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LA MUJER EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA

(Primer pensamiento sobre el rol de la mujer en la Iglesia)

La historia de la Iglesia presenta a la mujer como una participante muy importante para el
desarrollo social y de equilibrio en los distintos periodos históricos. Desde que el hombre
aparece en la historia primigenia en el jardín del edén, hasta la parusía de Cristo, la mujer ha
sido el equilibrio perfecto para llevar a cabo la misión que Dios les había encomendado.

Veamos a continuación un breve repaso histórico, no trato aquí lo teológico y exegético, de la


actuación de la mujer en el desarrollo eclesial. Me pregunto, si todos, en la IPNA, tenemos la
misma visión e interpretación de la historia. Pero bueno es sólo mi pensamiento y acopios
históricos de lo que ha sido el actuar de la mujer.

La Iglesia Primitiva. Tesis fundamental de la Iglesia primitiva es la igualdad de todos en


Cristo; tanto el varón como la mujer, el hombre libre como el esclavo, son considerados en su
calidad de personas ante el Señor (Gá. 3:28). Por razones particulares, Pablo estableció ciertas
normas respecto de la conducta de la mujer en el culto público. Con una sana y objetiva exégesis
se comprende mucho mejor lo que quiso decir el autor. Sin embargo, la mujer fue una eficaz
colaboradora en la obra misionera del gran apóstol. (Fil. 4:2,3; Ro. 16: 115;Hch. 16:14ss.)

En la Iglesia Primitiva "las mujeres enseñaban en sus casas cuando las ponían a disposición de
la comunidad para que se realizaran en ellas las asambleas de culto y por ello se convirtieron en
presidentes de las comunidades domésticas . ... A los deberes de las diaconisas pertenecían
también el ministerio litúrgico; la vigilancia durante el culto divino, la asistencia al bautismo y
llevar la Santa Cena a los enfermos. La ordenación al cargo de diaconisa se realizaba, lo mismo
que en el caso del presbiterado y diaconado masculinos, por medio del obispo, quien les imponía
las manos y les daba a tocar el cáliz de la Cena. Al cesar la costumbre del bautismo de adultos,
se prescindió de las diaconisas en el culto, y su vida se redujo a los claustros.

Sin embargo, al recibir la iglesia primitiva la influencia de la cultura y filosofía griegas, la mujer
fue poco a poco relegada a un plano secundario; el pueblo de Dios comenzó a dividirse no solo
respecto al sexo sino por medio de una paulatina jerarquización de funciones que distinguieron
netamente las tareas del clero de las del pueblo (laicos). La dicotomía iglesia-mundo, clero-
laicado, Varón-mujer, casado-célibe, se hizo cada vez más pronunciada bajo influencias ajenas al
mensaje del evangelio.

La Edad Media. Bajo la influencia griega (GNOSTICISMO, MANIQUEISMO) aparecen


varias tendencias heréticas en el cristianismo. Una de ellas es la falsa división entre el varón,
que encarna lo superior, el espíritu y la razón, y la mujer, que encarna lo inferior: el cuerpo y la
pasión. El sexo se considera consecuencia del pecado. La mujer es considerada portadora del
pecado, tentadora del hombre. Conceptos como éstos se encuentran en Gregorio de Nisa (Sobre
la creación del hombre) y en Agustín (Génesis contra los Maniqueos). No solo la mujer es
alejada del altar y del liderazgo en la Iglesia sino que su vida conyugal es impedimento para
tomar la comunión porque no se las consideraba suficientemente puras y dignas. Es interesante
que no se dice nada sobre prohibiciones semejantes a los varones casados. El teólogo alemán
Franz Arnold cita el caso de Santa Isabel, reina de Portugal, que en el S.XIV comulgaba solo tres
veces al año justamente por esta razón.
Sin embargo, a pesar del prejuicio prevalente en esta época aparecen grandes teólogas y
fundadoras de órdenes religiosas como Clara, compañera infatigable de San Francisco; Teresa de
Ávila, que influyó poderosamente sobre el pensamiento de Juan de la Cruz; Catalina de Siena y
otras. Estas mujeres realizaron una obra evangelizadora, caritativa y docente de enorme valor en
la historia de la Iglesia.

