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llano; cada uno poseía un blasón y una divisa establecidos según las normas de la heráldica, y
podía formar parte de la Corte del rey (nobleza cortesana) desempeñando algún cargo en el
reino o dedicarse a gobernar sus posesiones o, a falta de guerra, dedicarse a la caza; desde el
renacimiento, los más poderosos formaban a su alrededor también una corte o ejercían el
mecenazgo artístico y cultural. Su carácter preponderante fue prácticamente abolido en la
esfera política, ante el cuestionamiento de la legitimidad de su dominio y frente al argumento
de la Ilustración. Su influencia se mantuvo aún después de las revoluciones burguesas (1789,
1820, 1830, 1848) y proletarias (1917).
Índice
1 Etimología romana
2 Conformación de la Nobleza
3.1 España
3.2 Francia
3.3 Irlanda
3.6 Rusia
4 Tipos de nobleza
5 Características
6 Historia
6.1 Grecia
6.2 Roma
9 Clases
10 Tratamientos
10.1 Traducciones
12 Referencias
13 Bibliografía
14 Enlaces externos
Etimología romana
Según quieren algunos, la palabra, Noble, viene de la latina Nobilis, que es lo mismo que non
vilis, no vil o villano. Pero la verdad es que, Nobilis, se deriva del verbo Nosco, que es conocer,
y así Nobiles es lo mismo que Noscivitas, de suerte que se llaman Nobiles, porque son
conocidos, notables o notorios, en su calidad y sangre, según Pompeyo Festo, Nonio Marcelo,
André Tiraqueau, Bartolomé Casaneo y otros. Alude a esto Virgilio en su Eneida, «in medio sub
montibus altis Nobilis», que es lo mismo que Notus o Notabilis.
Aunque la palabra Noble sea tan genérica que comprenda a cualquiera que sea «Hijo dalgo»,
pero por común inteligencia, solo comprende a los que tienen la mayor Nobleza o por
Naturaleza o por Privilegio. Los de naturaleza, a quienes llamamos Nobiles Patritii, y así
Nobilissimi en grado superlativo. Después de haber inventado los Emperadores del Imperio
romano títulos y epítetos varios, usaron el de Nobilissimi, y a quienes se les concedía, eran
partícipes de los honores del imperio y llevaban «la púrpura». De la misma manera que los
Emperadores, tenían puesto y se sentaban antes que el Prefecto Pretorio. Un ejemplo de esto
fue Ulpiano, magistrado tan superior que se tenía por la segunda persona del emperador
Alejandro Severo.
Séneca consideraba la verdadera nobleza del hombre obedeciendo a la recta razón, tener una
alma justa y adornada por la sabiduría y la virtud.
Conformación de la Nobleza
Nobleza inmemorial (en sentido estricto): la cual se refiere a aquellas grandes familias cuyos
orígenes se remontan a la época de la caída del Imperio Romano de Occidente. La Nobleza
Inmemorial es aquella establecida como existente desde antes de los registros normales de un
título nobiliario. En su sentido restrictivo, se refiere a las familias nobles cuyos orígenes se
pueden rastrear a partir de la caída del Imperio Romano, esto es, alrededor del año 490. En su
sentido más inclusivo y más generalmente aceptado, se refiere a los poseedores de nobleza
feudal que pueden rastrear su posesión ininterrumpida de derechos nobiliarios a tiempos
inmemoriales.
En muchos reinos las casas más antiguas se consideran primus inter pares, disfrutando de este
rango no por un decreto real, sino por el ejercicio sin oposición de los privilegios de la
aristocracia desde tiempos inmemoriales, haciendo innecesario establecer las circunstancias
de la concesión original.
El tiempo inmemorial: Es un tiempo que se extiende más allá del alcance de la memoria, los
registros o la tradición. La inferencia es que el sujeto referido es, o puede considerarse,
indefinidamente antiguo. El término se ha definido formalmente para algunos propósitos. En el
Derecho inglés, por ejemplo, tiempo inmemorial significa "un tiempo anterior a la historia legal
y más allá de la memoria legal". En 1275, por el primer Estatuto de Westminster, este tiempo
fue limitado al reinado de Ricardo I “Corazón de León”, comenzando el 6 de julio de 1189,
fecha de su ascensión al trono. Las pruebas de una posesión ininterrumpida o el uso de
cualquier derecho desde esa fecha hizo innecesario establecer la cesión original. En 1832, el
plan de fechar la memoria legal a partir de un momento fijo fue abandonado; en su lugar, se
aceptó que los derechos que se habían disfrutado durante veinte años (o treinta años si era
contra la Corona) no podían cuestionarse simplemente demostrando que no se habían
disfrutado con anterioridad. El Tribunal de Caballería de Inglaterra y Gales (Her Majesty's High
Court of Chivalry of England and Wales), un antiguo tribunal civil inglés, definió el periodo
anterior a 1066 como "tiempo inmemorial" para los asuntos de la heráldica.
