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Andrés Bello
Vida
A los quince años, Bello ya traducía el Libro V de la Eneida de Virgilio. Cuatro años después, el
14 de junio de 1800, se recibía de bachiller en artes por la Real y Pontificia Universidad de
Caracas. Y fue en aquel año de 1800 cuando se produjo su primer encuentro con un gran
hombre, que abrió ya definitivamente los diques de su curiosidad e interés por la
ciencia: Alexander von Humboldt, a quien acompañó en su ascensión a la cima del Pico Oriental
de la Silla de Caracas, que entonces se conocía como Silla del cerro de El Ávila.
Sus primeros pasos literarios siguieron las huellas del neoclasicismo entonces imperante, y le
valieron, en la sociedad caraqueña ilustrada, el apodo de El Cisne del Anauco. A los veintiún
años recibió su primer cargo público: oficial segundo de la secretaría de la Capitanía General de
Venezuela, del que fue ascendido en 1807 a comisario de guerra y secretario civil de la Junta de
la Vacuna, y en 1810 a oficial primero de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
El exilio londinense (1810-1829)
El momento decisivo en la vida y carrera intelectual de Andrés Bello fue la decisión de la Junta
Patriótica, a raíz de los acontecimientos del 19 de abril de 1810, de enviar a Londres una misión
diplomática con la encomienda de lograr la adhesión del gobierno inglés a la causa de la
reciente y frágil declaración de independencia venezolana.
Bello ignoraba que ese viaje que entonces iniciaba lo alejaría para siempre de su ciudad natal, y
que la ciudad a la que se dirigía, Londres, sería su residencia permanente durante los próximos
diecinueve años. Comenzó entonces para Bello, quien no pudo regresar a Venezuela so pena de
ser procesado ante un tribunal militar por traición, un largo período de penurias económicas,
que se prolongó durante una década. Pero éste fue también un período formativo de gran
riqueza intelectual para Bello.
Se vinculó activamente al círculo de los emigrados españoles, todos liberales y algunos de ellos,
como Blanco White, grandes escritores, que hicieron de Londres su refugio durante las dos
oleadas absolutistas en España. En la esfera de su vida privada, también los años de Londres
significaron para Andrés Bello la asunción de su plena madurez.
En mayo de 1814 contrajo matrimonio con Mary Ann Boyland, de veinte años, con quien tuvo
tres hijos y de quien enviudó en 1821. Tres años después de este luctuoso acontecimiento, se
casó en segundas nupcias con Elizabeth Antonia Dunn, también de veinte años, quien le
acompañó hasta el final de sus días y le dio nada menos que doce hijos, tres de ellos nacidos en
la capital inglesa.
Andrés Bello partió de Londres el 14 de febrero de 1829, a bordo del bergantín inglés Grecian, y
holló suelo de la que iba a convertirse en su definitiva patria en Valparaíso, el 25 de junio. Salvo
breves estancias en este puerto y en la hacienda de los Carrera, en San Miguel del Monte, vivió
hasta su muerte en la capital chilena, Santiago.
El desempeño de Bello en este país traza el arco ascendente de una de las carreras públicas e
institucionales más brillantes que pudiera concebir un americano de su tiempo. En su lecho de
agonía, encendido en fiebre, Bello musitaba palabras incomprensibles. Los que se inclinaban a
recogerlas pudieron descifrar algunas: en su última hora, recitaba en latín los versos del
encuentro de Dido y Eneas, de la Eneida.
Poesías.
Borradores de Poesía.
Filosofía del entendimiento y otros escritos filosóficos.
Epistolario (I).
Epistolario (II)
Poesías.
Opúsculos Gramaticales.
Opúsculos Jurídicos.
Derecho Internacional.
Opúsculos Científicos.
Miscelánea.
Pensamiento de filósofo Andrés Bello
El pensamiento filosófico de don Andrés Bello ha pasado prácticamente desapercibido ante la magnitud
e importancia de su obra jurídica, política y pedagógica, llevada a cabo en los inicios de la formación
republicana de Chile.
Sin embargo, su propio pensamiento filosófico resultó ser ecléctico, en la medida en que pareció asumir
en más de una ocasión el pensamiento racionalista moderno, la ontología teológica católica y aristotélica
y ciertos rasgos que lo acercaban al empirismo filosófico. Aunque, en relación a este último, siempre
renegó del fundamental recurso a la experiencia, para fundar el centro de su atención en la interioridad
del sujeto cognoscente, en la interioridad del alma humana.
