...-, tiene que respirar esa atmósfera y
ajustar su actividad a esas realidades, porque ellas son las que
encauzan una acción creadora.

1.5. - Estos valores, en último análisis, fluyen de la idea


que se tenga acerca del hombre y de su destino. Esa imagen,
que implica una escala de valores, sirve como cuadro de referencia a
toda programación o proyecto educativo. Para lograr lo que
“debemos ser”, tenemos que enterarnos de lo que “somos" y
descubrir el secreto, la clave de nuestra realización.
Educar sin conocer suficientemente al hombre es como
caminar en el desierto sin brújula y sin meta. La idea de hombre
guía, regula, inspira y orienta la acción educativa, ofreciendo el
cuadro de referencia ideal para la realización del educando, porque
señala el fin que ha de conseguir: la personalización.
Es cierto que ese marco referencial no nos entrega
normas técnicas, no nos dice cómo, con qué medios, por qué
caminos se ha de emprender la tarea educativa. Pero es
indudable que nos ofrece el elemento básico indispensable
para la elaboración de un proyecto educativo.

1.6. - A veces se remplaza la educación con lo que se llama


“preparación para la vida". Está bien o mal, según lo que se en­
tienda por “vida”. Si por “vida" se entiende preparación profesional
o salida laboral, y se descuida la formación del hombre en toda su
amplitud, no basta para hablar de educación. Porque uno se pre­
gunta: Con la preparación profesional, ¿aprendieron los educandos
a vivir con amor y respeto sus relaciones interpersonales; sabrán
afrontar la transítoriedad, los fracasos económicos, sentimentales,
el sufrimiento, la enfermedad, la vejez, la muerte?

63
í

La muerte exige preparación: o. la integramos en nuestra


existencia en vías de realización, o no resolvemos el problema de la
existencia.
“Solo el creyente -observa Hans Küng- es capaz de integrar
en su existencia todos los aspectos negativos de la vida”®'.

En resumen, educar es un proceso de personaliza­


ción que abarca el ser humano total. Un hombre educado esVi
esencialmente, quien obra habitualmente bien, con libertad,
con sentido social y con apertura a la trascendencia.

2 VALORES Y EDUCACION

Frente a los valores el hombre puede asumir diversas


actitudes. Las actitudes expresan los diversos modos de situarse
ante los valores de la realidad y de la vida. Frente al valor-persona,
por ejemplo, el hombre puede adoptar la actitud de responsabilidad,
respeto, justicia, promoción, amor, entrega..., o sus contrarios.
Para entender lo que son las actitudes bastaría que nos
preguntáramos cómo se sitúa ante la vida el que ama la verdad, la
bondad, la justicia, la libertad, la paz..., y qué consecuencias
negativas acarrea el abrazar los contravalores correspondientes.
No cabe duda alguna de que son los valores y los contrava­
lores los que determinan la conducta, los que se convierten en
palancas de la*propia actividad.

2.1.- Nada extraño, entonces, que el proceso educativo


guarde íntima relación con los valores. En ese proceso siempre
lento debemos ayudar al educando a definir y organizar una escala
de valores para que, a partir de ellos, adopte las actitudes funda­
mentales que orientarán su conducta global. Los valores son
entidades normativas que piden ser realizadas y encauzan la acción.
Una pregunta constante del educador ha de ser el “porqué” y
el “para qué” de su quehacer educativo. En nombre de la dichosa67

67 KUNG H., “Ser Cristiano”, ed. Cristiandad, Madrid, 1977, p. 759.

64
“neutralidad” escolar, muchos sistemas educativos estatales pier­
den de vista los valores: libertad, justicia, igualdad, respeto por los
demás, tolerancia, solidaridad, etc. En esa forma dejan automáti­
camente de ser neutrales, porque ya han optado por otros valores:
por una sociedad tecnocrática, laicista, unidimensional, roboti-
zante...
Cada sistema educativo incorpora inevitablemente una
visión del hombre, del mundo, un proyecto de sociedad y un
“para qué” del saber. Esa concepción marcará el propósito, el
contenido y la estructura misma de la educación.

2.2.- Educar, en síntesis, es lograr que el educando adopte


una actitud positiva frente a los valores y que, al apreciarlos
internamente, los viva y los realice. Es evidente que todo proceso
educativo influye para bien o para mal; y esto lo sumerge de lleno
en el problema ético.
Un enfoque pragmatista de la educación, inspirado en el
positivismo que descuida el cultivo de lo humanístico, el sentido
trascendente de la vida, que margina la interioridad y hasta la
reflexión, acabará por convertir a los educandos en máquinas de
producción y consumo, y a la sociedad en una jungla donde luchan
intereses egoístas.
Lo que marca nuestra cultura, por desgracia, es un enorme
desequilibrio entre los valores técnicos, materiales, instrumentales
y los valores absolutos. Aquellos están sofocando, asfixiando,
hasta hacer desaparecer los valores éticos que contribuyen a la
realización de la persona y de la sociedad.
Mientras no se logre un consenso sobre valores básicos,
no se puede establecer un marco de referencia que lleve a la
maduración de la personalidad. Para lograrlo es preciso responder a
preguntas fundamentales: ¿qué es el valor, qué es lo noble, lo
básico?; ¿qué debemos amar? ¿Por qué florece la civilización?; ¿por
qué decae? ¿Cuál es el hecho fundamental de la existencia, la clave
de la realización del hombre?

65
El descubrimiento, la incorporación y la realización
de los valores positivos, constituyen tres pilares básicos de
la obra educativa. “La clave del hombre es trascendente. Los
valores son la clave del hombre”68.

2.3. - Pero el hombre es un ser histórico que va articulando


sus opciones libres a lo largo del tiempo. En cierto sentido “ño.
nace persona”, “se va haciendo persona”, se va personalizando. Por
eso la educación es un proceso lento, jalonado de marchas y
contramarchas. No hay recetas. No puede esperar el hombre que
se le dé un mapa con una ruta detallada. Lo dijo hermosamente
Antonio Machado:
“Caminante, son tus huellas / el camino, y nada más;
caminante, no hay camino / se hace camino al andar”.
No hay camino, pero hay metas. Y cuando la meta es clara,
las etapas del camino se van abriendo en la marcha. El que tiene un
“porqué” para vivir, siempre encontrará el “cómo”. Pero el “por­
qué” lo señalan los valores.

2.4. - Los jóvenes necesitan in tu ir em ocionalm ente los


valores. Para que esto pueda verificarse los educadores deben
mostrárselos, pero encarnados en personas “modelos”: en ese
padre, en ese profesor que no impone un valor, sino que con su
testimonio silencioso lo ofrece como apetecible, y como posible. Se
educa, casi sin querer, viviendo.
La relación entre el “modelo” y el imitador se basa en el valor
reconocido en el modelo. “No son las reglas morales abstractas de
carácter general las que modelan, configuran el alma -decía Max
Scheler-, sino siempre modelos concretos”6869. Añádase que no
bastan modelos aislados: urge formar comunidades educativas
modelos, coherentes con una escala de valores cuidadosamente
elaborada.

68 LABAKEJ.C., o.c., p. 28, n° 26.


69 MAX SCHELER, “El Samo, el genio, el héroe”, Nova, Buenos Aires, 1961, p. 18.

66
3 - COMO EDUCAR EN LA POSMODERNIDAD

En el terreno de la educación la Pm ha descalzado el soporte,


la fundamentación teórica del proceso educativo. Nada extraño que
a mediados del'siglo XX la atención comenzara a concentrarse en lo
práctico, lo didáctico, las técnicas d é la comunicación..., arrinco­
nando la Filosofía del hombre, la Axiología y la Etica, que están en la
base de cualquier educación que pretenda perfeccionar al hombre.
Sin embargo, es innegable que han aflorado otros valores que
determinaron la aparición de otra cultura y en ese nuevo clima nos
corresponde educar hoy: en una cultura que no es cien por ciento
moderna, ni cien por ciento posmoderna.
Siempre se da la mezcla del hombre moderno con el
posmoderno, “del que quiere cambiar el mundo y del que se dedica
a cantar la alegría de vivir”, como escribía Harvey Cox hacia el año
7070.
La educación exige que dosifiquemos correctamente los dos
componentes de la mezcla. “Si no educamos según, “de acuerdo
con" los fundamentos de la Pm, sí educamos “en” el lugar físico,
axiológico y cultural de la Pm”. No podemos cerrar los ojos ante la
“educación no-formal”, no institucionalizada, la que imparte la
Universidad de la Calle, cuya acción, hoy, es más eficaz que la
misma “educación formal”.
El joven que vive en un mundo que ha reaccionado ante el
fracaso de la modernidad, busca un cambio de valores frente a lo
existente y una mayor felicidad, libre de ataduras. Los jóvenes
posmodernos ya no se rigen por los valores que dicen relación con
el deber, el orden, la disciplina, sino por los valores de autodesa-
rrollo personal.

