Está en la página 1de 13

Alma y psique: del mito al método.

México DF: UAM-X, CSH,


Educación y comunicación; 2001. 2a. edición. Págs. 95.ISBN:
970620251X

EL MÉTODO ENTRE LOS GRIEGOS

César Mureddu

ES UN PRIVILEGIO PODER REVISAR y volver a presentar un escrito que, durante


mucho tiempo, ha servido de apoyo a diversas generaciones de
estudiantes. Es un privilegio porque con esa acción renovadora se pueden
incorporar nuevos elementos. Al hacerlo se promueve una mejor comprensión
de lo que se quiso decir en un momento dado y que pudo no haber quedado lo
suficientemente claro. Además de un privilegio, en el caso del tema que me
tocó desarrollar en aquella ocasión es, incluso, un deber.
Es claro para mí que el subtítulo que amparó a la publicación, Del mito al
método, es extraordinariamente preciso cuando se habla del mundo griego. Fue
en ese mundo donde, por primera ocasión en el contexto cultural de Occidente,
se dio ese cambio fundamental del modo de pensamiento. Es precisamente
Aristóteles, el Maestro de Estagira, quien inició este proceso largamente gestado
entre los pensadores de esa latitud. En la primera ocasión que tuve de desarrollar
este importante tema, no resalté los frutos que trajo consigo la implantación del
método inductivo/deductivo en toda la historia del pensamiento occidental.
Tampoco ofrecí ejemplo alguno que pudiera testimoniar los logros que mediante
la aplicación de dicho método logró el propio Aristóteles y con él los pensadores
posteriores.
El texto que ahora se ofrece es esencialmente el mismo que el anterior, sólo
que traté, en lo posible, de subsanar la deficiencia mencionada. Con eso ganamos
todos. Los estudiantes universitarios, en general, al poder observar la validez
de los resultados aristotélicos, con lo que se puede recuperar el sentido científico
occidental desde sus inicios. Los estudiantes de la carrera de psicología, en
particular, porque podrán encontrar explicaciones a muchas de las formas de
comprensión sobre los hechos internos al ser humano, que precedieron a las
aproximaciones contemporáneas. A mí mismo, al momento en que me permite
subsanar una omisión.

83
Alma y psique. Del mito al método

ANTECEDENTES

Ciertamente no es fácil presentar en unas cuantas cuartillas las dificultades que


la humanidad ha ido venciendo para lograr que su proceder cognoscitivo sea
sistemático y válidamente' recuperable.
Uno de los primeros obstáculos que la humanidad tu vu que vencer para
instalar el poder intelecfrm corno guía de todo su Jctuar, fue sin duda alguna,
el determinar en consistía el acto intelectual pur el ,:ua: :;e puede decir que
algo se conoce. Fue en Grecia, en las escuelas Jonia y FlcaL1, donde se iniciaron
las disquisiciones que llevarían, posteriormente, ai dé'.5am)llu dei pensamiento
platónico y aristotélLo.
Sin embargo, de tanto usar una palabra, o de tanto oírla, ¿sta puede llegar
a perder su sentído y si e:;o sucede, la palabra en cuestión pidde su capacidad
de nombrar algo
Muchas más palabra.; de las que pensamos se encuentTan en esas circuns-
tancias, perdieron su sen:ido, quedaron vacías. ¿será esa b situaci6n de 'méto-
do'? No olvidemos que gran número de las palabras técnicas y científicas tu-
vieron su origen en Grecia y, después, en Roma, o bien autores posteriores
acuñaron nuevas palabras tornando corno base el griego y el ladn.
El interés yue nos guía en el análisis de la paiabra 'método' consiste en
reconstruir su sentido conceptual, no su origen filológico. Sin embargo, debe-
remos partir del sentido etimológico de la palabra, para de ahí remontarnos a
su uso técnico.
Etirnológicznnente procede de la unión de dos palabras griegas: Mctá, odón,
que quiere decir 'según un camino'. Ya el mismo sentido directo de las palabras
alude a la idea de sé'guir un camino. En tal caso y desde este sentido, todo aquél
que emplea un m~·todo e:;tá siguiendo un camino cuando ejecuta, trata de con-
seguir, o realiza algo.
Ahora bien, ya en los ritos de los Misterios E1eusinos se aludía al camino
que debía recorrer el adepto. Sin duda alguna el sentido aplicado de 'camino'
pasó muy rápidamente de la materialidad de una vía de comunicación entre
un lugar y otro, a designar las posibles vías de realización interior o religiosa.
Sin embargo poco a poco este sentido se fue aplicando a otras actividades
1

