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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR


INSTITUTO DE MEJORAMIENTO PROFESIONAL DEL MAGISTERIO
COORDINACIÓN LOCAL DE DOCENCIA
EXTENSIÓN ACADÉMICA MÉRIDA

MISION DE LA UNIVERSIDAD
JOSÉ ORTEGA Y GASSET

Facilitador: MSc. Ramón Alonso Dugarte


Estudiante:
Evelin del Valle, Azuaje Pineda
C.I: 20.047.325
Correo electrónico: evelinbella84@gmail.com

Unidad curricular: Pensamiento Filosófico y Pedagógico

Mérida, julio de 2021


MISION DE LA UNIVERSIDAD
I
La Cuestión Fundamental.

Ortega y Gasset hace referencia a la reforma universitaria, en ella manifiesta cual


es la necesidad o la esencia de la misión de la universidad. Por otro lado dice:
“todo cambio que parta de haber revisado previamente con enérgica claridad, con
decisión y veracidad el problema de su misión serán penas de amor perdidas”

En tal sentido, afirma que no debemos imitarlo, al contrario, considera que es


necesario no eludir el esfuerzo creado, la lucha con el problema que implica
esclarecer para que existe y para que tiene que estar la universidad. Partiendo de
la realidad, de lo que denominan un principio de la educación: “la escuela como
institución normal de un país, depende mucho mas del aire público en que
íntegramente flota que del aire pedagógico artificialmente producido dentro de sus
muros. Solo cuando hay ecuación entre la presión de uno y otro aire de escuela es
buena”. Por ello, es inadecuado querer imitar modelos educativos, sujetos a otras
realidades y contextos. Por ende José Ortega y Gasset pretende mostrar las
universidades en otros países, en el contexto en el que se trabaja. Desde mi punto
de vista debemos asumir el reto que supone para una generación, dilucidar con
cabeza propia, con autenticidad la cuestión universitaria en nuestro país.

El autor plantea que la enseñanza superior ofrecida en la Universidad de los


Jóvenes se sustenta en dos pilares fundamentales:
a) La enseñanza de las profesiones intelectuales.
b) La investigación científica y la preparación de futuros investigadores.

Por otro lado manifiesta que “la universidad enseña a ser médicos, farmacéuticos,
abogados, notarios, economistas, administrador entre otros”, pero que la
educación no se basa en solo estudiar por estudiar, no, que no es culpa de la
universidad o en creer que no es su misión, que en ocasiones es por falta de
vocación. “la enseñanza superior consiste, pues, en profesionalismo e
investigación” dice Gasset.

Para Ortega la cultura es el sistema de ideas sobre el mundo y la humanidad que


el hombre posee en una época determinada. El repertorio de convicciones que ha
de dirigir efectivamente su existencia. Son ideas claras y firmes sobre el universo,
son convicciones positivas sobre lo que son las cosas y el mundo. El conjunto, el
sistema de ellas es la cultura.

La universidad, desde mi punto de vista sí, deben enseñar las profesiones, pero el
profesional, ante todo, debe ser un hombre culto, conocedor del cosmos físico y el
lugar del planeta en el que habita debe tener una imagen medianamente
ordenada, de los grandes cambios del pensamiento, de las ideas biológicas y de
conflictos histórico y sociales que han traído a la humanidad hasta el momento
actual.
Ortega concluye que la enseñanza superior debe ser primordialmente “enseñanza
de la cultura o transmisión de la nueva generación del sistema de ideas sobre el
mundo y el hombre que llego a madurez en la anterior”. De acuerdo a lo antes
expuesto, la enseñanza universitaria, debe tener integrada tres funciones:
transmisión de la cultura, enseñanza de las profesiones e investigación científica y
educación de nuevos hombres de ciencia.

Ante tal conclusión, surge un nuevo problema, la universidad en tal caso


pretendería ser más de lo que en realidad pretende ser. Por ello plantea que
cualquier reforma universitaria debe partir no de la utopía, no del deseo
irrealizable que termina desnaturalizando la autenticidad y la posibilidad de la
universidad, sino que, por el contrario, debe partir del siguiente principio: “hay que
enseñar solo lo que se puede enseñar; es decir, lo que se puede aprender”.