El año fijado como límite para el registro más antiguo conservado con el fin de ser considerado
como un noble inmemorial depende de las tradiciones de cada región en particular.
Las familias nobles durante la Edad Media y hasta la Edad Moderna estaban integradas por
abuelos, padres, tíos, sobrinos e incluso los sirvientes. A esta forma se le ha llamado familia
extendida o de linaje abierto. El padre era el encargado de cuidar del patrimonio y el apellido
mediante los convenios matrimoniales, la primogenitura y el uso de la dote.
Los matrimonios se arreglaban con otras familias cuyo apellido tuviera prestigio y contribuyera
con los bienes de la familia. Era el primogénito quien tenía el derecho y la obligación de
contraer matrimonio. El vínculo matrimonial era decidido por los padres y parientes mayores.
Los hermanos menores varones, "secundones", debían decidir entre una carrera militar,
eclesiástica o simplemente colaborar con el hermano mayor.
Las mujeres de la familia recibían una dote, es decir, una cantidad de bienes que le eran
entregados al marido en custodia y para el sustento de la esposa, lo cual se consideraba el
aporte de la esposa al matrimonio. Este patrimonio era usado en negocios que al producir
ganancias formaban parte de la familia, que se había extendido con dicho matrimonio. Cuando
la mujer entraba a un convento se seguía el mismo procedimiento, pues estaba casándose con
Dios. Esta vez, la abadesa era la encargada de la administración de la dote.
Muchos de los matrimonios se realizaban entre familiares por lo que la endogamia era
frecuente. Pero al mismo tiempo era una manera de resolver problemas entre vecinos y
generar conexiones políticas convenientes entre pueblos y reinos. De esta forma el señor de la
casa tenía un “buen señorío” que conservaba y acrecentaba su prestigio, su linaje y sus bienes
para su beneficio y el de sus súbditos.
[1] Lawrence Stone, "La familia de linaje Abierto. 1450-1630", en Familia, sexo y matrimonio
en Inglaterra 1500-1800, trad. por María Guadalupe Ramírez, México, 1990, pp. 59-74.1
España
...el poseer un título nobiliario, es un hecho admitido por el ordenamiento jurídico actual, que
ampara constitucionalmente su concesión por el Rey a cualquier español (arts. 62 f) y 14 de la
C. E.) como acto de gracia o merced en cuanto a la decisión última, pero en todo caso «con
arreglo a las Leyes»; que contiene normas sobre su rehabilitación, transmisión y caducidad, y
que protege el uso de los títulos y persigue la usurpación o el uso de títulos por quienes no
tengan derecho a ellos. Por consiguiente, no puede afirmarse que el hecho de ser o no ser
noble, tener o no tener título, carezca totalmente de relevancia para el ordenamiento, pues lo
irrelevante para el Derecho es aquello que éste no contempla ni regula. Y siendo un hecho
lícito el ser noble no puede tampoco considerarse vejatorio ni contrario a Derecho el que con
efectos limitados a determinadas relaciones jurídicas privadas se exija la prueba de que uno
mismo es noble (por ejemplo, para poder ser miembro de un club o asociación deportiva
privada) o de que lo es su cónyuge (como sucede en el caso que nos ocupa). El principal
problema consiste en determinar cuál es el contenido jurídico de un título nobiliario, o dicho
de otro modo, cuáles son las consecuencias jurídicas inherentes al mismo. Aunque poseer un
título nobiliario es, como hemos visto, un hecho lícito y compatible con la Constitución, su
contenido jurídico se agota en el derecho a adquirirlo, a usarlo y a protegerlo frente a terceros
de modo semejante a lo que sucede con el derecho al nombre. Desde 1820 un título nobiliario
es -y no es más que eso- una preeminencia o prerrogativa de honor, y por eso se entiende
nemine discrepante que su concesión corresponde al Rey como uno de esos «honores» a que
se refiere el art. 62 f) de la Constitución. Pero en el uso del título adquirido por concesión
directa o por vía sucesoria agota el título su contenido jurídico, y no es, como en el Antiguo
Régimen, signo definitorio de un status o condición jurídica estamental y privilegiada. Su
esencia o consistencia jurídica se agota en su existencia.»
Francia
En Francia, estas familias son, en primer lugar, los descendientes por línea paterna y legítima
de los primeros duques de Borgoña, Normandía, Gascuña y Aquitania, y de los condes de
Anjou, Blois, Bretaña, Champagne, Flandes y Toulouse, y en un segundo lugar, de los condes de
Angoulême, Bigorre, Cominges, Foix, Forez, Perigord, Ponthieu, Rouergue y Vermandois, y los
vizcondes de Limoges, Turena, Béarn, Béziers y Carcassonne, y los señores de Borbón, Coucy y
Beaujeu. Esta nobleza ni se otorga ni se puede acceder a ella.