Sus intereses generales giraron en torno a la teoría del conocimiento, la lógica, la gramática, la filosofía
del derecho y la filosofía moral. Parte de dichos intereses quedaron impresos en su obra filosófica que
quedó dividida en dos partes: Filosofía del Entendimiento y Filosofía Moral, y que fue publicada
póstumamente en el año 1881. La primera de ellas, daba cuenta de las facultades y operaciones del
entendimiento en el proceso del conocimiento y de las reglas para dirigir dichas facultades, es decir, la
lógica. En general, toda esta primera parte remitía al estudio de una teoría general del conocimiento y
donde suelen verse algunas de las influencias ejercidas por las obras de autores como Descartes,
Newton, Kant o Fichte, que Bello recoge, critica o rechaza. La segunda, remitía a los problemas
referentes a la psicología moral y a la ética.
Sin embargo, su pensamiento filosófico también estuvo orientado hacia intereses religiosos, lo que le
impidió asumir gran parte del pensamiento de Stuart Mill, y de algunos positivistas, hacia los que parecía
tender sobre todo en lo concerniente a cuestiones de Lógica y de teoría del conocimiento.
Como buen hombre ilustrado, Bello se sintió, además, profundamente preocupado por los problemas de
la cultura, el derecho, la política y la educación sobre todo en una época, como la suya, que tenía como
objetivo esencial procurar la constitución política del estado moderno y la formación republicana del
pueblo de Chile.
Vida obras y pensamiento de Juan Bautista Alberdi
Juan Bautista Alberdi nació en Tucumán el 29 de Agosto de 1810. En 1816, mientras iniciaba sus
sesiones el Congreso de Tucumán, ingresaba a la escuela primaria. En 1824, con 14 años llegó a
Buenos Aires y comenzó a estudiar en el Colegio de Ciencias Morales. No se llevaba bien con el
medieval régimen disciplinario del Colegio, que incluía encierros y castigos corporales y logró
que su hermano Felipe lo sacara de allí. Mientras trabaja como empleado en una tienda, leía
apasionadamente a Rousseau, estudiaba música, componía y daba conciertos de guitarra, flauta
y piano para sus amigos. En 1831, retomó sus estudios en la carrera de Leyes pero no abandonó
sus gustos musicales y, en 1832, escribió “El espíritu de la música” y se traslada a Córdoba
donde pudo recibirse de Bachiller en Leyes.
Desde 1832 un grupo de jóvenes intelectuales venía reuniéndose en la librería de Marcos
Sastre. Alberdi se incorporará a este grupo, compuesto entre otros, por Juan María Gutiérrez y
Esteban Echeverría, que fundará el 23 de agosto de 1835 el Salón Literario, un verdadero centro
cultural y de difusión de las nuevas ideas políticas, vinculadas al romanticismo europeo.
En 1837 Alberdi publicó una de sus obras más importantes Fragmento Preliminar al estudio del
derecho, donde hacía un diagnóstico de la situación nacional y sus posibles soluciones. Durante
ese mismo año data la publicación de “La Moda, gacetín semanal de música, poesía, literatura y
costumbres”. Aparecieron 23 números y en sus artículos, Alberdi, que firmaba bajo el
seudónimo de “Figarillo” intentaba burlar a la censura del rosismo y dejaba deslizar frases
como esta: “los clamores cotidianos de la tiranía no podrán contra los progresos fatales de la
libertad”.
Junto a Esteban Echeverría y Juan María Gutiérrez fundó la Asociación de la Joven Generación
Argentina, siguiendo el modelo de las asociaciones románticas y revolucionarias de Europa. Este
grupo de intelectuales pasará a la historia como la “Generación del 37”. La mazorca comenzó a
vigilarlos de cerca y a perseguirlos. Alberdi llegó a Montevideo en noviembre de 1838 y
colaboró en publicaciones como “El Grito Argentino” y “Muera Rosas”. De ese período son
también sus dos obras de Teatro: «La Revolución de Mayo» y «El Gigante Amapolas», una sátira
sobre Rosas y los caudillos de la guerra civil.