3 .1 - ¿Qué hacer frente a la cultura posmoderna?


No se trata de asimilar pasivamente la cultura adveniente,
sino de distanciarse críticamente de ella y lograr la personaliza­
ción del educando, invitándolo a juzgar y discernir los valores que

70 Cií. por GONZALEZ CARVAJAL L., articulo de Selecciones de Teología o.c., p. 248.

67
merecen ser vivenciados, de los valores, que comprometen la for­
mación. La tarea no es fácil, toda vez que los jóvenes están inmer­
sos en la nueva sensibilidad, donde ha desaparecido lo universal y
lo permanente y donde reina un relativismo axiológico y cultural
acelerado, de fuertes repercusiones educativas. “Educar en una
cultura cambiante es educar para la constante readaptación”, índica
el Profesor Fermoso, “so pena de producirse un desfase entre la
vida real y la vida escolar"?*. Esto exige de los educadores un “ojo
clínico” para descubrir el “bien” allí donde asoma, y saber propo­
nerlo sin nunca declararse satisfecho. “Se hace camino al andar”.

3.2 - Ya hemos indicado, de paso, qué valores fundamentan


la educación en general: justicia, paz, solidaridad, etc. Nadie
calificaría de educativa la droga, la mentira, el robo o el asesinato.
También interesa “la forma o cómo se realiza la educación,
pues un contenido positivo transmitido por medio de la manipula­
ción, la violencia, el engaño o el adoctrinamiento, deja de ser valioso
por el modo o forma en que se realiza y, por lo mismo, se ubica
lejos de lo que entendemos por educación".
Pero nunca se ha de olvidar que, hoy más que ayer, el joven
se deja persuadir no tanto por valores abstractos cuanto por
experiencias significativas y testimonios creíbles: cree más a la
vida que a la ideología.
No menos importante es “la finalidad o el para qué del
proceso educativo. Los fines, metas y objetivos se desean porque
valen”.
La meta deseada será siempre un modo de ser más
valioso, según el modelo o patrón seleccionado. La sensibili­
dad pos-moderna -fragmentada, nihilista y vacía- es dema­
siado ambigua y barroca para servir de modelo.

3.3.—Es fácil hablar “en general”, pero el problema surge


cuando se trata de intervenir en los valores y en la cultura de la
Pm. Ya hemos insinuado que se ha de “aceptar críticamente la71

71 FERMOSO P., en "Filosofía de la educación, hoy”, Dykinson, Madrid, 1989, p. 59.

68
realidad existente, sometiendo a análisis los valores que las distin­
tas opciones ofrecen”72.
Teniendo en cuenta el triple núcleo axiológico que la
caracteriza, educar en la Pm
- es educar en un ambiente relativista: relativismo del ser, de
la razón y del valor;
- en un estilo de vida centrado en el presente, en lo
momentáneo, en lo cotidiano;
- y en una generación sociológica individualista, hedonista y
narcisista.
Y, al emprender la tarea educativa en esta atmósfera posmo-
derna, no olvidar que la educación siempre ha de humanizar,
haciendo a la persona más valiosa en su dimensión individual y
social73.

3.3.1.- Educar en un ambiente relativista: relativismo del


ser, de la razón y del valor.
Nos hemos referido ya a la cultura posmoderna que elogia el
“pensamiento débil” y se desliza hacia un relativismo total. Los
jóvenes de hoy son producto de una gran explosión cultural e
ideológica: han estallado las “cosmovisiones” o sistemas de creen­
cias: carecen de un marco referencial convincente. Sin embargo hay
en ellos una demanda inconfesada de absoluto, de una utopía” por
la cual valga la pena quemar la vida. Como los jóvenes de ayer y de
siempre, parecen gritarnos: “¡Dadme ideales, la fuerza la pongo
yo!”.
Si la educación no ofrece nada sólido, si no se basa en princi­
pios y valores firmes, abandona a los educandos en la inseguridad,
en la desorientación y en la inestabilidad sicológica. En clima
semejante se instaura en la esfera política y social la ley del más
fuerte, toda vez que no existe ética objetivamente válida a la que se
pueda apelar.
Esto no significa volver a la intolerancia del pasado. Vale aquí
el principio claro del Concilio Vaticano II: “La verdad no se impone

72 GERV1LLA E., o.c., p. 164.


73 Ibid., 166-167.

69
de otra manera que por la fuerza de la misma verdad”74. Si la verdad
dialogante caracteriza al educador, sin pretenderlo se prepara al
educando a convivir en una sociedad pluralista y democrática.
Hay que sustituir el “pensamiento débil” por el “pen­
samiento humilde”. El diálogo es la única alternativa a .la
intolerancia y al relativismo. No hay que abandonar la razón,
pero “una razón que incluya también en su proceso lo otro,
lo distinto de la razón (lo que puede describirse, mediante los
conceptos de naturaleza, cuerpo, imaginación, sentimiento,
vida, estética, trascendencia, utopía, etc.)”... “a fin de hacer
justicia a la realidad en todas sus dimensiones”. Sin embargo,
hay que estar alertas: no hay que abordar con el sentimiento
“lo que es realmente accesible a la razón y factible para ella”75.
Frente a la propuesta de la “New Age” hay que advertir
que solo propone ciertos valores de armonía y unidad, que acaban
por traducirse en irenismo confuso y sospechoso. La “New Age"
invita a un “aprender por aprender” sin evaluar la verdad y la
bondad de los contenidos que inevitablemente habrán de aflorar
exigiendo una seria evaluación para ver si realizan o deterioran a la
persona.
Por otra parte es ilusorio pensar que la humanidad “por sí
sola", sin otro “dios" que el propio yo, podrá dar el salto cualitativo
que sueñan los nuevaeristas.
La Dra. Aixalá, al concluir uno de sus discursos sobre
el tema, exclama: “ ¡Qué superhombre es este que los
nuevaeristas proponen, capaz de sobrellevar la soledad, el
dolor, el sufrimiento, la ancianidad, la muerte... y trocarlos
en arm onía!”76. Y allí mismo muestra la ingenuidad de
quienes juran que se llegará a la paz y a la inmortalidad a
través de sucesivas reencarnaciones...
Insistimos en la necesidad de proponer valores, sin olvidar
que el protagonista de la educación es el educando. “La educación

74 CONCILIO VATICANO II, “Digniiatis humanae”, 1.


75 KEHLM.,o.c.,pp. 81-82.
76 AIXALA A., “Educación, Hacia dónde?”. Discurso pronunciado en el Vil Congreso
Católico Argentino de Filosofía, 6-7 de noviembre de 1993.

70
tiene que estar centrada en el educando, tiene que estar en función
de la persona concreta a que está destinada. El docente actúa de
agente secundario, como instrumento que facilita y ordena el
aprendizaje del alumno y ambos siguen la pauta objetiva de la cien­
cia”^.
Se trata de “edúcere”, de sacar a luz, actualizar las posibili­
dades del educando, prestarle una ayuda para que moldee su
personalidad -no en forma anárquica- y se convierte en arquitecto
de su propio destino.
Pero, contra lo que piensa la “New Age”, “previamente ha de
precisar a qué tipo de perfección se adscribe y cómo la realiza. Sus
decisiones tienen un sentido en el que subyace una imagen ideal de
hombre, y un modelo de persona personalizada”7778. Aquí juega su
papel la persona del educador.

