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13.+Doctrina+Nacional+ +juristas+ +J.+Palomino+y+H.+Castillo
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Resume n:
Recogido por vez primera en la Constitución Política de 1993, el Proceso
Competencial se constituye en un medio idóneo para dirimir los
conflictos existentes, en cuanto a las competencias otorgadas por la
Carta Política a los diversos órganos de relevancia constitucional y a
los demás órganos del Estado se refiere. Por ello, partiendo de un
análisis de la normatividad aplicable a aquél, el autor se ocupa del
proceso competencial por medio del estudio de sentencias del Tribunal
Constitucional relacionadas con el Poder Judicial, en el cual pretende
poner de relieve las supuestas tensiones existentes entre dicho Tribunal
y este Poder del Estado.
Abs tract:
Gathered for the first time in the Political Constitution of 1993, the
Process of Competition is a suitable way to dissolve the existing
conflicts, as far as the competitions granted by the Political Constitution
to the diverse organs of constitutional relevance and to the other organs
of the State. For that reason, starting off of an analysis of the normativity
applicable to it, the author takes care of the competential process by
the study of sentences of the Constitutional Court related to the Judicial
Power, in which he tries to distinguish the supposed existing tensions
between this Court and the Judicial Power.
Sumario:
1 . S obre el Proc eso C ompetenc ia l. 2. So bre l os C onfl ic tos
Competenciales. 3. Sobre la Actividad Jurisdiccional, La Cosa Juzgada
*
Profesor de Derecho Constitucional y Filosofía del Derecho de las universidades Nacional Mayor de San
Marcos, de Lima, UIGV, USMP y de la Academia de la Magistratura.
**
Abogado en ejercicio, egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
En ese sentido, si, por ejemplo, el Poder Ejecutivo, como parte en un proceso
judicial, estima que los órganos jurisdiccionales del Poder Judicial han
emitido sentencias con calidad de cosa juzgada sin respetar la jurisprudencia
vinculante del Tribunal Constitucional y están siendo afectados por dichas
sentencias lo que sería en estricto una afectación a la tutela procesal
efectiva tienen el camino expedito para cuestionar las mismas en uso de
Ahora bien, nuestro ordenamiento jurídico permite que el afectado por una
sentencia con calidad de cosa juzgada, que supuestamente afecte la
Constitución o las leyes, pueda pretender su nulidad ante los órganos del
mismo Poder Judicial, siempre y cuando se reúna los requisitos señalados
por ley y se usen los recursos procesales que la ley contempla. Tenemos que,
tomando el ejemplo anterior, el Poder Ejecutivo puede interponer una
demanda de Amparo contra las resoluciones judiciales que considera que
no han acatado la jurisprudencia vinculante del Tribunal Constitucional,
por ende, que no están fundadas en Derecho lo que constituiría, en estricto,
una afectación a la tutela procesal efectiva tal y conforme lo estipula el
Código Procesal Constitucional. Dicha demanda se interpone ante la Sala
Civil de la Corte Superior de Justicia del lugar donde fue dictada y, en última
instancia, la resuelve el Tribunal Constitucional.
Salvo mejor parecer, estos son los únicos recursos con los que se cuentan
para que toda persona pueda pretender que se declare nula una sentencia
con calidad de cosa juzgada, procesos donde se deberá respetar el derecho de
petición y contradicción de las partes, y previo estudio riguroso del caso,
por tratarse de una sentencia protegida por la Constitución, se emitirá una
sentencia que anulará o no la misma. No usar dichos recursos indica el
consentimiento absoluto de dicha sentencia, así sea injusta, y, por ende,
ratificaría su ya ganada inmutabilidad e irrevisabilidad. Sin desmedro de
ello, la responsabilidad del magistrado que ha emitido una sentencia injusta
se verá determinada en las instancias respectivas, lo que no enerva la
ejecutabilidad, inmutabilidad e irrevisabilidad de su fallo.
Es muy discutible este razonamiento argumental, toda vez que fue usado
para sustentar la declaración de nulidad de sendas sentencias que habían
adquirido la calidad de cosa juzgada. En ese sentido, el Tribunal
Constitucional resolvió lo siguiente: Declarar FUNDADA la demanda
interpuesta por el Poder Ejecutivo contra el Poder Judicial, en cuanto menoscaba las
atribuciones constitucionales reconocidas al Poder Ejecutivo en el artículo 118º,
incisos 1 y 9 de la Constitución Política del Estado. En consecuencia, NULAS las
siguientes resoluciones judiciales: (...) Declarar sin efecto, (
) las siguientes
resoluciones judiciales (
), enumerando un sinnúmero de sentencias que
Ante esto, debemos precisar que si es que el Poder Judicial, en una o varias
de sus sedes, abriera ventanillas de atención al público donde se ofrezcan
licencias de funcionamiento de casinos y tragamonedas, de bares, de
restaurantes, etc., obviamente que incurriría en una inconstitucional
incursión de las competencias del Poder Ejecutivo. Lo cual, no ha ocurrido.
