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La verdad

La verdad es la correspondencia entre lo que pensamos o sabemos con la


realidad. La palabra, como tal, proviene del latín verĭtas, veritātis.
En este sentido, la verdad supone la concordancia entre aquello que afirmamos
con lo que se sabe, se siente o se piensa. De allí que el concepto de verdad
también abarque valores como la honestidad, la sinceridad y la franqueza.

Asimismo, la verdad se refiere a la existencia real y efectiva de algo, es decir, a


la realidad, a la existencia concreta en el plano de los hechos.

En Filosofía, la verdad implica siempre una relación entre un sujeto, es decir, una
inteligencia, y un objeto, o sea, una realidad. Como tal, la verdad es la
concordancia del pensamiento con lo real. En este sentido, si tal correspondencia
no se da, entonces podemos afirmar que se trata de una proposición falsa.

Esta formulación, debida Aristóteles, mantiene vigencia hasta la


actualidad. Santo Tomás de Aquino, por su parte, refería que la verdad era la
inteligibilidad del ser y la correspondencia de la mente con la realidad, mientras
que, para Kant, la verdad era una perfección lógica del conocimiento.

Una verdad relativa es una proposición que es cierta solamente cuando es


considerada en relación con determinados criterios, como una norma,
convención o punto de vista.
Las verdades relativas, en este sentido, dependen de principios o normas
asociados a la cultura o época a partir de la cual se las esté considerando. De allí
que la verdad de determinadas afirmaciones o proposiciones depende de cómo se
las esté viendo, desde qué época, cultura y punto de vista.

Una verdad relativa, por ejemplo, es la afirmación que un habitante del trópico


hace acerca de que hace frío. Esta percepción, que bien puede ser compartida por
otros habitantes del trópico como una sensación térmica asociada al frío será muy
diferente para un canadiense o un sueco, para quienes el frío está asociado a
temperaturas bajo cero.

Las verdades absolutas son las ideas o proposiciones que son ciertas para


todas las culturas y todos los tiempos. En este sentido, las verdades absolutas
son aquellas que podemos atribuir a la naturaleza y a determinados fenómenos o
hechos, que son fijos, invariables, inalterables, así como también pueden se
pueden atribuir a alguna significación trascendente, como las asociadas con la
divinidad en ciertas religiones.
Así, las verdades absolutas son proposiciones que son absolutamente ciertas o
absolutamente falsas, sin restricciones o puntos medios. Por ejemplo: el hielo es
sólido, el agua es mojada, la muerte es el cese de las funciones vitales.

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