humanas. De esta forma tenernos que uno de los pensadores presocráticos más
connotados, Parménides de Elea, emplea la palabra para designar concreta-
mente el sentido del camino intelectual. Entonces, nos es lícito preguntarnos
¿qué sentido puede tener seguir un camino, al referirnos a la vida intelectual?,
¿de qué camino se b·ata?, ¿qué se pretende lograr al seguir un camino por el que
transita el intelecto?

84
El método entre los griegos

Parménides propuso que la mente humana, al intentar conocer algo tiene


frente a sí dos opciones, a las cuales bien se les puede decir caminos: el de la
opinión y el de la verdad, denominadas en su obra: doxa y alezeia, respec-
tivamente. El mismo Parménides optó por asignarles ese nombre: caminos. 1
Platón, al exponer el pensamiento de Sócrates y concretamente la forma
que éste tenía de dialogar con sus discípulos, nos habla de una manera deter-
minada de proceder en el conocimiento, acorde a la posición que él mismo
asumió al analizar el acto cognoscitivo. Desde el momento en que Platón asig-
na una existencia real al mundo de las ideas, que pre-existe al mundo de las
apariencias fenoménicas y que aquéllas son arquetipos de éstas, el camino a
seguir en el desarrollo cognoscitivo será para él un camino del recuerdo, ya que
el alma (psixé), antes de estar unida al cuerpo, habitó en esas regiones eidéti"cas.
Por eso, el método socrático es un método de parto (mayéutico), es decir, un
camino para extraer del intelecto lo que ya estaba en él.2
Así lo afirma el Maestro Sócrates de sí mismo, al decir que lo había hereda-
do de su madre, quien había sido partera.
El más famoso pensador de la Grecia clásica, Aristóteles de Estagira, discípulo
de Platón y preceptor de Alejandro Magno, fue sin lugar a dudas el más sis-
temático y totalizador de la actitud griega frente al conocimiento. A él debemos
los principios fundamentales en los que se basa la forma de aproximación
occidental al proceso cognosctivo. 3
Debido a la importancia y las repercusiones que tuvo en todo el pensa-
miento occidental, es menester que nos detengamos un poco más en las apor-
taciones del estagirita a la espinosa cuestión que nos ocupa. Es en el sistema
aristotélico donde se pueden encontrar, ya totalmente detalladas, las bases
metodológicas del proceso intelectual.
Para comprender la posición de Aristóteles en lo que respecta al método,
es importante exponer los principales elementos de su sistema en el plano
cognoscitivo; al entender mejor la lógica instaurada por él y el método, en el
sentido más general y amplio que imaginar se pueda.
Aristóteles hereda los problemas y los planteamientos en tomo al proceso
cognoscitivo que se venían haciendo en el ámbito griego, desde hacía dos siglos,
por lo menos.

1
Parménides de Elea, "Poema de la Verdad y la Opinión", en Kirk y Rayen (eds.), Fragmentos de los
Presocráticos. Credos, Madrid, 1981, pp. 374-375.
2
Platón, "Parménides o de las ideas", en Obras. EDAF (Los Clásicos), Madrid, 1972, pp. 553 y ss. Teetetes
o el Sofista, loe. cit., pp. 641 y ss.
'Cfr. Aristóteles, "En torno a el Alma", "Organon", "XII Libros de la Metafísica", en Obras completas.
Aguilar, Madrid, 1973.