3.3.2.- Educar en un estilo de vida centrada en el


presente, en lo momentáneo, en lo cotidiano.
La Pm nos invita a no vivir rascando las heridas del pasado,
ya muerto y sepultado, ni angustiarnos por el futuro que no está
en nuestras manos, sino vivir en un presente sometido a un
cambio permanente.
Para la Pm la experiencia y la tradición dejaron de ser valores
a tener en cuenta. Todo es provisorio, siempre estamos a la espera
de algo nuevo. No interesa adquirir algo “para toda la vida”. Tam­
poco cuadra con la mentalidad actual asumir un compromiso para
siempre, porque en nuestro mundo lo que dura siempre no se
valora.
El posmoderno se olvida de que el hombre, a diferencia del
animal, es historia y es proyecto, es capaz de ilusión y de planifica­
ción, de vivir el reino de la libertad frente al determinismo de la
naturaleza.

77 FORMENT E.t “El ser personal, fundamemo de la educación", en Varios, “El concepto
de persona”, o.c., pp. 76-77.
78 ROMAN PEREZ M-, “La realización personal del yo educable’1, en Varios, “El
concepto de persona”, o.c., p. 113.

71
, e

En el joven posmoderno hay un presente enormemente


dilatado, repleto de hechos, de datos, de ofertas que vienen desde
los cuatro puntos cardinales. El pasado queda enormemente
reducido: su ausencia de “memoria” pone en crisis su identidad.
Pero lo más trágico es que un futuro sin utopías que estimulen,
hace muy difícil al joven realizar la “opción fundamental’’, esá
opción definitiva, vinculante, capaz de darle unidad, orientación,
validez a la existencia y definir la identidad de la persona.

El hombre -decía Nietzsche- es distinto del animal porque


puede hacer promesas. Una libertad incapaz de asumir un
compromiso duradero “no es más que la libertad de la hoja caída
del árbol, que va de un lado a otro según sople el viento. La vida es
permanente cambio, pero solo se educa quien sabe prever los
cambios para dominarlos y orientarlos. “Los auténticamente libres
son capaces de coger con sus propias manos las riendas de sus
vidas, sin dejarse arrastrar por los acontecimientos”79.
Vinculada con la caducidad del presente es la sociedad
consumista en que vivimos, que comanda la moda y trata de
convertir mañana en obsoleto lo que hemos comprado hoy.
“Tener, poseer, disfrutar, ganar, alcanzar éxito, deslumbrar a
los que nos rodean, son los valores que se enroscan en el eje
axiológico de la sociedad consumista”8081.
Dicho de otra forma: se trata de trepar la pirámide del status.
Y para esto importan más las apariencias que las realidades.
En una sociedad en que la estratificación social la determina el
“rendimiento” y en que se fue atrofiando poco a poco la “gratuidad”
y el sentido lúdico de la vida, es preciso redescubrir que el ser
humano no es solo “homo faber” (hombre-artífice), sino simultá­
neamente “homo-ludens”, destinado a realizarse también en el
juego y en el ocio, sin caer en la pereza. “Una escuela humanizadora
debería enseñar a hacer lo que es bello tanto, por lo menos, como
lo que es útil”8L

79 GONZALEZ. CARVAJAL L., artíc. de Selecc. de Teología, o.c., p. 251.


80 MARDONES J.M., '‘Postmodernidad y neoconservadlirismo", VerbofDivino, Estella
(Navarra), 1991, p. 196.
81 GONZALEZ CARVAJAL L„ Íbid„ p. 249.

72
3.3.3 —Educar en una generación sociológica individua­
lista, hedonista y narcisista.
Ya sabemos que este es el clima de la Pm: respira una moral
provisional, sin nada estable y definitivo. Una sensibilidad que da
primacía al sentimiento, a la afectividad y al placer y rinde culto al
cuerpo. Estos son valores positivos mientras no se exageren hasta
mutilar la razón.
Se impone la necesidad de reconciliarse con los sentimientos.
Seamos sinceros: “la. realidad de un objeto la medimos por el eco
que despierta en la esfera afectiva”82. Lo que nos resulta del todo
indiferente es como si no existiese. Nuestro conocimiento es
“sensintelectual”, como ha puesto de relieve X. Zubíri.
Sin rendir culto desmedido al cuerpo, es preciso superar el
dualismo del cuerpo-cárcel, enemigo del alma. Y reconciliarse con la
sexualidad que, bien administrada, es un manantial de felicidad.
Otro tanto digamos del hedonismo narcisista y del individua­
lismo.
En la educación “hay que integrar el placer y el esfuerzo, la
diversión y el compromiso, lo permanente y lo pasajero, el sexo y
el amor”83. Hoy, en que el placer sin esfuerzo está al alcance de la
mano, el hombre tiene mayor posibilidad de enviciarse. El
consumo de la droga y el alcoholismo lo revelan.
“¿Por qué los ríos van torcidos?” -se preguntaba
Lincoln. Y él mismo respondía: “Porque siguen la línea de
menor resistencia”. Se debilita la voluntad y la libertad... que
tanto ansian los jóvenes.
El individualismo, a su vez, encierra al hombre en sus
propios límites y le impide crecer, toda vez que el hombre se
realiza en la entrega a los demás. Los individualistas no pueden
lograr ni ese mínimo de consenso moral necesario para la
convivencia.

82 lbid.,p. 250.
83 GERV1LLA E„ o.c., p. 178.

73
En conclusión, no podemos quedarnos con un modelo educa­
tivo basado en el relativismo, en el presente y en el individualismo
hedonista-narcisista.

3.3.4. - Educar en la “aldea planetaria”.


Como hemos advertido oportunamente, hay que admitir qué
las ideas de la Pm no se originan en ningún medio de educación
formal, sino en los medios de comunicación de masas. El poder dé
los MCS “es prácticamente ilimitado y envuelve al ser humano
continuamente desde la cuna hasta la tumba, en un proceso inago­
table de condicionamiento y formación frente al cual la educación
formal, con todas sus limitaciones, no tiene posibilidad alguna de
hacerse sentir (...). Es la actividad formadora y deformadora más
poderosa que la humanidad haya conocido (...). En lo esencial es la
única actividad formativa a la que está sometido constantemente (el
hombre) con los resultados más amenazantes. No se trata tan solo
de la eficaz propaganda de valores distintos a los que la moral
tradicional pretendió enseñarnos, sino de la continua creación,
dotada de los atractivos imaginables y mezclada con el sexo, la
violencia y el ansia de adquisición, de poderosos antivalores que
terminan por caracterizar y dominar la vida colectiva, con muy
degradantes y peligrosas consecuencias.”84.
¿Cómo educar en este inmenso océano, anónimo y anárquico
de la información masiva? ¿No habrá que agudizar la actitud crítica
de los educandos para inmunizarlos ante los influjos negativos que
les llegan desde los cuatro puntos cardinales?

3.4, - Hemos hablado de la dificultad que encuentra el


joven posmoderno para comprometerse de por vida, para
hacer la “opción fundamental”. Queremos insistir sobre este
punto del cual depende el éxito de la educación, la realización de la
persona.

f
84 USLAR PIETRI A., “La oLra educación", N° dominical de “El Nuevo Día", Caracas,
8-VI11-1993.

74
3 .4 .1 - En cierto sentido uno no nace persona, sino que se va
haciendo persona: su vida es “programática”, “proyectiva”. El
hombre, a diferencia de los animales, es el único ser que se siente
irrealizado, insatisfecho..., y es también el único que tiene
capacidad para superar las barreras de sus limitaciones.
Experimenta una tensión entre la utopía (el ideal) y la reali­
dad; tiene la experiencia amarga de un “déficit” existencial, y el deseo
ardiente de superar esa distancia entre lo que es y lo que desea ser.
El choque de la utopía con la realidad se vuelve insufrible
cuando ve que esa realidad pos moderna en que viye es la negación
palmaria de lo que él sueña, cree y aspira a realizar. No puede
resignarse a que las cosas sean como son y no puedan ser de otra
manera.
Entonces, como una reacción comprensible frente a la
realidad corrupta y deshumanizante surge la indignación primero
y luego la urgente necesidad de un compromiso. Nos referimos a
los jóvenes todavía no deteriorados por los vicios.
Pero si estos jóvenes que reaccionan no se sienten acom­
pañados, animados, dinamizados..., muy pronto también ellos
comenzarán a vivir a la deriva, en esa indefinición permanente que
les propone la Pm, en esa dispersión vulgarizante y anónima, que
renuncia a tener “forma”. Se irán diluyendo en una multitud sin
nombre y sin rostro, e irán a engrosar el montón de los
“cualquiera”. Vivirán una existencia banal, inautèntica.