Para estos fines, lo deseable era que el Poder Ejecutivo se dotara de mejores
técnicos legales para que asuman la defensa del Estado, en uso adecuado de
los mecanismos que las leyes le franquean, y no tergiversar el objeto del
Proceso Competencial, pretendiendo de manera artificial que se dejen sin
efecto sentencias firmes, con calidad de cosa juzgada, emanadas por las
diversas instancias del Poder Judicial. A nuestro parecer, no es del todo
feliz que se haya acudido por el conducto del poder político para resolver
una materia de índole o naturaleza estrictamente jurídica.
En ese sentido, una sentencia firme que, pronunciándose sobre el fondo del
asunto, declara fundada la demanda a favor del demandante en los procesos
constitucionales de la libertad, se constituye, per se, en cosa juzgada. Dicha
sentencia, en sí misma, conlleva implícitamente una presunción de
constitucionalidad, presunción que sólo puede ser descartada en otro
proceso previamente establecido en el ordenamiento jurídico creado para
declarar su nulidad, a instancia de la parte afectada por la misma. Esa es la
singularidad que ofrece la Constitución de 1979, reafirmada en la de 1993:
el sistema dual o paralelo. Hemos de hacer hincapié que en la Constitución
Política no se hace diferencia alguna sobre cosa juzgada penal, civil,
constitucional, contencioso-administrativa, etc., toda vez que la calidad de
cosa juzgada es una sola, la cual se adquiere con el consentimiento o con la
Ejecutoria, nada más. Hacer diferenciaciones, tal como lo ha realizado el
Tribunal Constitucional, es una clara y peligrosísima afectación a la seguridad
jurídica y deja abierto un camino para que futuros magistrados interpreten
a sus anchas lo que constituye cosa juzgada y lo que no según el momento
político imperante, lo cual rechazamos.
(...)
Que, respecto a la solicitud de la demandante para que se declaren inejecutables
resoluciones judiciales que han resuelto acciones de Amparo interpuestas por
la Municipalidad Provincial de Huarochirí y empresas de transporte público,
contra la Municipalidad Metropolitana de Lima, ordenando se suspendan
los operativos policiales, en tanto, ambas municipalidades celebren convenio;
aquellas tienen plena validez al haber adquirido autoridad de cosa juzgada,
de conformidad al Art. 139º inciso 2) de la Constitución Política, cuyas
principales características son la inimpugnabilidad, la inmutabilidad y la
coercibilidad; sin perjuicio que las autorizaciones provisionales concedidas
deban adecuarse a la Ley Nº 27181.
V. FALLO
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional con la autoridad que le
confiere la Constitución Política del Perú
HA RESUELTO
1. Declarar FUNDADA la demanda interpuesta por el Poder Ejecutivo
contra el Poder Judicial, en cuanto menoscaba las atribuciones
constitucionales reconocidas al Poder Ejecutivo en el artículo 118º,
incisos 1 y 9 de la Constitución Política del Estado. En consecuencia,
NULAS las siguientes resoluciones judiciales:
- (
)
- Además de todas aquellas otras resoluciones judiciales que hayan
sido dictadas contraviniendo la sentencia 009-2001-AI/TC y el
Del mismo modo, en fecha 25 de mayo de 2007, doña Roxana Jiménez Vargas-
Machuca, jueza del Sexágesimo Juzgado Civil de Lima, presentó ante el
Tribunal Constitucional el pedido de aclaración de la sentencia en cuestión,
indicando que la resolución que ella expidió en el Proceso de Amparo N°.
2153-2004 no se comprende conjuntamente con las resoluciones judiciales
declaradas sin efecto por el Tribunal Constitucional en su sentencia,
argumentando que en su labor jurisdiccional en dicho Proceso de Amparo
nunca realizó control difuso de las normas consideradas constitucionales
ni contravino precedentes vinculantes establecidos por este Colegiado,
limitándose a analizar la aplicación de leyes en el tiempo de acuerdo a los
actos propios de la administración derivados de la apertura del expediente
administrativo N°. 01129-2000.
Uno de los temas que más incidencia se tiene en las actuales circunstancias
es el relativo al control constitucional. Habiendo transcurrido cinco lustros
de la implantación del modelo dual o paralelo, resulta pertinente hacer un
balance global de la función tuitiva y operatividad que han tenido el Tribunal
Constitucional (intérprete supremo) y el Poder Judicial (juez ordinario),
sobre la base de las relaciones entre ambos órganos como también ha
sucedido con el Poder Legislativo a las que se han calificado de tensiones,
conflictos, fricciones, invasiones 16 , o guerra de las cortes 17 ,
metáfora esta última que se utilizó para referirse a las relaciones conflictuales
que se suscitaron en los años sesenta y setenta del siglo XX entre la Corte
Costituzionale y la Corte di Cassazione italianas.