Irlanda
En Irlanda, las familias nobles pueden, con pocas excepciones, rastrear su ascendencia por lo
menos hasta el siglo IV d.C., con sus genealogías extendiéndose aún más atrás, pero ya
entrando en el reino de la mitología. Los más famosos son los Uí Néill, descendientes de Niall
de los Nueve Rehenes, en el norte de Irlanda, y en el sur de la Eóganachta. Los títulos
irlandeses son los nombres de los septs (divisiones de clanes) en sí mismos, como O'Conor
Don, MacDermot de Coolavin, O'Neill de Clanaboy, O'Donnell de Tyrconnell, O'Kelly de Gallagh
y Tycooly, O'Toole de Fer Tire, O'Donovan de Clancahill, O'Donoghue de los Glens,
McGillycuddy de los Reeks, O'Callaghan de Duhallow y O'Brien de Thomond. Hay una veintena
de estas nobles familias irlandesas que permanecen, aunque menos de los títulos, quizá la
mitad, han estado en uso continuo desde el siglo XVII. En lo que hoy es Escocia, la antigua
nobleza es en realidad muy poca, aunque muchas familias hacen reclamos. Los únicos
verificables solo son unas cuantas familias de las islas occidentales, que no formaban parte de
Escocia cuando aparecieron por primera vez. Los más conocidos son los extensos
Clann_Somhairle, Halla el don que significa de origen noble hoy, representados por el High
Chief del Clan Donald.
Norte de Europa
Reino Unido
En Inglaterra, el umbral para ser considerado un noble inmemorial sería el año 1189, el
tradicional tiempo inmemorial. Sin embargo, en la nobleza de Inglaterra, el más antiguo título
es el del barón de Ros, creado como Par hereditario en 1264.
Rusia
En la Rusia Imperial, existía una categoría similar llamada древнее дворянство ("Antigua
nobleza"). No tenía un año establecido, pero requería trazar su linaje a partir de Riúrik de
Novgorod (Rurikidas) o Gediminas de Lituania (Gediminidas).
Tipos de nobleza
Es la nobleza real, ya que el resto de los tipos de nobleza se refiere a personas que adquirieron
los títulos de nobleza por concesión de un Soberano.
Nobleza de privilegio: la que concedía el monarca de cada nación o Estado como recompensa
de servicios prestados al Estado o acciones gloriosas, pudiendo ser personal o transmisible.
Personal cuando se concede únicamente a un sujeto para que de ella goce mientras viva y
desaparece con su fallecimiento.
Transmisible cuando la tenencia es para la persona a quien se otorga y para sus descendientes
de forma que pasa a todos los grados en línea recta de varón en varón.
Nobleza de sangre: nobleza heredada de los mayores, es decir la que viene por linaje. Cuando
esta nobleza se lleva transmitiendo desde tiempos anteriores a los registros existentes,
también se denomina nobleza inmemorial (es sentido amplio).2 Es el caso de la mayoría de
hidalgos, que disfrutaban de su rango sin precisar de documento de concesión o carta
ejecutoria de hidalguía.
Alta nobleza, los grandes de España o pares de Francia y los títulos (duques, marqueses,
condes).
Baja nobleza, que en España está representada por los hidalgos, escuderos, infanzones, etc.,
que únicamente disfrutaban de su condición privilegiada, pero no tenían por qué tener rentas
para sostener un modo de vida compatible con tal condición.
Características
Algunas de las características de esta clase social eran que no pagaban determinados
impuestos, tenían grandes extensiones de tierras y gran cantidad de campesinos o siervos que
trabajaban para ellos. Si un siervo lograba sobrevivir durante un año y un día lejos de su señor
podía conseguir la libertad.
Los nobles poseían castillos y armas. Disponían de tiempo libre para la caza, la pesca e incluso
para organizar torneos como las justas o combates con espadas en tiempos de paz. En el caso
de estallar algún tipo de conflicto armado, estaban obligados a ponerse al servicio del rey para
las guerras. En este sentido, la identificación de la nobleza con el servicio de las armas tenía
como efecto que, además de reservarse a los miembros del estamento los puestos de
dirección de los ejércitos, estuvieran exentos de las levas obligatorias. Esta era una fórmula de
reclutamiento que algunas Monarquías, como la hispánica, comenzaron a aplicar a fines del
siglo XVI.
En España sus prerrogativas estaban reguladas por las leyes (fundamentalmente en las Siete
Partidas y la Novísima Recopilación) y eran las siguientes:
Estaban exentos de tributos concernientes a los plebeyos, si bien debían contribuir para el
reparo de muros, cercas, fuentes y puentes.
No podían ser encarcelados por deudas de naturaleza civil, pero lo podían ser por las que
procedían de delito o casi delito y de pechos o derechos reales, si bien en semejantes casos
habían de ponerse en cárcel separada de la destinada a los demás.
Podían ir a prisión por delito penal (robo, homicidio, etc.) pero con la virtud de estar en una
celda separada de los demás reclusos.
Historia
Grecia
Teseo dividió al pueblo de Atenas en dos clases, distinguiendo los nobles de los artesanos y
escogiendo a los primeros como jefes de religión, siendo los únicos magistrados.