En mayo de 1843 partió con Juan María Gutiérrez hacia París, la Meca de todos los románticos
de la época. Llegó en septiembre y visitó al General San Martín con quien mantiene dos
prolongadas entrevistas. Quedó muy impresionado por la sencillez y la vitalidad del viejo
general que lo abrumó con preguntas sobre la patria.
A fines de 1843 decidió, como Sarmiento, radicarse en Chile. Allí vivirá por 17 años. En un
artículo publicado en “El Comercio” de Valparaíso dirá: “Los Estados Unidos no pelean por
glorias ni laureles, pelean por ventajas, buscan mercados y quieren espacio en el Sur. El
principio político de los Estados Unidos es expansivo y conquistador”.
Al enterarse del triunfo de Urquiza sobre Rosas en la batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852,
escribe «Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina” y se
lo envía a Urquiza que le agradece su aporte en estos términos: “Su bien pensado libro es, a mi
juicio, un medio de cooperación importantísimo. No ha podido ser escrito en una mejor
oportunidad”. La obra será una de las fuentes fundamentales de nuestra Constitución Nacional
sancionada el primero de mayo de 1853.
Dirá comentando el texto: “Reconociendo que la riqueza es un medio, no un fin, la Constitución
argentina propende por el espíritu de sus disposiciones económicas, no tanto a que la riqueza
pública se grande, como bien distribuida, bien nivelada y repartida; porque sólo así es nacional,
sólo así es digna del favor de la Constitución, que tiene por destino el bien y prosperidad de los
habitantes que forman el pueblo argentino, no de una parte con exclusión de la otra.”
Mantendrá ardientes polémicas con Sarmiento en torno a Urquiza, a quien decide brindarle
todo su apoyo. El gobierno de Paraná lo nombra «Encargado de negocios de la Confederación
Argentina» ante los gobiernos de Francia, Inglaterra, el Vaticano y España. El 15 de abril de 1855
partió hacia Europa. Visitó los Estados Unidos donde se entrevistó con el presidente Franklin
Pierce y luego por Gran Bretaña donde conoció a la reina Victoria. Finalmente llegó a París para
quedarse por 24 años. Regularizó las relaciones con el vaticano y consiguió el reconocimiento
de nuestra independencia por la reina Isabel II de España.
Tras la derrota de Urquiza en Pavón Alberdi fue despedido por Mitre de su cargo y reemplazado
por Mariano Balcarce. Hacía dos años que no cobraba su sueldo y el nuevo gobierno se negaba
a pagarle le adeudado y mucho menos a costear su viaje de regreso. Comentó entonces: “el
mitrismo es el rosismo cambiado de traje”.
Tuvo que quedarse en París. Sus únicos y escasos ingresos provenían del alquiler de una
propiedad en Chile.
Durante la Guerra de la Triple Alianza, Alberdi, como José Hernández y Guido Spano, apoyará
decididamente la causa paraguaya y acusará a Mitre de llevar adelante una “Guerra de la Triple
Infamia” contra un pueblo progresista y moderno. Bajo la profunda impresión que lo produjo el
conflicto publicó en 1872 “El Crimen de la Guerra”, uno de los más notables alegatos
antibelicistas que se hayan escrito, que cobra hoy, en el mundo de la “guerra preventiva” una
notable actualidad. «De la guerra es nacido el gobierno militar que es gobierno de la fuerza
sustituida a la justicia y al derecho como principio de autoridad.
No pudiendo hacer que lo que es justo sea fuerte se ha hecho que lo que es fuerte sea justo. El
‘derecho de la guerra’, es decir, el derecho del homicidio del incendio, de la devastación en la
más grande escala posible. Estos actos son crímenes por las leyes de todos los países del
mundo. La guerra los sanciona y los convierte en actos honestos y legítimos, viniendo a ser la
guerra el derecho del crimen. El castigo de los gobernantes que han provocado y comenzado la
guerra, como reparación de su crimen de lesa humanidad, sería más justo y más eficaz como
medio de prevenir su repetición, que lo serán jamás las indemnizaciones pecuaniarias que,
debilitando al pueblo, afirman y robustecen el poder de los opresores.”
