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ETAPA TEOLOGICA
MATERIA:
ESPIRITUALIDAD II: ESPIRITUALIDAD
SACERDOTAL
TEMA A EXPONER:
MARÍA Y LA ESPIRITUALIDAD DE LOS
MINISTROS ORDENADOS
Toda la Iglesia, contemplando el misterio de María, penetra mejor su propia razón de ser
como signo portador de Jesús (sacramento o misterio), comunión y misión. Cuando el
sacerdote ministro reflexiona y vive el tema mariano, descubre más profundamente el
misterio de Cristo Sacerdote que se prolonga en la Iglesia, del que el sacerdote participa de
modo especial.
Los sacerdotes tienen particular título para que se les llame hijos de María, no podrán
menos de nutrir hacia la Virgen una ardiente devoción (Pío XII, Menti nostrae, n. 42). Por
esto, los sacerdotes “reverenciarán y amarán, con filial devoción y culto, a esta Madre del
sumo y eterno Sacerdote, Reina de los Apóstoles y auxilio de su ministerio” (PO 18). La
relación de María con cada cristiano hace referencia a la propia vocación y misión.
La unción sacerdotal de Cristo tuvo lugar en el seno de María, cuando el Verbo se hizo
carne en ella por obra del Espíritu Santo (Mt 1,20; Lc 1,35).
María engendró, gestó y dio a luz a Jesucristo en to da su realidad de Hijo de Dios, Cabeza de
su Cuerpo Místico, Redentor, Sacerdote. María es, pues, Madre de Dios, Madre de la
Iglesia, asociada a Cristo Redentor, Madre de Cristo Sacerdote. La maternidad en María
dice relación a Cristo en toda su realidad. Toda la vida de María es de asociación a Cristo
Sacerdote, Mediador, Redentor.
La misión maternal de María durante toda su vida reviste caracteres sacrificiales, siempre
en unión con Cristo, puesto que “lo ofreció como Nueva Eva al eterno Padre en el Gólgota,
junto con el holocausto de sus derechos maternos” (Pío XII, Mystici Corporis Christi; LG
58). Esta unión de María a Cristo Sacerdote se expresa en diversos puntos fundamentales:
Aceptación de los planes salvíficos del Padre en sintonía con el “sí” de Cristo
Sacerdote al Padre (Heb 10,5-7; Lc 1,38).
Perseverancia en este “sí” durante toda la vida hasta el sacrificio en la cruz.
Asociación a Cristo Sacerdote y Víctima, Mediador y Redentor.
Intercesión como mediación materna participa de la única mediación de Cristo
Sacerdote.
La relación de María con Cristo Sacerdote incluye una relación estrecha con la Iglesia.
“María pertenece indisolublemente al misterio de Cristo y pertenece además al misterio de
la Iglesia” (RM 27). María es Madre del Sumo y eterno Sacerdote y guiada por el Espíritu
Santo, se consagró al ministerio de la redención de los hombres (PO 18). Esta realidad de
Cristo tiene relación con María su Madre, asociada a la obra redentora. A su vez, la
maternidad de María dice relación al ser, a la función y a la vivencia sacerdotal del Señor.
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La Iglesia es el pueblo sacerdotal (1Pe 2,5-9) porque en ella se prolonga Cristo Sacerdote y
porque toda ella participa de la realidad sacerdotal del Señor. María es Tipo o
personificación dela Iglesia: en el orden de la fe, dela caridad y de la unión perfecta con
Cristo. Es llamada también madre y virgen, precedió la Santísima Virgen, presentándose de
forma eminente y singular como modelo tanto de la virgen como de la madre (LG 63).
María ha sido y sigue siendo asociada al misterio sacerdotal y redentor de Cristo, que la
Iglesia anuncia, hace presente, celebra y comunica. La función sacerdotal de la Iglesia
tiene, pues, dimensiones marianas:
La función sacerdotal de cada creyente, es de fidelidad a Cristo para ser instrumento suyo.
Por esto toda la Iglesia como pueblo sacerdotal, y cada creyente según su propia vocación,
imita a María en su fidelidad a la palabra y a la acción del Espíritu Santo, para ser
instrumento de gracia y de filiación divina. La presencia activa y materna de María en la
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“Fue en Pentecostés cuando empezaron los hechos de los Apóstoles, del mismo modo que
Cristo fue concebido cuando el Espíritu Santo vino sobre la Virgen María” (LG 4). “En la
economía de la gracia, actuada bajo la acción del Espíritu Santo, se da una particular
correspondencia entre el momento de la encarnación del Verbo y el del nacimiento de la
Iglesia. En ambos casos su presencia discreta, pero esencial, indica el camino del
nacimiento del Espíritu. Así la que está presente en el misterio de Cristo como Madre, se
hace por voluntad del Hijo y por obra del Espíritu Santo presente en el misterio de la Iglesia
(RM 24).