3.4.2.- Aquí, justam ente, se inserta la acción de los


e d u cad o res, para que los jóvenes no se desalienten, a pesar de
tener, a veces, la impresión de dar cabezasos contra un muro.
No es suficiente un primer impulso. “No basta embar­
car a la gente en compromisos. Es preciso seguirla de cerca,
acompañarla en su tarea día a día, comprobar si sus motiva­
ciones disminuyen, si la crisis y el desaliento hacen mella en
los proyectos o en las personas. Y, por supuesto, es preciso
averiguar las causas y los fenómenos que producen tal
desánimo, para, en la medida de lo posible, poner remedio.

75
¿Cómo? Generalmente con el trato delicado y paciente a las
personas”85.

3.4.3.- ¿En qué consiste aquella “opción fundamentar’ en


que se traduce el compromiso?
Concretamente consiste en estructurar las tendencias dis­
persas orientándolas hacia un valor escogido como norma, como,
ley de la propia vida, e integrando luego gradualmente las fuerzas
contrastantes, en función de aquel polo elegido libremente.
Esta elección e integración, realizada progresivamente, le
confiere al individuo una estructura, una unidad ordenada en la
t/V multiplicidad; le confiere un sentido a su existencia.
Pero una pregunta importante se cruza en el camino: ¿basta
elegir cualquier valor para lograr la realización? Porque de hecho el
hombre puede elegir como “estilo de vida” el vegetar a merced de
sus impulsos, o ir en busca del provecho, del placer, del éxito, del
poder, etc. O tender hada valores abstractos: el amor, el arte, una
ideología discutible...
Por de pronto, para una filosofía personalista los valores no
son impersonales: deben personalizarse. Y el personalista cristia­
no —dice Mounier- “va hasta el fondo: todos los valores se agrupan
para él bajo la llamada singular de una Persona Suprema”86.
La razón es esta: el hombre se realiza orientándose al
“tú". Pero el “tú” que polariza toda la marcha del yo como
punto último de referencia, no puede ser un “tú” en vías de
realización, sino una realidad personal lograda, en quien
encuentre el yo humano su plenificación.
Así, pues, para un personalismo “teísta” (que tenga en
cuenta la dimensión vertical del hombre), solo hay una posibilidad
de obtener la realización: la orientación hacia el Absoluto, implícita
o explícita. Porque es la única que se ajusta a la realidad de las cosas
—a la verdad—y que, por lo tanto, puede satisfacer las exigencias del
hombre concreto.

85 MOVILLA S., “Eduquemos para una opción comprometida”, en Revista de Pastoral


Juvenil, n° 316, enero de 1994, p. 14.
86 MOUNIER E., “Oeuvres", París, 1961-1963, vol. III, p. 487.

76
Al crear al hombre, Dios se ha constituido en el Tú del
hombre, y lo es, lo quiera o no lo quiera el hombre. Sí el hombre
no lo toma en cuenta, Dios no cesa por ello de existir; pero hay
motivos para preguntarse sí el hombre no ha cesado de ser
hombre. “La muerte de Dios” va siempre, tarde o temprano, acom­
pañada de la “muerte del hombre”, de la destrucción de los valores
humanos más auténticos.
La existencia personal queda frustrada si uno absoluti-
za una realidad contingente cualquiera: el dinero, la ideología
de un partido, la ciencia, la técnica, la raza... Lo mismo dígase
de una civilización construida por el hombre: si es “unidi­
mensional” -tecnocrática, por ejemplo-, acaba por sofocar al
hombre y destruirlo, aún físicamente.

3.4.4.- El hombre no puede realizarse sin abrirse al Tú


Absoluto y comprometerse con El. Pero podemos añadir que es
sicológicamente imposible dar este paso, para quien no ha
llegado al amor oblativo. La medida en que el hombre es capaz de
comprometerse con sus hermanos en el mundo, da la medida en
que es capaz de comprometerse con Dios.
El que vive encerrado egocéntricamente, el que no ha dado el
paso “del yo al nosotros”, el que no es capaz de relacionarse con los
demás con confianza, con adhesión total, tampoco es capaz de dar
una respuesta positiva a la llamada del Totalmente Otro. El
encuentro con Dios pasa por las pistas del hombre. Aun desde el
punto de vista natural, podríamos decir que Dios llama al hombre
a través del prójimo. Allí está, entonces el punto decisivo.
El hombre “se hace” descentrándose, aceptando total­
mente al otro en su radical “alteridad” (igualdad en la diferen­
cia), vaciándose, creando un espacio interior para dejarse in­
vadir por la riqueza del otro, y enriqueciendo al otro con su
propia riqueza personal. Solo así podrá llegar a ser “él mis-
mo .

3.4.5 - Hemos citado varias veces lo que la Sicopedagogía y la


Etica denominan “opción fundamental”. La “opción fundamental”
es la expresión estable del ser individual y social de la persona, un
compromiso que envuelve al hombre entero.

77
Hacer la “opción fundamental” es’embarcarse en un proyecto
existencial o fundamental de vida, es decir, el proyecto que una
persona quiere realizar en el futuro, realizando determinados
valores que dan sentido a la propia vida.
No hay que confundir ese proyecto con la carrera o
profesión que uno elige; es algo más profundo, que afecta al
ser integro del hombre, incluso la misma profesión. Según
su “opción fundamental”, por ejemplo,.un-medico comerciali­
zará la medicina... o hará de ella un servicio a sus hermanos.
La “opción fundamental” no es un acto concreto, más impor­
tante que los otros, que se sobreañade a los otros, o que precede las
elecciones libres. Es una orientación dinámica, radical, que se da a
un nivel más profundo que el del “libre albedrío”. Es como el
“alma” de todos los actos cotidianos: los anima desde dentro. Se
expresa en actitudes básicas y se concretiza en actos. .
Las elecciones de cada día serían caóticas, absurdas,
inhumanas, sin esa orientación totalizante, profunda, estable,
espontánea... en la que uno se expresa enteramente, con
todo lo que quiere ser en este mundo y delante de Dios. “En
lo sucesivo ese hombre no podrá ya tomar ninguna otra
decisión, sin preguntarse antes si es o no coherente con su
opción fundamental”87.
No es algo que se improvise o se realice en forma fulmínea:
es hija de una larga gestación en el tiempo. Y, para comenzar,
requiere cierta madurez. No se puede realizar antes de la adolescen­
cia; pero se viene preparando desde la infancia. Es una tarea de toda
la vida, sujeta a marchas y contramarchas, y a muchos actos que
se sustraen a la influencia de la “opción".
Cualquier educador adivinará cuál es su tarea en las distintas
etapas que señala la Sicología Evolutiva; y nadie podrá negar que
esta tarea se ha vuelto más difícil en el mundo posmoderno en que
vivimos.

87 GONZALEZ CARVAJAL L., "Esta es nuestra fe", Santander, 1989, 6a. edición, p, 225.

78
4 . - U N PROBLEM A: E D U C A C IO N Y C R IS T IA N ISM O
A"
4.1 - Las reflexiones que preceden suponen que el educando 1
sea creyente o, por lo menos, admita una ética firme im p lícita- /
mente respaldada por el Absoluto. “Si Dios no existe -c|ecía Sartre-1
todo está permitido”... y la educación queda desfondada. Pero queda
por responder una pregunta: “La educación, ¿tiene que ser
cristiana?”
La educación no puede prescindir del “hombre histórico”.
Sabemos que el hombre es fruto de una larga evolución, que es
-como diría Teilhard de Chardin- “la obra maestra de la potencia
organizadora del cosmos”. Con la “hominización", con la aparición
del fenómeno humano, la evolución, asumida por el hombre, se
transformó en historia (personal y comunitaria). Ahora bien, los
cristianos creemos que esa historia, por un gesto gratuito de Dios,
de hecho es Historia de Salvación: una serie progresiva de interven­
ciones de Dios, cuya cima es Cristo, a través de las cuales Dios va
ofreciendo a los hombres la participación de su misma vida divina,
de su misma felicidad..., y los hombres van respondiendo a esa
llamada, en un diálogo dramático que comenzó con el amanecer del
mundo y está en marcha todavía.
Según la revelación cristiana, el hombre está destinado a
vivir sobrenaturalmente una vida que debe conducirlo a un fin
último trascendente.