Agudo observador de la realidad argentina escribió: “La dificultad no consiste en saber cómo
pagar la deuda, sino en cómo hacer para no aumentarla. En los países nuevos en que la
habilidad abunda más que el juicio, se da frecuentemente el nombre de empréstitos para obras
públicas a lo que en realidad son obras públicas para empréstitos. Así tan pronto como el
empréstito es conseguido, la obra pública queda sin objeto. Cuanto más irrealizable mejor sirve
la obra a su objeto, que es el empréstito en sí mismo no la obra”
En 1879 una alianza entre Roca y Avellaneda lanzó la candidatura de Alberdi a diputado
nacional. Llegó a Buenos Aires el 16 de septiembre de aquel año y tuvo una participación
decisiva en los debates parlamentarios sobre la Ley de Federalización de Buenos Aires, que le
dio finalmente una Capital Federal a la República. El senado bajo la presión Mitrista rechazó el
proyecto de publicación de sus obras completas y su nombramiento como embajador en
Francia. Le estaban cobrando su militancia contra la guerra del Paraguay, entre otras cosas.
Cansado y humillado decidió alejarse definitivamente del país.
Partió rumbo a Francia el 3 de agosto de 1881 confesándole a un amigo “lo que me aflige es la
soledad”. Murió en Nueilly-Sur-Seine, cerca de París el 19 de julio de 1884.
Nos referimos a Nuestra América. En esa obra queda, pues, reflejado de modo especial el
modelo martiano de filosofar. Este modelo de filosofar está conformado por varios rasgos
específicos. El primero de ellos es que se trata de un pensamiento creativo. No imita a otros
estilos de filosofar, sino que «en este ensayo se ensaya pensar América desde sí misma; desde
sus profundidades propias, pero también desde sus problemas heredados». Un segundo rasgo
de la filosofía martiana consiste en ser un pensamiento que se hace desde la marginación, «en
el sentido fuerte, de pensamiento que expresa la perspectiva y los intereses de los oprimidos,
de los marginados. El tercer rasgo del filosofar martiano consiste en considerar la filosofía como
un saber previsor.
En ese sentido, Martí le interesó menos la historia de la filosofía en cuanto tal, cuanto la función
de la filosofía en la historia, preguntándose si la filosofía era capaz de aportar algo a los
procesos históricos a favor de los pobres y los últimos de este mundo. La filosofía que Martí
defiende para Hispanoamérica será una filosofía positiva, pero no tanto en el sentido positivista,
sino en el sentido de concreta, como ya propuso J. B. Alberdi, no imitando a las filosofías
anteriores, sino creando desde Hispanoamérica, desde el contexto histórico-cultural que le ha
tocado vivir, y, por tanto, apegada a las necesidades de su pueblo, Hispanoamérica.
En definitiva, el pensamiento de Martí constituye una síntesis teórica sobre la situación de la
América hispana («Nuestra América») y la orientación que la filosofía debía tener dentro de ella,
llena de originalidades y aciertos. A pesar de vivir en la segunda mitad del siglo XIX, es un
adelantado a los hombres de su tiempo en su pensamiento.
Obras Fundamentales Publicadas Durante su Vida
1869 - Abdala
1871 - El presidio político en Cuba
1873 - La República Española ante la Revolución Cubana
1875 - Amor con amor se paga
1882 - Ismaelillo
1885 - Amistad Funesta
1889 - La Edad de Oro
1891 - Versos Sencillos
1895 - Manifiesto de Montecristi
Obras Fundamentales Póstumas
Adúltera
Versos Libres
Traducciones
1875 - “Mis Hijos” de Víctor Hugo
1883 - “Antigüedades Romanas” de A. S. Wilkins
1883 - “Antigüedades Griegas” de J. H. Maraffy
1886 - “Misterio” (en inglés “Called Back”) de Hugh Conway
1886 - “Nociones de Lógica” de W. Stanley Jevons
1888 - “Ramona” de Helen Hunt Jackson
Recopilaciones de Obras
Versos
Crónicas y Ensayos
Escenas - Estados Unidos
Epistolario
Discursos
Diario de Playitas a Dos Ríos
Obras Completas
Obras de José Martí
Edición Crítica Obras Completas.
(Sevilla, 1891 - Buenos Aires, 1962) Filósofo y escritor argentino. Fue profesor de las
universidades de Buenos Aires y La Plata y miembro de numerosas instituciones, entre las que
figuran la International Phenomenological Society y el Colegio Libre de Estudios Superiores. Al
constituirse en Estados Unidos el Centro de Intercambio Filosófico de las Américas, fue
nombrado presidente. Sus principales obras son Lógica (1938), Sobre la historia de la
filosofía (1943), Filosofía contemporánea (1944), Una teoría del hombre (1952), ¿Qué es la
filosofía? (1953) e Historia de la filosofía moderna (1959).
