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CAPITULO 10

CARL ROGERS
Yarina Garcia Díaz (2019-1043)
La teoría de la personalidad de Carl Rogers surge a partir de su experiencia clínica.
Rogers fue el primer investigador en psicoterapia que estudió en forma exhaustiva lo
que ocurre durante el encuentro entre cliente y terapeuta utilizando registros de audio.
Tras analizar cientos de grabaciones, Rogers y su equipo formularon una completa
teoría del cambio terapéutico que derivó en la formulación de su Terapia Centrada en
la Persona.
A partir de sus estudios clínicos y apoyándose en el trabajo de otros investigadores,
Rogers formuló luego una teoría sobre el desarrollo de la personalidad. Es importante
tener en cuenta que dicha teoría se fundamenta principalmente sobre las
observaciones que Rogers y su equipo realizaron a partir de las grabaciones de sus
sesiones con pacientes neuróticos, y más adelante, con esquizofrénicos en contextos
hospitalarios. Muchos de los pacientes con que trabajó el autor eran estudiantes
universitarios con trastornos de mediana complejidad, por lo que su teoría de la
personalidad ha de ser entendida como un modelo que se adapta preferentemente a
este tipo de sujetos.
Rogers señaló insistentemente que su teoría sobre la personalidad humana era
incompleta y abierta a nuevos desarrollos. En este sentido, siempre mantuvo una
actitud cauta y humilde, planteando sus ideas en forma de hipótesis susceptibles de
ser contrastadas con nueva evidencia.
Al momento de nacer, el niño funciona como un organismo integrado. Es decir,
funciona como una totalidad coherente que se adapta creativamente a su entorno. Su
conducta es impulsada por la tendencia a la actualización y se orienta de acuerdo a los
criterios valorativos del organismo (valoración organísmica). En su interacción con el
medio, surgen diversas experiencias que son susceptibles de acceder a la conciencia
libremente.
Conforme el organismo se desarrolla, surge en su campo fenoménico una imagen de sí
mismo que se configura a partir de las experiencias organísmica. En este punto, todas
las experiencias del organismo pueden acceder libremente a la conciencia, sin
discriminación. Y su conducta se orienta de acuerdo a estas experiencias
simbolizadas. Por ejemplo, si el organismo experimenta hambre, el niño toma
conciencia de esta sensación, percibe el hambre e inicia una conducta concordante:
busca comida, llora, etc. Si el organismo siente cólera o enojo con su hermano, el niño
percibe este impulso y se comporta de acuerdo a su necesidad de descarga del
impulso agresivo, golpeando a su hermano. Si el organismo debe evacuar la orina, el
niño percibe esta sensación y procede a orinar sin importar dónde se encuentre,
satisfaciendo su necesidad organísmica libre y espontáneamente.
Ahora bien, junto con la configuración del concepto de sí mismo, aparece una
necesidad psicológica que puede asumir un papel preponderante entre las demás
necesidades organísmica del niño. Dada la situación de vulnerabilidad y dependencia
en la que se encuentra el niño, éste siente que debe asegurarse el afecto y cuidado de
sus cuidadores primarios. El niño desarrolla entonces una Necesidad de
Consideración Positiva de parte de sus padres. Necesita el amor, el cuidado y el
afecto de sus cuidadores a toda costa, pues se da cuenta que de ello dependerá su
supervivencia.
Entonces, el niño orientará su conducta de acuerdo a esta necesidad, aún a expensas
de la satisfacción de otras necesidades organísmica. Con esto, el niño buscará
construir un concepto de sí mismo que le asegure el afecto y cuidados necesarios para
su supervivencia, y procurará evitar toda experiencia o conducta que pueda significar
un rechazo de parte de sus padres, y valorará positivamente aquellas experiencias y
conductas que promuevan la aceptación de sus cuidadores.

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