85
Alma y psique. Del mito al método

Los Jonios habían detectado que los hechos que sucedían en la realidad,
llamada por ellos physis, tenían la característica fundamental de ser totalmente
cambiantes. Por tal razón, el intelecto humano no podía aferrar nada de ellos, si
no el mismo cambio y su multiplicidad. Los Eleatas, por el contrario, afirmaban
que la mutación constante de la realidad era mera apariencia, el ser es uno e
inmutable, y el intelecto humano capta esa característica en el orden y la armonía
que están más allá de los mismos cambios.
La polémica se extendió por muchos años y la aportación de Platón pre-
tendió resolver el problema, introduciendo como real y existente el mundo de
las ideas, que correspondería a lo inmutable y eterno, capaz de otorgar al intelecto
humano la seguridad de la certeza; mientras que los cambios de la realidad,
captados por los sentidos, corresponderían al mundo de los fenómenos, es
decir al mundo de las apariencias, que otorgan al intelecto la oportunidad de
recordar las ideas arquetípicas, en cuyo mundo vivió antes el alma. Aristóteles
retoma todos estos planteamientos y los problemas que entrañan,4 y con ellos
formula doce dificultades o aporías, 5 las cuales exponen las diversas posiciones
que se tenían sobre el conocimiento y la constitución del ser en el pensamiento
presocrático y platónico.
Para desarrollar su posición, el Maestro de Estagira parte de un principio
filosófico sumamente claro: "los elementos de una explicación no deben mul-
tiplicarse sin necesidad"/ lo que quiere decir que si se enfrentan dos teorías
para comprender cabalmente un hecho, siempre será preferible aquella que
requiera de menos elementos para explicarlo, plenamente.
Sin entrar en detalles de la teoría aristotélica del conocimiento, porque no
es el terna, mediante la solución a las dificultades planteadas, Aristóteles va
delineando los trazos principales del método, por el cual se puede llegar a decir
que conocemos algo.

4
Aristóteles, Libros de la Metafí.;ica 1 y 11 (edición trilingüe a cargo de Vicente GJrcía Yebra). Credos,
Madrid, 1970.
5
A-porós, etimológicamente significa sin salida. Aristóteles denominó de esta maneril las doce dificultades
que le planteó a Platón, las cuales están desarrolladas en la Metafísica y constituyen el punto de partida de
la reflexión aristotélica sobre el ser, la esencia y el modo de captarlos por el conocimiento.
6
El enunciado medieval de este principio que retoma una tradición mucho más antigua, se expresaba
de la siguiente manera en latín: en!Ja non sunt multiplicanda sine nccessitale. Cao,i lodoo, los autores medievales
lo utilizaron: Pedro Lombardo, Tomás de Aquino, Duns Scoto, Buenaventura o J\oger Bacon. Que se le
conozca como la navaja de Ockam no implica que tal autor lo haya inventado, simplemente lo usaba como
todos los medievales.

86

IH•l•lll~Ullllill 1 1 1,111 1 1> ,, .


El método entre los griegos

ESTABLECIMIENTO Y DISTINCIÓN DE LAS PRINCIPALES


MODALIDADES DEL MÉTODO EN ARISTÓTELES

Aristóteles acepta, con los Jonios, que el mundo real es cambiante; acepta, ade-
más, que los sentidos están dirigidos a captar esa característica fundamental de
lo real. Lo que no acepta, en contra de Eleatas y de Platón, es que el movimien-
to y cambio que se constata en la realidad sea mera apariencia. Que el mundo
físico exista y que sea cambiante es una constatación empírica que se impone.
La constatación y captación de las cualidades que preceden provocan o
siguen a los cambios que se dan en el mundo físico, son actividades propias de
la experiencia sensorial. Esta actividad en el ser humano se dirige a proveer
de los elementos fundamentales para que pueda darse el acto intelectivo.