Recibió la influencia de los filósofos europeos, especialmente de Ortega y Gasset y de
Hartmann. Inspirándose en este último, hace del concepto de la trascendencia uno de los
pilares de su pensamiento. La realidad es un proceso que se desarrolla a través de grados
jerarquizados, cada uno de los cuales es superior y trascendente a los anteriores. Los grados
superiores, aunque se apoyan en los inferiores, no están condicionados por ellos, sino que
revelan instancias nuevas. El proceso va desde la materia inorgánica hasta la materia orgánica y
la psíquica, culminando en la trascendencia absoluta del espíritu y de sus valores. En cuanto a la
historia de la filosofía, en la Edad Media predominó la trascendencia orientada hacia Dios, que
hoy se orienta hacia los valores absolutos en cuanto tales.
Francisco Romero nació en Sevilla en 1891. A muy temprana edad se trasladó con su familia a la
Argentina, país en el cual ha vivido permanentemente. En las postrimerías del bachillerato, el
notable químico don Carlos Stura, recién incorporado entonces como profesor al Colegio
Militar, le persuadió a seguir la carrera de las armas. Esta nueva vida no fue impedimento en él
para continuar satisfaciendo su infatigable afán de saber.
Tras dos años de estudios en el referido Colegio Militar (de 1910 a 1912), al cabo de los cuales
obtuvo el grado de Subteniente de Ingenieros, dedicó otros cinco (de 1912 a 1917) a estudios
superiores técnicos. A partir de entonces, cada vez con mayor intensidad, se dedicó al estudio
de la filosofía y en 1928 fue designado Profesor Suplente en la Universidad de Buenos Aires y al
año siguiente en la de La Plata.
Dos años más tarde, al sustituir como Profesor Titular en la Universidad de Buenos Aires a su
maestro y amigo Alejandro Korn, Romero se retiró del ejército. Luego, en 1932, fue designado
Profesor Titular en el Instituto del Profesorado en Buenos Aires y en 1936 en la Universidad de
La Plata. Cargos que desempeñó con la brillantez y el decoro que le han dado fama continental
hasta el año de 1946 en que renunció, a causa de muy fundadas discrepancias, con el actual
régimen de gobierno. Murió a los 71 años de edad.
Vida obras y pensamiento de Alejandro Korn
Nació en San Vicente, Buenos Aires, el 3 de mayo de 1860. Alejandro Korn era hijo de Carlos
Adolfo Korn. Alejandro Korn fue el primero de ocho hermanos. Su único hermano varón,
Mauricio, sería, como él, un médico destacado. En sus años juveniles se destacó por sus
inquietudes culturales y deportivas. En 1877 se estableció en Buenos Aires para realizar primero
sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Buenos Aires y luego los universitarios, en la
Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Una vez recibido conoció y se casó con María Villafañe, radicándose primero en el interior de la
provincia y finalmente en La Plata. Alejandro cursó estudios primarios con maestros particulares
en su localidad natal. En su hogar se hablaba el alemán, lengua que dominó a la perfección, y
aprendió latín de niño, dominando además, a lo largo de su vida, varios idiomas más.
Poseedor de una gran cultura, se interesó en la Historia, la Literatura y el traductorado de obras
de edición internacional, escribió poemas, varios de ellos en alemán, y una novela costumbrista
"Juan Pérez", que se mantuvo inédita hasta 1962. Desde sus años juveniles, cultivó, pues, las
humanidades, y, por otro lado, siguiendo el ideario paterno, se interesó vivamente en la
política.
Estudió Medicina en Suiza, se especializó en Psiquiatría, explicó la cátedra de Anatomía en el
Colegio Nacional de La Plata y fue catedrático de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires
(1906-1930).
En 1903 ingresó como consejero y vicerrector de la Universidad Nacional de La Plata, cuando
ésta era aún provincial y Dardo Rocha era el rector. A partir de entonces fue el profesor titular
de la Cátedra de Historia de la Filosofía
En 1906 ingresó como docente a la Universidad de Buenos Aires (UBA), desempeñándose como
profesor interino de la cátedra de Historia de la Filosofía en la facultad de Filosofía y Letras.
