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1. Introducción
El papel de la mujer en diferentes ámbitos social, político, cultural, sobre todo, eclesial ha sido
invisibilizado por siglos. Aunque la teología femenina y diferentes movimientos sociales han
luchado por la igualdad del género para la mujer, no es nada fácil cambiar una tradición en la
Iglesia. Específicamente, el problema en torno a la ordenación sacerdotal de las mujeres es más
complejo, porque tiene repercusiones no sólo institucionales y económicas, sino simbólicas y
culturales. Por ello, no es de extrañar que en relación a este tema se encuentre posturas más
cerradas y tradicionalistas.
Este trabajo, con la lectura de los aportes de Isabel Corpas de Posada en su libro:
“¿Ordenación de mujeres? Un aporte al debate desde la eclesiología de Vaticano II y la teología
feminista latinoamericana” intenta ofrecer una reflexión acerca de la ordenación sacerdotal
femenina. Para tal efecto, en primer lugar, se presenta la realidad de la presencia de la mujer en la
organización eclesial. En segundo lugar, se señalan las razones por las que se niega el sacerdocio a
las mujeres. Se continúan con las esperanzas del reconocimiento del papel de la mujer en la iglesia
de hoy. Por último, se ofrecen algunas conclusiones.
Se han señalado muchas razones históricamente y teológicamente por las cuales se niegan a las
mujeres el sacerdocio. En el capítulo tercero titulado “Razones por las que históricamente se niega
el sacerdocio a las mujeres” de su libro, María José Arana hace un recorrido histórico que
muestran los argumentos del rechazo de la mujer al sacerdocio. Según Santo Tomás (citado en
Arana), “en el sexo femenino no se puede significar una dignidad eminente, pues la mujer vive en
estado de sujeción. Luego no puede recibir el sacramento del Orden. Es más, la mujer, a diferencia
del esclavo, también en estado de sujeción, está subordinada por naturaleza, luego en tal caso, la
ordenación es, además de ilícita, inválida. […] E1 concepto de la "sumisión" femenina tiene unas
raíces bien profundas. Como Aristóteles, Santo Tomás entiende a la mujer como "algo
defectuoso", "imbecillitas", "abortado", un proyecto de varón frustrado, falto de cualidades,
"femina est aliquid deficiens et occasionatum". Así pues, la mujer es inferior en todo y por lo
1
Lucía Bracamonte. “Catolicismo y condición femenina: representaciones de género sobre la maternidad y la
domesticidad en la prensa del suroeste bonaerense argentino a principios del siglo XX.”
2
Isabel Corpas de Posada, “¿Ordenación de mujeres? Un aporte al debate desde la eclesiología de Vaticano II y la
teología feminista latinoamericana”. 9.
2
tanto "la imagen de Dios se encuentra en el hombre de forma que no se verifica en la mujer; el
hombre es el principio y el fin de la mujer como Dios es el principio y el fin de toda la Creación" 3
Hoy los argumentos actualmente invocados en contra del presbiterado femenino son mucho
más conocidos. En el magisterio de la Iglesia sobre este tema, se destacan la Declaración Vaticana
Inter Insignores (1976) y la carta pastoral de Juan Pablo II, Mulieris dignitatem (1988), puesto que
son los dos que recogen y expresan la postura oficial de la Iglesia Católica. Ambas mantienen la
validez de los cánones anteriormente: "solamente el varón bautizado puede ser ordenado
válidamente como sacerdote de la Iglesia católica" (Derecho Canónico de 1983 can. 1024). Entre
varias razones presentadas en estos documentos, me gustaría centrarme en las tres más
importantes. Primero, es porque Jesucristo llamó a los Doce, todos varones. Segundo, los
apóstoles hicieron lo mismo al escoger quienes les continuaran, con esto se deduce una ley
permanente respecto a las personas que continúan la misión apostólica. Tercero, es por la
"venerable" Tradición en la práctica de la Iglesia. O sea, la afirmación de que la Iglesia católica
nunca ha ordenado mujeres.
Sobre el primer argumento, se entiende que la institución de los Doce trata de una acción
simbólica, la cual quedaría desnaturalizada si una mujer entrara en dicho grupo. De hecho, en los
evangelios, especialmente el primer evangelio de Marcos, las mujeres son entre los seguidores de
Jesús, son las que mantienen fieles a Cristo a pesar de la posible persecución, vigilantes ante la
cruz y de ver dónde es sepultado el cuerpo de Jesús, cuando los discípulos varones siguien en su
3
María José Arana, “Razones por las que Históricamente se niega el Sacerdocio a las Mujeres”. 2.
4
Ibíd. 3.