El método inductivo

Al proceso por el cual son captadas las cualidades sensibles, Aristóteles lo llamó
inducción. Donde mejor aparece la actividad inductiva es en el Organon. En
efecto, en este libro, al hablar del producto mental denominado concepto,
Aristóteles plantea el proceso inductivo, mediante el cual se reúnen los materiales
sobre los que versará posteriormente la abstracción, la cual posibilita la gene-
ración del concepto.
Por tanto, una de las formas que tenemos para conocer la realidad y, para
poder vencer la mutabilidad constante que ésta presenta, es la inducción, ligada
a la experiencia sensorial, por la cual se captan aquellas cualidades que están en
todos los casos, sólo en ellos y siempre en ellos.8 En eso, precisamente, consiste
el método inductivo. En verificar y aislar aquéllas cualidades que acompañan
al hecho en todas las circunstancias posibles en las que lo pueda situar la expe-
rimentación. Basado en esta observación aristotélica, muchos siglos más tarde,
en el siglo XIV, Roger Bacon elaborará las reglas de la observación empírica, las
cuales aún hoy son vigentes.
Este gran camino intelectual indudablemente produce un conocimiento
ligado a los datos sensoriales y, de partida, asigna una labor extraordinaria a la
observación empírica en el proceso intelectual por el cual se puede afirmar que
el intelecto humano conoce, según la explicación aristotélica. Se puede decir
que por él se amplía la cantidad y la calidad de los datos que caen bajo la con-

7
Cfr. Aristóteles, Analítica Primera, ll, 23, loe. cit., p. 345.
8
En la Lógica clásíca, recopilada por Porfirio y comentada por Boecio, se dice que estas cualidades
sensibles acompañan a los cambios fenoménicos. A través de dichos cambios el intelecto humano capta la
necesidad, más allá de la generalidad. Tal es la denominación técnica de este tipo de cualidades.

87
Alma y psique. Del mito al método

sideración de nuestros sentidos, cuando nos ponemos en la vía de la inves-


tigación científica o de la ciencia, según lo decía Parménides. La diferencia no
sólo está en que Aristóteles acepta el cambio real y no lo abandona, sino que
supera las constantes transformaciones, mediante la constatación de aquello
que es común al hecho y que lo acompaña siempre que éste ocurre.
Sin embargo, aun cuando pueda afirmarse que es una gran fuente de infor-
mación, para el estagirita la inducción no llegaba a producir la verdadera ciencia,
ya que para él la ciencia consistía en el conocimiento exhaustivo no de un
hecho particular, sino de la totalidad del ser y éste sólo podría ocurrir aban-
donando la particularidad del hecho, abstrayendo de ella los elementos comunes
y procediendo, después, en la búsqueda de la totalidad de las causas que en él
incidieron, lo cual no puede ser llevado a cabo por la inducción. Se postula,
entonces otro camino, complementario y terminativo del anterior .

El método deductivo

De esta manera Aristóteles funda los principios de la otra cara de la moneda, la


deducción. En el contexto de su pensamiento, esta otra actividad intelectual es
mucho más poderosa que la primera, porque ya no está sujeta ala individualidad
y particularidad de los datos sensoriales, sino que está sujeta a las reglas de la
lógica, una vez que el intelecto mediante la abstracción, logró establecer y aferrar
la esencia misma de la cosa, que tomó como objeto de su consideración.
El punto de llegada de la inducción, en el ámbito cognoscitivo aristotélico
es, por tanto, la generación de un concepto, el cual se expresa mediante el acto
verbal de la 'defiqición'. Pero tanto el concepto, como la definición no son
fruto de la inducción, ésta permanece en el plano sensorial, son fruto puramente
intelectual. Por eso, cuanto más se aleje el concepto de las notas individuantes,
que lo caracterizan como hecho particular, será tanto más abstracto y, por lo
mismo, universal.
La posibilidad de generar este tipo de concepto, el universal, permite
a Aristóteles postular una forma de dividir el ser, que es la base para emitir
definiciones esenciales, que son aquellas que expresan el género y la diferencia
específica de un determinado ser, que agrupa en sí a todos los individuos,
a quienes puE:de aplicarse de manera plena.
Uno de lo~ conceptos más famosos elaborado de la manera descrita por el
propio Maestro, es aquél que expresa la definición esencial de ser humano, que
hasta hoy seguimos utilizando: "Animal Racional". En esta definici6n el género
próximo del ser humano es animal, mientras que la diferencia específica es
racional.