En 1912 fue elegido consejero de la facultad, desempeñándose en la función hasta 1918. Ese
año, en el marco del movimiento de Reforma Universitaria comenzado en Córdoba, fue elegido
por los estudiantes como primer decano reformista de la Facultad de Filosofía y Letras de
Buenos Aires, hasta 1921.
En 1918, Korn fue uno de los "maestros" (junto a José Ingenieros, Alfredo Palacios, José
Vasconcelos) tomados como referentes por las organizaciones estudiantiles que impulsaron la
Reforma Universitaria en toda América Latina. A diferencia de lo que sucedió en Córdoba, en
donde el movimiento reformista fue básicamente antiescolástico, en La Plata, donde el
clericalismo casi no existía, el reformismo se desarrolló como una reacción contra el positivismo.
Esta reacción antipositivista fue liderada por Alejandro Korn. Entre 1919 y 1922 publicó varios
artículos sobre el impacto de la Reforma Universitaria en la renovación cultural de América
Latina.
Su obra más destacada, La libertad creadora fue originalmente escrita a pedido del Centro de
Estudiantes de Derecho de Buenos Aires, para ser publicada en su revista Verbum, con el fin de
dar fundamento a la actividad transformadora en que se hallaba embarcada la juventud
reformista, bajo los conceptos que inspiraban su visión de un socialismo ético.
Adelantándose a conceptos pedagógicos que serían universalmente aceptados a partir de la
segunda mitad del siglo XX, Korn puso el acento en la necesidad de hacer del estudiante,
tomado como sujeto activo y creador, el centro de todo el proceso pedagógico. En La Reforma
Universitaria (1919) sostuvo en ese sentido: La Reforma es un proceso dinámico, su propósito es
crear un nuevo espíritu universitario, devolver a la Universidad, consciente de su misión y de su dignidad,
el prestigio perdido.
En 1942, Astrada afirma que "la esencia metafísica de la filosofía radica en la historicidad", y que
es solamente desde la temporalidad existencial que podemos lanzarnos al ser, el cual, así
atravesado por la finitud, "es el nuestro cuando sabemos que es un ser para la nada" (1942: 19,
31). Pero ahora este tono presuntamente trágico, y al parecer no muy alejado tampoco del de
cierto Sartre (con quien Astrada guardó siempre, sin embargo, una distancia muy crítica), le
permite al filósofo argentino subrayar el acentuado carácter humanista de su pensamiento,
señalando, por ejemplo, que todos los juegos hechos para matar el tiempo no son sino formas
de matar la conciencia verdaderamente humana.
Además, la angustia que genera la revelación de la propia nada esencial da lugar, como se ha
señalado, a un reverso totalmente diferente de un juego para matar el tiempo: el juego
filosófico de la "ensoñación utópica enraizada y dadora de mitos personales y colectivos"
(David, 2004: 133). La vía mítica de la tierra es, en efecto, el rumbo que adopta el pensamiento
astradiano en los últimos textos de Temporalidad.
Astrada desarrolló una peculiar filosofía existencialista, en la que tienen un papel fundamental
los conceptos de "riesgo" y de "juego" (El juego metafísico: para una filosofía de la finitud,
1942).
Entre sus publicaciones más destacadas, se pueden mencionar: Hegel y el presente (1931), El
juego existencial (1933), Goethe y el panteísmo spinoziano (1933), Idealismo fenomenológico y
metafísica existencial (1936), La ética formal y los valores (1938), El juego metafísico (1942), El
pensamiento filosófico-histórico de Herder y su idea de humanidad (1945), Nietzsche, profeta
de una edad trágica (1946), Ser, humanismo, existencialismo (1949), La revolución
existencialista (1952), Hegel y la dialéctica (1956), El marxismo y las escatologías (1957), Marx y
Hegel (1958), Humanismo y dialéctica de la libertad (1960), Nietzsche y la crisis del
irracionalismo (1961), La doble faz de la dialéctica (1962), Fenomenología y praxis (1967), La
génesis de la dialéctica (1968), Dialéctica e historia (1969), Martín Heidegger (1970), etc.
Carlos Astrada falleció el 23 de diciembre de 1970 en la ciudad de Buenos Aires (Argentina) y sus
cenizas fueron arrojadas al mar.