3
ceguera y sordera.5 Así, de la manera de presentar a los discípulos en los evangelios, los varones
simbolizan el nuevo pueblo de Dios que Jesús quiere fundar: “Si esta observación exegética es
justa, cuando llama a los Doce, Jesús no dice absolutamente nada respecto a la misión apostólica y
a la cuestión de las mujeres.”6
En cuanto al segundo argumento, se da por supuesto que los Doce y los Apóstoles, así como
los respectivos llamamientos son idénticos. “Mientras Lucas se esfuerza por identificarlos con los
Doce, las cartas paulinas conocen un círculo apostólico. "Para su ser de apóstol era constitutiva la
aparición del Resucitado, con la que obtenían la misión de ser testigo suyo y el encargo de
anunciar el Evangelio". Por consiguiente, lo constitutivo no es la elección para el grupo de los
Doce. En cambio, en muchos círculos de la primitiva Iglesia equivalía también al apostolado un
don especial del Espíritu que llamaba a la misión. En este sentido, el NT da el nombre de
"apóstol" a Pablo, a Bernabé y a otros, entre los cuales Rm 16,7 cita a Andrónico y Junia, por
consiguiente, también a una mujer.”7
Con relación al tercer argumento, no creo que todas las cosas que han sido consideradas como
Tradición no se podrían plantearse de otra manera, puesto que la Tradición no niega los cambios
necesarios según los tiempos en que se viven. De hecho, el cambio ya es inherente al concepto
mismo de Tradición, que no es un cuerpo inerte de verdades sino una realidad encarnada y que la
tradición se transmite fielmente sólo cuando provoca compromiso y es vivificante. 8 De esta
manera de entender la Tradición, ¿podríamos continuar agarrar ciegamente en el argumento de
que una práctica es la Tradición y no discernimos los signos de los tiempos para hacer nuevos
caminos? Mientras no se encuentra ninguna razón teológica que impide la ordenación sacerdote de
la mujer, ¿por qué continuamos insistiendo en la Tradición para no cambiar?
En el Concilio Vaticano II, se habla de la necesidad de volver a la fuente, para este tema de la
ordenación sacerdotal de la mujer, es necesario acercarnos al discipulado presentado en los
Evangelios sin implicación de género, y a un modo de ser comunidad que no es jerárquico.
Además, el Concilio en Lumen Gentium presenta una nueva manera de ser de la Iglesia, que es el
Pueblo de Dios, en el que todos los hombres y las mujeres forman partes iguales en una común-
unión. La recepción del Concilio en América Latina, en el documento de Medellín y de Puebla
5
Casas, Juan Alberto. Jesús y el conflicto. 129.
6
Beinert, Wofgang. El sacerdocio de la mujer ¿Telón cerrado, cuestión abierta? 6.
7
Ibíd. 6.
8
John W. O’Malley. “Vatican II: Did anything happen?” 9.
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suscita una esperanza para la iglesia en general y para las mujeres en la iglesia en particular: la
Iglesia es ante todo misterio de comunión católica (Medellín 15,5) que no hace distinción de
poderes ni privilegios masculinos.
Otra esperanza para la iglesia de hoy y para las mujeres es el papa Francisco, quien desde su
primer día del papado ha puesto en práctica la eclesiología de Pueblo de Dios, sin arreos
pontificales. En su exhortación apostólica Evangelii gaudium, muestra a la Iglesia como
comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que
fructifican y festejan (EG 24), una “Iglesia pobre para los pobres” (EG 197) y recordando que “el
Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma
de sí por fidelidad a Jesucristo” (EG 26), conversión que conlleva una de reforma estructuras.9
Para Francisco, es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la
Iglesia. Esto lo está haciendo con diferentes cargos importantes que ha nombrado a las mujeres en
la Iglesia, ambas laicas y religiosas: la presencia de la mujer ha aumentado en la última década en
alrededor de un 6% en la Ciudad del Vaticano y casi se ha doblado en los dicasterios, según datos
de la Santa Sede.10 Aunque estos cambios que hace Francisco no son rápidos ni muchos, pero son
suficientes para darnos esperanza de un nuevo rostro de la Iglesia con la presencia de las mujeres
en cargos importantes, y claro que tenemos razón de la esperanza de diaconado y sacerdocio de la
mujer, con la nueva comisión convocada por Francisco para estudiar el diaconado femenino el 8
de abril de 2020.
5. Conclusión
9
Isabel Corpas de Posada, “¿Ordenación de mujeres? Un aporte al debate desde la eclesiología de Vaticano II y la
teología feminista latinoamericana”. 319.
10
https://elpais.com/internacional/2021-11-14/todas-las-mujeres-del-papa-francisco.html
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recuperación de su visibilidad en la religión y en la sociedad. 11 Para lograr esta teología, se
necesita introducir símbolos femeninos para ampliar el lenguaje sobre Dios y enriquecer el mundo
de sus imágenes, y responder a la idolatría de la masculinidad vigente en la concepción teológica
cláscia sobre Dios, para mostrar nuevas profundidades del misterio divino y de la comunidad que
los emplea. Las dichas imágenes son las que tengan que ver con la vida, la naturaleza, la amistad,
el amor, imágenes de relación porque ella constituye la esencia del misterio de Dios uno y trino.
BIBLIOGRAFÍA
Casas, Juan Alberto. & otros autores. Jesús y el conflicto. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad
Javeriana. 2019.
John W. O’Malley. “Vatican II: Did anything happen?” Theological Studies 67.
María José Arana, “Razones por las que Históricamente se niega el Sacerdocio a las Mujeres”.
Tamayo-Acosta, Juan José. Nuevo paradigma teológico. Madrid: Editorial Trotta. 2004.
11
Tamayo- Acosta, Juan José. Nuevo paradigma teológico 92 – 93.
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