88
El método entre los griegos

La manera por la cual se demuestra que un individuo, o un hecho particu-


lar están comprendidos en su definición esencial, es un proceso de descenso,
que en el sistema aristotélico se denomina deducción. Se trata de la com-
probación racional por la que, en efecto, un concepto universal, tomado como
predicado, conviene esencialmente a un individuo, el cual opera como sujeto
del enunciado. La demostración se hace mediante la comparación de los dos
extremos de la proposición, Sujeto y Predicado, con un término medio. Si
dos son iguales a un tercero, son iguales entre sí. En los XII libros de la Metafísica,9
Aristóteles hace ver que la única ciencia válida es aquella que versa sobre las
esencias de las cosas, las cuales están en las cosas mismas, pero más allá de
las cualidades sensibles y sólo son aferrables por un acto pura:nente intelectivo.
En el Organon 10 Aristóteles desarrolla las reglas que guían al intelecto en el
camino de la deducción. En ella se muestra cómo es posible pasar válidamente
de una proposición en la cual el predicado es una definición esencial, a una
proposición particular, en la cual ese predicado se aplica y se dice válida y
verdaderamente de un individuo. El principio de contradicción y el principio
del tercero excluido son las bases del raciocinio, el cual es el acto intelectual que
expresa la capacidad deductiva humana.
Por tanto, Aristóteles, entre otras cosas, resuelve los problemas cognoscitivos
planteados por las Escuelas de Jonia y Elea; hace ver lo innecesario y artificioso
del planeamiento platónico y, además, sistematiza las reglas que guían al enten-
dimiento humano al emprender cualquiera de los dos caminos posibles: el de
ascenso, de lo particular a lo general (inducción) y el de descenso, de lo general
a lo particular (deducción).
Se puede afirmar sin exageraciones, que en él encuentra su primera y más
lograda sistematización la metodología científica, aunque es verdad que ésta ha
sido y sigue siendo emiquecida con la aportación de muchos otros autores y
científicos. Se podrá estar de acuerdo o no con la teoría básica del conocimiento
que formuló el gran Maestro de Estagira, pero lo que no se puede negar es su
extraordinaria influencia en todo el pensamiento y el desarrollo científico del
occidente.
Su descarn: do estilo es un edificio lógico, que asemeja a las fuertes estruc-
turas de concr2::0 y acero antes de ser revestidas por vanos cristales o faldones.
Pero es esa sobriedad y solidez lo que permitió el establecimiento de relaciones
lógicas constantes, definitorias y unívocas, capaces de distinguir un concepto
de otro y llevarlo hasta el grado de dar razón de la realidad y de su forma de
presentarse.

Cfr. Aristóteles, XJI Libros de la Metafísica, loe. cit.


9

Cfr. Aristóteles, sobre todo en Libros de las Categorías, De la Interpretación, Analílicos Primeros y
10

Segundos, loe. cit., pp. 217-413.

89
Alma y psique. Del mito al método

En su máxima expresión, este sólido andamiaje permitió que el ser huma-


no manejase los hechos de la realidad, sobre todo de la física en la que no inter-
vienen el actuar y el querer humanos, en la cual los hechos acaecen sin inter-
vención alguna por parte del hombre. También propició la sistematización del
pensamiento humano en sus operaciones abstractas y dictó las leyes primarias
de esa forma específica de representarnos las cosas de lo real, mediante con-
ceptos definidos con total precisión, capaces de poner en relación elementos
captados por los sentidos. Sin embargo, no agotó la capacidad total del intelec-
to humano, no es ésa la única forma en que conocemos, aunque, por el mo-
mento sea aquélla que ha sido más sistematizada y se ha revelado como más
eficaz para un manejo científico y técnico de la realidad.

Quizá un ejemplo en el que se vea aplicado el método y se puedan observar sus


frutos, sea el modo más conveniente para entender el legado que nos dejó
Aristóteles. El ejemplo lo tornaremos de una de las probadas habilidades que
tuvo el Maestro de Estag~ra: su capacidad de observación de hechos físicos y de
hechos biológicos. A continuación se presentan las fases del método y los resul-
tados a que nos conducen la aplicación de cada una de ellas.