Solón, al reformar la República de Atenas, dejó las dignidades, el mando, el poder, la autoridad
y los honores en manos de los nobles y los ricos.
Se elegían los arcontes, los jueces del Areópago, el senado de los Quinientos y todos los
principales magistrados y los generales del ejército.
Se reservaba al pueblo o la plebe los cargos lucrativos o poco honrosos con el derecho de
sufragio en las asambleas.
Roma
La primera división que hizo Rómulo de sus vasallos, formó el cuerpo de la nobleza de
personas distinguidas por su mérito, por sus servicios y por sus riquezas. Les dio el nombre de
patres y formó de ellos un senado, y todo el resto de la nación se llamó pueblo, plebs, de
donde viene la distinción de los patricios y plebeyos.
Había dos grados de nobleza con relación al nacimiento, que eran los siguientes:
Ingenuos que eran los nacidos de padres libres y que habían disfrutado siempre de la libertad.
Gentiles, que tenían gentem et familiam o que descendían de una familia antigua: después de
que los plebeyos fueron admitidos a las magistraturas, los que eran elevados a ellas
participaban de la nobleza que le iba aneja, con la diferencia de que se les llamaba novi
homines, hombres nuevos, para dar a entender que habían sido nuevamente ennoblecidos.
Entre los romanos había ciertos empleos que daban derecho a los que los ejercían para hacer
su retrato o pintura o escultura, ius imaginum, lo cual ennoblecía una familia. Las familias que
habían tenido magistrados curules, ponían en los atrios de sus casas ciertos armarios con
varios nichos y en ellos el retrato de alguno de sus mayores en cera con colores al natural. Una
línea tirada de alto a abajo a la manera de nuestros árboles genealógicos significaba la filiación
y descendencia. En los entierros se sacaban estos retratos y se llevaban en procesión detrás
del cadáver a modo de triunfo.
También había algunos otros signos exteriores de la nobleza, como eran las bolitas de oro que
se colgaban al cuello de los niños y los cristales que llevaban en su calzado. Esto ocurrió en
otras civilizaciones antiguas, como fueron los persas, que tenían derecho de ir siempre a
caballo. En la antigua India que se distinguían por sus trajes de biso. Los atenienses con sus
adornos de oro en la cabeza. Los bretones por el color azul que se pintaban.
En las medallas del emperador Cómodo se la ve representada, como observa Montfaucon, por
una mujer en pie con una lanza en la mano derecha.
Una medalla del emperador Geta la representa en hábito talar, teniendo una lanza en una
mano y en la otra una figura de Minerva, aludiendo a los dos modos de adquirir la nobleza, por
las armas o por las letras.
Gravelot coloca una estrella sobre su cabeza o la suerte que preside al nacimiento.
Pueblo judío
Moisés habla de la nobleza en el libro del Deuteronomio. En el Levítico se dice que el sumo
sacerdote no mezclará la sangre de su linaje con gente plebeya. Sin embargo eso solo consta
en biblias cristianas, por lo que es tendencioso basarse en estos datos como referencia
histórica.
Se entiende por nobles aquellos que eran conocidos y distinguidos del común de las gentes, los
cuales fueron nombrados príncipes y tribunos para gobernar al pueblo judaico.
En los libros de la Torá se habla de la tribu de Levi de donde provienen los cohanim o
sacerdotes que dirigían las ceremonias religiosas en el primer y segundo templo. Además se
habla del nombramiento de Reyes (no necesariamente como cargo hereditario), además de
existir el nombramiento de Jueces encargados de asuntos menores.
Nobleza feudal
Todo poseedor de un feudo era noble, pero la mayor o menor importancia de los feudos
contribuyó a establecer diversos grados en la nobleza. Los más encumbrados eran los duques,
condes y marqueses, poderosos señores que solo rendían homenaje a los reyes y de quienes
dependían numerosos vasallos.
De menor jerarquía, eran los llamados en Francia barones, y en España ricos-hombres, quienes
a su vez recibían el homenaje de señores de inferior categoría, poseedores de feudos más
pequeños. Estos últimos constituían la pequeña nobleza y eran llamados castellanos, hidalgos
o caballeros. (Como los nobles combatían a caballo, el término caballero se convirtió más
adelante en sinónimo de noble).6
La herencia de los beneficios había convertido con el paso del tiempo a los señores feudales en
un orden social cerrado: ya no se podía hacer uno noble por méritos o por los cargos
desempeñados, se era de nacimiento. Para reforzar el poder sobre un territorio, para
concentrarlo y para asegurar la transmisión de padre a hijo, la nobleza adaptó una estructura
familiar fundada en el linaje; es decir, regulada por la descendencia masculina de los
primogénitos de un mismo antepasado. Los hijos no primogénitos llegaban al rango de
caballeros a través de una ceremonia reglamentada, una investidura que presuponía la
consignación de las armas y de las insignias.7
Nobleza española
También se les daba honras y franquezas que servían a los demás a seguir el ejemplo y como
forma de estimular a los demás a ir al combate no solo en defensa del territorio, sino como
recompensa personal, reconociendo las más ilustres casas de España su origen en personas
particulares que por sus gestas merecieron ser recompensadas con títulos de nobleza para sí y
sus descendientes, llegando a conseguir con el tiempo las dignidades de caballeros, condes,
marqueses, duques y ricoshombres y hasta la Grandeza de España.