7. CONSIDERACIONES FINALES
8. APÉNDICES
§ 1
COMUNICADO( *)
*
Publicado en el Diario El Comercio, el día lunes 22 de abril de 2007.
§2
PODER JUDICIAL
REUNION DE PRESIDENTES DE CORTES SUPERIORES DE JUSTICIA DE
LA REPUBLICA
DECLARACION DE LIMA ( *)
*
Publicado en el Diario El Comercio, el día martes 24 de abril de 2007.
1
Desde el punto de vista jurídico, ´conflicto es la oposición de intereses en que las partes no ceden, es el
choque o colisión de derechos o pretensiones. Vid., Guillermo Cabanellas: Diccionario de Derecho usual,
Bibliográfica Omeba, t. 1, 6ª. edición, Buenos Aires, 1968, pág. 468.
2
Vid. Samuel B. Abad Yupanqui, Jorge Danós Ordóñez, Francisco J. Eguiguren Praeli, Domingo García
Belaunde, Juan Monroy Gálvez, Arsenio Oré Guardia: Código Procesal Constitucional. Comentarios,
Exposición de Motivos e Índice Analítico, Palestra Editores, Lima, 2004, pág. 90. Hay una segunda edición,
muy mejorada, a cargo de la misma editorial.
3
En ese sentido, es pertinente observar la doctrina jurídica española, ya que muchas veces el Tribuna l
Constitucional peruano se detiene a observar el devenir del Derecho Constitucional español, tanto en lo
doctrinario como en lo jurisprudencial, lo cual lo podemos observar a lo largo de los fundamentos de sus
sentencias. Para tales efectos, vid., F. Javier García Roca, El conflicto entre órganos constitucionales, Editorial
Tecnos, Madrid, 1987, págs. 48-49. Dicho autor autoridad en la materia ya bosquejaba los requisitos
conflictuales hace casi cuatro lustros atrás, de la siguiente manera:
2. Los requisitos conflictuales: elementos
Centrándonos ya en los conflictos entre órganos, la formalización de uno de estos conflictos exige el cumplimiento
de determinados requisitos o, lo que es lo mismo, la existencia de algunos elementos:
a. Capacidad para ser considerado como parte o legitimación activa y pasiva (requisito subjetivo).
b. Que exista materia de conflicto (requisito objetivo)
c. De forma auxiliar (conceptualmente), pero no menos imprescindible, debe hablarse también de otros requisitos
formales como son haber agotado sin éxito el trámite previo del requerimiento de revocación al órgan o
presuntamente invasor, y que este requerimiento se hiciera dentro del plazo máximo de un mes desde que
llegó a conocimiento del órgano actor la indebida asunción de atribuciones (requisito temporal). Para el
planteamiento del conflicto deben precisarse en el escrito los preceptos y las atribuciones que se c onsideran
vulnerados y acompañar certificación de los antecedentes necesarios así como de haber cursado aquél
requerimiento previo.
d. Por último, es menester que la causa petendi esté en reivindicar la titularidad de una competencia de que se
haya despojado al actor por el órgano que se estima invasor (requisito causal o finalista).
En definitiva, los elementos de estos conflictos son los de sujeto, objeto, causa y forma, legalmente previstos. La
existencia de esos elementos transforma toda controversia constitucional en uno de estos procesos
conflictuales.
4
Al respecto, vid. la STC Nº 00003-2005-PC/TC y STC N° 00013-2003-PC/TC.
5
Vid. Alfonso Herrera García: La controversia constitucional mexicana y el proceso competencial peruano.
(Breves notas comparativas sobre sus reglas generales), en El Derecho Procesal Constitucional peruano.
Estudios en Homenaje a Domingo García Belaunde, José F. Palomino Manchego (Coordinador), tomo II,
Biblioteca Peruana de Derecho Constitucional, Lima, 2005, págs. 1053-1090.
6
STC 0006-2006-PC/TC, fundamento jurídico Nº 22.
7
STC 0006-2006-PC/TC, fundamento jurídico Nº 22, segundo párrafo.
8
Se refiere a la Constitución de 1979.
9
STC 0006-2006-PC/TC, fundamento jurídico Nº 26.
10
Vid. F. Javier García Roca: El conflicto entre órganos constitucionales, op. cit. , págs. 58-62.
