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La naturalidad del orden sacerdotal para mujeres: Sor Ruth Schönenberger.

Sor Ruth Schönenberger: "Sería simplemente natural que las mujeres fuéramos sacerdotes"

Me sorprende que la presencia de Cristo haya sido reducida al sexo masculino"

"La imagen y el concepto actual del sacerdocio necesita revisarse a fondo urgentemente"

19.03.2019 Cameron Doody

La priora de una de las órdenes religiosas más grandes y más importantes de Alemania ha
cuestionado públicamente que la Iglesia católica solo admita a hombres al sacerdocio. "Sería
simplemente natural que las mujeres fueran sacerdotes y no puedo entender las razones que
se dan acerca de por qué no", ha declarado sor Ruth Schönenberger, responsable del convento
de las Hermanas Benedictinas Misioneras de Tutzing.

"Me sorprende que la presencia de Cristo haya sido reducida al sexo masculino", afirmó la
religiosa en una entrevista con la web de los obispos alemanes, katholisch.de, y recogida por
La Croix. "Aquí en Tutzing, nosotras también tenemos teólogas altamente cualificadas: la única
cosa que las falta es la ordenación sacerdotal, nada más", añadió Schönenberger, de 68 años y
priora de Tutzing desde 2015.

La monja -superiora de setenta religiosas en Tutzing y dos otros conventos benedictinos más-
dejó claro que los criterios para acceder a las órdenes sagradas no deben basarse en el sexo
del candidato, sino que a los hombres y mujeres se les debe tratar por igual. "La imagen y el
concepto actual del sacerdocio necesita revisarse a fondo urgentemente", explicó
Schönenberger, quien se mostró "sorprendida" de que los sacerdotes "no protesten más"
contra "fenómenos actuales" como los escándalos de abusos, "dado que les involucran".

"Nosotras experimentamos ejemplos de subordinación día tras día"

Para la religiosa, "el punto hasta el que existe en todo el mundo el desequilibrio de poder es
verdaderamente alarmante, como también lo es el hecho de que no hayamos aprendido a
luchar contra él de forma más efectiva. Es algo contra lo que tenemos que emplearnos a
fondo". Pero no bastan gestos diseñados para "reconfortarnos de alguna forma a nosotras -
por ejemplo, prometiendo estudiar la cuestión de las diaconisas".

Y es que este desequilibrio de poder y exclusión de las mujeres del sacerdocio es algo que
afecta todos los días a las monjas de Tutzing, como también explicó Schönenberger.
"Experimentamos ejemplos concretos de subordinación día tras día", lamentó la religiosa. "Si
nosotras, como grupo de mujeres religiosas, queremos celebrar la Eucaristía juntas, tenemos
que organizar que un hombre venga a celebrarla, todos los días. Él está en el altar y lidera la
celebración. A nosotras no nos dejan", precisó la monja, quien añadió que las hermanas hablan
a menudo del asunto y piensan "buscar formas [de celebrar la Eucaristía] que nos convengan y
desarrollar [formas] nuevas".
Las declaraciones de Schönenberger reflejan el sentir de un número de religiosas
germanófonas, después de que la priora del convento benedictino de Fahr (Suiza), sor Irene
Gassman, promoviera el mes pasado la iniciativa "La oración de los jueves", en el marco de la
cual benedictinos alrededor del mundo oran todas las semanas por una mayor igualdad de
género en la Iglesia. Y como se pregunta Schönenberger: "¿Por qué no orar por la igualdad de
género en la Iglesia? Es sumamente importante que todas las discusiones sobre reformas se
ofrezcan a Dios".

¿Por qué no hay mujeres sacerdotes en la Iglesia católica?