4.2.- La pregunta que surge es esta: ¿no será necesario


colocar explícitamente esta realidad en la definición de
educación?
Parecería que sí, pues no hay otro fin último para el hombre
fuera del Fin Sobrenatural. De hecho quien no lo consigue no
consigue ningún otro fin. “La vocación del hombre (¡de todo
hombre!) es una sola, es decir, divina”88.
Los cristianos creemos, además, que el fin trascendente

88 CONCILIO VATICANO II, Constitución “Gaudium et spes”, n° 22.

79
sobrenatural del hombre tiene un valo.r universal y se aplica a
todos los hombres, antes y después de la venida de Cristo89.
Pero hay una dificultad: de hecho, la mayoría de los hombres
no conocen este Proyecto de Dios sobre el hombre y el mundo, sin
culpa alguna (en general). Para ellos, ¿no hay posibilidad de llegar a
la verdadera educación?
Respondemos que explícitamente no; pero como “el Espíritu
Santo, por caminos no conocidos, obra en el corazón de todos, los
hombres para hacerlos participar del misterio pascual”90, creemos
que toda educación es, por lo menos implícitamente una educación
“cristiana”, y que fuera de ésta no existe verdadera educación.
De ahí que no es correcto colocar “explícitamente” la
exigencia sobrenatural en la definición de educación. Restringiría su
campo de aplicación, cuando en realidad debe abarcar a todos los
hombres.
En cambio, el imperativo moral de la ética natural sí, es
accesible, en alguna medida a todos los hombres de todos los tiem­
pos; y cuando dicho imperativo es seguido con fidelidad y constan­
cia, conduce al hombre a su fin último, incluso sobrenatural91.
El pagano, entonces, también es educado, ya que sus
acciones morales lo conducen al Fin Uliimo. Por qué y cómo
esas acciones morales pasan a ser sobrenaturales y salví-
ficas, es competencia de la Teología.

4.3 - El educador cristiano no puede contentarse con ese


“cristianismo implícito", anónimo... No puede prescindir en su
obra educativa de la perspectiva de la fe: no puede olvidar que su
educando es un “hijo de Dios”, con exigencias explícitas de conocer
y vivir en una atmósfera sobrenatural.
El creyente no puede dejar de entender su vida en la perspec­
tiva de Dios, pero no del Dios de los filósofos -que diría Pascal-,

89 Crisio no vino a “inaugurar" el Plan de Salvación; vino a “proclamarlo", a


manifestarlo, iluminando incluso los siglos que le precedieron.
90 CONCILIO VATICANO II, “Gaudium el spes", n° 2 2 .
91 CONCILIO VATICANO II, Constitución sobre la Iglesia, n° 16.

80
sino de ese Dios que, en Jesús de Nazareth, le ha revelado su
Proyecto sobre el hombre y el mundo, que le ha invitado a
construir el Reino, ese estilo de vida en que cada uno considera al
otro como hermano, porque todos se saben hijos de un mismo
Padre.
Hemos señalado la importancia que tiene el compromiso, la
“opción fundamental”, en la tarea educativa. El cristiano entiende
también el compromiso como una “opción de fe”, que no solo le
lleva a abrirse al otro -cualquiera que sea- sino que lo invita a una
“opción preferencial por los más necesitados”. Solo entonces podrá
decir que acepta plenamente el Plan del Padre, porque sigue a un
Jesús que se despojó de su rango, “se hizo uno de tantos” (Fp 2,7)
y corrió la misma suerte de los pobres. Por eso mismo “Dios lo
exaltó sobre todo" (v.9).
En eso consiste -diría L. Boff- “pro-seguir la obra de
Jesús, per-seguir su causa” y, por este camino, “con-seguir
su plenitud”: la plena autorrealización.
No es otro el trabajo que los educadores cristianos están
llamados a realizar en medio de los jóvenes.
El convertirse en apóstol no resta absolutamente nada a la
tarea educativa; antes bien, “la salvación, lejos de deshumanizar al
hombre, lo perfecciona y ennoblece, lo hace crecer en humanidad.
La evangelización es, en este sentido, educación”. “La educación
resultará más humanizadora en la medida en que más se abra a la
trascendencia, es decir, a la Verdad y al Sumo Bien”92.

92 III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Puebla,


México, n° 1013 y 1024.

81
IV.- EVANGELIZAR EN LA
POSMODERNIDAD Y
EN LA “NEW AGE”

La Pm y el movimiento “religioso” que en ella se ha gestado,


representa un desafío para la religión y, en forma especial, para la
Iglesia, empeñada en una Nueva Evangelización. Esta expresión
“significa que hoy hay desafíos nuevos, nuevas interpelaciones que
se hacen a los cristianos y a los cuales es urgente responder, (...)
Es el conjunto de medios, acciones y actitudes aptos para colocar el
Evangelio en diálogo activo con la modernidad y lo posmoderno,
sea para interpelarlos, sea para dejarse interpelar por ellos”93.
No es cuestión de cultivar la “sensibilidad religiosa” descui-
dando el cultivo de esa fe que lleva al compromiso.
Como ya hemos insinuado, no existen modernos y posmo­
dernos químicamente puros, y no todo es negativo en los unos y
los otros.
Podemos citar como elementos positivos de la Pm y de la
“New Age”:
-el haber tomado conciencia de la crisis en que se debate la
humanidad;
-Ja convicción de que sólo es posible superarla con una
transformación espiritual;
-cierto sentido religioso de la vida, que está en el trasfondo de
la Pm,
-y la nueva relación con la naturaleza, que lleva a respetarla.

93 DOCUMENTO DE SANTO DOMINGO, o,c„ n° 24.


-Añádase la actitud optimista frente al futuro; también los
cristianos sabemos que la aventura de la humanidad no puede
terminar en el fracaso.
Esto y mucho más nos invita a enLrar en diálogo lúcido y
crítico con la “Nueva Era”.

1.- La Pm y la “New Age” nos invitan a revalorizar la


experiencia religiosa; el hombre posmoderno exige una fe que se
nutra más de sensaciones y de sentimientos que de conocimien­
tos. El influjo de la religiosidad oriental lleva a redescubrir la mística
de la interioridad y la sintonía con el cosmos.
El posmoderno ya no confía en la “diosa razón”, pero su
actitud le abre a la esperanza de una comprensión nueva del proble­
ma de Dios, a través de una experiencia personal profunda, que
rompe todos los esquemas doctrinales.
Se impone la necesidad de renovar la espiritualidad cristiana,
cuyo punto de apoyo debiera situarse en la experiencia que se hace
de Dios en la plegaria y en la contemplación. ¿No hemos descuida­
do demasiado el elemento “místico” de la vida cristiana? ¿No es ur­
gente vivir profundamente enraizados en Dios, tratar de encontrarlo
en todas las cosas y ver todas las cosas en El? Decía Rahner: “El
cristiano de mañana o será místico o no será cristiano”. Sin sentir a
Dios como lo más real que existe será difícil mantener la fe y, más
aún, intentar creer.
Hay en la Pm una demanda específicamente religiosa innega­
ble. Basta pensar en las incontables sectas y movimientos que
captan cada día a miles de adeptos. De sus labios oímos a veces
afirmaciones extrañas y absurdas; pero detrás de esa fachada se
esconden personas que buscan sinceramente a Dios y que quieren
darle un sentido a su vida.
“El movimiento carismático responde muy bien a la
mentalidad antimoderna: espontaneidad, participación, afec­
tividad, alegría, cantos, gestos, acritudes, testimonios; pre­
sencia sensible, palpable del Espíritu; o sea, experiencia di­
recta de Dios, centrada en el misterio"94.

94 P1ÑERA B., "El reencantamiento de la vida", edil. Los Andes, Santiago de Chile, 1993,
pp.3(MO,

84
Esas experiencias, si son legítimas, no los alienará en una
espiritualidad desencarnada, sino que los acercará al Dios de ios
pobres y los llevará al compromiso por la justicia.