11
En los términos del Tribunal es: 1) si el Poder Judicial tiene la facultad de declarar inaplicables normas
legales que regulan la actividad de juegos de casinos y máquinas tragamonedas, cuya constitucionalidad
ha sido ratificada por el Tribunal Constitucional en reiterados pronunciamientos; 2) que se declare la
nulidad de las resoluciones judiciales señalas en el petitorio de la demanda.
12
STC 0006-2006-PC/TC, fundamento jurídico Nº 70.
13
Asimismo, el Tribunal Constitucional ha resuelto contradictoriamente con su propia jurisprudencia, donde
establecía que se debe total respeto a la independencia judicial, como una condición de albedrío funcional
del juez. Vid., la STC Nº 0023-2003-AI/TC, STC Nº 2465-2004-AA/TC, entre otras. Del mismo modo, el
Tribunal había ratificado con anterioridad la prohibición constitucional de revivir procesos fenecid os
con resolución ejecutoriada, y, además, había ratificado como efectos de la cosa juzgada la irrevisabilidad,
inmutabilidad y ejecutabilidad. Vid., STC Nº 0454-2004-AI, STC Nº 4587-AA/TC, STC Nº 5374-2005-
AA/TC, STC Nº 6712-2005-HC/TC, STC Nº 4426-2004-HC/TC, STC Nº 3959-HC/TC, STC Nº 0054-2004-
AI/TC, entre otras.
14
En el artículo 4º del Código Procesal Constitucional se establece qué se entiende por tutela procesal efectiva:
aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan, de modo enunciativo, sus derechos de libre
acceso al órgano jurisdiccional, a probar, de defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en el proceso,
a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada ni sometido a procedimientos distintos de los previstos
por la ley, a la obtención de una resolución fundada en derecho, a acceder a los medios impugnatorios
regulados, a la imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente
oportuna de las resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad procesal penal.
15
Ya habíamos esbozado unas ideas de lo que exponemos en una ponencia presentada al VII Congreso
Iberoamericano de Derecho Constitucional, desarrollado durante los días 12 al 15 de febrero de 2002, en
el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, la cual ha sido
publicada en Perú. Vid., Domingo García Belaunde (Coordinador): Constitucionalismo y Derechos Humanos,
Biblioteca Peruana de Derecho Constitucional, Lima, 2002, págs. 151-169.
16
Para nuestros efectos, vid. los trabajos que se incluyen en Eliseo Aja (Editor): Las tensiones entre el Tribunal
Constitucional y el Legislador en la Europa actual, Editorial Ariel, S.A., Barcelona, 1998. También, Jesús
María Santos Vijande: «Doctrinas» y jurisprudencia del Tribunal Constitucional: su eficacia respecto de
los tribunales ordinarios, Editorial Comares, Granada, 1995. Antecede Prólogo de Andrés de la Oliva
Santos. De igual forma se pueden consultar las ponencias aparecidas en Ramón Punset Blanco y Jesús
Santos Vijande: Jurisdicción Ordinaria y Tribunal Constitucional, Xunta de Galicia, Santiago de
Compostela, 1996; y en el colectivo a cargo de Gerardo Ruiz-Rico Ruiz: La aplicación jurisdiccional de la
Constitución, Tirant lo blanch, Valencia, 1997. Vid., en el mismo sentido, el reciente trabajo de Marina
Gascón Abellán: Los límites de la justicia constitucional, en Temas Procesales, Nº 25, Bogotá, 2001,
págs. 53-64.
17
Vid., por ejemplo, Rosario Serra Cristóbal: La guerra de las Cortes. La revisión de la jurisprudencia del
Tribunal Supremo a través del recurso de amparo, Editorial Tecnos, S.A., Madrid, 1999. Antecede Prólogo
de Luis López Guerra.
18
En ese sentido, la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia de la República, órgano máximo de deliberación
del Poder Judicial, frente a la sentencia dictada por el Tribunal Constitucional en el expediente N° 006-
2006-PC/TC, materia de análisis, en defensa de la autonomía jurisdiccional y de la independencia de este
Poder del Estado, ha rechazado enérgicamente la aludida sentencia mediante el Comunicado de Prensa
dirigido a la colectividad y a las diversas instituciones, publicado en el Diario El Comercio el día lunes
22 de abril de 2007. Asimismo, los Presidentes de las 29 Cortes Superiores de Justicia de la República, el
día 21 de Abril del 2007, reunidos en la Sala de Juramentos del Palacio de Justicia, con ocasión del Taller
Central para la formulación del Presupuesto Institucional 2008, han emitido la Declaración de Lima,
publicada en el Diario El Comercio el 24 de abril de 2007, por la cual expresan su desacuerdo con la
sentencia del Tribunal Constitucional, recaída en el proceso competencial N° 006-2006-PC/TC, al
considerar que la misma conculca la autonomía del Poder Judicial, e independencia de los Magistrados
de la República en el ejercicio de sus funciones.