El sacerdote representa a Cristo, esposo de la Iglesia,


suprimiendo el simbolismo conyugal vinculado al
ministerio del sacerdote, la Iglesia católica avalaría una
ideología ruinosa para la humanidad

No es una cuestión de disciplina o de derecho. Si fuera así, la regla


podría ser revisada. El sacerdote representa a Cristo, Esposo de la
Iglesia. Se trata de la naturaleza misma del sacramento que ha
recibido.
1. Las mujeres han desempeñado una gran función en el
Nuevo Testamento y en toda la historia de la Iglesia. Sin
embargo, ninguna ha sido ordenada nunca sacerdote.
Las mujeres forman parte del entorno de Jesús. Marta y María son
propuestas como ejemplos: una es modelo de escucha, la otra de fe en
la resurrección.
Son precisamente las mujeres las primeras beneficiarias de una
aparición del Resucitado. A ellas se les encarga la misión: “Id, decid a
sus discípulos y a Pedro…”. Igualmente, entre los colaboradores de
Pablo son nombradas varias mujeres.
En la historia de la Iglesia, ciertamente las mujeres han desempeñado
funciones eminentes de muy distintos tipos: santa Blandina e
innumerables mártires femeninas; santa Genoveva que fue la
providencia de París; santa Juana de Arco que liberó a Francia; santa
Catalina de Siena que no dudó en recordar a los papas sus deberes;
santa Teresa de Ávila reformadora del Carmelo; santa Teresa del Niño
Jesús, patrona de las misiones, “la mayor santa de los tiempos
modernos” según Pío X; la beata Teresa de Calcuta a quien el papa
Juan Pablo II tanto admiraba,…
Lourdes es el reencuentro de dos mujeres: la Virgen María y
Bernadette. La primera peregrinación de ámbito nacional en Francia es
también mérito de una mujer, Margarita de Blic, quien se encargó de
todo a condición de que fuera la única patrona: arrastra 300.000
adhesiones.
En la categoría de los santos, hay muchas más mujeres que en el
Panteón de la República.
¿Y podrían ordenarse diaconisas? La cuestión es discutida; lo que sí
es cierto es que nunca ha habido una sacerdotisa. El argumento no es
decisivo porque podría tratarse de una conveniencia cultural; no es
totalmente descartable, pero sería difícil apoyarse en la Escritura y la
Tradición de la Iglesia para introducir esta novedad.
2. El quid de la cuestión no es la distribución de funciones
sociales, sino el significado del sacramento del orden. El
sacerdote no es, ante todo, un animador de comunidad, sino
el representante de Cristo, Esposo de la Iglesia.
Si se tratara únicamente de funciones sociales, la Iglesia católica
debería seguir la evolución de la sociedad, desde hace al menos un
siglo.
No habría dejado de seguir esta dirección, porque lo anticipó en
concreto en la vida religiosa, tanto la contemplativa como la activa. Ya
hace mucho tiempo que las hermanas dirigen escuelas u hospitales,
que la abadesa o la priora dirige su monasterio.
Pero en la fe católica, así como para los ortodoxos, el sacerdote no se
define en primer lugar por lo que hace. Se dice de él que
actúa in persona Christi. Es Cristo quien actúa a través de él.
En la ordenación, recibe el Espíritu de Cristo para representarle, de
manera suprema cuando celebra la Eucaristía y dice “este es mi
cuerpo” o en el sacramento de la reconciliación cuando dice “yo te
absuelvo de tus pecados”.
En la Escritura, Jesús se presenta a sí mismo como el Esposo de la
Iglesia. Ya es una constante en el Antiguo Testamento: la alianza entre
Dios y su Pueblo es una alianza de amor, una alianza conyugal, con sus
deberes y sus reconciliaciones. En Jesús, Dios hecho hombre, esta
alianza se anuda irrevocablemente.
Es por algo que el primer signo dado por Jesús, en el Evangelio según
san Juan, se sitúa durante un banquete de bodas, en Caná. Varios
pasajes de los Evangelios hablan de bodas en las que Jesús es el
Esposo. Él mismo se llama así (Mateo 9,15).
Hablando del matrimonio cristiano, san Pablo ve en él una
imagen de la relación entre Cristo y la Iglesia. Dirigiéndose a
los hombres, san Pablo les pide: “amad a vuestras mujeres como Cristo
amó a la Iglesia”. Después de recordar la palabra del Génesis sobre la
pareja humana, san Pablo concluye: “Gran misterio es este, lo digo
respecto a Cristo y la Iglesia” (Efesios 5, 25-32).
Esta revelación es un tema ineludible. El Catecismo de la Iglesia
Católica dice que, sobre esta cuestión, que “la Iglesia se reconoce
vinculada” (nº1577).
Una nación puede cambiar su constitución a su antojo, como ha
sucedido en muchos países en los últimos siglos. No sucede lo mismo
en la Iglesia: se entrará siempre en ella por el bautismo de agua y de
Espíritu: siempre se rezará el Padrenuestro y ningún papa inventará
nuevos libros inspirados.