Según el Diccionario de derecho canónico: traducido del que ha escrito en francés el abate
Andrés, volumen 4, 1848, la voz nobles, nobleza:8
En Derecho Canónico parece que no puede introducirse ni conservarse sin abuso de la Iglesia,
la regla de no admitir para los cargos y los beneficios más que a los nobles, como opinan
canonistas como Barbosa y Felino. No obstante, las disposiciones que en tiempos más
pretéritos unían ciertas prerrogativas a la condición de noble, eran muy legítimas y a veces de
utilidad, como refirió el sabio Tomasino de la Iglesia de Lyon en la que en 1245 había 72
canónigos, de los cuales uno era hijo de emperador, nueve de reyes, catorce de duques,
treinta de condes y veinte de barones afirmando que esta Iglesia primada atrajese a otras con
su ejemplo a la misma práctica y quizás ella misma siguió el ejemplo de alguna otra, aunque se
cree que fue por motivos religiosos y no por intereses mundanos ya que la piedad de personas
poderosas eran un buen reclamo para otras.
En España la estructura de las familias nobles propiciaba que varios de sus miembros, de los
hijos secundones y mujeres, se ingresaran a la vida eclesiástica. De esta forma se generaban
alianzas, se aumentaba y difundía el prestigio, se incrementaba el patrimonio familiar y se
facilitaba la influencia en los gobiernos municipales mediante las actividades de los cabildos
catedralicios y las cortes señoriales espirituales.
Los hombres podían ingresar tanto al clero regular como al secular. Para obtener un cargo
dentro de la corona española debían obtener, por lo menos, el título de bachiller en alguna
universidad. La carrera como funcionarios reales contribuía tanto a su prestigio como a su
fortuna. Si formaban parte de un cabildo catedralicio tenían injerencia tanto en asuntos
económicos, políticos y sociales, ya que estos se encargaban de:
Durante los siglos XVI y XVII, la nobleza española dio forma a las cortes señoriales espirituales.
Estas fueron un modelo educativo de realeza y dinastía piadosa que vivía en palacios-
conventos donde se dedicaban a hacer oración y a observar el cumplimiento de los
mandamientos rituales-sacramentales, mismos que servían como ejemplo de virtudes
católicas. Las casas o palacios se convertían en espacios sacralizados que daban difusión,
legitimación y reconocimiento a la aristocracia.
Este modelo religioso tenía el objetivo de permitir que todos, especialmente los que no
estaban encargados de dirigir las instituciones, practicaran las virtudes y la gracia de Dios. Los
fieles se adaptaban a la tarea según su estado jurídico y social (frailes, huérfanas, hijos
bastardos, viudas, mujeres que no se habían casado, esposas). De esta forma los súbditos
podían participar activamente para combatir la herejía y alcanzar la paz del reino. En un orden
jerárquico, correspondía al rey y a los nobles cumplir la obligación con Dios para mantener la
religión por medio de la doctrina y el ejemplo.
“cuando [los Príncipes] son malos, ligeramente caen los súbditos y son pervertidos los reinos.
Así como los buenos son resucitados y en virtud establecidos … Cuando los príncipes son
buenos y devotos, son muy buenos para sí mismos y para muchos. Son causa que las virtudes
sean estimadas y las buenas costumbres amadas y proseguidas, y sean, por consiguiente, sus
reinos reformados y aumentados, sublimados y establecidos. Y son causa que nuestro Señor
Dios sea más conoscido y servido en todo su reino, y alcancen para sí mayor felicidad en los
cielos y salud temporal y eterna para sus pueblos.”10
El modelo de realeza y nobleza devota y espiritual produjo beatas, santos, frailes, místicos,
profetas que practicaban las virtudes personales (generosidad, paciencia, oración, asistencia a
misa), el dominio de las pasiones, la piedad con los necesitados (visita y curación de los
enfermos, predicación de la doctrina), las donaciones a la iglesia, fundación de conventos,
monasterios y hospitales. Esas cortes señoriales, a veces pequeñas casas en ciudades y villas,
formaban extensas redes que conectaban conventos, monasterios, beaterios a través de todo
el reino. Estas tenían relación con las alianzas y parentescos de las grandes familias de la
nobleza (Guzmán, Ponce de León o Casa de Arcos, etcétera). Así que la conexión entre las
redes de cortes señoriales interactuaban con el establecimiento y la difusión de las órdenes
religiosas. De esta forma se enseñaba a los fieles de menor rango social en las devociones
católicas. La política hispana entrelazaba el funcionamiento entre las instituciones civiles y
eclesiásticas, mismo que se siguió posteriormente en las colonias.