Método inductivo. Fase I Recopilación de datos empíricos por vía inductiva

Esta fase se caracteriza por poner en funcionamiento la captación de datos que


nos llegan por los sentidos.
Sea una situación cualquiera en la que se presentan ante un observador,
como lo fue Aristóteles, dos objetos, el primero se denomina comúnmente 'pie-
dra', al segundo se le conoce normalmente como 'rana'.
La asidua aplicación de los sentidos (vista, tacto, olfato; principalmente)
revela diferencias indiscutibles, a la vez que ciertas semejanzas. Los sentidos
nos muestran que ambos objetos están ante la consideración del observador.
Ambos tienen consistencia al tacto, aunque diferente en cada caso. Los dos
tienen cierto tipo de color, que quizá, incluso, puede ser semejante en ambos,
sobre todo si la piedra está cortada y pintada de manera que asemeje una rana.

11
Todo el ejemplo que se plantea en este escrito deriva de una exposición libre de los argumentos
principales del famoso libro Peri Psixé ("En torno al alma"), citado anteriormente en las Obras co111pletns de
Aristóteles de Editorial Aguilar.

90
El método entre los griegos

No obstante, los sentidos nos indican que los dos están ahí, frente a nuestra
consideración y que, a pesar de eso, presentan características diferentes. En
este punto inicia la siguiente fase del método inductivo.

Método inductivo. Fase JI Composición y división

Esa fue la forma en que la denominó Aristóteles; también se le puede llamar


Conjunción y disyunción, o si se la lleva al terreno de la Lógica, estaríamos
frente a la afirmación y la negación. Todos los elementos utilizados en la deno-
minación de la operación que caracteriza a la segunda fase ya no pertenecen al
campo de lo meramente sensorial, estamos en otro terreno, en el terreno de las
operaciones lógicas, que pertenece al ámbito del intelecto, de la racionalidad,
es decir, en el campo propio del conocimiento humano. Lo propio de esta fase es
esa dualidad que se extrae de los datos generados al momento en que los sentidos
del observador entraron en contacto con objetos del entorno.
lA qué dualidad nos estamos refiriendo? A aquella operación intelectiva
que constata y concluye que ambos objetos presentan cualidades semejantes, e
incluso iguales, por un lado, y que a la vez presentan cualidades diferenciadoras
y propias. De ahí se sigue que ya no los sentidos, sino la mente del observador
concluye generando dos consideraciones distintas frente a tales objetos: por
un lado ambos son, es decir, existen en el contexto natural, sobre todo si la
piedra simplemente se encontró en un río y no está trabajada. Pero, por otro
lado, concluye que aun siendo o existiendo ambos, no obstante son distintos.
Por eso es una doble acción: por un lado conecta, compone, une, conjunta o
afirma aquello en lo que ambos coinciden: es decir los dos son entidades que
poseen características capturables por nuestros sentidos: color, olor, textura,
figura, etcétera. Por otro lado, divide, separa, desune o niega que sean una
misma cosa, aun siendo ambas entidades sensibles, por ofrecer datos capturables
sensorialmente. En el caso de la piedra no dudará la mente en concluir que se
trata de una entidad inanimada, es decir carente de vida. En el caso de la rana,
no dudará en afirmar que se trata de una entidad en la que se presenta eso que
comúnmente se denomina vida. Se podría decir que aquí inicia la tercera y
última fase del método empírico.

Método inductivo. Fase III Categorización y generalización

Si la composición y división son acciones intelectivas referidas a un contenido


empírico inmediato, como lo fueron los datos captados por los sentidos, las

91
Alma y psique. Del mito al método

actividades de la última fase empírica van dirigidas a la posibilidad de aplicar a