2 .- Todo esto supone el haber descubierto el verdadero


rostro de Dios, ese rostro que vino a revelarnos Jesús, que es “la
forma humana de Dios”: un Dios liberador y, por eso mismo,
humanizador. El “Dios Amor” es difícil que sea rechazado por los
jóvenes de hoy.
Sorteado el peligro de caer en un antiintelectualismo contrario
a la sana teología, los nuevos movimientos religiosos nos dejan un
mensaje válido: la fe ha de brotar de una experiencia profunda del
Dios vivo. Si queremos contagiar esa experiencia profunda, hoy no
debemos intentarlo solamente a base de argumentos -como maes­
tros de un dogma o de una moral- sino narrándola como experien­
cia propia. Se trata de dar testimonio de una manera sencilla y
directa. Pablo VI decía poco antes de morir: “Los jóvenes de hoy no
quieren maestros, quieren testigos".
Sí no estamos convencidos de lo que anunciamos, nuestro
lenguaje “quedará impersonal, frío, anticuado, pusilánime y acom­
plejado. Por eso se hace necesario que recupere personalización,
pasión, novedad y seguridad”95.
La Pm valora más la “ortopraxis” que la “ortodoxia”.
La única manera de evangelizar es creer en el Evangelio
que predicamos y poner a Cristo como modelo de un estilo
de vida que traduce ese Evangelio. Urge saciar el hambre de
y^Dios mediante el pan de la Palabra, y la sed de justicia con la
/ promoción más integral de la dignidad humana”96.

3 - Los jóvenes posmodernos necesitan que se les conozca,


que se les comprenda. Están ávidos de experiencias concretas, de
relación y convivencia, de espontaneidad. Quieren que se valorice el

95 GARRALON J., “La pastoral juvenil ante el reto de la ‘nueva religiosidad’ y las sectas",
en Misión Joven, abril, 1993, n° 195, p. 30.
96 CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, “Lineas pastorales para la Nueva
Evangelización", Buenos Aires, Pascua de 1993, 32.

85
cuerpo, el sentimiento, el deseo..., y que se les abra el horizonte de
un nuevo estilo de vida. Quieren sentirse acogidos dentro de un
grupo de puedan llamar “suyo”. Como muchos carecen de rela­
ciones personales y sus amigos se reducen al televisor y a los
juegos electrónicos, necesitan vitalmente refugios “personalizados”
donde puedan ser alguien para alguien.
Por otra parte, como entraron en crisis las creencias religio­
sas, las ideologías políticas y los valores tradicionales, los jóvenes
buscan un líder -guía y modelo al mismo tiempo- que les señale
en qué creer y esperar, que les dé seguridad y fe, que les proponga
ideales y les anuncie la verdadera salvación.
Nuestra actitud tiene que ser acogedora. En la Iglesia hay que
formar grupos juveniles y, más ampliamente, com u n id ad es
sanas y cálidas, en que haya hermandad, solidaridad, asistencia,
personalización; en que las personas sean escuchadas y tomadas
en serio. Comunidades misioneras, no cerradas en sí mismas, en
las que los seglares se sientan comprometidos.
Esas comunidades juveniles necesitan distintivos para uni­
formarse e identificarse, necesitan ritos, símbolos, lenguajes corpo­
rales, incorporados incluso a la liturgia eclesial; necesitan una
“mística”, ese algo gratuito que escapa a la razón, pero abre a la
trascendencia...
Y es preciso que todo esto lo perciban como “propio”, como
característico de uir grupo de “elegidos” distinto del resto de los
jóvenes..., no para vivir como “sectas”, sino para insertarse como
“iglesia doméstica” en la comunidad local y en la Iglesia universal.
¿No es la Iglesia una comunidad de comunidades?

4.- Las nuevas formas de vida comunitaria nos llegan


hoy de los lugares donde los cristianos son pobres, en particular
de América Latina. En esas comunidades, inspiradas en la Teología
de la Liberación, las relaciones son más personales, más solidarias:
establecen un vínculo que se asemeja más a las primeras comuni­
dades cristianas, en que se sentían “miembros los unos de los
otros”.
Esas comunidades demostraron a los teólogos euro­
peos que la fe en Dios es la que lleva al compromiso por la

86
liberación y la defensa de los oprimidos: “una liberación que
se va realizando en la historia, la de nuestros pueblos y la
nuestra personal y que abarca las diferentes dimensiones de
la existencia: lo social, lo político, lo económico, lo cultural y
el conjunto de sus relaciones”97. La Nueva Evangelización
supone la "opción preferencial por los pobres”, asumiendo
su potencial liberador.
Fracasado el socialismo mal encarado, la Iglesia, sobre
todo con las Comunidades de Base, pasa a ser la única insti­
tución o movimiento histórico dispuesto a escuchar el cla­
mor de los pobres y abrirles una perspectiva de esperanza.
- Debiéramos cuestionarnos: “¿Capacitamos eficazmente
a los laicos, a fin de que puedan satisfacer el hambre de Dios, con
lenguajes y gestos realmente significativos para nuestros contem­
poráneos?”98. ¿Promovemos en esas comunidades la “libertad de
los hijos de Dios”? Los posmodernos desconfían de las “normas
éticas”, sienten alergia por la palabra “ley”. “Ustedes son de Cristo
^ l e s diría San Pablo-: déjense guiar por el Espíritu” (Ga 5,16 ss).
Lo que define al cristiano es “la fe que actúa mediante el
amor" (Ga 5,6). “Ama y haz lo que quieras” -decía el gran
Aurelio Agustín. Aunque, para no irnos al otro extremo,
necesitamos añadir: “Pero no digas que amas para hacer lo
que quieras”99.

5.- Por otra parte, nuestra fe, que es creer en el Dios-Amor,


nos ha de llevar a aceptar todo lo bueno y bello de la vida, a go­
zarnos, sin celos ni recelos, en todo valor humano, venga de donde
viniere. El gozo de vivir, de estar con los demás, de mitigar sus
cruces, de saborear con gusto lo que la vida cotidiana nos ofrece:
música, excursiones, paisajes, salud..., es ya “liturgia de la vida”.
No hay que olvidar, es cierto, que la cruz es un elemento
inseparable del vivir humano. Pero el Cristianismo nos permite

97 DOCUMENTO DE PUEBLA, o.c., n° 483.


98 CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, "Frente a una Nueva Era”, Oficina del
Libro, Buenos Aires, 1993.
99 GONZALEZ CARVAJAL L., artíc. de Selecciones de Teología”, o.c., p. 252.

87
integrar todo lo negativo de la vida, porque más allá del Viernes
Santo brilla la Pascua de Resurrección.
La sensibilidad posmoderna y el optimismo de la “Nueva
Era”, nos invitan a recuperar las dimensiones festivas de la f^, a
sentir y expresar la alegría de sabernos salvados, a evitar un
moralismo fastidioso, cargado de preceptos y prohibiciones, a no
deformar la esperanza cristiana con visiones aterradoras.
El joven necesita convertir el tiempo libre en tiempo
de re-creación y novedad, de encuentro y de diálogo, de
servicio voluntario y gratuito a los demás..., y no permitir
que la sociedad de consumo programe todas sus actividades
lúdicas y no le deje otra libertad que la de elegir... ¡quien lo va
a explotar!
El Domingo, día “del Señor”, debiera ser un espacio
privilegiado para descubrir a Dios eclipsado, quizás, durante
una semana enloquecida; descubrirlo en la vida propia, en los
demás, en las maravillas de la naturaleza y, sobre todo, en la
Eucaristía, esa Pascua del Señor que irrumpe en nuestro
tiempo y lo transforma.

6.- La Pm, adem ás, invita al pensam iento hum ilde, a


evitar dogmatismos, sisLemas cerrados y rígidos que olvidan la
riqueza inagotable de lo real. Impulsa a buscar una racionalidad
más amplia y acogedora. Brinda una ocasión para abrirse al miste­
rio que se contempla y se disfruta, en vez de hablarse y razonarse.
El que habla del misterio de Dios tiene que dejar la sensación
de que sólo intenta decir algo sobre lo indecible. Dios es el “total­
mente Otro” y la teología negativa nos ha enseñado que de El
sabemos más “lo que no es” que “lo que es”. En vez de aprisionar a
Dios con un lenguaje conceptual, debiéramos recuperar el lenguaje
narrativo, más cercano al de los Evangelios y, en general, de la
Biblia.
Frente al pensam iento conceptual que dividió a la
humanidad, la mística busca por el camino de la intuición, de la
experiencia, la “reconciliación de los opuestos”, una apertura sana
al pluralismo y una actitud de solidaridad ecuménica.