Hay pruebas para demostrar la pertenencia a la nobleza en España que son las siguientes
(seguro hasta principios siglo XX):
El título de su concesión.
Prueba de posesión local acreditando que el pretendiente y su padre han estado en posesión
de hijodalgo por espacio de 20 años y en su virtud se le manda guardar la posesión de
hijodalgo en la localidad en donde vive solamente denominado hidalgo de gotera o de canales
adentro que significa que saliendo del lugar ya no lo es.
Prueba de posesión general en que se ha demostrar de tres personas, el del pretendiente, su
padre y su abuelo por igual tiempo de veinte años cumplidos y continuos y al que lo probare se
manda amparar en la posesión de la hidalguía que le ha de ser guardada generalmente pero
no se le declara hidalgo en propiedad, porque este litigio se conserva al procurador fiscal y al
concejo del pueblo para que sigan su derecho y, si estos vencen después, se manda despojar
de la posesión al pretendiente.
Prueba de propiedad posesoria que se consigue probando la del pretendiente, padre y abuelo
y la prueba de la inmemorial y se pide ejecutoria y se declara hijodalgo al pretendiente
imponiendo perpetuo silencio a los contradictores.
Clases
Infanzón, denominación bajo la que se agrupa a las distintas clases de nobles no titulados en el
Reino de Aragón. Podían ser hermunios o de privilegio.
Hijodalgo o Hidalgo, persona que por su sangre es de una clase noble y distinguida. En el
antiguo régimen eran mayoritarios en Cantabria, Asturias, Vizcaya, Guipúzcoa y muy
numerosos en Castilla la Vieja y Navarra.11
Simple. De solar conocido y de devengar 500 sueldos, es decir, de casa más antigua y noble
perteneciente a una familia.
Escudero, persona de la nobleza generalmente emparentada con una casa ilustre por la que es
reconocido y tratado como tal, hidalgo al servicio de una gran casa.
De pendón y caldera, se trata de ricos hombres de Castilla con privilegios por parte de los
reyes en tener como divisa un pendón para movilizar gente y la caldera que los gastos corrían
de su cuenta.
Conde, título nobiliario que concedían los reyes y en la Edad Media equivalía a gobernador de
una comarca.
Marqués, título nobiliario que corresponde al magnate que estaba al frente de una marca o
frontera de su nación.
Duque, título nobiliario que se deriva de los antiguos gobernadores militares (dux).
Baronet, título hereditario inglés ubicado en la pirámide nobiliaria debajo del Barón pero
encima del Caballero.
Delfín, título del sucesor de los reyes de Francia desde 1349, anteriormente del noble señor de
la región del Delfinado.
Grande de España, individuo de la primera nobleza con importantes rentas y privilegios. Uno
de ellos era poder cubrirse ante el rey o en el caso de las señoras sentarse delante de la reina.
También eran llamados «primo» por el rey.
La dignidad de Grande de España, que sucedió a la ricahombría antigua, fue la que gozó de
mayores consideraciones y más dignidades. Dichos privilegios eran ralativos al servicio interior
de palacio, personas reales, gobierno de la nación, ejércitos, suprema administración de
justicia y otras. Ser Grande de España era como un salvoconducto para aspirar a los cargos más
importantes de los distintos reinos en España.
Los primeros nobles conocidos durante la Restauración de España fueron conocidos como
infanzones, caudillos de las casas fuertes (como fueron Don Pelayo en Asturias, Don García
Jiménez en los Pirineos y Don García Íñiguez en Cataluña). Fueron los verdaderos y antiguos
solares de la nobleza en España.
Estos primeros nobles conquistaron desde sus fortalezas muchas tierras y despojos con los que
se hicieron poderosos. Heredaban estas posesiones los hijos mayores, y los segundos eran
pobres llamándose todos infanzones. Posteriormente este nombre se entendió por hijo-dalgo
y pertenece ya al romance castellano.
Don Alfonso, en sus leyes, dio el verdadero sentido etimológico a la palabra nobleza al
compararla en la lengua castellana con "bien". Por eso fueron llamaron fijos-dalgo que
muestra tanto como fijos de bien, es decir, como hijo de hombre que tiene lo que ha de
menester y que no es pobre ni vive en estado vil. Los primeros hijos-dalgo fueron aquellos que
cuando la tierra se iba conquistando de los moros, salían con armas y caballos suyos a ayudar
al rey.
Posteriormente a los más poderosos ricos hombres, dignidad de la misma nobleza que era de
mayor valía. De ésta procedieron nuestros actuales grandes de España.
A través el tiempo, estas casas nobles llegaron a adquirir tal consideración que se otorgaron no
solo a los particulares que se habían distinguido, sino a los mismos príncipes de la sangre real
(véase el memorial del duque de Arcos).