otros tipos de objetos, que envien datos similares, las mismas consideraciones
que se hicieron sobre los anteriores. De esta manera vamos a distinguir catego-
rías que permitan englobar a aquellos seres similares a la piedra y la categoría
más amplia será aquella que abarque a todos los seres con características cap-
turables sensorialmente, pero inanimados, es decir, sin vida. Se trata de los
seres que, para Aristóteles, deberán ser estudiados por la Física. Mientras que la
categoría similar que abarque a todos los seres captura bles sensorialmente, pero
que presentan características de vida, similares a la rana, serán los entes anima-
dos y deberán ser estudiados por la Biología, según el mismo razonamiento de
Aristóteles.
A partir de esa categorización se podrán hacer las aplicaciones a todas las
entidades que caigan en la consideración del observador, según que presenten
o no la diferencia básica de animado o inanimado.
Queda por resolver un último problema que ataf1e totalmente a la activi-
dad intelectiva humana: ¿cómo establecer la diferencia fundamental entre lo
animado y lo inanimado? Para Aristóteles lo animado estará determinado por
un movimiento intrínseco que se caracteriza por etapas observacionales. Todo
lo animado o vivo nace, crece, se reproduce y muere. En el nivel observacional
que manejó Aristóteles lo inanimado no presenta esta característica interna. A
partir de aquí la observación aristotélica va más allá de los datos meramente
empíricos y podemos decir que pasa al siguiente método, el deductivo.

Método deductivo. Fase I Establecimiento de primeros principios


a partir del principio básico de contradicción

Una vez que se establecieron las categorías que permiten la generalización,


entonces es posible continuar con la aplicación inversa. De esa manera se pue-
de decir que:

Primer principio de la p:3icología aristotélica

Todo lo que nace, crece, y se reproduce lo hace en virtud de un principio vital,


que no es empíricamente observable, pero que está presente en el ente mien-
tras está vivo. A ese principio vital los griegos, y Aristóteles también, lo denomi-
naron Psique, tTaducido en latín corno Anima. Este principio no se encuentra
en los entes irninimados, por simple definición. Inanimado es lo que no tiene
alma. Lo que se sigue de inmediato de la presencia del principio vital son las
actividades propias del ente vivo, de forma que cuando ya no está presente tal

92
El método entre los griegos

principio el ente vivo muere. De aquí también se sigue una concepción especí-
fica de cómo pueda ser definida la muerte.

Segundo principio de la psicología aristotélica

Aun cuando es común a todo ente vivo el nacer, crecer, reproducirse y morir,
no todas las actividades que presentan los entes vivos son iguales. Si así es, se
puede postular que hay distintos tipos de vida y, por lo mismo, diversos princi-
pios vitales o almas.
Así, Aristóteles distingue entes vivos que presentan actividades vitales muy
simples o, las podríamos llamar, de primer nivel: todavía hoy se denominan ac-
tividades vegetativas. Lo más característico de ellas es que hay ausencia de sen-
sación, de emoción, como si se redujeran simplemente al mero hecho de nacer,
crecer, reproducirse y morir. De esa observación concluye que debe haber un
principio ordenador de la materia, llamada psique cuya característica principal
sea ser eso, únicamente alma vegetativa.
Un segundo nivel de actividad vital sería aquella que acompaña a otro tipo
de ente vivo, que además de las actividades meramente vegetativas presenta
actividades sensitivas. Por sensitivas se refiere Aristóteles a aquellas propias de
los sentidos y también a aquellas otras propias de las emociones. Este segundo
nivel de vida deberá estar organizado por un principio vital distinto al anterior,
capaz de llevar a cabo tanto las actividades vegetativas, como estas nuevas acti-
vidades sensoriales y emotivas. Se tratará del alma sensitiva que corresponde a
la vida animal.
Un tercer nivel de actividad vital será aquel que acompaña a otro tipo de
ente vivo, que es, en todo caso, aquel que nos caracteriza. En efecto, en el caso
del ser humano encontramos que además de presentar todas las características
anteriores, propias de las entidades vegetativas y sensitivas, presenta una carac-
terística propia, que como tal sólo se encuentra en este tipo de entidad viva: la
capacidad de pensamiento lógico abstracto. A este tipo de vida cuya máxima
expresión consiste en una doble capacidad de auto-dirección volitiva y capaci-
dad de pensamiento racional abstracto, deberá corresponderle un tipo espe-
cífico de alma, denominada racional.