 
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3. Otra cosa es la definición de pastor entre los protestantes
o los evangélicos. Es normal que, entre ellos, la función se
abra tanto a las mujeres como a los hombres.
La Reforma protestante no reconoce la ordenación de obispos,
sacerdotes y diáconos como un sacramento. Para ellos sólo existe el
sacerdocio común a todos los cristianos, en base a su bautismo. Se trata
sólo, en consecuencia, de un reparto de tareas según los talentos de
cada uno y las necesidades de la comunidad.
Entre las funciones, la de pastor es importante. Requiere una
formación apropiada y está acompañada por una bendición. Pero el
pastor recibe su misión del “consejo presbiteral”, es decir, de los fieles.
El pastor no está investido, por tanto, del simbolismo conyugal, con el
que el sacerdote representa a Cristo Esposo de la Iglesia.
Desde esta perspectiva, sería absurdo negar a las mujeres la posibilidad
de ser pastoras. Igual que sería absurdo, en la Iglesia católica, negar a
las mujeres que sean catequistas, directoras de colegio o profesoras de
teología.
Hay que entender bien que la cuestión planteada no concierne a la
disciplina eclesiástica. Es una cuestión fundamental sobre
los ministerios en la Iglesia y sobre lo que Cristo ha querido al
instituir a los apóstoles y al prometerles que estaría con ellos hasta el
fin del mundo.
4. La perspectiva de la ordenación de mujeres es
especialmente actual, en un momento en que se intentan
confundir los sexos en un solo género.
Nuestra época tiende a uniformar las funciones sociales, sin distinción
de sexo. Este es el principio de la paridad, que quizás algún día habrá
que aplicar en los dos sentidos, obligando a la magistratura, la
enseñanza y la salud a contratar a tantos hombres como mujeres.
Pero algunas corrientes de la cultura actual van mucho más
lejosnegando toda especificidad masculina o femenina,
incluso la biológica, fundiendo a uno y otro en un único
género e instituyendo la equivalencia entre las uniones
homosexuales y las heterosexuales.
Desde estas perspectivas, negar la ordenación a una persona
perteneciente al “género” humano se convertirá rápidamente en un
crimen y puede esperarse que un día la Iglesia católica vaya a juicio
ante un tribunal europeo por discriminación.
La Iglesia católica cree, al contrario, que la distinción de masculino
y de femenino es un tema de estructura, vital, lleno de
sentidopara toda la humanidad.
Por eso, recuerda incansablemente el versículo del Génesis, que no
concierte sólo a los judíos o a los cristianos, sino a toda la humanidad:
“Hombre y mujer los creó”.
Suprimiendo el simbolismo conyugal vinculado al ministerio del
sacerdote, la Iglesia católica avalaría una ideología ruinosa para la
humanidad. No lo hará.
5. La situación de las mujeres en la Iglesia está destinada a
evolucionar. Pero valdría más no obstinarse en un callejón
sin salida.
¿Es satisfactoria la situación actual de las mujeres en la Iglesia
católica? La mayoría de ellas respondería que “no”.
Ejercen responsabilidades reales, en las parroquias, en las diócesis,
incluyendo funciones antes consideradas como más bien masculinas,
como las finanzas y la gestión. Pero tienen la impresión de enfrentarse,
al final, un día u otro, al autoritarismo de los clérigos.
 
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Hay por tanto todavía mucho camino por recorrer para descubrir una
verdadera complementariedad. Juan Pablo II escribió mucho sobre
este tema, en particular en la encíclica La dignidad de la mujer.
La sociedad civil no es un modelo en este sentido. Desde hace mucho
tiempo, se oye decir que las mujeres harían las cosas “de otro
modo”: todavía no se ha manifestado así.
El pasaje de la epístola a los Efesios sobre el matrimonio empieza con
estas palabras: “Sed sumisos los unos a los otros”. El mismo Hijo de
Dios no ha reivindicado nada (Filipenses 2,6).
Pero la Iglesia católica haría un gran servicio a la sociedad si mostrara
cómo la aceptación de las diferencias pide humildad pero
aporta alegría.

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