Tiempos Modernos. La influencia de la teología medieval se prolonga hasta después de la


Reforma. En 1744 en Ámsterdam el teólogo autor de la Controversia en el asunto sobre el alma
de la mujer, afirma: "La mujer, solo creada para el hombre, cesará de existir cuando acabe el
mundo, porque ella dejará de ser útil para el propósito para el cual fue creada, de lo cual
necesariamente se deduce que su alma no es inmortal". En México, no obstante, nace una mujer
extraordinaria que a los tres años de edad aprende a leer y a los siete domina el latín. Se trata de
Juana Inés de la Cruz, que se destacó por sus conocimientos de física, matemática, historia, mú-
sica, derecho, filosofía y teología. Su afán de saber y su inclinación, hacia las letras y la teología
le costó sufrimiento y persecución por parte de la Iglesia y la sociedad de su tiempo. Es esta la
primera mujer teóloga de América Latina.

Edad Contemporánea. El papel de la mujer en los movimientos modernos misioneros es muy


importante. En algunas iglesias de Europa y USA son sociedades femeninas las que se
organizan, recaudan fondos y envían las primeras misioneras a África y al Asia. Estas recorren
miles de kilómetros en barcos de vela, a lomo de mula, a pie, hasta llegar a los lugares más
recónditos de la tierra donde realizan obra de evangelización, educación y medicina. En
Alemania a fines del siglo pasado se fundan nuevas órdenes de mujeres protestantes que crean
asilos para niños y ancianos, hospitales, centros de asistencia social, etc. Al mismo tiempo en
Inglaterra las mujeres piden el sufragio universal y en USA entran por primera vez a las
universidades.

Sin embargo, no fue, sino hasta fines del siglo pasado y comienzos del veinte, cuando algunas
iglesias protestantes admiten a mujeres al ministerio ordenado. Los congregacionalistas y
bautistas ingleses fueron los que tomaron la iniciativa. Desde 1950 varias iglesias siguen este
ejemplo y ordenan mujeres. Hoy, excepto en las Iglesias Católica Apostólica Romana y
Ortodoxa y en algunas denominaciones protestantes, se acepta la ordenación (Presbítero, y en
algunos casos pastoras) de la mujer, aunque en una gran proporción persiste un cierto prejuicio al
respecto.

En América Latina hace ya cincuenta años que se ordenan mujeres, indios y negros. Sin
embargo, es un hecho la tendencia a la discriminación basada en la raza y el sexo. Perduran
costumbres que se han sacralizado a nivel de dogma y que poco o nada tienen que ver con una
exégesis seria de textos bíblicos y de la práctica de la Iglesia Primitiva. La mujer en muchas
iglesias es relegada a funciones secundarlas y se le encargan tareas que se consideran más afines
con su naturaleza. Tales tareas suelen ser: educadora de niños y jóvenes, organizadoras de
sociedades femeninas, encargada del arreglo estético del templo, de la música en culto, de obras
de beneficencia, etc. Las decisiones tomadas por un número cada vez mayor de iglesias
evangélicas en el mundo entero en favor del ministerio femenino hay que considerarlas
seriamente. Las iglesias cristianas tratan de superar los prejuicios de una sociedad patriarcal y de
un orden social machista y de darle a la mujer, al indígena y al negro la oportunidad de servir al
Señor en igualdad de condiciones con el varón y el blanco. En este caso el servicio está
condicionado por el talento y la vocación, y no por la condición racial o sexual.
En un documento posterior trataré sobre los textos bíblicos polémicos que hablan sobre el rol de
la mujer en la Iglesia, y que creo, por los argumentos históricos contextuales, no han sido bien
interpretados por nuestra comunidad.

Rev. Carlos Mena

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