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NOTAS PARA UNA HISTORIA SOCIAL DE LA ALIMENTACIÓN EN LA ANTIGÜEDAD:

MITOS, RITUALES, RACIONES, BANQUETES.


IRENE
UNIDAD 4

La alimentación ha ofrecido un campor de estudios privilegiado para analizar las relaciones entre naturaleza y
cultura, pues implica la estrecha vinculación y reciprocidad entre los aspectos biológicos (innato) y lo cultural
(adquirido), pues los seres humanos dependen de ambas mientras construyen su historia, entendida como un
proceso que abarca su presente, su pasado y su futuro.

Levi-Strauss reflexionaba sobre las dimensiones culturales de la cocina, considerándola como un subsistema
dentro de un sistema cultural más amplio y sostenido que se trata de una actividad universal. Jack Godoy, propuso
reintroducir la dimensión histórica y comparativa para desarrollar hipótesis más ricas. Para él, las estructuras
simbólicas no pueden considerarse atemporales, y las prácticas de consumo deben relacionarse con la producción,
distribución y el orden socio-económico en el marco de sociedades específicas. Deben destacarse los esfuerzos
por la interdisciplinariedad, sumando enfoques sociológicos y antropológicos para iluminar los procesos históricos
relacionados con la alimentación. Algunos ejemplos provienen de las fuentes súmeras y acadias, que expresan la
dimensión social, política, económica y simbólica de los alimentos, particularmente la cerveza, los banquetes y las
ofrendas rituales.

Raciones: trabajo dependiente, especialización y redistribución

Las listas de raciones son textos procedentes de diversas ciudades del centro y del sur de la Mesopotamia, que
datan de fines del tercer milenio a. c. aquí se detallan sexo y edad de los trabajadores, tipo de trabajo y cantidad
mensual o anual de los elementos básicos constitutivos de las raciones: cebada, aceite y lana. Los trabajadores son
artesanos de tiempo completo en los talleres de los templos y palacios. Su situación de dependencia es parte de
un proceso político tanto como económico, y se ve reforzada por la manera en que el poder obtiene la mano de
obra, la zona mesopotámica es una zona de conflictos e inestabilidad política, numerosos textos que datan de
fines del tercer milenio en adelante relatan la captura de hombres, mujeres y niñxs en campañas bélicas o razzias.
En algunos casos los prisioneros son trabajadores calificados.

Los templos también son receptores de mano de obra, en la forma de una institución que los textos de Ur III (-
2100/-2000) denominan ofrenda, que involucra mujeres y niñxs, estos aparecen en las listas de raciones.

La distribución concreta de las raciones se cumplía en forma diaria. Un elemento significativo y revelador de
pautas culturales ancestrales está conformado por la diferencia en las cantidades de cebada asignadas a lxs
trabajadorxs según su sexo y edad, (a los hombres el doble que a las mujeres, a lxs niñxs la mitad que a las
mujeres).

La cebada constituía la base del sistema de raciones, sin duda por tratarse del cereal de mayor rendimiento por
cosecha y el más adaptado a la salinidad del suelo, aunque en épocas de crisis las raciones solían disminuir o
incluso desaparecer. El valor energético de las raciones de cebada era apenas suficiente para un día de trabajo.

El concepto de ración tenía un significado preciso en las economías antiguas, relacionado con la cantidad y calidad
de alimentos que se consideraban necesarios para la subsistencia, y representaba una manifestación concreta de
la redistribución asimétrica en una sociedad jerárquica en la que la mano de obra estaba sometida a un control
estricto.

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NOTAS PARA UNA HISTORIA SOCIAL DE LA ALIMENTACIÓN EN LA ANTIGÜEDAD:
MITOS, RITUALES, RACIONES, BANQUETES.
IRENE
UNIDAD 4

Elaboración y consumo de cerveza: urbanidad, complejidad social, don mítico

La producción y consumo de bebidas alcohólicas como el vino y la cerveza, en significativa expansión a lo largo del
4° y 3° milenio a. c., se han considerado como rasgos significativos de sociedades complejas del cercano Oriente y
el Egeo. Aparece con regularidad al emerger las sociedades jerárquicamente organizadas. La elaboración de estas
bebidas se enmarca en los procesos de centralización del poder, la acumulación y redistribución, y el
establecimiento de pautas simbólicas (uso en rituales y banquetes) por parte de las elites dominantes.

El consumo de dichas bebidas constituía una muestra de conducta civilizada. Este rasgo se enmarca en la Epopeya
de Gilgamesh. El salvaje Enkidu es conducido por la mujer que lo enamora, transformándolo en humano, a
convivir con unos pastores que lo invitan a comer pan y cerveza.

En el plano mítico, el “dulce líquido” se presentaba como un don de las divinidades, benéfico tanto para ellas
como para los seres humanos. Los dioses no estaban exentos de padecer las consecuencias de una ingesta
excesiva, que podía llevarlos a crear seres defectuosos. Los indicios permiten considerar la producción y consumo
de cerveza como indicadores de la complejidad social.

Pacto, banquetes y ofrendas

El antiguo mundo de Iraq se hallaba articulado mediante los vínculos de parentesco, estructura fundante y
horizonte mental contra el que se recortaban todas las relaciones sociales. Era también un mundo de pactos
bilaterales, cuyos efectos se extendían a los linajes, los pueblos, las administraciones. Matrimonio, pacto y tratado,
relaciones cuyo objetivo era lograr la paz mediante la alianza. Todos los acuerdos de importancia se sellaban
mediante un banquete, la celebración que indicaba la pertenencia al mundo civilizado. La constitución de una
nueva unidad implicaba no solamente la redacción de un contrato, sino también la comida en común. Los
intercambios de parentescos y el consumo de comidas rituales, que anticipaban y preparaban la unión, eran
elementos simbólicos y también compromisos que daban carácter concreto y efectivo a las obligaciones
recíprocas.

Esta “totalidad indivisa” se extendía a los ancestros. Una vez sepultados, los muertos requerían atenciones y
cuidados: el espectro residía habitualmente en el mundo inferior en compañía de sus iguales, pero no rompía los
lazos de parentesco ni los de la vida en común. El tejido social del mundo de los vivos se extendía al mundo de
ultratumba mediante un ritual colectivo denominado kispu. El banquete funerario que reunía a todos los
miembros de la familia, vivos y muertos. La ceremonia representaba, además, la garantía de continuidad entre el
difunto, anterior cabeza de familia, y su descendiente directo, que debía presidir el ritual.

Los mitos y los rituales que les confieren valor simbólico y trascendente, e incluir la pertenencia cultural y las
formas sociales y políticas que dan lugar a la distribución del alimento según la condición de los comensales.

El hecho alimentario constituye así un “hecho social total”. Como afirma Marvin Harris “La comida, por así decirlo,
debe alimentar la mente colectiva antes de poder pasar a un estómago vacío”.

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