88
Es peligroso retirarse, no aceptar las diferencias, y
atrincherarse en un nuevo fundamentalismo para defender lo
que sobrevive en la fe de los cristianos. Cerrarse equivale a
capitular ante la complejidad del mundo moderno en
continua transformación y convenirse en una secta. Como
“la promoción de la unidad responde a la misión íntima de la
Iglesia”100, ésta tiene algo que ofrecer a la tendencia “holística”
que hemos detectado en la “New Age”.
Está bien acentuar la trascendencia divina, su lejanía
“supramundana"; pero sin olvidar que “en Dios vivimos,
nos movemos y existimos” (San Pablo) y que su amor está
presente en todas las cosas, sobre todo en el hombre, como
decía San Agustín: “más presente a mi yo, de lo que yo estoy
presente a mí mismo”.

7 - Frente a las culturas y a las otras religiones, hay que


dar un paso hacia una fe dialogante y modesta. No podemos
presentar el Cristianismo como una receta barata para solucionar
todos los problemas. Hemos de buscar juntos la verdad, apasio­
nadamente, pero sin dureza ni altanería, sin la actitud fanática de
quien se cree poseedor de la verdad; la verdad es tan rica que pode­
mos acercarnos a ella indefinidamente. Es el caso de recordar lo de
Antonio Machado: “¿Tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a
buscarla. La tuya guárdatela".
Hoy nos sorprende la fecundidad de las “grandes religiones":
el Islam, el Budismo y el Hinduismo van conquistando adeptos
también en el occidente cristiano. La declaración “Nostra Aetate”
del Vaticano II sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones
no-cristianas (28-X -I965) nos invita a reconocer que las otras
religiones aportan valores de salvación. El Cristianismo es la reli­
gión verdadera, pero Dios tiene también otros caminos para salvar
a los hombres.
El Cristianismo, “católico” (universal) por voluntad y
promesa de Jesús, sobrevive, pero no ya como “cristiandad”:

100 CONCILIO VATICANO II, Consdlucíón ‘‘Gaudium et spes", n° 42.

89
“debió aceptar vivir en una mundo pluralista, compitiendo
con otras religiones no siempre de espíritu ecuménico”101.
Es positivo el diálogo de cada religión con las demás, el
reconocer verdades comunes y compartir preocupaciones, como la
preocupación ecológica, la preocupación por el sentido del hombre
y por el destino de la técnica, y condividir grandes proyectos de paz
para la humanidad.
El movimiento religioso de la Pm ¿no es “un reto para todo
lo que el Cristianismo no ha sabido hacer?”. El ansia de crear
nuevos mitos, que se observa en la “Nueva Era", ¿no se debe a que
“nuestro” Cristianismo actual no se muestra ya capaz de hacer
vivir sus grandes ideales?102.

8. —Vivimos en una pluralidad de culturas, que exigen se


respeten las diferencias. De ahí la necesidad de inculturar la fe.
En el Cristianismo, en que “la Palabra se hizo carne” Qn 1,14),
también la fe —que es fruto de la Palabra—debe encarnarse si quiere
ser cristiana. Para lograrlo no hay otro camino que “escrutar a
fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del
Evangelio”103.
Uno de estos “signos” es la preocupación por los pobres,
que ha surgido en la Iglesia. La acción evangelizadora, ¿no tendrá
que orientarse “de modo preferencial a aquellos que están más
indefensos ante la agresión cultural, en razón de su edad, grado de
instrucción o nivel de angustia, fruto de la necesidad económica,
afectiva o laboral?”104.

9. - Es el desafío que afronta la religiosidad popular105.


El catolicismo popular se inserta en una mentalidad pre­
científica, en un estilo de vida preminentemenLe rural; pero goza de
una sabiduría hum ano-religiosa capaz de asumir la vida y

101 LARRA1N R., o.c., P. 22.


102 Cf. TERR1N A.N., o.c., p. 136.
103 Concilio VATICANO 11, Constitución “Gaudium et spes", n° 4.
104 CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, “Lineas pastorales...", o.c., 36.
105 Resumimos en parte el pensamiento de GONZALEZ DORADO A., o.c., p. 14 y ss., que
se basa en el Documento de Puebla (448^456),

90
enfrentar sus problemas y sus misterios. Desgraciadamente se
mueve en el modelo relacional imperfecto de un patrón todopodero­
so y un devoto necesitado. La fuerza salvífica del patrón se suele
concentrar en una imagen -de Cristo o de algún santo- alrededor de
la cual se celebra la fiesta de su salvación con una alegría tan
desbordante que desentona con la pobreza cotidiana. Con todo, la
fiesta refleja la esperanza del pobre y del oprimido, esperanza de
justicia y liberación, siempre abierta al “milagro” y a lo inesperado.
Es una manera de vivir la vida cristiana, muy encarnada en la cul­
tura de la pobreza.
El contexto precientífico en que vive el pueblo sencillo
explica las desviaciones a la superstición, la magia, el fatalis­
mo, el fetichismo, el ritualismo... y otros “ismos” que
amenazan deformar su relación con Dios.
Estos errores se irán superando con la “evangelización
interna del sistema” y con el avance de la cultura urbano-
industrial.
Aquel “religiosismo alienante que solía pedir al cielo
una respuesta que Dios quiere que brote de la tierra, se fue
transformando lentamente: pasó a ser expresión de protesta
e impulso de liberación. Las raíces de la protesta se hunden
en los valores evangélicos que respaldan la dignidad personal
y la hermandad solidaria del cristiano. Ante la modernización
e industrialización global que se pretendió imponerle desde
1945 (sin reparar en los costos sociales y ecológicos que
significaban) el pueblo reaccionó críticamente respaldado por
una religiosidad popular revalorizada.

10.- ¿Qué sucederá en el encuentro de esa religiosidad


con el nuevo contexto popular de la Pm?
En los países del Hemisferio Norte la Pm ha provocado la
aparición de movimientos religiosos de toda índole, al margen de
las Iglesias institucionales..., como para llenar el “vacío de trascen­
dencia” que dejó tras de sí la Modernidad.
¿Qué sucederá en América Latina? No somos profetas, ni
queremos ser pesimistas. Nos parece que el nuevo sistema tec­

91
nológico (postindustrial) tarde o temprano barrerá con las inter­
pretaciones precientíficas de la realidad y cambiará los estilos de
vida tradicionales integrados en la religiosidad popular, que no
dejarán de acusar el impacto.
Hemos visto que la Pm, a pesar de sus errores., nos recuerda
la prioridad de la vida humana sobre el imperialismo absoluto de la
razón, la cual debe quedar normada por los valores universales de
la libertad, la igualdad y la fraternidad. Teniendo en cuenta esa
característica, nos inclinamos a ver cierta sintonía de la Pm con la
religiosidad popular.
En ésta, “la fe se hace experiencia de devoción (...), resalta la
dimensión estética y festiva de la vida y abre al hombre a lo
inesperado del futuro, es decir, al “milagro”. No es pesimista ante
los problemas inevitables de la vida, sino optimista sobre el
misterio profundo de la vida, en el que cree firmemente. No se
pregunta si existe Dios, sino que espera siempre su inesperada y
salvífica manifestación”, etc.106.
Pero ya sabemos que los valores de la religiosidad popular
no están exentos de riesgos. No se trata de eliminar el catolicismo
popular, sino de evangelizarlo más profunda y radicalmente,
resaltando en el Evangelio ciertas zonas opacadas por el racionalis­
mo de ayer..., sin caer, por supuesto, en vitalismos románticos y
hedonistas.
La Pm del catolicismo popular de nuestros pobres se
encuentra todavía recargada de ignorancias científicas, pero es
profundamente humana, ética y esperanzada.
El Reino seguirá avanzando por caminos inesperados.
Convenientemente evangelizado, el pueblo hallará la síntesis
entre la experiencia de Dios y la participación activa, abierta y
solidaria, con todos los sectores de la sociedad.

106 GONZALEZ DORADO A., o.c., pp. 16-18.

92
11. - La actitud dialogante no debe olvidar el discernimiento
crítico para no caer en un irenismo de m ala ley, en nombre de la
plena armonía que sueña la “New Age". No hay que ilusionarse
con ponerlo todo bajo un común denominador. Nunca faltarán ten­
siones. Pero no todas serán negativas (Ga 2,11).
A los que no ven la incompatibilidad entre las prácticas de la
“Nueva Era” y la fe católica, hay que mostrarles claramente la
oposición de nuestra fe al núcleo central de Acuario, para evitar un
sincretismo práctico que acabe por eliminar la vivencia cristiana.
El cristiano de mañana deberá saber por qué es
cristiano y no budista, por qué sostiene la resurrección y no
la reencarnación, por qué es teísta y no teósofo; ya no podrá
contentarse con la fe del carbonero.