Método deductivo. Fase III Establecimiento


de las características que deberá tener el alma humana

Racionalmente, por fuerza de demostración lógica se sigue que: si el ser huma-


no es una entidad viva, con un tipo de vida específico, como es la vida racional,

93
Alma y psique. Del mito al método

que se manifiesta por actos de pensamiento abstracto y de direccionalidad pro-


pia, tal tipo de vida deberá tener un alma (un principio vital) dotada de faculta-
des capaces de ejecutar tales actos. De ahí se sigue que el alma humana tiene
dos potencias o facultades: entendimiento y voluntad.
Se sigue también que en tanto que potencias, facultades o capacidades, la
voluntad y el entendimiento deberán de estar radicadas en un sustrato o so-
porte. La capacidad o la facultad de hacer algo es o pertenece a alguien. Ese
alguien a quien pertenecen ambas facultades es el alma, en tanto que sustancia,
(sustrato o soporte) de las facultades mencionadas y sujeto a quien pueden
atribuirse las acciones realizadas por tales facultades.
Ahora bien, según sea la calidad del acto realizado por las facultades, po-
tencias o capacidades así deberá ser la calidad del sustrato, sustancia o sujeto a
quien finalmente se le atribuyen. Si se puede demostrar que el pensamiento
abstracto trasciende el tiempo y el espacio y que el acto propio de la voluntad
tampoco está sujeto al tiempo y al espacio, entonces nos encontraremos en
presencia de una entidad muy curiosa. Se seguiría, por vía de demostración
lógica que el alma humana es capaz de realizar actos no materiales, ya que toda
la materia está sujeta al espacio y al tiempo. Si el pensamiento y el querer pue-
den obtener productos no materiales, como pueden ser, por ejemplo, las ver-
dades demostradas de la aritmética, de la física o de la lógica, o la perdurabili-
dad de una decisión no importando las circunstancias o las consecuencias, y si
de verdad es demostrable que este tipo de acto no es material, entonces tene-
mos un tipo de sustrato, sustancia o sujeto no material que opera y actúa a
través de la materialidad misma, como es el cuerpo humano. Se seguiría que el
sujeto de esos actos si no es material, sólo puede ser espiritual, por fuerza lógica
de la división misma.
Con este ejemplo creo que puede verse con mayor claridad la capacidad
del método que fundara Aristóteles en la Grecia del siglo IV antes de nuestra
era. Podrán ver que su vigencia continúa y que, aun sin darnos cuenta, la cul-
tura occidental y la ciencia practicada en occidente sigue siendo profunda-
mente aristotélica.
Ahora bien, tengamos en cuenta que el conocimiento científico es una
forma muy concreta y específica de relacionarnos con los hechos que suceden.
Un análisis psicológico más minucioso y detallado, corno el que se desarrolló
durante todo el siglo XX, permite afirmar que, indudablemente, conocemos y
nos relacionarnos con lo real de otras múltiples maneras. Nos relacionarnos con
todo nuestro ser y de esas formas de establecer nuestra relación con el mundo,
emergen otras tantas maneras de conocer, además de la racional tratada por
Aristóteles. Esos otros modos de conocer que son también bagaje y herencia de
los seres humanos no pueden ser tratados en tan reducido espacio.

94
Bibliografía

Fuentes
Aristóteles,Obrru Completru, Madrid, Aguilar, 1973
-Metafisica, edición trilingüe, a cargo de Vicente García Yebra, Madrid,
ed. Gredos, 1970.
Kirk, G.S., y Raven, J.E., Los Frtósofos Presocráticos, Madrid, ed. Gre-
dos, 1981.
Platón, Obrru, (Diálogos y la República o el Estado), Madrid, EDAF,
1973.

Comentarios:
Aquino, Sto. Tomás, Commentaria in Metaphysicam Aristotelis, (ed. Catha-
la), Taurini, Marietti, 1935.
-Commentarium, (ed. Pirotta), Taurini, Marietti, 1936.
Gilson, E., L'Etre et l'Essence, Paris, Vrin, 1948.
Jaeger, W., Aristóteles, Tr. de José Gaos, México, FCE, 1946.
Ross, W.D., Aristote, (vers. Fr.), Paris, Alean, 1944.

95

También podría gustarte