Este hecho elevó a Felipe V del que se dice, entre otras cosas, que el título de grande de
España no solo se les dio a los nietos legítimos de los reyes de España. Además se les otorgaba
a los hijos y nietos legítimos de los reyes o príncipes, españoles o extranjeros que llegaran a
Castilla. De esta forma los príncipes soberanos de Europa no obtenían más grado ni dignidad
que la de ricahombría o grandeza.
Esto se justificó en el tiempo del rey don Alfonso X el Sabio cuando se confirman sus privilegios
como ricos hombres a las siguientes personas:
El marqués de Monferrato.
El conde de Flandes.
En esta época los nobles y grandes de España no solo alcanzaron una estimación honorífica.
También disfrutaron de Estados y señoríos, donde fueron pequeños soberanos. Se
relacionaban unos con otros por su genealogía o contando entre sus ascendientes, nombres
ilustres y gloriosos.
En el Memorial del duque de Arcos se dice lo siguiente de algunas casas nobles de España:
Que la casa de Lara que procede de los condes de Castilla, tuvo en España la soberanía de
Molina y Albarracín y en Francia el ducado de Narbona. Que el señorío de Lara recayó por
sangre en la casa real de Castilla y que aún se pone en los dictados de V.M. el señorío de
Molina que fue de esta casa.
Que la casa de Haro obtuvo grandes prerrogativas y de esta casa proceden también las de
Mendoza y Ayala, de cuya sangre participaba la casa real.
Que la casa de Velasco, ilustre entre todas las más antiguas de España, procede de Nuño
Nuñez Rasura, uno de los jueces de Castilla y descendiente de los reyes Hermenegildo y
Recaredo. Y las casas de Acuña y Girón, que unidas produjeron a los duques de Escalonada y
Osuna, descienden del infante de Aznar Fruelas, hijo de Fruela II, rey de León.
Que la casa de Moncada prueba, con testimonio de los mismos reyes de Aragón, proceder de
los condes soberanos de Barcelona y no solo se ensalzó por matrimonio con los soberanos de
Urgel, Ampurias, Provenza y otros, sino que gozó muchos años el principado de Bearne que
recayó por sangre en la augusta casa de Francia.
Que la casa de Toledo, siempre fecunda en líneas y héroes, no solo se cree procedente de los
antiguos reyes godos, sino que tuvo la suerte de que perteneciese su sangre con el estado de
Casarrubios, al rey católico por su línea materna, y a V.M. otra vez por la serenísima reina
María de Médicis, su tercera abuela, que era nieta de doña Leonor de Toledo, gran duquesa de
Toscana (véanse linaje y genealogía).
Por tanto, los grandes y ricos hombres tuvieron una alta consideración en la monarquía de los
siglos medios a la que unieron la influencia que les daba su valor personal, sus riquezas y las
grandes fuerzas que podían disponer. Y éstas contribuyeron eficazmente a la restauración de
la monarquía y a la expulsión de los sarracenos de España (véase Reconquista).
Posteriormente, fue necesario cortar esta influencia por los perniciosos efectos que se dejaron
sentir en los siglos XIII y XIV. Los nobles, dueños de inmensos estados y acaudillando
numerosas huestes que los reconocían por sus señores naturales y les respetaban más que al
monarca mismo, llegaron a ensoberbecerse hasta el extremo que la Corona tuvo que entrar en
vergonzosas transacciones con ellos.
Los monarcas se vieron obligados a dar entrada en las Cortes a los plebeyos, o sea, al estado
llano (véase Cortes de Castilla), para hacer causa común contra la nobleza porque el monarca
veía cercenada su autoridad por la prepotencia de los nobles.
De esta situación de reinados precarios ante la prepotencia de los nobles hay varios ejemplos,
algunos de los cuales son los siguientes:
Del reinado de Enrique III que fue a cada paso víctima de la ambición y orgullo de los
magnates.
Del reinado de don Pedro el Justiciero tuvo que descargar contra algunos nobles prepotentes
todo el peso de su cólera para purgar al país de muchos males que le asolaban ofreciendo en
sus personas terrible y ejemplar castigo a la ambición desenfrenada y licenciosa.
Reconquistada la monarquía, los grandes siguieron el impulso que el trono les daba, porque
siempre se retrataba la influencia del soberano en los magnates y poderosos que rodean el
trono.
Con los Reyes Católicos ayudaron en la conquista de Granada e hicieron expediciones al nuevo
mundo.
Desde esa época y en adelante la mayoría de los nobles en España no fueron más que un
lujoso adorno del trono y de la monarquía, compuesto de una multitud de títulos nobiliarios
que residían y medraban en la Corte para conseguir cargos políticos. Por ejemplo, el de
gobernador de una provincia, virreyes en el Nuevo Mundo, etc., y gastaban en ella las rentas
que les producían sus estados, muchos de ellos en lastimoso abandono.