12. - Confrontemos una vez m ás algunas características


de la “New Age” con el Mensaje Cristiano107.
-¿C uál es el fundamento en que respaldan su visión del
futuro la “Nueva Era" y la Escatología cristiana?
Nuestra esperanza en una salvación futura del hombre y su
mundo se basa en “la promesa” que atraviesa todo el Antiguo tes­
tamento y culmina en Cristo..., y en la “respuesta libre" que da el
hombre a esa promesa de un futuro trascendente. Está muy lejos
del optimismo ingenuo fundamentado en la “autoorganizacíón
evolutiva" del universo y en la “dinámica de la historia". Para la
“Nueva Era” la libertad no juega ningún papel decisivo en la
marcha de la Historia: a lo sumo puede retrasar pero no contener la
evolución.
-Ya hemos aludido al panteísmo de la “New Age”, que lo
concibe a Dios no como amor personal infinito, sino como fuerza
inmanente del universo.
El cristianismo profesa una “relación” de dependencia del
hombre con respecto al Creador, pero no una “fusión” con El. No
somos divinos: somos limitados por donde se nos mire.

107 En KEHL M., o. c., pp. 73-100 hallará el lector un amplio desarrollo de lo que
sintetizamos en este número.

93
- P o r ú l t i m o , la m e ta de n u e s t r a b ú s q u e d a de la sa lv a c ió n es
el e n c u e n t r o a m o r o s o c o n el a m o r p e r s o n a l d e D io s y n o u n a
a u t o r r e d e n c i ó n lo g r a d a a través d e u n a a u t o e x p e r i e n c i a c ó s m ic a o
e x p e r ie n c ia “ t r a n s p e r s o n a l ” , p o r p r o f u n d a q u e sea. Se o lv id a n a q u í
las fu e rz a s d e s tr u c to r a s de la n a tu r a le z a y de la lib e rta d h u m a n a , e l
d o n g r a t u i t o de la G r a c ia y la n e c e s id a d q u e tie n e el h o m b r e d e l
a m o r d iv in o q u e p e r d o n a .
“N o s h ic iste S e ñ o r p a ra T i - d e c í a A u re lio A g u s t í n - e in q u ie to
e s ta r á n u e s t r o c o r a z ó n m i e n t r a s n o d e s c a n s e e n T i ” . C u a l q u i e r
o tra e s p e r a n z a se q u e d a en “lo p e n ú l t i m o ”.
La C o s m o v i s i ó n C r i s t i a n a a c t ú a c o m o i n s p i r a d o r a d e las
c o n v i c c i o n e s y m o t i v a c i o n e s b á s ic a s d e la e x is te n c ia y a b r e u n a
p e r s p e c tiv a firm e de e s p e r a n z a a n te “lo d e f in itiv o ” .

1 3 - E n fin, el f e n ó m e n o de la “a c eleración de la h isto ria ” exige


una sólida formación teológica permanente en pastores y
catequistas, q u e los c a p a c ite p a ra d is tin g u ir e n tr e c ie n c ia y fe, p a ra
r e c o n o c e r la j u s t a a u t o n o m í a de las c ie n c ia s y n o u s a r l a s c o m o
m e d io s d e p r o s e l i t i s m o b o r r a n d o to d a s las f r o n te r a s ; u n a f o r m a ­
c i ó n q u e los p r e p a r e p a r a u n a e v a n g e l i z a c i ó n d i n á m i c a , q u e
m u e s t r e c ó m o la fe c r i s t i a n a e stá e n g r a d o d e r e s p o n d e r e n la
m a r c h a a los p r o b l e m a s h u m a n o s m á s p r o f u n d o s , a m e d i d a q u e
v a n s u r g ie n d o .
E sa e v a n g e liz a c ió n d e b e c e n tr a r s e e n lo e se n c ia l de la r e v e la ­
c i ó n c ristia n a ;' el “ k e r i g m a ” p a s c u a l, c o n to d a s las r iq u e z a s q u e
e n c ie r r a . U r g e p r e s e n t a r la P a s c u a c o m o r e s p u e s ta a la p r e g u n t a
s o b r e el s e n t i d o d e la e x is te n c ia ; u r g e p r e s e n t a r c o n la v id a y la
p a l a b r a , a e se C r i s t o e n c u y o a m o r h a l l a m o s la l i b e r t a d y la
r e a liz a c ió n d e fin itiv a . E l “s ile n c io s o b r e lo e s e n c i a l ” - d e c í a J e a n
G u i t t o n - h a c a u s a d o m u c h o d a ñ o a la Iglesia.

94
C O N C LU SIO N

“A n te la P m , in s ta la d a e n la f in itu d y e n lo p r i v a d o , q u e ha
s u s t i t u i d o el m ito del f u t u r o p o r el m ito del p r e s e n te y ha ta p o n a d o
y ro to el s e n tid o d e la H isto ria , h e m o s de r e c o r d a r q u e c a m in a m o s
h a c ia “u n c ie lo n u e v o y u n a tie r r a n u e v a , g a r a n t i z a d o s p o r la
R e s u r r e c c ió n de j e s ú s ”108.
Y a n t e el e s f u e r z o u t ó p i c o de la “N u e v a E r a ” p o r a b r i r de
n u e v o p e r s p e c t i v a s d e f u t u r o q u e d e s p i e r t e n la e s p e r a n z a y el
d e se o de p a r tic ip a r a c tiv a m e n te en u n a e m p r e s a p o r la c u a l valga la
p e n a q u e m a r la v id a , n o s c o n v e n c e m o s s i e m p r e m á s de q u e la
h u m a n i d a d n e c e s ita u n a fu e r te d o sis de o p t i m i s m o . . . a fia n z a d o e n
algo q u e le confiera validez a la existencia.
El c r is tia n o s a b e q u e el p e s i m i s m o en el P la n d e D io s n o
tie n e s e n tid o : se a b r e a la e s p e r a n z a q u e b r o ta de la fe; c re e e n la
eficacia del a m o r g r a tu ito ; n o cae e n la r u t i n a , v ita liz a las o b r a s
e n v e je c id a s ; tr a ta de ll e n a r c o n e n t u s i a s m o la h o r a q u e p a sa ;
n e u tr a liz a su s a n g u s tia s c o n la fiesta y el g u sto de vivir y, m á s allá
d e las id e o lo g ía s y d e las c o n t r o v e r s i a s d o m é s t i c a s , c e n t r a su
m e n sa je en lo esencial.

108 COLOMER J., “Postmodernidad, fe cristiana y vida religiosa”, en rev. Sal terrae, mayo
de 1991, n° 5, pp. 419-420.

95
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A nadie se le oculta - y está en labios de los
mejores pedagogos actuales-, que la Filosofía de la
entri x • un ’j de aguda cri­
sis. El proceso propiamente educativo va quedando
desfondado, para dejar paso a técnicas puramente
didácticas, no respaldabas por una seria reflexión
de base. Han entrado en crisis los valores, que son
la columna vertebral de cualquier Pedagogía que se
respete.
En todo este malestar intelectual tiene mu­
cho que ver la POSMODERNIDAD, ese movimien­
to que ha minado el campo de la Ontclogía y, al
rechazar cualquier discurso racional, amenaza
ios a un relativismo ético radica!.
Como es lógico, las mism<¿: *ses de la
n Religiosa han quedado resentidas y, para
este vacío de trascendencia, otro movimien-
.aótico y desorientador, pretende abrir una
ectiva de esperanza. Me refiero a la "NEW
AGE", sa vaga forma de religiosidad emparentada
con la jsmodernidad, que se ha convertido en un
serio de afío para los educadores de ¡a fe.
prestar un modesto ser icio a quienes
queman sus energías en el campo de la Educación
la Evangelización,he preparado esta síntesis,
que ofrezco a la consideración y a la crítica cons­
tructiva de tantos h e r ir lo s míos que buscan acla­
rar sus ideas sobre el .ontexto socio-cultural que
condiciona su trabajo. --H Í

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