Tal apreciación se desarrolla, a partir de resaltar que el fundamento de la ciencia


pedagógica, debe trasladarse, del saber y del maestro, al discípulo y reconocer
que es este y sus condiciones peculiares, lo único que puede guiar la actividad de
la enseñanza, efectivamente. Allí pues anida, otro principio de la enseñanza que
será transversal en el resto de su disertación: el principio de la economía en la
enseñanza

II
El Principio de la Economía en la Enseñanza.

En este segmento y desde este punto de vista plantea que la escasez es el


principio de toda actividad económica. En desarrollo de esa idea explica que las
preocupaciones pedagógicas y la enseñanza como tal, se deben a la necesidad
de transmitir una cantidad enorme de cosas a personas con una limitadísima
capacidad de aprender. Se dice: “la ciencia económica tiene que partir del
principio mismo que engendra la actividad económica del hombre”

Por otro lado, es misión de la universidad, instaurar la ciencia de la enseñanza


partiendo del hecho del que el niño o el joven es un discípulo que no puede
aprender todo lo que habría de enseñarle. En consecuencia, dicho principio no
solo sugiere economizar en las materias enseñadas, sino organizar la enseñanza
superior partiendo del estudiante medio, no del saber, ni del profesor, debe
hacerse partiendo de dos dimensiones esenciales del estudiante en la universidad:
la escasez de su facultad adquisitiva de saber y lo que él necesita saber para vivir.

La escasez, la limitación en la capacidad de aprender, es el principio de la


instrucción. Hay que preocuparse de enseñar exactamente en la medida en que
no se puede aprender.
III
Lo que la Universidad tiene que ser “primero” la Universidad, la profesión y
la ciencia.

En este capítulo Ortega inicia planteando los siguientes lemas:


a) “La universidad consiste, primero y por lo pronto, en la enseñanza superior
que debe recibir el hombre medio”.
b) “hay que hacer del hombre medio, ante todo, un hombre culto, situarlo a la
altura de los tiempos. Por tanto, la función primaria y central de la
universidad es la enseñanza de las grandes disciplinas culturales”.
c) “Hay que ser del hombre medio un buen profesional”…
d) “No se ve razón ninguna densa para que el hombre medio necesite ni deba
ser un hombre científico”…

Ortega y Gasset, previendo la polémica que podría generar con su cuarto lema,
hace hincapié en la necesidad de hacer una distinción clara entre profesión y
ciencia. O mejor deslindar, para efectos de definir, de manera realista la misión de
la universidad. El lema de la enseñanza de las profesiones, frente a la ilusión de la
enseñanza de “la actividad científica” y por tanto exigencia de ella, al estudiante
medio. En su propio y autentico sentido. Explica: “la ciencia es solo investigación:
plantearse problemas, trabajar en resolverlos y llegar a una solución. Por eso no
es ciencia aprender una ciencia ni enseñarla, como no lo es usarla ni aplicarla”

En consecuencia quien enseñe una ciencia, una profesión, siendo un excelente


maestro, o el mejor profesional no debe necesariamente ser un investigador
científico. Al contrario muchos investigadores científicos son pésimos maestros.
Por ende la universidad sumerge su espíritu en la acción pedagógica.

Pretender que “el estudiante normal sea un científico es, por lo pronto, una
pretensión ridícula que solo ha podido abrigar”. Para Ortega y Gasset es una
pretensión natamente fuera de lugar, puesto a que este requiere de una vocación
especial, que nazca de sí mismo. El autor es consecuente de sus ideas
acogiéndose nuevamente al Principio de Realidad: que no se pretenda que la
Universidad sea más de lo que en realidad puede ser, pues se plantearía así
mismo una mentira, perdería su autenticidad y desviaría su misión esencial: la
enseñanza y la transmisión de las culturas y las profesiones, con el simple hecho
de que en las Universidades egresen hombres y mujeres cultos, convirtiéndolos en
grandes profesionales.

En este texto: “hay, pues, que sacudir bien de ciencia el árbol de las profesiones, a
fin de que quede de ella la estrictamente necesario y pueda atenderse a las
profesiones mismas, cuya enseñanza se hallan hoy completamente silvestre. En
este punto todo está por iniciar. Una ingeniosa racionalización pedagógica
permitiría enseñar mucho más eficaz y redondeadamente las profesiones, en
menos tiempo y con mucho esfuerzo. En este sentido remata, haciendo ilusión o
de alguna manera al principio de la economía de la enseñanza, surgiendo la
necesidad de investigar sobre el perfil de cada profesión, de la pedagogía y de la
didáctica más conveniente de cada una de ellas.