Vida obras y pensamiento de Alberto Wagner de Reyna
Nacido en Lima en 1915, fue hijo de Otto Wagner Hochstetter y de Carmen María Reyna Alcalá.
Realizó sus estudios escolares en los colegios Alemán y Sagrados Corazones Recoleta, el Institut
Grünau de Berna y en el colegio Santa Rosa de Chosica (ciudad esta última a la que hubo de
trasladarse por problemas de salud). En 1932, ingresó a la Universidad Católica de Lima, donde
cursó estudios superiores primero de Letras y luego de Derecho, y donde se vinculó
al pensamiento humanista cristiano. Dos años después, ingresó al Ministerio de Relaciones
Exteriores como empleado civil y, en 1935, con la condición de agregado honorario, se trasladó
a Alemania para proseguir estudios de Derecho y, sobre todo, de Filosofía.
En la Universidad de Berlín, fue alumno de Hartmann y Guardini, y, en la de Friburgo, discípulo
de Heidegger, quien lo influyó notablemente y lo introdujo a profundidad en la metafísica y
la fenomenología. A su regreso a la Universidad Católica, obtuvo el doctorado en Filosofía con
una tesis sobre Heidegger (el primer tratado del filósofo en castellano) en 1938 y en Derecho al
año siguiente.
En 1939, ingresó al servicio diplomático en Torre Tagle y fue destinado como auxiliar a la oficina
de Protocolo, posición desde la cual acompañó al presidente Prado en su gira nacional al año
siguiente.
En 1941, se casó en la Nunciatura Apostólica, con Victoria Grau Wiesse, nieta del almirante
Miguel Grau, héroe de la Guerra del Pacífico. La pareja tuvo nueve hijos. Wagner es considerado
uno de los representantes más destacados del existencialismo cristiano en su país natal y
de América Latina. Adicionalmente, fue un investigador riguroso y objetivo de las relaciones
peruano-chilenas y un analista de los hechos y procesos de la política exterior del siglo XX.
De su abundante producción escrita se debe mencionar principalmente:
La Ontología Fundamental de Heidegger. Su motivo y significación, Ed. Losada, Buenos Aires,
segunda edición, 1945. Nota preliminar de Francisco Romero. (Primer trabajo en castellano
sobre el filósofo alemán)
Prólogo a: Walter Bröcker: Aristóteles, Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago, 1963
(Trad. de Francisco Soler Grima).
La Filosofía en Iberoamérica, patrocinado por la Sociedad Peruana de Filosofía, Lima, 1949.
Las relaciones diplomáticas entre el Perú y Chile durante el conflicto con España
Modelo Peruano Publicaciones de la Universidad Externado de Colombia; Bogotá, 1974
Historia Diplomática del Perú 1900-1945
Alberto Wagner de Reyna (2003). La poca fe. PUCP. ISBN 9789972425684.
Francisco Miró Quesada nació el 25 de enero de 1918, en Lima, Perú. Hijo de Óscar Miró Quesada de la
Guerra y María Josefina Cantuarias Dañino. Fue profesor de la Universidad de San Marcos. Algunas de
sus principales aportaciones se centraron en la reivindicación de la exactitud en el planteamiento de los
problemas filosóficos. Para ello, Miró Quesada aplica los logros de la lógica y la matemática, así como la
defensa de una filosofía racionalista que subraye la importancia del método y de la exactitud.
Para él, la filosofía se sitúa en el ámbito de las ciencias y prestó atención especial al desarrollo de las
llamadas "lógicas no ortodoxas". La razón posee un dinamismo propio y sus contradicciones pueden
refinar su empleo, pero nunca detener la fuerza de la razón. Realizó además interesantes análisis sobre
la unidad posible entre la lógica teórica y la lógica de las acciones, en la búsqueda de la estructura de la
logicidad pura. De 2003 hasta septiembre de 2008 ejerció como director del diario El Comercio de Lima.
El 9 de diciembre de 2008 recibió la Medalla de Honor del Congreso de la República, en el grado de Gran
Oficial por su destacada labor filosófica, el periodismo, el pensamiento político y la difusión científica.
Contrajo matrimonio con Doris rada Jordán, con la que tuvo tres hijos: Francisco, Eduardo y Diego.
Francisco Miró Quesada falleció el 11 de junio de 2019, en Lima, Perú.