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Marcelo Campagno. Parentesco, intercambios, conflictos.

Consideraciones sobre el surgimiento del Estado en


Egipto.

La práctica del parentesco se presenta como el principal eje de articulación y organización social. Por ejemplo,
en el predinástico la tendencia de colocar las tumbas en sectores dentro de los cementerios podría reflejar la
existencia de grupos clánicos o familiares. El mismo patrón en la organización del espacio residencial y
funerario indica que los lazos parentales persisten por sobre la desaparición física de los individuos. También se
colocaban en las sepulturas ofrendas para los muertos, esto para que puedan continuar practicando sus
actividades cotidianas en su vida de ultratumba.

El parentesco debió ser la práctica dominante en las comunidades de aldea del Nilo predinástico. Y en tanto
práctica dominante, el parentesco impide la constitución de prácticas contradictorias a los principios en los
cuales se sustenta. El principio básico es la reciprocidad. Por lo que el parentesco excluye toda posibilidad de
que se origine cualquier práctica opuesta a la norma reciprocitaria. El parentesco es, a su vez, un límite que
impide la diferenciación social fuerte en el interior de cada comunidad. Es decir, la lógica del parentesco está en
contradicción con el advenimiento del Estado. Con Clastres, las sociedades sin Estado son sociedades contra el
Estado. La reciprocidad es incompatible con las relaciones de dominación en el monopolio de la fuerza.

¿Cómo surge el Estado? La práctica del parentesco es dominante en el interior de las comunidades. Pero más
allá de la comunidad, el parentesco no extiende su red de relaciones positivas. La relación de una comunidad
con el exterior es una relación de desconfianza frente al extranjero, al no-pariente. En ese espacio entre
comunidades es posible la aparición de una práctica no compatible con las normas parentales, como la que
instituye el control monopólico de la coerción y la legalidad. Para que surja la práctica estatal tiene que
formalizarse un nuevo vínculo entre comunidades. Los contactos son de tipo pacifico (intercambios) y de tipo
conflictivo (guerra). En el valle del Nilo durante la fase Nagada II hay testimonios de conflictos bélicos entre
comunidades preestatales y de intercambios.

Los intercambios se darán entre zonas cada vez más distantes durante Nagada II, formando una vasta red de
intercambios que permiten a las sociedades de jefatura del Alto Egipto acceder a una amplia gama de bienes
importados. Las mayorías de los productos intercambiados son exclusivos para las élites locales. En sociedades
donde no hay monopolio de la fuerza como atributo de liderazgo, este consumo ostentoso de bienes a los que
solo tienen acceso un reducido sector de la comunidad es un modo de proclamar la posición privilegiada del jefe
y su élite. Pero este hecho tendía a la reproducción del sistema social como tal y no a su transformación.

Hay escasos testimonios de la existencia de conflictos bélicos en el valle del Nilo con anterioridad a la aparición
del Estado (armas de piedras, murallas, etc.). La evidencia sobre conflictos aumenta a partir de la fase Nagada
IIc-d, época donde aparecen los primeros indicios de la presencia de la práctica estatal. En la iconografía
también destaca la violencia. Estas evidencias tanto en el pre estatal como en la época estará inicial infiere que
el Estado emerge en el valle del Nilo en un clima de recurrentes conflictos bélicos. Pero la guerra típica entre
sociedades no estatales no introduce cambios profundos, antes bien garantiza el statu quo. Cuando estallan las
guerras de conquista se produce un nuevo tipo de vínculo social. La victoria militar da paso al establecimiento
de un vínculo permanente de subordinación de los vencidos a los vencedores. Y si se toma en cuenta la
importancia de los intercambios de productos de prestigio para las jefaturas del valle del Nilo, es posible pe sar
que los conflictos intercomunitarios empezaron como resultado de los intentos por controlar aquellas redes de
intercambio y de inhibir la competencia de las comunidades rivales. La cantidad de objetos obtenidos de lejanas
regiones parece ser mayor durante Nagada II, por lo que los intercambios debieron recrudecer en Nagada II.
Una demanda creciente de bienes y una oferta poco elástica podría conducir a una creciente hostilidad entre las
comunidades partícipes del intercambio.

Una guerra de conquista implicaría la eliminación de los competidores y la posibilidad de una provisión
ampliada de los productos extranjeros. Y tal conquista implicaría el establecimiento de un vínculo permanente
entre no-parientes y el monopolio de la coerción y la legalidad por los vencedores. Quedaría un nuevo
ordenamiento social, organizado por la nueva práctica estatal, y una nueva elite estatal podía canalizar hacia sí
misma una tributación a la que eran sometidas las comunidades dominadas. Este tributo le permitiría sostener
un cuerpo de especialistas (artesanos, sacerdotes y funcionarios) a partir del cual esa elite podría encarar la
construcción de palacios y tumbas monumentales, monopolizar los intercambios con el exterior y los bienes de
prestigio, establecer una ortodoxia artística y religiosa, organizar un sistema administrativo y potenciar su
propia capacidad bélica.

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