Después de separar la ciencia de la profesión, Ortega pasa a distinguir


claramente la ciencia de la cultura.

IV
Cultura y Ciencia

En el siguiente capítulo ortega señala que no todo aparentemente es lo que es, se


trata de tener claro el concepto de profesión y ciencia. En este sentido se habla de
que la medicina no es ciencia, precisamente Medicina es una profesión, es algo
mas practico. Como tal, significa un punto distinto al de la ciencia.

Por otro lado el hombre, pues el espíritu humano, consiente o no de ello, se forja
una interpretación intelectual del mundo y de si mismo dentro del mundo.
Finalmente determinara sus sueños, sus pasiones, sus ideas, sus valores y
desencadenara en sus prácticas. El quid del asunto la relación de ello frente a la
Educación superior es que la “casi” totalidad de esas convicciones del hombre las
recibe de su medio histórico, de su tiempo. Pero, entonces es obvio que en cada
tiempo, conviven muchos sistemas de convicciones: muchos antagónicos,
arcaicos. Así, el papel de la Universidad, respecto a los estudiantes que tienen el
privilegio de acceder a ella, es transmitir a estos el sistema de ideas, que
representa el nivel superior de su tiempo.

Comprendiendo la necesidad de la cultura y su concepto salta a la vista que su


contenido, proviene principalmente de la ciencia. La cultura hace con la ciencia lo
misma que hacia la profesión, se alimenta de ella, pero definitivamente, no es ella.
La cultura existe por sí misma, dado que la cultura, como brújula de la vida, en
cada tiempo, no puede esperar a que la ciencia explique todos los recodos del
universo.

La cultura, ese sustento espiritual que necesita cada hombre, cada sociedad y
desde sus inicios, es la vida misma. Como “sistema completo, integral y
claramente estructurado que le guía por la selva de la existencia”. Es necesario,
que la Universidad brinde las condiciones para que el hombre que a ella asista,
viva a la altura de las mejores ideas de su tiempo y que la tarea central de la
Universidad sea “enseñarle al hombre la plena cultura de su tiempo, de descubrirle
con claridad y precisión el gigantesco mundo presente, donde tiene que encajarse
su vida para ser autentica”

V
Lo que la Universidad tiene que ser “además”

Inicia el capitulo a partir del “Principio de la Economía” delimitando la misión


primaria de la Universidad. Aparte de los 4 lemas que ya se había anotado de
manera explícita en el capítulo III, se suman otros, como función de la Universidad
a partir del desarrollo de su discurso, a saber:
a) Ofrecer unas de las disciplinas de cultura y los estudios profesionales de
forma sintética, sistemática y completa, en forma pedagógicamente
racionalizada.
b) Los profesores se elegirán de acuerdo al talento sintético y sus dotes de
docente y no del rango de investigador que posean o no.
c) Reducido el aprendizaje a esos mínimos en calidad y cantidad. La
Universidad será inexorable en sus exigencias frente al estudiante.

Delimitando estas tareas principales, esenciales, mínimas y realistas, de la misión


de la que tiene la Educación superior. Ortega se adentra, ahora sí, en el papel de
la ciencia en el espíritu mismo de la Universidad.

En relación a la actualidad que ello implica, con el presente y su realidad histórica,


en la que ha de sumergirse la Universidad, a de dirigirla como una forma de
conciencia pública superior. Interviniendo en su realidad, tratando los temas del
día desde su punto de vista propio, desde lo cultural, lo profesional y lo científico;
la Universidad, debe disputarle a la prensa con su saber, su independencia y su
conciencia crítica, el papel de alimentar y dirigir el alma pública, convirtiéndose en
la reserva moral de la nación y constituyéndose en un principio motor de la
historia.

La ciencia, sin ser el centro de la Universidad, enfatiza, Ortega y Gasset, es


inseparable de ella. “es su dignidad, su alma, es lo que impide que está sea un vil
mecanismo”
BIBLIOGRAFIA

Raul J. A. Palma. Buenos Aires, abril de 2021. La primera edición de “Misión de la


Universidad” (1930). Pág. 1 al 23

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