Cristo Sacerdote para imitar su actitud relacional con respecto a María su Madre y asociada
en la obra redentora.
La espiritualidad mariana de cada fiel, como miembro del Pueblo sacerdotal, se concreta en
una relación personal con María para conocerla, amarla, imitarla, pedir su intercesión y
celebrar en ella el fruto del sacrificio sacerdotal y redentor de Cristo. La maternidad de
María “perdura sin cesar en la economía de la gracia” (LG 62). El pueblo sacerdotal, por
medio del profetismo, culto y realiza, engendra nuevos hijos para Dios, en relación de
imitación y dependencia respecto a la maternidad de María y a su asociación a Cristo
Sacerdote. Ella, gloriosa en el cielo, actúa en la tierra. Participando del señorio de Cristo
Resucitado, “con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía
peregrinan” (LG 62); su gran cuidado es que los cristianos tengan vida abundante y lleguen
a la madurez de la plenitud de Cristo (Puebla 288).
María por ser Madre de Cristo Sacerdote, es Madre de cuantos participan en el sacerdocio
del Señor. Por eso se puede llamar “Madre de los sacerdotes” ministros (Juan pablo II,
Carta del Jueves Santo, 1979). María ve en cada sacerdote un Jesús viviente (San Juan
Eudes). El sacerdote es ministro de Cristo y de la Iglesia, prolongando la persona del Señor,
su palabra, su acción sacrificial, salvífica y pastoral. Cristo Sacerdote se prolonga en la
Iglesia, y especialmente en la vida y ministerio sacerdotal, asociado a María.
María sigue asociada al sacrificio de Cristo que se hace presente en la Eucaristía por
ministerio de los sacerdotes. La presencia activa y materna de María en la vida y ministerio
sacerdotal es una realidad de fe, que debe hacerse consiente como fuente de renovación y
de entrega a Cristo. “cuando nosotros, al actuar in persona Christi, celebramos el
sacramento del mismo y único sacrificio en el que Cristo es y sigue siendo el único
sacerdote y la única víctima, no podemos olvidar este sufrimiento de la Madre… cuando
celebramos la eucaristía, conviene que esté a nuestro lado (San Juan Pablo II del Jueves
Santo, 1988). María forma parte de este mensaje como la mujer Madre del Redentor
asociada a Él en la obra redentora (Gal 4,4-7). María está relacionada con el sacerdote
ministro como Madre de Cristo Sacerdote y de la Iglesia Pueblo Sacerdotal.
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Quien formó a Cristo Sacerdote en su seno, sigue formando a quienes son signo personal y
ministerial del Señor. La relación de María con el sacerdote ministro se basa, pues, en una
realidad querida por Cristo:
Los santos sacerdotes de la historia, como San Juan de Avila, San Juan Eudes, San Antonio
Ma. Claret… han acentuado también el paralelismo entre María y el sacerdote:
La relación del sacerdote con la Iglesia está en la línea de la maternidad eclesial (PO 6; LG
64-65). Servir a la Iglesia comporta ejerce unos ministerios que son realización de esta
maternidad, de la cual María es Tipo y figura. El actuar de María en la Iglesia y por medio
de la Iglesia (RM 37,47) comporta una relación con el actuar sacerdotal para formar a
Cristo en los fieles. Los sacerdotes, pues, tienen un vínculo especial con María Madre de
Dios y un derecho especial a su amor (Juan Pablo II,) por esto, tienen particular título para
que se les llame hijos de María (Pío XII, Menti nostrae, 42).
La espiritualidad sacerdotal es una vivencia del ministerio en el Espíritu de Cristo (PO 13).
Jesucristo no quiso ni quiere prescindir de María al ejercer sus funciones sacerdotales, que
ahora realiza por medio de sus ministros. La caridad pastoral es una imitación de las
actitudes del Buen Pastor, que quiso a María asociada a su obra redentora. La gracia y el
carácter sacramental del Orden urgen a vivir esta realidad sacerdotal, que es eminentemente
mariana, puesto que María es parte integrante del ministerio de Cristo anunciando,
presencializado, celebrado, comunicado y vivido por el sacerdote.
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Según las enseñanzas del magisterio, la devoción mariana del sacerdote se basa en:
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La relación del sacerdote con Cristo Sacerdote, que quiso nacer de María y la quiso
asociar a su obra redentora,
La relación del sacerdote con la Iglesia, Pueblo Sacerdotal, de la que María es
Madre y Tipo,
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J. Bifet ESQUERDA, Signos del Buen Pastor, CEM, México 1991, (Pgs 255-273).