Tratamientos
S. M.: Su Majestad. Puede ser Su Real Majestad o Su Majestad Imperial. Se le llama así a los
reyes y emperadores. Ej.: Rey de España. Rey de Países Bajos, Reina de Inglaterra.
S. A. I. R.: Su Alteza Imperial Real. Se le llama así a los archiduques, duques o príncipes varones
o damas no casadas de alguna corona imperial. Ej.: Archiduques de Habsburgo-Lorena,
descendientes del Emperador de Austria. Al Jefe de la Familia Imperial de Alemania y Real de
Prusia. Al Jefe de la Familia Imperial de Brasil como príncipe Imperial de Brasil y príncipe de
Orleans-Braganza.
S. A. R.: Su Alteza Real. Se le llama así a los príncipes o duques varones o damas no casadas de
alguna corona real. Ej.: Príncipes de Orléans, descendientes del ex Rey de Francia. Infantes de
España, descendientes del Rey de España. Príncipes de Baviera, descendientes del Rey de
Baviera.
S. A. S.: Su Alteza Serenísima. Se le llama así a todos los príncipes o duques que existan
mediatizados. Ej.: Príncipes de Lippe. Príncipes de Ratibor. Duques de Arenberg.
Traducciones
Dentro de la nobleza foránea austríaca y alemana, los títulos aparecen en su idioma original, el
alemán, por lo tanto la traducción de esos títulos al español es como sigue:
Erzherzog/Erzherzogin: Archiduque/Archiduquesa
Herzog/Herzogin: Duque/Duquesa
Graf/Gräfin: Conde/Condesa
El título de Noble Señor (Edler Herr) es un título especial y muy escaso (uno de ellos es el de
S.A.S. la princesa y noble señora Sophie zur Lippe-Weissenfel) y para aquellos que lo tengan es
un complemento del título de príncipe o duque y solo pueden ostentarlo estos dos últimos.
[cita requerida]
A diferencia de los títulos en naciones anglosajonas o francas, en Hungría hasta mediados del
siglo XV, todos los nobles poseían el mismo rango, y lo que los diferenciaba era la cantidad de
propiedades que tenían. Luego de la regencia de Juan Hunyadi y del reinado de su hijo Matías
Corvino, se comenzaron a otorgar los títulos de barón y conde, como recompensa por hechos
heroicos frente a los turcos otomanos invasores, o sencillamente por servicio al rey húngaro.
Estos nuevos títulos no estaban ligados a un territorio en particular, como ocurría en otras
naciones, donde había condados, baronatos y señoríos (es decir, no existía un título de «Barón
de Montesquieu» que se heredaba). Los tres rangos nobiliarios en Hungría fueron entonces el
de conde, barón y señor noble húngaro.
Por otra parte, los nobles húngaros heredaban un «antenombre nobiliario» (nemesi előnév)
que era sencillamente el nombre de su propiedad principal, que se colocaba delante del
apellido con una letra «i» para denotar el «de» de pertenencia. De esta manera, la familia
noble Horthy de Nagybánya en húngaro se denota: nagybányai Horthy. Los títulos nobiliarios y
antenombres nobiliarios fueron suprimidos en 1945 con la llegada del comunismo y la
disolución del Reino húngaro.
Referencias
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matrimonio en Inglaterra 1500-1800. Fondo de Cultura económica. pp. 59-74.
Así lo definió, entre otros, Juan Huarte de San Juan en su Examen de ingenios para las ciencias,
publicado en 1575. También así figura en Floreto de anécdotas y noticias diversas que recopiló
un fraile dominico residente en Sevilla a mediados del siglo XVI, ed. de F. J. Sánchez Cantón, en
Memorial Histórico Español, XLVIII, Madrid: Real Academia de la Historia, 1948, p. 355:
«Llamamos hidalgo de sangre a aquellos que no hay memoria de su principio ni se sabe por
escritura en qué tiempo comenzó ni qué rey hizo la merced, la cual oscuridad tiene la república
recibida por más honrosa que saber distintamente lo contrario».
m.monografias.com/trabajos61/feudalismo/feudalismo2.shtml#xformideoltrifunc
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ceguedad del Mundo, edición y prólogo de Ángel Custodio Vega,. Ángel Custodio Vega, Juan
Flors. pp. 43 y 46.
Según la historiadora Mar Díaz Saiz, en la obra Historia de Cantabria, a diferencia de la España
meridional, en el norte el número de nobles era elevado y sus diferencias con el pueblo llano
escasas. El 50% de la población tenía algún título de hidalguía. En el caso de Cantabria esta
cifra fue mayor, alcanzando el 83% de la población en el siglo XVI y superando el 90% en torno
a 1740.
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Enlaces externos
Dianlet. Unirioja, Rafael Pérez García, "Espirituales, cortes señoriales y linajes nobiliarios.
Construcción y desarrollo de climas sacro-espirituales de referencia social en Andalucía de los
siglos XVI y XVII”, Historia y genealogía
Fuentes para el estudio del señorío en Aragón: Fondos del Archivo de la Nobleza (Toledo)
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